Iceberg Sobre El Narcotráfico
Iceberg Sobre El Narcotráfico
Iceberg Sobre El Narcotráfico
La historia de Susana* es una de tantas que demuestra que los tentáculos del narcotráfico en
México se extienden también, y cada vez más, sobre quienes ni siquiera han cumplido la
mayoría de edad
Nací en Monterrey, Nuevo León, en una familia estricta. Mi mamá siempre quiso lo mejor para mí y mis
hermanos, por eso era muy dura con nosotros en cuestiones de educación y valores.
Ella tenía dos trabajos: en el primero era ayudante de cocina, trabajaba de siete de la mañana a siete de la noche.
Después entraba a su segundo trabajo como bailarina en un bar, de ahí salía a las cuatro de la mañana.
Estábamos solos mucho tiempo.
No sé mucho de mi papá biológico, solo sé que trabajaba para la delincuencia organizada y que lo mataron unas
personas de un cartel contrario cuando yo tenía 3 años. Por eso mi mamá hizo una nueva familia, y mi padrastro
fue el que me dio sus apellidos y me adoptó como hija.
Desde pequeña estuve en contacto con armas. Mi mamá y mi padrastro peleaban mucho,
su relación ya no iba bien porque él se drogaba todo el tiempo y eso no le gustaba a mi
mamá, por eso decidieron separarse.
A los 10 años empezamos a vender droga para ayudarle con los gastos de la casa. Era el
negocio familiar. A mi mamá la mató un sicario, le dio tres disparos. Yo tenía 12 años
cuando me quedé huérfana, había perdido a la persona más importante en mi vida: mi
madre.
A partir de ese día, cada uno de mis hermanos tomó caminos diferentes. Yo me quedé en la
casa de mi mamá y empecé a consumir drogas, fumaba marihuana, me metía píldoras,
cocaína… Poco a poco me fui haciendo adicta a ellas, yo era una niña, no sabía cómo salir
adelante, era cobarde con la vida, no sabía cómo enfrentarla.