Tercer Encuentro A

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SEGUNDO AÑO DE LA ETAPA

DISCIPULAR
La actitud de “liberarse de”
Tercer encuentro (A)
Tema del encuentro
La madurez y sus raíces sociales
META DEL ENCUENTRO
El seminarista revisa la comprensión
y el sentido de los pasos que implica
el ejercicio metodológico de
“liberarse de” y adquiere elementos
de carácter social que le ayudan a
centrarse en los procesos de
maduración personal.
RECAPITULACION
 Se dividen en grupos de dos; cada pareja, sin ver sus notas,
preparan una explicación de uno de los pasos presentados en el
segundo encuentro (Cuatro pasos), es decir, de los pasos para
“liberarse de”.
 Después se pone en común la explicación de los cuatro pasos.
 Si por alguna razón no recuerdan los cuatro pasos, pueden revisar
el material del segundo encuentro (B) para recordar los pasos.
 Es conveniente anotar todas las dudas que surjan para que lo
hagan saber al asesor y se puedan resolver. Estos cuatro pasos
tienen que quedar claros porque es la materia del trabajo personal
de cada uno y del acompañamiento durante esta etapa.
CONCEPTO DE MADUREZ
Suele manejarse un concepto comparativo de madurez, en clave de
mayor o menor madurez. Esto es inútil cuando se propone un proceso
de crecimiento como el del itinerario formativo. ¿Quién puede
considerarse suficientemente maduro o, peor aún, más maduro que
los demás? El concepto de madurez está tomado de la agricultura, se
dice de las frutas de un árbol, las que están en la copa maduran de un
modo distinto que las que están metidas entre las frondas. No se trata
de elaborar un juicio sobre la madurez de cada uno. Si no de facilitar
un proceso de maduración que sea válido y necesario para cada uno.
El grado de madurez de cada persona se da en una edad, una
situación y unas circunstancias determinadas, de tal modo que cada
uno madura de modo distinto y, al mismo tiempo, todos estamos en
proceso de maduración. Así, existe el proceso evolutivo de cada
persona. Esta evolución desarrolla:
LA AUTONOMIA

Es la capacidad de gestionar la
propia personalidad más allá de
la influencia que recibimos de los
demás. Es la capacidad de regirse
por sí mismo, de tener un criterio
propio.
LA ALTERIDAD
Es el sentido del valor de los demás.
De tal valoración se derivan actitudes
de respeto, escucha, y consideración
seria de su pensamiento. Consiste en
caer en la cuenta de que existen los
demás y que no siempre piensan o
sienten de la misma manera.
EL DISCERNIMIENTO

Es la capacidad de juzgar y decidir


de acuerdo a unos valores. En
nuestro caso, se refiere a los
valores del Evangelio. El
discernimiento cristiano se hace a
la luz del Espíritu Santo y en clima
de oración.
LA ADAPTACION
Es la capacidad de asumir los
conflictos y fracasos que se dan en la
realidad, tanto personal como
comunitaria y social. Cuando se
asume la realidad se aprende, a la
vez, a actuar en medio de ella,
transformándola en algo mejor.
PROCESO DE
MADURACION
Nuestro proceso de maduración se
da en el contexto del seminario, un
internado en el que los seminaristas
tienen resueltas prácticamente todas
sus necesidades. Este contexto
conlleva ciertos riesgos de regresión
en el proceso evolutivo a los que hay
que estar muy atentos:
EL INFANTILISMO
En el ámbito de la obediencia es fácil que
surjan actitudes irresponsables; ante
alguien que manda fácilmente juegas, te
escondes, mientes, simulas, disimulas, te
quedas en el mero cumplimiento o haces
las cosas para que te vean. Es fácil que
una persona que se comportaba como
adulto, de repente, al verse protegido, se
regrese a sus actitudes infantiles.
LA COMODIDAD
Te acostumbras a tener garantizados tus
espacios, tus comidas, las relaciones, lo
necesario para vivir. Mientras otros jóvenes
tienen que ganarse la vida o viven en
condiciones mucho más limitadas. Existe el
riesgo de volverte exigente o de considerar
que todo se te debe. Es un riesgo grave
porque perfila la posibilidad de un
ministerio sacerdotal acomodado.
LA DIFICULTAD PARA
RENUNCIAR
Asumes de mala gana las renuncias
relacionadas con el placer, el dinero
disponible, el alojamiento, quedando en una
semi-adolescencia en el plano del deseo, por
ejemplo, cuando no puedes satisfacer el deseo
de ver toda la televisión que quieras, de
quedarte dormido hasta más tarde, de salir a
la calle cuando quieras, de usar los medios
tecnológicos, etc.
LA VIDA DE ORACION
La vida de oración, con el recogimiento que exige,
contribuye a un salir de si mismo, totalmente
necesario para la maduración. La oración continua
nos remite al conocimiento personal y a la
interioridad, nos enfrenta a nosotros mismos, nos
invita a quietarnos las máscaras y a purificar nuestras
motivaciones. Pero debe estar acompañada de la
conversión y el sentido comunitario: “si al
presentarte frente al altar recuerdas que tu hermano
tiene algo contra ti, deja tu ofrenda y vete primero a
reconciliarte con tu hermano (Mt 5, 24).
LA VIDA EN COMUNIDAD
En la vida de comunidad, el aprendizaje de un verdadero
dialogo con los otros, es también un elemento de
maduración, con todo lo que comporta de silencio, de
escucha a otros. Y de capacidad para expresar el propio
pensamiento. En muchas comunidades existe la dificultad
para un dialogo sencillo y fecundo. Es importante que en las
relaciones dentro del seminario estemos atentos a la
perversión de la palabra, que es una de las expresiones de la
perversión de la ley. Es necesario suscitar la suficiente
reflexión acerca de lo que significa hablar. La vida en
comunidad y el estudio ayudan mucho a madurar en este
sentido. La ley ética en la vida común se basa sobre tres
prohibiciones.
NO MATARAS

No matar la palabra del otro en la


comunidad, la libertad que tiene
de decir lo que piensa,
respetando su pensamiento y su
palabra, aceptando las
diferencias como una realidad
capaz de complementarnos.
NO ABUSARAS DE TU
PROJIMO
La palabra de alguien que se
coloca en una postura de
superioridad o de dominación,
que absorbe y excluye las
palabras de los otros, entendidos
como inferiores o como poco
capaces.
NO MENTIRAS

La palabra falsa que engaña.


Quien engaña a sabiendas, que
muestran solo la parte de
verdad que es de la propia
conveniencia.
EL APOSTOLADO
El apostolado y el servicio social juegan un
papel importante em la maduración de las
personas. En las responsabilidades apostólicas
aprendes como el servicio real a los otros
exige el olvido de sí mismo. También aquí, el
encuentro con el otro, quien es diferente y
tiene sus propias opiniones y necesidades
reales, es un lugar de maduración, en la
medida en la que se reflexionen y se evalúen
las experiencias realizadas.
RAICES SOCIALES DE LA
MADUREZ
Las personas maduramos en un ambiente social
determinado. No se trata sólo de un proceso interior,
sino también de un proceso de relaciones. Estas
relaciones tocan lo más profundo de la definición o
identidad personal. Representan una parte
importante del conocimiento de sí. Se da un paso de
madurez cuando adquirimos la capacidad de
mantener la atención al propio comportamiento
social y a nuestro modo de interactuar con los demás,
mirándonos críticamente. Dos conceptos ayudan a
comprender con mayor claridad de que se trata.
EL CONFLICTO SOCIAL
Nos guste o no, pertenece a una clase social, a un grupo étnico o sociológico: es
rico o pobre, de tal o cual raza, con tal nivel o modalidad cultural. Estas realidades
inciden en la vida del seminario porque una casa de formación es como una caja
de resonancia de los conflictos que existen en la sociedad a la que pertenece. Ya
durante los primeros días del curso introductorio, los seminaristas catalogan a sus
propios compañeros como miembros de un grupo social. Lógicamente surgirán,
como parte de la vida, las afinidades o los resentimientos sociales que puedan
existir. En el ambiente grupal del seminario, que es una comunidad cristiana, se
debe llegar a superar estas barreras y perjuicios de clase, como muy bien enseña
san Pablo: Ya no existe distinción entre judíos y no judíos, circuncidados y no
circuncidados, más y menos civilizados, esclavos y libres, sino que Cristo es todo en
todos (Col 3, 11). Durante la etapa discipular los seminaristas deben dejar de
sentirse superiores o inferiores, lejanos o distantes, para que puedan llamarse
efectivamente “hermanos”. Para este fin puede ser muy útil la elaboración de un
sociograma de grupo, que muestre las tenciones que existen en él. Un sociograma
es algún modo de plasmar gráficamente las relaciones que existen en un grupo.
LOS ROLES SOCIALES
Más allá de la clase social a la que cada quien pertenece, está
el rol social que cada uno desempeña y las actitudes que tiene
en te los demás. Durante esta etapa de formación es
necesario que el grupo de seminaristas llegue a la convicción
de que Dios ha formado con ellos una nueva familia, en la cual
es fundamental que todos se acepten entre sí, saltando
fronteras que sin luz de la fe pudieran parecer insuperables.
Para este análisis es muy útil el feed back o retroalimentación
que los demás ofrecen a cada una de las demás personas que
participan en el grupo. La intención formativa es que todos
lleguen a desarrollar un verdadero rol de servicio evangélico
en la comunidad humana y cristiana.
POR LO TANTO
Queda claro que es necesario emprender un trabajo en el que se aplican las dos
actitudes propuestas hasta ahora: “estar atento a” la realidad social y los
perjuicios de clase para “liberarse de” estar defendiendo una clase u otra; por
otro lado, estar atento al propio comportamiento social para criticarlo y ser más
libre para establecer relaciones de amistad y fraternidad y para servir al pueblo
de Dios, constituido por personas de toda clase y condición. El presbítero tendrá
que ser puente de comunión entre las clases sociales. Esta calidad de puente
social es una de las funciones que definen el ministerio presbiteral. Implica
hacerse consiente del propio origen social y asumirlo de tal manera que no sea
un obstáculo, si no un puente en la evangelización. Un ejemplo conocido es el de
San Francisco de Asís, un muchacho de clase alta burguesa, que siempre fue un
burgués, sin embargo, se conoció a sí mismo de tal modo, que esta característica
no le estorbo, sino que incluso le ayudó a relacionarse con los más pobres de
aquella sociedad y a vivir como pobre entre ellos.
REFLEXIONO
Para continuar profundizando en el conocimiento de sí mismo, se les
propone a el ejercicio de poner por escrito su propio origen social, con
las siguientes preguntas:
 ¿A qué estrato social y cultural pertenece tu familia?
 ¿Cuáles son los valores y los antivalores de ese ambiente social?
 ¿Cuáles de estos rasgos están claramente presentes en ti?
 ¿Con que personas te es más difícil entablar una relación y con quiénes
te es más fácil?
 ¿Cuáles son los perjuicios de clase que necesitas superar para servir a
la Iglesia?
FACTORES DE
CRECIMIENTO
Los factores de crecimiento son los elementos
que se han de tener en cuenta en cada
encuentro, con la finalidad de tenerlos
presentes, revisarlos, trabajarlos, incluirlos en
el proyecto personal de vida, e irlos
asumiendo sistemáticamente. Cada uno según
sea la necesidad, y con ayuda del asesor y
director espiritual, buscará los métodos que se
le faciliten para irlos asumiendo.
MEDIOS
Lo más importante del itinerario es que el seminarista
emprenda un camino de maduración humana y
espiritual, es decir, que se tome en serio y hagan un
esfuerzo verdadero. El corazón del itinerario está en
mantener esta mirada atenta y contemplativa ante
toda la realidad, que será matizada e interpretada
por la persona de Jesús, subrayando especialmente
sus aspectos humanos. Desde aquí queremos perfilar
los hábitos y las actitudes que son propias del
discípulo y ponerlas en práctica tanto en el ámbito
personal como en el comunitario.
COSIGNAS
 Continuar aplicando el primer paso propuesto por
el itinerario (Reconocer precisa y puntualmente la
esclavitud psicológica y espiritual) y comenzar a
compartir las esclavitudes con los formadores.
• Hacer el ejercicio de poner por escrito el propio
origen social y compartir esta realidad con los
formadores.

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