Creemos en ser honrados, verídicos, castos, benevolentes, virtuosos y en hacer el bien a todos los hombres; en verdad, podemos decir que seguimos la admonición de Pablo: Todo lo creemos, todo lo esperamos; hemos sufrido muchas cosas, y esperamos poder sufrir todas las cosas. Si hay algo virtuoso, o bello, o de buena reputación, o digno de alabanza, a esto aspiramos.
O hacer de bien nacida es, o no prometer, de púdica, Aufilena, fuera: pero lo dado arrebatar defraudando los servicios, más que de una meretriz avara, que a sí misma con todo el cuerpo se prostituye. 111 Aufilena, con un marido solo contenta vivir, de las casadas la alabanza es, de entre las alabanzas eximias.
A la primera luna nueva del año siguiente, siguiendo una vieja tradición, salió a la calle con un trozo de pan y un chelín, y abrió el libro al azar, buscando una canción que le descubriera su porvenir. Salió un cántico de
alabanza y de gracias.
Hans Christian Andersen
Ni el hombre de su vieja historia sin vuestros cantos la verdad supiera, ni el justo digno de alabanza y gloria de sus nietos vivir en la memoria más allá de su túmulo pudiera.
Te brindo, Señor, Teotl Ipanemohuani, hostias y súplicas de alabanza; tortillas de amaranto, ofrendas de copal ahumadas y cempasúchiles de la abundancia; recíbelas Tú por las almas de quien hoy hacemos memoria maestros de mi escuela extinta, espíritus de su gloria, ánimas refulgentes ánimo de mi existencia.
Sólo podría competirte la rosa de Alejandría. Adiós, niña modesta, pálida y grave, tu alabanza en mi canto ves que no cabe. Mi voz expira y a seguirla se niega ruda mi lira.
El» tercetos anteriores, y como para relatainos que ha leí- do á Sófocles, á Aristóteles, á Ennio, á Estrabón y á Plinio, nos exhibe á Cicerón, al cual indudablemente no ha conocido sólo de nombre, pues traduce uno de sus conceptos: Oid á Cicerón cómo resuena con elocuente trompa, en alabanza de la gran dignidad de la Camena; el buen poeta (dice Tulio) alcanza espíritu divino, y lo que asombra es darle con los dioses semejanza.
---- Hamilton Holt, editor de The Independent, quien acaba de regresar de un viaje a México, donde fue muy agasajado por el tirano, publica un articulo encomiástico para Díaz, en el cual se aporrean la lógica y los hechos dentro de la burbuja de la
alabanza, dejando después de todo afirmados los conceptos de México Bárbaro que Holt tacha de mendaces.
Práxedis G. Guerrero
Francisco de Quevedo Villegas, caballero de la Orden de Santiago; y reconozco en él muy útiles advertimientos políticos para ejemplo y escarmiento, tanto que se conoce en ellos más intención de aprovechar a otros que ambición de alabanza propia.
Niña hermosa y modesta, pálida y grave, tu alabanza en mi boca ves que no cabe; porque la tierra ignora en tu hermosura lo que se encierra.
Tú no has preferido ni a Lacedemonia, ni a Creta, cuyas leyes han sido constantemente un objeto de alabanza en tu boca, ni tampoco has dado esta preferencia a ninguna de las otras ciudades de Grecia o de los países extranjeros.
Lo que más nos impide es que pronto estamos contentos de nosotros; si encontramos que nos diga que somos buenos, prudentes, virtuosos, y lo aceptamos. No nos contentamos con una alabanza módica, antes todo lo que acumula la impúdica seducción, lo tomamos como cosa debida.