Y algunos al pasar junto al individuo harapiento y sucio; demacrado y abundante de barba, negra y espesa; de dientes escasos, amarillentos y podridos; de labios
carnosos y amoratados; delgado de cuerpo, mediana la estatura y lisiado de una pierna, extendían la mano, como compadecidos, para darle unas monedas.
Antonio Domínguez Hidalgo
Como la sala estaba fresca, tiritaba mientras comía, lo cual descubría un poco sus labios carnosos, que tenía la costumbre de morderse en sus momentos de silencio.
Pero era en las horas de sol, en aquel mar de cristal azul, viendo allá bajo, a través de fantástica transparencia, las rocas amarillas con sus hierbajos puntiagudos como ramos de coral verde, las conchas de color rosa, las estrellas de nácar, las flores luminosas de pétalos carnosos estremeciéndose al ser rozados por el vientre de plata de los peces; y ahora estaba en un mar de tinta, perdido en la oscuridad, agobiado por sus ropas, teniendo bajo sus pies ¡quién sabe cuántos barcos destrozados, cuántos cadáveres descarnados por los peces feroces!
Porque no se concibe que a un hombre que va a media noche por la calle de Guadalupe, taciturno, con anteojos, rumiando una idea nueva y con un cigarrillo agonizante en los carnosos labios desencantados, le asalte una cosa, una idea, un recuerdo, un mal pensamiento.
Los brazos, vistos de frente, son muy delgados, y los tiene adheridos a los costados y al bloque; pero vistos de lado son, por el contrario, anchos y carnosos.
Cortadillo sonrió con su boca amarilla y sin dientes, y los
carnosos labios de Sánchez del Abrojo hicieron el dúo, plegándose con ironía indefinible.
Emilia Pardo Bazán
Una tarde, día de su santo, (llamábase Blanca María y se celebraba el 12 de octubre, fecha del descubrimiento de América), le hice un obsequio: compré en la pulpería de la esquina una botella de agua florida ¡oh díez y siete años adorables, oh amor tempranero, oh zambita ingenua, anémica y pecosa que eras para mí, bella y perfecta como la Victoria de Samotracia, oh Blanca María amor primerizo, oh romántica huachafa que libaste los más ardientes, sinceros y apasionados besos primiciales en mis "carnosos labios encendidos" ¿dónde estás?
Ensortijado cabello, amplia frente de marfil, dulce mirar en los ojos morenos de pupilas húmedas y sombreadas bajo las pródigas cejas. Sobre sus labios carnosos apuntaba una sombra difuminada y azul.
El primer beso, el más delicioso, el anhelado. En su imaginación, ve los labios de Evans, carnosos, duros, elásticos: parecen una flor.
Si me ahogo en tus julios, a mí baja desde el vergel de tu peinado denso frescura de rebozo y de tinaja: y si tirito, dejas que me arrope en tu respiración azul de incienso y en tus
carnosos labios de rompope.
Ramón López Velarde
Contempla la de los Encajes con indiferente expresión el golpe de vista que presenta la calle; su figura destácase en la riente penumbra como en ella colocada por la mano de un artífice, con su rostro atezado donde la juventud desborda en tersuras y en purpurinas florescencias, con sus ojos fulgurantes y lánguidos; con sus labios carmesíes y carnosos que siempre entreabiertos, dejan ver la dentadura, si desigual, limpia y como de marfil; con su pelo lacio y negrísimo partido en dos bandas sobre la frente y graciosamente recogido sobre la nuca; con su nariz que ligeramente arremangada da a su rostro apicarada expresión, lo mismo que los dos hoyuelos que al sonreír aparecen en sus bien curvadas mejillas.
Esteban era un joven de regular estatura, ni delgado, ni obeso, más bien armónicamente proporcionado; de cabello ligeramente ondulado; amplia la frente, abundantes las cejas; los ojos pequeños de color castaño claro adornados por largas pestañas un poco rizadas; la nariz recta, la boca mediana de labios
carnosos y rojos; el tórax amplio y la cintura estrecha.
Antonio Domínguez Hidalgo