(f)Andrés Martin Calvillo. (f) Nicolás de Palencia. (f) Juan del Rincón. (f) Alonso Carrillo. (f) Antón García. (f) Juan Pérez. (f) Gonzalo Serrano.
Yo soy doña Teresa
Carrillo de Albornoz y Azpeitia, viuda del General carlista don Luis Gonzaga de Barbastro, convenido en Vergara...
Pedro Antonio de Alarcón
uince días después del entierro de doña Teresa
Carrillo de Albornoz, a eso de las once de una espléndida mañana del mes de las flores, víspera o antevíspera de San Isidro, nuestro amigo el Capitán Veneno se paseaba muy de prisa por la sala principal de la casa mortuoria, apoyado en dos hermosas y desiguales muletas de ébano y plata, regalo del Marqués de los Tomillares; y, aunque el mimado convaleciente estaba allí solo, y no había nadie ni en el gabinete ni en la alcoba, hablaba de vez en cuando a media voz, con la rabia y el desabrimiento de costumbre.
Pedro Antonio de Alarcón
Vale la pena mencionar que en dicho comité están representados el Congreso del Trabajo, el Sector Empresarial, el Congreso consultivo de la Ciudad de México, la Cruz Roja Mexicana, la facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México y el Colegio de Contadores Públicos de México habiéndose sumando a estas representaciones figuras de prestigio y trayectoria nacional e internacional, como son don Antonio Carrillo Flores y don Antonio Rocha Cordero.
Uno se sorprende al constatar que famosos escritores, como Amado Nervo, Juana de Ibarbourou, María Enriqueta, Gregorio López y Fuentes, Salvador Novo, Ermilo Abreu Gómez, Carlos González Peña entre otros, antes de ser reconocidos como escritores literarios, elaboraron textos escolares. Y no se diga de grandes maestros que hoy son considerados como cumbres de la pedagogía mexicana: Carlos A. Carrillo, Enrique C.
Allí nos esperan abundantes sorpresas al descubrir que ellos ya decían y sí hacían, lo que hoy suele enmascararse de novedoso. He aquí algunos nombres: Carlos A. Carrillo, Abraham Castellanos Quinto, Gregorio Torres Quintero, Lauro Aguirre, Ezequiel A.
¿Qué me importa esa obra peregrina que acaso me granjeara una corona, si no es lo que yo quiero una Madona sino un retrato más de Valentina?» Y a impulso del coraje que le inflama el profano deseo no alcanzado, dos encendidas lágrimas derrama que en el rojo carrillo le dibujan un sulco amoratado.
Lima, Agosto doce de seiscientos y cincuenta y tres años. Don Francisco García Carrillo y Alderete. Tomóse la razón en el Tribunal de Cuenta, donde queda hecho cargo a los Oficiales Reales de esta Caja de los ciento cuatro pesos y un real contenidos en esta certificación.
Pues, ¿a qué estoy yo en el mundo, si la hija de doña Teresa
Carrillo, ¡de mi única amiga!, ha de coger una aguja, o una plancha, o un demonio, para ganarse un pedazo de pan?
Pedro Antonio de Alarcón
La hija de un hombre de bien que se apellidaba Barbastro y de una mujer de bien que se apellidaba
Carrillo, no puede vivir a expensas de cualquiera...
Pedro Antonio de Alarcón
n la Ciudad de Pamplona del Nuevo Reino de Granada, de las Indias del Mar Océano, en diez e nueve días del mes de Mayo, año del Señor, de mil e quinientos y sesenta años, estando juntos en Cabildo como lo han de uso y costumbre, los muy magníficos Señores Justicia y Regimiento de esta Ciudad, conviene a saber; el Muy magnifico Señor Capitán Hortun Velasco, Justicia Mayor; el Señor Andrés Martin Calvillo, Alcalde; el Señor Nicolás de Palencia, el Señor Alonso de Esperanza; el Señor Juan del Rincón, el Señor Alonso Martin Carrillo...
Una verdadera Transformación Educativa tan innovante y trascendente, sin afrentar la labor heroica y pionera de grandes maestros mexicanos: Don Carlos A. Carrillo o Don Rafael Ramírez, por sólo mencionar dos nombres de la pléyade nacional de educadores, requiere de muchos esfuerzos unificados para llevarla a cabo.