casco

-No suelo preguntar una cosa dos veces -dijo el escarabajo, después de haber repetido su pregunta por tercera vez sin obtener respuesta. Algo más lejos se topó con un casco de maceta; no tenía por qué estar allí en verdad, pero ya que estaba le sirvió de refugio.

Cabildo del 24 de Julio de 1634.- En la Muy Noble, Antigua y Leal Ciudad de Santiago de Guayaquil, en veinte y cuatro días del mes de Julio de mil y seiscientos y treinta y cuatro años, víspera del Bienaventurado Apóstol Santiago, luz y espejo de las Españas, patrón y guía de los Reyes Católicos y patrón de esta dicha Ciudad, el Cabildo, Justicia y Regimiento de ella, estando en su Ayuntamiento, como lo suelen hacer, es a saber, el Capitán Pedro Alfonso Casco...

En pardo alquicel envuelta su conocida figura, y bajo el casco escondida su cabeza (que a la turbia luz de una pálida estrella conocería sin duda el más topo en el turbante si en él la llevara oculta), la seña impaciente aguarda, que le harán para que suba las manos de quien espera asir amante las suyas.

En estos días, creo que hay que felicitar a Juan, a los Alcaldes, porque a Caracas ya se le ve un nuevo rostro, al menos aquí en el casco central, ya uno ve Caracas más limpia, más organizada, un poco más ordenada.

Entretanto habíamos sido llevados hacia la popa del barco y, sin la protección de su casco, quedamos inmediatamente a merced del terrible oleaje.

Reconocieron al forastero por su figura. -Las dos tienen razón -respondió el escarabajo; y así lo invitaron a meterse bajo el casco todo lo que su volumen le permitiese.

No había tornillo: el almacén estaba cerrado, el encargado dormía, etc. Míster Jones, sin replicar, descolgó su casco y salió él mismo en busca del utensilio.

Su vivo y aguileño mirar hubiera fulgurado magnífico bajo la visera del casco adornado por crestada corona y largos lambrequines.

Cabildo a 2 de Enero de 1635.- En la Muy Noble y Leal Ciudad de Santiago de Guayaquil, en dos días del mes de Enero de mil y seiscientos y treinta y cinco años, se juntaron a Cabildo, como lo han de costumbre, los Señores Cabildo, Justicia y Regimiento de esta Ciudad; es a saber, el Capitán Pedro Alfonso Casco...

Y, visto por el dicho Cabildo, le mandaron entregar y le entregó el dicho Real Estandarte, y lo recibió por el asta en que estaba puesto, por mano del dicho Capitán Pedro Alfonso Cascos, Teniente General de Corregidor, de que Yo el presente Escribano de Cabildo doy fe; y el dicho Alférez Real dijo que se entregaba de lo suso contenido, y con esto se partieron del dicho Cabildo acompañando el dicho Real Estandarte a la Iglesia Mayor de esta Ciudad el dicho Regimiento y otras personas y lo firmaron los dichos Capitulares. Pedro Alfonso Casco.

Y, entendido por el dicho Cabildo, dijo el Alcalde Toribio de Castro Guzmán, que para poder determinar esto importa que se vean los libros antiguos del Cabildo del año de seiscientos, donde se hallará la merced que el dicho Señor Virrey hizo y conforme a ella y la Provisión despachada por la Real Audiencia de Quito, en que se le da facultad a este Cabildo para trasladar la dicha Cárcel y Casas de Cabildo, se traiga lo uno y otro para proveer; y todos juntos dijeron lo mismo y lo firmaron de sus nombres y mandaron que se lean y pregonen las Ordenanzas como es uso y costumbre. Pedro Alfonso Casco.

Bueno, no es que lo dijera como lo decimos nosotros, pues un casco de botella no puede hablar, pero lo pensó a su manera, como nosotros cuando hablamos para nuestros adentros-.