Que las danzas bulliciosas, las alegres serenatas, las mil quimeras dichosas de la alegre sociedad, aún no hablan en tumulto, ido a tender en sus sueños los dos lazos halagüeños de amor y de vanidad.
Apenas si conocían en el pueblo a la madre y a las hijas, las creían altivas y dichosas en su soledad, poco dispuestas a procurar el bien de aquellas gentes que casi en total dependían de ellas, ya porque las casas que ocupaban fuesen propiedad suya, o porque tuviesen arrendadas tierras que les pertenecían de igual modo.
Si los dioses no me asistieren, yo no dejaré de asistir a los dioses. No pude hacer que las armas de César no empezasen a ser dichosas; empero procuraré que no acaben de serlo.
Si alguna vez pensaba en las causas que se veían ante mí, era para preguntarme, cuando se trataba de asuntos matrimoniales, cómo podría ser que las gentes casadas no fueran dichosas, pues pensaba en Dora.
Van, en efecto, de vicisitudes en vicisitudes, y la existencia de los hombres siempre está sometida á innumerables mudanzas. = Antistrofa I ¡Plegue á la divina Moira concederme una fortuna y una vida dichosas, y un corazón libre de penas!
Fue el caso que como don Alejandro y don Carlos oyesen la música, se levantaron a toda prisa y salieron, como he dicho, con las espadas en las manos, las cuales fueron, si no más valientes que las de don Diego y su criado, a lo menos más dichosas; pues saliendo herido de la pendencia, hubo de retirarse, quejándose de su desdicha, aunque más justo fuera llamarla ventura, pues fue fuerza que supiesen sus padres la causa.
—Y creed, señora —decía la falsa enredadora—, que no bastan hermosuras ni riquezas a hacer dichosas, sin ayudarse de cosas semejantes a éstas, que si supieses las mujeres que tienen paz con sus maridos por mi causa, desde luego te tendrías por dichosa y asegurarías tus temores.
Osado amante, nunca, nunca podrás besarla aunque casi la alcances, mas no te desesperes: marchitarse no puede aunque no calmes tu ansia, ¡serás su amante siempre, y ella por siempre bella! ¡Dichosas, ah, dichosas ramas de hojas perennes que no despedirán jamás la primavera!
Ahora, de un auspicio bueno partidos, con mutuos ánimos aman y son amados: a su sola Acmé el pobrecillo Septimio prefiere que a a las sirias y bretañas; en su solo Septimio la fiel Acmé hace sus delicias y placeres. ¿Quién a otras personas más dichosas ha visto?
Tal vez dos criaturas por un amor dichosas, tal vez dos almas puras que velan laboriosas en ímprobo trabajo para vivir con él; tal vez un estudiante, tal vez un escondido, tal vez mujer constante que con atento oído espera a su marido, o jugador o infiel: Y he aquí cómo es la gente curiosa, impertinente, y del que vive enfrente pensando siempre mal, pendiente siempre un ojo del ojo de su llave, cree todo que lo sabe y que lo ve, y no hay tal.
¿Acaso no sé lo que me digo? Habría vivido siempre con su madrina, y habríamos sido muy dichosas las dos. ¿Dónde quiere usted que su hermana se hubiera escapado y por qué?
Sin perder nada, sin dejar nada suyo en la tierra, emprendió su vuelo, se ocultó todo entero, y después de permanecer algún tiempo sobre nuestras cabezas, para purificarse, para lavarse de la mancha de los vicios inherentes a toda vida mortal, elevose a lo más alto de los cielos, donde se cierne en medio de las almas dichosas, admitido en el grupo sagrado de los Scipiones y de los Catones, héroes despreciadores de la vida y libertados por el beneficio de la muerte.