Y mientras los hombres, fieros, enloquecidos por el ambiente revolucionario, enviaban a Palacio mensajes oprobiosos, los pajaritos enviaban al hombre de las blancas guedejas con un ofrecimiento de salud.
Quisiera preguntaros si cumplís en esto con la obligación de serio, y lo que prometéis cuando os ponéis en los pechos las insignias de serio, y si es razón que lo que juráis cuando os las dan, no lo cumpláis. Mas pienso que ya no las deseáis y pretendéis, sino por gala, como las medias de pelo y las guedejas.
Un rayo de sol brilló en el marco del retrato de la santa de las guedejas blancas y tirité al sentir el soplo helado del aire del otoño.
Una mujer, de blancas guedejas, que iba a la Argentina en busca de los haberes de su hijo, muerto ya, propuso un homenaje para los tres sorianitos.
Y cuando mis netezuelos vuelvan a la casa esta noche, cubiertos de guiñapos, yo les tendré preparados los calzones y las chaquetillas que han de cubrirles mañana. -¿Y siempre así? -Siempre -concluyó la abuela de las guedejas blancas-. Es preciso que unos rompan y otros compongan...
Afuera el mal tiempo aumenta por grados; algunas ráfagas entreabren la puerta y avivan el fuego moribundo, arremolinando sobre la nuca de la viejecilla las grises y escasas
guedejas que ponen al descubierto su cuello largo y delgado con la piel rugosa adherida a las vértebras.
Baldomero Lillo
El hombre sería joven y hermoso, pero no era fácil comprenderlo, porque el semblante apenas podía distinguirse entre las
guedejas del pelo pegado a las sienes por el sudor de la agonía y la coagulada sangre que había corrido por la frente abajo.
Emilia Pardo Bazán
¿Tú hablas o no hablas, o me largo yo a Resende en persona? Amaro no alzó los ojos, ni hizo más movimiento que subir la mano de la sien a la frente, revolviendo las guedejas.
50 Desjuntadas poco antes, mis guedejas hermanas mis hados deploraban, cuando, impeliéndose el etíope hermano de Memnón con sus plumas, que el aire batían, a sí mismo se mostró, de Arsínoe la lócride el pájaro caballo, y él por las etéreas sombras a mí elevándome, me lleva volando, 55 y de Venus me coloca en el casto regazo.
Algo más arriba se quedaban las
guedejas, pero no subían de los hombros, y completaban el carácter profundamente místico de la faz, donde ardían dos ojos pacíficamente calenturientos, con la mansa fiebre del entusiasmo.
Emilia Pardo Bazán
Mocetones de ruda estampa, dulces Rebecas de ojos francos, Rubenes de largas
guedejas, patriarcas de cabellos blancos, y espesos como hípicas crines; cantad, cantad, Saras viejas y adolescentes Benjamines, con voz de vuestro corazón: ¡Hemos encontrado a Sión!
Rubén Darío
e colocó Soledad delante de un espejo que, según ella, padecía de salpullío, llevóse las manos a la cabeza, y momentos después desbordábasele el pelo por los curvos hombros y por la mórbida espalda en guedejas negrísimas y relucientes.