Grandes macizos de verdor flanqueaban el río, en cuyas orillas blanqueaban los molinos ribereños, de zafir purísimo parecía el horizonte y de cristal el espacio.
Las tazas nuevas en que hierve pura La leche vierten del redondo seno A torrentes su nítida blancura. Sobre el fúnebre altar de aromas lleno El fuego borda al fin la pira oscura Y asciende el sol en el
zafir sereno.
Justo Sierra Méndez
El sueño sacudid, tristes mortales, Veréis llegado el fin a vuestros males Y término al dolor, Pues hecho criatura y en pobreza Yace el que te formó, Naturaleza, Vistiéndote de flor, La alegría del cielo gime y llora, Y el Todopoderoso auxilio implora Con un triste gemir, Y sufre con el frío dura escarcha Aquel eterno sol, que alegre marcha Por cielo de zafir.
Con voz tierna que enamora, Voz que atrae con imán Como la lira de Ossián, Dijo a todas su señora: «¿Me diréis, esclavas mías, Por mis días »De placer y de ilusión, »Cuándo más dulce, halagüeño »Viene el sueño »Y adormece el corazón?» -«Para mí, dijo una griega, »Dulce llega »Después que oigo referir »Las historias de las hadas »Encerradas »En palacios de zafir »Y aquellas virtudes raras »De sus varas »Que daban el bien y el mal...
Todo es grata armonía; los suspiros de la onda de
zafir que el remo agita; de las marinas aves los caprichosos giros; y las notas suaves, y el timbre lisonjero, y la magia que toma hasta en labios del tosco marinero, el dulce son de mi nativo idioma.
Juan Antonio Pérez Bonalde
Tras ese monte azul cuya alta cumbre lanza reto de orgullo al
zafir de los cielos, está el pueblo gentil donde, al arrullo del maternal amor, rasgué los velos que me ocultaban la primera lumbre.
Juan Antonio Pérez Bonalde
Casas, palacios, campos y jardines, todo es hermoso y refulgente allí, son sus hembras celestes, serafines, su sol alumbra un cielo de
zafir.
José de Espronceda
Y ya sobre el terreno, después de mirar un punto a los cuatro cardinales y saludar por un lado al mar que se une al cielo en una línea azul y esplendorosa; a los montes que recortan el horizonte de zafir con sus cumbres onduladas por otro, y por los otros a la población donde hierve la vida, lléguense conmigo a un grupo donde lucen sus dotes personales tres de los más caracterizados prohombres de la gitanería malagueña, o sean, Currito Heredia, Antonio Alcaide y Joseíto Carmona, más conocidos por el Trompeta, el Guitarrista y el Niño del Calderero.
el encantado celestial palacio miro brillar cada anchurosa sala, de esmeralda, zafir, rubí y topacio con color vario y lumbre, que no iguala la luz cambiada en cada breve espacio de los mágicos fuegos de Bengala; y de una sola fina piedra es hecho cada diáfano muro y alto techo.
Y con su manto espléndido te viste, y con su brillo tu semblante dora, te da el concierto de la gaya aurora, del sol la augusta pompa en el zenit; el suspiro armonioso de la tarde, de la noche serena la tristura, sus beleños de plácida ventura, su cielo de diamantes y zafir.
No más puro zafir cobija al hombre, ni en más verde jardín estampa el pie: ella entre todas mereció tu nombre, y tuyo el nombre de sus hijos fue.
¿Que no sientes cual siento la esperanza con sus alas de púrpura y
zafir, señalarme flotando en lontananza ya cercano, risueño porvenir?
Olegario Víctor Andrade