Sabía que Tilda no me iba a defraudar y no lo hizo. Todo lo contrario: no pude frenar la película ni un minuto de lo enganchada que me tenía su actuación. La película constantemente te lleva de adelante para atrás con un montaje increíble que te tiene pendiente de no perderte un segundo para poder unir los pedazos de historia, todo linkeado perfectamente con el sonido y la fotografía. La película incluso logra generar esa tensión en el espectador hasta con las escenas más tranquilas y sutiles.