Es una fábula muy linda. Roberto Beningi la rompe toda y consigue interpretar a la perfección ese contraste entre la historia tan devastadora y la bella relación padre-hijo. Estéticamente es muy linda, pero hay una toma en particular más tirando al final de la película, que es espectacular. Realmente soberbia.
Para mí hay una notoria diferencia entre la primera y la segunda parte de la película, obviamente me quedo con la última. Igual me parece una gran idea para trabajar el tema del holocausto y de la Segunda Guerra Mundial de una manera distinta.