Alguien más inteligente y con más talento literario y analítico que el mío debería realizar una tesis de los motivos por los que el cine familiar nos ha brindado tantas películas geniales durante estas primeras décadas del siglo XXI.
Paul King aplica ese detallismo y cariño de artesano de juguetes del siglo XIX que caracteriza a su obra desde la excelente serie 'The Mighty Bosh', y reune a un impresionante plantel de actorazos británicos en una película infantil que podría haber firmado el mismísimo Wes Anderson.