A veces una siente la búsqueda de Dios inscrita delicadamente sobre su cuerpo y las maneras de honrar la búsqueda se vuelven descabelladas; fracasas en las señales que percibes, el amor de los demás ya nunca te salva, deviene inspirador tu dolor y tu cuerpo intocable. Desciendes sobre el eco de un grito hasta un silencio del que brotan los monstruos y es ahí donde se agrieta la realidad, caes y enfermas —sueñas
Llevo siglos despierta y he tenido experiencias extrañas