A sabiendas de que una vida entera no cabe en dos horas de película, Pablo Larraín abandona (una vez más) en "María" la pretensión de las grandes narrativas. La película abre con la muerte — y no el nacimiento — de la protagonista. Más que una biografía (la historia de una vida), es el relato de una muerte. Una muerte que crea el distanciamiento necesario para contar la vida.
Volví a pensar en la paradoja del barco de Teseo, y…