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Relatos de Misión
De la fundación de Don Bosco Kep
P. Albeiro Rodas Inca Moyachoque, SDB
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Relatos de Misión
De la fundación de Don Bosco Kep
P. Albeiro Rodas Inca Moyachoque, SDB
Provincia de Kep, Reino de Camboya
12 de diciembre de 2023
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Contenido
Prehistoria de Don Bosco Kep
Llegada a Kep bajo una lluvia de mangos
Educación y ecología para el pobre
Construcciones
Angkor Borei
Banteay Srei
Sok San
Campus Selva
Campus Cultura
Voluntarios y benefactores
Camboyanos por Camboya
Las noches oscuras de Don Bosco Kep
Mentalidad camboyana
Religión
Budismo theravada
Neak Tha y Brahmanismo
Taoismo
Protestantes
Musulmanes
Catolicismo
La pandemia
Mirar hacia el futuro
Palabras finales
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La fundación de Don Bosco Kep inicia en 2010, cuando el padre John Visser, como
rector de Don Bosco Sihanoukville, el hermano Roberto Panetto, el padre Eugene Xalxo y mi
persona, comenzamos a ver que la mitad de los estudiantes que llegaban a la escuela técnica
del único puerto marítimo internacional de Camboya, provenían de las provincias de Kep,
Kompot y Takeo.
Providencialmente, los benefactores que habían participado en la donación de un
terreno en Kep desde 1992, también comenzaron a insistir el por qué los salesianos no se
decidían a desarrollar la única propiedad que tenían en Camboya al lado del mar y que parecía
tener un gran futuro para la sostenibilidad de los proyectos de Don Bosco y para el bien de la
juventud.
Por esta razón, hice una serie de visitas a las provincias de Takeo, Kampot y Kep,
especialmente a las casas de nuestros estudiantes de entonces, para realizar un estudio de las
condiciones sociales y económicas de una región que era primordialmente rural y que carecía
de centros de educación superior. Descubrí entonces que la mayoría de los jóvenes que
querían seguir estudios superiores, tenían que emigrar hacia los dos principales focos de
empleo en aquella época que eran la provincia de Preah Sihanouk, conocida genéricamente
como Sihanoukville y Phnom Penh o, en caso más extremo, hacia Tailandia.
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Prehistoria de Don Bosco Kep
A pesar de que en la actualidad Don Bosco Kep es considerada la escuela más nueva
de los proyectos salesianos en Camboya, la adquisición de los terrenos es tan antigua como la
presencia de Don Bosco en el reino sudeste asiático.
Los salesianos entraron en contacto con Camboya cuando fueron invitados por los
jesuitas a través de su oficina para refugiados y por las Naciones Unidas, para abrir
oportunidades de estudio y capacitación en los campos de refugiados a lo largo de la frontera
tai-jemer en 1988.
Camboya estaba al final de una larga época de conflictos bélicos, una larga cadena de
violencias que comenzó con la dictadura de Lon Nol en 1970 que alineó a Camboya con
Occidente en la II Guerra Indochina, la toma del poder por parte de los jemeres rojos en 1975
que masacró a una cuarta parte de su población en su intento de crear un estado
absolutamente comunista y la guerra civil-ocupación vietnamita en 1979 que terminaría con la
firma del tratado de paz de París de 1991.
El primer salesiano que entra en contacto directo con los camboyanos es el hermano
Roberto Panetto, misionero italiano en Tailandia, turinés, el cual funda en los campos de
refugiados seis escuelas técnicas para capacitar a los jóvenes y lleva también el programa de
la Fundación Infantil para apadrinar a los niños, una creación del padre John Visser en
Tailandia, que después iría a Camboya.
Después del tratado de paz, comienza una era de reconstrucción para un país arrasado
por la guerra, atrasado en todo sentido y sin economía. En 1991 el hermano Roberto Panetto y
el padre Valter Brigolin llegan a Phnom Penh, la ciudad que había sido desolada y destruida por
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Pol Pot y sus jemeres rojos. En 1992 llega el padre John Visser y de esa manera comienza el
primer centro de formación técnica para jóvenes en la capital camboyana. Ese mismo año de
1992, los salesianos adquieren varios terrenos para futuros proyectos con el apoyo completo
del gobierno camboyano y de varias organizaciones internacionales, entre ellas Sawasdee
Foundation y el señor Gerard van Hal y su empresa Hatrans. Entre los terrenos que se
adquieren se encuentra el de Battambang y el de Kep.
En aquellos tiempos de reconstrucción, Kep era conocido como “Kep City” y era parte
de la provincia de Kampot. El adjetivo “city” era más bien una reminiscencia del pasado colonial
francés y de los primeros años de independencia en donde el lugar se convirtió en una especie
de ciudadela francesa entre las colinas y el mar para las mansiones coloniales primero y
después para las elites camboyanas durante la era del príncipe Norodom Sihanouk (1954 1970). Para cuando los salesianos llegaron a Camboya en 1991, Kep era un lugar desolado y
natural, en donde los árboles y lianas tropicales se habían engullido las mansiones. Facciones
de los jemeres rojos, en guerra contra el gobierno camboyano, tenían a Kep como uno de sus
fortines, una región de montañas al lado del mar, en donde era fácil esconderse. En 1997
protagonizaron un lamentable episodio que costó la vida a tres extranjeros: Jean Michel
Bracket, un francés de 27 años que trabajaba como ingeniero, David Wilson, un australiano de
29 años que trabajaba como gerente de una empresa de transporte en Camboya y Mark Slater,
un británico de 28 años que enseñaba inglés. Kep es una de las estaciones del tren que va de
Phnom Penh a Sihanoukville. El 26 de julio de 1997 la facción de los jemeres rojos que se
ocultaba en Kep, detuvieron el tren y secuestraron a 13 personas: 7 camboyanos, dos
franceses, dos australianos, un belga y un filipino. Por cada extranjero exigieron un rescate de
150 mil dólares y la liberación de varios presos políticos. Como el gobierno camboyano se negó
a negociar, los secuestradores ejecutaron a tres de los extranjeros el 4 de septiembre y sus
cuerpos fueron hallados el 12 de octubre de 1997 en una fosa común, cerca del lugar del
secuestro. Los demás rehenes fueron liberados entre agosto y noviembre del mismo año. Este
evento trágico fue el último acto violento de los jemeres rojos ya en su decadencia.
El terreno adquirido por la Fundación Don Bosco de Camboya en 1992 eran tres
hectáreas de tierra entre la carretera NR33A y el mar, en la costa occidental de la península de
Kep, a dos kilómetros al norte del Mercado del Cangrejo. Para adquirir este terreno, se unieron
varios benefactores de los Países Bajos, especialmente el señor Gerard van Hal, el cual es el
creador de una empresa de transporte de carga en su país al cual llamó Hatrans, por la
composición de su nombre “Ha” de van Hal y Transporte. El terreno estaba solitario y
custodiado por una familia local, apenas demarcado por tres muros en su parte oriental,
meridional y septentrional. Hacia el mar, que le servía de límite en su parte occidental, se hizo
un relleno.
En el año 2000 los benefactores iniciales insistieron en que se hiciera alguna escuela
para beneficio de jóvenes locales. Nuevamente el señor Gerard van Hal hizo una gran
contribución y se construyó un primer edificio cerca de la entrada principal que da a la NR33A.
El edificio era de un sólo nivel, con dos salones de costura y una tercera área para vivienda.
Entonces se abrió una escuela de costura, a la cual se invitaron dos profesoras que eran
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exalumnas de las hermanas salesianas de Phnom Penh. La escuela de costura pronto se hizo
popular especialmente en la aldea Cham vecina que es de familias musulmanas. El terreno
también se utilizó para criar algunas cabezas de ganado y cerdos y estaba administrado por
Don Bosco Phnom Penh.
En el 2005 se comenzó la construcción de la casa salesiana y del centro juvenil Don
Rúa, con la intención de abrir un espacio para que estudiantes de Don Bosco en Phnom Penh,
Sihanoukville y Poipet pudieran hacer actividades como excursiones, retiros o seminarios.
Grupos juveniles de la misma Iglesia Católica solicitaron el espacio. El grupo Besucco Boys,
creado por el padre Leonardo Ochoa en Phnom Penh para muchachos católicos o
catecúmenos, fue uno de los principales visitantes del lugar que, a pesar de convertirse en un
espacio de referencia para reuniones, seguía siendo un espacio más bien tranquilo y solitario.
Antes de 2005, Camboya seguía siendo un país de una pobreza evidente, con una gran
carencia en infraestructura. Las carreteras eran en general caminos veredales, sin pavimentar
e imposibles. Un viaje en carro desde Phnom Penh a Kompot, que es de tan solo 100 km,
podría tardar hasta 10 horas. Kompot y Kep estaban completamente separados de Preah
Sihanouk, la siguiente provincia costera al occidente. La carretera que recorre la costa, era más
bien una trocha con incontables puentes de madera que se caían siempre. En 2004 el gobierno
camboyano, por decreto real, creó las provincias de Pailín y Kep. La primera de territorio de
Battambang y la segunda de territorio de Kompot. Esto convirtió a Kep en la provincia más
pequeña de Camboya con tan sólo 336 km cuadrados, rodeada completamente por la provincia
de Kompot, excepto por 16 km de costa en el Golfo de Tailandia y la isla vietnamita de Phu
Quoc, la cual es conocida en Camboya como Koj Trol. Para dividir este pequeño territorio, se
creó un distrito y una municipalidad. A pesar de la atrayente pequeñez de esta provincia
camboyana del sureste, su territorio es tan interesante como variado. Una península en forma
de triángulo se desprende de las montañas de Phnom Voaj al norte, compartidas con Kompot y
se dirige hacia el suroccidente, mientras que otra parte de la provincia sigue la costa hacia el
suroccidente, casi hasta tocar la frontera vietnamita, pero no lo logra, porque es cerrada por el
territorio kompoteño en la playa de Angkol, en donde se encuentran campos de sal. Como si
fuera una columna dorsal de la península, una cadena de colinas cubiertas de espesa
vegetación conforman el parque nacional de Kep, mientras que el archipiélago de Kep se
conforma por 13 islas e islotes, entre las cuales la isla más grande y popular es la de los
Conejos. Según el censo de 1998, la población de Kep era de 28.660 habitantes y, diez años
después, en el censo de 2008, era de 40.280 habitantes.
A partir de 2005 Camboya experimenta una resurrección de su economía al abrirla a la
inversión extranjera y participar de grupos económicos como ASEAN, la Asociación de
Naciones del Sudeste Asiático, en la cual se encuentran Indonesia, Filipinas, Malasia,
Singapur, Tailandia, Vietnam, Brunei Darussalam, Camboya, Laos y Myanmar. Una asociación
que une países disímiles en política, religión e ideologías, pero que ha sido de vital importancia
para la inserción de un país como Camboya en el panorama de la economía mundial.
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Una de las principales actividades económicas que ha ayudado a rehabilitar la
economía nacional han sido las fábricas textiles. Estás, aunque controvertidas, fueron las
primeras fuentes de trabajo masivo en el país. Esto hizo que las escuelas de costura en todas
las provincias cayeran en el total olvido, entre ellas la pequeña escuela de costura en Kep a la
cual el señor Gerard van Hal llama Escuela Hatrans. Para 2010, después de cinco años de
funcionamiento, el número de mujeres jóvenes que seguían el curso de costuras dictado por las
dos exalumnas de las salesianas, era muy bajo.
La decadencia de la escuela de costura y la soledad del sitio, hizo que los benefactores
comenzaran a insinuar al padre John Visser y a los salesianos de Camboya, por un proyecto
más definido para Kep. Al mismo tiempo hice un estudio de la región de Kep, Kompot y Takeo,
al ver que más de la mitad de los estudiantes en Don Bosco Sihanoukville, provenían de esta
región del sudeste camboyano. Era entonces una región estrictamente rural, sin mucho
desarrollo, sin centros de estudio profesional y con un alto nivel de migración juvenil.
La idea fue, entonces, como una inspiración divina, la de crear algunos programas
técnicos en Kep y abrir así, lo que hoy conocemos como Don Bosco Kep.
Llegada a Kep bajo una lluvia de mangos
A principios de 2011, el padre John Visser, el padre Eugene Xalxo, el hermano Roberto
Panetto y mi persona hicimos una visita al terreno de Don Bosco Kep. Hasta entonces el
terreno estaba bajo la jurisdicción de Don Bosco Phnom Penh, que entonces era dirigido por el
padre Leonardo Ochoa. Don Bosco Kep regía también dos terrenos en Battambang (Adong
Chen y Salabalath) y Don Bosco Poipet. La comunidad de Don Bosco Sihanoukville presentó la
propuesta a la asamblea de hermanos en Camboya de poner el terreno de Kep bajo la
administración de Don Bosco Sihanoukville y la propuesta fue aceptada unánimemente.
El 4 de febrero de 2011 se posesionó un nuevo inspector salesiano en Tailandia, el
padre Paul Prasert Somngam y el 3 de mayo, el consejo local salesiano de Don Bosco
Sihanoukville constituido por el padre John Visser, el padre Eugene Xalxo, el hermano Roberto
Panetto y mi persona, aprobamos oficialmente la creación de un proyecto educativo en Kep y
me eligieron como el coordinador de dicha empresa. La primera idea fue la de crear una
sección de comunicación social, como la que había creado en Sihanoukville en 2007. Para ello
seleccioné a cuatro profesores: Norn Rotha, Pov Tula, Hong Sory y Si Pich, además de la
solicitud que se hizo a la asociación de voluntarios católicos franceses, Fidesco, para que
enviaran por dos años a dos voluntarios que fueran expertos en administración y economía.
El padre Leonardo desde su instalación como rector de Don Bosco Phnom Penh en
2004, había puesto mucha atención al terreno de Kep, el cual veía como un sitio idóneo para
reuniones, retiros y encuentros juveniles al servicio de las otras obras salesianas en Camboya,
de la Iglesia Católica y de organizaciones. Esto motivó la construcción del centro Don Rúa, un
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edificio de dos plantas, con dos salones inmensos en el segundo nivel para dormitorios y una
cocina y sala de reuniones. En efecto, después de terminarse la construcción en 2005, Don
Bosco Kep se convirtió en destino de grupos juveniles procedentes de Don Bosco Kep, Don
Bosco Poipet y otras organizaciones. La costura entonces estaba bien organizada con un buen
número de estudiantes, especialmente jóvenes mujeres musulmanas y las mismas profesoras
guiaban una oficina de la Fundación Infantil Don Bosco en la región de Kep y Kompot.
El terreno de tres hectáreas que tocaba el mar, también fue utilizado para la cría de
ganado. Cuando llegamos en 2011, habían 10 vacas que cuidaba el esposo de una de las
profesoras de costura. El terreno era un descenso gentil al mar en la costa occidental de la
península de Kep. Frente al terreno, estaban algunos árboles de manglar, sembrados
literalmente en el mar. También había numerosos árboles de mango, muchos de más de 30
años de edad. Pero debido a la presencia del ganado, el terreno era más bien un pastizal.
Cerca del mar, se había construido una cancha de fútbol, la cual vivía llena de pasto la mayor
parte del año y que era sólo podada cuando venían los muchachos del grupo Besucco Boys del
padre Leo Ochoa.
La que hoy llamamos Casa Salesiana también fue construida en 2005 con planos y
dirección del hermano Roberto Panetto. Entonces se llamaba Staff House y no tenía
habitaciones individuales, sino que eran dormitorios comunes. Allí pasaban los salesianos que
venían a acompañar a grupos. Alrededor de dicha casa estaban varios árboles de mango que
aún subsisten, frondosos y frescos. Cuando descendimos del carro cerca de dicha casa, el
padre John Visser caminó hacia ésta, bajo los árboles y, de pronto, de manera inesperada,
cayó sobre su cabeza una lluvia de mangos.
Este hecho, en mi propia cosmogonía de la Madre Tierra, lo vi como un signo de
bienvenida, de una gran alegría de que los salesianos iban a realizar por fin un proyecto más
permanente y grande para la juventud de la región. Los mangos de dichos árboles son
pequeños y muy dulces y, desde entonces, el árbol del mango es el árbol oficial de Don Bosco
Kep, una obra que, tal como dichos frutos, son pequeños, pero muy dulces.
El primero de octubre de 2011 llegamos a Kep para quedarnos. Entonces las
condiciones de vida eran difíciles porque los tres edificios que había no estaban preparados
para largas estadías. Pero teníamos todo el ideal de construir un proyecto en donde los jóvenes
del lugar pudieran construir sus propios sueños. No vimos nunca las incomodidades como un
obstáculo, sino que cada día era un reto. Dos voluntarias francesas vinieron a colaborar en la
administración, pero no estuvieron por mucho tiempo. También llegaron dos abuelos italianos
por un par de meses y un experto en construcción alemán, el señor Hans Kuchle, el cual
vendría en los años siguientes a ayudarme especialmente en obras de construcción.
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Educación y ecología para el pobre
La ubicación de Don Bosco en el parque nacional de Kep tenía una importancia vital.
Estábamos en un sitio que de por sí llamaba a la ecología y esta asociada con el apoyo a
familias rurales y pobres en un país de una gran biodiversidad. Al mismo tiempo, el proceso de
desarrollo, entendido como un rápido crecimiento económico que utilizaba los recursos
naturales de manera masiva, abrían las brechas para un agotamiento de los ecosistemas.
Camboya ya había vivido más de treinta años de guerra y desolación y, como bien sabemos, en
todo conflicto bélico, la naturaleza también lleva la peor parte. Por ejemplo, en la historia
ancestral de los jemeres, el elefante asiático es uno de los principales aliados. Los vemos en
las inscripciones y grabados en los templos diseminados por todo el país, unidos a las
construcciones de grandes obras, en las guerras antiguas y como auténticos animales
domésticos. Pero las guerras contemporáneas en Indochina ya no fueron con elefantes, sino
con máquinas de fuego poderosas que quemaron la selva y acribillaron no sólo elefantes,
bueyes, tigres y miles de especies, sino a centenares de comunidades rurales e indígenas. En
Kompot existe una cadena de montañas que es la continuación de las cordilleras de los
cardamomos, las cuales van a lo largo de la costa entre Tailandia, Camboya y Vietnam. En
Kompot dichas montañas de las cuales la más célebre es el Monte Bokó de mil metros de
altura, llevan por nombre Montañas de los Elefantes. Sin embargo, en el sur de Camboya no
hay en estos tiempos elefantes, así como no hay conejos en la isla más grande del archipiélago
de Kep que lleva el nombre de Isla del Conejo.
Los nombres geográficos dan una pista de lo que había en el pasado y que hoy se
olvida, así como se olvida el hecho de una extinción forzada a razón del humano. La guerra
persistente por tres décadas hizo daños serios no sólo a la sociedad camboyana, sino también
a la naturaleza. Animales como el tigre de Bengala, el elefante, la res de selva y muchos otros,
quedan sólo en relatos e inscripciones. Por otro lado, los sobrevivientes la pasan mal. En Kep
se pueden distinguir muchas especies que sobreviven con gran dificultad en las montañas
boscosas, así como en las islas, como también en el mar. La pitón, los gatos salvajes, los
delfines rosados, los caballitos de mar, el cangrejo rojo, las aguilas, buhos y muchos otros, ven
como su medio ambiente se ensucia con plásticos, aguas negras, deforestación y la caza
intensiva y furtiva.
Para mí, conocer el Parque Nacional de Kep fue una de las primeras tareas. Mientras
los primeros estudiantes, 40, comenzaron clases en la escuela de comunicación social y en la
de hospitalidad, hacer un estudio de las especies y de los problemas que enfrentaban era parte
de la misión. Conectado a ello, abrir un centro de educación para jóvenes rurales e indígenas,
estaba bien relacionado con ello. Por eso creamos un primer lema para la escuela: “Educación
y ecología para los pobres”. Cuando el papa Francisco hizo la proclamación de su encíclica
apostólica Laudato si el 24 de mayo de 1915, nosotros en Don Bosco Kep ya la vivíamos.
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Los recursos de la tierra también están siendo depredados a causa de formas
inmediatistas de entender la economía y la actividad comercial y productiva. La pérdida de
selvas y bosques implica al mismo tiempo la pérdida de especies que podrían significar en el
futuro recursos sumamente importantes, no sólo para la alimentación, sino también para la
curación de enfermedades y para múltiples servicios. Las diversas especies contienen genes
que pueden ser recursos claves para resolver en el futuro alguna necesidad humana o para
regular algún problema ambiental - Laudato si, No. 34.
Con nuestro lema de 2011, Educación y ecología para el pobre, ya nos alineamos en lo
que dijo el Papa en 2015: “Dado que todo está íntimamente relacionado, y que los problemas
actuales requieren una mirada que tenga en cuenta todos los factores de la crisis mundial,
propongo que nos detengamos ahora a pensar en los distintos aspectos de una ecología
integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales” (Laudato si, No. 137).
Para añadir más a este encuentro providencial entre nuestra obra simple de Don Bosco
Kep y los nuevos derroteros de la Iglesia actual con el papa Francisco a la cabeza, que nos
invita a cuidar la Creación de Dios, ese mismo año de 2011 pusimos la cruz Tao de san
Francisco de Asís, justo en la fiesta del santo el 4 de octubre de ese año. Ya había puesto una
cruz semejante en Don Bosco Sihanoukville, la cual está enmarcada en un sol que irradia.
Pusimos la cruz al lado del mar, como símbolo de un encuentro ecuménico y de un cuidado
atento a la Creación de Dios en Kep. Una cruz que mira hacia occidente que desde aquí, desde
este sitio de Camboya, es una mirada a la ciudad santa de Jerusalén. La cruz Tao tiene la
estatura de San Francisco de Asis.
¿Cómo íbamos a saber que dos años después, el 13 de marzo de 2013, justo en el mes
en cual tuvimos una ceremonia oficial de inauguración de la obra con representantes del
gobierno camboyano, veríamos la proclamación de un nuevo papa, latinoamericano y que se
iba a llamar Francisco y el cual iba a volver los ojos de la Iglesia al cuidado de la Casa Común
en un tiempo en el cual parece que todo va en picada?
Providente ciertamente. Al mismo tiempo, el Papa recibe esta inspiración del Espíritu
Santo, de un clamor de la humanidad y de la Creación entera, para que tomemos conciencia en
el cuidado que debemos por la Madre Tierra, en la atención especial por las comunidades
indígenas, en el encuentro por y con los pobres. En todo ello, se une a muchos procesos que
ya venían dándose desde mucho tiempo antes, a un clamor antiguo, regido por la acción
profética de la misma Iglesia.
Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto
hasta ahora; y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del
Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la
redención de nuestro cuerpo (Romanos 8, 22-23)
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Para mí, nuestra escuela nueva debía tener una relación estrecha con el hecho de que
estuviéramos dentro de un parque nacional, de la selva tropical húmeda de Kep en la cual
animales y plantas debían ser la casa y la educación de nuestros estudiantes.
En Camboya, el cultivo de arroz es uno de los principales renglones de la economía
agraria. Unido a Tailandia, Vietnam y Laos, Camboya exporta arroz a países como Filipinas y
África. Aunque en la actualidad hay proyectos de tecnificación, el cultivo de arroz es bastante
artesanal y subdesarrollado. En los primeros siglos de la era cristiana, los brahmanes de la
India llegaron a la península Indochina y se mezclaron con la población nativa.
El origen de los pueblos de la península indochina previo a la llegada de los brahmanes
de la India es un tema complejo y debatido, ya que se trata de una región con una gran
diversidad étnica, lingüística y cultural. Sin embargo, se pueden señalar algunas hipótesis
generales basadas en la evidencia arqueológica, histórica y genética.
Una de las hipótesis más aceptadas es que los primeros habitantes de la península
indochina fueron grupos de cazadores-recolectores que se asentaron en la zona hace unos
40.000 años, provenientes del norte de Asia. Estos grupos se adaptaron al medio ambiente y
desarrollaron una cultura paleolítica, llamada Hoabiniana, caracterizada por el uso de
herramientas de piedra tallada y pulida, y la inhumación de sus muertos en dólmenes. Estos
grupos se consideran los antepasados de los actuales pueblos austro asiáticos, como los
jemeres, los mon, vietnamitas y los munda, que hablan lenguas de la familia austro asiática.
Otra hipótesis es que hubo una segunda oleada migratoria desde el sur de China, hace
unos 10.000 años, que introdujo el cultivo del arroz, la metalurgia del bronce y la cerámica.
Estos grupos se mezclaron con los anteriores y formaron la cultura neolítica de Dong Son,
famosa por sus tambores de bronce decorados con motivos geométricos y escenas de la vida
cotidiana. Estos grupos se consideran los antepasados de los actuales pueblos tai-kadai, como
los tailandeses, los laosianos y los shan, que hablan lenguas de la familia tai-kadai.
Una tercera hipótesis es que hubo una tercera oleada migratoria desde el norte de
China, hace unos 4.000 años, que introdujo el cultivo del mijo, la metalurgia del hierro y la
escritura. Estos grupos se expandieron por el norte de la península indochina y formaron el
reino de Nanyue, que fue vasallo de China durante varios siglos. Estos grupos se consideran
antepasados de los actuales pueblos sino tibetanos, como los chinos han, los zhuang, los
tibetanos y los birmanos, que hablan lenguas de la familia sinotibetana.
Estas tres hipótesis no son excluyentes, sino que reflejan la complejidad y la diversidad
de los orígenes de los pueblos de la península indochina, que han tenido múltiples contactos e
intercambios culturales a lo largo de la historia. La llegada de los brahmanes de la India, entre
los siglos I y VI d.C., fue otro factor de influencia que introdujo el hinduismo, el budismo, el
sánscrito y el alfabeto indio en la región. Los brahmanes se integraron en las élites locales y
contribuyeron a la formación de los primeros reinos indochinos, como el de Funan, el de
Chenla, el de Champa y el de Angkor.
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Una cosa que los indios contribuyeron a la Indochina de los primeros siglos cristianos,
fue la construcción de inmensos canales de riego, que aún siguen vigentes y que forman parte
de los grandes deltas como el del Mekong. Los canales de riego fortalecieron la agricultura y
especialmente el cultivo del arroz. En la actualidad, existen muchos proyectos de arqueología
interesados en estos antiguos canales de riego.
Los canales de riego construidos por los brahmanes de la India en la península
indochina fueron una obra de ingeniería hidráulica que permitió el desarrollo de la agricultura y
la civilización en la región. Los brahmanes introdujeron el cultivo del arroz, que requería de un
sistema de irrigación complejo y eficiente para aprovechar el agua de los ríos, los lagos y las
lluvias. Los canales de riego se construyeron con diversos materiales, como piedra, ladrillo,
madera y bambú, y se diseñaron con una serie de compuertas, esclusas, diques y embalses
para regular el flujo y el nivel del agua. Los canales de riego también tenían una función
religiosa, ya que se asociaban con el culto al dios hindú Vishnú, el preservador del universo, y
se adornaban con templos, estatuas y estelas.
Algunos de los restos arqueológicos más importantes de estos canales de riego se
pueden ver hoy en día en los sitios de Angkor, en Camboya, y de My Son, en Vietnam. Angkor
fue la capital del imperio jemer, que floreció entre los siglos IX y XV, y se caracterizó por su
magnífica arquitectura y su sofisticado sistema hidráulico. Los canales de riego de Angkor
abastecían de agua a los campos de arroz, a las ciudades y a los templos, y se conectaban con
el gran lago Tonlé Sap, que actuaba como un reservorio natural. Los canales de riego de
Angkor se pueden apreciar en el parque arqueológico de Angkor, que es Patrimonio de la
Humanidad de la UNESCO, y que alberga monumentos como el templo de Angkor Wat, el
templo de Bayon y la terraza de los elefantes.
My Son fue el centro religioso y político del reino de Champa, que se extendió por el
centro y el sur de Vietnam entre los siglos IV y XIII, y que fue influenciado por la cultura india.
Los canales de riego de My Son servían para irrigar los campos de arroz y para venerar al dios
hindú Shiva, el destructor y el renovador del universo. Los canales de riego de My Son se
pueden observar en el complejo de templos de My Son, que también es Patrimonio de la
Humanidad de la UNESCO, y que contiene más de 70 estructuras de ladrillo y piedra con una
rica decoración escultórica.
Lamentablemente, el cultivo de arroz camboyano se hace de manera muy pobre y
depende completamente de las lluvias. Mientras existe una evidente tecnología en países como
Tailandia y Vietnam, en donde hay producción de arroz todo el año, en Camboya los
campesinos arroceros dependen de la estación lluviosa. Cuando no llueve o si se inunda
mucho, los cultivos se pierden, lo que lanza a las familias campesinas más pobres a la miseria
total y aumenta la economía informal, la migración o el ofrecimiento de los hijos a las fábricas
textiles, la construcción y otras formas menos santas como la prostitución y la droga.
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Por esta razón, hacer del campus de la escuela un espacio ecológico, de permacultura y
de formación de economías sostenibles, fue desde el principio un proyecto en el cual todos nos
comprometimos: Estudiantes y profesores.
En Colombia y en muchas regiones de Sudamérica, hablamos de la chagra. La chagra
es el nombre que se le da a una parcela de cultivo que utilizan los pueblos indígenas de la
región amazónica. La chagra no es solo un espacio para producir alimentos, sino también un
lugar donde se expresa la cosmogonía, la cultura y el conocimiento de las comunidades
nativas. La chagra es un sistema de producción diverso, rotativo y respetuoso con la selva, que
se basa en el manejo de las semillas, los suelos y las temporalidades de los cultivos. La chagra
también es un escenario de aprendizaje, donde se transmiten las tradiciones, los valores y las
relaciones de poder de los pueblos amazónicos. La chagra es, en definitiva, una forma de vida
que refleja la conexión profunda entre los seres humanos y la naturaleza.
En la reflexión sobre nuestros orígenes ancestrales, poco a poco he descubierto que las
culturas naturales o indígenas, coinciden en muchas cosas, por el sólo hecho de que toda
cultura nativa convive en armonía con la Madre Naturaleza, la cual, más o menos, es la misma
en todo el planeta. Para mí, llevar esta enseñanza de la chagra a los niños y jóvenes
camboyanos, no implicaba enseñar algo extranjero o imponer una cosa extraña, sino encontrar
los puntos del recuerdo de lo ancestral en el pueblo camboyano con sus diferentes tribus.
Hoy en día se habla de la permacultura. La permacultura es un sistema de diseño que
busca crear ambientes humanos sostenibles, equilibrados y armoniosos con la naturaleza,
imitando sus patrones y principios. La permacultura se basa en una ética de cuidado de la
tierra, cuidado de las personas y reparto justo de los recursos, y utiliza una serie de técnicas y
principios para lograr una agricultura permanente y una cultura permanente. La permacultura
se originó en Australia en los años 70, como una respuesta a la crisis ecológica y social
provocada por el modelo industrial y capitalista.
La permacultura y la chagra amazónica tienen algunos puntos en común, como la
búsqueda de la sostenibilidad, la biodiversidad, la adaptación al medio ambiente y la
integración de los aspectos sociales, culturales y espirituales en el sistema agrario. Sin
embargo, también hay algunas diferencias, como el origen, la influencia y la aplicación de cada
una. La permacultura es un concepto más reciente, que surge de la combinación de varias
filosofías y prácticas ecológicas, y que se puede aplicar en diferentes contextos y escalas.
La agricultura de los jemeres y la chagra amazónica comparten algunos aspectos, como
la importancia del arroz como alimento principal, la adaptación al medio ambiente tropical y
húmedo, la integración de la producción agrícola con la cultura y la religión, y el respeto por la
naturaleza y sus seres. Sin embargo, también hay algunas diferencias, como el grado de
intervención humana en el paisaje, la escala y la complejidad de las obras hidráulicas, y la
influencia de otras civilizaciones, como la india y la china.
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Construcciones
Todas estas reflexiones, están en la base de lo que queríamos que fuera Don Bosco
Kep. Para adaptar el terreno para una escuela, necesitábamos espacios de educación como
salones de clase, lugares de reunión y residencias para estudiantes separadas por género. Con
la comunidad local de Don Bosco Sihanoukville y la gran ayuda del padre John Visser,
comenzamos una campaña para encontrar benefactores que pudieran ayudarnos en esa
primera fase de construcciones. Para mí, los edificios debían respetar enteramente el contexto
ecológico entre la selva de las colinas y el mar. Al mismo tiempo, estábamos en un sitio en
donde aún estaban en pie joyas de la arquitectura jemer. Las mansiones de Kep y Bokor son
dos ejemplos de la arquitectura colonial francesa que se desarrolló en Camboya durante el
siglo XX, especialmente entre las décadas de 1920 y 1960. Estas mansiones fueron
construidas por los colonizadores franceses como residencias de lujo, hoteles, casinos y
centros de recreación, aprovechando el clima fresco y el paisaje natural de la costa y la
montaña. El arquitecto que diseñó las mansiones de Kep y Bokor fue Ernest Hébrard
(1875–1933), un arquitecto francés que trabajó en Indochina entre 1919 y 1924, y que fue el
responsable de la planificación urbana de varias ciudades, como Phnom Penh, Saigón y Hanoi.
Hébrard se inspiró en el estilo art déco y en la arquitectura tradicional jemer para crear un
lenguaje arquitectónico propio, que combinaba la elegancia, la funcionalidad y la adaptación al
clima tropical. Hébrard diseñó las mansiones de Kep y Bokor con materiales locales y con
elementos decorativos, como los arcos, las columnas, las balaustradas y los frisos. Hébrard
también se preocupó por integrar las mansiones con el entorno, creando jardines, terrazas,
fuentes y miradores.
Posteriormente, Vann Molyvann (1926 – 2017), fue el principal exponente del
movimiento conocido como Nueva Arquitectura Jemer. Este movimiento surgió en la década de
1950, después de la independencia de Camboya de Francia, y buscaba crear una arquitectura
moderna y nacional, inspirada en la tradición y la cultura jemer. Vann Molyvann estudió
arquitectura en París, donde se formó con el estilo internacional y el funcionalismo. A su
regreso a Camboya, en 1956, fue nombrado arquitecto jefe del Estado por el rey Norodom
Sihanouk, quien le encargó la construcción de numerosos edificios públicos, como el Estadio
Olímpico, el Instituto de Tecnología, el Teatro Nacional y el Palacio de la Cultura. Vann
Molyvann también diseñó varias mansiones privadas en Kep, caracterizadas por su creatividad,
su adaptación al clima tropical y su respeto por el medio ambiente. Utilizó materiales locales,
como la madera, el bambú, el ladrillo y el hormigón, y creó formas orgánicas, geométricas y
simbólicas, que evocaban los templos y las esculturas jemeres. También incorporó elementos
como los techos inclinados, las ventanas alargadas, los patios interiores, las terrazas y las
piscinas, que favorecían la ventilación, la iluminación y la integración con el paisaje. Las
mansiones de Vann Molyvann en Kep son ejemplos de su genialidad y de su visión
arquitectónica. Algunas de ellas son la Villa Kirirom, la Villa Romonea, la Villa Sakkara y la Villa
Kep Malibu. Estas mansiones fueron construidas entre los años 50 y 60, y reflejaban el
optimismo y la prosperidad de la época. Sin embargo, muchas de ellas fueron abandonadas,
destruidas o saqueadas durante el conflicto armado y el régimen de los Jemeres Rojos, que
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asolaron Camboya entre los años 70 y 90. Actualmente, algunas de las mansiones han sido
restauradas y convertidas en hoteles o museos, mientras que otras permanecen en ruinas,
como testimonios de la historia y la cultura de Camboya.
Angkor Borei
Este otro elemento, el arquitectónico, se convirtió en otro de vital importancia en un país
heredero de los antiguos templos y en donde la roca es arte, identidad cultural y espiritualidad.
Pronto tuvimos benefactores que se unieron a nuestro proyecto para construir primero un
edificio de tres plantas que fuera salones de clase, un estudio de televisión para la facultad de
comunicación social y una residencia masculina en el tercer nivel. A este edificio le dimos el
aspecto de un templo con techos jemeres, los cuales se desarrollaron en el antiguo imperio
jemer. Los techos jemeres se caracterizan por tener una forma piramidal, escalonada y
simétrica, que representa el monte Meru, la morada de los dioses en la mitología hindú y
budista. Los techos jemeres también tienen una decoración elaborada, con motivos florales,
geométricos y zoomorfos, y con elementos como las torres, las cúpulas, las antefijas y las
gárgolas. Los techos jemeres se pueden apreciar en los templos y los palacios que
construyeron los jemeres, como el famoso Angkor Wat, que es el monumento religioso más
grande del mundo. A este edificio, construido en la parte norte del campus, entre el primer
edificio Hatrans (2000) y el edificio Don Rua (2005), le dimos el nombre de Angkor Borei, en
homenaje al antiguo templo en la provincia de Takeo. El templo Angkor Borei es un sitio
arqueológico que se encuentra en la provincia de Takeo, al sur de Camboya. Fue uno de los
centros políticos y culturales más antiguos del sudeste asiático, y el origen de la civilización
jemer que se desarrolló entre el siglo V a.C. y el siglo VI d.C. El templo Angkor Borei tiene una
extensión de unos 300 hectáreas y está rodeado por una muralla de ladrillo y tierra, con
canales tanto dentro como fuera. El templo contiene varias estructuras de ladrillo, como el
Asram Moha Russei, que tiene dos estatuas de Vishnú, y el Phnom Da, que tiene una forma
piramidal y escalonada. El templo Angkor Borei también tiene la inscripción jemer más antigua
que se conoce, y los ejemplos más tempranos de arquitectura y escultura que se pueden
considerar jemeres. El templo Angkor Borei es un lugar de gran valor histórico y cultural, y
forma parte de la lista tentativa del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
La razón por la cual le dimos el nombre del templo al edificio, fue porque en nuestra
visión, pensamos que la escuela tenía que ser presentada como un centro de estudios para
jóvenes de la región, la cual comprende tres provincias en especial: Kep, en donde estamos,
Kompot, la provincia que rodea a Kep y, al norte, Takeo. El Angkor Borei es para mí uno de los
sitios más especiales. Aún hoy, no existe aún una gran atención a otros conjuntos de templos o
parques arqueológicos aparte de los templos de Angkor Wat, Angkor Thom y otros en la
provincia de Siem Reap. Lo cierto es que existen joyas igual de maravillosas en otras
provincias como Battambang, Banteay Meanchey, Kampong Thom, Takeo y más allá de las
fronteras camboyanas.
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Recordar a nuestros estudiantes que las culturas camboyanas tienen una gran
herencia, es una ley fundamental en la educación. Un pueblo sin identidad o uno que olvida su
identidad, es un pueblo condenado a servir a otros y a perder sus propias riquezas.
Yo imaginaba que los jóvenes de Takeo, cuando llegaran a Kep, a Don Bosco, debían
encontrar algo de su tierra y qué más que el sagrado templo de Angkor Borei. La construcción
comenzó en enero de 2012 y en menos de un año estaba listo un hermoso edificio de tres
plantas. En la primera planta estaba la facultad de comunicación social, en la segunda las de
secretariado y programaciones y en la tercera la residencia masculina a la cual le dimos el
nombre, también ancestral, de centro masculino Phnom Kulen, el cual es un parque
arqueológico en Siem Reap, en el monte Kulen, monte sagrado de la cultura jemer.
Banteay Srei
Al mismo tiempo, construimos la residencia femenina en la parte suroriental del terreno
con donaciones del señor Piet de Visser de Holanda y después de la agencia Misereor de
Alemania. Igualmente, busqué un nombre ancestral que, en este caso, hiciera honor a la mujer
camboyana. La cultura jemer en general es patriarcal, en la cual el padre es el jefe del hogar y
domina todas las decisiones. Sin embargo, a pesar de que se espera que la mujer sea
obediente y sumisa, existen otros elementos que le dan un tinte matriarcal. Por ejemplo, si en la
India la dote en el matrimonio la debe pagar la familia de la novia, en Camboya es la familia del
novio. Además la mujer tiene derecho a divorciarse, heredar y poseer propiedades. Cuando el
hombre se casa, este deja a su familia y va a vivir con la familia de la esposa.
Cuando llegué a Camboya en 1999, la población masculina era muy baja debido a los
estragos de la guerra. Los conflictos de tres décadas y la alta mortalidad de la población,
especialmente masculina, tuvo un serio impacto al momento de la reconstrucción del país.
Entre 1991, año de la firma del tratado de paz y el año 2000, podría decirse que Camboya era
un país de mujeres, en el cual estas eran cabeza de familia y tenían que trabajar en casi todo.
El periodo de dos años en el cual Camboya fue gobernado directamente por las Naciones
Unidas (1991-1992), mientras se preparaban las primeras elecciones democráticas después de
la guerra, vio la llegada de más de 17 mil extranjeros bajo la administración de la ONU para
suplir cargos burocráticos del Estado provisional, la primera y única vez que la ONU ha regido a
un país. Dicha situación trajo, como era de esperarse, una serie de matrimonios mixtos, es
decir, entre mujeres camboyanas y hombres extranjeros, pero también de numerosos hijos sin
padre responsable.
Pero la mujer camboyana tiene incluso una especie de regla de conducta de lo que
“debe ser una mujer”: Se llama Chbab Srey (o Reglas para las niñas), y es un código de
conducta que explica a las mujeres lo que la sociedad espera de ellas. El Chbab Srey es un
poema rítmico que se originó en el siglo XIX, y que se basa en los valores y principios de la
religión hindú y budista. El Chbab Srey enseña a las mujeres a ser respetuosas, sumisas,
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obedientes y responsables con su familia y su cultura. El Chbab Srey también les dice a las
mujeres que deben servir a sus maridos, ceder a sus deseos, tolerar la violencia y no compartir
sus problemas domésticos con nadie.
El Chbab Srey ha sido criticado por ser una forma de discriminación y opresión contra
las mujeres, y por contribuir a la violencia de género y a la desigualdad social en Camboya. En
2007, el Ministerio de la Mujer solicitó retirar el Chbab Srey del currículo oficial de las escuelas,
pero solo se eliminó parte del texto, y se siguió enseñando en algunos niveles educativos.
Además, muchas mujeres camboyanas siguen aprendiendo el Chbab Srey de forma natural de
la boca de sus madres, abuelas o hermanas mayores.
El Chbab Srey es un poema que fue escrito por el rey Ang Duong en el siglo XIX, pero
que se basa en una tradición oral más antigua. El Chbab Srey contiene los consejos de una
madre a su hija recién casada, sobre cómo debe comportarse en el hogar y en la sociedad.
Quiero incluir un resumen del mismo, porque considero que conocerlo ayuda mucho a la
reflexión sobre la necesidad de garantizar la educación a la mujer en este país:
Chbab Srey - Regla para niñas
Escucha, hija mía, lo que te voy a decir,
Sigue mis palabras y serás feliz.
No seas orgullosa, ni altiva, ni arrogante,
Sé humilde, modesta y obediente.
No hables fuerte, ni grites, ni rías a carcajadas,
Habla suave, susurra y sonríe con gracia.
No andes deprisa, ni saltes, ni corras,
Anda despacio, con paso firme y elegante.
No mires a los ojos, ni a la cara, ni al cuerpo,
Mira al suelo, a los pies, o al horizonte.
No te vistas con colores vivos, ni con joyas, ni con perfumes,
Vístete con colores suaves, con sencillez y con modestia.
No te maquilles, ni te pintes, ni te peines,
Déjate la cara limpia, el pelo negro y el cuerpo natural.
No seas curiosa, ni preguntes, ni opines,
Sé discreta, callada y respetuosa.
No te quejes, ni llores, ni te enfades,
Sé paciente, tolerante y comprensiva.
No discutas, ni contradigas, ni te defiendas,
Sé sumisa, dócil y obediente.
No salgas sola, ni vayas a lugares extraños, ni hables con desconocidos,
Quédate en casa, cuida de tu familia y habla con tu marido.
No tengas amigos, ni amigas, ni confidentes,
Sé fiel, leal y sincera con tu esposo.
No le niegues el sexo, ni le rechaces, ni le disgustes,
Sé complaciente, cariñosa y amorosa con tu hombre.
No le faltes al respeto, ni le ofendas, ni le avergüences,
Sé reverente, honrosa y orgullosa de tu señor.
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No le desobedezcas, ni le desafíes, ni le engañes,
Sé servicial, atenta y fiel a tu dueño.
No le causes problemas, ni le molestes, ni le hagas sufrir,
Sé útil, agradable y feliz con tu amo.
Así es como debes ser, hija mía, si quieres ser una buena mujer,
Así es como debes vivir, hija mía, si quieres ser una buena esposa.
Así es como debes morir, hija mía, si quieres ser una buena madre.
La presencia de numerosas mujeres extranjeras, especialmente occidentales, en
muchas organizaciones internacionales que se unieron a los años de reconstrucción del país
después de 1991, trajo en sí un positivo impacto en la manera en la cual la mujer camboyana
comenzó un proceso de reconocimiento de sus derechos y su dignidad. Los rudos y masculinos
líderes camboyanos, veteranos de una guerra brutal y sanguinaria, comenzaron a ver cómo
mujeres de diferentes nacionalidades dirigían proyectos y eran tenidas en cuenta como
cualquier otro hombre en una sociedad de intercambios. Posiblemente todas esas mujeres que
llegaron, muchas de ellas incluso religiosas, no eran conscientes del impacto que estaban
causando y cómo muchas niñas empezaron a tomarlas como modelo no de lo que debe ser
una mujer en sociedad o en familia, sino de el derecho de cada mujer a las infinitas
potencialidades de la existencia, sin límite alguno debido a la pertenencia de su género, así
como ninguna persona debe verse limitada por elementos de raza, lengua, religión o ideas.
Todavía hoy Camboya sigue siendo gobernado más que todo por hombres. Pero
también es cierto que cada vez hay más mujeres camboyanas en posiciones de mando.
Por esto mismo, mi propuesta fue que Don Bosco Kep debía ser ofrecida a los jóvenes
camboyanos, sin distingo de género, raza o religión. Especialmente, hemos sido cuidadosos de
que exista una población estudiantil con un número similar de hombres y mujeres. Con gran
alegría y en estos 12 años de Don Bosco Kep, esa intención se ha cumplido siempre. Las dos
facultades que son vistas como preferencias por un género en particular (secretariado por las
mujeres y electricidad por los hombres), tienen sus puertas abiertas a ambos géneros.
En Siem Reap, existe un templo que lleva el nombre de Banteay Srei. El templo
Banteay Srei fue construido por dos cortesanos llamados Vishnukumara y Yajnavaraha, que
sirvieron como consejeros del rey Rajendravarman II. El templo fue consagrado el 22 de abril
de 967 d.C. y dedicado al dios hindú Shiva y a su consorte Parvati. El templo es famoso por su
belleza y su delicadeza, y por estar hecho de arenisca roja, que permite unas tallas decorativas
muy elaboradas. El templo también tiene inscripciones que narran la historia y la religión de los
jemeres. El templo Banteay Srei se considera una joya del arte jemer y una obra maestra de la
arquitectura. El nombre original era Tribhuvanamaheshwara, que significa “gran señor de los
tres mundos” en sánscrito, y se refiere al dios hindú Shiva. El nombre actual de Banteay Srei,
que significa “ciudadela de las mujeres” o “ciudadela de la belleza”, se debe a la delicadeza y la
complejidad de las tallas de arenisca roja que decoran las paredes del templo. Hay quien dice
que es posible que el nombre era Banteay Sri (Sri y no Srei, como en el nombre del país Sri
Lanka), relacionado con el término sánscrito Sri, que es un título de respeto y poder usado para
los reyes y los altos funcionarios.
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Por esta razón, la residencia femenina recibió el nombre de Banteay Srei, la cual se
traduce en castellano como la Fortaleza de las Mujeres. También lleva el título de Mr. Piet de
Visser en honor del benefactor.
Sok San
Un edificio más pequeño, pero no menos importante, es el que utilizamos hoy como
oficinas. En principio se construyó para la facultad de electricidad que abrimos en 2012, con un
grupo pequeño de estudiantes (12) y tres profesores. Tenía un salón grande para continuar el
taller de costura y cuatro aulas pequeñas. Pero bien pronto el edificio quedó pequeño ante el
aumento de estudiantes de electricidad. La apertura y desarrollo de empresas cementeras en
una región rica en minerales y otras fábricas, hizo que muchos muchachos llegaran a Don
Bosco Kep a estudiar electricidad. En 2018 con la ayuda de la comunidad católica alemana en
Singapur, pudimos construir el segundo nivel del viejo edificio Hatrans para mejorar las
condiciones de espacio y talleres de electricidad. El edificio inicial para electricidad y que ahora
son las oficinas principales, lo llamamos Sok San, que traduce Paz, pero que también es un
homenaje al campamento de refugiados camboyano en Tailandia Sok San.
Con la ocupación vietnamita a partir de 1979 y la guerra civil entre el nuevo estado
camboyano con ayuda de Vietnam y los jemeres rojos que regresaron a su condición de
guerrilla, muchos camboyanos huyeron hacia Tailandia. Como era de esperarse, el ejército
tailandés, temeroso de un ataque de los vietnamitas comunistas, se hizo cargo de los
campamentos de refugiados camboyanos a lo largo y ancho de la frontera entre ambos países.
Con grandes dificultades, organizaciones humanitarias podían ingresar a los campos de
refugiados para ayudar en sus necesidades. Por lo mismo, las Naciones Unidas hicieron por
años peticiones al gobierno tailandés para que permitiera la atención a los refugiados en sus
necesidades básicas. Una de esas necesidades era, ciertamente, la educación. Centenares de
niños y jóvenes, muchos de ellos huérfanos por la guerra o abandonados, recorrían los campos
de refugiados.
La Oficina para los Refugiados de los jesuitas de la India propuso que los salesianos de
Tailandia crearan algunas escuelas de capacitación técnica para jóvenes refugiados, así como
la fundación infantil para los niños. De esta manera, por fin, el gobierno tailandés permitió que
los salesianos entraran a los campos de refugiados en 1988. El hermano Roberto Panetto fue
el principal involucrado con la ayuda esporádica de algunos salesianos tailandeses. Con una
gran ayuda humanitaria de varias agencias y benefactores, pudo crear siete escuelas técnicas
en los campamentos. Los profesores eran exalumnos de la escuela técnica Don Bosco
Bangkok.
Uno de los principales campamentos era Sok San, ubicado en la provincia de Trat,
cerca de la frontera con Camboya, y albergaba a unos 20.000 refugiados, la mayoría de ellos
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pertenecientes al grupo étnico jemer krom, que vivía en el sur de Vietnam. El campamento Sok
San fue administrado por el Comité Internacional de Rescate (IRC), una organización no
gubernamental que proporcionaba asistencia humanitaria, educación, salud y protección a los
refugiados. También contaba con la presencia de otras agencias, como el ACNUR, el CICR, el
UNICEF y el PMA, que ofrecían diferentes servicios y programas. El campamento Sok San era
un lugar de esperanza y de desesperación para los refugiados camboyanos, que habían huido
de la violencia, la represión y la pobreza de su país. Los refugiados vivían en chozas de bambú
y paja, que se agrupaban en sectores según su origen y su afiliación política. Los refugiados
tenían acceso a alimentos, agua, electricidad, saneamiento y atención médica, pero también
sufrían las condiciones de hacinamiento, insalubridad, inseguridad y dependencia. Los
refugiados podían participar en actividades educativas, culturales, religiosas y recreativas, pero
también estaban expuestos a la influencia de los grupos armados, que reclutaban, entrenaban
y enviaban a combatir a los jóvenes. Los refugiados podían optar por la repatriación voluntaria,
la reubicación en terceros países o la integración local, pero también enfrentaban las
dificultades de la adaptación, la integración y la identidad.
Tenemos varios videos que el mismo hermano Roberto Panetto hizo en aquellos años
con una video cámara de cassettes. En ella es posible ver jóvenes con camisetas negras y el
logo de Don Bosco, que estudian en salones de bambú. Estas imágenes me hacen pensar en
los orígenes humildes de las obras de Don Bosco en Camboya y en la necesidad de que
nuestros jóvenes de hoy sepan de dónde vienen. Por eso mismo, le pusimos el nombre a este
edificio, un homenaje a nuestros orígenes, en un campamento de refugiados, en donde se
agradecía todo, especialmente el estar vivo y lleno de esperanza.
Hace muchos años, cuando trabajé en Don Bosco Poipet, cerca de la frontera con
Tailandia, precisamente cerca de donde estaban los campamentos de refugiados, un alumno
mío me contaba que nació en el campamento Sok San. Cuando le pregunté cómo era la vida
en el campamento, cómo fue crecer allí, me dijo algo sorprendente: “Era muy niño y recuerdo
muy poco, pero lo poco que recuerdo era de una gran felicidad. Cada día era una aventura,
venía mucha gente a darnos comida, cosas y alegría. Pienso que los mejores años de mi vida
están en ese campamento de refugiados”. Uno piensa que esas palabras son completamente
impresionantes. Pero a la vez, están llenas de mucha profundidad. La alegría de este niño se
debe a todos esos buenos samaritanos que se acercaron a esos campos de refugiados, que
donaron su tiempo, recursos y un gran ánimo para hacer que los niños se sintieran seguros y
felices en medio de la pesadilla y la incertidumbre. Uno de esos buenos samaritanos fue, sin
duda, el hermano Roberto Panetto, los salesianos de Tailandia y los exalumnos de Don Bosco
Bangkok. Eso nos hace pensar que debemos continuar haciendo que los niños y jóvenes que
atendemos, sientan esa misma alegría, nacida del compartir lo que tenemos, no sólo recursos,
sino nuestro tiempo, nuestros esfuerzos y nuestro gran amor por la sonrisa de un niño, la
sonrisa de un joven, la sonrisa de un anciano.
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Campus Selva
Para mí, los nombres de sitios describen siempre una intención, una filosofía, una
espiritualidad. El campus de Don Bosco Kep, localizado en un sitio privilegiado, con colinas
boscosas en su oriente y el mar en su occidente, reúnen las condiciones maravillosas para
educar a nuestros estudiantes en el amor por la naturaleza, por su cultura y por los sueños de
un futuro mejor.
No se trataba simplemente del campus de la una escuela llena de edificios, campos
deportivos y jardínes simples y pequeños en donde las plantas son controladas por podas
diarias y pesticidas. Para mí, se trataba de todo un territorio ancestral enmarcado en tres
hectáreas rodeadas por unos muros no muy altos, pero un territorio listo para irradiar la
espiritualidad que queríamos darle. Un lugar en donde los niños y jóvenes podían crecer
seguros, felices y, así mismo, podían crecer las plantas y vivir animales selváticos en una
armonía plena.
Camboya es un país tropical en donde crece una selva tropical húmeda que alberga
todo el sudeste asiático. La selva de esta región del mundo es la continuidad de alguna manera
de la selva amazónica. Con numerosas especies endémicas, el clima es lluvioso y cálido con
una combinación de temporada seca entre diciembre y abril, un clima fresco entre diciembre y
febrero y lluvias torrenciales entre mayo y noviembre, conocidas como el monzón.
Las llanuras camboyanas, más que todo el centro del país, cruzado por el río Mekong
del noreste al sureste y el río Sab del noroeste al sureste en donde se encuentra con el
primero, son terrenos anegables que crean condiciones especiales para el cultivo de arroz y la
pesca. La costa camboyana, cerrada por una avanzada del territorio tailandés al occidente y el
territorio vietnamita al oriente, está bastante quebrada con infinitas bahías, golfos, penínsulas
en las cuatro provincias costeñas: Kep, Kompot, Preah Sihanouk y Koh Kong. La zona costera
está separada de las llanuras centrales por los montes cardamomos, los cuales crean un
fabuloso cosmos de ecosistemas, con selvas abundantes y especies animales extraordinarios.
De las cuatro provincias costeras, la más selvática, grande y menos poblada es Koh Kohn, por
lo cual es víctima de una rápida expansión de plantaciones. El monte más alto de la zona
costera camboyana es el Bokó, de mil metros de altura y es un parque nacional, aunque es
objeto de un plan de “desarrollo” con la construcción en su altiplano de villas, hoteles y casinos.
Asegurarnos que nuestro campus escolar fuera una reminiscencia permanente para los
niños y jóvenes de que estábamos no sólo dentro de un parque nacional, sino dentro de un
ecosistema maravilloso de montañas, mar, islas, corales, selvas húmedas, fue uno de los
propósitos. Pronto creamos espacios dentro del campus en donde la selva podía crecer
libremente, plantamos árboles que tenían el permiso de crecer cuánto quisieran y creamos
procesos de formación de nuestros estudiantes sobre el reciclaje de basuras y el atentado
contra los animales salvajes que comenzaron a visitar el campus y lo hicieron su propio hábitat.
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Cuando uno habla de animales salvajes, posiblemente piense en grandes criaturas
como el tigre de bengala o un elefante. Ciertamente nuestros animales salvajes no tienen tales
dimensiones. Pero los primeros en llegar, cuando el “jardín” de tu escuela comienza a tener
copas a más de 10 metros de altura, son los pájaros. En Camboya hay 545 especies de aves,
de las cuales 31 están amenazadas por la pérdida de hábitat, la caza furtiva, el comercio ilegal
y otros factores. Algunas de las especies más raras y en peligro de extinción son el ibis gigante
de hombros blancos, el buitre bengalí, el sifón de Bengala y el faisán de Siamese. Crear una
escuela en donde las aves puedan poner su pie, sea porque van de paso o sea porque se
quieren quedar, fue un proyecto especial. Tomar fotos y videos con los estudiantes de
comunicación social ha sido una de esas estrategias para que los niños y jóvenes aprendan a
apreciar a las aves. Varios jóvenes, en el transcurso de estos 12 años, me han confesado que
cuando eran más niños, uno de sus “deportes” era cazar pájaros, pero cuando llegaron a Don
Bosco, reconocieron que eso está mal y ahora promocionan el cuidado y respeto por los
animales.
En estos 12 años hemos visto una gran variedad de pájaros más bien pequeños, los
cuales he registrado de manera fotográfica. Algunos de ellos muy vistosos como el pájaro
carpintero asiático, el búho, los cuervos y algunas aves marinas. También en 2012 pude ver un
par de veces un águila, pero nunca más regresó. Desafortunadamente conozco en Kep a un
hombre que tiene a un águila por “mascota” y me temo que sea esa. En Camboya, debido a la
guerra, el aprecio por la naturaleza parece muy reducido. En cuanto la gente sabe que en tal
territorio existe un animal de proporciones majestuosas como un águila o como un gato montés
y muchos otros, inmediatamente le montan cacería sea para matarlo como deporte o
pasatiempo, sea por su piel o sea para venderlo. En muchos lugares de Phnom Penh,
Battambang o Siem Reap es posible encontrar la venta de animales salvajes sin ningún control
o conciencia. Evidentemente, esto facilita que Camboya sea un país de contrabando de vida
salvaje desde Camboya hacia el mundo y desde el mundo hacia Camboya. Recientemente he
visto en Phnom Penh la venta de guacamayas, estas aves de mi país y de la Amazonía que en
nuestros territorios están protegidas. ¿Cómo es posible que sean vendidas en el Sudeste
Asiático sin ningún remordimiento? Muchos ricos y pseudo-ricos compran estas especies por
puro placer de mostrar poder adquisitivo y vanidad y los encierran en jaulas pequeñas en
donde el animal soporta un estrés eterno hasta su muerte. Muchos mueren de inanición o como
juguetes de niños crueles, hijos de estas personas insensibles con la naturaleza. Hace un par
de años, un hombre mostró en Facebook que tenía en su apartamento en Phnom Penh un
león. El tema continuó con que las autoridades confiscaron el animal para enviarlo al zoológico
subdesarrollado de la capital. Pero al cabo de varios días, alguna fuerza oculta le dio permiso
para seguir teniendo al león en su apartamento. ¿Cuánto dinero pudo haber pagado este señor
para mantener su capricho, sin compasión por la majestad de tal animal y por el peligro que
este puede representar para la comunidad?
Los pájaros crean su casa en nuestro campus y nos enseñan su arte. Hemos rescatado
pichones de cuervos, búhos, gorriones y de todo tipo. Hemos compartido nuestra comida con
ellos. Hemos visto el crecimiento de especies vegetales totalmente desconocidas y nativas en
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nuestro campus gracias a ellos, viajeros permanentes entre las colinas, las islas y los bosques
de la región.
Con los pájaros llegaron también las ardillas, de las cuales hay tres especies. Una
ardilla café, pequeña, otra con una cola blanca y otra grande de cola roja y abundante. Además
hay varias especies de musarañas, las cuales se confunden con las ardillas. También hacemos
seguimiento a las culebras, las cuales son la mayoría de ellas inofensivas. En Kep parece que
no hay cobras, las cuales considero la culebra más temible de Asia. Es muy peligrosa porque
no sólo su veneno es letal, sino porque no necesita morder para inyectar: Lo escupe. Por otro
lado, no le teme a los humanos, sino que los enfrenta, es muy valiente. Por fortuna, no tenemos
cobras y las culebras que hay, que yo llamo de jardín, son más bien tímidas, muchas de ellas
sin veneno y que ayudan a controlar la población de ratas y mantener un balance.
También existen muchos roedores, muchos de ellos hermosos, tanto diurnos como las
ardillas, como nocturnos (musaraña, rata blanca y otros). Y los reptiles no pueden faltar, aparte
de las culebras. Uno de ellos es una iguana pequeña que me recuerda a la iguana de
Colombia, en donde es gigante. El gecko y las lagartijas, entre estas hay uno que tiene unas
aletas en sus patas delanteras que le permiten planear en el aire, aumentando de esa manera
su salto entre ramas.
Pienso que podría escribir un libro solo describiendo las especies que he encontrado en
nuestro campus en 12 años. Pero lo más importante es que hemos podido crear un ecosistema
equilibrado en donde pueden convivir humanos y naturaleza, como debe ser. En todo este
tiempo no hemos tenido nunca un accidente que pueda decirse es debido al aspecto
abundante de nuestras plantas. Muchas personas, enseñadas a vivir en un mundo distante
entre lo que es urbano y lo que es naturaleza, han insinuado que cortemos los árboles, que
eliminemos arbustos, que “limpiemos” el terreno, siempre bajo argumentos como la posibilidad
de las culebras, las cuales parecen ser la principal preocupación. No sólo no hemos seguido
tales consejos, sino que siempre hemos puesto a la naturaleza y a la educación de los
estudiantes dentro de dicho contexto primero, lo que ha sido un encuentro humano-medio
ambiente hermoso.
Hace poco uno de los profesores trajo tres tortugas de monte. Estas son una especie
protegida en muchos países del Sudeste Asiático, porque está en peligro de extinción debido a
la caza furtiva. Pero en Camboya no sólo no prohíben su caza, sino que a nadie le importa
matarlas para consumirlas. El profesor las encontró en un mercado cerca a su aldea y las
compró y me las trajo. “Las rescaté”, me dijo. Creamos un medio ambiente para protegerlas y
para esperar mejores tiempos, en los cuales cazar y derruir bosques sea historia en Camboya y
animales como estos magníficos ejemplares de tortugas de monte, puedan vivir libremente y
protegidas en los bosques. Pero más que el acto de salvar a estas tres tortugas de una
sentencia de muerte, lo que más me alegró es la actitud del profesor, el cual, siendo exalumno
de Don Bosco Kep, ha llegado a ese grado de conciencia.
Eso es lo que queremos con nuestro Campus Selva.
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Campus Cultura
Una manera de resaltar la importancia de recordar nuestras raíces ancestrales, fue la de
poner nombres a caminos, salones, habitaciones, edificios que le recordaran a los estudiantes
que estaban en Camboya, en su patria, en su tradición. Después de la firma del tratado de paz
en 1991, las Naciones Unidas rigieron el país a través de lo que llamaron UNTAC, en inglés
United Nations Transitional Authority of Cambodia, es decir, la primera y única vez que las
Naciones Unidas administran directamente un país con el fin de preparar unas elecciones
democráticas después de un conflicto sangriento y una patria profundamente dividida. La
experiencia aún es motivo de revisionismo histórico sobre lo que ello significó y lo que trajo
para el desarrollo del país en muchos frentes. Pero uno de los impactos fue que el país se
convirtió en destino de centenares de organizaciones internacionales de todas las direcciones
del mundo.
No es fácil determinar con precisión el número de ONG que trabajaron en Camboya
entre 1991 y 2000. Algunas fuentes confirman que la primera ONG se estableció en 1991, el
año de la firma del acuerdo de paz y para 2002, diez años después, estarían registradas unas
400 ONGs y casi 600 asociaciones, la mayoría relacionadas con actividades de derechos
humanos y educación electoral. Para el funcionamiento de dichas organizaciones, se estima
que trabajaron 13 mil camboyanos, haciendo del terreno de las ONG toda una fuente de trabajo
y generando una nueva élite en la sociedad camboyana.
Otras fuentes, aún más drásticas, aseguran que en ese mismo periodo de tiempo (1991
- 2002), había alrededor de mil organizaciones extranjeras y para el 2010 el número sería de
2.456 entre ONGs internacionales y asociaciones locales. Según la base de datos de ONGs en
Camboya, en 2011 habría un número de 1.212 organizaciones registradas.
Lo cierto es que Camboya se convirtió en el terreno favorito de las organizaciones
internacionales, lo que trae en sí grandes aportes que no pueden negarse, especialmente en el
periodo de reconstrucción de un país y en el cual se presenta un Estado aún débil. Pero
también genera otras situaciones que deben mitigarse. Una de ellas es un proceso de
occidentalización, en el cual los habitantes del país comienzan a identificar al extranjero
occidental como el modelo de comportamiento y el superhéroe, que puede hacer de todo. Otra
situación es una cultura del paternalismo o asistencialismo, en el cual el extranjero es poseedor
de riquezas inagotables y estar a su lado es de gran beneficio.
En 2015 el gobierno camboyano aprobó la ley de ONGs entre una gran controversia
social y política. Si bien la ley no es diferente de lo que se tiene en países industrializados en el
terreno de organizaciones no gubernamentales, la ley se ha visto como una manera de control
a la libertad de asociación y de expresión.
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Don Bosco en Camboya tiene la doble dimensión: Por un lado es una organización
internacional con proyectos como las escuelas técnicas y vocacionales y por el otro es una
organización nacional con los programas de protección y educación infantil y la Fundación
Infantil Don Bosco.
A pesar de que los salesianos son, ante todo, una congregación religiosa católica, en
los diferentes países sus proyectos de educación tienen que tener un registro y una forma de
asociación acorde con los requerimientos de cada Estado. Para muchos, Don Bosco es una
organización de extranjeros, una dimensión que se recalca por el bajo número de salesianos
camboyanos que se tienen (sólo 4 jóvenes camboyanos han profesado) y la presencia de
misioneros extranjeros, como yo, que dirigen las diferentes obras de Don Bosco en el país. La
presencia de un rector o un ecónomo de otro país, crea en los camboyanos esa idea de un Don
Bosco que aún es regido por extranjeros y que esperan que dichos extranjeros se comporten
como muchas de esas organizaciones que tratan a Camboya como un país de inexpertos a los
cuales se les debe dar de todo, porque no sabrían qué hacer por sí mismos.
Para mí, combatir ese pensamiento es vital. Desde el principio no me sentí como el
único líder de la obra, sino como miembro de un equipo, de una familia, que dirigimos entre
todos. Organizamos programas de capacitación de profesores, de miembros del departamento
administrativo, de asistentes y recalcamos valores como la creatividad, la producción, la libre
determinación, el sentido de pertenencia. La Providencia me delegó para acompañar el
proceso de apertura y desarrollo de Don Bosco Kep. Eso no quiere decir que los salesianos en
Camboya hayan estado de espaldas. Definitivamente su apoyo ha sido vital para que esta obra
exista y subsista.
En esta campaña permanente de hacer que los niños, jóvenes y educadores sientan
que no trabajan o estudian dentro de una organización de extranjeros y poner a los mismos
educadores al frente de la obra es una misión diaria. Al mismo tiempo, darle al campus el
aspecto de su propio país y no una colección de edificios sin identidad, los cuales vistos desde
lejos podrían ponerse en cualquier lugar, ha sido siempre una filosofía. Cuando se construyó el
edificio Angkor Borei y la residencia femenina Banteay Srei, darle un aspecto de la arquitectura
jemer fue un mandato. Al mismo tiempo le dimos nombres de lugares geográficos de Camboya
a caminos y otros espacios. Dentro de Don Bosco Kep tenemos la calle Baglung, la calle
Battambang, la calle Kompot, el salón Kompong Speu, la habitación Siem Reap y así.
Voluntarios y benefactores
Para mí, voluntarios y benefactores pertenecen a una misma categoría, una muy
importante y que nos ha permitido fortalecer nuestros procesos. Hacer una mención de todos
los benefactores y voluntarios con los que hemos tenido que ver desde 2011 es una tarea
titánica. Han sido tantos, que habría que hacer un documento separado, un anexo de oro. Tan
sólo entre 2011 y 2016 conté casi 200 voluntarios extranjeros, sin contar a los voluntarios o
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colaboradores camboyanos. De esos 200 extranjeros, la mitad venían de mi propia patria,
Colombia, especialmente de colegas o compañeros de la universidad, que decidieron venir a
colaborar en el entrenamiento de los profesores de comunicación social. Otro número
significativo, después de Colombia ha sido Alemania. Después hemos tenido voluntarios de
muchos países como Italia, Francia, España, Holanda, Rumania, Bélgica, Israel, Estados
Unidos, Canadá, Uruguay, Chile, Egipto, Singapur, Corea, Filipinas, India y Australia.
Un voluntario es una persona movida por un espíritu de gran caridad y solidaridad, que
dona su tiempo y su talento, muchas veces por personas lejanas a su propia patria. La mayoría
vienen por espacios reducidos de tiempo, pero en ese tiempo tienen la oportunidad de hacer un
gran intercambio con una cultura diferente, otro idioma, otra mentalidad. Casi todos los
voluntarios que hemos tenido en Don Bosco Kep, han sentido una experiencia que llega a los
momentos espirituales, de reflexión y de amor por la humanidad. Nuestros voluntarios en 12
años han sido de diferentes religiones, e incluso sin ninguna religión, pero se han sentido
conectados con esa religión espiritual que lo permea todo, pero que a veces es difícil de
determinar si vivimos metidos en una cápsula, ocupados en tareas materiales que ciegan la
mente y el espíritu.
El contacto con nuestros niños, jóvenes y maestros camboyanos, ha sido un elemento
de magia para muchos. La amabilidad natural del camboyano, su inmensa humildad y
reverencia, su manera de ver el mundo, toca el corazón de muchos. Las festividades
camboyanas que celebramos en la escuela, se convierten en una experiencia sin igual para los
extranjeros que nos visitan y participan. Celebraciones como el día de acción de gracias previo
a las festividades de año nuevo jemer en abril, en la cual los niños y jóvenes lavan literalmente
a sus padres, abuelos y educadores, es quizá una de las actividades que más sorprende a
personas que vienen de países en donde la tecnocracia y el materialismo parecen ya la nota
dominante, mientras se da el olvido por lo ancestral, por el respeto hacia los mayores y prima
sólo el interés en el éxito en la carrera para obtener salarios altísimos. Ver como un niño, una
niña, unos jóvenes se acercan con un cubo de agua llena de flores y te bañan las manos
mientras te dicen “gracias por haberme dado la vida, gracias por la educación que me das,
gracias por lo que haces por nosotros”, rompe todos esos esquemas orgullosos, muchas veces
arrogantes, de lo que se considera “civilizado” o de las autodenominadas sociedades perfectas.
Una de las cosas que he visto que se pone en entredicho es el mismo concepto de
pobreza. En sociedades europeas o norteamericanas o en países como Japón o Corea del Sur,
Camboya es un país pobre, representado en chozas, niños famélicos, basura por todas partes,
falta de servicios. Pero cuando estos extranjeros de buen corazón llegan a Don Bosco Kep y
ven a estos estudiantes que entienden como pobres, con una sonrisa de oreja a oreja y
reverentes, esa idea de encontrar a un país miserable, sucumbido en el dolor y con ojos
llorosos, se derrumba. Muchos han visitado aldeas camboyanas o indígenas, rodeadas de
campos de arroz, de selvas, entre ríos y lagos, y, ciertamente se ve la evidencia de la carencia
de servicios como la electricidad, el agua potable, la tecnificación de la agricultura, las escuelas
con recursos mínimos, pero con una sonrisa sincera, una bienvenida pulcra en donde las
familias ofrecen lo poco que tienen para darte la bienvenida.
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Muchos lugares, a pesar de la falta de recursos, tienen garantizada una sostenibilidad
natural. Cuando las comunidades indígenas viven en armonía con el bosque, son fieles a sus
tradiciones ancestrales, habitan esas chozas, muchas de ellas de una hermosura simple, el
concepto de pobreza queda cojo. Al contrario, ese modelo de desarrollo o desarrollismo, esa
obsesión por hacer ver a nuestros países como los industrializados, en donde vale destruir las
selvas, retener los ríos, desplazar la vida salvaje y convertir a los indígenas y campesinos en
peones de plantaciones o en mendigos en esas mismas ciudades que son malas copias de
Nueva York o Londres, eso sí trae la pobreza. La auténtica pobreza en la cual perdemos
nuestra identidad y perdemos nuestro medio ambiente bajo la ilusión de parecernos más a los
europeos o a los estadounidenses, aunque sea sólo una apariencia sin fondo, porque al final no
somos nada. Éramos indígenas, teníamos nuestras propias costumbres, nuestras lenguas
ancestrales, nuestros territorios que eran paraísos de la Madre Creación y ahora vestimos
como los occidentales, incluso tenemos aparatos como ellos, pero cuando los visitamos en sus
países tecnificados o industrializados, nos ven como a bichos y nos tildan de “tercermundistas”,
a nosotros, que somos el mundo mismo. Esa es la auténtica pobreza.
Hace poco le pedía a uno de nuestros estudiantes del pueblo charae, que hiciera un
trabajo de tesis sobre su propia lengua, la cual se está olvidando por las nuevas generaciones,
siguiendo esa tendencia de hacer desaparecer las identidades indígenas, para que los
desarrollistas o neo-colonialistas puedan tomar nuestros territorios y destruirlos en
plantaciones, carreteras no pedidas que abren el camino a la explotación y la deforestación y el
joven se vio confundido. Me dijo que eso era muy difícil de hacer. Le pregunté qué tesis quería
hacer. De inmediato abrió los ojos con alegría, su voz se aceleró y me dijo que quería diseñar
un curso de inglés para los niños de su comunidad, para que todos hablaran inglés. Los
antiguos colonialistas prohibieron a los pueblos nativos hablar sus lenguas y les impusieron sus
idiomas. En la actualidad, no existe propiamente un poder que prohíba nuestras lenguas. Sin
embargo, existe un proceso más efectivo: Convencer a nuestros jóvenes, niños, que es mejor
hablar la lengua de los colonos y olvidar nuestras lenguas. Ese es un problema que nos
conduce a la pobreza efectiva, la cual nos amordaza, nos hace perder la identidad, que quiere
decir, nos destruye el espíritu para ser malas copias de otro y una mala copia es, en síntesis,
un esclavo.
Una de las políticas de voluntarios extranjeros en Don Bosco Kep es que estos no
vienen a hacerle las cosas a los camboyanos. Ciertamente Camboya, como todos los pueblos
de la tierra, tiene sus propios talentos, su propia creatividad, su propia cultura. ¿No fueron sus
ancestros los constructores originales de los templos milenarios como el de Angkor Wat? Los
voluntarios extranjeros vienen a dar un aporte, a compartir su experiencia y a generar procesos
en los cuales los camboyanos son los protagonistas.
Algunos voluntarios extranjeros, especialmente de países industrializados, asumen que
los camboyanos hacen parte de un país subdesarrollado y que saben muy poco o nada. Hace
algunos años, uno de los voluntarios extranjeros veteranos se ganó una medalla al mérito en su
país por los servicios prestados a varios proyectos de Don Bosco en Camboya. Nosotros todos
30
estaremos siempre agradecidos con su valioso aporte y su tiempo de venir regularmente por
años para dejarnos guías técnicas que nos permitieron crear muchas cosas y generar
procesos. Sin embargo, exhibiendo su medalla, el veterano recalca siempre la idea de que él
fue el protagonista de los procesos, que nosotros no teníamos nada y ahora tenemos algo por
él. Esa idea, lamentablemente, se presenta en muchas personas que van a países como este
con el convencimiento de que proceden de “sociedades perfectas” y que son ellos una especie
de mesías.
Hace años también recibí el contacto de un pastor protestante de mi país, el cual estaba
interesado en venir a Camboya para predicar su religión. Obviamente, mi idea de misiones es
bastante distante de semejante propósito. Como vio que no podía convencerme de apoyar de
alguna manera su propósito, cambió a la idea de voluntariado. Es decir, venir a Camboya a
ayudar “a esa pobre gente que vive en realidades tan escabrosas”. A esta idea se unió además
su esposa, la cual quería venir “para enseñarle a las camboyanas como tener y criar a sus
bebés”. Todo esto me pareció el extremo más bajo y perverso de la mentalidad colonialista.
Aunque en este caso tocamos el tema religioso, algo que mencionaré más adelante, es una
prueba de lo que muchos voluntarios extranjeros tienen en la mente.
Por fortuna, hemos tenido voluntarios maravillosos. Una de las solicitudes que tenemos
siempre es la de proveer expertos en educación y en administración que nos ayuden a
establecer derroteros y a capacitar a nuestro personal. También hemos tenido expertos de la
agencia alemana Senior Experten Service (SES), la cual me ha enviado veteranos expertos
para problemas particulares. Por ejemplo, durante los años iniciales de grandes
construcciones, algunos vinieron a ayudarme a pensar bien el plan maestro del campus como
el sistema de electricidad, el sistema de acueducto y alcantarillado, la construcción de espacios
y cosas de este estilo. Gracias a ellos, Don Bosco Kep tiene un sistema eléctrico que va por
debajo de la tierra y que va paralelo al acueducto y alcantarillado. Al poner cemento sobre las
vías principales, creamos primero canales que las cruzan y las cuales sirven para futuros
proyectos en los cuales cables de electricidad, internet u otras cosas puedan pasar sin tener
que reventar el cemento. Todo esto movido por la idea de no tener un campus cruzado por
cables eléctricos. También en un país en donde cada año mueren al menos dos personas a
causa de tormentas eléctricas, instalamos tres pararrayos potentes con la mejor tecnología, la
cual protege al campus de cualquier rayo bajado del cielo. El radar de protección va más allá
del campus mismo. La construcción de los edificios está pensado desde el punto de vista de
orientación. Los principales edificios están en la parte septentrional del campus, todos mirando
hacia el sur, por lo cual los rayos del sol pasan por encima de los edificios de oriente a
occidente y no entran directamente al edificio para permitir un sistema natural de frescor en un
país tropical.
En 2015 los salesianos de Camboya aprobaron la compra de un terreno de 70 por 60
mt, cerca del campus principal, para desarrollar allí agricultura y cría de animales con el fin de
obtener alimentos para la cocina escolar. Varios voluntarios y expertos veteranos participaron
en el diseño del proyecto.
31
De la misma manera, el desarrollo de las facultades técnicas como electricidad,
secretariado, medios de comunicación y tecnologías de la información, han contado siempre
con valiosos voluntarios a lo largo de los años.
Actualmente tenemos el proyecto de promover el voluntariado nativo. Los principales
son, obviamente, nuestros propios alumnos y exalumnos. Ello conlleva a que se rebaje el
requerimiento de voluntarios extranjeros, pero de todas maneras siempre tendremos a estas
personas maravillosas que deciden donar su tiempo y talento para nuestros jóvenes. Para
nuestros estudiantes, tener el contacto con personas de otras latitudes, es una riqueza cultural
y humana valiosa que permite soñar. Si esos extranjeros pueden hacer esto, venir a un país
lejano a dar de sí mismo, nosotros también podemos hacerlo. Eso creo que es lo más
importante.
Aunque mencionar nombres específicos es difícil en tantos años, puedo decir el nombre
de algunas agencias de voluntariado que han sido muy atentas a nuestras necesidades:
Fidesco de Francia, Kindermissionswerk de Alemania, SES que son expertos veteranos,
Sawasdee Foundation de Holanda, Project Trust del Reino Unido y Salesian Missions de Nueva
York. Pero muchos han venido de manera personal, especialmente los voluntarios
colombianos.
Los benefactores son otra fuerza vital para nuestra comunidad. Son un número
incontable de personas y organizaciones que han venido a ayudarnos en nuestras necesidades
especialmente de material o para iniciar proyectos que beneficien nuestra sostenibilidad.
También ha sido un propósito desde el inicio que todo proyecto que iniciemos llegue a un punto
de sostenibilidad y no cree una estructura o un programa altamente dependiente de ayuda
externa. Uno de los benefactores más destacados ha sido el señor Gerard van Hal, el cual es el
creador de una empresa de transporte de carga en Holanda, de la cual ya se retiró, llamada
Hatrans, con la inicial de su apellido. El señor van Hal ha estado desde el principio prehistórico
de Don Bosco Kep. Él ayudó en la compra del terreno, patrocinó la escuela de costura hasta
2010 y cuando supo de que abrí en Kep la escuela técnica, organizó viaje para vernos y
confirmar que seguiría aportando su valiosa ayuda, la cual ha sido anual hasta la actualidad y
sigue siendo. Con el señor van Hal, hemos tenido ayuda de muchas otras personas, muchas
de ellas patrocinando estudiantes, haciendo contribuciones a las facultades para la adquisición
de material de estudio o apoyando proyectos como el de agricultura, la capacitación de
educadores y asistentes y demás.
Las agencias que nos han facilitado ayuda en estos 12 años han sido muchas.
Entre ellas Sawasdee Foundation, una organización creada por el señor Héctor
Loontjens y su esposa Ellen, con una amplia red de benefactores en Holanda, que envían cada
año contenedores con material para nuestras escuelas de Don Bosco en Camboya. Los
Loontjens son amigos del padre John Visser desde que éste trabajaba en Tailandia. Cuando el
padre John Visser vino a Camboya en 1992, trajo también numerosos benefactores, la mayoría
de ellos holandeses, que fueron vitales para el desarrollo de las obras salesianas en el país.
32
Uno de ellos ha sido Sawasdee Foundation. La lealtad y el amor de Héctor y Ellen Lootjens por
las obras salesianas en Camboya es loable. Entienden esencialmente el valor de estos
proyectos en favor de los menos favorecidos, especialmente de niños y jóvenes. Ellos
conocieron los campos de refugiados y también vieron los esfuerzos de Camboya por salir
adelante después de años de conflicto y destrucción. En Kep, han sido siempre muy positivos y
hacen sus visitas de forma anual, siempre promoviendo nuevos benefactores y motivando a los
salesianos a continuar con la fuerza de su misión. Una de las grandes ayudas ha sido en
nuestra iniciativa de ayudar a niños y jóvenes de comunidades indígenas como aquellas en la
provincia de Ratanakirí, que está localizada a 700 km al norte de Kep. Actualmente tenemos
casi 100 niños de la comunidad charae inscritos en la Fundación Infantil gracias a los esfuerzos
de Sawasdee Foundation.
Otra organización también holandesa de es la Foundation School Project Cambodja
“Rotterdam” (SSCR), cuyo ecónomo es el señor Rolf Renzow. SSCR ha estado muy cerca del
desarrollo de Don Bosco Kep, siendo muy atentos a apoyar nuestras necesidades de material,
así como apoyar en becas para niños de la Fundación Infantil. Los primeros equipos para la
Facultad de Comunicación Social fueron donados por la SSCR.
Misiones Salesianas es una de las procuras de la congregación salesiana con sede en
New Rochelle, Nueva York. Desde el principio fueron otras de nuestras manos de apoyo, con
su director el padre Mark Hyde y el director de proyectos internacionales Jaime
Correa-Montalvo. La procura nos ayudó bastante en esa primera fase de construcción de
espacios para nuestra escuela, así como la procura salesiana de Alemania, la cual está
organizada en dos entidades: Don Bosco Mondo y Don Bosco Bonn. Otras procuras salesianas
también participaron como la de Madrid y la de Turín.
Con la Procura de Madrid tuve un caso muy interesante. Me contaron que un joven con
autismo llegó una vez a las oficinas de esta procura con una bolsa llena de dinero y les dijo: “Yo
quiero enviar esta donación al padre Albeiro Rodas en la misión de Camboya y, también, quiero
irme allá con él como voluntario”. Lógicamente los funcionarios de la procura llamaron a su
familia, la cual llegó por él y terminaron así su propuesta y posiblemente sus sueños. Siempre
pienso en ese hecho y oro por dicho joven, el cual seguramente conoció nuestra experiencia de
Don Bosco Kep a través del Internet. El hecho de que haya sido un joven con autismo, me hace
sentir que nuestro proyecto irradia para todos y supera las fronteras. Ciertamente estamos en
una época en la cual se habla mucho de integración, diversidad e igualdad, pero una cosa es lo
que se escribe o lo que se dice en los discursos y otra muy diferente lo que se practica en la
vida real. Yo le hubiera dado la oportunidad a dicho joven de ser voluntario de alguna manera,
así como hubo la posibilidad una vez de que un joven invidente me propusiera venir, otro plan
que no se dio. En nuestro mundo misionero, también entra muchas veces el poder de las
estructuras y las normas. Después del 2015, las procuras salesianas cambiaron radicalmente
su acercamiento a las misiones y se hicieron más burocráticas. Quizá haya sido para mejor o
no, no lo sabemos. Lo cierto es que en ese periodo de construcción de un campus de amor, de
paz y educación para tantos niños y jóvenes, las procuras fueron estrictamente sensibles a
nuestras necesidades y las personas que entonces estuvieron detrás, lo hicieron muy bien.
33
Otros benefactores nos han facilitado ayudas especialmente a través de becas para
nuestros estudiantes. Don Bosco Kep, como todas nuestras obras salesianas en Camboya, no
impone pagos, sino que promueve que las familias hagan un aporte voluntario y dentro de sus
necesidades a la escuela. Pero aún así hay familias que están en tal pobreza, que no les es
posible. Por eso, hemos promovido el programa de becas, en la cual benefactores pagan a la
escuela por la formación de un joven. Un grupo que nos ha ayudado mucho es Education4Life
de Holanda con Anneke Westerhof y Frans Schuurmans de Holanda. Anualmente han ayudado
a varios de nuestros jóvenes, lo que ayuda a la sostenibilidad de nuestras facultades técnicas.
Del mismo modo otras personas como Wolfgang y Uti Bauernfeind de Alemania. Ambos han
venido casi anualmente a Don Bosco desde 2008, primero cuando estaba en Don Bosco
Sihanoukville, especialmente en el programa de comunicación social y después en Don Bosco
Kep. Además de ser veteranos expertos en periodismo, han sido benefactores de muchos
jóvenes. En 2002, en mi viaje de regreso entre Colombia y Camboya, los visité en Berlín y
encontré a Wolfgang bastante enfermo. Con entusiasmo y con esfuerzo debido a su
enfermedad, me habló de sus planes de regresar a Don Bosco Kep y dirigir la creación de un
documental con nuestros estudiantes para crear conciencia sobre la necesidad de proteger el
medio ambiente en Camboya. Lamentablemente para febrero de 2023, nuestro grato amigo
falleció, dejando en todos nosotros un especial recuerdo al que le rendimos homenaje al poner
su nombre al estudio de audio en la facultad en la cual él participó.
Las historias de voluntarios y benefactores son infinitas. Cada una es un paso de
alegría, esperanza, expectativas y el iniciador de procesos en los cuales niños y jóvenes están
siempre en el objetivo de nuestra misión. Tendríamos que hacer un libro de millones de páginas
para poder recordar persona por persona, grupo por grupo en estos 12 años de trabajo en Don
Bosco Kep. Todos ustedes están en la memoria de Dios y en nuestros corazones.
Ahora pienso que viene el tiempo de los voluntarios y benefactores camboyanos. Si
bien necesitaremos siempre del apoyo internacional y creo que es sabio mantener ese apoyo,
porque ello garantiza que nuestros proyectos estén siempre conectados al mundo de hoy, es la
hora de que Camboya coja las cosas en sus manos, que su gente comience a trabajar por su
propio país, especialmente aquellos que han recibido tantos beneficios. Vemos con alegría
como muchos ex alumnos envían a veces fondos, a veces donan un material para su facultad y
muchos vienen a compartir experiencias con los alumnos. Esas iniciativas tienen que seguir
creciendo. Esta es la hora.
Camboyanos por Camboya
Algunas personas a lo largo de estos años me han insinuado que estoy solo como
salesiano en Don Bosco Kep. La obra pertenece canónicamente a la casa salesiana de Don
Bosco Sihanoukville en donde soy, salesianamente, el vice-rector. En Camboya los salesianos
somos muy pocos y no es lo mismo que en una provincia salesiana de un país católico. Por
34
ejemplo, Filipinas tiene dos provincias salesianas y la mayoría de los salesianos, en un buen
número, son nativos. Lo mismo pasa en mi patria, Colombia: Dos provincias y prácticamente no
hay salesianos extranjeros. En esas provincias cada comunidad salesiana tiene por lo menos
seis salesianos.
Los reglamentos de la comunidad insisten en que la comunidad canónica debe tener al
menos seis salesianos. Yo pienso que eso es importante recalcar y que debe ser así. Tiene que
estar dicho reglamento, porque es un derrotero que guía la administración de una congregación
tan grande como la nuestra. Al mismo tiempo, está nuestra misión y nuestra obediencia mística
al servicio de los más necesitados.
El papa Francisco ha hablado de ir a las últimas fronteras en varias ocasiones, tanto en
sus discursos como en sus documentos. Con este concepto, el Papa quiere expresar su deseo
de que la Iglesia salga de sí misma y se acerque a los que están más alejados, marginados o
excluidos de la sociedad, para anunciarles el Evangelio de la misericordia y la esperanza.
Por ejemplo, en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, el Papa afirma: "La
Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerea, que se involucra, que
acompaña, que fructifica y festeja. Primerea: la Iglesia evangelizadora sale de su propio recinto
y se dirige a las periferias existenciales, a los lugares donde se encuentran los más pobres, los
más olvidados, los más heridos por la sociedad. Se involucra: la Iglesia evangelizadora no se
queda de brazos cruzados, sino que se compromete con la realidad, con las personas, con sus
problemas y sus esperanzas. Acompaña: la Iglesia evangelizadora no abandona a nadie, sino
que camina junto a los que buscan a Dios, los que sufren, los que dudan, los que pecan.
Fructifica: la Iglesia evangelizadora da frutos de conversión, de santidad, de servicio, de
comunión. Festeja: la Iglesia evangelizadora celebra la alegría del Evangelio, la victoria de
Cristo sobre el pecado y la muerte, la esperanza de la resurrección".
En su mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2023, el Papa también invita a
los cristianos a ir a las últimas fronteras, entendidas como "los contextos humanos, culturales y
religiosos todavía ajenos al Evangelio de Jesús y a la presencia sacramental de la Iglesia". El
Papa señala que estas fronteras son "lugares de pobreza y de violencia, de injusticia y de
opresión, de persecución y de indiferencia, de abandono y de soledad, de desesperación y de
desesperanza". El Papa anima a los misioneros y a las misioneras a ser testigos de la ternura y
la compasión de Dios en estos lugares, y a colaborar con el Espíritu Santo en la transformación
del mundo según el plan de Dios.
Así, el papa Francisco nos llama a todos a ser una Iglesia en salida, una Iglesia que no
se encierra en sí misma, sino que se abre a las necesidades y a los desafíos de nuestro
tiempo, una Iglesia que no se conforma con lo que ya tiene, sino que busca lo que le falta, una
Iglesia que no se acomoda a lo que ya sabe, sino que aprende de lo que ignora, una Iglesia
que no se resigna a lo que ya es, sino que sueña con lo que puede ser, una Iglesia que no se
limita a lo que ya hace, sino que arriesga lo que puede hacer, una Iglesia que no se aísla de lo
que ya vive, sino que comparte lo que puede vivir, una Iglesia que no se avergüenza de lo que
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ya cree, sino que anuncia lo que puede creer, una Iglesia que no se olvida de lo que ya ama,
sino que ama lo que puede amar, una Iglesia que va a las últimas fronteras.
En este sentido, una Iglesia carismática, una congregación salesiana carismática, no
puede ser limitada por reglamentos. También Jesucristo debatió con aquellos que miraban la fe
y la religiosas como una serie de normas, reglamentos y leyes.
Jesús enfrenta el pensamiento de los fariseos y los que se apegan a la ley sobre el ser
humano de varias maneras, según los relatos de los evangelios. Algunas de las formas en que
Jesús desafía y corrige a estos grupos religiosos son las siguientes:
Jesús les reprocha su hipocresía y su falta de amor. Les dice que dicen y no hacen, que
atan cargas pesadas sobre los demás, que se preocupan más por las apariencias que por la
justicia, la misericordia y la fe, que son ciegos y guías de ciegos, que limpian lo de fuera del
vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de injusticia, que son sepulcros
blanqueados, que parecen justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad
(Mateo 15, 1-2; 23:1-4). Jesús les llama "generación de víboras" y les advierte del juicio de
Dios.
Jesús les enseña la verdadera intención y el sentido de la ley. Les muestra que la ley no
es un fin en sí misma, sino un medio para amar a Dios y al prójimo, y que el cumplimiento
externo de la ley no basta si no hay una transformación interna del corazón. Jesús les explica
que la ley se resume en dos mandamientos: amar a Dios con todo el ser y amar al prójimo
como a uno mismo. Jesús les da ejemplos de cómo la ley debe interpretarse a la luz de la
misericordia, la compasión y la fe, como cuando sana en sábado, perdona a los pecadores,
come con los publicanos, toca a los leprosos, bendice a los niños, etc.
Jesús les revela su autoridad y su identidad como el Hijo de Dios y el Mesías. Les dice
que él es el Señor del sábado, que tiene potestad para perdonar pecados, que es el pan de
vida, la luz del mundo, el buen pastor, la resurrección y la vida, el camino, la verdad y la vida,
que es uno con el Padre, que es el Cristo, el Hijo del Dios viviente, que tiene toda potestad en
el cielo y en la tierra. Jesús les confirma su autoridad con sus milagros, sus profecías, su
pasión, su muerte y su resurrección. Jesús les invita a creer en él, a seguirle y a entrar en el
reino de Dios.
Estas son algunas de las formas en que Jesús enfrenta el pensamiento de los fariseos y
los que se apegan a la ley sobre el ser humano. Jesús no rechaza la ley, sino que la cumple y
la perfecciona, y nos llama a hacer lo mismo con amor y con espíritu. Jesús nos muestra el
camino de la gracia, la verdad y la vida.
En mi vida salesiana, he encontrado algunos hermanos que presentan el cumplimiento
literal de los reglamentos como una muestra de virtud teológica. Dice Juan 14, 21: “El que
acepta mis mandamientos y los cumple, es el que me ama de verdad; y el que me ama será
amado por mi Padre, y también yo lo amaré y me manifestaré a él”; y dice Romanos 3, 8: “No
debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama a su prójimo, ha cumplido
36
la ley”. Todo, entonces, se resume en el amor, el cual, desde un punto de vista espiritual,
llamamos la caridad. Quien falta a la caridad, falta a la ley misma, aunque diga proclamarla y
respetarla.
En nuestras constituciones de los salesianos de Don Bosco, hablamos de la vida en
comunidad, desde diferentes perspectivas y dimensiones. Algunos de estos artículos son los
siguientes:
El artículo 2 define la identidad de los salesianos como una comunidad de bautizados
que realizan una forma específica de vida religiosa y un proyecto apostólico inspirado en el
fundador, siendo signos y portadores del amor de Dios a los jóvenes, especialmente a los más
pobres.
El artículo 49 describe la comunidad salesiana como una fraternidad apostólica, que
vive y trabaja unida en el nombre del Señor, y que se esfuerza por ser una expresión de la
Iglesia local y una presencia educativa en el ambiente.
El artículo 50 explica que la comunidad salesiana se forma por la voluntad de Dios y por
la libre elección de sus miembros, que se comprometen a vivir juntos la consagración, la misión
y la formación, según el espíritu de Don Bosco.
El artículo 51 señala que la comunidad salesiana se basa en la caridad fraterna, que se
manifiesta en el respeto, la acogida, el diálogo, el perdón, la corrección fraterna, la ayuda
mutua y la alegría.
El artículo 52 indica que la comunidad salesiana se alimenta de la Palabra de Dios, de
la Eucaristía, de la oración personal y comunitaria, de la devoción a María Auxiliadora y de la
participación en la vida litúrgica de la Iglesia.
El artículo 53 subraya que la comunidad salesiana se orienta al servicio de los jóvenes,
especialmente de los más pobres y necesitados, y que asume el proyecto educativo-pastoral
como el centro de su vida y acción.
El artículo 54 destaca que la comunidad salesiana se inserta en el territorio donde vive y
trabaja, y que colabora con las otras fuerzas eclesiales y sociales que buscan el bien de los
jóvenes y de la sociedad.
El artículo 55 afirma que la comunidad salesiana se enriquece con la diversidad de sus
miembros, que provienen de diferentes culturas, edades, formaciones y vocaciones, y que se
esfuerza por integrar estas diferencias en una comunión de vida y de misión.
Tendríamos que preguntarnos si tenemos que sacrificar el sentido místico de la misión
por acomodarnos a términos legales. Si insistimos en eso, entonces el mismo Don Bosco se
vería en aprietos. En estos 12 años he buscado la inspiración justamente de esos salesianos
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que también estuvieron “solos” en sus apostolados. Uno de ellos es el beato Luigi Variara (1875
- 1923), italiano, misionero en Colombia y quien se dedicó a los leprosos en Agua de Dios. De
dicho apostolado, por el cual fue objeto del desprecio de muchos, incluidos muchos salesianos
celosos de reglas, nació el Instituto de Hijas de los Sagrados Corazones, que hoy por hoy es
parte de la Familia Salesiana. Del mismo modo encontramos casos como el del padre Luigi
Bolla (1932-2013), quien estuvo más de 20 años con los indígenas Achuar entre Perú y
Ecuador y hoy es siervo de Dios.
Todas esas experiencias son, sin duda, vocaciones carismáticas que enriquecen y
reaniman a la misma vocación salesiana, que permiten evidenciar que la vocación de Don
Bosco no se estanca o se convierte en un sistema burocrático, clericalista y anquilosado, sino
que vibra con el dinamismo de los divino (Hebreos 13, 8-10; Efesios 4, 22-24; Salmos 23:3;
Romanos 12, 2).
Al principio de este camino que me puso el Altísimo, insistí en la idea de que otros
salesianos vinieran a Don Bosco Kep. De manera muy transparente y llena de caridad, los
superiores intentaron conceder dicha petición, la cual no era una en función de mi persona,
sino en beneficio de los jóvenes, los cuales tienen el derecho de gozar de la presencia de una
comunidad salesiana canónicamente constituida. Pero al paso de los años, esto no se dio,
aunque puedo decir y dar testimonio que la Congregación Salesiana ha estado siempre atenta
al caminar de esta pequeña obra de Dios. En todo este tiempo vinieron seminaristas
salesianos, así como visitadores y la atención permanente de los superiores en Camboya y en
Tailandia.
Finalmente, en el año 2016 fue aceptada la petición de tener hermanas en la obra para
la atención especialmente de las niñas y las jóvenes. Las hermanas que aceptaron fueron las
Carmelitas del Sagrado Corazón (CSC) de Guadalajara, México, fundadas por Madre Luisita
para la atención de los pobres. Ese año llegaron las hermanas Juanita Navel de México y
Milagros Ramírez del Perú. En 2019 la hermana María Ramona Gutiérrez de México. La
presencia de las hermanas ha sido una garantía de una atmósfera religiosa en la casa y de una
oración permanente por la misión, por la Iglesia y por las vocaciones.
Cuando algún observador ligero señala que he estado solo en Kep, mi mente va hacia
los profesores, empleados y estudiantes. También hacia los muchos benefactores y voluntarios,
sin contar a tantas personas que se han unido a esta misión a través de la oración desde
muchos puntos del mundo.
Mi primer compañero en este viaje es el Altísimo, quien nos promete que nunca
estaremos solos (Mateo 28, 20; Juan 16, 32). Trabajar solo como salesiano, que es una
comunidad de una fuerte identidad comunitaria, nos pone serios retos. El primero es el de
establecer y mantener todos esos enlaces, por mínimos que parezcan, con nuestra
Congregación. Don Bosco nos dejó muchos elementos para que esto fuera posible. Una
oración permanente, un apego a los sacramentos como fuente de nuestras fuerzas internas,
especialmente a la Santa Eucaristía, unos modelos en los santos salesianos llenos de vitalidad,
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inocencia y valentía y una Congregación en sí misma que está llena de mensajes. El encuentro
con nuestros hermanos en los coloquios con el director, la confesión, los momentos de
comunidad, el intercambio de mensajes, lo cual en esta época es más fácil gracias a las
tecnologías, han sido esa red permanente que me han hecho siempre en camino con mis
hermanos de comunidad, por más cerca o por más lejos que estén en lo físico. Uno de los
signos de ese encuentro que siempre he tenido fue en elegir a algunos santos tutelares, los
cuales recuerdo siempre en la Santa Eucaristía: El primero es, por lógica, san Juan Bosco, en
cuya vida encontramos enormes signos de sacrificio, incomprensión por muchos de su época e
incluso actos de violencia en contra de su vida misma. El segundo que elegí como santo tutelar
tiene que ver precisamente con la regla de la vida salesiana, el beato Miguel Rúa, cuyo
propósito fue siempre el de defender la regla y ponerla en armonía con el corazón paternal e
incluso maternal de san Juan Bosco. El tercero es también el beato Filipo Rinaldi, cuya vida
está enmarcada en una imitación del santo fundador. El cuarto es san Francisco de Sales,
nuestro santo patrono, del cual Don Bosco nos recalca el valor de la amabilidad, la paciencia y
la dulzura. El quinto santo es Domingo Savio, como representante de la santidad ideal de los
muchachos, seguido de la beata Laura Vicuña, en su contraparte con las muchachas. Después
Santa María Dominica Mazzarello, santa a la cual le he tenido siempre una especial devoción,
porque ella fue la que me presentó a Don Bosco y porque es una santa de la sencillez, de la
humildad, del silencio y de la obediencia. Después tenemos a la sierva de Dios Madre Luisita,
fundadora de las hermanas carmelitas. El beato Luigi Variara que ya mencioné y, últimamente,
el venerable Carlo Acutis, el joven italiano que es patrono del buen uso del Internet.
Los compañeros de mi misión, ya en sentido de la vida cotidiana, son los que la
Congregación llama compañeros laicos. Pienso que este sentido del trabajo con los laicos es
especialmente fuerte en nuestro Don Bosco Kep, experiencia en la cual también se une el
diálogo interreligioso, porque en nuestra obra la mayoría de las personas son budistas, hay un
grupo de musulmanes y los católicos son en realidad una minoría muy pequeña.
Como en todas nuestras obras salesianas en Camboya, los profesores y todos los que
trabajan en nuestros proyectos son los mismos ex alumnos, lo cual garantiza una custodia de la
espiritualidad salesiana. Uno de esos frutos del Reino de Dios es saber que muchos de
nuestros compañeros laicos son devotos budistas, los cuales ven a Jesucristo a través de los
ojos de Don Bosco y lo reconocen de alguna manera en su divinidad. Más adelante hablaré de
la religión.
En estos 12 años, han sido muchos los compañeros laicos que me han acompañado y
que acompañan a nuestros niños y jóvenes, muchos de ellos con un sentido de grandes
modelos de educación e incluso de salesianidad. Hemos resaltado siempre ese valor del
sentido de pertenencia y de la lealtad. No trabajamos para mantener contento a un jefe, sino en
la misión de salvar a los niños camboyanos con nuestros propios proyectos de vida.
En 12 años hemos tenido cinco coordinadores académicos o directores de estudio, que
han sido auténticos vicarios de la Congregación Salesiana. En 2011 comencé con el señor
Sipich, el cual estuvo sólo tres meses y regresó a Don Bosco Sihanoukville. Al inicio de 2012
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llegó el señor Tiev Henglay, exalumno de comunicación social en Sihanoukville, el cual me
acompañó hasta 2015, una época dura de construcciones y de estabilidad para el proyecto. En
2016 le siguió el señor Pov Tulá, también exalumno de comunicaciones de Sihanoukville, el
cual continuó esa misma fuerza de trabajo, seriedad y compromiso. Tulá después fue invitado
por los salesianos como director de la oficina de planeación y desarrollo, cargo que ha seguido
desde Sihanoukville con gran empeño. Después siguió el señor Try Seyhá entre 2018 y 2019,
exalumno de electricidad de Sihanoukville y quien fuera el coordinador de la facultad de
electricidad en Kep. También fue invitado por los salesianos como secretario general de la
fundación en Phnom Penh, en donde continúa con gran compromiso. Por último y no el menos,
el señor Sen Rá, nuestro actual coordinador académico, oriundo de Kep y en donde tiene a su
familia. Estos compañeros de viaje apenas representan a muchos otros, que han dejado
huellas imborrables, que me ayudaron a superar dificultades, a tomar decisiones, a ejecutar
proyectos, a buscar ayudas, a crear una atmósfera que copia aquella ancestral del Valdocco de
Don Bosco en donde los jóvenes viven su propio proyecto de educación, formación de valores
y búsqueda por un futuro mejor, que es la construcción de un futuro de esperanzas para todo el
mundo.
También debo incluir a unos compañeros especiales: Los niños y los jóvenes. El
programa Don Bosco Hermano Sol que abrimos en 2015 para adolescentes, ha sido uno de los
corazones de la casa. Ver crecer a estos adolescentes ha sido una inspiración para nuestro
proyecto como salesianos, educadores, religiosos y para ese sentido paternal y maternal que
nos inspira. Los estudiantes de las facultades técnicas llegan del campo, de las comunidades
indígenas, muchos de ellos tienen incluso limitaciones físicas, ingresan a los programas con la
tradicional timidez camboyana y en dos años abren sus pétalos para convertirse en hombres y
mujeres valientes e inteligentes para conquistar el mundo. Nuestros estudiantes de la técnica
siempre han tenido magníficas oportunidades laborales en Camboya. Hoy por hoy me siento
muy orgulloso de tener ex alumnos en empresas, organizaciones, medios de comunicación e
incluso en departamentos del Estado. Muchos continúan sus estudios en la universidad,
ayudados por sí mismos. Al obtener sus grados como técnicos, van a trabajar y con ese trabajo
se matriculan en universidades en donde les reconocen créditos de nuestra escuela técnica. De
esa manera creamos un círculo de sostenibilidad, de crecimiento, de esfuerzo entre todos y
para todos.
Tenemos que dejar ir esa idea de que vinimos a Camboya a decir qué hacer. En
Latinoamérica hablamos siempre de descolonizar. Por más de cuatro siglos, los colonialistas
nos trataron como esclavos y las gestas de independencia no rompieron todas las cadenas.
Porque acabado el yugo autoritario, continúa el yugo de la mentalidad de esclavo y de amo.
Occidente fue construido sobre la mentalidad del colonialismo y sigue imponiendo dicho yugo
sobre los demás pueblos. Quienes vienen con esa idea de lo occidental como lo superior muchas veces lo hacen de manera inconsciente - quieren tratar a pueblos naturales o de otras
culturas como niños. Después de tres décadas de conflicto, los camboyanos quedaron hechos
cenizas y muchos occidentales llegaron a ayudarlos. Ciertamente estamos agradecidos con
ellos. Pero una cosa es la ayuda cuando estamos caídos, desahuciados, heridos, sin fuerzas y
otra es cuando nos ponemos de pie, pero siguen ciertas manos queriéndonos atrapar y dirigir
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nuestros pasos. Los camboyanos no son nuestros sirvientes y eso lo tienen que entender
muchos, incluídos muchos misioneros o personal de organizaciones internacionales, muchos
de los cuales llegan a estos países con el pretexto de conceder ayuda humanitaria, pero se
crean burbujas de comodidad occidental en Phnom Penh, desde donde dan órdenes y crean
reportes que ponen después en Internet sin mancharse las manos, mientras comen en los
mejores restaurantes, viajan en los mejores carros y se dan la buena vida, como he conocido a
muchos.
Nosotros, como misioneros, vinimos a compartir nuestra vida con los camboyanos, los
cuales viven en su propio país, su propio territorio, tienen sus propias costumbres, religiones,
espiritualidades, mentalidad, problemas y maneras de solucionar las cosas. Nuestra interacción
debe ser como me lo explicó un salesiano en Irlanda hace años. Me dijo él: “Una especie
animal o vegetal no nativa, cuando es introducida en un hábitat natural, puede causar muchos
impactos, muchos positivos y otros negativos. Por eso, la especie que no es nativa, debe
cuidarse de conservar un espacio en el cual no invada los terrenos de las especies nativas.
Compartir lo que tiene de bueno, el humus que sirve y reservarse lo que puede ser nocivo para
el hábitat del lugar. Lo mismo pasa con los misioneros”.
A veces vemos salesianos, sacerdotes o religiosos que se comportan como esos
miembros de organizaciones internacionales. Construyen sus propias burbujas en las cuales
viven como en su mundo. Hacen de sus obras una especie de copia en miniatura de su propio
país o de la sociedad en donde viven. Hablan todo el tiempo su propio idioma, comen lo que
comen en su patria y quieren resolver las cosas como en su familia. Para ello, emplean a los
camboyanos como sirvientes que tienen que aprender sus ritos, que para los camboyanos son
extraños, a veces ridículos y lejanos.
Es importante romper esos paradigmas. Cuando llegué a Camboya en 1999, doy
gracias a Dios que tuve guías espirituales y de misión de mucha sabiduría que seguí con suma
atención. Un día el padre Leonardo Ocho entró a mi pequeña oficina de asistente de los
internos en Don Bosco Phnom Penh y vio que había puesto en el estante de libros varios de
ellos en castellano. Me los señaló y me dijo: “Cuando los muchachos camboyanos entren a
esta oficina, deben ver todos los elementos que hay en ella, les recuerde su cultura. Esos libros
en castellano son sólo tuyos”. Antes de ir a estudiar teología en Israel, me pidió que me
dedicara a aprender a leer y a escribir en jemer. “Como vas a estudiar en otro país en donde no
se habla jemer, es mejor que te dediques a leer y a escribir. De esa manera, cuando estés en
Israel, podrás seguir leyendo y cuando regreses, el idioma regresará a tu mente”. Seguí muy
bien su consejo y, evidentemente, cuatro años después, cuando regresé a Camboya, el jemer
comenzó a regresar en cuestión de días.
Estos elementos que la Iglesia llama de inculturación, son vitales para trabajar con los
camboyanos. Dominar su lengua es para mí el primer paso para entrar en esta cultura
milenaria y tan especial. Después viene lo que conocemos como la mentalidad camboyana, a
la cual le dedicaré otro capítulo.
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Para terminar este, quiero hacer un homenaje especial a todos esos camboyanos que
me han acompañado, no sólo estos 12 años en Kep, sino desde que llegué a Camboya en
1991. Los primeros estudiantes que conocí en Don Bosco Phnom Penh y que fueron
prácticamente mis maestros de jemer y de cultura, los que me dieron el nombre de Ly
Samnang, con los que trabajé en Don Bosco Poipet y en Don Bosco Sihanoukville y los que me
ayudaron a hacer crecer este proyecto de Kep. Un recuerdo especial para los que fallecieron
en el camino. En Camboya suceden muchos accidentes de motocicleta y muchas de esas
víctimas han sido nuestros propios jóvenes. De uno de esos incidentes quiero hablar en el
siguiente capítulo.
Las noches oscuras de Don Bosco Kep
Ciertamente hemos pasado por noches oscuras. La noche oscura es un término que se
usa en la espiritualidad para describir una etapa de crisis y transformación interior que
experimentan algunas personas que buscan un mayor acercamiento a Dios o a su verdadero
ser. La noche oscura implica un sentimiento de vacío, soledad, angustia, confusión y pérdida de
sentido, que se produce cuando la persona se desapega de sus antiguas creencias, valores,
hábitos y apegos, y se abre a una nueva realidad más profunda y trascendente. La noche
oscura es un proceso de purificación y renovación del alma, que la prepara para recibir la
gracia y el amor divinos. La noche oscura no es un castigo ni una enfermedad, sino una
oportunidad de crecimiento y maduración espiritual.
El concepto de la noche oscura se origina en la obra del místico español San Juan de la
Cruz, quien escribió el poema "Noche oscura del alma" y el tratado "La noche oscura" en el
siglo XVI. San Juan de la Cruz distinguió dos tipos de noches oscuras: la noche oscura de los
sentidos y la noche oscura del espíritu. La primera se refiere a la purificación de las facultades
sensibles del alma, que se desprenden de las consolaciones y placeres mundanos, y se
orientan hacia la fe y la esperanza. La segunda se refiere a la purificación de las facultades
intelectuales y afectivas del alma, que se desprenden de las imágenes y conceptos que limitan
su conocimiento y amor de Dios, y se orientan hacia la contemplación y la unión mística.
Ambas noches oscuras son necesarias para alcanzar la perfección y la felicidad espiritual.
La noche oscura no es una experiencia exclusiva de los santos o los místicos, sino que
puede ocurrirle a cualquier persona que tenga un anhelo de Dios o de una vida más plena y
auténtica. La noche oscura puede ser provocada por diferentes circunstancias, como una
pérdida, una enfermedad, una crisis existencial, una decepción, un cambio radical, etc. La
noche oscura puede durar desde unos días hasta varios años, dependiendo de la persona y de
su grado de resistencia o entrega al proceso. La noche oscura puede ser muy dolorosa y difícil
de comprender, pero también puede ser una fuente de gracia y de sabiduría, si se vive con
confianza, paciencia, humildad y oración. La noche oscura puede ser el camino hacia la luz y la
paz interior.
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Don Bosco, especialmente como sacerdote, enfrentó muchas dificultades, pero también
pruebas de fe, esperanza y caridad. Algunas de las principales dificultades que tuvo que
afrontar fueron:
La pobreza y la falta de medios para estudiar y realizar su obra educativa. Don Bosco
tuvo que trabajar desde niño para ayudar a su familia y para costearse sus estudios. Cuando
fundó el Oratorio, no tenía un lugar fijo ni recursos suficientes para atender a los cientos de
jóvenes que acudían a él. Tuvo que recurrir a la Providencia y a la generosidad de los
benefactores para poder sostener su obra.
La oposición y la incomprensión de algunas autoridades civiles y religiosas. Don Bosco
tuvo que enfrentarse a la hostilidad de algunos políticos y funcionarios que veían con recelo su
labor social y su influencia entre los jóvenes. También tuvo que sufrir la desconfianza y el
rechazo de algunos obispos y sacerdotes que no entendían su método educativo ni su estilo de
vida. Algunos llegaron a acusarlo de hereje, de loco, de ambicioso, de rebelde.
La enfermedad y el cansancio físico y mental. Don Bosco se entregó totalmente a su
misión, sin escatimar esfuerzos ni sacrificios. Su intensa actividad apostólica, su dedicación a
los jóvenes, su viajes misioneros, su escritura de libros y artículos, su dirección de la
Congregación Salesiana, su atención a los problemas de la Iglesia y de la sociedad, todo ello le
pasó factura a su salud. Sufrió varias crisis de bronquitis, de asma, de reumatismo, de
agotamiento nervioso, que lo pusieron al borde de la muerte.
Don Bosco superó todas estas dificultades con la ayuda de Dios, de la Virgen María, de
sus colaboradores, de sus amigos y de sus hijos espirituales. Su vida fue un testimonio de
santidad, de alegría, de amor y de servicio a los demás.
Si Jesucristo, quien es nuestro Maestro y Guía, terminó incluso en una Cruz, condenado
como rebelde y hereje ¿por qué nosotros tendríamos que ser tratados mejor? Dice Tomas de
Kempis en la Imitación de Cristo: “No hay cosa más acepta a Dios, ni más saludable para ti en
este mundo, que padecer gustosamente por Cristo”. Y dice 1 Pedro 5, 10: “Y, después de que
ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a
su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables”.
Este pensamiento nos ha hecho siempre fuertes para no temer las pruebas de la
existencia y las pruebas en la Misión, porque tenemos siempre en la mente que todo esto que
hemos hecho es propiedad absoluta del Altísimo (Romanos 11, 36; Hechos 5, 38-39).
En una obra como Don Bosco Kep, una de las preocupaciones diarias es siempre la
sostenibilidad de la obra, En nuestra delegación salesiana de Camboya siempre hemos
hablado de este punto. La pregunta ha sido siempre cómo hacer que nuestros proyectos
puedan subsistir sin tener que depender de la ayuda de terceros. En esa carrera, se ha creado
incluso una oficina de planeación y desarrollo y se han propuesto cosas como involucrarnos en
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proyectos lucrativos que generen ingresos que puedan ser utilizados en los proyectos en favor
de los jóvenes.
En este punto he sido siempre crítico, aunque he apoyado todas esas iniciativas. Para
mí, nuestras obras siempre están y deben estar en el terreno de la caridad, un concepto que
parece avergonzar a muchos. Pareciera mejor crear unidades de planeación que parecen muy
modernas en las cuales nos comportamos como magnates productores de dinero. En nuestro
propósito de acompañar al pobre, debemos mirar al ángel de la abundancia, pero a la vez estar
parados sobre la roca perfecta de nuestra propia fe y del propósito de nuestra misión. Dice
Lucas 12, 15: “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la
abundancia de los bienes que posee” y Filipenses 4, 12 dice: “Sé vivir humildemente, y sé tener
abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener
hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad”.
El Papa Francisco ha hecho varias menciones acerca del problema de la Iglesia
Católica vista como una organización no gubernamental:
La Iglesia no es una organización asistencial, una empresa, una ONG, sino que es una
comunidad de personas, animadas por la acción del Espíritu Santo, que han vivido y viven la
maravilla del encuentro con Jesucristo y desean compartir esta experiencia de profunda alegría,
la experiencia de la resurrección, con los demás (Papa Francisco, Homilía de la Misa de
Pentecostés, 19 de mayo de 2013, Plaza de San Pedro).
La Iglesia –lo repito una vez más– no es una organización asistencial, una empresa, una
ONG, sino que es una comunidad de personas, animadas por la acción del Espíritu Santo, que
han vivido y viven la maravilla del encuentro con Jesucristo y desean compartir esta experiencia
de profunda alegría, el mensaje de salvación que el Señor nos trajo (Papa Francisco, Jornada
Mundial de las Misiones, 6 de agosto de 2013, Mensaje dirigido a los obispos, sacerdotes,
religiosos, religiosas y fieles laicos).
La Iglesia no es una organización asistencial, una empresa, una ONG, sino que es una
comunidad de personas, animadas por la acción del Espíritu Santo, que han vivido y viven la
maravilla del encuentro con Jesucristo y desean compartir esta experiencia de profunda alegría,
el mensaje de salvación que el Señor nos trajo. Es el Espíritu Santo el que guía a la Iglesia en
este camino (Papa Francisco, Audiencia General, 16 de octubre de 2013, Plaza de San Pedro).
Todas estas ideas de crear proyectos para la sostenibilidad, deben ser realizados con
sumo cuidado y, antes que nada, una mente mística, con la mirada puesta en el Altísimo.
Dejarnos llevar por la corriente del mundo, hablar en términos empresariales o con ideas
asistencialistas, puede destruir a la Misión misma. En Camboya, el nombre de Don Bosco está
incrustado en el corazón de los camboyanos de todos los niveles. Desde los más humildes a
los empresarios y a los políticos, no porque Don Bosco se haya comportado como una
corporación, sino porque lo ha hecho como un apóstol del Señor, del lado de los más
oprimidos.
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Nuestro término clave será siempre la caridad. Frente a este, dice 1 Corintios 13, 4-7:
“La caridad es sufrida, es benigna; la caridad no tiene envidia, la caridad no es jactanciosa, no
se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal; no se
goza en la injusticia, mas se goza en la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo
lo soporta”.
El padre John Visser me enseñó mucho en este sentido. Recuerdo siempre muchas
frases que solía decir, las cuales he tomado para mí mismo. Una vez le insinué que sentía una
cierta vergüenza si tenía que pedir cosas para los pobres y me respondió: “No tienes porque
avergonzarte, porque estás pidiendo para los pobres, no para ti mismo. Por otra parte, cuando
el rico da a los pobres, en realidad está devolviendo”. Otra frase que dijo fue: “Si siempre estás
del lado de los pobres, siempre tendrás ayuda y Dios siempre estará contigo”.
Por un tiempo algunos hermanos insinuaron la idea de crear planes de negocios para
recaudar fondos y suspender la solicitud de ayuda de benefactores. No creo que eso deba
hacerse, porque nuestra identidad se basa en la caridad. No pedimos para nosotros, pedimos
para los pobres y lo hacemos con todo el amor de Cristo.
En estos 12 años nunca hemos tenido serias crisis económicas. Nunca faltó la comida
para nuestros estudiantes, nunca me quedé corto en salarios, siempre tuvimos ayudas para
dotar las facultades de elementos de estudio. Doy gracias a la Providencia por todo este
acompañamiento y creo firmamento que el ángel de la abundancia siempre ha estado de
nuestra parte y seguirá haciéndolo desde que no olvidemos que Dios es el auténtico superior,
el jefe, el dueño de todas estas obras.
En 2015 pasó un evento trágico en nuestra obra, el cual recuerdo como la noche más
oscura de nuestra historia como escuela. Cuatro profesores decidieron pasar una noche de
copas en un club de Kep. A las dos de la mañana regresaron en dos motocicletas. La primera
motocicleta era grande y nueva, de una gran velocidad, en la cual viajaban dos profesores. La
segunda, una motocicleta más pequeña y viaje, viajaban los segundos. Estos últimos eran el
profesor Rith y el profesor Soon de hospitalidad. Los cuatro profesores iban pasados de copas.
Al comenzar el viaje de regreso a la escuela, el profesor Rith, que estaba más sobrio, le sugirió
a Soon que él conducía, pero este se negó porque era su motocicleta. Los camboyanos en
general no discuten ni tratan de convencer y Rith se subió como parrillero, sabiendo que su
compañero de trabajo iba evidentemente más ebrio que él.
Soon aceleró la motocicleta en un intento de ir a la misma velocidad de la primera moto,
más grande y nueva. Cuando iban en una curva que por cierto no es muy pronunciada, sin
darse cuenta se salió de la carretera y se estrelló contra un árbol muy pequeño. Los dos
salieron disparados de la motocicleta y Soon cayó sobre un montículo de piedras quedando
terriblemente herido. Los que iban adelante se dieron cuenta que los otros no estaban
siguiendo y se devolvieron. Cuando los vieron, ambos corrieron a auxiliarlos y Rith, que parecía
menos herido, agonizó en los brazos de uno de ellos. El primer profesor, sin saber qué hacer,
no pensó que podía hacer alguna llamada, buscar una ambulancia o llamar a la policía. Su idea
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fue regresar a Don Bosco y coger uno de los carros sin avisarme. Tal vez estaba
completamente en pánico. Cuando llegó al lugar del accidente, ya había perdido tiempo
precioso.
Pusieron a los heridos en el carro y fueron al centro de salud de Kep. En Camboya, los
centros de salud son espacios en realidad muy poco preparados. Los que estaban allí
remitieron inmediatamente a los dos heridos al centro de salud de Kompot, es decir, a unos 30
km de distancia.
Aún no me llamaban. Cuando viajaron hasta Kompot, llamaron a otro profesor y fueron
a ese centro de salud. Los entraron en la sala de emergencia y salió un médico de edad media,
de aspecto duro, quien les dio una observación rápida y dijo: “Este ya se murió y este va a
morir en la próxima hora”. Cuando ese médico sin alma les anunció eso, entonces decidieron
llamarme.
Inmediatamente tomé el carro y viajé hasta Kompot. El carro que habían utilizado es un
jeep con un volco. Al verme, estaban aterrorizados, seguro temían que me enfadaría o que los
acusaría. Pero toda mi preocupación estaba en los heridos. Me señalaron que Rith había
fallecido y que su cadáver estaba en el volco. Cuando me acerqué a verlo, casi me desmayo. Vi
el cadáver de mi querido profesor de hospitalidad allí tirado como si fuera algo que ya no
servía. En su cuerpo no había siquiera sangre, por lo que entiendo que recibió un gran golpe en
su cerebro. Por otra parte me dijeron que los que lo trataron, le habían robado la billetera con el
dinero que llevaba. Para mí esa escena ha sido una de las más amargas de mi vida. Pensé en
su madre en Sihanoukville, una anciana que tenía dos hijos: Rith, el cual tenía sin vida frente a
mis ojos y una hija en una silla de ruedas.
Me llamaron para decirme que Soon estaba agonizando y que iban a llamar a su familia
también en Sihanoukville. Cuando llamaron a su familia, esta no entendió muy bien la gravedad
del asunto. Pensaban que era un accidente menor. Los profesores le preguntaban al médico si
había alguna esperanza de que sobreviviera. El médico amargo les dijo que si lo llevaban a
Vietnam, posiblemente había una esperanza, pero que podía morir en el camino. Pronto se
organizó una ambulancia y algunos profesores se ofrecieron a ir hasta Vietnam, porque no se
podía esperar a la familia. Soon estaba totalmente devastado, con sangre por todas partes y se
quejaba mucho, pero parecían unas convulsiones inconscientes. Recuerdo que cuando dije su
nombre, pareció reaccionar.
Despedí a Soon en la ambulancia porque no podía viajar, ya que requería una visa.
También tuvimos que avisar a la madre de Rith sobre la pérdida de su hijo, un acto de gran
amargura. A la mañana siguiente llevaron su cadáver a Sihanoukville. En los días siguientes
recibimos noticias de la familia de Soon en Vietnam en donde nos decían que éste había
sobrevivido y le habían hecho numerosas operaciones. Eso fue un motivo de esperanzas para
todos. Pero al mes, cuando lo trajeron, comenzó un nuevo drama: Había pérdido
completamente la memoria y no reconocía a nadie.
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Tal vez hemos tenido otras situaciones difíciles, cosas que hemos tenido que decidir y
grandes pruebas. Pero cuando alguien me pregunta cuál ha sido el problema o la situación más
difícil que hemos vivido en Kep, de inmediato pienso en Rith, que era un excelente profesor y
en Soon que vive, pero que ya no es el mismo ni lo podrá ser. Los otros dos profesores
heredaron un trauma que pronto los hizo retirar de la escuela, especialmente el que vio a Rith
morir en sus manos y la sensación de que ellos mismos causaron esta tragedia tan sólo por
pasarse de copas e irse a conducir a toda velocidad en sus motocicletas.
Mentalidad camboyana
Desde que llegué a Camboya como joven seminarista salesiano en 1999, siendo
comunicador social y periodista, he leído muchos libros y documentos acerca de Camboya y su
cultura. Un país, por más pequeño que sea, es un universo y nunca se termina de conocer lo
suficiente. Al mismo tiempo, la manera en la que uno ve a su propio país, es diferente de la
manera en la que lo ven los extranjeros.
Como misioneros dentro de la Iglesia Católica y misioneros post conciliares, es decir, de
estos tiempos después del Concilio Vaticano II, hablamos mucho de inculturación, un término
más bien del ámbito de las lenguas latinas, porque es más difícil expresarlo en las lenguas
anglosajonas como inculturation. Lo que entendemos es que el misionero extranjero pone todo
su empeño por, de alguna manera, hacerse parte de la cultura a la que llegue, verse lo menos
extranjero posible y, de esa manera, predicar el Evangelio como uno de todos.
Cuando era un muchacho de los grupos juveniles de mi parroquia Santa María del
Carmen en el barrio Doce de Octubre de Medellín, teníamos un padre maltés, el padre Alberto,
que queríamos - y queremos - mucho. Tenía el cabello blanco y un acento que nos llamaba
mucho la atención. Una vez nos contó su vida y sus experiencias de ser un misionero de su
país europeo, Malta, que es una isla pequeña en medio del Mediterráneo. Él dijo algo que
ahora entiendo muy bien: “Por más esfuerzo que haga uno en parecerse al pueblo en donde
está, la gente siempre sabrá que no eres de ahí, siempre tendrás algo de extranjero”.
Sin embargo, una cosa es ese esfuerzo por hablar, pensar y trabajar como el pueblo
que uno sirve y otra cosa es la manera en que ese pueblo te mire. Cuando nace el amor, el
sentido de agradecimiento, el compartir, esas diferencias notables se van esfumando.
Una de las principales puertas de la inculturación es el idioma. Antes que cualquier
compromiso, el misionero debe dedicar tiempo y espacio para dicho estudio. Si bien un
misionero joven tiene una gran ventaja en este sentido, los misioneros de edad no deben
justificarse en no estudiar, porque trabajar - y más serio aún, vivir - en un país en donde todo
debe traducirse, es una cadena infinita de situaciones.
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Aparte del idioma, conocer la historia, la cultura, las tradiciones, las religiones y la
manera de pensar es un deber.
Por instinto, un extranjero (sea este un misionero, migrante, turista o alguien de
negocios que viene a pasar un tiempo en el país), tiende a apegarse a su propia cultura,
expresado en hablar su idioma natal, buscar a personas de su país o de su cultura, frecuentar
la cocina de su propia tierra y otras cosas visibles que le dan unas seguridades mientras
convive en el país que sirve. Pero también hay muchos otros elementos que pueden ser más
complicados, como el querer imponer su manera de pensar, comparar las cosas del país con el
propio, añorar la sociedad que dejó para irse a las misiones e incluso tratar de que los
camboyanos aprendan y se comporten como los de su país. Una cosa que he visto en algunos
misioneros que encuentran difícil dedicarse a la lengua, es la de querer enseñar la suya propia
a los camboyanos. Eso da una cierta sensación de control.
Los camboyanos son, en general, muy pacientes. Yo me imagino siempre que estoy en
Colombia y que soy un joven en una escuela como estudiante y que viene a trabajar a esa
escuela como supervisor un chino que no habla español y que nos da indicaciones de lo que
debemos hacer. Los latinoamericanos en general somos directos y decimos las cosas como
son, sin temor a las jerarquías. Pero los asiáticos son casi todos protocolarios, excesivamente
prudentes, bastante pacientes y calculadores.
Muchos extranjeros procedentes de culturas primarias como los europeos,
norteamericanos, pero también los chinos y coreanos, encuentran en Camboya una sociedad
perfecta para desahogar sus egos reprimidos y su prepotencia. A cada momento encontramos
noticias sobre incidentes causados por extranjeros, como el que vive con una camboyana y le
grita todas las noches, causando la molestia de los vecinos, hasta que estos lo sacan por la
violencia. Extranjeros que conducen como locos por las calles de un país sin disciplina de
tránsito y después explotan en histeria cuando las autoridades los detienen. Extranjeros que
gritan en los bancos, en las oficinas, incluso en inmigración, exigiendo ser atendidos como
clientes de primera clase.
Siempre he comparado a Camboya y Tailandia, porque tienen mucho de común en sus
historias. Los tailandeses son una versión moderna de Camboya, si se puede decir algo así.
Siendo como son, muy amables, pero diplomáticos y pacientes, uno ve que en Tailandia ven a
los occidentales como una fuente de dinero, pero a la vez hay una molestia evidente en un país
en donde es un delito social el alzar la voz o molestarse de manera evidente. Seguramente,
mano a mano que los camboyanos se sienten menos necesitados que los extranjeros,
comenzarán a comportarse muy similar a los tailandeses.
En estos 12 años de trabajo en Don Bosco Kep, he profundizado mi conocimiento de lo
que conocemos como mentalidad camboyana. El padre francés François Ponchaud (Misiones
Extranjeras de París), célebre por haber sido el primero que en Occidente denunció a los
jemeres rojos con su libro Camboya, año cero, escribió mucho sobre la cultura camboyana. En
uno de sus artículos hace una síntesis de la mentalidad camboyana y afirma que se trata de
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una cultura muy difícil de entender. El padre Ponchaud, en una conferencia a la que asistí hace
muchos años en Phnom Penh, contaba la siguiente anécdota:
“Una vez fui invitado por la embajada china para despedir al embajador que se iba y en
la cena este me preguntó qué hacía. Le conté que escribía libros sobre el idioma jemer y sobre
la mentalidad camboyana. Me preguntó entonces: ¿Usted entiende a los camboyanos? Le
respondí que lo intentaba. Entonces me dijo: “Vea usted, en todo este tiempo en este país, yo
no pude entenderlos”. Cuando él me dijo eso, un chino, que no entendía a los camboyanos,
entonces me convenció que era cierto, no es fácil”.
En lo personal pienso que es posible entender a los camboyanos, como a todos los
pueblos del mundo, si sólo sabemos entrar con humildad. Si uno decide irse a las misiones,
debe entender que tenemos que dejar a nuestro país y eso implica que no es dejarlo sólo
físicamente sino en muchos otros sentidos. Tenemos que dejar de alguna manera nuestro
propio idioma, nuestra propia mentalidad, nuestra propia cultura y entregarnos no sólo a
conocer la cultura en la que vivimos, sino en la que luchamos, trabajamos, construimos.
Cuando veo lo que hemos hecho en Don Bosco Kep, imagino que muchos pensarán
que todo esto ha sido posible gracias a la ayuda internacional y a mi propio empeño.
Ciertamente hay de todo, pero todo esto no hubiera sido posible sin la participación directa de
los camboyanos que han estado aquí conmigo desde el principio. Para mí, los camboyanos son
los primeros, porque este es su país y yo soy solamente un servidor. Ponemos a su servicio
nuestros talentos, los valores de cosas como la salesianidad, la religiosidad, las experiencias.
La mentalidad de un pueblo no se define sólo a través de acciones, maneras de
resolver situaciones o los paradigmas sociales, culturales y espirituales. Esta se define a través
de vivir con ellos, día y noche, mientras rompemos las burbujas culturales que consciente o
inconscientemente podemos hacer a nuestro alrededor.
Podría decir algunas cosas acerca de los camboyanos y su mentalidad:
Primero que todo, los camboyanos no son una única etnia. Se trata de varios grupos
étnicos que han convivido en este territorio por siglos. Para mí ha sido fascinante descubrir la
riqueza cultural de los pueblos indígenas camboyanos y también la vocación profunda del
jemer por la Madre Tierra. En el fondo, los camboyanos todos son un pueblo natural. Esto me
hace admirar a los camboyanos y espero que no pierdan nunca esa inocencia, esos juegos
naturales, esas danzas, esa manera de vivir en medio de las selvas, en casas de bambú y paja,
en una simplicidad total, en casas sin divisiones de paredes, sin muebles, sólo con esteras,
sentados por tierra, con una practicidad increible, sin complicarse por muchas cosas que para
los occidentales es un lío. Nada más grato que llegar a una casa campesina camboyana y ver
sus sonrisas amplias y su intención de dar la bienvenida con lo que tienen. Hace muchos años
hice una visita a un grupo de estudiantes en una aldea. Para llegar allí, tuvimos que conducir
por lo menos dos horas por unas carreteras que entonces eran terribles. Cuando llegamos, les
dije que necesitaba descansar primero un poco y me tiré sobre el pasto debajo de un árbol.
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Estaba allí tirado, con un día hermoso, en una zona campesina llena de animales y de plantas,
cuando vi una visión increíble: Los muchachos bajaban una cama matrimonial del rancho. Las
casas camboyanas rurales están sobre cuatro zancos y las mujeres duermen en la parte de
arriba. Bajar una cama matrimonial es todo un evento, porque hay que sacarla por una puerta
pequeña, trascender la escalera y llegar abajo. Les pregunté que para quién era esa cama y
me respondieron: “Para usted, padre”. Me quedé impresionado. ¿Será quizá esto lo que no
entienden muchos de este pueblo tan noble, tan especial? ¿Será acaso que en este mundo
materialista que vivimos, ser tan amable es raro?
La globalización y el deseo de desarrollar al país a la manera occidental, pone en
peligro esa actitud, así como jóvenes que quieren ir a residir en Phnom Penh, vivir en casas
occidentales que nada tienen que ver con esas casas simples de madera en medio de los
arrozales o las plantaciones de coco o las selvas. Para el camboyano típico, tener un buen
terreno para cultivar el arroz, tener cerca canales o estanques de agua y mantener sus
animales, es el principio de la armonía del universo. Entonces irse a vivir a una ciudad, en un
apartamento pequeño, encerrado, con vecinos que apenas sí conoce, es una auténtica
destrucción.
Esa sencillez siempre la he querido preservar. En estos 12 años les he insistido en que
está bien ser campesino, que la sencillez es un valor, que las casas de madera son más
saludables, que sembrar es un acto divino, que cuidar a los animales es un deber. Hemos
creado lo que llamamos las noches culturales en las cuales pueden expresar sus danzas
tradicionales, sus juegos, su música y su diversión, porque en ellas está el alma de su pueblo,
de sus ancestros.
No se trata de defender el medio ambiente, los bosques, los mares y el planeta entero
sin los humanos. Estos son parte de la Creación y los guardianes. En esto, los pueblos
naturales tienen la voz cantante, porque ellos saben hablarle a la Creación, defenderla y
cuidarla. En eso entiendo yo a la mentalidad camboyana. Quien no la entiende, es porque no
entiende los ciclos de la naturaleza.
Religión
La religión pura y sin mácula delante de nuestro Dios y Padre es esta: visitar a los
huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y guardarse sin mancha del mundo (Santiago 1,
27).
Con esta cita bíblica quiero comenzar mi reflexión sobre la religión en Don Bosco Kep
durante estos doce años de apostolado. El 7 de marzo de 2013, cuando tuvimos la ceremonia
de apertura oficial de la escuela con la presencia del ministro de educación Im Sothy (Q.E.P.D.),
hicimos un triduo. Dos días antes invitamos a los líderes de la mezquita de la aldea Cham, que
es de camboyanos musulmanes, para que hicieran, según su religión, un rito de bendición. Al
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día siguiente invitamos a los monjes budistas de la pagoda cercana para hacer lo mismo. En un
acto más sencillo, invitamos a uno de nuestros alumnos indígenas del pueblo Kreng de
Ratanakirí, Seun Bunny, a realizar así mismo un rito de bendición. Fue muy simple, porque en
Ratanakirí los ritos incluyen el sacrificio de un buey, lo cual omitimos. Por último, el obispo de
Camboya, Monseñor Schmitthaeusler, vicario apostólico de Phnom Penh, celebró la Eucaristía.
Fue una bendición ecuménica que nos permitió enviar un mensaje al territorio y a sus
comunidades de que nuestra escuela estaba abierta a las diferentes religiones y creencias.
Ese mismo año, el 2013, para el mes de octubre, durante la semana de inscripciones,
muchos jóvenes vinieron con sus familias y, el último día, vi una auténtica procesión de familias
musulmanas venir a la escuela a inscribir a sus hijos.
Los porcentajes de religiones en la escuela durante todo este tiempo, siempre han
reflejado aquellos del país. La mayoría son budistas, por lo menos el 90 por ciento, y el 10 por
ciento restante se divide en musulmanes (la mayoría, posiblemente con un 8 por ciento) y el 2
por ciento restante sería de indígenas, cristianos y, también hay que incluirlos, agnósticos. Hay
que recordar que los conflictos de la Guerra Fría que afectaron a la Indochina, fue un conflicto
con los comunistas, los cuales son responsables de persecuciones religiosas y la instauración
de un materialismo ateo. Por eso mismo, no es raro encontrar entre los camboyanos personas
que no se sienten apegadas a ninguna religión en particular ni tienen ideas metafísicas de la
vida. Este elemento seguramente va a tener mayor adopción con los procesos del desarrollo
contemporáneo camboyano, el cual se basa fundamentalmente en la tecnocracia sin Dios.
Quiero hacer una breve descripción de las religiones camboyanas con las cuales
convivimos y que son para mí motivo permanente de estudio y convivencia:
Budismo theravada
La mayoría de los camboyanos contemporáneos se identifican con el budismo de
theravada, que es una de las principales escuelas del budismo. Tal como el cristianismo se
divide en una infinidad de ramas, iglesias o tradiciones, lo mismo pasa con el budismo, el cual
es al menos 500 años más antiguo que el cristianismo y contemporáneo al judaísmo.
Theravada es la escuela más antigua. Se podría llamar budismo ortodoxo. Este dice preservar
la doctrina de los ancianos porque considera que conserva la tradición original que Buda
transmitió a sus primeros discípulos. La Biblia de los theravada es el Tipitaka o también es
conocido como Canon Pali, el cual es la colección de textos sagrados y discursos del Buda
escritos en lengua pali. Camboya no es el único país de theravada. Esta religión está bien
difundida en países como Sri Lanka, de donde se difumina hacia la península Indochina,
especialmente lo que hoy es Tailandia, Myanmar, Camboya y Laos.
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En el budismo se quiere alcanzar el nirvana que es el estado de liberación del
sufrimiento. Para ello es necesario seguir el Óctuple Noble Sendero, una guía ética. Una
persona puede alcanzar el nirvana convirtiéndose en monje, pero también un laico puede
hacerlo si sigue dicho sendero en su vida cotidiana. En este camino la meditación, la disciplina
monástica, la purificación de la mente y el desarrollo de la sabiduría son esenciales.
El budismo theravada es la religión oficial del Estado camboyano, tal como está
consagrado en la Constitución del Reino. Los monjes budistas tienen un estatus superior en la
vida política, social y religiosa del país, al punto de que el mismo rey de Camboya les rinde
honor. Muchos eventos políticos, sociales y civiles, incluyen ceremonias budistas en las cuales
los monjes realizan bendiciones. Las mujeres pueden unirse a una pagoda como donchí, pero
en este sentido la jerarquía theravada es, como la católica, más bien masculinista. Una donchí
no tiene el mismo estatus que un preah song, monje. En otras ramas del budismo como el
mahayana en China, Corea o Japón, e incluso en el budismo tibetano, las mujeres han estado
abriendo pasos gigantes para ser reconocidas con el mismo estatus que los hombres cuando
ingresan a un monasterio. Es muy curioso que muchas mujeres occidentales se unen al
budismo, con sentimientos de desilusión con el cristianismo de sus culturas, para encontrar
situaciones similares como esta.
En las pagodas, que son extraordinariamente hermosas, llenas de arte sagrado como
pinturas y estatuas, es posible encontrar la imagen de hombres y mujeres del común que son
venerados como budas, es decir, los iluminados, aquellos que alcanzaron el nirvana o, en
traducción cristiana, santos. No es necesario ingresar a un monasterio para alcanzar la
santidad, sólo que seguramente el trabajo debe ser más intenso si alguien permanece en el
mundo, sometido a la ruleta del destino, que es el círculo de dolor-placer-dolor que hay que
romper.
Muchas personas en occidente ven el budismo o el hinduismo con interés por la idea de
la reencarnación. Esta parece una idea fascinante y, posiblemente más fácil de entender que la
idea de la resurrección en el cristianismo. Lo cierto es que hay una profunda confusión, porque
la idea de reencarnar no es vista como algo positivo en la doctrina budista. Cuando el alma de
una persona tiene que reencarnar, es lo mismo que regresar a un infierno, que es el dolor de
este mundo. El Buda, cuando alcanzó su nirvana, rompió ese ciclo de reencarnaciones y no
reencarna más, porque está en el cielo, en el máximo lugar de la perfección del alma. El
nirvana significa que no hay que reencarnar. Cuando comparas esta idea de la reencarnación
con la de la resurrección, encuentras que no son ni la misma cosa ni la misma categoría. La
resurrección tal cual la representa la Biblia y en particular Jesucristo, es más en el tono de
alcanzar el nirvana. Reencarnar no es regresar siquiera en este mismo cuerpo físico presente,
sino entrar en otra dimensión: “Cuando los muertos resuciten, los hombres y las mujeres no se
casarán, pues serán como los ángeles que están en el cielo” (Mateo 22, 30).
Los occidentales realizan muchas acciones que imponen sin darse cuenta. Por ejemplo,
en los últimos años muchos jóvenes camboyanos celebran el cumpleaños, especialmente
atiborrados por ritos occidentales a través de las redes sociales. Pero celebrar el cumpleaños
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es un rito basado en el cristianismo que celebra el nacimiento del Cristo, cuyo acto tiene que
ver con la salvación del mundo: “Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es
Cristo el Señor” (Lucas 2, 11). En el budismo, en cambio, el nacer es, como dije arriba, una
especie de castigo, el cual nos permite pagar por nuestras culpas pasadas, lo que se conoce
como karma. Quien nace, quiere decir que dejó muchas cosas pendientes. Por esta razón,
cuando a una persona en Camboya le suceden tragedias, muchos lo entienden como un karma
antiguo que esa persona está pagando. Hace muchos años en Poipet, supe por las noticias de
una mujer que era golpeada por su marido en la calle. Sucedió que un agente de la policía
pasó por allí y arrestó de inmediato al hombre, llevando a la pareja a la estación. Cuando el
agente le pidió a la mujer que firmara una denuncia contra el hombre por maltrato familiar, esta
respondió así: “Señor, él es mi marido y cuando él me golpea, estoy pagando mi karma, de
cosas que hice en vidas pasadas. Así que no voy a firmar nada”.
Cuando vine a Camboya en 1999, nadie celebraba un cumpleaños, en cambio, los
funerales tenían, en medio de la tristeza o nostalgia, un dejo de gozo. El funeral es en realidad
una celebración por la desencarnación y la oportunidad de llegar al nirvana, al paraíso. Se
prepara una cena y los monjes budistas invitados hacen cantos cuyo contenido repite los
dogmas del budismo, en donde se envían mensajes al difunto en el sentido de que la muerte
no es una tragedia sino una oportunidad de ascender y que su alma debe seguir las rutas del
cielo.
Cuando nace un niño, al menos en las generaciones mayores, porque ahora las nuevas
generaciones quieren imitar a los occidentales sin entender sus contextos y muchos
occidentales imponen sus ritos sin darse cuenta tampoco, el evento es muy simple. Una cosa
que un camboyano tradicional budista hace es no dar un nombre inmediatamente al niño, esto
basado en una espiritualidad más antigua que el budismo en Camboya: La religión del Neak
Tha. Los camboyanos creen en los espíritus de la naturaleza y en la posibilidad de que muchos
de esos espíritus quieren robarse a sus niños. El nombre de una persona es un tabú en
Camboya. Una persona no debe mencionar el nombre de otra en público y se prefiere dirigirse
a ella según el rango de su edad (hijo, sobrino, tío, abuelo…), su profesión o su estatus. Al año
de nacer el bebé se hace una fiesta, la cual tiene como objetivo proteger al niño y a sus padres
de malas influencias. El nacimiento de Siddharta, quien sería el Buda, es un relato muy
hermoso. Siddharta nació en el año 624 a. de C. en Lumbini, un lugar que ahora pertenece al
Nepal, pero que en aquel tiempo era parte de la India. Su madre, la reina Mayadevi, soñó que
un elefante blanco descendía del cielo y entraba en su seno, lo que indicaba que el niño era un
ser especial que venía de la tierra pura de Buda Maitreya. Al dar a luz, la reina no sintió dolor,
sino una maravillosa experiencia. El niño nació de su costado, y fue recibido y venerado por los
dioses Brahma e Indra, que le ofrecieron abluciones. Su padre, el rey Shudhodana, se alegró
mucho al ver al niño y le puso el nombre de Siddharta. Un brahmín predijo que el niño sería un
gran rey que gobernaría el mundo, o un ser iluminado que salvaría a la humanidad del
sufrimiento.
Hay otro relato muy popular en Camboya, en el cual el niño Siddharta, al nacer, camina
sobre siete lotos. Según esta leyenda, el Buda nació de forma milagrosa del costado derecho
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de su madre, la reina Mayadevi, que estaba de pie bajo un árbol de sal. El niño salió limpio y
resplandeciente, sin necesidad de ser lavado. Inmediatamente después de nacer, el niño se
puso de pie y dio siete pasos en cada una de las cuatro direcciones: norte, sur, este y oeste. En
cada paso, una flor de loto brotó del suelo para sostener su pie. Al llegar al séptimo paso, el
niño levantó la mano derecha y proclamó: "Yo soy el más excelso en el mundo; este es mi
último nacimiento; no hay más renacimiento para mí". Luego, bajó la mano y se acostó en el
suelo, adoptando la postura de un león.
Esta leyenda simboliza el carácter extraordinario del Buda, que desde su nacimiento
mostró signos de ser un ser iluminado y destinado a liberar a todos los seres del sufrimiento. El
hecho de que caminara sobre siete lotos representa su pureza, su sabiduría y su compasión,
así como su dominio sobre los siete factores de la iluminación. El hecho de que hablara al
nacer indica su capacidad de enseñar el Dharma, la verdad universal. El hecho de que
anunciara su último nacimiento revela su conocimiento de sus vidas pasadas y su
determinación de romper el ciclo de la existencia condicionada. El hecho de que adoptara la
postura de un león expresa su confianza, su autoridad y su valor. Esta leyenda se encuentra
representada en muchas pagodas camboyanas, con estatuas en donde se ve a su madre
aferrada a la rama de un árbol y el bebé sobre un loto con su mano derecha levantada.
Como todas las religiones que son masivas en un país, el budismo camboyano se
práctica a fuerza de tradición, sin que ello signifique que quienes lo practican entienden o creen
en lo que hace. Lo mismo pasa en Latinoamérica con el catolicismo y en todas partes en donde
una religión es mayoría e incluso tiene prebendas políticas como ser “religión de Estado”.
Muchos occidentales que se han hecho budistas en sus países - yo siempre he dicho
que, tal como el arroz chino, hay un budismo adaptado a cada gusto allí en donde se ha
exportado, cuando vienen a Camboya con esta idea de que es un país budista, obtienen un
gran choque. Lo primero que quieren ver es cómo el budismo funciona en una sociedad como
religión mayoritaria. ¿Crearía una mejor sociedad en comparación al cristianismo? Ciertamente
conocer la historia de los conflictos recientes de la sociedad camboyana no parece muy budista
desde esa perspectiva que es una idealización del budismo. Y ciertamente, en el conflicto
bélico camboyano, especialmente durante el régimen de Pol Pot y los jemeres rojos, ideas
budistas tuvieron una parte en el auto-genocidio del pueblo jemer. Los perpetradores de la
matanza de más de un millón 700 mil personas en menos de tres años (1975-1978) han
expresado en los juicios que pretendían construir una nueva sociedad, libre de la burguesía y
eso incluía llevar a cabo una acción de karma. Al ejecutar a los que ellos llamaban “los nuevos
camboyanos”, que eran los habitantes de las grandes ciudades antes de la guerra, facilitaban la
reencarnación de los mismos en gente nueva, libres de ideas y acciones burguesas. Los
jemeres rojos son quizá el primer grupo comunista extremo que mezcla el marxismo-leninismo
con el budismo.
No es culpa del budismo en sí, como tampoco la inquisición es culpa del cristianismo.
Se trata de lo que una persona o un grupo hace con ideas religiosas que entiende a su modo.
Siempre tendremos el riesgo de individuos como Pol Pot, pero también de otros con ideas
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superiores como Gandhi. La idealización de una religión es, en sí, un error, porque toda religión
es un instrumento hacia un Bien Superior. La religión viene por emanación de dicho Ser
Supremo… No al contrario. En todo el tiempo que he vivido en Camboya, he conocido a
muchos occidentales que se han hecho budistas y han querido comparar al budismo con el
cristianismo, haciendo una elección budista sobre elementos utópicos que después se estrellan
contra los fundamentos de una religión masificada.
En nuestra escuela Don Bosco Kep en donde la mayoría de nuestros estudiantes y
profesores son budistas, siempre he defendido el derecho que tienen todos mis budistas a
conocer, respetar y mantener su propia religión, mientras abren las puertas a un diálogo con
otras espiritualidades y culturas. Queremos evitar la comparación de las religiones, lo cual es
en sí algo poco espiritual. Si creemos en el mundo espiritual - es decir, de los espíritus - ¿por
qué tendría que presentarse una religión como si fuera un partido político, una secta o una
empresa comercial? “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde
viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (Juan 3,8).
Pero dentro del budismo camboyano se ocultan otras religiones. Una de ellas es el
brahmanismo, el cual es más antiguo que la religión del Buda y que llegó a Camboya a
principios de la era cristiana con el advenimiento de numerosos brahmanes de la India. Ese
brahmanismo se unió en sincretismo con las religiones nativas de los antiguos camboyanos, la
religión del Neak Tha.
Neak Tha y Brahmanismo
Para el observador atento, es posible encontrar en numerosos lugares de Camboya
figuras, altares y cultos que no son esencialmente budistas. Imágenes como las de un anciano
de barba larga con un cayado y una lámpara en medio de la selva, nos recuerda a los
brahmanes de la India que llegaron al país durante el primer siglo de la era cristiana y que
tuvieron una gran influencia en un sincretismo cultural y religioso en la península Indochina.
No hay una respuesta definitiva a por qué los brahmanes emigraron a la península de
Indochina durante el primer siglo de la era cristiana, pero existen algunas explicaciones
posibles basadas en evidencia histórica e interpretaciones académicas. Éstos son algunos de
ellos:
Una razón podría ser la expansión de los contactos comerciales y culturales entre la
India y el sudeste asiático durante este período. Muchos comerciantes, artesanos y maestros
religiosos indios viajaron a la región para buscar nuevas oportunidades y difundir sus creencias.
Es posible que algunos de ellos se hayan asentado allí de forma permanente y se hayan
casado con la población local. Los brahmanes, como custodios de la tradición védica y del
idioma sánscrito, pueden haber desempeñado un papel clave en la transmisión de la cultura y
la religión indias al pueblo indochino.
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Otra razón podría ser la agitación política y social en la India durante este período. El
colapso del Imperio Maurya en el siglo III a. C. provocó el surgimiento de varios reinos y
dinastías regionales, algunos de los cuales eran hostiles a los brahmanes y sus privilegios. El
ascenso del budismo y el jainismo también desafió la ortodoxia brahmánica y ofreció caminos
alternativos de salvación a las masas. Es posible que los brahmanes hayan enfrentado
persecución, discriminación o marginación en algunas partes de la India y hayan buscado
refugio y patrocinio en los reinos de Indochina, donde fueron bienvenidos y respetados por los
gobernantes y las élites.
Una tercera razón podría ser el celo misionero de los brahmanes por difundir su fe e
influencia a nuevas tierras. Es posible que los brahmanes hayan visto la península de
Indochina como un terreno fértil para sus actividades religiosas y culturales y se hayan
embarcado en una migración deliberada y organizada para establecer su presencia y autoridad
allí. Es posible que también estuvieran motivados por el deseo de convertir a la población local
al hinduismo, o al menos de incorporarla al orden social hindú. Es posible que los brahmanes
hayan utilizado sus conocimientos y habilidades para construir templos, realizar rituales,
componer textos y asesorar a los reyes sobre diversos asuntos.
Estas son algunas de las posibles razones por las que los brahmanes emigraron a la
península de Indochina durante el primer siglo de la era cristiana. Sin embargo, es importante
señalar que la migración brahmán no fue un fenómeno único o uniforme, sino un proceso
complejo y diverso que involucró diferentes grupos, regiones y períodos de tiempo. Los
brahmanes que emigraron a la península de Indochina pueden haber tenido diferentes
orígenes, motivaciones y experiencias, y pueden haber interactuado con la población local de
diferentes maneras. Por tanto, es difícil generalizar o simplificar su historia y su impacto en la
cultura y sociedad indochina.
La religión brahmán que se practicaba en la península de Indochina era una forma de
hinduismo influenciada por los brahmanes que emigraron de la India al sudeste asiático. El
hinduismo es una religión diversa y compleja que tiene muchas sectas, escuelas y tradiciones,
pero generalmente comparte algunas creencias y prácticas comunes, como los conceptos de
karma, dharma, reencarnación y la adoración de varios dioses y diosas. Los brahmanes, como
clase sacerdotal y erudita de la sociedad hindú, eran responsables de realizar rituales, enseñar
las Escrituras y aconsejar a los gobernantes. También trajeron consigo la lengua y la cultura
sánscritas, que tuvieron un impacto duradero en las civilizaciones indochinas.
La religión brahmán en la península de Indochina no era uniforme ni estática, sino que
se adaptaba a los contextos y culturas locales. Los brahmanes interactuaron con los pueblos
indígenas, que tenían sus propias creencias y prácticas, como el animismo, el culto a los
antepasados y el budismo. Los brahmanes también encontraron otras influencias de China,
Persia y Arabia. Como resultado, la religión brahmán en la península de Indochina desarrolló
varias variaciones regionales e históricas, como las formas de hinduismo jemer, cham y mon.
Estas formas de hinduismo incorporaron elementos de las religiones locales, como el culto a
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deidades, espíritus y antepasados locales, y el uso de lenguas y escrituras locales. La religión
brahmán en la península de Indochina también reflejó los cambios políticos y sociales que
ocurrieron en la región, como el ascenso y caída de imperios, la expansión del budismo y la
llegada del Islam y el colonialismo.
La religión brahmán en la península de Indochina dejó muchas huellas de su presencia
e influencia, como los templos, esculturas, inscripciones y literatura que se pueden encontrar
en varias partes de la región. Algunos de los ejemplos más famosos de la religión brahmán en
la península de Indochina son el complejo de templos de Angkor Wat en Camboya, el santuario
de My Son en Vietnam y la estupa de Borobudur en Indonesia. Estos monumentos dan
testimonio de los logros artísticos y arquitectónicos de la religión brahmán en la península de
Indochina, así como de su interacción con otras religiones y culturas. La religión brahmán en la
península de Indochina también contribuyó al desarrollo de la identidad, la cultura y la historia
de Indochina, ya que dio forma a los valores, normas e instituciones del pueblo indochino.
Sin embargo, si todas esas religiones mayores como brahmanismo, budismo, Islam y
cristianismo llegaron a Camboya y a toda la región Indochina, tenemos que mirar con interés la
que puede ser llamada la religión aborigen, indígena u original de estos pueblos:
La religión del Neak Tha en Camboya es una forma de animismo que venera a los
espíritus de la naturaleza que habitan en los árboles, las rocas, los ríos y otros elementos del
paisaje. Los Neak Tha son considerados como los protectores de las aldeas, los campos y las
personas, y se les ofrece culto y ofrendas para asegurar su benevolencia y evitar su ira. Los
Neak Tha también pueden ser dioses hindúes o budistas que se han asimilado al mundo
espiritual camboyano. Los Neak Tha se representan a menudo con estatuas o santuarios que
se colocan en lugares sagrados o estratégicos, como los cruces de caminos, las entradas de
las aldeas o los templos. Los Neak Tha tienen diferentes nombres y funciones según la región,
la etnia y la tradición. Algunos ejemplos de Neak Tha son:
Yeay Mao es una de las Neak Tha más populares y poderosas de Camboya. Se la
identifica con la diosa hindú Kali, la esposa de Shiva. Se la representa como una mujer de piel
oscura, con cuatro brazos, una guirnalda de cráneos y una espada. Se la considera la
guardiana de los viajeros, los comerciantes y los soldados, y se le pide protección, prosperidad
y victoria. Su santuario más famoso se encuentra en el paso de Pich Nil, en la carretera
nacional 4, donde miles de personas le hacen ofrendas de flores, frutas, incienso, alcohol y
animales sacrificados. Durante el tiempo que he estado en Kep desde 2011, he visto el
surgimiento de otros santuarios a Yeay Mao. Uno de los más grandes es en la carretera
serpentina que asciende al Monte Bokó con la estatua de Yeay Mao, la cual mide 29 metros de
altura. Fue inaugurado en 2012 y está ubicado en la cima de la montaña, que tiene 1075
metros de altura. La estatua es un monumento al espíritu de Yeay Mao, quien se cree que es el
protector de los viajeros y cazadores en las zonas forestales y costeras de Camboya. También
es una heroína mítica y una divinidad en la forma popular local de budismo y brahmanismo. La
estatua es una atracción popular para los visitantes que desean rendir homenaje a Yeay Mao y
disfrutar del hermoso paisaje de la región.
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Ta Dombong Kroñún es el Neak Tha del río Mekong, el más grande y caudaloso de
Camboya. Se le representa como un hombre de piel negra, con una barba larga y blanca, y una
corona de oro. Se le considera el señor de las aguas, los peces y los cocodrilos, y se le pide
fertilidad, abundancia y lluvia. Su santuario más importante se encuentra en la ciudad de Kratie,
donde se celebra una ceremonia anual en su honor, que coincide con el festival del agua o Bon
Om Touk.
Lok Ta Pring Ka-ek es el Neak Tha de la pagoda de Oudong, la antigua capital de
Camboya. Se le representa como un monje budista, con una túnica azafrán y un sombrero
cónico. Se le considera el guardián de la reliquia sagrada del Buda, que se guarda en una
estupa de plata en la cima de la colina de Oudong. Se le pide sabiduría, paz y salud. Su
santuario se encuentra en la base de la colina, donde se le ofrece comida, agua, velas y dinero.
La religión natural del Neak Tha es en realidad muy importante en la cultura del país y
es seguida de una u otra forma por toda la sociedad, incluso por los habitantes de las ciudades.
En ella se incluye también la figura de líder espiritual del Kru Kamae, que es el médico
tradicional, el Kru Tiey, quién es el astrólogo y el Cha Thom que es el chamán, entre otras
personalidades. Pienso que si alguien quiere vivir en Camboya, aparte de si cree o no o de si
contrasta su propia religión o si es un agnóstico, debe conocer estos sistemas de creencias y
tradiciones camboyanas. Muchas personas piensan que basta con hablar el idioma jemer. Pero
en realidad, conocer un pueblo implica mucho más. Las creencias pueden afectar básicamente
la vida social, política y de sentidos de todo un pueblo. Muchas veces una palabra dicha en un
contexto espiritual según sus creencias, puede crear situaciones complejas.
En lo personal, el conocimiento de la religión de la Neak Tha es vital para el regreso de
los camboyanos al origen de su propia identidad. Los Neak Tha, como protectores de los
bosques, de las aguas, del viento y de las piedras, pueden jugar un papel vital en la conciencia
que necesitamos para proteger al planeta entero de la destrucción, de la tecnocracia y de la
explotación ambiciosa de los recursos del planeta para sostener una sociedad del consumo
egoísta, vanidosa y arrogante que incluso desconoce hechos como el cambio climático.
Cuando varios jóvenes y niños del pueblo indígena charade de Ratanakirí que vinieron
a estudiar en Don Bosco Kep después de 2015, comenzaron a pedirle a los mayores de su
aldea la construcción de letrinas, los mayores simplemente les respondieron: “Eso no está
permitido, porque eso ofende a los espíritus de la tierra y del agua. No podemos ensuciar e
irrespetar las aguas, que son la vida de la tierra”. Esa respuesta dentro del contexto absoluto
de la Neak Tha ¿Podría ser vista con desdén porque lo dicen unos indígenas viejos que ni
siquiera fueron a la escuela? En esa frase encuentro más sabiduría que cualquier otro discurso.
Este hecho me hizo que abriera un círculo de palabra con nuestros jóvenes charae en Don
Bosco Kep. Lo primero que recalcamos es que hay que respetar a los abuelos y abuelas y
respetar la espiritualidad del propio pueblo. Como la necesidad de la letrina es además
cuestión de vida o muerte, porque hacer las necesidades en el bosque implica también
enfermedades y, en Camboya, es una de las principales causas de mortalidad infantil por
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diarrea en menores de 5 años, hay que conocer alternativas y estas vienen de las mismas
comunidades indígenas. Con nuestros estudiantes de comunicación social, especialmente los
estudiantes indígenas y gracias al Internet, miramos modelos de letrinas naturales que fueran
amigables con el medio ambiente, que no contaminaran las aguas subterráneas que son vitales
para la subsistencia de las aldeas y que además pudieran servir de abono para las chagras.
Fueron los mismos jóvenes que llevaron varias de estas ideas a su comunidad y en sus
asambleas dieron a conocer estas alternativas que concluyeron en la construcción de letrinas
que no afectan su propia cosmogonía y que, al mismo tiempo, la benefician. Creo que esta es
una manera de entrar en diálogo con la cosmogonía de los pueblos indígenas o con cualquier
otro pueblo en donde entramos con el propósito de ayudar, pero sin depreciar la identidad
íntima de cada pueblo. ¿Quién podría decir que en el caso de las letrinas en una aldea charae,
no hubo intervención de esta espiritualidad que muchos miran con desdén?
En general, a las religiones indígenas o naturales, se les llama animismo. El término
animismo fue definido por el antropólogo británico Edward Burnett Tylor en su libro de 1871
"Cultura primitiva", en el que lo describió como "la doctrina general de las almas y otros seres
espirituales en general". Tylor consideraba el animismo como la forma más antigua y básica de
religión, que se originó a partir de las experiencias de los sueños, las visiones y los fenómenos
naturales. Según Tylor, el animismo era una etapa evolutiva de la humanidad que precedía al
politeísmo y al monoteísmo. Sin embargo, su teoría fue criticada por otros antropólogos y
estudiosos de la religión, que señalaron que el animismo era un concepto demasiado amplio y
simplista que no reflejaba la diversidad y la complejidad de las creencias y prácticas de los
pueblos indígenas. Además, el animismo no era una religión en sí misma, sino una forma de
entender y relacionarse con el mundo. Por lo tanto, el término animismo ha sido redefinido y
reinterpretado por diferentes autores y perspectivas a lo largo de la historia.
Taoismo
Otra forma religiosa viva en el pueblo camboyano es el taoísmo, practicado
principalmente por la comunidad china que vive en el país. Según el censo de 2013, hay
alrededor de 20.000 taoístas en Camboya, lo que representa el 0.13% de la población total. El
taoísmo se introdujo en Camboya por los comerciantes y emigrantes chinos que llegaron desde
el siglo XIII en adelante. Muchos camboyanos se identifican con ancestros chinos, los cuales
han estado presentes en Camboya al menos desde el siglo XVIII. Si bien estos camboyanos
conocidos como sino-jemeres no hablan chino y son básicamente camboyanos, mantienen
tradiciones chinas muy visibles que tienen raíces muy antiguas. Una manera de identificar a las
familias sino-jemeres es con símbolos chinos en sus casas y altares taoístas o confucionistas.
Pero también la influencia de las minorías emigrantes de Vietnam con sus religiones, incluido el
taoísmo, enriquece la diversidad espiritual del país.
Cada año, por el mes de febrero, Camboya, así como muchos países del Lejano
Oriente, celebran el año chino, que también es año vietnamita, año coreano, año japonés, etc.
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Por esta razón, hacemos una breve ceremonia de bendición en la escuela, que integra a todos
nuestros estudiantes que se sienten herederos de una ancestralidad china.
Los taoístas en Camboya siguen las enseñanzas del taoísmo filosófico y religioso,
basadas en textos clásicos como el Tao Te Ching y el Zhuangzi. El taoísmo se basa en la idea
del Tao, que es el principio supremo y la fuente de todo lo que existe. El Tao es inefable, pero
se puede experimentar a través de la armonía con la naturaleza y el flujo de la vida. Los
taoístas buscan vivir de acuerdo con el Tao, siguiendo el camino de la no acción, la simplicidad
y la espontaneidad.
Los taoístas en Camboya también practican rituales y ceremonias para venerar a los
dioses, los ancestros y los espíritus. Algunos de los dioses más populares son Lao Tzu, el
fundador del taoísmo, Guan Yu, el dios de la guerra y la justicia, y Mazu, la diosa del mar y la
protectora de los navegantes. Los taoístas también celebran festivales como el Año Nuevo
Chino, el Festival de los Faroles y el Festival de los Barcos Dragón, que coinciden con el
calendario lunar.
Los taoístas en Camboya tienen sus propios templos y asociaciones, donde realizan sus
actividades religiosas y sociales. Algunos de los templos taoístas más conocidos en Camboya
son el Templo de Lao Tzu en Phnom Penh, el Templo de Guan Yu en Battambang y el Templo
de Mazu en Sihanoukville. Los taoístas también cooperan con otras comunidades religiosas,
como los budistas y los musulmanes, para promover la paz y el diálogo interreligioso.
Protestantes
En la actualidad existen numerosas escuelas o iglesias cristianas (no católico-romanas)
en Camboya. En el Internet se encuentran algunos textos que resaltan el advenimiento de
protestantes desde principios del siglo XIX, durante la colonia francesa. La primera traducción
de la Biblia al idioma jemer se hizo en el siglo XIX por misioneros cristianos que llegaron a
Camboya. Una de las primeras versiones fue la del Nuevo Testamento, que se publicó en 1880
por la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera. La traducción se basó en el texto griego y el
latín, y se usó el alfabeto jemer para escribirlo. La traducción del Antiguo Testamento se
completó en 1926 por la misma sociedad, y se usó el texto hebreo como fuente. La primera
Biblia completa en jemer se imprimió en 1931 en Bangkok. Desde entonces, ha habido varias
revisiones y ediciones de la Biblia en jemer, tanto por parte de las iglesias católicas como
protestantes, que han buscado adaptar el lenguaje y el estilo a las necesidades y preferencias
de los lectores camboyanos.
Al haber sido Camboya una colonia francesa, dicho país intentó imponer el catolicismo,
aunque sin mucho éxito. Por lo tanto, el protestantismo ha sido siempre un grupo minoritario.
Sin embargo, a partir del Tratado de Paz de 1991 y la presencia de numerosas organizaciones
internacionales, la declaración de la libertad religiosa y demás, Camboya se convirtió en objeto
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de numerosas iglesias cristianas y sectas desde esa época. Si bien en Internet algunas iglesias
protestantes fuerzan los números y quieren presentarse con estadísticas como que son el 1 %
de la población, lo cierto es que, según mis propias observaciones, es muy posible que en este
momento existan más camboyanos protestantes o afiliados a sectas extranjeras, que católicos.
Para bautizarse en la Iglesia Católica, un camboyano, especialmente de origen budista, debe
pasar tres años de catecumenado. En cambio, las iglesias protestantes ofrecen un
aceleramiento del proceso y numerosos incentivos que en muchos casos crean auténticas
polémicas.
Muchas sectas de origen protestante, emplean el método de atacar directamente a la
religión mayoritaria del país en donde han ingresado, lo que en Camboya significa el budismo.
Esta agresividad poco a poco ha hecho mella en el carácter tolerante y amable del camboyano
budista, los cuales comienzan a ver cómo se asocia a su religión ancestral con términos
desconocidos para ellos y de plano irrespetuosos. En Camboya, la figura del Buda es máxima y
de gran respeto, así como la presencia de los monjes budistas. Además, como sociedad
conservadora, los ritos son sagrados, como son el matrimonio, los funerales y la participación
de festivales como el de los ancestros o P’chum Ben. Esto, como es de esperarse, es objeto de
cuestionamiento por pastores protestantes, muchos de ellos ya incluso camboyanos, lo que ha
ocasionado eventos de rechazo hacia el cristianismo.
Cuando abrimos el jardín infantil en 2015, algunos padres de familia vinieron a conocer
a Don Bosco Kep. Una señora en especial estaba preocupada por el carácter cristiano de la
escuela y tenía el temor que al ingresar a su niño a nuestro centro, se le haría un
adoctrinamiento religioso cristiano. El mismo caso pasa con otros estudiantes de la escuela
técnica, los cuales ingresan con una primera impresión de temor, porque a simple vista, para el
camboyano budista, todas las iglesias cristianas son lo mismo.
Yo pienso que resaltar este hecho es lamentable. Si bien algunos de nuestros
estudiantes han sido cristianos protestantes y nunca hemos tenido un evento de intento de
proselitismo, sí es triste saber que una religión quiere imponerse a la fuerza a través del
desconocimiento de la cultura, la espiritualidad ancestral y la idea de que una religión es la
verdadera y el demás no sólo son falsas sino que están condenadas al infierno occidental que
pintan. Ciertamente no todos los pastores protestantes están en esa tónica y en estos 12 años
he tenido a varios amigos que han sido muy respetuosos de mi punto de vista. Incluso uno de
ellos, francés (Q.E.P.D.), se convirtió en benefactor.
Entre la Evangelización que presenta Jesucristo y la evangelización que se ha
desarrollado a través de la historia, en diferentes culturas y ambientes, hay una gran diferencia.
Este tipo de evangelización de la conversión casi forzada, del lavado de cerebro, de incurrir a
los camboyanos, como a muchos pueblos, en la destrucción de su propia identidad para
adquirir elementos extranjeros, es simplemente un desarrollo y adaptación de la mentalidad
colonial y colonialista.
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En Ratanakirí es posible ver que muchas aldeas indígenas expresamente niegan el
ingreso a cristianos, porque los ven como elementos adversos a su identidad cultural indígena.
Lo cierto es que muchos protestantes, en su afán de extender no una espiritualidad cristiana
que es en sí tolerante, pacífica y amorosa, sino un paradigma mental e invasivo, buscan
estrategias en las cuales invierten fondos aportados por fieles protestantes en países ricos.
Una de esas estrategias es la traducción de la Biblia a lenguas indígenas. Ante la necesidad de
preservar las lenguas indígenas, esto se convierte en una espada de doble filo. Mientras
Estados de países pobres como éste no prestan importancia a la preservación de los idiomas
indígenas y sus culturas, estas caen fácilmente en las redes de intenciones de proselitismo
religioso que hacen aportes como traducir la Biblia en idiomas que en muchos casos ni siquiera
están escritas o no poseen alfabetos establecidos.
Ciertamente el afán de proselitismo religioso no se extiende a todas las iglesias
protestantes, aunque sí a todo lo que conocemos a modo general como sectas. Toda
generalización es injusta y siempre hay pastores o comunidades cristianas protestantes atentas
a los signos de los tiempos y de las culturas, abiertas a los diálogos interreligiosos.
La respuesta que una nación budista o no cristiana debe hacer frente al afán de
proselitismo, es siempre la de conocer su propia cultura, historia, los propios valores y las
maneras en que dichos valores aportan a la humanidad entera. No se trata de entrar en un
conflicto religioso, sino más bien en un diálogo interreligioso en el cual debe haber un profundo
sentido de amor divino, de sentirnos todos como hijos de ese Misterio, tantas veces llamado de
tantas formas.
Musulmanes
En Camboya existe una etnia llamada Cham, que son los descendientes del antiguo
Reino de Champa, el cual existió en el centro de Vietnam hasta el siglo XV cuando fueron
invadidos y destruidos por Vietnam. Los descendientes se establecieron muchos en Vietnam y
otros en Camboya. Los cham tienen que ver mucho con los malayos antiguos y representan
por lo menos el 2.5 por ciento de la población camboyana, siendo la minoría étnica más grande
del país. Tengo siempre la impresión de que los datos estadísticos en Camboya en lo que tiene
que ver con etnias son muy inexactos, porque hay una idea general de que todos son jemeres.
Incluso a muchos grupos étnicos le ponen esa palabra, por ejemplo, “cham jemer”. Muchas
familias étnicas niegan su identidad para escapar de cualquier idea de discriminación.
Los cham eran antiguamente brahmanistas como muchos pueblos del Sudeste Asiático,
pero se hicieron musulmanes con el avance de esta religión hacia regiones como Indonesia y
Malasia. Todavía hay grupos cham que practican el brahmanismo especialmente en Vietnam.
Los cham de Camboya practican el Islam suní. Después del periodo de reconstrucción del país,
los musulmanes camboyanos recibieron muchas ayudas de organizaciones de origen
musulmán, de países como Malasia, Qatar, Emiratos Árabes y otros. Durante los conflictos
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camboyanos entre 1970 y 1991, los cham también fueron objeto de persecuciones. Se conocen
relatos orales de cómo los jemeres rojos sitiaron aldeas cham durante sus fiestas religiosas
como el Ramadán y los masacraron. Después del siglo XV, con la destrucción de su reino
ancestral de Champa, estos fueron acogidos por los camboyanos y se establecieron en la
provincia de Kompong Cham (el mismo nombre de la provincia revela la afinidad de ese
territorio como Puerto de los Cham). Pero durante los conflictos, muchos huyeron hacia
diferentes provincias camboyanas. Hoy en día hay comunidades cham en toda Camboya.
Los camboyanos de etnia jemer aceptan en general a los cham, porque en las historias
se cuenta el relato que cuando los cham llegaron, fueron recibidos por el rey camboyano y éste
incluso tomó a una mujer cham por esposa. Camboya, como en todos los países asiáticos,
estos acontecimientos antiguos tienen una gran validez contemporánea. Sin embargo, la
relación con los cham no es siempre pacífica. Especialmente con el advenimiento de
organizaciones musulmanas extranjeras, hubo un fuerte periodo de musulmanización de los
cham en la cual los musulmanes extranjeros veían a los cham tradiciones de Camboya como
que necesitan ser “más musulmanes”. Por ejemplo, querían que comieran pan en vez de arroz,
que se vistieran como los musulmanes del Medio Oriente y cosas por el estilo. Muy parecido a
los católicos que vienen de países de mayoría católica y piensan que los católicos camboyanos
“necesitan volverse más católicos” y practicar su religión como en esos países católicos.
Antes los cham se vestían muy similar a los camboyanos. La mujer usaba un turbante
que era una kromá, que es una tela de mil usos en la vida cotidiana camboyana. Los hombres
también usaban turbantes y eran muy devotos, pero muy simples y tranquilos con las demás
personas. Cuando llegué a Camboya, era muy difícil distinguir a un camboyano musulmán de
un budista. Recuerdo en Don Bosco Phnom Penh en 2000, como asistente de la residencia
estudiantil, a un estudiante que antes de dormir, se reclinó en su propia cama e hizo tal como
hacen los musulmanes. Esa imagen me impactó mucho y me pareció muy significativa.
Pero con la presencia de musulmanes extranjeros, los cham comenzaron a verse como
dichos extranjeros. Una cosa que hicieron fue cambiar el nombre de su etnia. Ya no les gusta
que se les diga “cham”, que es el nombre ancestral, que los conecta a su tierra de origen que
es Champa, sino que se hacen llamar “kamae Islam” que es como decir “jemer Islam”. Este tipo
de eventos es muy similar a los de los protestantes. Cada vez vemos cómo el proselitismo
religioso se amarra a la ayuda humanitaria internacional. Es fácil encontrar una especie de
compra de sectarismo a cambio de ayuda humanitaria. Es como decir “te ayudo, pero tienes
que ser como yo”. Son esas oleadas de neo-colonialismo que destruyen la identidad de los
pueblos.
El islam suní se basa en las enseñanzas del Corán y la Sunna, que son las tradiciones y
prácticas del profeta Mahoma y sus compañeros. Los suníes reconocen a los cuatro primeros
califas como los sucesores legítimos de Mahoma, y siguen una de las cuatro escuelas jurídicas
principales: Hanafi, Maliki, Shafi'i o Hanbali. Los suníes también creen en los seis pilares de la
fe: la creencia en un solo Dios, los ángeles, los libros sagrados, los profetas, el día del juicio y
el destino.
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El islam suní en Camboya ha sido influenciado por el budismo, el hinduismo y el
animismo, que son las otras religiones predominantes en el país. Algunos musulmanes
camboyanos practican rituales y costumbres locales que no son estrictamente islámicos, como
el culto a los espíritus ancestrales, la adivinación, el uso de amuletos y la celebración de
festivales budistas. Sin embargo, también hay movimientos de reforma que buscan purificar el
islam camboyano de las influencias sincréticas y acercarlo a las fuentes originales.
Una cosa que he observado es que entre los cham existen muchos médicos
tradicionales y muchas personas, incluso budistas, tienen una gran fe en estos. Acudir a la
medicina de un médico tradicional musulmán es especial, porque tienen un gran conocimiento
de las plantas.
Don Bosco Kep está ubicado en lo que se llama Phum Thmey, que traduce “Aldea
Nueva”. La siguiente aldea al norte es Phum Cham, que, fácil deducirlo, es la “Aldea Cham” o
aldea musulmana. Allí hay una mezquita muy sencilla en donde se reúne la comunidad. Por lo
general los occidentales recalcan el “machismo del Islam” porque hay eventos de
discriminación de género muy evidentes. Por ejemplo, los hombres van a la mezquita a rezar,
pero no las mujeres y si estas van, tienen un lugar separado. En los funerales, sólo los
hombres llevan el féretro a la tumba.
Pero nunca he visto una especie de desprecio por la mujer. Al contrario, tengo la
sensación de que los cham son más matriarcales que patriarcales. Trabajan mucho y se les ve
asociados con negocios, en el mercado y en todos, la mujer es la que maneja el dinero. No
beben lícor, aunque fuman mucho. No saludan con las manos juntas en el pecho como los
budistas, sino que tienden a dar la mano. Se muestran muy observantes de su religión en
general.
Antes de nuestra llegada a Kep en 2011, algunas jóvenes mujeres cham vinieron a
estudiar costura en nuestro campo. Después de la inauguración oficial de la escuela en 2013,
muchos jóvenes musulmanes llegaron y varios han sido incluso profesores. Una cosa que hice
en ese año, 2013, fue expresarles el sentido ecuménico de nuestra obra, la hermandad que
debe haber entre todas las religiones y el respeto por sus tradiciones. Por ejemplo, los hombres
hacen su oración al medio día y para ello buscaban un lugar reservado, porque posiblemente
para un joven era algo molesto hacer sus genuflexiones delante de sus compañeros budistas.
Entonces busqué un lugar reservado para ellos.
Antes del ramadán anual, anunciamos a toda la escuela lo que ello significa y que
nuestros hermanos musulmanes van a tener jornadas de ayuno y oración. Por ejemplo, los
profesores deben saber que si tienen a un estudiante musulmán en su clase, deben ser
concientes que en tiempo del ramadán este no ha comido nada en el día.
En nuestra capilla conservamos las imágenes de nuestros muertos, es decir,
estudiantes, ex alumnos, profesores e incluso voluntarios que han fallecido a partir de 2012.
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Hemos tenido fallecidos en estos 12 años. Uno de ellos fue un estudiante musulmán que
estaba en primer año de programación de computadores. El jovencito de 18 años falleció al
parecer de una apendicitis que no fue tratada a tiempo. Después de los funerales, pusimos su
foto en la capilla, al lado de los otros difuntos que, por más señas, eran budistas. Pero cuando
sus padres se enteraron, pidieron que retiráramos la imagen, porque en su religión no es
posible tener imágenes de un difunto. Este tipo de eventos puede resultar difícil de comprender
si uno no tiene la mente y el corazón abiertos. Al retirar la imagen, nos solidarizamos con esta
familia y también con el alma de este difunto dentro de la tradición de sus creencias. Eso es un
auténtico diálogo interreligioso.
Catolicismo
Por último, la religión que yo represento como bautizado, como sacerdote, como
salesiano, como misionero y como creyente. En 24 años que llevo en Camboya, nunca un
camboyano me ha preguntado por mi religión. En cambio, los occidentales siempre están
preocupados por ese hecho. En 2006, cuando estaba en Don Bosco Poipet, nos visitó una
pareja de italianos, católicos muy devotos y les mostré la escuela en compañía de uno de
nuestros profesores. Al final del giro por la escuela, los italianos le preguntaron al profesor que
si era católico. El profesor no dudó en responder: “Soy un católico budista”. Después le
pregunté a él qué quería decir con eso, pero la frase me llamó mucho la atención.
Pienso en Jesucristo, el cual no era católico, sino judío y, como los camboyanos, nunca
preguntó a nadie por la religión que practicaban. Él siempre se preocupó por la salvación de
todos. Muchos entienden esa salvación como un acto de ingreso a una secta o institución
religiosa. Literalmente dicen: “Si quieres ser salvo, tienes que hacerte cristiano o católico o
musulmán”. Pero en ninguna parte del Evangelio dice eso, a pesar de que algunos quieren
doblegar el Evangelio a semejantes posturas.
En el encuentro entre Jesús y la mujer samaritana, la cuestión por la religión es puesta
por esta, no por Jesús. Ella le pregunta primero: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de
beber, que soy mujer samaritana?” (Juan 4, 9). Es ella la que está preocupada por las
diferentes tradiciones religiosas, mientras que a Jesús esto no parece importarle. Cuando
llegan los discípulos, estos parecen sorprenderse de que él hable con una mujer (Juan 4, 27).
La religión es un camino trascendental, una búsqueda de la realización de la existencia
hacia el Misterio Divino. La religión es un instrumento. En el cristianismo y en el judaísmo se
habla del Reino de los Cielos. De este dice Jesús: “El reino de Dios no vendrá
espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está
dentro de vosotros” (Lucas 17, 20-21).
En nuestro ambiente misionero ad gentes, en convivencia diaria con personas de otras
religiones, son importantes dos cosas: Una, ser fiel y meditar cada día sobre la trascendencia
de la propia religión y, dos, estar abierto a conocer y compartir la trascendencia de las otras
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religiones porque “Dios es espíritu, y los que Lo adoran deben adorar en espíritu y en verdad"
(Juan 4, 24). Dice también el profeta Miqueas: “Cada uno se sentará bajo su parra y bajo su
higuera, y no habrá quien los atemorice, porque la boca del SEÑOR de los ejércitos ha
hablado. Aunque todos los pueblos anden cada uno en el nombre de su dios, nosotros
andaremos en el nombre del SEÑOR nuestro Dios para siempre jamás” (Miqueas 4, 5).
Para aquellas personas que viven en sociedades que son mayoritariamente católicas
como las latinoamericanas, debe sonar muy exótico la idea de que el misionero ad gentes vive
entre personas de otras religiones. En esos países se menciona un término que me llama
mucho la atención: “Los pueblos que aún no conocen el Evangelio” o que “no conocen a
Cristo”. En el pasado, se hacía mención de términos aún muy peyorativos: “Los gentiles, los
infieles, los bárbaros”. Muchas de esas palabras fueron utilizadas por los conquistadores para
describir a nuestros ancestros indígenas en las Américas. Incluso san Juan Bosco, cuando
relata el sueño de Suramérica, se refiere a nuestros ancestros indígenas como “salvajes”.
Pero otra cosa es vivir en medio de uno de esos pueblos en donde el catolicismo no es
mayoritario. Vivir en medio de personas que no son católicas es convivir la vida con personas
muy especiales, que te aceptan como eres y que, como dije arriba, ni siquiera se preocupan si
eres de otra religión, de otra etnia o si aprendes su idioma con dificultad. Posiblemente
sabemos de misioneros católicos que sufren persecuciones crueles en otras regiones del
mundo, pero la experiencia en medio de una sociedad budista es diferente. El padre François
Ponchaud de las Misiones Extranjeras de París, misionero en Camboya desde 1965 y gran
escritor y estudioso de la cultura camboyana, dijo una vez, palabras más, palabras menos: “Me
resulta difícil predicar el Evangelio a los budistas, los cuales tienen un modo de vida perfecto,
los monjes son austeros, más parecidos a franciscanos, humildes, dulces”. Yo comparto este
pensamiento. Por eso digo que la evangelización es un compartir de estilos de vida y en ese
compartir habla ese Jesucristo que acepta a todos sin imposición y sin complicar la vida de la
gente simple.
Cuando era estudiante de idioma jemer en Phnom Penh en el año 2000, mi profesor, un
joven taoista, me invitó a su casa. Cuando llegamos, vi en una esquina de la casa un altar
taoista con las imágenes de los Tres Puros: Shou Xing, Fu Xing, y Lu Xing, que son los
maestros de la longevidad, el éxito y la felicidad respectivamente. Esta imagen es muy común
en Camboya, especialmente en casa de los camboyanos que tienen algún ancestro chino. Al
verla, me pareció tan hermosa, que le pregunté por su significado. El maestro de jemer me dijo:
“Usted es diferente. La otra vez vino a mi casa un pastor evangélico y al ver el altar me dijo que
era algo satánico y que debía quitarlo, porque es algo que tiene que ver con idolatría”.
Es curioso que las únicas objeciones que he tenido por parte de budistas acerca del
catolicismo han venido de budistas occidentales. El budismo llegó a Camboya por un
intercambio cultural entre la antigua Sri Lanka y el Imperio de Angkor. Pero el budismo no es
una religión de marchas “evangelizadoras” como las religiones monoteístas. A pesar de ello, el
budismo se extendió desde sus inicios por Asia central, China, Corea, Japón y el Sudeste
Asiático con gran éxito en donde se adaptó a las diferentes culturas y religiones nativas.
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Después de los avances coloniales de Europa por todo el mundo, religiones orientales como el
budismo y el hinduismo, llegan a Occidente de la mano de muchos estudiosos como Helena
Blavatsky, la cual está al inicio de la sociedad teosófica. Blavatsky estudia las religiones
orientales con tanta dedicación, que su acción ha sido apreciada como un rescate de las
mismas. Al mismo tiempo, su intención era la de establecer una nueva religión que tomara de
todas algo, con la misión de destruir el cristianismo en Occidente y, en caso muy especial, el
catolicismo. De movimientos así, surgen después otras cosas como la Nueva Era, las escuelas
de yoga, de meditación, el zen, los gurús en Occidente. Incluso después de la invasión china
del Tíbet y la huida del Dalai Lama a la India, el budismo tibetano se esparce por el mundo con
una intención político-espiritual.
Muchos occidentales se han hecho budistas o hinduistas o de muchas otras sectas o
movimientos de manera exponencial, mientras las Iglesias católicas parecen vaciarse en
sociedades industrializadas. Este fenómeno nos hace pensar en la necesidad del ser humano
de encontrar ese trascendente de que hablaba arriba y en la falencia que el cristianismo
contemporáneo presenta en cumplir dicho propósito vital.
Una vez me visitó una pareja de holandeses en Don Bosco Sihanoukville y les mostré la
obra, porque además querían dejar una donación para los niños. Terminamos en mi oficina en
donde vieron la imagen de un Buda y me preguntaron por la razón de este en mi oficina. Les
dije que estamos en Camboya y que la mayoría de nuestros estudiantes son budistas, además
de que Buda es un maestro de sabiduría. Ellos contemplaron la imagen del Buda y después me
preguntaron: “¿Cierto que el Budismo es la mejor religión que hay?”. Hasta ese momento me di
cuenta que ellos no sabían que yo era un sacerdote católico. Les respondí: “Bueno ¿qué
esperas que un sacerdote católico te responda?”.
El catolicismo es una religión minoritaria en Camboya, un país donde el budismo es la
religión oficial y mayoritaria. El catolicismo en Camboya está organizado en tres jurisdicciones:
el vicariato apostólico de Phnom-Penh, la prefectura apostólica de Battambang y la prefectura
apostólica de Kampong Cham. El número de católicos en Camboya es de unos 22.500, lo que
representa el 0,15% de la población total.
La historia del catolicismo en Camboya ha sido marcada por la persecución y el
sufrimiento. La presencia católica comenzó con la llegada de los misioneros franceses en el
siglo XVII, pero fue interrumpida por las guerras y los conflictos políticos. Durante el régimen de
los Jemeres Rojos, entre 1975 y 1979, todas las religiones fueron suprimidas y muchos
católicos fueron asesinados o desaparecieron. Casi todas las iglesias fueron destruidas y los
sacerdotes y religiosos fueron expulsados o enviados a campos de trabajo forzado. El
catolicismo fue prohibido hasta 1990, cuando se celebró la primera misa pública después de 15
años.
Desde entonces, la Iglesia católica en Camboya ha experimentado un renacimiento,
gracias al testimonio de los sobrevivientes, al trabajo de los misioneros y a la ayuda de
organizaciones. La Iglesia católica ha tratado de integrarse en el país, respetando la cultura y la
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religión budista, y colaborando con las autoridades y la sociedad civil en proyectos de
desarrollo, educación, salud y justicia social. La Iglesia católica también ha promovido el
diálogo interreligioso con los budistas, participando en iniciativas como el Tiempo de la
Creación, una celebración ecológica conjunta que se realiza cada septiembre. En Don Bosco
Kep, como miembros de la red verde de Don Bosco, realizamos siempre actividades para
resaltar nuestro amor y cuidado por el medio ambiente y nuestra composición como
estudiantes, educadores y colaboradores de diferentes religiones en una gran hermandad de la
civilización del amor.
La pandemia
La pandemia es, a mi modo de ver, uno de los eventos más importantes en estos 12
años de historia de Don Bosco Kep. Esta puso a prueba todos nuestros valores, nuestra
inteligencia, nuestros talentos y, aún más importante, nuestra fe. Seguramente se escribirán
muchos textos sobre la pandemia del covid19 en el resto del siglo XXI. La primera vez que toda
la humanidad fue puesta en jaque por un evento totalmente inesperado. Un evento que nos
unió y nos demostró lo que nuestros ancestros han expresado siempre: Somos uno. Estamos
interconectados. Vimos como colapsó de la noche a la mañana todo el sistema capitalista, el
consumismo, las sociedades autócratas, la vida urbana y demás, todos aquietados por un virus
microscópico y desconocido. Fuimos testigos de cómo la Madre Naturaleza respiró libro por dos
años al verse limitado el frenético actuar del ser humano, al rebajarse la maquinaria de
producción del CO2, al detenerse billones de carros en todo el mundo y como la vida salvaje
comenzó a aparecer en cuadros idílicos que le dijeron a este ser humano contemporáneo tan
arrogante que estamos desplazando a la Naturaleza.
Vimos como países enemigos en todos los frentes como China y Estados Unidos, Rusia
y Europa, trabajaron unidos en la ciencia para encontrar una cura a una velocidad increíble de
desarrollo. Todo eso hizo que la ciencia y la tecnología se acelerarán, que el Internet creciera
de manera gigantesca, que se abrieran las puertas a nuevas cosas, procesos que llegan de
manera única.
Por otra parte, vimos cómo explotó la neurosis y la esquizofrenia de la sociedad
occidental con la complejidad de los conspiranoicos. Cada día salían desde todos los rincones
del mundo supuestos expertos que argüían planes mundiales de dominio y manipulación, la
supuesta falsedad de la pandemia, las protestas más insólitas en países que se suponen muy
avanzados como Europa y Estados Unidos en contra del uso del tapabocas, de la inyección y
de prácticamente todo. Súmele a esto la evidente negligencia, ignorancia y deseo de intereses
mezquinos de los políticos de prácticamente todo el mundo. Nadie quiso seguir el ejemplo de
Taiwán, el único país que cerró las fronteras cuando supo de los primeros brotes de contagio
en China. Todos los políticos se las dieron de biólogos y doctores, diciendo las cosas más
ridículas posibles, lo que puso en riesgo a sus propios habitantes.
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Hasta el presente, se sabe que fallecieron más de 7 millones de personas en todo el
mundo a causa del covid19. Aún hay quien duda si quiera que el covid existió.
Camboya estuvo entre los países menos afectados, una situación que, a mi modo de
ver, podría ser motivo de intensa investigación. A pesar de ello, muchas personas se
enfermaron y eso fue preocupante en un país con un sistema de salud tan pobre.
Cuando comenzaron a cerrar las escuelas en Camboya, lo primero que hice fue reunir a
todos los empleados y analizar la situación. Para mí, era importante salvar a muchos de
nuestros niños y jóvenes que no tenían una “casa para irse de cuarentena”. En un acto
desesperado de terror, muchas organizaciones cerraron sin ninguna de esas consideraciones,
llevados por las noticias desastrosas de Europa, especialmente de Italia y España. Tomar
distancia de ello y analizar la propia situación camboyana era vital, además de hacer un
discernimiento entre qué era información real y qué era parte del tsunami de mentiras e ideas
conspiranoicas. Lo prioritario: Estar del lado del pobre y necesitado y eso significaba estar del
lado de los niños y jóvenes.
Una de las primeras acciones fue reunirnos con el gobierno local para pedir
autorización de cerrar las puertas de la escuela con todos nosotros adentro. La idea no sólo fue
aceptada, sino que el gobierno local tomó la responsabilidad de proveernos de alimentación,
medicina y otras cosas. Nos encerramos casi 500 personas por casi dos años.
Ello puso a prueba nuestro talento de mantener a niños y jóvenes ocupados en deporte,
arte, música, danza, estudios y meditación. Al principio hicimos una celebración de oración y
meditación en la cual bendijimos al covid19 como una criatura del Altísimo.
Nuestra presencia atrajo también ayudas de empresas y de organizaciones
internacionales. En todo ese tiempo, nadie se contagió de covid19 en Don Bosco Kep. Tan sólo
decimos con el salmista: “Mi Señor y Dios, te pedí ayuda, y tú me sanaste; tú, Señor, me
devolviste la vida” (Salmo 30, 1).
Mirar hacia el futuro
Seguir en la misión y hasta donde Dios lo quiera y lo destine. Vivimos una época de
grandes cambios en todo el mundo. Vemos el fin de muchas cosas que se tenían por intocables
en el pasado, mientras avanza la tecnología a pasos agigantados y ya estamos a las puertas
de la inteligencia artificial. Mientras escribo estas letras, el mundo se ve envuelto en guerras
crueles de grandes proporciones y no se entiende el nível de odio y el uso de armas poderosas
para destruir al hermano. La ciencia sigue sus avances y descubrimos miles de cosas en el
Cosmos, mientras el Planeta sigue siendo víctima de la degradación.
Pero nunca he sido alguien pesimista. Siempre creo que Dios no abandona su planeta
favorito y a esta especie humana tan misteriosa. Todo pasa por algo. Vemos con especial
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atención las propuestas del Papa Francisco y la sinodalidad de la Iglesia. Esta, la Iglesia, como
ese vehículo para acercarse a los más pobres, los más pequeños y, también, a la Casa Común,
a la Madre Tierra, a la Pachamama.
Esto nos anima mucho. Descubrimos en todos esos discursos, documentos y noticias,
cosas que hemos venido haciendo desde 2011 en Don Bosco Kep: Hacer una escuela
inclusiva, diversa, una escuela abierta a los niños y jóvenes sin importar su religión, respetando
a sus mayores, cuidando a la naturaleza, abriendo las puertas para jóvenes discapacitados y
también para niños indígenas, campesinos, pobres y en peligro de ser explotados, de migrar o
de abandonar la escuela.
Vamos a continuar entonces en esos procesos con la convicción de que el Altísimo está
con nosotros, que hacemos lo que san Juan Bosco sueña, que tenemos la compañía de María
Santísima.
Palabras finales
Hacer una lista de todas las personas y grupos a los cuales les debemos honor y
agradecimiento es difícil. Son tantas, que todas quedan grabadas en mi corazón y en el de mis
estudiantes, exalumnos, profesores y religiosos.
Entre los benefactores, valga mencionar al señor Gerard van Hal, quien siempre ha sido
fiel a este territorio desde tiempos inmemorables y un amigo fiel al padre John Visser, el cual es
también para mí una piedra angular de este proyecto. También a los amigos de la Fundación
Sawasdee de Holanda, Hector y Ellen Loontjens, así como al señor Piet de Visser y John
Vander Voor. También a los amigos de Stichting Scholenproject Cambodja "Rotterdam" con el
señor Rolf Renzow, los de la Fundación Wilde Ganzen, las procuras salesianas de Bonn, New
Rochelle, Madrid y Turín, Wolfgang y Uti Bauernfeind, Wolfgang Ott, Kindermissionswerk,
Misereor, Porticus Asia y muchos otros.
Los voluntarios deben ser ya más de 500 personas que han venido de muchas partes
del mundo, entre ellos de mi propio país, cada uno dejando una huella imborrable. Ello incluye
también a muchos camboyanos que han decidido donar algo de su tiempo y espacio para
contribuir al proyecto, especialmente nuestros exalumnos.
Un agradecimiento especial va para las carmelitas del Sagrado Corazón, las hermanas
Juanita Navel, Milagros Ramirez y María Ramona Gutierrez, por haber aceptado el reto de venir
a este país y a este proyecto, para compartir su carisma de Madre Luisita y su amor por el
pobre, especialmente los niños.
También para mis hermanos de comunidad, los salesianos, tanto los de nuestra misión
Camboya, como los de la inspectoría de Tailandia y muchos otros salesianos que han estado
siempre pendientes de Don Bosco Kep. Una prueba fundamental de esto es la breve visita del
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Rector Major Padre Ángel Fernández Artimi en marzo de 2016, un momento muy especial para
nuestra historia.
Para el gobierno local de la provincia de Kep va también nuestro agradecimiento.
Cuando llegamos estaba el gobernador señor Khem Satá y, en la actualidad, el señor Som
Piseth. Ambos y en compañía de todas las estructuras de gobierno en Kep, han estado siempre
atentas a nuestro desarrollo y le han dado siempre honor a Don Bosco Kep.
En el año 2012, cuando terminamos una pared que hicimos con la estructura de la
casita de Don Bosco en Colle Don Bosco, dentro del muro pusimos una cápsula del tiempo,
que debe ser abierta en el año 2112. Mucho tiempo. Pero ese acto significó nuestro sentido de
esperanza por la humanidad y por los valores de la civilización del amor. Muchos imaginan el
fin de la historia en cualquier momento. Pero yo creo que las eras llegan cada una a su propio
apocalipsis, para recomenzar algo nuevo. O para reencarnar en algo nuevo, para usar un
término budista.
Nadie puede predecir lo que será el año 2112, porque vamos a un aceleramiento
descomunal de la historia. Pero espero que en ese año, la Tierra sea un lugar estupendo, lleno
de bosques y miles de especies y una humanidad con el Todo.
El más especial agradecimiento va al Altísimo. Durante estos 12 años hemos
experimentado muchos momentos de Gracia, de milagros y de manifestaciones, muchos de
ellos con un sentido místico y extraordinario. Nos hemos sentido profundamente acompañados
por el Misterio Divino.
Por eso mismo, en nombre de ese Misterio Divino, bendecimos a todos los que han
tenido que ver con este Don Bosco Kep y a todos los que tendrán que ver tarde que temprano.
Si alguna vez ya no estaremos por estos lados, físicamente, deben saber que el Amor nunca
muere (1 Corintios 13, 8) y que nos pueden encontrar en esas plantas y animales que tanto
cuidamos y en el rostro de esos niños tan sonrientes que tan seguros se sienten en este oasis.
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