Aportes psicopedagógicos
de las canciones ecológicas
Karla María Reynoso Vargas
El término medio es, precisamente, el ecologismo personalista.
En él se considera al hombre como «Humus pensante»,
es decir, como un ser natural capaz de ser razonable
con su entorno y no como su depredador.
Se acepta como ser dependiente de su entorno,
pero también como guardián suyo.
Es una especie de guardabosques cosmológico.
(Mauricio Beuchot, 2020: 47)
Introducción
El proyecto “Así cantan los árboles de mi región. Voces de esperanza para México” tuvo como propósito principal crear
canciones didácticas que contribuyeran a desarrollar la conciencia ecológica de niños de educación básica, dotándoles de
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conocimientos sobre los árboles y plantas regionales, para provocar reflexiones sobre su función vital en nuestro planeta, en los ecosistemas locales y en
nuestra vida humana. De manera paralela, propició el desarrollo de habilidades pedagógicas, musicales y ambientales de quienes participamos; en este
sentido, fue un proyecto transformador. Este capítulo presenta de manera
sucinta algunos aportes psicopedagógicos tanto de las canciones ecológicas,
como de su elaboración.
Aportaciones psicopedagógicas de las canciones ecológicas
La canción es una de las formas características de construir la realidad en la
medida en que expresa, representa y ordena la experiencia dinámica de la acción humana (Hemsy-de-Gainza, 1964). En el ámbito educativo se sabe que la
canción es una herramienta poderosa para transmitir conocimiento, valores
y tradiciones; pero, ¿por qué? Es un recurso didáctico atractivo y emotivo,
lo que le vuelve invaluable debido a su capacidad para captar atención, presentar información, facilitar su retención, crear ambientes propicios para el
aprendizaje, sincronizar a los miembros de un grupo, fortalecer el sentido de
comunidad y cohesión entre los estudiantes, crear un ambiente colaborativo
y motivador.
Timbres, tonalidades, ritmos, melodías y estructuras musicales modulan el estado de ánimo, lo que permite a los estudiantes generar un vínculo
emocional con los contenidos y, por lo tanto, volviendo más significativos los
aprendizajes. Su carácter lúdico reside precisamente en este vínculo emocional. Si bien, por el placer y la sensación de bienestar que provocan, la mayor
parte de las canciones infantiles suelen ser divertidas y alegres, pero hay que
aclarar que no sólo las canciones en tonos mayores y ritmos rápidos son didácticas. Hay muchos tipos de aprendizajes y cada uno se conecta de diversa
manera con nuestras emociones. Sin importar el nivel de desarrollo o nivel
educativo, los humanos incorporamos conocimientos acomodándolos en
nuestros esquemas mentales en relación con lo que vivimos y cómo lo vivimos. Así pues, también hay aprendizajes cuyo impacto emocional implica
tristeza, enojo o miedo. La música y las letras de las canciones pueden ayudar
a gestionar adecuadamente la angustia o la incomodidad emocional producida por algunas experiencias. Parte del carácter didáctico de una canción es
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precisamente modular la emoción adecuada para transmitir los mensajes y
gestionar las emociones implicadas.
Aquello que se canta en la escuela debe ayudar a mejorar la calidad educativa, lo que significa que los contenidos deben ser relevantes para el alumno
y, al mismo tiempo, promover valores universales. En este proyecto, los valores corresponden al respeto por la naturaleza y el cuidado ambiental, que
vislumbramos no sólo como deseables sino como indispensables para que la
humanidad pueda hacer frente a los grandes problemas ambientales actuales que amenazan la vida en nuestro planeta. El cuidado del medio ambiente
constituye uno de los temas transversales más importantes en la educación
actual, en todos los niveles educativos. En consecuencia, es un contenido obligatorio también dentro del campo de la educación musical (França, 2011).
Como indica Valenzuela (2023), a primera vista, la música podría parecer irrelevante para este problema, pero es un recurso útil.
“Las canciones ecológicas son composiciones con letras inspiradas en dar
a conocer un mensaje sobre la importancia del cuidado del medio ambiente,
conciencia ambiental y desarrollo sostenible” (Huacasi-Valdivia, 2018: 21). Por
sus alcances, tienen contribuciones para los campos de la educación ambiental, la psicología ambiental y la psicología musical. Son en esencia un recurso
didáctico, en tanto que cumplen las funciones básicas (Gimeno Sacristán,
1981): son portadoras de conocimiento, tienen una función motivadora y una
función estructuradora, esto último significa que permiten guiar ordenadamente las actividades de aprendizaje. En el campo de la educación ambiental
permiten sensibilizar, dotar de conocimiento ecológico, interactuar con el ambiente, valorar y propiciar acciones proambientales, acciones sugeridas ya en
la Carta de Belgrado (onu, 1994). Por otro lado, no dejan de ser arte, como
indican López-Abril et al. (2017), un arte con fin socioambiental, una puerta
al asombro, a la maravilla por el entorno natural que nos rodea, la puerta a la
pregunta y, por tanto, al aprendizaje significativo. Como toda manifestación
artística permiten percibir y conocer de una forma nueva nuestro entorno
y sus problemas, entender nuestra participación en ellos, establecer nuevas
fórmulas para la reconexión con el paisaje y con la comunidad, potenciar la
recuperación y la conservación de las relaciones entre los seres humanos y
la naturaleza de la que formamos parte. El paisaje es portador de nuestra memoria cultural, cualquier intervención para su conservación se verá vinculada
con las tradiciones y con el territorio.
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Dada la situación de crisis ambiental en la que vivimos, se vuelve necesario reflexionar en cómo el arte puede contribuir a mejorar nuestra relación con
la naturaleza de la cual somos parte, cómo generar dinámicas de acción-intervención artística de carácter colectivo, que generen un diálogo equilibrado
con el espacio para comprender su función social y ambiental. Para ello, hemos de fomentar la creatividad y la participación social para la recuperación
y la apropiación de espacios de intercambio y diálogo colectivo en conexión
con la naturaleza, recuperando así paisajes y relaciones. La perspectiva artística es apasionada; y justamente es la pasión la que nos permite reconectar
con nuestro entorno y nuestra comunidad, asumir responsabilidades y llevar
a cabo acciones concretas. Como indica Simón (2013), las artes propician la
participación activa de los estudiantes en experiencias, procesos y desarrollos
expresivos, de tal manera que desarrollan una imaginación fértil, una inteligencia emocional y una “brújula” moral que aporta capacidad de reflexión,
sentido de autonomía y libertad de pensamiento.
Aportaciones para quien elabora canciones ecológicas
Desde el punto de vista metodológico este proyecto planteó retos derivados de
su carácter multi e interdisciplinario, así como de la heterogeneidad de perfiles
educativos. Fue un proyecto en el que participamos compositores, músicos
instrumentistas, cantantes, educadores musicales, psicólogos e investigadores.
Profesores y estudiantes trabajamos juntos en calidad de iguales. Cada quien
aportó lo que sabía o podía. Nadie era experto en temas ambientales, por lo
que la colaboración de especialistas fue fundamental. La realización de este
proyecto, sin duda, nos hizo aprender a todos. Este apartado recuenta algunos
de los aprendizajes que incorporamos, ya expuestos en el simposio realizado
en el Seminario Permanente del Departamento de Música de la Universidad
Autónoma de Aguascalientes (semper) (Carbajal-Vaca et al., 2023) y que consideramos plausibles de adquirir en proyectos similares.
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La socioformación en el marco de la “Educación Musical
para el desarrollo sostenible”
La socioformación es una propuesta latinoamericana para la transformación de
los procesos formativos. Propone un cambio paradigmático en la concepción
de la educación por objetivos y contenidos a una educación por competencias
centrada en la contextualización de los problemas, una educación que dé la
práctica, desde el accionar en situación, donde los actores sociales responsables del hecho formativo se encuentran ante la compleja realidad de educar en
la era del conocimiento. Ofrece un espacio inclusivo en el que tienen cabida
todos por igual, favoreciendo el reconocimiento de la diversidad. Su enfoque
por competencias se articula en la conjugación del pensamiento crítico y saberes necesarios que atienden el criterio fundamental de la permanencia de la
vida (Rodríguez-Reinoso y Luna-Nemecio, 2019). El proceso de cambio que
implica tiene raíces en el aprendizaje colaborativo, en comunidad, donde se
vive la práctica del colectivo. Esto conlleva a la educación a una completa redefinición en todos sus ámbitos, uno de ellos la educación para las artes, en lo
específico, la educación musical (Tobón, 2015).
Nosotros debimos rebasar las aspiraciones teóricas de la investigación y
plantear un proyecto con impacto social, crear una comunidad académica colaborativa, involucrar a los estudiantes a componer canciones ecológicas que
puedan ser implementadas en contextos reales, asumirnos todos como aprendices, tomar una postura personal sobre los árboles y las plantas que estudiamos,
y dar prioridad al sentido didáctico de las canciones sobre el sentido estético.
La educación musical no escapa a los problemas estructurales ni a las
concepciones pedagógico-didácticas centradas en modelos que no responden
a las exigencias de hoy día (García López, 2018). Así, la vinculación a través de
la composición de canciones ecológicas implicó momentos de cuestionamientos hacia lo ya aprendido: conceptos, metodología y música. Por ejemplo, ¿qué
contenido ecológico es importante transmitir?, ¿qué es lo que vuelve didáctica
a la canción?, ¿cómo resolver aspectos musicales?, ¿qué se puede hacer en el
aula con esta canción?, ¿cómo se puede hacer más accesible?; es decir, la perspectiva socioformativa desplazó la reproducción e implementación de saberes
ya construidos por la generación de iniciativas, tomas de decisiones y creación
de materiales didácticos con un fin socioambiental. Los diversos encuentros
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virtuales y seminarios llevados a cabo durante los años del proyecto permitieron externar todas estas cuestiones y desarrollar una interlocución sobre ello.
Conocimientos ambientales
Cada participante debió investigar sobre el árbol o la planta elegida para su
composición. Esto por sí mismo representó una investigación bibliográfica y
adquisición de conocimientos. Una buena contribución se dio a través de colaboradores especialistas de los ámbitos de la ecología y la composición musical.
Como nota útil para otros proyectos colaborativos hay que mencionar que
la asesoría con especialistas se facilitó porque la comunidad de aprendizaje
activamente puso a disposición sus contactos. Aprendimos nombres, datos
científicos, desarrollamos la capacidad de identificar flora de nuestra región,
sus necesidades y sus aportes ecológicos. Como quedó claro en las sesiones
conjuntas, para poder componer las canciones, cada compositor generó un involucramiento personal, muchas veces emocional, y provocó reflexiones sobre
aquello que escribió.
Quienes elaboraron documentos de titulación, incorporaron conceptos
como “ecomusicología”, “bioculturalidad”, “patrimonio natural”; argumentaron la importancia del “desarrollo sostenible”, y discurrieron la necesidad de
que los educadores musicales se involucren en temas ambientales.
Apertura musical
En el contexto de programas universitarios que priorizan la música académica, (también llamada “clásica” o “culta”), el proyecto ofreció libertad para
realizar las composiciones. Esta apertura permitió crear música no-académica
de manera “sí-académica”; generó un marco propicio para el desarrollo de
procesos creativos y la expresión a través de estilos musicales diversos, de tal
manera que cada compositor plasmó su mensaje y elementos expresivos de la
manera en que le pareció más conveniente. Esta emancipación estética implicó asumir las decisiones tomadas de manera personal, justificar la elección de
esos elementos y en muchos casos, confrontar ideas o solicitar apoyo.
Algunos compositores se pusieron como propósito elaborar canciones
educativas que incluyeran no sólo datos ecológicos de la flora regional, sino
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también estilos musicales regionales, lo que les supuso rescatar el folclor y
abogar por el rescate del patrimonio cultural.
Competencias pedagógico-musicales
La mayoría de los músicos participantes tenían conocimientos, al menos
básicos, de teoría musical y composición. Pero los niveles formativos eran dispares: desde músicos en formación hasta compositores consolidados. Para los
más novatos, elaborar la canción ecológica supuso el aprendizaje de algunos
aspectos musicales: reglas armónicas, aspectos de notación, entre otros. Para
los músicos más avanzados, acostumbrados a priorizar la estética, los retos
fueron acotarse a los rangos vocales de los niños y crear elementos lúdicomusicales. Todos debimos pensar en contenidos que fomentaran la reflexión
ecológica, que favorecieran el desarrollo de actitudes respetuosas, inclusivas
y responsables, y en la utilización de lenguaje adecuado para la edad escolar
escogida. En los seminarios hubo varias interlocuciones referentes a los procesos creativos y elementos didácticos de la canción, pues como se comentó
en alguna ocasión: “No es lo mismo escribir canciones, que escribir canciones
didácticas para niños”.
Quienes realizaron documentos de titulación, debieron fundamentar la
canción ecológica como recurso didáctico. Debían explicar por qué la canción
facilita el aprendizaje, ¿cuáles son esas características que la vuelven didáctica?
Luego, complementaron su trabajo con algunas estrategias de implementación factibles de llevar a cabo con grupos de nivel primaria y con apoyo de
profesores sin formación musical especializada. A ellos, dentro de las clases
se les recordó la importancia del aprendizaje integrador. Un proceso artístico
en la naturaleza nos permitirá aprender sobre sus características y sobre los
ciclos naturales; descubrir el entorno; observar y contemplar el espacio de una
forma distinta; recolectar y recoger elementos; clasificar y separar; amontonar
y colocar; entrelazar y unir; dejar nuestra huella; habitar y ocupar el espacio.
Todas estas acciones parten del descubrimiento sensorial y del aprendizaje
cinestésico, son las que nos permiten analizar los elementos del entorno, sus
interrelaciones, sus problemas ambientales, promoviendo el conocimiento
profundo de nuestro entorno (López-Abril et al., 2017).
Otros aprendizajes complementarios se dieron en la producción musical.
Por una parte, el uso del software para editar las partituras, que principal185
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mente fueron MuseScore, Finale y Sibelius. Por otra parte, los tesistas de la
Universidad Juárez del Estado de Durango grabaron sus piezas musicales para
proporcionar a los profesores de educación básica sin formación musical un
recurso de apoyo en la implementación. En el marco de una experiencia educativa electiva, hicieron su propia producción musical.
Conclusiones
Tal como ha expresado Tojeiro-Pérez (2019), una educación de calidad debe
contribuir a la creación de un medioambiente más saludable, así como tomar
conciencia de la problemática ambiental, para lo cual la música puede constituir un medio de concienciación, al representar una forma de conocimiento,
comprensión y expresión de la cultura. Las aproximaciones interdisciplinares
entre música y medioambiente promocionan y divulgan iniciativas sostenibles, a la vez que se reformulan la educación musical y ambiental desde una
visión innovadora.
La experiencia derivada de este proyecto permite recomendar la realización de proyectos artístico-ecológicos a través de comunidades de aprendizaje,
la realización de estudios colaborativos y la toma de una perspectiva socioformativa que prioriza la resolución de problemas, como los socioambientales.
Las canciones ecológicas pueden convertirse en un elemento educativo
con múltiples ventajas. Las proponemos como material didáctico para trabajar
en el aula, para dar a conocer árboles y plantas regionales, como un medio de
análisis crítico, reflexión y debate sobre las problemáticas ecológicas y riesgos
ambientales locales; y como un elemento potenciador de la expresión sociocultural de la propia realidad, al recoger creencias, visiones o emociones que
surgen en torno a temas ambientales.
A manera de consideración final, aclaramos que las canciones que se presentan en este libro fueron creadas para fomentar un conocimiento integrado;
sin embargo, como recurso didáctico pueden ser empleadas a través de estrategias que permitan enfatizar más el contenido ambiental, provocar reflexiones
socioambientales, desarrollar expresividad, enseñar elementos musicales, etcétera. La única recomendación es no perder de vista que el objetivo es acercar
al alumnado a la naturaleza de una manera creativa, estimulando la curiosidad, la motivación y la transversalidad.
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