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UN APOCALIPSIS ZOMBI AVANZA SOBRE LA ARGENTINA

2024, UN APOCALIPSIS ZOMBI AVANZA SOBRE LA ARGENTINA

Se siente como una pesadilla que regresa del pasado que nos mueven todos los fantasmas que interrumpieron cada proyecto de vida en las distintas etapas de la misma. Esto se parece mucho a 1976, cuando se iniciaba un proceso que se diferenciaría completamente de la etapa previa de sustitución de importaciones. Se inauguraba así, un modelo económico denominado de acumulación rentística y financiera, con apertura incondicional y facilitador financiamiento externo.

Por Pablo Tigani* UN APOCALIPSIS ZOMBI AVANZA SOBRE LA ARGENTINA Se siente como una pesadilla que regresa del pasado que nos mueven todos los fantasmas que interrumpieron cada proyecto de vida en las distintas etapas de la misma. Esto se parece mucho a 1976, cuando se iniciaba un proceso que se diferenciaría completamente de la etapa previa de sustitución de importaciones. Se inauguraba así, un modelo económico denominado de acumulación rentística y financiera, con apertura incondicional y facilitador financiamiento externo. Se daba en un contexto mundial de amplia disponibilidad de capitales dispuestos a reciclarse para obtener mayores rendimientos en los países emergentes. Esta fue una de las claves para poder financiar un plan sistemático de endeudamiento y señorío que lleva 47 años de desarrollo intermitente pero perseverante. Aunque en 1976 se produjo el golpe de Estado que proscribió todos los derechos ciudadanos, no fue sino hasta junio de 1977 que se estableció la herramienta más importante que jamás pudo reverse, con ningún gobierno en adelante, hasta nuestros días. Estamos hablando de la Reforma Financiera. La lógica que habíamos escuchado era que la única manera de terminar con los sindicatos, era debilitar la industria. Así abiertamente. Si los delegados no poseen obreros de planta, no tienen a quien representar. De esta manera pasaríamos de “la patria metalúrgica”, a “la patria contratista + la patria financiera”. Un coctel explosivo. Las industrias más damnificadas eran las empresas de capital nacional. No lo eran en gran medida las trasnacionales, ni los grandes conglomerados, o grupos económicos diversificados que, aunque estas nuevas políticas los habrían de horadar, le encontrarían la vuelta financiera para reinventarse. EL METODO DEL CASO DE HARVARD AUTOCTONO El prototipo de un objetivo abstracto a dinamitar, al decir de Milei; podría ser la empresa YELMO S.A., con 1.500 empleados, en la zona de San Justo. La Matanza-, 8 hectáreas y 42.500 metros cuadrados cubiertos, que en solo 20 años había logrado desarrollar una industria 100% nacional, totalmente integrada industrialmente, exportando electrodomésticos a 26 países del mundo, incluyendo Brasil, EE.UU. e Israel, pero básicamente, a todo Latinoamérica. En menos de dos años (1979) la apertura comercial y financiera la convertiría en una ficción. Una empresa con accionistas locales, gerentes locales, otorgaba becas en universidades privadas para sus ejecutivos, desarrollaba a la vez, tecnología y management propio. Por supuesto, dentro de una empresa donde 1.300 personas son operarios tenía dos sindicatos, uno más ortodoxo y otro de izquierda. Esas representaciones se terminaron el 25 de marzo de 1976, según nos enteramos en las oficinas del barrio de Almagro. Cualquier conflictividad sindical se había resuelto en un día. No mas aumentos de 145% (metalúrgicos), pero también, no más empresa, en unos pocos trimestres. No hace falta esperar 45 años de Milei para saber cómo termina. Se instalaba en la Argentina un cambio de estructura económica radical. A pesar que el ministro de economía José Alfredo Martínez de Hoz lanzaba un programa económico sin solución de continuidad por los próximos 47 años, conferenciaba sobre como resolver los problemas de ineficiencia de un aparato productivo, que como mencionábamos antes, exportaba valor agregado en electrodomésticos. Para resolver “el flagelo inflacionario” y equilibrar la balanza de pagos, el discurso y parte del programa, era el estándar de siempre: devaluación, ajuste del gasto y congelamiento de salarios. El clásico mantra de las “ventajas comparativas”, que no era otra cosa que decir, exportemos bienes primarios y todo lo demás lo importamos. Equilibrar los precios internos con los precios externos significaba desplazar la fabricación nacional y reemplazarla por productos importados. Es decir, dejar de generar empleo en la Argentina y salir a pagar sueldos y jornales a Japón, Taiwán, Corea y Singapur. Por ese entonces, no se habían sumado China, Tailandia y otros países del sudeste asiático. Hasta ese momento, la Argentina tenia un entramado industrial de dimensiones considerables, no se podía conferenciar sobre agotamiento de un proceso de industrialización que exhibía pleno empleo e incipiente generación de divisas con valor agregado. El problema radicaba en que el proyecto que llegaba, iba en la dirección inversa. Se proponía sesgar el genial péndulo de Marcelo Diamand-mi mentor, accionista de Tonomac y presidente de la Cámara de electrónica-, de manera definitiva. La balanza se inclinaba hacia el sector agro exportador, sumado a un pensamiento innovador de consecuencias funestas, especular todo desde la mirada financiera y la ganancia de inmediatez novelesca. Ahora con galpones de 10 personas y 100 administrativos, que bajaran televisores de un contenedor, se facturaba y cobraba igual, barriendo de un plumazo más de 250 fábricas y sus obreros de la industria electrodoméstica, eléctrica y electrónica. Recuerden los más veteranos solo algunas fábricas de televisores y radios Tonomac, Spika, Panoramic, Ranser, Telesud (Zenith) etcétera. Todas cesaron. Éramos la Argentina abierta al mundo, que en los cines pasaba la famosa difusión de una silla argentina que se rompía al sentarse el comprador, y otra importada, tan confortable que alegraba el rostro del actor. Crueles, como casi todos estos experimentos libertarios y liberales, las autoridades implementaron un congelamiento de salarios, al tiempo que eliminaron los controles de precios y practicaban “otra devaluación”, provocando un deterioro de 30% de los salarios reales. Calcada por Caputo y Sturzenegger. La anterior devaluación (el Rodrigazo) se la había encomendado a Celestino Rodrigo (ministro) Ricardo Mansueto Zinn, en 1975, provocando el fin del gobierno peronista. Zinn era un secretario de Estado de Programación y Coordinación Económica, ideólogo que seguiría viaje con la dictadura cívico-militar. Ejecutivo del grupo Macri, dicho sea de paso. Para completar habría disciplinamiento social, controles en las calles, no más de tres personas como sugiere Patricia Bullrich-quien paradójicamente había partido al exilio. Por supuesto, se disponía la disolución de la CGT y la supresión total de las actividades sindicales, como el derecho a huelga. Reforma a la Ley 14.250 de Contrato de Trabajo y las convenciones colectivas. - ¿Semeja? – Podíamos ser empleados de una empresa privada, uno de ellos becario de una universidad privada, que regresando a las 23 horas un día de semana en Rivadavia y Condarco sería interceptado por dos patrulleros para llevarlos una cuadra-hasta Yerbal una calle oscura pegada a la vía-, pedirnos levantar las mangas de la camisa para ver si nos drogábamos, requerir que nos diésemos vuelta para perpetrar un simulacro de fusilamiento con una pistola 45. Todo eso para sacarles el poquito dinero que unos muchachos de 20 años podían llevar en los bolsillos. En el mismo año se desreguló la Inversión Extranjera y se la equiparó al capital nacional, incluyendo a las que ya estaban instaladas en la Argentina. Completando el industricidio se unificó el tipo de cambio, se eliminaron los reembolsos y reintegros a las exportaciones de manufacturas, porque eran inflacionarios (según el enfoque monetario de la balanza de pagos). Los aranceles a las importaciones se rebajaron sin negociación. A cambio de nada, sin aplicar la lógica del comercio internacional: a saber, la Argentina baja los aranceles de esta nomenclatura arancelaria, siempre y cuando tal país baje los aranceles a nuestras exportaciones de otra posición arancelaria que nos convenga, “win win”, una estrategia de marketing que tiene como objetivo que ambas partes salgan beneficiadas. Esa decision provocó una caída de más de 40 por ciento de protección efectiva. El capitulo que no podía faltar, fue la revista al FMI que otorgaba créditos y daba “luz verde” a la banca privada para que nos inunde de financiamiento y así poder pagar las importaciones de todo tipo. El cambio de expectativas y el aluvión de dólares, detuvieron las corridas contra el peso, sentando las bases para la “bicicleta financiera”, y los depósitos plazo fijo a 7 días. Para la gente de a pie subían las tarifas y la presión tributaria caía sobre sus hombros, incluyendo multas indexadas por incumplimiento de pago de tasas y contribuciones. Mediante el congelamiento salarial, el gasto en empleados del Estado cayó 40%, el déficit fiscal pasó de 12 a 7.6% y la emisión monetaria se contrajo de 55% a 29%, implicando una drástica caída del salario de los privados, que también desaceleraba el consumo y la actividad económica en general, con una extraordinaria dispersión sectorial. Dado el desastre provocado por esa serie de medidas desafortunadas, el programa, de la misma manera que hoy, en diferentes cuestiones entra en contradicción ideológica de una manera fulminante e incomprensible. Por ejemplo, se determina un congelamiento de precios por 120 días. Cuando finalizó la tregua de precios, la inflación volvió a dispararse y se aplicaban medidas contractivas, mediante una fuerte alza de las tasas de interés, derrumbando la actividad económica nuevamente, interrumpiendo una leve recuperación que comenzaba a insinuarse. Ya en 1978 el PBI caería 4% del PBI, en relación a 1977. LA REFORMA FINANCIERA La liberalización de las tasas de interés-como ahora son las activas y las de crédito de consumo y recientemente las tarjetas de crédito-habían pasado desde ser fuertemente negativas, a concurrir fuertemente positivas. Por ejemplo, YELMO S.A., que se financiaba con capital de terceros en la misma proporción que con capital propio, era una de tantas. Ese cambio significaba que el 50% del financiamiento de sus activos por medio de bancos, pasaba de pagar 40% de tasa nominal anual, a 400% nominal anual, con una inflación de 176% (1977) y175% (1978). Una empresa que crecía por 20 años con apalancamiento positivo de pasivos, en un día, empezaba a devengar un costo financiero 10 veces más caro, unas tasas positivas de 225% anual, sin opción de obtener créditos externos como los grandes conglomerados, ni de fondearse con sus casas matrices como las empresas trasnacionales. El subsidio neto en porcentaje del PBI industrial, recibido por el sector en 1975 era de 14.6%, en 1978 era de negativo (5.1%) Fuente: FIDE. Con 700.000 dólares se obtenía la licencia para convertirse en banco y captar depósitos con garantía del Estado. Solo mencionar más adelante que entre 1978 y 1979, se autorizaron 1.200 aperturas de sucursales, con la actividad económica desacelerada. Los depósitos a plazo fijo se podían endosar, dando lugar a maniobras delictivas de las más burdamente imaginativas. Por ello la propagación de cuantiosos bancos, financieras, mandatarias y, aun cuevas, era descomunal. Parecía que todas las mesas de dinero del mundo estaban en la city porteña. Cualquier avispado se convertía en usurero cambiando cheques de empresas extenuadas o con sus calificaciones a tope, que no podían recurrir a otras fuentes de financiamiento. Los que trabajábamos en finanzas tuvimos dos roles: 1) magos para no quebrar, o 2) bicicleteros para hacer rendir el dinero ocioso que no se aplicaba a la producción y el trabajo. La especulación financiera paso a retozar en un rol superior de la economía argentina. El IAEF (Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas), era más importante que el Jockey Club. Todos los miembros del equipo económico visitaban la asociación, incluyendo Martínez de Hoz. Supuestamente esta conveniente inversión en plazo fijo postergaría las compras y desaceleraría la inflación. Nunca sucedió, como comprobamos durante el gobierno de con Macri y, como ahora mismo vamos a ver. Lo que, si sucedió, es que las tasas activas que pagaban las empresas nacionales hacían inviable los negocios, mientras para ir tirando la pelota para adelante ingresaban a la zona del concurso preventivo o la quiebra lisa y llana. Aparecía la precursora, la abuela de las mellizas LEBACS y LELIQ, la cuenta de regulación monetaria, para neutralizar los efectos expansivos. Un subsidio al sector financiero del mismo tenor que el de Sturzenegger y Caputo en 2016 en adelante, que también se crearía en una fuente de creación monetaria en si misma. En 5 años superaba 5% del PBI (BCRA). El ritmo inflacionario se sostenía impasible, así que se suponía que la suba de las tasas de interés pasivas iba a contribuir a la demanda de plazos fijos estimulando una mayor monetización de la economía. Mientras tanto se esperaban como durante el Macrismo, una lluvia de inversiones que expandieran la oferta de bienes, entonces la mayor monetización y oferta contribuirían a desacelerar la tasa de inflación. Pero a lo único que contribuía la contrapartida (tasa de interés activa), era aumentar el costo financiero, que, si no despegaba la actividad económica, era imposible trasladar a precios. Sobremodo los bienes importados comenzaban a ejercer presión y techo sobre los precios de fabricación local. Las mismas políticas que hoy se están aplicando, más las que vienen en camino, se dejaron ver infructuosas para detener el curso de la inflación. A fines de 1978 uno de los muchachos de Floresta que tembló con el vigilante de Flores, dada la apertura de la economía y el quiebre de la industria, trabajaba en una marca nueva de televisores japoneses en el país, que con solo el 5% del personal de la otrora industria, ganaba 5 veces más en dólares, y podía manejar un auto canchero. Eso sí, aun con traje, corbata y anteojos, a las 18 horas de un día de semana, era interceptado por un camión repleto de conscriptos que bajaban con fusiles FAL en el codo de Cangallo y Bulnes, expresando temor por el techo corredizo del automóvil, obligándolo a bajar y abrir el baúl, negándose a tomar las llaves, más temerosos que el que conducía. Sin evidencias, sin haberlo vivido, algunos podrían argumentar que la historia podría ser completamente inventada, pero, por el contrario, esa y la anterior eran solo dos de otras muchas situaciones similares. El único objetivo de esa coerción, fue hacer socialmente viables las modificaciones económico-financieras que se estaban llevando a cabo. Por eso los jóvenes no comprenden, por eso los muertos vivientes celebran. Y, por eso las personas que logramos sobrevivir en el interior de la granja abrigamos recelo. Tememos que los muertos vivientes hayan vuelto a la vida, para perseguir a los vivos. Es obvio que durante 2023, han dado inicio a un nuevo apocalipsis zombi. Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros