EDITORIAL
RLEE (México) 2013
Volumen XLIII
Número 3
Páginas 5–21
La escuela, ¿para qué?
What are Mexican schools for?
Fernando Mejía Botero*
Francisco Urrutia de la Torre**
RESUMEN
Pronunciamiento institucional a 50 años de actividad académica y de sustento científico al análisis, evaluación y formulación
de políticas educacionales, que pone de manifiesto una de las
orientaciones medulares de la labor indagatoria del Centro de
Estudios Educativos (CEE), centrada en la escuela, el aula, los
procesos presentes en ellas y los responsables directos de ellos,
quienes, junto con las autoridades educativas, constituyen el
sistema educativo mexicano. Recoge las concepciones que el
Centro ha configurado sobre los fines de la educación en distintas épocas y establece su postura actual de cara a las funciones política, económica y cultural de la educación, así como su
propuesta para generar un consenso, organizar las responsabilidades de todos los integrantes del sistema, orientar razonablemente la experiencia y los recursos disponibles para mejorar la
calidad educativa, y evaluar no solo a docentes y alumnos sino a
todos los responsables del sistema, para construir el país que los
mexicanos queremos en un nuevo orden global de cooperación
y concordia.
ABSTRACT
Institutional pronouncement, on the 50th anniversary of the
Center for Educational Studies (Centro de Estudios Educativos,
CEE), whose academic activity and scientific support to the
analysis, evaluation and design of educational policies has
demonstrated that one of its main research topics is oriented
to: schools, classrooms, and the educational processes that occur in these learning spaces; along with the personnel directly
responsible for these processes, and the authorities of the education national and state ministries, who, together, constitute
the Mexican education system. This statement synthesizes the
evolving conceptions which the Center has built about the goals
of education during the several epochs of its history. Finally, it
establishes its position on the political, economic and cultural
functions of education, as well as its proposal in order to: a) construct a consensus, organize the responsibility of all the members of the educational system; b) reasonably orient the experience and available resources of this system so as to improve its
quality; c) assess not only the teachers and students, but also
the other actors who are also responsible of the system’s operation; as means for the construction of the country that Mexicans
desire, in cooperation and harmony with the global village.
Palabras clave: escuelas, sistema educativo, política educativa,
Centro de Estudios Educativos
Key words: schools, educational system, educational policies,
Center for Educational Studies
Las preguntas sobre cómo habrán de funcionar las escuelas mexicanas en el nivel básico, cuál será su diseño, cómo han de estar
configuradas (sus elementos y las relaciones entre ellos) y cómo
*
Director general del CEE.
**
Director académico del CEE.
REVISTA LATINOAMERICANA dE ESTudIOS EduCATIVOS, VOL. XLIII, NÚM. 3, 2013
puede mejorarse la educación que se imparte en ellas expresan
algunas de las orientaciones académicas esenciales del Centro de
Estudios Educativos a lo largo de su historia, y cuyo 50 aniversario se celebra con la publicación de este número especial de la
Revista Latinoamericana de Estudios Educativos. Las mismas cuestiones, por ende, han inspirado la producción de conocimientos, la elaboración de propuestas y la difusión de saberes respecto
a nuestras escuelas, “corazón” del sistema educativo nacional
(SEN),1 bajo la pista de que su sentido y propósito, es decir, su
“para qué”, ha de orientar cualquier aproximación académica y
política que pretenda su mejora.
La controvertida Ley General del Servicio Profesional
Docente, aprobada el 4 de septiembre de 2013 por el Senado (y
el primero del mismo mes por la Cámara de Diputados), define
como escuela:
6
... al plantel en cuyas instalaciones se imparte educación y se establece
una comunidad de aprendizaje entre alumnos y docentes, que cuenta
con una estructura ocupacional autorizada por la Autoridad Educativa u
Organismo Descentralizado; es la base orgánica del sistema educativo nacional (SEN) para la prestación del servicio público de Educación Básica o
Media Superior” (Presidencia de la República, 2013).
Una omisión notable en esta definición es para qué “se imparte educación y se establece una comunidad de aprendizaje entre
alumnos y docentes”. Destaca, por otro lado, en ella, una noción
con la que estamos de acuerdo: “la escuela como base orgánica
del sistema educativo nacional”.
El sistema educativo es tal porque está integrado por un conjunto de componentes distintos entre sí, pero funcionalmente
concurrentes para alcanzar ciertos fines. Lo entendemos como
una combinación de elementos que cumplen funciones específicas, pero que a su vez están relacionados con los otros (aunque
cada elemento, a su vez, se comporte como un sistema distin1
El uso del corazón como metáfora, a propósito de los procesos de enseñanza y aprendizaje, tiene como referencia la lógica que inspiró el rediseño de la actual Subsecretaría de
Educación Básica (CEE, 2004): poner a las escuelas en el centro del sistema, y considerar a
las aulas el centro de la actividad escolar.
LA ESCuELA, ¿PARA qué?
to). De igual manera, el sistema tiene un entorno con el cual se
vincula por dos vías: lo influye y es influido por él.
Como ejemplos de elementos del sistema tenemos la
Secretaría de Educación Pública (SEP), sus subsecretarías, las entidades federativas, las escuelas, las y los maestros y directores,
las y los alumnos y sus familiares, los materiales educativos, el
currículo (o mejor dicho, los currículos normativos, enseñados,
evaluados y aprendidos), las normas jurídicas, los recursos financieros, entre otros. Algunos ejemplos del entorno al SEN son el
Estado-nación, el sistema político, el sistema jurídico federal y
estatal, el sistema económico, la cultura, la sociedad, entre otros.
El tema del entramado educativo como sistema (elementos
interrelacionados y entorno) es clave para poder indicar, en este
editorial, cómo se ha pretendido que funcionen las escuelas (tendencialmente), es decir, con arreglo a ciertos fines propuestos por
un elemento distinto a ellas.
Las funciones que en México se han otorgado al sistema educativo han variado con el paso de los años. En 1973, en el editorial de la entonces Revista del Centro de Estudios Educativos, vol.
III, núm. 3, el CEE registró, como funciones, una serie de valores
que provenían de los pronunciamientos oficiales:2
En los pronunciamientos oficiales de los gobiernos revolucionarios se
puede discernir un sistema de valores sociales cuyos elementos básicos
serían: el bien de la patria por encima de los intereses de grupos particulares; la democracia, que constituye todo un sistema de vida fundado en el
constante mejoramiento económico, social y cultural, dentro de las libertades más amplias y para la realización de la justicia social; la justicia social,
orientada al bien de la colectividad, en especial al bienestar de la masa del
pueblo: se la describe en términos de enriquecimiento del país, distribución equitativa de la riqueza, lucha contra la miseria, seguridad social y
salud pública, educación popular, alimentación, vestido y habitación para
el pueblo, defensa de los derechos obreros, resolución del problema campesino; la libertad, como fruto de la justicia social, pues únicamente deja
2
Con toda seguridad, plantear las funciones del sistema desde la óptica de los gobiernos
revolucionarios, no obedecía a falta de capacidad de proponer las suyas, sino a la ausencia
de un consenso social al respecto; pero además, porque servían como referencia para desentrañar qué tanto se estaban cumpliendo, es decir, servían de referentes contra los cuales contrastar los resultados de los trabajos de la Reforma Educativa que se realizaban en esos años.
7
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de ser privilegio y se convierte en auténtico derecho cuando los hombres
gozan de seguridad económica y social. La libertad debe estar conjugada
con la autoridad y el orden, todo lo cual produce la estabilidad y la paz; el
desarrollo económico, que debe ser también desarrollo social y debe ir liberando al país de la dependencia de los intereses ajenos al bien de México
(CEE, 1973).
Tres décadas después, en la misma Revista, el CEE planteó una
manera de entender los fines de la educación. En el editorial del
vol. XXXV, núms. 1-2, de 2005, se dijo:
8
Hasta ahora la educación pública no ha sido pública, porque no ha partido
de un consenso social sobre su sentido. Cuando se interroga por este, los
expertos responden que la finalidad de la educación es la educación misma
o simplemente llevan el asunto a sus terrenos, dejando fuera del debate al
resto de la ciudadanía. La educación por sí misma no es un asunto menor,
pero es hora de encaminarla hacia la construcción del México que debemos
querer. Y el México que debemos querer no es aquel que el Estado y las organizaciones que le son afines (los partidos políticos y sus grupos de poder,
los grandes empresarios y sus socios internacionales o los líderes en cada
estrato social y sus seguidores) prefieran por convenir a sus intereses, sino
un México en el que todos y todas, por igual, podamos vivir dignamente y
realizar nuestros proyectos de vida en colaboración con otros y enmarcados
en el horizonte cultural que compartamos (CEE, 2005).
En ese mismo texto, el CEE planteó su postura, que contiene
cinco aspectos, y se concreta en el siguiente párrafo, cuya intención
era generar un diálogo informado, una conversación amplia entre
sectores y una deliberación acerca de los derroteros de este país.
Para el CEE, el México que debemos querer, por ser aquel en el cual todas
y todos podamos vivir de modo digno, es un país gobernable democráticamente porque su sociedad es capaz de darse orden a sí misma. Un
país donde la riqueza se produzca de forma sustentable y suficiente para
satisfacer las necesidades –siempre concretas y diferenciadas– de toda la
población. Un país en el cual todos los sectores sociales y grupos culturales
estén incluidos sin desventaja, y se apoye más a quienes más lo requieran,
porque los ciudadanos nos consideramos iguales y buscamos la justicia.
LA ESCuELA, ¿PARA qué?
Finalmente, un país que en virtud de las condiciones anteriores sea capaz
de decidir la forma en que se inserta en el concierto de las naciones para
realizar su proyecto y contribuir a la construcción de un orden global de
cooperación y concordia (ídem).
Aunque aún suscribimos esta postura, en el presente editorial
se analizan otras funciones para las escuelas de preescolar a secundaria, como elemento básico y central del SEN, menos valorales
(que las planteadas por los gobiernos) y más sistémicas: las funciones política, económica y cultural.3
A continuación presentaremos, someramente, algunos de los
procesos históricos que han transcurrido en estas tres funciones.
Con su exposición pretendemos mostrar que la definición del
“para qué” de nuestras escuelas requiere, en nuestros días, una
concertación nacional responsable y auténtica.
SU FUNCIÓN POLÍTICA
En México, prevalece una controversia entre diversos modelos de
sociedad, de autoconciencia respecto a nuestro sistema educativo y, por lo tanto, a propósito de la escuela pública. El modelo
nacionalista-institucional impulsado desde finales del siglo XIX
permanece vigente y, a la vez, cuestionado. Sus orientaciones centrales se relacionan con la comprensión del país como un nosotros,
como unidad constituida por instituciones como la Nación, el
Estado, la comunidad, el gremio y la familia (Rodríguez, 2009).
Nuestra educación nacionalista ha sido caracterizada como
una promoción historicista y patriótica de la integración geográfica y cultural, pero no en tanto concertación entre ciudadanos
que ejercen sus derechos democráticos de participación y comunicación (Poveda et al., 2003). Respecto a esta caracterización, se
distingue la práctica actual de algunas escuelas, en cuyo quehacer
se denotan ejercicios educativos para la participación ciudadana
(Diseña el cambio, 2013) que plantea una escuela-entorno-de3
Esta enumeración de fines no pretende, al categorizar, ser estricta respecto a la mutua
exclusión entre ámbitos –que están imbricados y comparten elementos e interrelaciones sociales entre sí–, sino orientadora en torno a los distintos énfasis con los que se han pensado
los fines de lo educativo en nuestro país.
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aprendizaje para que los educandos se formen de manera libre,
consciente y autónoma, y se faculten para participar en una sociedad democrática y diversa.
Las propuestas mexicanas de innovación educativa para la democracia mantienen un énfasis en la integración nacional y, para
procurarla, destacan retos como la contribución de la equidad educativa a la justicia social, así como las relaciones de respeto entre
las diversas culturas presentes en nuestro país (Rodríguez, 2010).
Hace décadas se ha documentado que la población más descapitalizada recibe la educación de peor calidad (Schmelkes et al., 1992;
Muñoz Izquierdo et al., 1995; Santos, 2001; Mejía y Martínez,
2010; CEE/HE/SIEME/UPN, 2010); más recientemente, se ha señalado que la incorporación de las lenguas indígenas a las aulas
mexicanas es todavía un proceso incipiente en algunas escuelas, y
en fase de consolidación en otras (CEE/HE/SIEME, 2010 y 2011).
Todavía está iniciando la apertura del nacionalismo educativo mexicano a los retos que plantea el mundo para una convivencia globalizada y sustentable, como se puede apreciar en las
competencias para la vida del perfil de egreso, y del discurso de la
reciente Reforma Integral de la Educación Básica, llevada a cabo
en el sexenio anterior (SEP, 2011: 6). En cambio, la lógica economicista globalizadora para pensar lo educativo ha sido progresivamente influyente durante las últimas décadas. Con la pretensión
de aumentar la productividad de nuestros “recursos humanos”, y
a partir de ella nuestra competitividad como nación, el modelo
“por competencias” ha trascendido su campo de origen, la formación laboral (Urrutia y Martínez, 2001), y hoy organiza la
educación básica (SEP, 2011).
Más aún, y siguiendo un pensamiento económico neoclásico,
en la actualidad hay voces que plantean la incorporación de una
lógica que se aproxima a la mercantilización de nuestro sistema
educativo, por ejemplo, la “autonomía escolar” para la (no) contratación de docentes, o bien la promoción de una cultura de
ranking y comparación entre escuelas (IMCO, 2013). Estas prácticas pueden ser el caldo de cultivo en la configuración del SEN
como un cuasi-mercado, mediante programas de subsidio a la
demanda como las que el Partido Verde Ecologista de México
(PVEM) promueve desde el sexenio anterior: “Mejor Educación.
LA ESCuELA, ¿PARA qué?
Si el gobierno no te da, que te la pague” (Espacio Verde México/
Partido Verde, 2009).
SU FUNCIÓN ECONÓMICA
La educación tiene un vínculo con la esfera económica, que a
veces ha sido más fuerte y a veces más débil. Un primer nexo
entre los dos ámbitos es el hecho de que las escuelas y el sistema
educativo tienen la responsabilidad de certificar los saberes de sus
egresados, información de suyo importante para el mercado de
trabajo. Al día de hoy, la certificación soporta la relevancia de la
“escolaridad” como medida y meta de gestión y progreso de los
sistemas educativos nacionales.
En 1960 la escolaridad de la población de más de 15 años
en México ascendía, en promedio, a 2.68 años (mujeres, 2.5 y
hombres, 2.91), en 2010, a 8.2 años (mujeres, 8.1 y hombres,
8.3; cálculos propios con base en INEGI, 2013). Para atender los
indicadores de escolaridad, y con el fin de que se modificaran,
fue necesario hacer adaptaciones a la oferta educativa: el número
de escuelas pasó de 38 673 en 1963 (2 208 de preescolar, 35 038
de primaria y 1 427 de secundaria) a 226 374 en 2010 (91 134 de
preescolar, 99 319 de primaria y 35 921 de secundaria), lo cual
significa un aumento de casi seis veces su número; a su vez, la
cantidad de docentes pasó de 189 580 en 1963 (8 130 de preescolar, 135 798 de primaria y 29 565 de secundaria) a 1 175 535 en
2010 (222 422 de preescolar, 57 1398 de primaria y 278 269 de
secundaria), que significa un incremento de 6.2 veces. Estos dos
elementos del sistema crecieron de esta manera para atender a un
número también creciente de alumnos (3.4 veces), el cual pasó de
7 564 599 en 1963 (283 778 de preescolar, 6 470 110 de primaria
y 388 551 de secundaria) a 25 666 451 en 2010 (4 641 060 de
preescolar, 14 887 845 de primaria y 4 187 528 de secundaria).
Lo datos muestran que, durante los últimos 50 años, el sistema educativo ha tenido un crecimiento vertiginoso. A ese incremento en la matrícula no siguió un aumento de la misma
magnitud en el gasto público federal, ya que el relativo a educa-
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ción, respecto al gasto total, pasó de 24.45% en 1960 a 31% en
1997 (INEGI, 2009),4 lo cual equivale a un cambio de 1.29 veces.
Pero el eslabón más significativo para la sociedad entre los
ámbitos educativo y económico es la expectativa de que la escolarización contribuya a mejorar las condiciones materiales de vida
de la población. La movilidad social tuvo, en el pasado, una relación relativamente importante con la escolaridad; no obstante, en
las décadas recientes ha perdido fuerza.
En los estudios nacionales e internacionales se ha ido mostrando que hay un vínculo entre educación y desarrollo económico, entre educación y movilidad social, pero no es de causa-efecto
simple, pues ya en estudios de las décadas de los sesenta y setenta
se muestra que es circular: “Al relacionar entre sí esta correlación
con las anteriormente descritas, resultaba que los estratos pobres
logran menor educación, y por tener menor educación permanecen pobres; los privilegiados tienen más oportunidades educativas, y por tener más educación, conservan o mejoran su situación
de privilegio” (CEE, 1973).
Similar a esto sucede al nivel del desarrollo entre las naciones. Un informe reciente de la CEPAL (2013) menciona que: “Si
bien a nivel global ha sido difícil cuantificar la contribución de la
educación al crecimiento económico [hay] una clara correlación
positiva entre el nivel de educación y el nivel del PIB per cápita
para los países de la región”. También admite que:
… esto no implica una simple relación de causalidad, sino más bien la
existencia de círculos virtuosos y viciosos, ya que un mayor nivel de educación contribuiría a un mayor crecimiento económico y las sociedades
más ricas tendrían más posibilidades de invertir en educación, lo que a
su vez facilitaría un incremento más rápido de los niveles educativos. Las
relaciones opuestas existirían entre niveles educativos más bajos y menores
niveles de riqueza (ídem).
4
Según datos de Latapí, Muñoz y Ulloa (1964), el incremento proporcional que se
dio a partir de los años sesenta fue notable, lo cual ubica a esa década como un punto
de quiebre de la inversión y, por lo tanto, de la oferta y sus indicadores de “resultado”
(analfabetismo y escolaridad); en 1958 la proporción fue de 13.7% y en 1959 de
15.8%, ya para 1964 la proporción era de 25.1% (casi el doble del registrado solo seis
años antes).
LA ESCuELA, ¿PARA qué?
Ahora bien, en la relación entre educación y mercado de trabajo, en este mismo estudio se muestra que:
En décadas recientes los niveles de educación de la fuerza de trabajo han
estado en continuo ascenso. Durante los años ochenta, la proporción
de personas con hasta cinco años de educación formal en la población
económicamente activa (PEA) urbana bajó del 29.4% al 20.8% (promedio simple de siete países latinoamericanos), y del 62.5% al 52.2% en la
PEA rural (promedio simple de cuatro países). Entre alrededor de 1990
y alrededor de 2010, el promedio de años de educación de la PEA subió
en 14 países del 8.6 al 9.8 en las zonas urbanas y del 4.8 al 6.3 en las
rurales. No obstante, existen unas condiciones en el mercado de trabajo
que hacen que la relativa baja productividad se deba a una subutilización
de este potencial creciente (ibíd., cap. III).
En resumen, la función económica de la educación ha ido
cambiando con el tiempo, ya no se cumple de la manera esperada
(en lo individual y lo colectivo), y los teóricos lo han comprendido progresivamente, pues el entorno económico, que influye al
sistema educativo y define su impacto, presenta una configuración inequitativa, cada vez menos capaz de aprovechar el potencial productivo de una mayor educación de la población (aunque
desde el sistema económico –empresarios– persiste la “queja por
la baja calidad de la educación”). Asistimos a un letargo del mercado de trabajo para generar nuevas opciones laborales (léase el
fenómeno actual que se presenta en la población joven que no
tiene oportunidades educativas ni laborales).
SU FUNCIÓN CULTURAL
Hacia finales del siglo XIX se plantearon, para la educación pública mexicana, funciones fundamentalmente alfabetizadoras respecto a los códigos de las sociedades modernas (lectoescritura,
matemáticas y ciencias). En 1960, la proporción de habitantes
que no sabía leer ni escribir –mayor de 15 años– ascendía a 40.1
(mujeres, 43.9% y hombres, 35.9%), para 2010 –con 3.2 veces
más población que en 1960– era de 7.2% (mujeres, 8.1% y hombres, 6.2%; INEGI, 2010). Esta disminución en el analfabetismo
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es muy importante, ya que no solo se da en términos relativos,
sino también absolutos (de 11 700 000 en 1960 a 8 500 000 en
2010); y parafraseando a Latapí, Muñoz y Ulloa (1964), “no es
admisible que en el siglo XXI no hayamos resuelto este tema”.
Asimismo, cabe advertir que persiste una diferencia (cada vez menor) del analfabetismo en detrimento de las mujeres. Sirva también mencionar que en este indicador, como en los otros del SEN,
ha habido y hay una disparidad enorme entre y en las entidades
federativas, lo cual evidencia que la perspectiva de equidad, en los
hechos, está aún ausente.
A partir del primer tercio del siglo XX, los asuntos académicos
se han ampliado hacia una perspectiva enciclopédica: asignaturas
de historia, geografía y ciencias naturales, fundamentalmente. En
la década de los noventa hubo un giro y, desde un discurso de
lo básico, se dijo que la escuela se encargaría del aprendizaje –en
contraposición al enciclopedismo– con base en teorías pedagógicas como el constructivismo. Fue con el Acuerdo Nacional para
la Modernización de la Educación Básica (ANMEB) cuando se
hizo una reforma educativa curricular –con sus materiales educativos como concreción del currículo en el aula–, y se declaró
que se haría hincapié en las matemáticas, la lectoescritura y las
ciencias naturales. En el currículo, y con tiempo expresamente
destinado en el horario escolar, quedaron historia, geografía, educación física, educación artística.5
Con el paso del tiempo, sin desatender lo anterior, los contenidos de esos temas se han ido transformando: de la lectoescritura
funcional al enfoque comunicativo del lenguaje, de la aritmética a
rudimentos del álgebra en primaria, etc. Igualmente está el avance tecnológico y su incorporación en las maneras de aprender,
como herramientas para lograr y presentar contenidos y como
configurador de objetos de aprendizaje en sí mismo –aprender
con las tecnologías y aprender las tecnologías (Santiago y Sosa,
2012; Santiago et al., 2011).
5
Al inicio del siglo XXI se reacomodaron muchos temas curricularmente, por
ejemplo, unos rudimentos algebraicos en primaria, y de química y física en secundaria. A mediados de la primera década se organizó el currículo desde un enfoque
por competencias (que es fundamentalmente sobre resultados educativos, y no sobre
procesos de aprendizaje), y se realizó una alineación curricular
LA ESCuELA, ¿PARA qué?
Por si lo anterior fuera poco, desde cada ámbito social se desea que la escuela incorpore elementos de su interés. Por ejemplo,
desde el de la salubridad pública, se busca que atienda contenidos que versen acerca del cuidado de la salud; o desde el sistema
bancario, la atención a la educación financiera. Es decir, se cree
que la escuela es el lugar donde se ha de educar en todo lo que a
la sociedad, sin un consenso básico, le parece.
De forma adicional a lo anterior, se presenta hoy en día un
fenómeno particular: cierto desplazamiento paulatino y casi imperceptible de la responsabilidad de los familiares por la educación de sus niños, niñas y jóvenes hacia la escuela. Dentro de ellas
están: hábitos alimenticios saludables, prevención del consumo
de drogas, educación sexual y reproductiva, comportamiento no
discriminatorio, cuidado del medio ambiente, educación vial.
Con todo esto, la escuela está saturada de responsabilidades y
demandas propias de los otros ámbitos del sistema educativo y la
sociedad en su conjunto.
Y no es que la escuela no pueda atender esos asuntos, ni que
se soslaye el adecuado tratamiento que requieren; la cuestión es
la transferencia de la responsabilidad a las escuelas de educación
básica. Quizás los centros escolares deban cumplir con una parte
de ella en algunos de estos temas, siempre y cuando se delimiten
las competencias y responsabilidades que han de tener y además
se les provea de las condiciones e infraestructura para hacerlo.
Por ejemplo, el nexo entre salud y educación es claro, pero
no solo en cuanto al factor de predisposición, que tiene que ver
con los conocimientos, las actitudes y las creencias, el cual ha
de ser atendido también en la escuela –por el hecho simple de
que se trata de conocimientos y creencias, aunque evidentemente
no solo de ellos, pues la familia puede ser factor coadyuvante y
obstáculo–, sino a los que de suyo están en la escuela (o no, por
falta de atención de los encargados de proveerlos desde instancias
distintas a ella) y que están relacionados con la disponibilidad de
las instalaciones hidrosanitarias apropiadas al contexto.
La epidemia de influenza AH1N1 que afectó a México en
2009 y 2010, y que tuvo como consecuencia temporal la clausura de la actividad educativa en el país por varios días, mostró
el papel crucial de la escuela en la contención o la expansión de
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epidemias. Pero al mismo tiempo evidenció el rezago y deterioro
en infraestructura y saneamiento que presenta un gran número
de inmuebles educativos del país (como las condiciones precarias
de los servicios sanitarios escolares, la falta de acceso a agua segura
y suficiente), así como las prácticas de higiene inadecuadas.
Otro ejemplo es el tema alimentario, y está claro que la escuela es copartícipe, puesto que en ella se expenden alimentos
que, sin lugar a dudas, tendrían que ser nutritivos. Lo anterior
no justifica, sin embargo, la pretensión de algunos actores de responsabilizarla, a partir de ahí, del sobrepeso y la obesidad infantil
y su atención, lo que además de un reduccionismo explicativo es
un despropósito mayúsculo.
En lo referente a la cultura vial –otro asunto que han pretendido endilgar a la escuela–, no parece que los centros escolares sean el lugar adecuado para su desarrollo, puesto que nuestro
comportamiento en la vía pública no es un asunto en el que estos
tengan mucho que hacer (salvo el que compete a las inmediaciones de los establecimientos educativos y donde haya transporte
escolar). Para el momento y las condiciones escolares imperantes,
es mejor que la escuela use el tiempo para propósitos donde su
diseño y ejecución sean más pertinentes.
Y EN TODO ESTO, ¿QUÉ CON LA ESCUELA?
Se le han ido añadiendo cada vez más funciones, y si bien el sistema educativo se ha ampliado en cuanto a la oferta (es decir, en
número de escuelas), no siempre lo ha hecho de manera acorde
con las funciones que se les atribuyen. No se ha tenido la precaución de transformar a la institución misma y sus recursos. Esto
hace que hoy día la escuela tenga mayores responsabilidades, a
pesar de contar con las mismas condiciones de antaño. Hay un
marcado desajuste entre los recursos y las responsabilidades que
otras instancias le fincan.
La escuela y sus maestras y maestros afrontan, entonces, un
aumento de la demanda y expectativas sociales sobre la cantidad y
profundidad de varios asuntos por atender. Además de esa sobrecarga, algunos medios de comunicación, periodistas, académicos
(es decir, “la opinión publicada”, distinta de la opinión pública),
LA ESCuELA, ¿PARA qué?
una parte de la clase política, y más recientemente, una porción
de la clase empresarial vinculada con medios masivos, la juzgan
como una institución ineficiente para encargarse de la educación
de los niños, niñas y jóvenes. Este juicio constituye una falacia y
esconde muchos intereses.
Las instituciones sociales han sido desarrolladas para cumplir
fines determinados, para lo cual se les otorgan ciertas condiciones, y ellas desarrollan ritos y rituales para configurar su quehacer. Así, a la escuela, fundada para alfabetizar y procurar la
unidad de los Estados-nación de manera progresiva, se le dieron
otras funciones y, más lentamente, solo en algunos casos, se le ha
ido acondicionando y proporcionando los recursos para atenderlas pero, lo que es peor aún, sin haber hecho un debate público
acerca de si esa es la institución social que debería encargarse de
todas esas responsabilidades.
Es particularmente necesaria una definición consensuada respecto a sus fines institucionales, dado el hecho de que las escuelas
públicas mexicanas son organizaciones frágiles, poco (y no muy
bien) asistidas por parte del sistema educativo para su fortalecimiento. No están configuradas como centros laborales estables:
los niveles de rotación de sus profesionales son altos (Olvera,
2010); ya no se diga consolidadas en tanto comunidades educativas; carentes de una definición formal de puestos y funciones
(de docentes, directivos); no cuentan con la solidez institucional
formalizada que requieren para procesar los conflictos de manera
legítima y legal; no poseen referentes observables ni mecanismos
útiles para la evaluación directa del desempeño de sus docentes y
directivos, es decir, no cuentan con información para construir
sus procesos de mejora. La escuela, en estas circunstancias, no
parece ser la razón principal del quehacer del sistema educativo;
este actúa de manera que sale avante entre el trasegar político,
pero no se hace cargo de la saturación imperante en la escuela, ni
vela por darle las condiciones necesarias ni suficientes para que
cumpla con su función.
Por todo lo anterior, y con la intención de que nuestra sociedad reformule los fines de sus escuelas de educación básica con
claridad, relevancia y pertinencia, y le otorgue los medios necesarios para su consecución, desde el CEE proponemos:
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1. Hacer un ejercicio público, donde se llegue a un consenso
de la sociedad acerca de los fines de la educación pública en
el nivel básico, dejando claros los alcances y los límites de la
contribución al desarrollo social desde lo educativo.
2. Organizar el sistema y sus elementos de tal manera que cada
uno de ellos tenga clara su función y responsabilidad, y se les
otorguen los recursos pertinentes para cumplirla. Esa organización ha de poner a la escuela en el centro del sistema, y al
aprendizaje en el centro de cada una de ellas.
3. Considerar que, si bien la normalidad funcional (cumplimiento del calendario y horarios) de las escuelas es una condición necesaria para formar a los alumnos, el sistema educativo
nacional tiene un potencial mucho mayor que el de asegurar
esta normalidad. Cuenta con una invaluable experiencia e ingentes recursos, que tendrían que ponerse a disposición de
las escuelas para mejorar cualitativamente la educación que
ofrecen.
4. Evaluar al sistema educativo en su conjunto, desde cada uno
de sus elementos. No podemos evaluar solo a los alumnos, a
los maestros, o a los directores; es preciso evaluar otros elementos del sistema, como sus contextos (participación social
en educación, programas compensatorios), recursos (financiamiento, infraestructura, equipamiento, currículo y materiales), procesos (aprendizaje y enseñanza, gestión escolar,
práctica pedagógica) y resultados (como lo planteado en la
referencia CEE, 2005).
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Centro de Estudios Educativos
50 Aniversario
VALORES
HUMANOS
DIFUSION INICIATIVA
REFLEXION
OPINION
PUBLICA PRODUCCION
ETICOS CONOCIMIENTOS
PROPUESTAS
MEJORAR
CALIDAD
DEMOCRACIA
ACCIONESMODELO
PROCESOSACCION
PROMOCIÓNYJUSTICIA
RELEVANTE
SECTOR URBANO IDENTIDAD
AULICAS
FORMAR
DISEÑAR SABER
LIBERTAD
RE
DESARROLLOSUL
LIBERTAD EQUILIBRADO
TA
INVESTIGACION
EFICAZ
PRIMARIAMECANISMO
DO
CAMBIO
MO
CENTRO
INTEGRACION
SERVICIO HACER
CONVICCION
INDIGENA
EDUCACION
CALIDAD
SISTEMA ESTRUCTURA CON
EXTENDER LA COBERTURA
LIBERTADYJUSTICIA
ALUMNOS
DOCENTES
GENERA POSIBLE
CAMBIO SOCIEDADES
PAIS DE
DOCENTES
ALUMNOS
APRENDER
DESARROLLO EQUILIBRADO E INTEGRAL
CONDICIONES DE VIDA MAS HUMANAS
ORIENTACION DEL DESARROLLO
VALORES HUMANOS
Y MADURA
REALIDAD
DEL PAÍS
EDUCATIVA
PUBLICA INFORMADA
UN
DES
DINAMIZACION
RELACIONES
MODELO
ECONÓMICO
DESCUBRIMIÉNTO LO
EQUI
TRANSFORMACIÓN
LAS ESTRUCTURAS SOCIALTATIVO
SOCIALES POLÍTICAS
ZONAS DE DESARROLLO
INTEGRACIÓN
NUESTRAS
POBLACIÓN
INDÍGENAS
ACADÉMICA EN
CAMBIO SOCIAL
INVES
TIGA
CION
SOCIO
EDUCA
TIVA
FORMAL
METODOLOGIA
INCIDENCIA
PORTADORES DE INTERÉS
COMBATIR LA DESERCIÓN
NUEVOS ESPACIOS
DISMINUCIÓN
DE
ATENCION
CIO
POLITICO
SOCIAL
RURALNES
LIBERTAD
INTERLOCUTORES
SOCIALES DIRIGIR
SOCIAL
JUSTICIA
ECONOMICA
ESFUERZO
LA OPINION
TRA
NSFO REALIDAD
RMA CAMBIO
CIOCOMPRENDER
PROPUESTA NUESTRAS
SOCIALES NEDUCATIVA ACCIONES
TRANSFORMAR
PRODUCCION
AUTOINTERPELAR
CONOCIMIENTOS
LIBERTAD POLITÍCAS
CULTURALES
ECONOMICAS
ESTRUCTURAS
ESTUDIOS
INFORMAR
EFICAZ EDUCACION
LISIS
CODETE
DE LA
EDUCA
ORIAS
CION PRI
EDUCA
MARIA EN
TIVAS
ZONAS MAS JUSTA
MOD
ADULTOS
ELOS
INFORMACION
SOCIO
DEL INGRESO
LOGI SOCIALES
SIGNIFICADO
REDISTRIBUCION
COSINVES
TIGACION MECANISMO DE CAMBIO
POBLACION
INDIGENA
LOSDE
RELEVANTE
EFICAZ PROCESOS
SIGNIFICADO
Y CON EL ANA
PREESCOLAR
JUSTICIA
CRITICOS EXHAU
ADULTOS STIVO
PRIMARIA YCRITI
ESFUERZO
SECUNDARIA AUTENTICOS DE
VALORESHUMANOS
LIBERTAD
YJUSTICIA
ATENCION
DESARROLLAR ESFUERZOS BASES DE LEGITIMIDAD
INVESTIGACIONES EN EL AUTOINTERPELACION
EXPLORATORIO DIALOGO INFORMADO
DIFUNDIR ALTERNATIVA
DESCRIPTIVO
GENERACION JUSTICIA SOCIAL INTERLOCUTORES
EXPERIMENTAL
DE CONOCIMIENTO INVESTIGACIÓN VALORES
EXPLICATIVO Y
EVALUATIVO
BUSQUEDA EDUCACIÓN NO FORMAL
DISEÑA COMO
DINAMICA
RESULTADO
GESTION MOV
TRANSFORMARCRE ILID
DESARROLLA
CIMIEN AD
EFICAZ
Y EVALUA
SABER TO MA
CAMBIOCO
MU NT
PROPUESTAS
ACCION NIDA ENI
SECUNDARIA
ALTERNATIVAS
GESTION MIE
IMPULSAR
NTO
HACER
EDUCACION
CA
CAMBIO EFICIENCIA
RURALES TIFI
PROMOCION
ESTUDIANTE
EDUCATIVO
CIEN
ORGANIZACION
ESPACIOS
MOVILIDAD
POBLACIÓN OPINIÓN
DE GRUPOS EN
INDIGENA
FORTALEZAAUTENTICOS
FORMACION DE UNA
LAS QUE ESTE
COMPRENSION ENTRE DESARROLLO
NACIONAL CONTRIBUIR A LOS
CAMPESINOS SOCIAL NIÑOS POSIBLECAMBIOS
PRESENTE
AR LIBERTAD
ANALIZAR BASE
TAMBIEN LA
ROL APOYAR
EVALUAR
PROCESO
APOYAR
INTENCIONAL
PROPONER PAÍS
INVESTIGATIVA
CONCIENTIZACIÓN
CAMBIOMÁS
COMBATIR IMPULSOHA LATINOAMERICANAS
PROBLEMÁTICA EDUCATIVA LA
DE LA EDUCACIÓN REAL VIDA
DESERCION
CERRELACIÓN
SECTORES PRODUCTIVOS
JUSTICIA SOCIAL
AGENTESEDUCACION RE INEQUIDADES
URBANA ECONOMICO
EDUCATIVOS SISTEMAS LA ORGANIZACIÓN
POPULAR
MOVILIDAD
REFLEXION
NIVEL
SERVICIOS
INFORMAR Y
EDUCACION
NO FORMAL
E INFORMAL
MEJORAR
CONVICCION LATINOAMERICANAS EQUILIBRIO
ESTRU CTURA
VALOR CIENTIFICA CALIDAD DESARROLLOS ESFUERZO MEDIOPOPULARES DESARROLLO
NACIONAL
CONCIENTIZACION
CRECIMIENTO SOCIEDAD ANALISIS
FORTALECER
POBLACION
CAMPESINA
SECTORES
EDUCATIVO
VIDA
LA
SERVICIOS MARGINAL CAMBIO
ANALIZAR
EDUCATIVOS
CULTURAL
TEORIAS
INDEPENDIENTES
CRITICOS
ESTUDIANTES
URBANARURAL
INDIGENA
ESCUELAS
Investigamos para conocer,
conocemos para actuar,
actuamos para transformar,
transformamos para construir
una sociedad más justa.
28 de noviembre de 2013.
ANIVERSARIO