Actas – III Congreso Internacional Latina de Comunicación
Social – III CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2011
La construcción televisiva de la deliberación política. Análisis
comparativo de programas informativos y de infotainment *
The representation of political deliberation in television. A comparative
analysis of informative programmes and infotainment*
Óliver Pérez Latorre - Universitat Pompeu Fabra – oliver.perez@upf.edu
Mercè Oliva Rota - Universitat Pompeu Fabra – merce.oliva@upf.edu
Eva Pujadas Capdevila - Universitat Pompeu Fabra – eva.pujadas@upf.edu
Resumen
Desde mediados de los años 90 nos encontramos en lo que J. Blumler y D.
Kavanagh han denominado la “Tercera Edad” de la Comunicación Política,
donde han convergido la emergencia de Internet y la televisión digital, el auge
del infotainment y la creciente preocupación por el fenómeno de la desafección
política. Frente a ello, resulta necesario revisar el papel que está jugando la
televisión en esta nueva etapa de la comunicación política y, al mismo tiempo,
adaptar nuestro instrumental teórico/metodológico a la nueva realidad televisiva
y de la comunicación política. En este contexto, el objetivo de este trabajo es
aportar un modelo de análisis para el estudio de la construcción televisiva de la
imagen pública de la deliberación política, concebido para un estudio integrado
de programas informativos y programas de infotainment, y aplicarlo a los
principales programas de la televisión española de la temporada 2009-2010,
entre ellos Los Desayunos, Espejo Público, 59 Segundos y La Noria. Los
resultados revelan las claves de representación del político como deliberador,
la deliberación política y la ciudadanía en los programas analizados. En las
conclusiones se destaca la escasa presencia en la televisión española de una
deliberación política con un desarrollo orgánico que vaya desde una (sana)
confrontación ideológica hasta la construcción de consenso.
Abstract
According to J. Blumler and D. Kavanagh, since mid nineties we are in the Third
Age of Political Communication, where the emergence of Internet, digital TV
and infotainment and the increasing awareness of political disaffection have
converged. Therefore, it is necessary to review the role of television in this new
era of political communication, and at the same time we need to adapt our
theoretical and methodological tools to the new reality of TV and political
communication. In this context, the purpose of this research is defining a model
of analysis for the study of TV construction of the public image of political
deliberation. It is a model conceived for the analysis of informative programs
and infotainment programs as well. Moreover, the model of analysis is applied
to the main programs of Spanish TV in the 2009-2010 season: Los Desayunos,
Espejo Público, 59 Segundos and La Noria among others. In the conclusion we
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reflect on the scare presence of a political deliberation that goes from open
ideological confrontation to the construction of consent in Spanish television.
Palabras clave: Televisión; política; deliberación; debate; infotainment;
discurso.
Keywords: Television; politics; deliberation; debate; infotainment; discourse.
Sumario: 1. Introducción. 2. Marco teórico. La expansión de los límites de la
comunicación política. 3. Propuesta metodológica. 4. Principales resultados del
análisis. 4.1. Construcción televisiva del político como “deliberador”. 4.2.
Construcción televisiva de la imagen de la deliberación política. 4.3.
Construcción televisiva del ciudadano. 5. Síntesis y conclusiones. 6.
Bibliografía. 7. Notas.
Summary: 1. Introduction. 2. Theoretical framework. The expansion of political
communication borders. 3. Methodology. 4. Key findings of the analysis. 4.1.
Television representation of politicians as “deliberator”. 4.2. Television
representation of political deliberation. 4.3. Television representation of the
citizen. 5. Conclusions. 6. Bibliography. 7. Notes.
1. Introducción
Este artículo recoge algunos de los principales resultados del proyecto de
investigación Televisión y Deliberación Política. La construcción del espacio
público a través de los géneros de la realidad en España, desarrollado por la
Universitat Pompeu Fabra, la Universidad de Sevilla y la Universidad de
Valencia, dirigido por la Dra. Eva Pujadas Capdevila y financiado por el
Ministerio de Ciencia e Innovación (Plan de I+D+i 2008-2011).
La premisa fundamental de la investigación radica en la idea de que los
programas televisivos de los llamados “géneros de la realidad” donde se
escenifican dinámicas deliberativas (debates, entrevistas, tertulias) juegan un
papel fundamental en la construcción social de la imagen pública de la política.
Efectivamente, este tipo de programas proyectan una determinada imagen de
la democracia parlamentaria y el papel de los políticos en ella.
Desde los famosos debates televisados entre John F. Kennedy y R. Nixon en
1960 tanto los profesionales del marketing político como los investigadores en
comunicación política y los telespectadores en general son conscientes de la
centralidad de la televisión en los procesos de construcción de la imagen
pública de la política y los políticos.
Sin embargo, las profundas transformaciones del ecosistema mediático desde
finales de los años 80 (multiplicación de canales, introducción de canales
privados en los países europeos, televisión digital, Internet, etc.), el auge de la
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mezcla entre información y entretenimiento televisivo (infotainment)1 [1], la
denominada “política pop” (Mazzoleni y Sfardini, 2009) y la creciente
preocupación por el fenómeno de la desafección política, demandan una
revisión a fondo de nuestros conocimientos sobre las conexiones entre
televisión y comunicación política.
Nos encontramos en lo que J. Blumler y D. Kavanagh (1999) han denominado
“Tercera Edad de la Comunicación Política”, donde los ciclos de actualización
informativa se han acelerado, los profesionales de la comunicación política
tienen un perfil cada vez más especializado, el discurso político se ha
popularizado, la frontera entre los contenidos mediáticos “políticos” y los “nopolíticos” se ha diluido, los asesores de comunicación han perdido una parte
significativa del “control” sobre la imagen pública del líder político, y el públicoelector se ha fragmentado en múltiples y diversos perfiles de audiencia.
En este contexto, el reto para los investigadores en comunicación política es
doble. Por un lado, debemos contribuir a una mejor comprensión de las
transformaciones mediáticas y políticas señaladas. Pero, paralelamente,
necesitaremos
también
afinar
y
renovar
nuestro
instrumental
teórico/metodológico, con la finalidad de adaptarlo a la nueva realidad de la
comunicación política. En particular, en esta investigación nos centraremos en
el estudio de los marcos interpretativos que difunde la televisión acerca de la
política y los políticos.
El objetivo de esta investigación es identificar cómo se representa la
deliberación política en los programas de la televisión española donde se
discute sobre temas políticos (debates, tertulias y entrevistas). Para ello, se ha
desarrollado y “testado” un modelo de análisis que permite el estudio
comparativo sobre la construcción de la imagen de la deliberación política en
programas informativos y de infotainment. La hipótesis fundamental de partida
es la siguiente: que existen diferencias significativas en la representación de la
deliberación política entre los programas informativos y los programas de
infotainment.
2. Marco teórico. La expansión de los límites de la comunicación política
Tradicionalmente, los objetos de estudio preferentes de los investigadores que
han abordado las relaciones entre televisión y comunicación política han sido
los informativos, los debates (en particular los debates electorales) y los espots
de las campañas electorales (Mutz, 2001: 231), y podemos sumar también a
este “núcleo duro” de objetos de estudio el marketing político (cfr.: Maarek,
1997).
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Este conjunto de objetos de estudio centrales en la tradición de los estudios en
comunicación política presenta determinados rasgos distintivos: se ha tendido
a centrar el foco, fundamentalmente, en los formatos televisivos “serios”
(informativos, debates), en las épocas de campaña electoral y/o en los
mensajes más “controlados” por el político y su partido o equipo de campaña
(espots electorales, marketing político).
Frente a este enfoque tradicional o canónico, la “tercera edad” de la
comunicación política ha ido de la mano de la emergencia de una nueva
corriente, prácticamente contrapuesta a la anterior, donde los objetos de
estudio preferentes son los formatos televisivos “no-serios” (programas de
entretenimiento -infoshows, talk shows, late shows- y de ficción), los periodos
de “normalidad” política, al margen de las épocas de campaña electoral, y/o los
mensajes poco o nada controlados por los propios políticos y sus asesores de
comunicación (desde los formatos de entretenimiento y ficción televisiva,
mencionados anteriormente, hasta el user generated content de los internautas
en la Web, especialmente en las redes sociales y YouTube).
Tal como señalan Blumler y Kavanagh (1999: 213), en la nueva era de la
comunicación política el mensaje político resulta a menudo “inadvertido” y
“diluído”, en el sentido de que “puede emerger en cualquier lugar y en cualquier
momento, y no siempre en los géneros o formatos que son considerados
„políticos‟”. En este sentido, parece natural la emergencia de una nueva ola de
investigadores particularmente interesados en la “política pop”, el politainment
y, en general, los contenidos políticos que quedan más allá del “radar” de los
formatos informativos y el marketing político estándar.
A nivel internacional, algunos de los referentes de esta corriente son J. Street
(1997), L. Van Zoonen (2005) y Mazzoleni y Sfardini (2009), acerca de política
y cultura popular; Brants y Neijens (2001) y Corner y Pels (2003), acerca de
infotainment y política; el enfoque crítico de B. Franklin (2004), y el trabajo de
Holbert et al. (2003) sobre la representación de la política en la popular serie de
ficción televisiva The West Wing; así como las reflexiones sobre la nueva
construcción de la imagen del político como celebridad de Marshall (1997: 203240), Street (2003), Corner (2000), Ellis (2009) y Sternberg (1998). Cabe referir
también, cerca de este ámbito, algunos aspectos de los últimos trabajos de G.
Lakoff (2009: cap. 1, acerca de política y narrativa popular) y H. Jenkins (2006:
cap. 6, acerca de narrativa transmediática, política y cultura participativa).
A nivel nacional, cabe destacar los pioneros trabajos de S. Berrocal sobre
infotainment y política en la televisión española, del fenómeno Caiga Quien
Caiga en adelante (2003, 2009), los análisis sobre la popular sátira política
Polònia de la televisión catalana (Ferré-Pavia y Gayà-Morlà, 2010; Sintes,
2010), y el trabajo de Rodríguez-Virgili, Sádaba y López-Hermida sobre ficción
audiovisual y comunicación política (2010)2 [2].
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Si lo observamos desde cierta distancia, un denominador común llama la
atención en esta nueva corriente de estudios en comunicación política: la
escasez de análisis comparativos de programas de entretenimiento/ficción y
programas informativos “serios” (y/o correspondientes a la época de campaña
electoral). Así, si los investigadores en comunicación política del “núcleo duro”
(campañas electorales, programas informativos, debates televisivos “serios”) se
“olvidaron” de los géneros de entretenimiento y ficción y de las conexiones
entre comunicación política y cultura popular, da la impresión de que los
investigadores de la “nueva ola”, a la inversa, están dejando demasiado de
lado los programas informativos “serios” y la comunicación electoral. Es como
si ambas vertientes de la comunicación política estuvieran “condenadas” a
estudiarse por separado. Pero ¿por qué?
Tal vez un motivo de ello radique en la fuerte polarización que marcó los inicios
de los estudios sobre televisión y comunicación política, inducida p. ej. desde el
crítico Amusing ourselves to death de N. Postman (1991). En cualquier caso, si
lo que nos interesa, fundamentalmente, es profundizar sobre los procesos de
construcción mediática/televisiva de la imagen pública de la política,
necesitamos, cada vez más, modelos de análisis integradores, versátiles, que
permitan abordar estudios comparativos sobre la imagen pública de la política
en programas informativos y programas de infotainment.
Con la finalidad de realizar una contribución en este sentido, en este artículo
proponemos un modelo de análisis transversal a programas informativos y
programas de infotainment, que debe permitir extraer conclusiones sobre la
imagen pública de la política a partir de la detección de recurrencias y
divergencias significativas entre ambos tipos de programas televisivos. A
continuación presentamos dicho modelo de análisis, utilizado en el proyecto de
I+D referido anteriormente: Televisión y Deliberación Política. La construcción
del espacio público a través de los géneros de la realidad en España, dirigido
por la Dra. Eva Pujadas Capdevila (Plan de I+D+i 2008-2011).
3. Propuesta metodológica
La metodología utilizada en esta investigación ha sido el análisis semiótico del
discurso (Greimas, 1971; Eco, 1977, 1981, 1992: 29-32, 1995: 48-71; Courtés,
1997). En los últimos años esta perspectiva de análisis parece haber perdido
popularidad, debido a la importancia que se ha asignado al poder de
descodificación del receptor. Ahora bien, no podemos olvidar la
responsabilidad del texto en relación a los valores vehiculados y prescritos. Es
decir, el texto en sí, independientemente de las lecturas que se puedan
desprender de él, es la base de la interpretación del espectador, aquello que
centra y guía su lectura. Así pues, creemos que el estudio riguroso y detallado
del texto mantiene su relevancia.
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Para llevar a cabo este trabajo se ha desarrollado un modelo de análisis
semiótico específico para los intereses de esta investigación. Dicha
metodología se compone de un modelo estructural de roles discursivos y un
conjunto de variables o “estratos” de significación, que se describen a
continuación.
Para analizar de forma coherente la imagen global de la política que se
desprende de programas informativos y de infotainment se requiere, en primer
lugar, de un modelo de estructura profunda común a ambos tipos de programa
(acerca de la noción de “estructura profunda” del discurso, ver: Greimas y
Courtés, 2006: 194 y 319).
En estos programas, cuando se aborda un tema político se produce una
representación metafórica de la deliberación democrática, donde una serie de
invitados/contertulios adoptan el papel de “deliberadores” (“parlamentarios”), el
público del plató y los telespectadores suelen adoptar el papel de
“deliberatarios” (es decir, auditorio de la deliberación y, al mismo tiempo, grupo
social afectado por los temas debatidos)3 [3], el conductor del programa asume
el rol de “mediador” entre los deliberadores (y entre éstos y el
público/espectadores) y, finalmente, la escenografía y ambientación del plató
televisivo, junto a las eventuales reglas de interacción del programa,
materializan una determinada dinámica o estilo de deliberación característico
del programa, así como un determinado clima, entorno o ambiente deliberativo.
Así pues, en el análisis sobre la construcción televisiva de la imagen pública de
la deliberación política es conveniente comenzar por un análisis
“desmenuzado” sobre la imagen del “deliberador”, de los “deliberatarios” y del
“entorno/ambiente deliberativo” donde se produce la discusión.
El esquema de la Fig. 1 permite visualizar este modelo estructural.
Programa TV
(o sección de programa)
con deliberación política
(Conductor)
Deliberadores
(deliberación)
Deliberatarios
Entorno/ambiente deliberativo
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Fig. 1. Modelo estructural de la representación metafórica de la deliberación política,
común a programas deliberativos informativos y de infotainment (proyecto Televisión y Deliberación
Política, Plan de I+D+i 2008-2011)
Se debe señalar que los roles “deliberadores” y “deliberatarios” se establecen
aquí como posiciones sintácticas, “abstractas”, de tal forma que el rol de
“Deliberador” no es necesariamente ejercido por políticos sino que también
puede ser desempeñado, por ejemplo, por periodistas, profesores
universitarios o incluso ciudadanos anónimos, según el programa, mientras el
rol de “Deliberatario” habitualmente se relaciona con la representación de la
ciudadanía, aunque no es necesariamente ejercido por ciudadanos anónimos
sino que podría ser desempeñado por cualquier tipo de colectivo (incluidos los
políticos), siempre y cuando éste ocupe, estructuralmente, la posición del
destinatario de la deliberación, aquel sujeto al que afectan las cuestiones
políticas debatidas en el programa y que no forma parte del núcleo deliberativo
(al margen de si el programa le permite participar puntualmente en el debate o
no).
Por otro lado, al abordar el análisis de la construcción televisiva de la
deliberación política es importante distinguir entre la proyección del dispositivo
del programa como “discurso” sobre la política vs. los discursos de los políticos
que ejercen de contertulios en el programa (o los discursos de los contertulios
en general).
En este estudio apostamos por mantener el foco centrado en el diseño del
programa, dejando al margen o en todo caso en segundo plano “lo que dicen”
los contertulios. Se trata de analizar el discurso sobre la política que transmite
el dispositivo del programa, lo cual es relativamente independiente de las
temáticas debatidas y los discursos de los contertulios alrededor de las
mismas. Ello supone plantearse un objeto de análisis de carácter más
estable/invariante en las sucesivas emisiones del programa. Dicho de otra
manera, no se trata de analizar el discurso de los políticos sino el discurso del
programa televisivo sobre la política.
Para poder desarrollar un análisis preciso y minucioso del discurso del
programa, se llevó a cabo una detallada estratificación (Casetti y Di Chio, 1996:
36): la definición de diversos estratos o “capas” compositivas que,
conjuntamente, hacen cristalizar un determinado perfil simbólico del
deliberador, la deliberación política y los deliberatarios en un programa
televisivo.
El conjunto de estratos analizados responden a tres ámbitos fundamentales de
análisis: puesta en escena televisiva, estilos de interacción (del presentador,
los deliberadores y el público/espectadores), el lenguaje audiovisual. En la Fig.
2 se ofrece una tabla que recoge los principales estratos compositivos
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delimitados. Generalmente, cada uno de estos estratos no contribuye en igual
medida a la representación del deliberador, la deliberación política y los
deliberatarios. En este sentido, en la tabla también se señala la “dominante”
relativa de influjo semántico mediante una “x”:
Deliberador/es
Puesta en escena. Escenografía del
programa, decoración, vestuario.
x
Deliberación /
Entorno deliberativo
x
Deliberatarios
x
Alusiones-tipo del presentador respecto
a invitados o público, recurrentes o
x
x
significativas
Estilo de conducción del
debate/entrevista por parte del
x
x
x
x
x
x
presentador
Reglas/regularidades del programa
respecto a selección de invitados y
relaciones entre ellos (incluyendo
proporciones de posturas ideológicas)
Reglas explícitas del programa respecto
a dinámicas de interacción de los
invitados
Presencia de público en plató
x
Posibilidades de intervención del
x
público/espectadores en la deliberación
Espectador-modelo al que se dirige el
x
programa
Estilo de realización audiovisual
x
Estilo infográfico
x
Estilo sonoro/musical
x
Fig. 2. Principales estratos compositivos considerados para el análisis del discurso del dispositivo
televisivo sobre la política (proyecto Televisión y Deliberación Política, Plan de I+D+i 2008-2011)
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Recordemos que el modelo estructural y los estratos compositivos planteados
en esta propuesta metodológica resultan hábiles para su aplicación tanto a
programas deliberativos “serios” como de infotainment.
A continuación se ofrecen los resultados más significativos de la aplicación de
nuestro modelo de análisis a los principales programas de la televisión
española pertenecientes a los “géneros de realidad” que contenían deliberación
sobre temas políticos y estaban en emisión durante el mes de abril del 2010.
Se tomaron en cuenta las cadenas de cobertura estatal y también una
selección de programas de ámbito autonómico.
Los programas analizados fueron los siguientes:
- Programas informativos: Los Desayunos (TVE-1), Els Matins (TV3), El
Meridiano (Canal Sur), La Tertulia (Canal 9), Àgora (TV3) y Banda Ampla
(TV3).
- Programas de infotainment: Espejo Público (Antena 3), Las mañanas de
Cuatro (Cuatro), El programa de Ana Rosa (Telecinco), 59 Segundos (TVE-1),
Debate al límite (LaSexta) y La Noria (Telecinco).
Esta clasificación se basa en criterios formales y de contenido. Así,
consideramos programas informativos aquellos que siguen las convenciones
clásicas del género, se centran plenamente en temas de las llamadas hard
news (política, economía, etc.) y en el tratamiento de los contenidos siguen los
principios canónicos del periodismo, además de estar presentados por
periodistas de reconocido prestigio. Los programas de infotainment son
formatos híbridos que combinan convenciones de los géneros informativos y
del espectáculo televisivo, mezclan los temas de la información política con
otros contenidos de las soft news (prensa rosa, crónica de sucesos, etc.),
utilizan un tratamiento ligero, sensacionalista, dramatizado y/o lúdico de los
contenidos (p. ej., formato de semi-concurso televisivo en 59 Segundos y
Debate al límite) y que pueden ser presentados tanto por periodistas como por
conductores habituales de programas de entretenimiento.
4. Principales resultados del análisis
En este apartado del trabajo recogemos los principales resultados del análisis.
Para una mayor claridad, este apartado se ha organizado temáticamente y de
forma que sobresalgan, fundamentalmente, las recurrencias y contrastes más
significativos entre los programas informativos vs. los programas de
infotainment.
En cuanto a la organización de los resultados, abordaremos primero la
representación del deliberador (atendiendo especialmente a la presencia del
político). Después, pasaremos a exponer los resultados sobre la representación
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de la deliberación política. Finalmente, se hablará de la representación de la
participación de la ciudadanía.
4.1. Construcción televisiva del político como “deliberador”
- Periodistas y “expertos” vs. Políticos
Un primer contraste que llama la atención entre los dispositivos de deliberación
televisiva “seria” y los programas de infotainment se refiere al perfil
predominante de los deliberadores (contertulios). En la mayoría de los
programas informativos analizados (Los Desayunos, El Meridiano, Els Matins y
La Tertulia) el perfil prototípico de los contertulios es el de periodista (periodista
especializado en política). Tan solo en Els Matins aparece una política con
papel fijo/estable en el programa, aunque, significativamente, se trata de una
expolítica: la exlíder de ERC Pilar Rahola.
Los casos de Ágora y Banda Ampla presentan algunos matices particulares:
Àgora responde al clásico paradigma de debate político racional, analítico,
profundo, donde los diferentes participantes más que “enfrentarse” entre sí
cooperan en un proceso de construcción de conocimiento consensuado y rico
en matices. En este programa, no sólo los periodistas sino también los
profesores universitarios e intelectuales de diverso perfil (escritores,
investigadores) constituyen contertulios-tipo recurrentes. En cambio, los
políticos resultan menos habituales en el debate. La menor presencia relativa
del político en comparación con otros perfiles de “deliberadores” en un
programa del prestigio de Àgora puede considerarse un signo poco
favorecedor respecto a la imagen pública del político.
En cuanto a Banda Ampla, éste se distingue por presentar un original
dispositivo deliberativo, donde son los ciudadanos los que adoptan el
protagonismo, jugando el rol de “parlamentarios”.
Así, se debe observar que tampoco en Àgora ni en Banda Ampla se concede al
político un papel central en cuanto al perfil prototípico del contertulio.
Por el contrario, en los programas de infotainment analizados resulta bastante
más común encontrar al político como perfil recurrente de sujeto deliberador.
Así, por ejemplo en 59 Segundos resulta relativamente habitual encontrar a
Luisa Fernanda Rudi (PP) o Carmen Alborch (PSOE), durante la corta vida en
antena de Debate al límite se pudo ver en el programa a Antonio Miguel
Carmona (PSOE) y Carlos Floriano (PP), y en La Noria es habitual la presencia
de Pilar Rahola y María Antonia Iglesias (que tuvo cargos de responsabilidad
en el gobierno de Felipe González). Si bien en los debates de otros programas
de infotainment como El programa de Ana Rosa, Espejo Público y Las
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mañanas de Cuatro la presencia de políticos es nula o simplemente ocasional,
desde una visión global se aprecia un considerable contraste entre los debates
en informativos y los de programas de infotainment, que se puede sintetizar en
los siguientes términos:
A mayor “seriedad” (y racionalidad, construcción de consenso, etc.) del debate
televisivo, menor recurrencia de la presencia del político.
- Debates vs. Entrevistas
Muchos de los programas analizados contienen no sólo un debate/tertulia
sobre cuestiones políticas, sino también una sección de entrevista. En este
sentido, observamos que tanto en los programas informativos como en los de
infotainment la figura del entrevistado corresponde con mucha frecuencia a un
político.
Así, mientras la participación del político en los debates televisivos resulta,
como hemos visto, desigual, variando en función del tono de mayor o menor
“seriedad” del mismo, en las entrevistas donde se abordan cuestiones políticas
el político sí obtiene plenamente el protagonismo televisivo.
Ello sucede tanto en programas informativos como Los Desayunos, El
Meridiano o Àgora, como en programas de infotainment como Espejo Público o
La Noria.
En relación con todo ello, cabe tener en cuenta que el formato de
debate/tertulia es el más cercano a la deliberación política (“parlamentarismo”),
en tanto que plantea una interacción colectiva, mientras las secciones de
entrevista poseerían un menor grado de desarrollo deliberativo en este sentido.
A tenor de esto, se puede establecer la siguiente consideración:
A mayor grado de interacción colectiva en la deliberación televisiva donde se
abordan temas políticos, menor recurrencia de la presencia del político.
Asimismo, es interesante observar que en las entrevistas predomina la función
de vigilancia del poder, de manera que se representa al político más como un
agente social susceptible de ser vigilado que como un participante de debates
y reflexiones democráticas.
- Relativo equilibrio ideológico
Al margen de la pluralidad en relación con la visibilidad de los diferentes
partidos políticos en la televisión española (lo cual demandaría un estudio de
caso por separado), si nos ceñimos a la representatividad de las grandes
perspectivas ideológicas (izquierda / derecha) en los programas analizados, no
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se aprecian desequilibrios significativos al respecto en la selección de
contertulios.
Se pueden apreciar ciertas decantaciones ideológicas en algunos programas
pero, en términos generales, existe un relativo equilibrio entre invitados de
izquierdas y de derechas, tanto en los programas informativos como de
infotainment.
- Falta de rigor, precisión, productividad y lealtad (el caso de 59 Segundos)
Puede ser interesante dedicar una breve reflexión aparte acerca del debate
político más popular en el panorama televisivo durante la época analizada: el
programa 59 Segundos.
59 Segundos se caracteriza fundamentalmente por la emblemática “regla de
juego” del programa: el contertulio tiene un límite de 59 segundos por
intervención. Si se sobrepasa este límite de tiempo, el micrófono baja
automáticamente, de forma que la presentadora no necesita intervenir tan a
menudo como en otros programas de corte similar para solicitar “brevedad” a
los participantes.
A nivel discursivo, las reglas de 59 Segundos deslizan algunas presuposiciones
negativas respecto a la imagen pública del político:
Cuando el programa cursa una invitación a un político o periodista político para
participar en el debate en el fondo “obliga” a éste a asumir un perfil muy
determinado si acepta: el perfil de un tipo de actor social que, a diferencia de
otros, se presupone que “necesita” que le sea aplicada una férrea disciplina
para que sus aportaciones al debate no tiendan a resultar demasiado
“imprecisas” o “vagas”, demasiado “prolongadas” y/o demasiado “poco
leales/respetuosas” con el turno del contertulio. Dicho de otra manera, en 59
Segundos desfilan, en sus sucesivas emisiones, políticos y periodistas políticos
de muy diversas características, pero el programa proyecta sobre todos ellos
un perfil prototípico común: de todos ellos el dispositivo televisivo lleva a
presuponer que carecen o no poseen el suficiente grado de los valores de
“disciplina”, “rigor”, “precisión” y “productividad” en sus discursos, y de “lealtad”
hacia los otros contertulios.
Asimismo, en clave metafórica se puede reparar en que la aplicación de reglas
de absoluto rigor e inflexibilidad se asocia culturalmente a tres tipos de sujetos:
“niños”, “jugadores” o “concursantes” y “delincuentes”. Esto puede dar lugar a
connotaciones al menos inquietantes en relación con la imagen pública del
político.
Sin entrar a valorar si este tipo de proyecciones simbólicas se ajustan de forma
más o menos “fiel” o si hacen más o menos justicia a la realidad política del
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país, lo que nos interesa en el marco de este estudio es el hecho de que, en
programas como 59 Segundos, tras la superficie un tanto ingenua de “juego” o
“concurso” pueden radicar algunos síntomas preocupantes en cuanto a la
percepción social de los políticos y la política.
4.2. Construcción televisiva de la imagen de la deliberación política
- ¿Confrontación o Consenso?
En la representación metafórica de la deliberación política que tiene lugar en
los programas de infotainment analizados, un denominador común resulta
especialmente destacable: el marcado acento de “confrontación” en el debate.
Una escenografía del plató que remarca dos “bandos” enfrentados (p. ej. en La
Noria y Debate al límite), preguntas “dicotómicas” del presentador que orientan
continuamente el debate hacia una dinámica de posicionamientos
contrapuestos y argumentos contradictorios (de nuevo en La Noria y Debate al
límite), la ausencia o escasez de resúmenes integradores o articulación
sintética de las diversas perspectivas por parte del presentador (en los
programas anteriormente mencionados y también en Espejo Público, Las
mañanas de Cuatro y El programa de Ana Rosa), y una realización televisiva
donde escasean los movimientos de cámara de relación entre invitados y en
cambio abundan el montaje de “toma y daca” y los planos de split-screen
(“pantalla partida”) (en 59 segundos, Debate al límite y La Noria), son algunos
rasgos recurrentes en los debates de los programas de infotainment
analizados, que confluyen en la acentuación del componente de confrontación.
Pero no es sólo la acentuación de la confrontación lo que caracteriza la
dinámica deliberativa en los programas de infotainment analizados, sino, al
mismo tiempo, la ausencia de procesos de construcción de consenso. Es decir,
se dramatiza la confrontación pero, lo que es más importante, se desvincula a
ésta de una posible construcción de consenso.
En el extremo opuesto, en la mayoría de programas informativos analizados
parece que se rehúye la confrontación polarizada de pareceres entre los
contertulios. En buena medida a causa del propio dispositivo escénico y el
estilo de conducción de los presentadores, en estos programas predominan las
intervenciones de los invitados de carácter semejante o complementario, en
lugar de contradictorias, y a veces parece que se parte ya de un consenso
dado de antemano.
Dos casos particulares en este ámbito son los de Los Desayunos y La Tertulia.
En Los Desayunos no sólo se rehúye la confrontación sino también,
prácticamente, el diálogo. Los invitados nunca conversan directamente entre
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ellos, sino que sus intervenciones vienen precedidas y seguidas por los
comentarios de la presentadora. Por su parte, en La Tertulia se aprecia falta de
confrontación dialéctica debido a una cierta decantación pro-gubernamental de
las opiniones de los contertulios en líneas generales.
Asimismo, a modo anecdótico en el programa Àgora resulta común que los
propios invitados se apresuren a “suavizar” posibles conatos de confrontación,
con expresiones como “… pero no estoy contradiciéndote”.
En general, los rasgos comunes y más distintivos de programas informativos
como Los Desayunos, La Tertulia y Àgora son el tono de “consenso” y la
asociación de éste a una cierta “omisión/suavización” de cualquier tipo de
confrontación dialéctica.
En síntesis, parece que se está produciendo aquí una articulación de
“confrontación sin consenso” (en los programas de infotainment) y “consenso
sin confrontación” (en los programas informativos).
No deberíamos olvidar que la confrontación intensa de ideologías y programas
políticos es algo consustancial a la propia política, y sin embargo en los
programas televisivos ésta se está desvinculando de la posibilidad de la
“construcción de consenso” y se está asociando sistemáticamente al
“entretenimiento” y la “frivolidad”, e incluso al “juego” (59 Segundos, Debate al
límite). En cierto modo, se “echa en falta” una cultura de televisión política
donde se aúnen una confrontación política “fuerte” y, posteriormente, una
construcción progresiva de consenso, en lugar de un consenso casi dado de
antemano.
- Consenso y racionalidad vs. Opinión y divergencia ideológica
En relación con el punto anterior, podríamos considerar que tampoco el
consenso es algo necesariamente consustancial a una deliberación política
seria y fructífera. La deliberación política no es lo mismo que la investigación
científica; en política no se busca la aproximación a explicaciones (“verdades”)
de validez universal sino que existen diversas perspectivas ideológicas o
“maneras de hacer” y ni es pertinente entrar a dirimir cuál de ellas es “mejor” o
más “verdadera”, ni tampoco es necesario encontrar consensos plenos entre
los diferentes políticos/partidos sobre cuál es la mejor manera de actuar en
cada coyuntura social.
Sin embargo, a la hora de construir su propia marca de “seriedad”, los
programas informativos que hemos analizado se aproximan más a una lógica
pseudo-científica que a la propia lógica de la deliberación política. Esto se
puede observar en rasgos ya comentados anteriormente, como la ocultación o
“suavización” de las dinámicas de confrontación dialéctica y la importancia que
se concede al consenso.
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Los programas de infotainment sí dan cabida generalmente a la confrontación
dialéctica abierta, pero ello, en combinación con lo anterior, incide todavía más
en el “descrédito” de la confrontación ideológica como legítima parte de una
deliberación política seria, como si fuera imposible o extraño articular
“confrontación” y “divergencia ideológica intensa” con lo “serio” y lo
“constructivo”.
Así, mientras los programas informativos analizados se abonan a la
racionalidad, la complejidad, lo abstracto y la búsqueda de consenso pleno (el
caso más paradigmático aquí sería Àgora), en los programas de infotainment
(Espejo Público, 59 Segundos, La Noria, etc.) priman las opiniones y el
afloramiento de divergencias ideológicas intensas, pero siempre en un
ambiente de cierta “ligereza”, “frivolidad” y/o “visceralidad” (incluyendo el
característico griterío en programas como La Noria).
Probablemente, el “problema” no es sólo que el infotainment ha tomado
elementos de la deliberación política imprimiéndoles un matiz ligero/frívolo, sino
también que los programas “serios” parecen haberse desmarcado de algunos
elementos connaturales a la deliberación política (opinión, divergencias
ideológicas fuertes), dejándolos al margen de lo que televisivamente parece
prescribirse como un debate político verdaderamente-serio.
- Consenso y racionalidad vs. Sanción
Los programas informativos parecen rehuir las intervenciones orientadas a
“sancionar”: juzgar si un político o una determinada política ha resultado
acertada o no, evaluar posibles medidas de incentivación o castigo, etc. Se
centran, en cambio, en dinámicas deliberativas de “explicación”, “análisis”,
“ejemplificación”, “argumentación”, etc.
En cambio, en los programas de infotainment resultan muy habituales las
preguntas del presentador que conducen a los invitados a “sancionar”, juzgar lo
que otros han hecho, posicionarse a favor o en contra de determinados hechos
ya acontecidos y/o plantear un reconocimiento positivo o bien medidas
punitivas, según el caso. Esto es particularmente común, por ejemplo, en
Espejo Público, La Noria y Debate al límite.
En el fondo, la actividad sancionadora forma parte de la vida política normal
(actividad legislativa, dirección de las fuerzas del orden y seguridad ciudadana,
etc.) y no es algo consustancialmente “frívolo” pero, por algún motivo, este tipo
de actividad sobresale en los debates de infotainment y, en cambio, resulta
mucho menos visible en los programas de debate político “serio”. De nuevo, un
rasgo de la actividad política que no “encaja” fácilmente con el frame pseudocientífico (los científicos investigan pero no “sancionan”) parece repelido en la
representación televisiva de la deliberación “seria”.
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En definitiva, no sólo la conexión entre política y entretenimiento presenta el
riesgo de “banalizar” la imagen de la política, sino también la casi-excluyente
asociación televisiva entre “seriedad” y “cientificidad” (en acepción positivista),
unida al desmarque de la “seriedad televisiva” respecto a elementos como la
opinión, la confrontación ideológica intensa y, también, la deliberación
orientada a la actividad sancionadora.
- Rings, juegos y salas de estar vs. platós de informativos, mesas de trabajo y
escenarios de la Grecia clásica
Por otro lado, cabe observar los contrastes más significativos en cuanto a la
escenografía de los programas informativos vs. los programas de infotainment.
En primer lugar, los principales modelos escenográficos que enmarcan la
deliberación política en los programas de infotainment son la casa y la sala de
estar (en programas como El programa de Ana Rosa y Espejo Público), el
“ring”, a causa de la fuerte confrontación de “bandos opuestos” que se
escenifica en algunos programas (La Noria, Debate al límite), y espacios
próximos al plató de concursos (casos de 59 Segundos y, también, Debate al
límite).
En cambio, los patrones escenográficos que envuelven la deliberación política
en los programas “serios” son el modelo del plató de informativos televisivos
(Los Desayunos, El Meridiano, Els Matins), a veces con elementos
significativos relativos a un espacio de trabajo (oficina, escritorio), como los
periódicos esparcidos sobre la mesa en El Meridiano, y también diseños
escenográficos que evocan la cultura clásica: en Ágora, el conjunto
escenográfico central remite a la arquitectura del teatro griego: el semicírculo
de gradas donde se situaba el público (“koilon”), el espacio circular central
donde acostumbraban a situarse los coros (“orchesta”) y el espacio escénico
rectangular (“proskenion” y “skené”). Asimismo, cabe destacar la fuerte
recurrencia de aspectos plásticos como las formas redondeadas y el gran
predominio de los colores azul y blanco en la escenografía de todos los
programas informativos analizados. La significación cultural del círculo y el
acorde cromático azul-blanco apuntan, conjuntamente, hacia valores como
“racionalidad” y “abstracción”, aunque también, paralelamente, pueden sugerir
cierta “frialdad”, “distanciamiento”.
Así pues, los principales contrastes axiológicos entre los programas
informativos vs. los programas de infotainment en cuanto al diseño
escenográfico responden, esencialmente, a lo siguiente: “entorno profesional
(trabajo) vs. entorno doméstico (sala de estar)”, “esfuerzo vs. confort o juego”,
“ambiente impersonal vs. ambiente personal/íntimo”, “conversación armónica
vs.
confrontación”,
“clasicismo
vs.
modernidad/sofisticación”,
“antigüedad/Historia vs. futuro”, “racionalidad vs. emocionalidad” y “frialdad vs.
calidez”.
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Si realizamos una lectura transversal de los ejes axiológicos podemos detectar
algunas correlaciones semánticas de particular interés, a propósito de la forma
de proyectar las nociones de “deliberación seria” vs. “deliberación de
infotainment” en la escenografía televisiva: por un lado, la “deliberación seria”
se asocia a valores como “profesionalidad”, “racionalidad” y “esfuerzo”, pero
también permanece adscrita a rasgos no tan positivos como “impersonalidad”,
“antigüedad” o “frialdad”. Por otro lado, la “deliberación de infotainment” está
adscrita a lo “doméstico”, la “confrontación” y la “emocionalidad” o “noracionalidad”, pero, al mismo tiempo, este tipo de programas parecen haberse
“apropiado” de valores que no son exclusivos de los géneros de
entretenimiento, como “proximidad”, “calidez”, “modernidad”, “futuro”.
4.3. Construcción televisiva del ciudadano
- Grado de protagonismo de público y espectadores
En la gran mayoría de los programas informativos analizados (Los desayunos,
La tertúlia, El meridiano, Ágora, Els Matins) destaca la ausencia de público en
plató. Así pues, en estos programas se construye un espacio de debate y
deliberación poblado por políticos, periodistas y expertos en el que el
ciudadano prácticamente no tiene cabida, evocando metafóricamente la idea
de “reunión en la cumbre”.
En cambio, en los programas de infotainment la presencia de público en el
plató es más habitual (Espejo Público, La Noria, El programa de Ana Rosa, 59
segundos), aunque su protagonismo varía. Encontramos programas en los que
el público es prácticamente invisible (El programa de Ana Rosa durante la
tertulia política, 59 segundos), otros en los que es visible pero no tiene ningún
papel activo (Espejo Público) y, finalmente, casos en los que el público es
visible y sanciona (mediante aplausos y gritos) las afirmaciones de los invitados
(La Noria).
En relación a la participación de los espectadores, la mayoría de los programas
informativos analizados no incluyen vías de participación. La excepción es Els
Matins, en el que los espectadores pueden participar de tres maneras distintas:
se pide su opinión respecto un tema de actualidad mediante una votación, el
envío de comentarios a través de SMS e Internet (que aparecen sobreimpresos
en la pantalla durante el debate político y que también son comentados por un
colaborador al final del debate) y en cada programa se incluye una intervención
telefónica de un espectador.
En la mayoría de los programas de infotainment se abre alguna vía de
participación de los espectadores: envío de comentarios a través de SMS
(Espejo Público, La Noria), encuestas (Espejo Público, La Noria),
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intervenciones telefónicas (Las mañanas de Cuatro) o e-mails (Debate al
límite). Ahora bien, el peso que tienen estas intervenciones varía mucho en
cada programa. Habitualmente los programas se hacen eco de los resultados
de las encuestas, pero no de los comentarios en SMS ni los e-mails, que pasan
desapercibidos.
- Banalización de la representación de la participación ciudadana en los
programas de infotainment
Aunque en los programas de infotainment se incorpora la imagen del
ciudadano en forma de público en el plató e intervenciones de los
espectadores, el análisis nos revela que en realidad en estos programas se da
una cierta banalización de la participación ciudadana.
En primer lugar, en la mayoría de programas la presencia de público es
meramente decorativa. En el caso de La Noria, el público sí cumple un papel
en la deliberación (sancionar mediante aplausos y gritos), sin embargo el
público aplaude por igual a cualquier afirmación contundente, demagógica o
populista expresada por cualquier tertuliano (de manera que a menudo
aplauden afirmaciones contradictorias). Así pues, en La Noria se representa al
ciudadano como alguien voluble que sucumbe fácilmente a la retórica efectista.
En segundo lugar, aunque como hemos visto anteriormente, en muchos de
estos programas se incluyen vías de participación de los espectadores,
generalmente se trata de un mero recurso “cosmético”. Por ejemplo, en La
Noria se solicitan SMS pero ni el presentador ni los contertulios hacen
referencia a éstos, en Debate al límite se pide la opinión de los espectadores a
través del e-mail, pero no hace uso de ella en ningún momento durante el
programa, etc. Únicamente las encuestas merecen la atención del programa,
de manera que se construye al espectador/ciudadano como “masa”.
- Polarización en la representación de los ciudadanos en los programas
informativos
Anteriormente se ha señalado que en la gran mayoría de los programas
informativos analizados no había presencia de público en el plató ni la
participación de los espectadores. Ahora bien, existe una excepción
particularmente reseñable: Banda Ampla.
Banda Ampla es un talk show en el que se recrea un “parlamento popular”. En
este programa ciudadanos anónimos discuten sobre temas públicos (políticos,
sociales, económicos). Se trata de un programa en el que se valora
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primordialmente la experiencia personal por encima del conocimiento
especializado y teórico de un tema (ver Livingston y Lunt, 1994).
Así pues, se observa en los programas deliberativos informativos una
importante polarización en cuanto a la participación ciudadana: o los
ciudadanos no tienen participación alguna o bien éstos adoptan el principal
protagonismo, asumiendo el rol de deliberadores, sin solución de continuidad.
Esta polarización proyecta un fuerte distanciamiento entre los espacios
deliberativos de los políticos/periodistas/expertos y de la ciudadanía. Así pues,
los actores de la “política profesional” y los ciudadanos ocuparían espacios
aislados y estancos, lo cual se puede relacionar con la idea de desafección
política.
5. Síntesis y conclusiones
A modo de recapitulación y síntesis, las siete cuestiones esenciales que se
desprenden de los resultados de nuestro análisis son las siguientes:
1) A mayor “seriedad” del debate televisivo (debates informativos vs.
infotainment), menor grado de recurrencia de la participación de
políticos;
2) A mayor grado de interacción colectiva en la deliberación televisiva
donde se abordan temas políticos (debates/tertulias vs. entrevistas),
menor recurrencia de la presencia del político. El político se representa
más habitualmente como un agente social susceptible de ser “vigilado”
que como protagonista de debates y reflexiones democráticas;
3) En programas particularmente populares como 59 Segundos se pueden
apreciar, tras la superficie un tanto ingenua de “juego” o “concurso”,
algunos síntomas preocupantes en cuanto a la imagen pública del
político, en relación con la falta o la no-posesión en un grado suficiente
de valores como “disciplina”, “rigor”, “precisión”, “productividad” y
“lealtad” a los compañeros de deliberación;
4) En los programas de infotainment se tiende a una “confrontación donde
no se alcanza el consenso” y en los programas informativos se tiende a
un “consenso sin confrontación”, a veces prácticamente dado de
antemano. Resultan inexistentes o en todo caso poco representativas
las propuestas de deliberación televisiva que integren confrontación
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intensa abierta + construcción progresiva de consenso por parte de los
invitados;
5) No sólo la conexión entre política y entretenimiento presenta el riesgo de
“banalizar” la imagen de la política, sino también la sistemática
asociación televisiva entre “seriedad” y “cientificidad” (en relación con la
noción popular de la ciencia como razonamiento objetivo/positivista). Ello
va unido al distanciamiento de la “seriedad televisiva” respecto a
elementos como la opinión, la confrontación ideológica abierta y la
deliberación orientada a actividad sancionadora, que en la actualidad
poseen protagonismo fundamentalmente en los infoshows;
6) La escenografía de los programas informativos tiende a proyectar una
noción de “deliberación seria” distanciada de valores como “proximidad”,
“calidez”, “modernidad” y “futuro”. Dichos valores no son incompatibles
con una “deliberación seria” y, sin embargo, permanecen adscritos
fundamentalmente a los programas de infotainment.
7) En los programas informativos no se da cabida a la participación
ciudadana, mientras que en los programas de infotainment ésta resulta
banalizada.
Del conjunto de resultados de la investigación cabe destacar el desmarque de
los formatos de debate político “serio” tanto respecto a los propios políticos
(invitados poco habituales) como respecto a elementos connaturales a la
deliberación política, como el intercambio de opiniones parciales y una
confrontación ideológica abierta e intensa. Dicho desmarque parece coincidir
con la tendencia a un enfoque “cientificista” del debate político “serio”, donde
se priman la objetividad/imparcialidad y consensos prácticamente dados de
antemano y/o que, supuestamente, vayan “más allá” de las diferentes
perspectivas ideológicas (y, por tanto, ¿“más allá de lo político”?). Asimismo,
también es destacable la ausencia de participación ciudadana en los
programas informativos.
Finalmente, un objetivo complementario de este trabajo era definir y testar un
modelo de análisis concebido específicamente para el estudio de la
construcción televisiva de la imagen pública de la deliberación política que
resulte válido tanto para el análisis de programas informativos como para
aquéllos pertenecientes al infotainment.
A estos efectos, hemos podido comprobar que el planteamiento de un modelo
de estructura profunda común a formatos informativos y de infotainment, así
como el desmenuzamiento de los roles analizados (deliberadores / deliberación
/ deliberatarios) han resultado muy útiles para afinar el análisis. Finalmente, la
organización de los resultados del análisis en base al contraste entre
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programas informativos y programas de infotainment nos ha permitido arrojar
luz sobre aspectos recurrentes y diferenciales entre ambos tipos de programa.
Y nos ha permitido, también, detectar algunas lagunas muy significativas en la
representación televisiva de la deliberación política: enfoques que no se dan
actualmente, de forma sustancial, ni en los programas de un tipo ni en los de
otro. En este sentido, destaca la escasa presencia en la televisión española de
una deliberación política donde se articulen confrontación ideológica abierta y
consenso, en un desarrollo orgánico que vaya desde una (sana) disputa
ideológica hasta la construcción de consenso.
*. Este artículo recoge los resultados del proyecto de investigación Televisión y
Deliberación Política. La construcción del espacio público a través de los
géneros de la realidad en España, desarrollado por la Universitat Pompeu
Fabra, la Universidad de Sevilla y la Universidad de Valencia, y financiado por
el Ministerio de Ciencia e Innovación (Plan de I+D+i 2008-2011, ref. CSO200802589).
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7. Notas
1
[1]. Acerca del nacimiento de los programas de infotainment y otros formatos
híbridos ver Álvarez Berciano (1995: 64-68), Palacio (2001: 171-178) y Raphael
(2004).
2
[2]. Dejamos aquí aparte los estudios sobre comunicación política, Internet,
redes sociales y user-generated content, que aunque en diversos aspectos
resultan afines a la nueva corriente de estudios sobre “política pop” y
entretenimiento televisivo, al mismo tiempo suponen un campo de estudio
claramente diferenciado.
3
[3]. El término “deliberatario” deriva del concepto semiótico de “enunciatario” o
destinatario de la enunciación (Greimas y Courtés, 2006: 148).
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