José Luis Gutiérrez Robledo (dir.)
Raimundo Moreno Blanco
Serafín de Tapia Sánchez
César Zancajo Rodríguez
Isabel López Fernández
Memoria mudéjar
en La Moraña
Adanero, Albornos, Aldeaseca, Arévalo, Cabizuela, Donvidas, Espinosa de los Caballeros,
Horcajo de las Torres, Langa, Madrigal de las Altas Torres, Narros de Saldueña,
Pajares de Adaja, Palacios de Goda, San Esteban de Zapardiel y Sinlabajos
MEMORIA MUDÉJAR EN LA MORAÑA:
ADANERO, ALBORNOS, ALDEASECA, ARÉVALO,
CABIZUELA, DONVIDAS, ESPINOSA DE LOS CABALLEROS,
HORCAJO DE LAS TORRES, LANGA, MADRIGAL DE
LAS ALTAS TORRES, NARROS DE SALDUEÑA, PAJARES
DE ADAJA, PALACIOS DE GODA, SAN ESTEBAN DE
ZAPARDIEL Y SINLABAJOS.
José Luis Gutiérrez Robledo (dir.)
Raimundo Moreno Blanco
Serafín de Tapia Sánchez
César Zancajo Rodríguez
Isabel López Fernández
ÁVILA, 2011
Créditos
FOTOGRAFÍAS
Raimundo Moreno Blanco es el autor de la mayor parte de las fotografías de los
monumentos de los municipios incluidos el proyecto (que quedan en el Archivo
Leal), y se han empleado además las del Archivo Gutiérrez Robledo, las que para la
Diputación de Ávila realizó hacia 1926 el Archivo MAS de Barcelona, las de Madrigal
de las Altas Torres proporcionadas generosamente por http://www.madrigal-aatt.
net/, las de la web de la Fundación Joaquín Díaz http://www.funjdiaz.net/, varias
que nos ha cedido Ignacio Hernández García de la Barrera, y otras cuya autoría o
procedencia se ha señalado –cuando ha sido posible- en el correspondiente pie de
foto.
PLANOS
Alberto Gallego García, plantas de estado actual de todos los templos del Proyecto
Leal. Otros de Jesús Gascón Bernal, Enrique Nuere Matauco, Elena Merino Gómez y
Javier Cobos y L. Sanz y Millán, más dos infografías de Antonio Paniagua.
DIBUJOS
Miguel Sobrino González y Miguel Ángel Espí Zarza.
MAQUETACIÓN
Juan Martín Pascual
© De la publicación su editor y de los diferentes capítulos sus autores,
ISBN. 978-84-931071-1-6
Depósito Legal. AV-115-2011
Edita: ASODEMA/ PROYECTO LEAL
Imprime: IMAGEN GRÁFICA DE ÁVILA, S.L.
Queda prohibida la reproducción, distribución o transformación, total o parcial de esta
publicación, por cualquier medio o procedimiento, sin contar con la autorización previa,
expresa y por escrito del editor o los autores de cada texto (Código Penal, arts. 270 y ss.)
No obstante lo anterior este libro puede consultarse libremente y descargarse en la web:
http://www.proyectoleal.es/
4
Presentación
Presentación
Jesús Caro Adanero
Presidente de ASODEMA
Dice Alejandro Dumas en una novelita titulada Historia maravillosa de don Eduardo
de Zúñiga y que tiene por escenario a Medinilla, un pueblecito de la comarca de Barco,
que, “Después de una lucha de ochocientos años sostenida contra los españoles, los
moros acababan de declararse vencidos en la persona de Al-Shaghyr-Abou-Abdallah
(Boabdil, el Chico)… Los moros habían conquistado España en dos años y para
reconquistarla fueron precisos ocho siglos”.
Todavía hoy, se escucha con demasiada frecuencia esta forma de hablar errónea
históricamente y que no deja de tener un punto xenófobo ¿Cómo no iban a ser
españoles los hijos de los hijos de los hijos de los que llevaban 800 años en este
territorio que habitamos y en el que levantaron casas y palacios, hicieron norias,
adornaron iglesias, enseñaron costumbres culinarias, cultivaron la tierra, amasaron
los cálidos ladrillos que hoy admiramos y de los que nos enorgullecemos y dejaron
en feliz mestizaje con el castellano primitivo, sus palabras? Su permanencia aquí, en
estos pueblos de La Moraña está tan presente que hasta el topónimo les alude y les
reclama.
Por eso, me es grato poder presentar este libro en el que expertos historiadores,
profesores universitarios de arte, antropólogos, estudiosos del legado hispano
musulmán y sobre todo enamorados de esta llanura morañega acercan a los lectores
la inmensa riqueza atesorada por los que nos precedieron. Porque nada se ama si no
se conoce y a veces, se desprecia cuanto se ignora y a la postre se destruye, cualquier
esfuerzo por evitarlo merece la pena y nuestro apoyo.
Creo que este libro que tienes en tus manos, amigo lector, te servirá para acercarte con
otros ojos a lo que por estar tan cerca apenas vemos, para recuperar lo olvidado, para
5
Jesús Caro Adanero
poner en valor el pasado como palanca del futuro y para enriquecer la convivencia con
los que llegan desde otras culturas y otras tierras. Porque te ayudará a comprender
que las riquezas artísticas y los avances cientíicos y las formas de vivir de las que hoy
gozamos fueron producto de un feliz mestizaje y de un esfuerzo enorme de los que
nos precedieron. Como su legado no nos pertenece sino como disfrute, tenemos la
obligación de transmitirlo tal como lo recibimos y si es posible, mejor.
Si con esta publicación, realizada con las investigaciones de los expertos Raimundo
Moreno, César Zancajo, Isabel López, Serafín de Tapia, Alberto Gallego y otros
colaboradores bajo la Dirección entusiasta de José Luis Gutiérrez Robledo a quienes
agradezco su colaboración y apoyo, así como al Ministerio de Medio Ambiente
y Medio Rural y Marino, por la inanciación del proyecto LEAL (Legado y Alianza
Hispanoárabes para el Desarrollo Rural), contribuimos desde ASODEMA a potenciar
los objetivos enumerados anteriormente, nos sentiremos felices sabiendo que con
estos estudios que sobre papel o a través de internet llegarán a todo lugar hemos
cumplido claramente con uno de los objetivos del proyecto LEAL, el de mantener viva
la memoria del espléndido legado mudéjar de nuestra tierra, desde el convencimiento
de que el pasar la historia a los de atrás es nuestro derecho y nuestro deber en cuanto
hombres libres que queremos ser cultos y que asumimos el conocido decreto que en
1794 promulgó –como se recoge en el texto que sigue- la convención nacional de la
Revolución Francesa: «Los ciudadanos no son otra cosa que depositarios de un bien
del que la Comunidad tiene derecho a pedirles cuenta. Los bárbaros y los esclavos
detestan la ciencia y destruyen las obras de arte. Los hombres libres las aman y las
conservan».
6
Los mudéjares
Memoria mudéjar
de La Moraña
en La Moraña,
y su legado
Ávila,
cultural
2011.
Los mudéjares de La Moraña
y su legado cultural
Serafín de Tapia Sánchez
Universidad de Salamanca
Los mudéjares y lo mudéjar
Se entiende por “mudéjar” aquel español que durante la Edad Media era de religión
musulmana pero vivía en territorio dominado por los cristianos. No era gente
racialmente diferente a los miembros de la mayoría cristiana ya que en realidad
no fue muy numeroso el grupo de árabes, sirios o norteafricanos que cruzaron el
Estrecho a lo largo de los siglos: éstos no supusieron ni el 5 por ciento de la población
autóctona. Así pues, la inmensa mayoría de los musulmanes que vivieron en Hispania
eran de origen muladí, es decir, población hispanorromana y visigoda convertida a lo
largo de los siglos VIII al X al Islam.
Siendo rigurosos hay que admitir que nunca hubo una sociedad mudéjar en La
Moraña. Sólo hubo algunos mudéjares -siempre pocos- que vivían como minoría
tolerada en una sociedad cristiana. Pero en otras partes de la Península sí hubo una
sociedad de cultura árabe y religión musulmana que produjo frutos excepcionales
en diversos ámbitos: literarios, cientíicos, arquitectónicos, económicos, etc. que
causaron tal admiración en la España cristiana que fueron imitados o incorporados
al acervo cultural hispano. Esto, junto con la tolerancia propia de la Edad Media
española, hizo que los musulmanes que vivieron en estas tierras del centro de la
península fueran admitidos, aunque con un status inferior, gracias a sus habilidades
profesionales y a su ausencia de ambiciones sociales. Su saber hacer -sobre todo
en materia constructiva- se adaptó tan bien a este entorno geográico que muchos
artesanos cristianos aprendieron a trabajar como ellos, hasta el punto de convertir el
estilo de los mudéjares en el más español de los modos de hacer arquitectura, sea
militar, suntuaria, religiosa, popular e incluso industrial.
329
Serafín de Tapia Sánchez
Llegada y asentamiento de los musulmanes
Reconstruir la historia de los mudéjares de La Moraña no es fácil porque las fuentes a
las que habitualmente acudimos los historiadores son muy escasas, por dos motivos.
Por tratarse de una zona rural (ya se sabe que quienes producían la documentación
escrita prestaban atención preferente a las ciudades) y por referirse a un grupo
humano poco numeroso y, además, socialmente marginado. Esto nos obliga a
emplear, sobre todo para los momentos más remotos, la toponimia y a veces a la
información de origen arqueológico.
Todo comienza con la llegada de los musulmanes a la Península Ibérica el año 711 y
la ocupación de prácticamente todo su territorio en pocos años. Aunque los recién
llegados eran todos musulmanes, no constituían un grupo homogéneo sino que
había una clara diferencia entre los árabes (que procedían de Arabia, Yemen, Siria…)
y los beréberes (originarios del norte de África). Los árabes, a pesar de ser el grupo
minoritario, formaban la élite dirigente y se reservaron los lugares de Hispania que
tenían mejores condiciones climáticas, económicas, de emplazamiento, etc., es decir,
Andalucía, Valencia y otros territorios parecidos. En cambio a los beréberes se les
envió a ocupar el centro y norte de la península: lugares muy fríos para quienes
venían del Magreb y menos fértiles que los anteriores. Durante algún tiempo se
asentaron en estas tierras. De su presencia dan testimonio, según Ángel Barrios,
algunos topónimos en lengua beréber: Adaja, Ajates, Albornos, Magazos… y otros
que se reieren a la tez oscura de sus pobladores: Morenos, Mori, Pardales, Moriel (hoy
Muriel de Zapardiel); incluso es posible que éste sea el origen del nombre Moraña y
de los tres Moraleja. Aunque algunos de estos lugares ya estén despoblados, durante
siglos fueron aldeas llenas de vida.
Al cabo de algunas décadas las relaciones entre árabes y norteafricanos empeoraron
de tal manera que éstos se sublevaron hacia el año 750 contra las autoridades
cordobesas y muchos se marcharon de estas tierras castellanas, aunque algunos
se quedaron por aquí. Tampoco desaparecieron del todo los restos de la anterior
población cristiana, si bien parte de ellos se islamizaría; a este subgrupo los posteriores
repobladores venidos desde el norte cristiano les denominaron despectivamente
Tornadizos, Torneros, Torneruelos y, en mozárabe, Vercemuel (todos ellos topónimos
de aldeas del norte de la provincia de Ávila).
Desde estos momentos y hasta bien avanzado el siglo X este territorio podría
considerarse como “tierra de nadie” pues, aunque formalmente pertenecía a alAndalus, las autoridades musulmanas más cercanas, que eran las de Toledo, nunca
venían por aquí a recaudar los miserables impuestos que pudieran sacar de la escasa
gente que habitaba entre el Sistema Central y el Duero. Por ello durante este período
desapareció cualquier tipo de organización civil o eclesiástica. Pero esto no signiica
que este territorio fuera un desierto. Era, simplemente, una zona con muy poca
población, aunque con la suiciente como para mantener la memoria (en una época
en que no existían mapas) de cómo se llamaban desde tiempo inmemorial cada una
de las aldeas: esto explica que se conserven topónimos de origen antiquísimo, como
Rámaga, Trabancos, Cantivesos, etc. que son prerromanos.
El año 939 los cristianos derrotaron al ejército califal en la batalla de Simancas.
330
Los mudéjares de La Moraña y su legado cultural
Desde ese momento van a controlar el río Duero y a realizar frecuentes incursiones
hacia estas tierras, lo que supuso que surgieran instalaciones defensivas en las
llanuras morañegas; según Ángel Barrios se conservan topónimos que aluden a
esta circunstancia: Alcazarén (“los dos castillos”), Almenara (“la atalaya”), Bebán
(“puerta fortiicada”) que es como se llamaba por entonces Narros del Castillo.
Estas palabras, que tienen iliación árabe, nos indican que esta lengua durante los
siglos X y XI era una especie de “lingua franca” que conocían muchos habitantes de
Hispania. Efectivamente, además de topónimos de carácter defensivo, surgieron por
entonces otros en aquella lengua: Almarza (“el prado”), Almar (“la vereda”), Almohalla
(“el campamento”, “el barrio”), Balbarda (“secano frío”), Gimialcón (mezquita y alCon[de]”), Cantarziello (“puente pequeño”), Cid (“señor”), los dos Manzeras (“terreno
frondoso”), Faceálvaro (“campo de Álvaro”); la evolución de este último nombre es
curiosa: comenzó como Faceálvaro (“fahs” en árabe es “campo”), luego su “f” inicial
se convierte en “h” (como tantas otras palabras) y termina perdiéndose; y por in se
transformó redundantemente en Campoazálvaro, que es como hoy se llama. No
obstante, hay que decir que recientemente ha sido cuestionada le etimología árabe
de varios de estos topónimos
En todo caso, debe desecharse la idea de que la presencia de estas palabras de origen
árabe se deba a una emigración de musulmanes del Sur hacia el Norte. Más bien
hay que pensar en el prestigio de la lengua árabe y en la llegada desde territorios
meridionales de algunos mozárabes (es decir, cristianos que vivían en al-Andalus) en
los siglos X-XI, atraídos por el avance cristiano hasta el Duero. Estos mozárabes a estas
alturas estaban totalmente arabizados, aunque se mantuvieran en la fe cristiana.
El carácter peligroso de estas tierras, que más tarde se van a denominar la
Extremadura castellana (“extrema Durii”: más allá del Duero), no signiicó, insistimos,
su despoblación absoluta sino sólo una disminución de sus habitantes con el
correspondiente abandono del cultivo de las peores zonas y el aumento de la
ganadería con el resultado de un paisaje en el que predominarían los terrenos
incultos sobre los cultivados.
Bajo el poder de los reyes cristianos
En el año 1085 el rey Alfonso VI conquistó de Toledo y suscribió con su población
unas generosas capitulaciones que supusieron la integración de un amplio y muy
poblado territorio en la Corona de Castilla y León. Junto a Toledo fueron incorporadas
a la España cristiana las ciudades de Salamanca, Ávila, Segovia, Sepúlveda, etc. con
su correspondiente alfoz o territorio circundante. Es decir, se pusieron las bases de
la inminente hegemonía cristiana en el centro peninsular. A pesar del sobresalto
almorávide (con las victorias musulmanas de Sagrajas y Uclés), en esta zona del norte
de la provincia abulense no volvió a conocerse el peligro sarraceno. La seguridad y
tranquilidad del territorio llevó aparejada la llegada masiva de gentes del norte de
la península que, estimuladas por la Corona, buscaban aquí tierra y libertad: es el
conocido fenómeno de la repoblación. Las aldeas surgieron como hongos a lo largo
331
Serafín de Tapia Sánchez
del siglo XII y principio del XIII. Pero no sólo se asentaron gentes del norte; como
consecuencia de la intransigencia religiosa instaurada en la España musulmana
a partir de la llegada en 1147 de los almohades, no fueron pocos los mozárabes
e incluso los judíos que huyeron hacia el norte y se establecieron en estas tierras;
topónimos como Cordoviella y Handaluz acreditan este hecho. Incluso es muy
posible que algunos mudéjares de la taifa toledana vinieran aquí atraídos por la
enorme oferta laboral: Ávila y los grandes núcleos del norte, como Arévalo, Madrigal
y Olmedo, se dotaron de murallas y de otros ediicios cuya tipología conserva
grandes similitudes con la forma de construir de los toledanos. Por supuesto, las
frecuentes cabalgadas hacia tierras sarracenas proporcionaron numerosos cautivos
y cautivas que mayoritariamente terminaron alcanzando la libertad e integrándose
-como musulmanes, naturalmente- en la sociedad abulense. Los centenares de
cipos funerarios encontrados en el cementerio islámico o maqbara de la ciudad de
Ávila (y alguno hallado en Arévalo) acreditan el origen toledano de estos primeros
musulmanes abulenses ya que tales cipos o columnillas son muy parecidos a los
encontrados en las tumbas islámicas de la ciudad del Tajo; e incluso podría decirse
que guardan cierta similitud con los empleados en los enterramientos de Vascos,
una ciudad de la comarca de La Jara despoblada ya en los últimos siglos de la Edad
Media. Es signiicativo que este elemento funerario no se haya localizado en otros
lugares de al-Andalus y que sólo esté presente en tierras toledanas y abulenses.
Ángel Barrios llegó a la conclusión de que la inmensa mayoría de las aldeas de esta
comarca del norte de Ávila eran muy pequeñas (unos 40 habitantes), lo que explica
que sólo se haya detectado la presencia de pequeños grupos de judíos y musulmanes
en las villas mayores. Sabemos que desde el siglo XIV los moros (así eran llamados
durante toda la Edad Media sin que este término fuera considerado despectivo)
de la Moraña fueron abandonando poco a poco las aldeas y se fueron trasladando
a las localidades más grandes buscando el apoyo mutuo que les proporcionaban
las comunidades islámicas formadas en Arévalo y en Madrigal; aquí se agruparon
en barrios, para reforzar su identidad islámica y para protegerse de una eventual
agresión. Este fenómeno de concentración demográica ya está consolidado en la
segunda mitad del siglo XV, momento del que se conserva un volumen relativamente
considerable de documentación sobre nuestra minoría. A estas alturas sólo hay
mudéjares viviendo en ambas villas, aunque se indique que algunos de ellos aún
poseen en las aldeas de la comarca incas (que poco a poco van vendiendo). De la
tradicional presencia de musulmanes en muchos de los pueblos morañegos dan
fe numerosos microtopónimos formados en los siglos XII al XIV, tales como el Alto
del Moro, en Sinlabajos, El Moro, entre Bercial de Zapardiel y Madrigal, la Fuente del
Morisco, no lejos de Blasconuño de Matacabras, las Moragas, en Lomoviejo, etc., etc.
Al constituir en Arévalo o Madrigal grupos suicientemente nutridos y homogéneos,
la autoridad cristiana les permitía cierta organización interna en la que el alfaquí
era la pieza fundamental, como veremos más adelante. En general, las autoridades
protegían a los grupos minoritarios -judíos y musulmanes- de las agresiones
que pudieran sufrir por parte del pueblo llano, estimulado por algunos clérigos
especialmente intolerantes. Este ambiente agresivo comenzó en el siglo XIV y se fue
acentuando en la segunda mitad del siglo y, sobre todo, a lo largo del siguiente.
332
Los mudéjares de La Moraña y su legado cultural
Entroncando con lo que se hacía en el resto de Europa, en la segunda mitad del siglo
XIII se habían dictado en Castilla Las Partidas, un conjunto normativo que recogía leyes
muy restrictivas hacia los hebreos y mudéjares. Sin embargo los reyes castellanos
no las aplicaron, a pesar de que los Concilios de Zamora (1312) y Valladolid (1322)
pidieron que se cumplieran. Fue en materia iscal donde más claramente se hacía
sentir la discriminación: los judíos y los moros -aparte de los impuestos indirectos
que gravaban al conjunto de la población pechera- se veían obligados a pagar unas
iguras impositivas especíicas suyas, la cabeza de pecho y el servicio y medio servicio.
La cabeza de pecho está documentada desde el reinado de Sancho IV a inales del
XIII: era una cantidad que cada judío y moro debía tributar en reconocimiento del
señorío real y de la especial protección que el monarca les dispensaba. Un siglo
después, en 1388, aparece el servicio y medio servicio que, aunque surgió como una
petición excepcional del rey Juan I, terminó convirtiéndose en anual.
Inestabilidad de las minorías en el siglo XV
Apenas nos han llegado noticias especíicas de los mudéjares morañegos en la
decimocuarta centuria. Habrá que esperar a principios del siglo XV, cuando el Libro
de Rentas del Cabildo de la Catedral de Ávila (que se conserva en el Archivo Histórico
Nacional) registra, entre otros ingresos, las cantidades en que cada año se arrendaban
los diezmos de judíos y moros del norte de la diócesis; concretamente, agrupa los de
los arciprestazgos de Arévalo y Olmedo más los de Madrigal. Dado que se acumulaba
lo procedente de ambos grupos étnicos, estamos ante un indicador poco explícito
para conocer la evolución del nivel económico de los mudéjares de la Moraña,
máxime si se tiene en cuenta que tanto la riqueza como el volumen demográico de
los hebreos de esta zona eran muy superiores a los de los musulmanes. No obstante,
se trata de un testimonio elocuente de la existencia de mudéjares en las tierras del
norte de Ávila y de cómo la Iglesia les obligaba a pagar el diezmo, que en teoría
era un impuesto que obligaba a los cristianos pero no a los “inieles”. La explicación
de esta incongruencia se halla en que los eclesiásticos abulenses habían ganado, a
inales del siglo XIII, un pleito a los mudéjares y hebreos al reclamarles los diezmos
de las tierras que éstos habían comprado a los cristianos. Alegaban que los diezmos
ingresados por la Iglesia iban disminuyendo porque los grupos minoritarios cada
vez compraban más tierras a los cristianos. Además el Concilio de Tarragona de 1329
había refrendado esta práctica.
La evolución del gráico anterior permite detectar las consecuencias negativas
que en las actividades productivas de hebreos y moros produjeron las leyes
antijudías y antimusulmanas contenidas en el Ordenamiento de Valladolid de 1412
promulgado por la reina regente doña Catalina de Lancáster: obligación de llevar
señales en las ropas (una luneta azul en el hombro, los musulmanes) y de vivir en
barrios apartados, prohibición de ejercer determinadas profesiones, anulación del
valor de sus testimonios en los juicios, etc. Pero a los pocos años estas disposiciones
fueron perdiendo vigor, hasta el punto de que desde 1420 -tal como se releja en
el gráico- los grupos minoritarios vuelven a recuperar su anterior dinamismo.
333
Serafín de Tapia Sánchez
Diezmos pagados a la catedral
1406-1442 (en mrs)
2500
2000
Judíos y moros Ávila
1500
1000
Judíos y moros de
Arévalo, Madrigal y
Olmedo
500
1406
1409
1412
1415
1418
1421
1424
1427
1430
1433
1436
1439
1442
0
Un paso más en esta dirección de tolerancia hacia las minorías lo dará el rey Juan
II durante una de sus estancias en Arévalo cuando dispuso, en abril de 1443, que
ponía “bajo seguro y amparo real a todos los judíos y moros del reino, prohibiendo las
ordenanzas que contra ellos se hacen en los pueblos y los malos tratos que se les daba y
mandando que no se les impida usar de sus oicios que les permitían las leyes y la bula
de Eugenio IV”. Continuando con la relativa simpatía de su padre hacia los grupos
minoritarios, el rey Enrique IV eximió en 1463 a los judíos y moros de Madrigal (y
también a los cristianos) del pago de “Pedidos y monedas foreras” como premio por
mantenerse ieles a su servicio y por proteger la villa de sus enemigos. Otro tanto,
y por parecidos motivos, hizo en marzo de 1468 el efímero rey Alfonso XII cuando
eximió de cualquier tipo de tributo a los cristianos, judíos y moros de Arévalo.
Una relativa autonomía institucional
Aunque no están aún documentadas en esta comarca, los mudéjares castellanos
disponían desde el siglo XIV de algunas instituciones propias que hacían posible una
cierta autonomía de sus comunidades o aljamas. Me reiero al alfaquí (que, a pesar de
no ser equivalente al sacerdote cristiano, era el líder religioso por sus conocimientos de
la ley islámica), al vehedor de la aljama (que recaudaba los impuestos), al almohadán,
muecín o mullidor (encargado de citar a los ieles a cualquier ceremonia o reunión) y
al alcalde moro (que, dependiendo de los momentos y de la tolerancia de los reyes,
administraba justicia en los asuntos domésticos entre moro y moro, siempre que no
fueran penales). Sabemos que la comunidad mudéjar de Arévalo contaba en el siglo
XV con un alfaquí: en un pleito de 1496 entre Algas Cantueso y Abdala Cantueso,
moros vecinos de Ávila, sobre una deuda de 9.250 maravedíes (mrs), el tribunal de la
Real Chancillería de Valladolid decide, antes de pronunciarse deinitivamente, remitir
el proceso “al alfaquí de la villa de Valladolid e al de Arévalo e a uno de los alfaquíes de
Ávila, para que ellos lo viesen e determinasen segund la ley azuna de moros”. Debía ser
334
Los mudéjares de La Moraña y su legado cultural
el conocido como Alí alfaquí en 1494, quien fue nombrado tutor de su sobrina Hasisa
Almoraví cuando ésta quedó huérfana. Poco después, en 1500, se documenta un tal
Mahomad Alfaquí.
Además cada una de las aljamas de los musulmanes castellanos poseía su almagid
o mezquita. Lamentablemente no se conocen restos de ninguna de las mezquitas
de la Moraña. No es de extrañar que no se hayan conservado ya que con seguridad
se trataría de construcciones muy modestas ya que, tal como establecían las leyes,
no debían superar a las iglesias ni en altura ni en esplendor. Pero es seguro que
existieron en las localidades donde se agrupaban más musulmanes porque las
mezquitas, aparte de servir para realizar en ellas sus ceremonias religiosas, también
cumplían funciones de sede social de la comunidad y por tanto se empleaban para
las asambleas, como escuela, como “casa de bodas”, etc. En las comunidades más
grandes también contaban con baños y cementerios (maqbaras) para uso exclusivo
de los musulmanes. Se da la circunstancia de que el cementerio musulmán medieval
de la ciudad de Ávila, identiicado en el año 2000 y excavado recientemente, ha
proporcionado unos 3.500 esqueletos, lo que le convierte en el más grande de los
descubiertos hasta la fecha en España.
J.J. Montalvo, en su libro De la historia de Arévalo publica un contrato suscrito en 1438
entre la cofradía del hospital de Santa Catalina y Santo Domingo y dos familias de
mudéjares: la de Maestre Farax, moro viejo, y Alí Albeytar, su hijo, y la de doña Fátima,
mujer que fue de Yuçafe Alfageme, moro, todos vecinos de la villa de Arévalo. Es
un contrato de censo enitéutico (es decir, una especie de arrendamiento perpetuo)
sobre una casa tejada, con sus corrales, pozos y huertas, propiedad del hospital,
que estaba situada en la “calle mayor de la morería”. El documento es especialmente
valioso porque nos informa con bastante detalle del emplazamiento en ese momento
de la morería; basándonos en él y en posteriores informaciones podemos concluir
que ésta se hallaba situada fuera del recinto amurallado, al suroeste de la plaza del
Arrabal, cerca de la pendiente que desciende hasta el río Arevalillo. Ateniéndonos a
los nombres actuales de las calles diremos que era un espacio delimitado por la C/
Larga, C/ Tercias, Plaza de S. Andrés, C/ Paraíso (antes El Albaicín), C/ Principal de la
morería y parte de la C/ Figones (antes Encrucijada Talaverana). Resulta sugerente
el nombre de El Albaicín (el barrio de Granada situado frente a la Alhambra) dado
durante mucho tiempo al actual Pasadizo al Paraíso. Respecto a la morería de
Madrigal no nos ha llegado ninguna noticia; supongo que el pequeño volumen de
su comunidad mudéjar haya contribuido a borrar la memoria de aquel barrio.
Todo hace pensar que en 1480, cuando las Cortes de Toledo ordenaron que los judíos
y moros de las villas y ciudades del reino se agruparan en un solo barrio, los mudéjares
de Arévalo continuaron residiendo donde siempre lo habían hecho. Sin embargo,
durante el siglo XVI los moriscos de la vieja morería, a la vez que se enriquecían y
aumentaban en número, fueron ocupando parte de la antigua judería -en gran medida
vacía desde la expulsión de los hebreos-. Tal como ocurrió en numerosas villas y
ciudades de Castilla, también en Arévalo el lugar más característico de la judería pasó
a llamarse Barrionuevo; lo signiicativo es que al cabo de pocas décadas este espacio
también recibió otro nombre para relejar la personalidad de sus nuevos vecinos, los
moriscos: en un contrato de 1547 se alude a “la calle de Barrionuevo que nombran de
los Avançiques que sale a la plaça del arrabal”. Hay que advertir que Avancique era el
apellido de una de las familias mudéjares y moriscas más características de Arévalo
335
Serafín de Tapia Sánchez
Primer emplazamiento de la morería (Cervera Vera)
que se ampliaría hasta la plaza del Arrabal
y de Ávila y que esta denominación de calle de Avanciques ha llegado hasta bien
entrado el siglo XX, cuando fue cambiada por la de C/ Eulogio Florentino Sanz. Muy
cerca de esta calle estaría la plazuela de Barrionuevo igualmente “bautizada” con el
apellido de otro insigne morisco local como plazuela de Perejil. Al producirse este
desplazamiento de los moriscos hacia lugares más céntricos, en la vieja morería
quedarían disponibles y a buen precio algunos solares, circunstancia aprovechada
por determinados nobles para levantar allí sus palacios renacentistas o prebarrocos,
que aún se conservan. Me reiero al de los Osorio, en la plazuela de San Andrés, a la
Casa de las Milicias Concejiles, en la calle Larga, y al de los Gutiérrez Altamirano, en la
esquina formada por la calle Larga y la Travesía del Paraíso, todos ellos emplazados
en la antigua morería; precisamente se conserva el contrato de 1578 entre la viuda
del acaudalado morisco Ambrosio de Encinas y Diego Altamirano por el que éste
toma en renta unas casas que están en los arrabales, entre San Salvador y San Andrés.
El contrato de 1438 antes comentado también sirve para conocer algunas profesiones
de los moros arevalenses del siglo XV: albéitar signiica en árabe veterinario y alfageme
336
Los mudéjares de La Moraña y su legado cultural
Palacio de los Gutiérrez Altamirano,
en la morería
Casas de las Milicias Concejiles
es barbero; hay que recordar que muchos de los barberos de aquellos siglos aparte
de rapar barbas hacían muchas más cosas: eran sangradores (aplicando ventosas
o sanguijuelas) y dentistas. Por tanto, ambos eran oicios relacionados con los
servicios, concretamente con la sanidad (humana o de los animales). No obstante,
hay elementos que nos permiten decir que la mayoría de los mudéjares morañegos
se dedicaban a las labores del campo. Parece que varios de los que vivían en Arévalo
eran propietarios de tierras situadas en las aldeas de la comarca: así vemos en 1479
a Gibre de la Plaça y a Mahomad Burgueño, moros vecinos de Arévalo, vendiendo
al noble Francisco de Valderrábano una inca en Sinlabajos. Alguno de estos moros
poseía tierras suicientes como para tener un rentero que se las trabajase; es el caso
de los hermanos Gibre y Alí Copete quienes en 1493 tenían a sendos cristianos (Juan
de Galindos y Juan de Velasco, respectivamente) como renteros en sus tierras de
Palazuelos de la Vega. La propiedad de Gibre Copete era de media yugada, que era el
tamaño habitual de una explotación media de pan llevar en la Moraña, pues equivalía
a 30 obradas es decir a 13,5 hectáreas (cada obrada correspondía en esta comarca
a unos 4.500 metros cuadrados). No obstante, el hecho de que estos mudéjares
tuvieran renteros nos autoriza a pensar que, o ellos desarrollaban otro trabajo
(más tarde veremos a algunos moriscos arevalenses serían mercaderes, arrieros,
mesoneros, etc.), o su propiedad estaba fragmentada en partes tan alejadas entre sí
que impedían que una sola persona las labrara. Cualquiera de ambas circunstancias
acreditaría que eran personas económicamente solventes.
337
Serafín de Tapia Sánchez
La iscalidad como indicador social:
nivel económico, demografía y discriminación
Ya dijimos que desde inales del siglo XIV la Corona cobraba a los grupos minoritarios un
impuesto exclusivo de ellos, el llamado “servicio y medio servicio”. M.A. Ladero Quesada
ha publicado los datos correspondientes a inales del siglo XV. Aquí se recogen los que
corresponden a las localidades más signiicativas de la Corona de Castilla.
CANTIDAD QUE PAGAN LOS MUDÉJARES DE LAS COMUNIDADES MÁS IMPORTANTES
DE LA CORONA DE CASTILLA EN CONCEPTO DE “SERVICIO Y MEDIO SERVICIO”
(en maravedís) *
1463
1464
1501
Arévalo
7.000
7.000
10.000
Ávila
8.150
8.000
11.500
Barco de Ávila y Béjar
1.500
1.500
600
Piedrahíta y Bonilla
1.500
1.500
600
Medina del Campo
1.500
1.500
300
Toledo con Yepes, Los Yébenes
y La Puebla de Montalbán
8.500
8.500
4.600
Talavera y Oropesa
1.000
1.000
2.200
Escalona
2.000
2.000
600
Burgos
1.500
2.000
-
Valladolid con Cuéllar
6.000
6.500
7.000
Segovia con Sepúlveda y Guadarrama
700
1.000
4.300
Guadalajara con Brihuega, Pastrana…
7.500
7.000
5.000
Ágreda
2.000
2.000
6.000
Madrid con Alcobendas, Móstoles...
1.000
1.00
1.000
Murcia
6.000
5.500
4.000
Plasencia con Las Garrovillas
1.500
1.500
4.700
Benquerencia
-
-
700
Hornachos
-
-
12.000
Mérida
-
-
1.000
Córdoba
4.000
5.000
3.000
Sevilla
8.000
7.000
4.000
* En 1463 y 1464 se repartieron 150.000 mrs. a pagar entre todos los territorios de la Corona de Castilla. En 1501
fueron 171.400 mrs.
338
Los mudéjares de La Moraña y su legado cultural
Las cantidades asignadas a cada aljama o comunidad las establecía una comisión de
notables mudéjares que tenía en cuenta tanto el volumen demográico como el nivel
de riqueza. A veces su información no estaba actualizada, lo que ocasionaba quejas.
En este cuadro sólo se indican los núcleos principales, agrupando en ellos las aldeas
de su entorno.
Al principio de la guerra de Granada los Reyes Católicos decidieron hacer recaer
parte del costo económico de la contienda sobre los grupos no cristianos. A este
efecto obligaron a las aljamas de judíos y moros a aportar entre uno y dos castellanos
de oro (moneda equivalente a 485 mrs.) por cada vecino de ellas, delegando en los
responsables de las comunidades la redistribución entre sus vecinos en proporción a
la riqueza de cada uno de ellos. La asignación de uno, uno y medio o dos castellanos
a los diferentes lugares hemos de suponer que dependía de su riqueza y volumen
demográico. Lo aportado en la transición entre los siglos XV y XVI por cada lugar,
según Ladero Quesada, fue lo siguiente:
PECHAS DE MUDÉJARES ASIGNADAS A LAS COMUNIDADES MÁS IMPORTANTES
1495
1496
1498
1499
1500
1501
Arévalo
107
116
128
136
137
140
Ávila
251
259
177
231
237
242
Barco de Ávila
28
-
-
-
-
-
Piedrahíta
26
-
-
-
-
-
Medina del Campo
11
-
11
11
15
14
Toledo
43
46
45
46
46
46
Talavera
33
33
34
31
26
27
Burgos
93
81
70
64
65
65
103
111
122
137
141
141
Segovia
56
-
58
70
69
65
Ágreda
122
123
118
120
120
114
Guadalajara
96
94
-
117
122
122
Madrid
50
51
51
52
52
51
Murcia
43
42
49
43
43
44
177
177
211
216
210
200
Plasencia
81
82
107
106
103
105
Benquerencia
86
88
78
81
80
80
432
426
425
429
427
427
Mérida
90
87
83
107
97
97
Córdoba
45
34
30
40
40
40
Sevilla
45
36
33
34
34
34
Valladolid
Val de Ricote (Murcia)
Hornachos
339
Serafín de Tapia Sánchez
Aunque algún autor propone que el número de “pechas” equivale al de vecinos, es
decir a familias, nos consta que en Arévalo cada vecino tuvo que pagar dos castellanos
de oro, posiblemente porque la Corona conocía la solvencia económica de esta
aljama. En consecuencia, esta información iscal nos permite conocer con exactitud
el volumen demográico de la comunidad mudéjar arevalense en las vísperas de su
conversión al cristianismo. Todo hace suponer que los de la ciudad de Ávila pagaron
1,5 castellanos. Por ejemplo, sabemos que en dicha ciudad había 161 vecinos en
1503, sin embargo tuvieron que pagar en 1501 la cantidad de 242 pechas; es decir,
que pagaría cada familia 1,5 castellanos, excepto en 1498 cuando sólo aportaron un
castellano por vecino.
POBLACIÓN MUSULMANA ABULENSE A FINALES DEL S. XV A PARTIR DE LOS
DATOS FISCALES (en vecinos)
Arévalo
Ávila
1495
1496
1498
1499
1500
1501
54
167
58
173
64
177
68
154
69
158
70
161
Relacionando estos datos con lo que conocemos acerca del volumen demográico
de ambas localidades podemos aventurar que, en las vísperas del bautizo cristiano,
su población mudéjar signiicaba, respecto al conjunto de los habitantes, un
importante porcentaje que oscilaba entre el 10 por ciento de Arévalo y el 12 por
ciento de Ávila. Si se quiere transformar en habitantes el dato de los vecinos no hay
más que multiplicarlo por 4, que era el número de personas que constituían la familia
media en aquella época. Por tanto, en Arévalo habría una comunidad musulmana
formada por unas 250 personas.
Población musulmana de Arévalo
a finales del S.XV (en vecinos)
80
70
60
50
40
30
20
10
0
340
1495
1496
1497
1498
1499
1500
1501
Los mudéjares de La Moraña y su legado cultural
Estos datos, incluso con las prevenciones indicadas, relejan que en Ávila y en
el norte de su provincia (la comarca de la Moraña) vivía un grupo numeroso y
económicamente pujante de musulmanes. De hecho ya vimos cómo, si se exceptúa
la villa de Hornachos (Badajoz), era el lugar de la Corona de Castilla que hacía las
aportaciones iscales más altas. Además constatamos cómo desde el primer año de
la muestra, 1463, hasta el último, 1501, las cantidades pagadas van constantemente
en aumento, lo que nos permite suponer que este incremento se debió en gran parte
a la llegada, desde otros lugares, de mudéjares que encontraban en esta zona algún
tipo de ventaja respecto a sus lugares de origen.
Aunque sea de manera aproximada, se puede calcular el grado de diicultad que
estas cargas iscales suponían para los moros de la Moraña: si nos referimos al año
1501 vemos que los 10.000 mrs del “servicio y medio servicio”, distribuidos entre
los 70 vecinos, signiican que cada familia debía aportar 142 mrs. Si a esta cantidad
sumamos los dos castellanos de oro (970 mrs) resulta un total de 1.112 mrs. Sabemos
que por estas fechas los trabajadores del campo abulenses ganaban jornales que
oscilaban entre 15 ó 20 mrs. Esto signiica que los 1.112 mrs anuales pagados como
media por cada familia equivalía a lo que un jornalero ganaba en 63 días al año; dado
que en esta diócesis los días laborables (los únicos en los que se cobraba jornal) eran
unos 280 al año, puede concluirse que la suma de estos dos impuestos exclusivos
de los moros equivalía al 22,5 % de lo ganado por los peones agrarios. Conviene
tener en cuenta que los mudéjares también pagaban los impuestos que afectaban
al conjunto de la población como la alcabala, el más importante de todos. Este poco
alentador panorama iscal se ensombrece aún más si hacemos caso a la denuncia
presentada por el representante de la aljama de los moros de Arévalo en 1498, quien
dice que “en esta aljama e morería viven algunos moros que, seyendo favoresçidos de
algunas personas, no han querido ni quieren pagar lo que les cabía de los repartimientos
e derramas de la dicha aljama para el servicio e medio servicio debido a los reyes en
cada un año e para los otros pechos e tributos e menesteres que la dicha aljama tiene, ni
consienten a los cogedores entrar a sus casas a los prendar, ni los tales cogedores osan
entrar en sus casas para las prendas. Estos moros son los más ricos de la aljama. Si así
continúa no se podrán comportar los pobres ni pagar los dichos dineros ni tributos”.
Los reyes ordenan que se haga una investigación y se corrijan estas prácticas. Sin
prejuzgar el resultado de la intervención real, que desconocemos, lo cierto es que
en años anteriores algunos de los moros más ricos, gracias a que eran “favoresçidos
de algunas personas”, se habían autoeximido de contribuir en la cantidad asignada
al conjunto de la comunidad mudéjar, provocando que sus correligionarios más
modestos tuvieran que pagar cantidades superiores a las que les correspondían.
En relación con el impuesto de las pechas -que, aunque surgió para subvenir a los
enormes gastos de la guerra de Granada, acabada ésta continuó cobrándose- nos
ha llegado otra denuncia: que el recaudador de los castellanos de los judíos y moros
del obispado de Ávila (un vecino de Medina del Campo llamado Álvaro de Bonilla)
les “cobró muchas más quantías de maravedís de la que por los padrones de cada
morería e judería estaba empadronado”; es decir, que los datos oiciales no siempre
relejan la totalidad de lo que los miembros de las minorías pagaron efectivamente.
No obstante, como la denuncia aludida es de 1494, es probable que los datos aquí
incluidos sean correctos al ser posteriores a esa fecha.
341
Serafín de Tapia Sánchez
También conocemos otro pleito referido a cómo se efectuó el reparto de este impuesto
entre los miembros de la comunidad mudéjar arevalense. En 1498 Mahomad Pillarte
e Iça de Ávila, en representación de sus compañeros de Arévalo, denuncian cómo
las familias acomodadas intentaban hacer un reparto de las cargas beneicioso para
ellas y perjudicial para las gentes modestas de su comunidad. A través de este pleito
sabemos que los reyes asignaron una paga de dos castellanos de oro (es decir, 987
mrs) a cada vecino de Arévalo y que, para evitar dilaciones, se exigía que los más ricos
adelantaran el total que tenía que pagar el conjunto de la aljama; posteriormente,
ellos debían proceder a repartir sobre cada vecino la parte correspondiente a in
de recuperar el dinero adelantado. Los procuradores de la aljama denuncian a Luis
Albéitar el Mayor y sus dos hijos,Yuçafe Albéitar y Gibre Albéitar, acusándoles de
que repartían entre los vecinos la totalidad de lo adelantado sin asignarse ninguna
cantidad a ellos mismos. En respuesta a esta demanda los Reyes Católicos mandaron
que la distribución de la carga fuera así: “la tercia parte por cabezas según el número
de moros que en la villa hubiere; y las otras dos tercias partes se repartan según la
hacienda de cada uno de los vecinos”. Este sistema fue recurrido por Luis Albéitar
quien presentó una carta de la reina donde se decía que Luis Albéitar pague lo
mismo que los otros vecinos en atención “a los servicios que Alí Albéitar prestó a su
madre que santa gloria haya”. Pero los procuradores de la aljama recurren a su vez
este privilegio y les asignan 9.000 mrs. en vez de los 2.900 que pretendían pagar
entre el padre y sus dos hijos. Los jueces terminan dando la razón a la aljama. A través
de estos pleitos o denuncias vemos cómo en el interior de la comunidad mudéjar
había diferencias, tanto económicas como de status social. Resulta signiicativo que
esta familia de los Albéitar gozara del favor de la reina Isabel a causa de los servicios
prestados a su madre, doña Isabel de Portugal, durante los largos años en que ésta
vivió en Arévalo, donde acababa de morir en 1496. Podríamos preguntarnos qué
tipo de servicios prestó; es probable que guardaran relación con alguna habilidad
profesional del señor Albéitar ya que en algún momento es denominado “maestre
Alí Albéitar”; no sería descabellado sugerir que se tratara de un habilidoso carpintero
o alarife encargado del mantenimiento del palacio real que contaba con la conianza
del mayordomo o administrador de la casa de la reina, el licenciado don Gutierre
Velázquez: resulta esclarecedor que, tal como más adelante veremos, Alí Albéitar al
bautizarse en 1502 tomase precisamente el nombre de Gutierre Velázquez, en honor
de su protector.
Hagamos una última consideración sobre la iscalidad soportada por las minorías.
Como corresponde a una sociedad basada en el privilegio y no en la equidad, es
impensable suponer que las cargas iscales fueran proporcionales a la riqueza y
al volumen demográico de los tres grupos étnico-religiosos que constituían la
sociedad de aquel tiempo en Castilla. Aunque carecemos de información especíica
sobre cómo se efectuaba el reparto en La Moraña, suponemos que no sería muy
diferente a como se hacía en otros lugares cercanos. Conocemos el sistema aplicado
en la ciudad de Ávila desde el comienzo de la guerra de Granada: los cristianos, que
aproximadamente eran el 75 por ciento de los vecinos pecheros, aportaron el 33 por
ciento; los judíos, cuyo número equivalía al 17 por cien, contribuían con el 44,3 por
ciento del total y inalmente a los moros, que demográicamente eran el 8 por ciento,
se les asignó el 22,2 por ciento de lo repartido. Esta desproporcionada distribución
molestó a las aljamas de judíos y moros abulenses pues hasta el momento los pecheros
342
Los mudéjares de La Moraña y su legado cultural
cristianos siempre habían aportado la mitad de la carga que correspondía al conjunto
de la ciudad; ante esta novedad, tanto judíos como moros expresaron reiteradamente
que, aunque por esta vez accedían a pagar en esas proporciones, quieren que conste
“que esto no avía de quedar ni quede por costumbre para adelante”. Si, como es lógico,
en la Moraña se seguía una pauta similar habría que concluir que la mayoría de los
musulmanes de esta comarca tenían que soportar una doble discriminación iscal:
la que les castigaba respecto a la mayoría cristiana y la que les perjudicaba por el
reparto que en el interior de la aljama hacía su propia élite económica. Por ello no
hay que extrañarse que alguno de ellos tomara la determinación de abandonar
estas tierras y se marchase a lugares donde las condiciones iscales no fueran tan
gravosas y donde, además, pudieran vivir en un entorno -eso pensaban ellos- más
amable; estamos hablando de Granada, donde su población estaba exenta del pago
de los castellanos de oro y donde la inmensa mayoría de la población practicaba
el Islam. Aunque de momento carecemos de datos concretos, sabemos que hacia
1510 se hallan viviendo en aquel territorio más de una docena de familias moriscas
procedentes de Arévalo ¿en qué momento se desplazaron hacia el sur: a inales del
siglo XV o poco después de su bautizo semiforzado de 1502? A este respecto hay
que decir que en febrero de 1498 los Reyes Católicos habían dado instrucciones al
corregidor de Granada para que investigue qué “moros mudéjares que solían vivir e
morar en algunas çiudades e villas e lugares destos nuestros reynos de España... se son
idos a vivir e morar a esta ciudad e sus alquerías por no pagar los dichos castellanos” y
que, una vez identiicados, les haga pagar a “cada uno dellos los dichos dos castellanos
sin falta alguna”. Esta orden se envía a varias ciudades y obispados, entre las cuales
estaba Ávila.
Las últimas décadas del siglo
entre la convivencia y la intolerancia
Dejamos la iscalidad y pasamos a otros aspectos de la convivencia de aquellas gentes.
Puede airmarse que las relaciones entre la mayoría cristiana y nuestros mudéjares
no eran uniformes sino complejas, dependiendo de los avatares políticos generales
(guerras, brotes racistas...). Se conocen tanto manifestaciones de cierta cordialidad
como de rechazo. Un ejemplo de lo primero es la ceremonia desarrollada en la villa
de Arévalo en 1454 con ocasión de la muerte de Juan II y la proclamación de Enrique
IV: en la iglesia de San Martín y sus alrededores tuvo lugar un solemne cortejo de
“llantos y alegrías” en los que participaron cristianos, judíos y moros. En cambio, en
dirección contraria iban las disposiciones aprobadas en el Sínodo diocesano de 1481,
que tenían vigor en el conjunto de la diócesis abulense: en ellas se observa cómo
la jerarquía eclesiástica estaba empeñada en diicultar la convivencia entre las tres
comunidades étnico-religiosas. Por ejemplo, se prohibía:
• Que los cristianos trabajasen “a soldada o de gracia” en las casas de judíos y
moros.
• Que las cristianas fueran amas de cría de niños no cristianos.
343
Serafín de Tapia Sánchez
• Que se les encendiese la lumbre a los judíos el sábado.
• Que los cristianos acudiesen a las celebraciones de bodas, funerales, ritos de
circuncisión, etc. de los “inieles” (“Que ningún christiano ni christiana... baya
a bodas ni mortuorios de judíos e moros por los honrrar ni menos los dichos
inieles sean llamados por los ieles a semejantes cosas”).
• Comer manjares cocinados por judíos o moros.
Estas prohibiciones venían siendo reiteradas desde mucho tiempo atrás, lo que
signiica que eran frecuentemente incumplidas por las gentes del pueblo (sobre
todo las de carácter económico, tales como las relaciones laborales mutuas o el
desempeño de algunos oicios). Hay que llamar la atención al hecho de que las
autoridades religiosas musulmanas y hebreas estaban de acuerdo con estas medidas
y habían aprobado disposiciones semejantes dirigidas a sus ieles a in de evitar la
promiscuidad étnico-religiosa.
Un tema interesante es el referido al idioma
que hablaban nuestros musulmanes
NOMBRES DE LOS MUSULMANES
morañegos en estos años inales de la Edad
VARONES DE ARÉVALO (siglo XV)
Media. El asunto de si se conservaba el
nº
%
conocimiento del árabe entre los mudéjares
castellanos está en discusión entre los
Alí
9
28,1
expertos. Parece razonable distinguir entre
Gibre (o Giber)
5
15,6
el reducido grupo de las élites culturales
Yuçafe
5
15,6
(como los alfaquíes) y la masa del pueblo; los
primeros sí dominarían el arábigo pero no así
Mahomad
3
9,4
los segundos. La razón de este olvido habría
Iça
2
6,2
que buscarla en el hecho de la convivencia
Hamad
1
3,1
con los cristianos y la diicultad de mantener
Abdalla
1
3,1
contactos con las comunidades musulmanas
del sur del país, donde se hablaba árabe.
Farax
1
3,1
Esta circunstancia era conocida en el mundo
Ismahel
1
3,1
musulmán y valorada por sus juristas como
Hadame
1
3,1
algo muy negativo para el mantenimiento
Haçan
1
3,1
de la ortodoxia islámica. Sabemos que
el muftí magrebí Al-Wansarisi emitió en
Hoçeyn
1
3,1
1495 una fatwà o dictamen respecto a lo
Caçin
1
3,1
inadecuado de que los ieles musulmanes
vivan en territorio sometido al dominio
Total
32
100
cristiano ya que la integridad religiosa de
aquéllos corría grave riesgo, poniendo como
ejemplo el caso ocurrido en la Edad Media con los de Ávila “que perdieron la lengua
totalmente y si se pierde la lengua árabe totalmente, han de perderse las prácticas
religiosas y el vigor de las prescripciones de las prácticas rituales verbales”. Hay que tener
en cuenta que en todas las culturas siempre se ha considerado el mantenimiento
de la lengua como un elemento esencial para preservar su personalidad; por ello la
conservación del árabe resultaba imprescindible para una irme identidad islámica,
máxime al tratarse de una religión basada en un libro revelado -el Corán- dictado
por Dios en árabe al Profeta Mahoma. Parece que, a pesar de los esfuerzos de los
344
Los mudéjares de La Moraña y su legado cultural
alfaquíes, estos pequeños grupos de musulmanes castellanos, diseminados en
una sociedad hegemónicamente cristiana, terminaron por perder el conocimiento
del árabe. La generalización de esta situación es lo que explicaría la aparición de
obras que resumían en castellano los puntos principales de la ley musulmana,
como el conocido como Breviario çuní, escrito en 1462 por el alfaquí de Segovia Iça
de Gebir con el título de Suma de los principales mandamientos y vedamientos de la
ley y açunna; dice su autor que lo escribió “romanceado para los que del arábigo
fuesen alongados y extraños”. Refrenda nuestra hipótesis de que en el siglo XV la
inmensa mayoría de nuestros moros ya habían perdido el arábigo el hecho de que
entre ellos no se conserve ni un apellido que mantenga la estructura onomástica
árabe. De momento son muy pocos los individuos mudéjares morañegos de quienes
conocemos su nombre: sólo 32 hombres y 4 mujeres en un arco cronológico que
va desde 1438 hasta 1501. Aunque es un número pequeño, especialmente el de
mujeres, me atrevo a hacer un rápido análisis onomástico. Los varones emplean 13
nombres, aunque los 4 más frecuentes (Alí, Gibre, Yuçafe y Mahomad) abarcan el
68,7 % de los individuos. La preponderancia de Alí responde a que así se llamó el
yerno de Mahoma (estuvo casado con Fátima) que llegó a ser califa. Gibre es muy
probablemente (según el arabista J. Jiménez Gadea) una trasposición al castellano
del nombre Yibril, que corresponde con nuestro Gabriel; en el Islam este arcángel
es uno de los más importantes ya que fue el encargado de transmitir la Revelación a
Mahoma. Yuçafe (Yuçef o José para judíos y cristianos, respectivamente) es nombre
muy común entre las tres religiones monoteístas, lo mismo que Abraham. El último
de los preferidos fue Mahomad que en general es el nombre más usado en todos
los países musulmanes por llamarse así el Profeta. Respecto a las mujeres el más
común era Fátima (3 personas), el nombre de la hija predilecta del profeta y esposa
de Alí. También aparece una Hasisa, que era un diminutivo de Axa o Aja, la joven
viuda del Profeta y en vida de éste su esposa favorita. Este análisis releja que en
materia de onomástica el comportamiento de la comunidad mudéjar arevalense
era muy parecido al de sus correligionarios de la ciudad de Ávila, tanto en lo que se
reiere a los nombres preferidos como al fenómeno de que con muy pocos nombres
se abarcara la mayoría de la población. Efectivamente, en Ávila los 4 más comunes
entre los hombres eran Alí, Mahomad, Yuçafe y Abraham (que agrupaban la mitad
de los 424 varones de los que conocemos cómo se llamaban) y entre las mujeres
Aja, Marianne, Reina y Fátima. Hemos comprobado que el uso de un escaso abanico
de nombres masculinos era una práctica común entre las tres naciones (cristianos,
judíos y musulmanes).
Una posible explicación de este comportamiento colectivo sería que, en el momento
de escoger el nombre para el recién nacido, los padres -o quienes asumieran esa
responsabilidad- querían dejar clara su voluntad de reforzar la identidad cristiana,
judía o musulmana de los recién incorporados a la comunidad; esto se lograba más
eicazmente escogiendo nombres emblemáticos y muy característicos de cada
una de las creencias. Si esta hipótesis fuera cierta, se supone que tal costumbre
se acentuaría en los momentos en que las tensiones entre las diversas naciones se
acentuaban; para contrastar su certeza serían precisos estudios similares en otros
tiempos y en otros lugares.
En aquella época la religión daba muchísima importancia a los ritos y otros actos
externos. Por ello la vida cotidiana estaba llena de numerosos elementos que
345
Serafín de Tapia Sánchez
manifestaban la fe a la que se pertenecía. Algunos eran especialmente notables,
por ejemplo el día de la semana en que se descansaba: los musulmanes el viernes,
los judíos el sábado y los cristianos el domingo. Igualmente característico era todo
los relacionado con la alimentación: a los musulmanes su religión les prohibía
comer productos derivados del cerdo y bebidas alcohólicas. Además existían unas
rígidas normas que regulaban cómo sacriicar los animales que se podían comer.
Naturalmente había carnicerías “cristianiegas, judiegas y moriegas”. Los moros no
comían “cosa ahogada sino degollada” (dejando salir toda la sangre); las mujeres no
podían degollar sino sólo los hombres. Éstos y los animales se ponen mirando a la
alquibla (hacia el sureste); no cortan el cuello sino que lo atraviesan, dejando la nuez
con la parte de la cabeza... y cuando degüellan dicen “Bismillehi” (que signiica “en
el nombre de Dios”). Es digno de destacar cómo algunas de estas prácticas se han
conservado, más o menos transformadas, entre los campesinos de la Moraña, tal
como ha comprobado J. Jiménez Lozano.
Resulta curioso que fuera un juez de Arévalo, el prestigioso codiicador de leyes y
oidor de la Audiencia Real don Alfonso Díaz de Montalvo, quien el año 1462 emitiera
un sentencia en contra de los capellanes del rey y a favor de la aljama de los moros
de la ciudad de Toledo en un pleito en el que los clérigos pretendían que los moros
no pudieran tener su propia carnicería sino que estuvieran obligados a abastecerse
de la carnicería de los cristianos.
El libro del alfaquí de Segovia Iça de Gebir antes comentado nos permite conocer los
elementos más comunes de la religiosidad externa de los musulmanes castellanos
de aquellos años. En resumen, eran los siguientes:
• El ayuno del Ramadán (30 días sin comer durante el día).
• Atahor (puriicación): consiste en lavarse el cuerpo entero, por partes, con
agua caliente y jabón y cada vez dicen “Allah hu akbar” (“Dios, él es el más
grande”).
• Guadox (lavatorio o ablución): lavarse tres veces las manos diciendo “Leyleha
yie Allah Mahommad rasululiah” (“no hay más Dios que Alá y Mahoma es su
mensajero”).
• La Çala (oración): rezaban descalzos sobre una tela o alfombra, poniendo las
manos juntas con la palma vuelta hacia la cara. Después se arrodillaban y
ponían las manos sobre los muslos y después ponen la cara junto al suelo. A
lo largo de todo el día se distribuían los 6 momentos de oración: al salir el sol
(çala de cofe), a medio día (çala de Dohar), etc.
• Pascua de los Carneros: ayunan 10 días algunas semanas después del
Ramadán
• Noche Buena: un mes antes del Ramadán; celebración religiosa relacionada
con los que han de morir el siguiente año.
• Bautismo de los niños: se celebraban las llamadas fadas para poner el nombre
a los recién nacidos; echan agua sobre los niños desnudos y, después de
vestirles, les ponen el nombre.
• Circuncisión: se realizaba antes de la pubertad, hacia los 7 años, y se celebraba
con una comida ofrecida por el padre a algunos invitados.
346
Los mudéjares de La Moraña y su legado cultural
• Axaydar: las palabras que se dicen a los moros cuando se están muriendo.
• Entierros: primero puriican al muerto y luego le envuelven en una mortaja
de tela, incluyendo la cabeza. Les colocan con la cabeza hacia Oriente. Se
adjuntaba al cadáver una “carta de la muerte” para que los ángeles supieran
que había sido un buen musulmán.
• También estaban obligados a entregar a la comunidad el zacat (el diezmo de
sus bienes) a in de que se pudiera dar la sadaqa (limosna) a los necesitados:
eran muy solidarios.
Nos ha llegado un testimonio curioso: el proceso judicial contra Yuçef de Piedrahíta,
moro, “texedor de xergas”, vecino de Arévalo, al que se acusaba de que “algunas noches
e días de los meses de ese año pasado de 1493 e 94 años… en ciertas casas e lugares
de Arévalo… el maestre Yuça carpentero, vecino de la villa de Maqueda e morador en
Escalona, había cometido delito de sodomía con el dicho Yuçef de Piedrahíta y el dicho
Yuçef de Piedrahíta en el dicho maestre Yuça, moros”. Por fortuna, la Audiencia Real le
absolvió de todos los cargos.
El in de la tolerancia:
hacia el monolitismo cultural
Mientras tanto, muy lejos de estas tierras, en la Granada recién conquistada, las
relaciones entre los cristianos y los musulmanes comenzaron a torcerse: varias de las
generosas condiciones pactadas en el momento de la rendición de 1492 comenzaron
a incumplirse por parte de los nuevos señores de aquel reino; a ello se sumó que en
1499 la Corona impuso un nuevo impuesto que sólo deberían pagar los mudéjares.
En la Navidad de ese año se produjo una sublevación en el Albaicín de Granada
que pronto se extendió a las Alpujarras y a otros lugares del reino. Después de una
cruenta lucha, en la primavera de 1501 los musulmanes granadinos fueron de nuevo
controlados y muchos de ellos, para evitar en lo posible la represión, se bautizaron.
Aunque los mudéjares castellanos eran totalmente ajenos a este episodio, durante el
tiempo en que se desarrollaron las hostilidades se produjeron en Castilla expresiones
de agresividad contra los pacíicos mudéjares castellanos, tales como obligarles a
escuchar sermones en las iglesias -así está documentado para la ciudad de Segoviao amenazarles con asaltar violentamente la morería; esto es lo que releja el siguiente
documento: la reina Isabel, el 18 de febrero de 1500, otorga desde Sevilla la siguiente
carta-seguro a la aljama de Arévalo (dio otros seguros parecidos para las aljamas de
Ávila, Toledo, Madrid y Guadalajara): “Sepades que maestre Abdalla Manjón e Farax de
Sant Miguel, moros vecinos de la çiudad de Ávila, por sí e en nombre del aljama de los
moros de la dicha ciudad, nos izieron relación por su petición diciendo que después que
aconteció el alboroto de los moros en la çiudad de Granada, los vecinos della e de su tierra
e comarca, oyendo la dicha nueva, sin más pensar ni saber la verdad, se alborotaron,
especialmente los vecinos de Fontiveros; los quales, diz que se deliberaron e quisieron
poner por obra venir a la villa de Arévalo a robar e meter a sacomano la morería de la
dicha villa…. A cuya causa se temen e reçelan que los ferirán o matarán o lisiarán…
347
Serafín de Tapia Sánchez
o les tomarán e ocuparán sus bienes contra razón e derecho. … E me suplicaron por
merçed que sobre ello proveyese de remedio con justicia, mandando tomar los moros
de la dicha aljama, e a sus mujeres e ijos e ombres e criados e a sus bienes so mi seguro
e amparo e defendimiento real…. E yo tóvelo por bien. E por la presente tomo e recibo a
los dichos moros de la dicha aljama de la ciudad de Arévalo e a sus mujeres e ijos e omes
e criados so mi seguro e amparo e defendimiento real…. para que no los ieran ni maten
ni lisien ni prendan ni tomen ni ocupen cosa alguna de lo suyo contra razón e derecho
como no devan”. Es probable que la inquina manifestada por los de Fontiveros se
deba a que alguno de sus vecinos estuviera participando (o hubiera caído) en las
operaciones bélicas de las Alpujarras; hay que tener en cuenta que muchos hidalgos
fueron obligados a alistarse en el ejército de la Corona y que Fontiveros era la villa
de la provincia de Ávila donde más hidalgos había, nada menos que el 25 por ciento
de su población; por tanto, el afán de venganza, la esperanza de apropiarse de las
ingentes riquezas que se atribuían a los moros de Arévalo y el ambiente mesiánico
que alentaba a culminar la liberación de España de los inieles constituirían la mezcla
explosiva que movió a los de Fontiveros a su intentona punitiva.
En febrero de 1502, pocos meses después de controlada la rebelión de los granadinos,
los Reyes Católicos decidieron hacer con los musulmanes de la Corona de Castilla
lo mismo que diez años antes habían hecho con los judíos: obligarles a escoger
entre bautizarse o permanecer en su religión, sabiendo que si optaban por seguir
siendo musulmanes tendrían que marcharse del reino. Contrariamente a la opción
tomada por la mayoría de los hebreos, los musulmanes se bautizaron masivamente.
Evidentemente no se trató de una conversión sincera sino de un mero trámite para
evitar el destierro. Desde ese momento, los musulmanes castellanos -llamados
en adelante moriscos- serán oicialmente cristianos, con los mismos derechos y
obligaciones que los cristianos viejos. En consecuencia tuvieron que tomar nombres
cristianos y abandonar los musulmanes, aunque a veces pudieron conservarlos
“traducidos” al castellano: ya vimos el caso de Giber que se transmutó en Gabriel
(nada menos que 4 moriscos de Arévalo llamados Gabriel aparecen en los protocolos
notariales de principio de siglo; sus apellidos eran Albéitar, Bori, Cordero y del Hoyo).
En cambio, los apellidos tradicionales fueron conservados. Esto fue lo que ocurrió
con la gente normal.
Estrenando un bautizo no deseado
Ya vimos antes cómo una familia muy rica -la de Alí Albéitar el mayor- contaba con
el favor del administrador de la casa de la reina y tenente de la fortalezas de Arévalo
y de Madrigal, el licenciado don Gutierre Velázquez, y que el patriarca del clan tomó
el nombre de su protector: Gutierre Velázquez. Aunque este personaje ya había
fallecido, su hijo -Juan Velázquez de Cuéllar, que ostentaba importantísimos cargos
en la corte- con toda seguridad apoyó que el anciano Alí Albéitar tomara en 1502
el nombre de su padre y, además, gestionaría ante los Reyes que se le concediera el
título de hidalgo. Efectivamente, se conserva en el Archivo General de Simancas un
documento que dice que los reyes “por hacer bien e merced a vos, Gutierre Velázquez,
348
Los mudéjares de La Moraña y su legado cultural
vecino de Arévalo, que antes vos llamábades Alí Albéitar, acatando algunos serviçios
que nos habéis fecho, e porque os convertisteis a nuestra santa fe católica, tenemos
por bien e es nuestra voluntad que agora e de aquí adelante en toda vuestra vida vos
e vuestros hijos y nietos… e vuestros descendientes seades e sean hidalgos e gocéis de
todas las honras, gracias, franquezas e libertades, esençiones… de que gozan todos
los hidalgos”. Sin embargo un hijo de este neohidalgo preirió conservar su apellido
mudéjar y en 1504 se hace llamar Ambrosio Albeítar cuando viaja a Valencia como
mercader, acompañado de su paisano Martín Berenguel, “que antes se deçía Haçan
Perexil mercader”. Este comportamiento de los reyes no fue algo exclusivo de Arévalo:
en la ciudad de Ávila ocurrió lo mismo con tres personajes mudéjares muy bien
relacionados: Mahomad del Ficón, Alí Caro y Farax de las Navas quienes, a partir de
su bautizo, se llamarían respectivamente Lope Enríquez, Alonso de Fonseca y Pedro
de Ávila.
Pero mientras la familia de Alí Albéitar el mayor recibía honores y ventajas de todo tipo,
algunos de sus correligionarios no se adaptaron a la nueva situación, especialmente
al tener que tomar una religión que siempre habían odiado por ser la responsable de
su marginalidad social. Por ello, poco después del bautizo semiforzoso de 1502 varias
familias de moriscos abandonaron Arévalo y se pasaron “allende a tornar moros”.
Debía tratarse de alguno de los más acomodados ya que todos ellos vivían en la
plaza del Arrabal, que de facto era el centro de la villa. Conocemos este hecho porque,
según documentos del Consejo Real de Castilla conservados en Simancas, en 1507
más de una decena de casas de los “cristianos nuevos” huidos fueron coniscadas y
vendidas en pública almoneda, alcanzándose la enorme cifra de 303.000 mrs. Antes
de esta subasta la reina Isabel -que había muerto en 1504- donó a un regidor de
Arévalo -Luis de Montalvo- alguna de estas casas. Está documentado que en 1510
estos moriscos estaban en el norte de África: nueve familias del clan de los Copete
se habían asentado en Tetuán; en cambio dos familias de los Avanciques preirieron
la ciudad de Fez. Probablemente antes de cruzar el mar vivieron algún tiempo en
Granada y desde allí organizaron su paso a Berbería. No obstante, años más tarde
siguen viviendo en Arévalo moriscos apellidados Copete y, sobre todo, Avancique.
En 1508 unas 60 familias de hábiles artesanos moriscos procedentes de Castilla
reciben autorización para quedarse en Granada “porque la mayor parte de ellos
son oiciales e muy provechosos para la dicha ciudad”; entre ellos se encuentran los
siguientes “vecinos e moradores que solían ser de Arévalo: Fernando Perexil que antes
se deçía Caçin Perexil, mercader, Martín Berenguel (sic) que antes se deçía Haçan Perexil
mercader, Graviel Palomino que antes se deçía Hoçeyn Palomino, labrador, Rodrigo
Izquierdo que antes se deçía Alí Caro carpintero e albañir”.
Lo ocurrido en estas tierras también estaba pasando en otros lugares de la Corona. El
abandono de Castilla era un asunto preocupante porque en aquellos años había una
gran demanda de mano de obra en todos los sectores productivos ya que desde 1504
se había desatado un gravísimo contagio pestífero que incrementó la mortalidad
durante algunos años en casi todo el reino. Por ello no hay que extrañarse que en
1515 la reina Juana emitiera desde Arévalo las siguientes disposiciones:
1ª Que tiene conocimiento de que “muchos de los nuevamente convertidos de moros
se pasan a allende a tornar moros y venden acá todos sus bienes muebles y raíces para
se pasar”. Por ello ordena que no puedan vender estos bienes sin licencia “so pena de
muerte y de perdimiento de todos los bienes”.
349
Serafín de Tapia Sánchez
2ª Que ha sido informada de que algunos de los moriscos “van al reino de Granada
y entran y están y contratan con él, y porque dello se siguen muchos inconvenientes”
ordena que nadie de los nuevamente convertidos entre en el reino de Granada “so
pena de muerte y de perdimiento de todos los bienes”.
Las autoridades cristianas eran muy conscientes de que era imposible que los
recién bautizados olvidaran inmediatamente su fe tradicional y que abrazaran con
entusiasmo el cristianismo, por ello decidieron otorgar cierto plazo de tiempo para
que fueran adaptándose a la nueva situación. Pero hacia 1524 algunos inquisidores
empezaron por su cuenta a presionarlos por lo que los “nuevamente convertidos
de moros” (así se llamaban oicialmente) se dirigieron al Consejo General de la
Inquisición alegando que ellos “son personas sin letras e oiciales e tratantes e muchos
de ellos labradores e que nunca fueron instruidos ni enseñados en las cosas de nuestra
santa fe católica”. Parece ser que fue en Segovia donde los oiciales del Santo Oicio
habían intervenido con más contundencia. Se dio orden de que se les dejara en
paz. Pocos años después, al comprobar que apenas se avanzaba en la integración
con la mayoría, en febrero de 1529 se dieron instrucciones para que poco a poco
algunos moriscos fueran trasladándose a vivir fuera de la antigua morería a la vez
que facilitaban que en ésta se asentaran familias cristianoviejas. Se encargó a los
corregidores que prestaran atención a este +asunto. En mayo de ese año el de Arévalo
escribe a la Inquisición de Valladolid diciendo que ha hecho una “memoria de todos
los que viven juntos en el Barrionuevo” (así se llamará en el siglo XVI el espacio ocupado
en los siglos precedentes por judíos y musulmanes). Halla que viven en él 87 familias,
de las que 65 tienen casa propia y 22 casa alquilada, y que entre ellos habitan 17
familias de cristianos viejos. Además hay “otras dos o tres que viven fuera del barrio”.
Añade que a él le parece “que sería cosa muy provechosa y saludable para sus ánimas
que se muden y que entre dos convertidos viva un cristiano viejo”. Poco después, el 22
de julio, se reunió con todos los moriscos para convencerles de su plan de que se
dispersaran por el conjunto del arrabal; en esa asamblea actuaron como portavoces
de los “convertidos” Hernando Bori y Ambrosio Albéitar.
A partir de estas informaciones, procedentes de los fondos de la Inquisición
conservados en el Archivo Histórico Nacional, se pueden deducir dos cuestiones
muy interesantes:
Primera, que las 90 familias de las que habla este informe -sin duda efectuado con
todo rigor- deben ser consideradas como la cifra exacta de la comunidad morisca
arevalense en ese momento. Dado que se conserva un censo de toda la Corona de
Castilla del año 1530 que atribuye a nuestra villa 695 vecinos, hay que concluir que
en el primer tercio del siglo XVI los moriscos signiicaban el 12,9 por cien del conjunto
de la población, es decir un porcentaje muy considerable.
Segunda, que los “convertidos” de Arévalo tenían cierto grado de organización interna
y que sus líderes -como, por otra parte, solía ser habitual en todas partes- procedían
de los sectores más acomodados de la comunidad: Ambrosio Albéitar era hijo del
viejo Alí Albéitar, aquel moro bien relacionado con la familia de Isabel la Católica; por
su parte Hernando Bori era toda una institución: ya desde 1524 aparece asistiendo
a las sesiones del Concejo de Arévalo en su condición de “procurador del estado de
los buenos hombre pecheros del arrabal e tierra de la dicha villa”. Conviene advertir
350
Los mudéjares de La Moraña y su legado cultural
que este cargo equivalía al de representante y portavoz ante cualquier institución de
la inmensa mayoría de la población de un tercio de la provincia de Ávila (la comarca
más rica de todas) y que a este cargo se accedía por votación de los sexmeros o
delegados de las aldeas de la tierra y del arrabal de la villa. Había que tener muchos
méritos (¿económicos? ¿de liderazgo? ¿de ambos tipos?) para que los campesinos
cristianos viejos morañegos eligieran como su representante a un morisco. Y, además,
puede deducirse de este hecho que -al menos en estos momentos- las moriscos de
Arévalo no suscitaban un rechazo irresistible entre la masa popular cristiano vieja.
Lamentablemente, dicho rechazo no tardará muchos años en producirse.
Una comunidad en conlicto
Antes de concluir, no me resisto a decir unas palabras sobre el musulmán más notable
nacido en estas tierras de la Moraña. Me reiero al enigmático Mancebo de Arévalo, el
último morisco español que escribió acerca de los estertores inales de la religiosidad
musulmana en la península. Fue autor de la Tafçira, un libro de viajes donde se recogen
las entrevistas y reuniones clandestinas que el Mancebo tuvo con las comunidades
moriscas Arévalo, Ávila, Segovia, Toledo, Ocaña, Sigüenza, Zaragoza, Valencia, etc. La
Tafçira también es el libro más signiicado de la mística islámica de la época. Esta
y otras dos obras que escribió están escritas en aljamiado -es decir, en castellano
con caracteres árabes-, un tipo de literatura incomprensible para los cristianos que
pretendía ser un vehículo de resistencia cultural de los criptomusulmanes españoles.
El Mancebo, que escribió en la cuarta década del siglo XVI, fue un hombre culto
(conocía el árabe, el hebreo, el griego y el latín) y es un iel exponente del hibridismo
hispano-musulmán: por una parte su obra releja la inluencia de Tomás de Kempis y
por otra algunos autores le atribuyen (yo creo que con escaso fundamento) el mérito
de ser el contacto entre la mística sufí de Algacel (musulmán persa del s. XII) y San
Juan de la Cruz y Santa Teresa.
Este personaje sólo podía proceder de una comunidad donde el criptoislamismo
estuviera muy arraigado. Es lo que sucedía con Arévalo, donde los inquisidores
descubrieron una conspiración (ellos la llamaban “complicidad”) en 1540 con
ramiicaciones entre moriscos de Medina del Campo, Valladolid, Segovia y Santa
María de Nieva. Este episodio, que condujo a las cárceles inquisitoriales a numerosos
moriscos castellanos por practicar el Islam, se resolvió -al menos de momento- con
el Edicto de Gracia de 1543 dado por el Inquisidor General para los “convertidos” de
Arévalo y Medina del Campo; podemos hacernos una idea de los “errores” que se les
achacaban viendo las condiciones que se les impusieron:
• Que no vivan juntos, sino que se distribuyan en diversos barrios con vecinos
cristianos.
• Que tomen criados y criadas cristianos viejos.
• Que se casen con cristianos o cristianas viejas.
351
Serafín de Tapia Sánchez
• Que se entierren en las iglesias.
• Que en el comer “y en todas las otras cosas” se conformen con lo que la Iglesia
manda.
En esos años centrales del siglo la tensión entre el Santo Oicio y los moriscos
castellanos se acrecentó mucho, no tanto porque éstos practicaran un islamismo
ortodoxo sino porque seguían conservando costumbres procedentes de su anterior
religión (no comer cerdo ni beber vino, enterrar a sus muertos envueltos en una
mortaja y no en un ataúd, conservar costumbres higiénicas consideradas como
herencia del islamismo, etc.). Como la Inquisición pensaba que estos “errores” eran
menores y que con el tiempo los irían olvidando decidió en 1558 llegar a un acuerdo
con los moriscos de Castilla la Vieja: que harían la vista gorda a cambio de que cada
año pagaran 400.000 mrs a las arcas del Santo Oicio perpetuamente; a este pago
le llamarán el “situado”. Resulta esclarecedor conocer cómo se distribuyó esta carga
entre las diversas comunidades moriscas de la región:
Obsérvese cómo los moriscos abulenses, en especial los de la Moraña, eran los que
más dinero aportaban; quienes representaron a la comunidad de Arévalo durante las
negociaciones con la Inquisición fueron Gabriel Bori (hijo del ya conocido Hernando
Bori) y Ambrosio de Encinas, ambos muy ricos. A pesar de este acuerdo, siguieron
produciéndose graves tensiones entre los moriscos de Arévalo y las autoridades
cristianas.
Un episodio digno de recordar es cómo el Santo Oicio desactivó una compleja red de
mercaderes moriscos constituida en Medina del Campo en 1553 de la que formaban
parte 4 vecinos de Arévalo y un acaudalado granadino asentado en Medina. El objeto
declarado de la compañía es “para tratar en Valencia y otras partes” y lo signiicativo
del asunto es que acuerdan distribuirse por diversos lugares fundamentales de la
vida económica del país (Medina del Campo, Medina de Rioseco, Villalón, Valencia
y Granada) a in de efectuar sus tratos de la manera más eicaz; en realidad fue una
red que, bajo la tapadera de los negocios, relacionaba a unos moriscos con otros
a lo largo de los distintos territorios del Reino y que servía para articular algunos
mecanismos de resistencia frente al proyecto de aculturación que las autoridades
cristianas querían imponer a los cristianos nuevos. Pero el Santo Oicio logró, después
de varios años, introducir dos agentes suyos en la red provocando un desastre entre
las comunidades implicadas; precisamente fue el mercader arevalense Gabriel
Cordero quien, sometido a tormento, dio informaciones muy comprometedoras para
gentes de Arévalo, Valladolid y Valencia; por ejemplo, contó cómo en 1570 varios
moriscos de la villa morañega, que habían ido a Valladolid a acogerse a un Edicto de
Gracia, se juntaron con otros de la ciudad castellana y “el día antes de la absolución
hizieron el atahor, aguadoc y çalas y el mismo día que se reconciliaron en la noche se
bolvieron a hazer las dichas çerimonias en relapsía...”. Naturalmente Gabriel Cordero
sería ejecutado en la hoguera.
En 1568-1570 los moriscos de Granada se volvieron a levantar contra la creciente
opresión que las autoridades cristianas les aplicaron a partir de 1565. Una vez
aplastados, Felipe II decidió dispersar a la población de aquel reino por las ciudades
y aldeas de Castilla. A la tierra de Arévalo llegaron 345 granadinos que fueron
352
Los mudéjares de La Moraña y su legado cultural
EL “SITUADO” DEL AÑO 1558
(Dinero que los moriscos se comprometen a pagar anualmente al Santo Oicio)
n.º vecinos
Valladolid
Medina del Campo
Arévalo
Ávila
Piedrahíta
Segovia
Palencia
140
35
71
121
9*
20
23
TOTAL
427 *
mrs
88.000 *
53.000
108.000
102.000
6.000
30.500
12.500
400.000
mrs/vecino
595
1.514
1.521
843
667
1.525
543
937
* En esta cantidad también colaboran 5 vecinos de Tordesillas y de Toro.
** Aunque no se indican en este documento, son los vecinos que había en 1565.
*** Incluyendo los de Tordesillas y Toro.
redistribuidos en 65 pueblos, incluidos los 50 que se quedaron en la villa; los otros
lugares de la tierra que más moriscos recibieron fueron: Cabezas del Pozo, 12;
Codorniz, 10; Rágama, 10; Astudillo, 10; Lomoviejo, 10; Horcajo de las Torres, 12 y
Fuentes de Año otros 12. A los demás pueblos llegó una familia y a veces dos. A
los recién llegados les resultó muy difícil adaptarse a vivir en pequeñas aldeas con
gentes a las que no entendían ya que ellos sólo hablaban árabe (“algarabía” decían
los castellanos) y con labores agrícolas a las que no estaban acostumbrados. Por ello,
la mayoría de ellos a las pocas semanas ya se había reagrupado en las localidades más
grandes. Así pues, junto a los “convertidos” que llevaban siglos viviendo en Castilla,
se asentaron otros moriscos muy diferentes, los “granadinos”, que se adaptaron con
diicultad a estas tierras y gentes del interior. Veamos la carta que el 1 de abril de
1571 escribió el corregidor de Arévalo al rey: “Mándame V.M. ...que envíe relación del
repartimiento que se hizo en esta villa y su tierra de los moriscos de Granada y de las
casas donde moran y de los que se han muerto y de los que faltan... El corregidor pasado
dio a cada vecino desta villa que pedía algún morisco, hombre o muger, la persona que
pedía para su servicio y desta manera repartió en esta villa e muros adentro algunos, y
la mayor parte en el arrabal por las casas de los moriscos que estaban acá. Y asímismo
repartió por la tierra desta villa las personas y de la manera que va escrito en la dicha
relación, pero la mayor parte dellos se an buelto a esta villa porque ni en los lugares
donde fueron repartidos tubieron cuenta con ellos... Parece que no conviene que los
nuevamente venidos moren con los que acá estaban; yo entenderé luego en separarlos
y haré nuevo repartimiento por la villa muros adentro, y daré otro orden cómo los
alcaldes y curas de los lugares tengan cuydado de que no se buelban aquí, ni falten los
que les fueren repartidos a cada lugar. Y parece que para evitar que los que en esta villa
quedaren no conversen con los que acá estaban, sería lo mejor hecharlos todos por los
lugares desta tierra. Y así quedo esperando la orden que V.M. mandare...“.
353
Serafín de Tapia Sánchez
En 1594 la Inquisición de Valladolid realiza una meticulosa investigación sobre
cuántos, dónde, qué edad tenían y cómo se llamaban los moriscos que vivían en todo
su distrito. Esta investigación releja que, a pesar de los deseos de las autoridades, el
proceso de reagrupamiento estaba muy consolidado, tal como se releja en el cuadro
de la derecha.
Una serie de injustiicables razones de Estado llevaron al rey Felipe III a decretar en 1609
la expulsión escalonada de todos los moriscos del reino. Los de la Moraña en abril de
1610 se dirigieron a Burgos, después a Irún y una vez en Francia, pasando por Bayona,
llegaron al puerto de Adge (no lejos de Marsella) donde embarcaron hacia Túnez.
Para terminar incluyo unos párrafos de una carta escrita desde San Juan de Luz
(Francia) en 1611 por un morisco arevalense llamado Antonio de Ávila a un paisano
suyo cristiano viejo que vive en Arévalo donde, con gran expresividad, se nos releja
la indeinición que los mismos moriscos “convertidos” castellanos tenían respecto a
sus propias señas de identidad. Hay que tener en cuenta lo que el morisco advierte
al principio de la carta, que lo que dice es la verdad ya “que si otro [otra cosa] fuera, en
tierra estoy de libertad, que pudiera decir otro [otra cosa]”:
“Todo quanto e hecho y dicho mientras e bibido en ese lugar le juro por la salvazión
de mi alma, así de iestas como de otras cossas, assido con mui bueno y santo zelo
en serbizio de Dios y de la Birxen Santissima del Rrosario a quien yo serbía mui
de corazón sin duda de otra cossa y anque yo fuera moro, como algunos judíos
pensaban, los moros la quieren y rreberenzia[n] tanto como los cristianos y más”.
“...prometo que todo quanto se a dicho [por los moriscos] contra esta nación
[España] a sido pasión y enoxo y por mexor decir boluntad de Dios que nos a
querido dibidir el sentimiento que yo tengo de mi patria y amigos...”.
“He estado en Torrellas gran parte de mi avsenzia y después ocho meses en Francia
en el puerto de A[g]de, treynta leguas antes de Marsella, donde e visto enbarcar
beynte y cinco mil ombres del rreino de Aragón y dos mil castellanos y de nenguno
fui conbencido para yr a Túnez, antes deseaba mucho yr a Rroma y bolber a mi
[patria ?] cansado de andar por tierras axenas”.
Este sentimiento de dolorosa españolidad de nuestro morisco arevalense no debía ser
una excepción entre aquellas gentes; así lo percibió Cervantes quien en 1615 puso en
boca del morisco Ricote una frase bastante parecida a la de Antonio de Ávila: “Doquiera
que estamos lloramos por España, que en in nacimos en ella y es nuestra patria natural”.
Quiero terminar aludiendo a que Cervantes , como otros muchos españoles cultos de
la época, conocía la existencia de un importante grupo morisco en Arévalo y sabía
que alguno de ellos se ganaba muy bien la vida recorriendo con sus recuas de mulos
los caminos más frecuentados de la península. En una conocida escena del Quijote,
uno de estos arrieros arevalenses cierta noche molió a puñadas a don Quijote en una
venta pensando que éste le iba a privar del plan que tenía concertado con Maritornes
de que “se refocilarían juntos… en estando sosegados los huéspedes y durmiendo
los amos” de la venta. Aunque Cervantes, iel a su estilo, no dice que el arriero fuera
morisco, nos pone en camino de que lo sepamos al decirnos que era primo de Cide
354
Los mudéjares de La Moraña y su legado cultural
Hamete Benengueli (el pretendido autor del Quijote) a quien caliica de “arábigo y
manchego”. De manera que, mira por dónde, hemos de acudir al libro más universal
de la literatura española para saber que entre algunos de los moriscos de la Moraña
y los de la Mancha había relaciones de parentesco.
MORISCOS DE LA MORAÑA Y OTROS LUGARES DE ÁVILA EN 1594
Individuos
Familias
370
125
Fontiveros y sus anexos
70
18
Madrigal
24
9
Mamblas
24
7
Cisla
21
9
Arévalo
Fuentes de Año
9*
Fuente el Sauz
8
2
Torralba
7
4
Botalhorno
4
1
Palacios de Goda
1
Don Hierro
Total Moraña
1
539
175
1362
494
Piedrahíta
83
29
Barco de Ávila
41
14
OTROS LUGARES DE ÁVILA:
Ciudad de Ávila
Aldeanueva de las Monjas
más de 20 personas…
Bohoyo
7
1
La Horcajada
3
1 (una esclava y dos hijos)
Total provincia
2.055
720
* 7 esclavos de don Alonso de Tapia, señor de la villa, más una familia.
355
Serafín de Tapia Sánchez
RELACIÓN DE LOS MUDÉJARES DE ARÉVALO IDENTIFICADOS EN EL SIGLO XV
Año
Apellido
Profesión
maestre
Familia
1438
Albéitar, moro viejo Farax
1438
Albéitar
Alí
Padre: Farax A.
1438
Alfageme
Yuçafe
viuda: Fátima
Fátima
viuda de Yuç.Alfageme
1438
356
Nombre
Hijo: Alí A.
1479
Burgueño
Mahomad
1479
Plaça
Gibre de la
1493
Copete
Alí
propiet. de tierras
Hno: Gibre C.
1493
Copete
Gibre (Hazaz)
propiet. de tierras
Hno: Alí C.
1493
Albéitar
Yuçafe
1493
Piedrahíta
Yuçef de
1494
Albéitar
Hamad
1494
Quemada
Ismahel de
1494
Albéitar el menor
Alí
1494
Herrador
Alí
Primo:AlíAlb el mayor
1494
Avançique
Hadame
Suegro:AlíAlb el mayor
1494
Alfaquí
Alí
1494
Copete
Fátima
esposo:Yuçafe Albéitar
Hnos:Gibre y Alí Copete
1494
Almoraví
Hasisa
madre: Fátima
Tío: Alí Alfaquí
1498
Cordero
Iça
recaudador
1498
Albéitar el mayor
Alí
(maestre)
1498
Albéitar
Yuçafe
Padre: AlíAlb.el mayor
1498
Albéitar
Gibre
Padre: AlíAlb.el mayor
Hno: AlíAlb el mayor
tejedor de jergas
Padre: AlíAlb.el mayor
Suegro:AlíAlb el mayor
alfaquí
sobrina: H.Almoraví
Hija: Fátima
1498
Pillarte
Mahomad
procurador aljama
1498
Ávila
Iça
procurador aljama
14…
Alfaquí
Abdalla
alfaquí
1500
Bori
Gibre
Hijo: Gibre B. el moço
1500
Bori el mozo
Gibre
Padre: GibreBory
1500
Albéitar
Fátima
Padre: AlíAlb. el mayor
1500
Alfaquí
Mahomad
1501
Avancique
Alí
alfaquí
1502
Perexil
Caçin
mercader
1502
Perexil
Haçan
mercader
1502
Palomino
Hoçeyn
labrador
1502
Caro
Alí
carpintero y albañil
Hijo: Alí Alfaquí
Los mudéjares de La Moraña y su legado cultural
Referencias bibliográicas
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del siglo XVI, ed. Alpuerto, Madrid.
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horizonte político a ines de la Edad Media”, Cuadernos Abulenses, 16, pp. 11-40.
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Varios: Documentación Medieval Abulense en el Registro General del Sello, vols. X, XII,
XIV y XVI, IGDA, Ávila.
Zurdo, F. Cerro, E. del (1996): Madrigal de las Altas Torres. Recuerdos para una historia,
autoedición, Ávila.
357
Serafín de Tapia Sánchez
Además se ha empleado la siguiente documentación de archivo:
Archivo Histórico Nacional, sección Inquisición, leg. 3205, exped. 1 y leg. 4603-I y
sección Pleitos Civiles, leg. 2109, pieza 1; Libro de Rentas del Cabildo de la Catedral de
Ávila.
Archivo General de Simancas, sección Diversos de Castilla, leg. 1, 12; sección Cámara
de Castilla, leg. 2163; sección Consejo Real de Castilla, leg. 102,1; sección Registro
General del Sello, abril 1508, fol. 103.
Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, sección Pleitos civiles, Pérez Alonso (F),
caja 81,1; Alonso Rodríguez (F), caja 2791,3 y sección Registro de ejecutorias, cajas
122,25; 126,27; 125,21; 150,38; y 160,14.
Archivo Histórico Provincial de Ávila, sección Protocolos Notariales, libros 2.034, 2.035
y 2036.
358
Creditos
Índice
Créditos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ............................................................................................... 4
Presentación. Jesús Caro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .............................................................................................. 5
Memoria mudéjar en La Moraña: la arquitectura.
José Luis Gutiérrez Robledo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .............................................................................................. 7
1 Introducción general. Del hoy para el mañana . ................................................................................................ 7
2 El mudéjar como estilo. Historiografía y características .......................................................................... 13
3 El mudéjar del norte de Ávila, características y pervivencia ................................................................ 23
4 Las grandes poblaciones mudéjares morañegas:
Arévalo y Madrigal de las Altas Torres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ............................................................................................ 92
5 El catálogo LEAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .......................................................................................... 119
Bibliografía sobre arquitectura y arte en La Moraña
José Luis Gutiérrez Robledo, Raimundo Moreno Blanco ............................................................................... 123
Sobre arquitectura y arte en...
Raimundo Moreno Blanco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ........................................................................................ 145
ADANERO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .......................................................................................... 145
Aproximación histórica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......................................................................................... 145
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......................................................................................... 146
Ermita de Jesús Nazareno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .......................................................................................... 153
ALBORNOS . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......................................................................................... 155
Aproximación histórica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......................................................................................... 155
Iglesia de San Miguel Arcángel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......................................................................................... 155
ALDEASECA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......................................................................................... 161
Aproximación histórica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......................................................................................... 161
Iglesia de San Miguel Arcángel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......................................................................................... 162
Ermita del Santo Cristo del Prado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......................................................................................... 166
ARÉVALO . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .......................................................................................... 167
Iglesia de El Salvador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......................................................................................... 167
Iglesia de San Juan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .......................................................................................... 174
Iglesia de San Martín. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......................................................................................... 181
Iglesia de San Miguel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .......................................................................................... 192
Iglesia de Santa María la Mayor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......................................................................................... 198
Iglesia de Santo Domingo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......................................................................................... 204
La Lugareja. Exmonasterio de Santa María de Gómez Román .................................................................. 212
CABIZUELA . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .......................................................................................... 227
Aproximación histórica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .......................................................................................... 227
Iglesia de San Cristóbal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .......................................................................................... 227
DONVIDAS . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .......................................................................................... 231
Aproximación histórica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .......................................................................................... 231
Iglesia de San Juan Bautista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......................................................................................... 232
ESPINOSA DE LOS CABALLEROS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......................................................................................... 237
Aproximación histórica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......................................................................................... 237
Iglesia de San Andrés Apóstol . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .......................................................................................... 237
HORCAJO DE LAS TORRES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .......................................................................................... 247
Aproximación histórica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .......................................................................................... 247
Iglesia de San Julián y Santa Basilisa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......................................................................................... 248
LANGA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ......................................................................................... 255
Aproximación histórica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .......................................................................................... 255
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .......................................................................................... 256
MADRIGAL DE LAS ALTAS TORRES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 261
Iglesia de Santa María del Castillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 261
San Nicolás de Bari . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 270
NARROS DE SALDUEÑA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 285
Aproximación histórica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 285
Iglesia de San Martín Obispo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .................................................................................................. 286
PAJARES DE ADAJA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .................................................................................................. 290
Aproximación histórica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 290
Iglesia de San Juan Bautista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 291
Ermita de Nuestra Señora de Rivilla. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .................................................................................................. 296
PALACIOS DE GODA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .................................................................................................. 299
Aproximación histórica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 299
Iglesia de San Juan Bautista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 300
Ermita de La Fonsgriega. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .................................................................................................. 305
SAN ESTEBAN DE ZAPARDIEL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 308
Aproximación histórica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 308
Torre e Iglesia de la Visitación de Nuestra Señora............................................................................................. 308
SINLABAJOS . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .................................................................................................. 313
Aproximación histórica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 313
Iglesia de San Pelayo Mártir . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 313
Ermita del Cristo de los Remedios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .................................................................................................. 319
TORNADIZOS DE ARÉVALO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .................................................................................................. 322
Aproximación histórica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 322
Iglesia de Nuestra Señora de La Asunción . . . . . . . . . . .................................................................................................. 322
VILLAR DE MATACABRAS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .................................................................................................. 325
Aproximación histórica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 325
Iglesia de Nuestra Señora del Rosario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 325
Los mudéjares de La Moraña y su legado cultural.
Serafín de Tapia Sánchez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 329
Los mudéjares y lo mudéjar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 329
Llegada y asentamiento de los musulmanes. . . ................................................................................................. 330
Bajo el poder de los reyes cristianos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .................................................................................................. 331
Inestabilidad de las minorías en el siglo XV . . . . . . ................................................................................................. 333
Una relativa autonomía institucional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .................................................................................................. 334
La iscalidad como indicativo social:
nivel económico, demografía y discriminación .............................................................................................. 338
Las últimas décadas del siglo entre la convivencia y la intolerancia .............................................. 343
El in de la tolerancia: hacia el monolitismo cultural................................................................................... 347
Estrnando un bautizo no deseado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .................................................................................................. 348
Una comunidad en conlicto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 351
Referencias bibliográicas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 357
Agricultura árabe en la comarca de La Moraña (Ávila)
César Zancajo Rodríguez. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 359
Introducción. Población mudéjar y morisca en Castilla............................................................................ 359
Agricultura hispanoárabe. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 362
Fotos de aperos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 367
Productos y técnicas agrícolas en las comarcas de La Moraña ........................................................... 371
Conclusión. . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 375
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .................................................................................................. 376
Gastronomía de La Moraña.
Isabel López Fernández . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ................................................................................................. 377
MEMORIA MUDÉJAR EN LA MORAÑA: ADANERO,
ALBORNOS, ALDEASECA, ARÉVALO, CABIZUELA,
DONVIDAS, ESPINOSA DE LOS CABALLEROS,
HORCAJO DE LAS TORRES, LANGA, MADRIGAL
DE LAS ALTAS TORRES, NARROS DE SALDUEÑA,
PAJARES DE ADAJA, PALACIOS DE GODA,
SAN ESTEBAN DE ZAPARDIEL Y SINLABAJOS,
SE TERMINÓ DE IMPRIMIR EN LOS TALLERES
ABULENSES DE IMAGEN GRÁFICA EN LOS
COMIENZOS DEL OTOÑO DEL 2011, A 401
AÑOS DE UN TRISTE OTOÑO DE 1610, CUANDO
JUNTO A UNA PRIMERA OLEADA DE MORISCOS
GRANADINOS, TREINTA Y CINCO FAMILIAS DE
MORISCOS ANTIGUOS DE ARÉVALO Y SEIS DE
ÁVILA, UNIDAS POR VÍNCULOS DE PARENTESCO,
«PIDIERON COMISARIO DE SU VOLUNTAD
PARA IRSE AL REINO DE FRANCIA AL QUAL VAN
CAMINANDO…, DESPUÉS DE DEJAR YACENTES
SUS HACIENDAS RAYCES A APLICACIÓN DEL REY».