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Producir conocimiento desde la acción colectiva

2018, Producir conocimiento desde la acción colectiva

Un balance conceptual y metodológico de las investigaciones realizadas por el Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en ciencias sociales, en torno a las organizaciones y movimientos sociales.

Producir conocimiento desde la acción colectiva Grupo de investigación: Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las Ciencias Sociales C Balance de la trayectoria de los grupos de investigación de la Universidad Pedagógica Nacional años Producir conocimiento desde la acción colectiva Producir conocimiento desde la acción colectiva Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las Ciencias Sociales Colección ciup 41 años Balance de la trayectoria de los grupos de investigación de la Universidad Pedagógica Nacional Catalogación en la fuente - Biblioteca Central de la Universidad Pedagógica Nacional Barragán Cordero, Disney Producir conocimiento desde la acción colectiva / Disney Barragán Cordero, Alfonso Torres Carillo. – 1ª. ed. – Bogotá : Universidad Pedagógica Nacional, CIUP, 2018 84 páginas. — (Colección Ciup 41 años. Balance de la trayectoria de Los grupos de investigación de la Universidad Pedagógica Nacional) Incluye: Referencias bibliográficas. ISBN impreso: 978-958-5416-82-6 ISBN digital: 978-958-5416-98-7 1. Ciencias Sociales - Investigaciones. 2. Cambio Social - Educación. 3. Investigación Social – Metodología. 4. Investigación Participativa. 5. Movimientos Sociales – Investigaciones. 6. Educación - Investigaciones. 7. Ciencias Sociales – Metodología. 8. Movimientos Sociales – Educación. 9. Filosofía de las Ciencias Sociales. I. Torres Carrillo, Alfonso. II. Tít. 303.484 cd. 21 ed. Producir conocimiento desde la acción colectiva © Universidad Pedagógica Nacional © Disney Barragán Cordero, Alfonso Torres Carrillo Colección ciup 41 años: Balance de la trayectoria de los grupos de investigación de la Universidad Pedagógica Nacional ISBN impreso: 978-958-5416-82-6 ISBN digital: 978-958-5416-98-7 ISBN colección impresa: 978-958-5416-80-2 ISBN colección digital: 978-958-5416-96-3 Adolfo León Atehortúa Cruz rECtor Sandra Patricia Rodríguez Ávila ViCErrECtora dE gEstión uniVErsitaria Mauricio Bautista Ballén ViCErrECtor aCadémiCo Fernando Méndez Díaz ViCErrECtor administratiVo y FinanCiEro Helberth Augusto Choachí González sECrEtario gEnEral Primera edición, 2018 Fecha de evaluación: 02 de noviembre de 2017 Fecha de aprobación: 23 de mayo de 2018 Hecho el depósito legal que ordena la Ley 44 de 1993 y el decreto reglamentario 460 de 1995 Prohibida la reproducción total o parcial de este material, sin la autorización por escrito de la Universidad Pedagógica Nacional Nydia Constanza Mendoza Romero subdirECtora dE gEstión dE ProyECtos CiuP PreParación editorial Grupo Interno de Trabajo Editorial Universidad Pedagógica Nacional Alba Lucía Bernal Cerquera Coordinadora Miguel Ángel Pineda Cupa EdiCión César Mackenzie Trujillo CorrECtor dE Estilo Mauricio Salamanca disEño y diagramaCión Mauricio Esteban Suárez disEño dE CubiErtas Juan Camilo Sierra Zapata ilustraCionEs Johny Adrián Díaz Espitia FinalizaCión dE artEs Xpress Estudio Gráfico y Digital S.A. Impreso y hecho en Bogotá, Colombia Contenido Introducción............................................................................................................ 12 Antecedentes investigativos en el tema ................................................. 14 Investigaciones como grupo .......................................................................... 16 Campos temáticos en los que se ha incursionado y aportes conceptuales del grupo ............................................................. 23 Acerca de los procesos organizativos populares ............................. 32 Construcción de comunidad ........................................................................ 46 Educación y pedagogía en movimientos y organizaciones sociales ................................................................................. 50 Construcciones metodológicas desde la trayectoria investigativa ............................................................................... 58 Balance y proyecciones del grupo ............................................................. 68 Referencias .............................................................................................................. 72 Anexo 1. Proyectos sobre organizaciones, movimientos sociales y educación del Grupo snnCs ...................... 82 Autores: Disney Barragán Cordero Alfonso Torres Carrillo Líneas de investigación: 1. Educación en ciencias sociales 2. Educación y movimientos sociales 3. Estado, conflictos y construcción de paz 4. Memorias, identidades y subjetividades 5. Sociedad, espacio y dinámicas territoriales 6. Sujetos, cultura y educación Grupo de investigación: Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las Ciencias Sociales Integrantes del grupo: Año creación: 2000 Nydia Constanza Mendoza, Olga Marlene Sánchez, Wilson Armando Acosta, Alcira Aguilera Morales, María Carolina Alfonso, Jorge Enrique Aponte, Adolfo León Atehortúa, Disney Barragán Cordero, John Harold Córdoba, Constanza del Pilar Cuevas, María Isabel González, Juan Carlos Jaime, Byron Giovanny Ospina, Sandra Patricia Rodríguez, Victor Manuel Rodríguez, Alfonso Torres Carrillo, Pablo Nieto, Alexis Pinilla Acerca del grupo El grupo se conformó en el año 2000 a partir de las líneas y el equipo de investigación que respaldaban la especialización en Teorías, métodos y técnicas de investigación social y ante la necesidad de consolidar un espacio de producción de conocimiento y pensamiento en torno a los problemas teóricos y metodológicos que implica reposicionar las subjetividades y la crítica en la investigación social y en los estudios sociales contemporáneos. En los años siguientes, se vincularon otros profesores del Departamento de Ciencias Sociales y de otras unidades académicas de la Universidad Pedagógica Nacional. A partir de la producción sostenida de conocimiento en estos campos problemáticos, el grupo respalda los programas académicos de Licenciatura en Ciencias Sociales, la Maestría en Estudios Sociales, el Doctorado en Educación de la upn, así como diferentes proyectos de articulación con organizaciones sociales, instituciones educativas y poblaciones en el país. También ha establecido vínculos de cooperación con otros grupos de investigación de Colombia y América Latina, así como la pertenencia a redes y grupos de trabajo como el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. Dada la trayectoria de los investigadores y líneas que conforman el grupo, estas grandes preguntas las abordamos en el estudio de temáticas específicas como la memoria colectiva y las identidades sociales, la constitución de sujetos sociales, la cultura, la educación y el desarrollo, las neonarrativas en el conocimiento social, la formación política y ciudadana, el conflicto y la construcción de la paz. Producir conocimiento desde la acción colectiva Introducción E l grupo de investigación Sujetos y Nuevas Narrativas en la Investigación y Enseñanza de las Ciencias Sociales surgió en el año 2000 como iniciativa del colectivo de profesores que se había formado en torno a la especialización en Teorías, Métodos y Técnicas de Investigación del Departamento de Ciencias Sociales. Dicho programa había propiciado el encuentro y el diálogo entre varios docentes que, además de trabajar en torno a la enseñanza de las ciencias sociales, hacían investigación social y se interesaban por los asuntos metodológicos de la misma.1 Con base en la trayectoria de los profesores, y antes de su registro formal en Colciencias, el grupo había definido tres líneas de trabajo que respondían a la trayectoria de sus integrantes: Memoria, identidad y sujetos sociales; Nuevas narrativas en ciencias sociales; y Sujetos, cultura y procesos educativos. A lo largo de estos diecisiete años, con la emergencia y consolidación de nuevos campos de indagación, la incorporación y el retiro de algunos de los integrantes del grupo, para el año 2017 las líneas son: 1. Sujetos, cultura y educación 2. Memorias, identidades y subjetividades 3. Estado, conflictos y construcción de paz 4. Educación y movimientos sociales 5. Sociedad, espacio y dinámicas territoriales 6. Educación en ciencias sociales Cada una de estas líneas ha tenido su devenir en la producción de conocimientos y un balance de todas excedería los límites de esta 1 [12] Como resultado de este acercamiento conjunto, en 2004 se publicó una compilación de ensayos sobre asuntos metodológicos de la investigación social (Jiménez y Torres, 2004). Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales publicación. Por ello hemos decidido centrar la atención en uno de los campos de mayor trayectoria e impacto del grupo dentro de los estudios sociales en el país: el de la investigación sobre y con movimientos y organizaciones sociales en torno a sus procesos educativos, pedagógicos y de producción de subjetividades y sentidos comunitarios. En efecto, desde sus orígenes, a comienzos del presente siglo, el grupo ha abordado de manera sistemática investigaciones enmarcadas dentro de los campos temáticos de las organizaciones populares, los movimientos sociales y la educación popular.2 Sus preocupaciones se han referido a sus dimensiones organizacionales, culturales y especialmente a las educativas, formativas y pedagógicas. Ese interés temático se remonta a la trayectoria investigativa y educativa previa de algunos de sus integrantes, la cual permitió explorar dichos campos de conocimiento y establecer vínculos y compromisos, tanto con las propias organizaciones y movimientos, como con otras instituciones y redes de investigación interesadas en temas comunes. Asimismo, la realización sostenida de proyectos colectivos e individuales de investigación (nueve en diecisiete años),3 la publicación de resultados de dichas investigaciones (libros y artículos) y el aporte a la construcción conceptual y metodológica dentro de estos campos (libros y artículos), ha posibilitado que la producción del grupo se haya convertido en un referente para otros investigadores del país y de América Latina, como lo confirman los índices de citación de algunas de sus publicaciones. Asimismo, este reconocimiento en torno a los temas señalados ha posibilitado el establecimiento de vínculos, alianzas y membresías 2 Desde 1998, al crearse la especialización en Teorías, Métodos y Técnicas de Investigación Social, de la Universidad Pedagógica Nacional, se configuró la línea de investigación Memoria, identidad y constitución de actores sociales que actualmente pertenece al grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en ciencias sociales y respalda la Maestría en Estudios Sociales. 3 Véase anexo 1 de este libro. [13] Producir conocimiento desde la acción colectiva con instituciones y redes investigativas, tales como Dimensión Educativa y el cinep, el Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe ceaal), el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (clacso), la Red de Investigadores y Organizaciones Sociales (riosal), la Red Mexicana de Investigación Urbana (rniu) y la Red de Estudios sobre las Izquierdas en América Latina (reial). Es por ello que acogimos la invitación del ciup para presentar un balance de nuestra trayectoria investigativa en el campo de las organizaciones populares, los movimientos sociales y los procesos educativos, así como nuestros aportes conceptuales y metodológicos en las áreas temáticas desde las que nos hemos ocupado. Además de la memoria de los autores, el texto se basa en la revisión de los proyectos e informes de investigación, así como su producción intelectual en libros y publicaciones periódicas. Antecedentes investigativos en el tema Si bien es cierto que el grupo se constituyó en el año 2000 ante la necesidad de consolidarse como un colectivo de producción de conocimiento y pensamiento en torno a los problemas teóricos y metodológicos que implica reposicionar el sujeto y la subjetividad en la investigación social y en los estudios sociales contemporáneos, los integrantes del mismo ya habían iniciado sus propias trayectorias investigativas. Estas, y el propósito común de fortalecer la Especialización en Teorías, Métodos y Técnicas de Investigación Social (que luego devendría en la Maestría en Estudios Sociales), configuraría y daría nombre a las líneas de investigación del grupo. Alfonso Torres Carrillo, uno de los promotores del grupo, había realizado su tesis de Maestría en Historia sobre las luchas barriales en Bogotá durante el Frente Nacional. En dicho trabajo convergían los niveles de análisis macro y microsocial en el estudio de la acción colectiva por el derecho a la ciudad, lo que permitió en perspectiva cultural los procesos asociativos y de movilización social en torno a [14] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales problemáticas urbanas.4 Dicha investigación también posibilitó el diálogo con otros investigadores interesados en el tema de la ciudad, contribuyendo a la emergencia en Colombia del campo de los estudios urbanos. Asimismo, con la creación del programa de Práctica Docente en Educación Comunitaria (preco) en la Universidad Pedagógica Nacional (1985), dicho profesor coordinó el proyecto llamado Acompañamiento Educativo e Investigativo a Organizaciones Urbanas (aeiou), desde el cual se establecieron vínculos e iniciaron estudios sobre y con organizaciones populares del sur oriente de Bogotá (hoy localidad de San Cristóbal) como es el caso de Popular Amistad y de pepaso. En la década de 1990 dicha práctica pedagógica investigativa se expandió a otras localidades y zonas conurbadas de la ciudad como Suba y Soacha y se incorporaron otros profesores del Departamento de Ciencias Sociales, tales como Adriana Castillo, Ingrid Delgadillo, Amadeo Clavijo y Constanza Mendoza. El colectivo que impulsaba el preco dio origen en 1992 a la Maestría en Educación Comunitaria, en la cual algunos de los proyectos educativos de aquel se redefinieron como proyectos de investigación; uno de ellos se ocupó del potencial educativo de los procesos organizativos (Torres, 1995); otro, se propuso recuperar la experiencia de algunos colectivos, organizaciones y redes de educadores populares durante la década de los ochenta (Cuevas, Naranjo y Torres, 1997). Este interés por los procesos organizativos llevó a que desde 1988 algunos de los profesores fueran invitados a colaborar con la Asociación Dimensión Educativa, que acompañaba diferentes experiencias de educación popular y organizaciones sociales en el país. En ese contexto, junto a José Naranjo, se sistematizó una experiencia organizativa de mujeres en Suba, y en equipo con Lola 4 Parte de los resultados de la investigación fue publicada como libro por el CinEP en 1993 y reeditado veinte años después por la Maestría en Gestión Urbana de la Universidad Piloto de Colombia: La ciudad en la sombra. Barrios y luchas populares en Bogotá 1958-1977. [15] Producir conocimiento desde la acción colectiva Cendales se realizaron historias colaborativas con indígenas en Nariño, campesinos en Arauca y pobladores en Neiva y Armenia. También, desde Dimensión Educativa se comenzaron a producir las primeras reflexiones conceptuales y metodológicas sobre los procesos organizativos y su investigación.5 Esta trayectoria previa, de carácter participativo, que articulaba investigación social y acción pedagógica, fue decisiva en la configuración de la línea de indagación en torno a movimientos sociales, organizaciones populares y educación de la que nos ocuparemos a profundidad más adelante. Investigaciones como grupo Constituido el grupo Sujetos y Nuevas Narrativas en la Investigación y Enseñanza de las Ciencias Sociales en el año 2000, se fue conformando un grupo de investigadores en torno al tema de los procesos organizativos populares, el cual, en acuerdo con algunas organizaciones comunitarias con las que se tenía vínculos previos, decidió presentar en una convocatoria de Colciencias el proyecto “Organizaciones populares, identidades locales y ciudadanía en Bogotá”, que fue aprobado y se desarrolló durante los dos años siguientes. Este trabajo colectivo representa un hito para el equipo de trabajo, tanto por el campo problemático en torno al cual se articuló, como por la experiencia metodológica y desarrollos conceptuales que logró. En cuanto a lo primero, la inquietud inicial era comprender las 5 [16] De estos ejercicios investigativos y reflexivos son las siguientes publicaciones: Marcando huellas, forjando futuro. Historia del Jardín Infantil Comunitario de Ciudad Hunza (con José Naranjo), Bogotá, Dimensión Educativa (1992); Organizaciones barriales y educación popular. Escuela Popular Claretiana, Neiva (1992); El esfuerzo no fue en vano. Memoria colectiva de Coagrosarare, Saravena (con Lola Cendales, 1995); Los otros también cuentan. Materiales para una recuperación colectiva de la historia (con Lola Cendales, 1990); La sistematización desde la perspectiva interpretativa (1996); Aportes para una conceptualización de las organizaciones populares urbanas (1991), Experiencias organizativas populares urbanas y construcción de sujetos (1994). Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales claves que habían posibilitado la continuidad de algunas organizaciones populares de la ciudad surgidas a finales de la década de 1970 o a comienzos de la siguiente y que transcurridas más de dos décadas continuaban existiendo, tenían un reconocimiento local y eran un referente importante dentro del campo popular.6 A partir de nuestro conocimiento previo de los colectivos y de nuestra trayectoria investigativa nos interesaba indagar los contextos y condiciones de su emergencia y perdurabilidad, así como sus interacciones con los tejidos sociales y asociativos locales, su incidencia en la formación de subjetividades políticas y su contribución en la democratización de la ciudad. Posteriormente, y en acuerdo con las organizaciones, se incorporaron dos asuntos: lo pedagógico y lo organizacional. Como experiencia metodológica, esta investigación fue muy significativa, dado que nos permitió poner en práctica una modalidad participativa de construcción de conocimiento, la sistematización de experiencias. Ello implicó que cada uno de los momentos y decisiones del proceso de investigación fuera construido concertadamente entre los investigadores de la universidad y las organizaciones, representadas cada una con un investigador en el equipo de investigación. Ello nos permitió constatar que una investigación participativa posibilita el autoaprendizaje y la reflexividad crítica de las organizaciones y potencia su capacidad de transformación e incidencia. Esta investigación también nos permitió empezar a trabajar algunas categorías y perspectivas conceptuales que se harían presentes en trabajos posteriores, tales como la identidad organizacional, la construcción de tejido social, vínculos comunitarios y tejido asociativo, los procesos 6 Nos referimos a la Asociación Vecinos Solidarios (aVEsol) de la localidad de San Cristóbal, al Centro de Promoción y Cultura (CPC) del sector Britalia en la Localidad de Kennedy, al Instituto Cerros del Sur (iCEs) de la Localidad de Ciudad Bolívar, a la Corporación La Cometa de la localidad de Suba, y a la Coordinadora de Organizaciones Populares en defensa de los Derechos de los niños y las niñas, en la localidad de Usaquén. [17] Producir conocimiento desde la acción colectiva formativos y pedagógicos, las subjetividades sociales y los nuevos sentidos políticos que agencian estas experiencias asociativas, tal como lo abordaremos en este documento.7 En el transcurso de dicha investigación, apareció como tema emergente, la pregunta por los procesos pedagógicos de las organizaciones, lo que implicó un primer abordaje y balance dentro del informe (y posterior publicación) de la investigación. También, junto con dos de las organizaciones que habían participado del proyecto anterior (cpc de Britalia y la Coordinadora de Usaquén) y una nueva (Fundación Kerigma, de Bosa), se consideró pertinente ahondar en el lugar de lo educativo y lo pedagógico en las organizaciones sociales. Ello dio origen al proyecto Prácticas pedagógicas en tres organizaciones populares de Bogotá, que se desarrolló entre 2003 y 2004 con financiación del ciup-upn. Como resultado de la investigación se reconocieron tres dimensiones constitutivas del saber pedagógico en las organizaciones: el primero, los discursos educativos y criterios de trabajo pedagógico; el segundo, lo formativo como saber pedagógico de las organizaciones; y el tercero, la vida cotidiana como escenario formativo. Estos hallazgos están publicados en los artículos “‘Aquí todo es educativo’. Saberes pedagógicos y prácticas formativas en las organizaciones populares” (Torres, Mendoza y Barragán, 2006) y “La vida cotidiana de las organizaciones populares como espacio formativo” (Torres, 2004). A partir de estas investigaciones surge el interés por explorar en movimientos sociales del país los procesos educativos y formativos que formen en el pensamiento crítico. Así, entre los años 2005 y 2006 algunos integrantes del grupo adelantaron una investigación sobre Movimientos sociales, educación y formación de pensamiento crítico. En este proyecto se trabajó con una red de organizaciones de educadoras comunitarias, agrupadas en torno a la Fundación de 7 [18] Los resultados del trabajo fueron publicados en el libro Organizaciones populares, identidades locales y ciudadanía (uPn-Colciencias, 2003), escrito por siete autores. Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales Apoyo Comunitario (Fundac), con las cuales se encontró que sin tener elaboraciones conceptuales previas sobre la formación de sujetos, subjetividades y pensamiento crítico, este colectivo de mujeres ha venido configurando una comunidad interpretativa crítica, la cual ha construido a lo largo de su historia, un conjunto de valores, criterios y pautas de acción y relación, desde los cuales las integrantes van formándose en una mirada y posicionamiento crítico frente a sus prácticas. En el marco de este acumulado conceptual y metodológico, los profesores Nydia Constanza Mendoza y Frank Molano desarrollaron entre 2007 y 2008, con financiación del ciup, el proyecto de investigación Procesos de formación política y constitución de sujetos sociales en la Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra. El objeto de la dicha investigación fue analizar los procesos de formación política desarrollados por la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra (acvc) para establecer su incidencia en la constitución de sujetos sociales. Dicha problemática se abordó en torno a tres procesos: 1. Las transformaciones en la subjetividad y la experiencia de los y las participantes de la organización. 2. El proyecto que como acvc logran constituir y el lugar que ocupan en él los procesos de formación. 3. La incidencia del contexto sociopolítico en la formación política de la organización y de los sujetos.8 8 Como resultado de esta investigación se produjeron documentos de trabajo, discutidos y socializados con la organización campesina: “‘Voces de la historia’. Reconstrucción colectiva de las memorias de la aCVC” y “‘Déjame que te cuente’. Relatos de vida de participantes de la aCVC”. Asimismo, se produjeron los artículos: “Los procesos de formación en la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra como política cultural contra-hegemónica” (Mendoza y Molano, 2009); “La construcción histórica del nosotros: Memorias sociales de la Asociación Campesina del Valle del Rio Cimitarra” (Mendoza y Molano, 2009); “Políticas culturales y cultura política en una organización campesina del Magdalena Medio colombiano” (Mendoza, 2011). [19] Producir conocimiento desde la acción colectiva Este interés por lo educativo y lo pedagógico pudo retomarse en el año 2011 con el proyecto “Educación en los movimientos sociales de América Latina” que, atendiendo a una convocatoria del ciup, nos posibilitaba una mirada a escala continental de este tema. Por ello, su objetivo central fue dar cuenta de los procesos y las prácticas educativas presentes en algunos movimientos sociales latinoamericanos, partiendo del supuesto que estos son espacios donde se gestan saberes pedagógicos, subjetividades, conocimientos emancipadores con un alto potencial instituyente. Para ello contactamos y llegamos a acuerdos con el fin de realizar el análisis de sus procesos educativos con la Universidad Autónoma Indígena Intercultural (Colombia), la Universidad Indígena Amauta Wasi (Ecuador), los bachilleratos populares (Argentina) y la Escuela de Formación de la Confederación de trabajadoras y trabajadores rurales (Brasil), todas ellas instituciones que hacen parte de movimientos sociales en sus respectivos países. Allí se da cuenta de una caracterización de las experiencias educativas y de los aportes teórico-conceptuales que emergen de las experiencias educativas estudiadas en torno a tres categorías: 1. aportes epistemológicos y producción de conocimiento emancipador; 2. aporte pedagógico en torno a las prácticas y discursos educativos alternativos/emancipadores; y 3. propuestas de sostenibilidad de las experiencias educativas.9 Asimismo, se establecieron vínculos con otros investigadores latinoamericanos y entramos a participar de la Red de Investigadores y Organizaciones Sociales (riosal), de clacso. 9 [20] Producto de esta investigación se publicaron cinco artículos: “Las convergencias educativas de movimientos sociales en América Latina: transitando otros caminos” (González, 2013) “Pensar con cabeza propia. La educación en los movimientos sociales” (Aguilera, 2014) “Educación y movimientos sociales. La sostenibilidad de las propuestas” (Aguilera y González, 2014), y, “Una universidad ‘de’ y ‘para’ el movimiento indígena” (Aguilera y González, 2015); “Prácticas educativas en movimientos sociales de América Latina” (Torres, 2017) y un libro: Educación popular y movimientos sociales en América Latina (Torres, 2016). Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales A partir del acumulado previo, el equipo decidió hacer un ejercicio de “validación” y recreación de sus construcciones conceptuales y apuestas metodológicas a una escala micro social, ya no con grandes movimientos y propuestas educativas formalizadas, sino cono organizaciones sociales territoriales. Esto fue posible gracias al proyecto financiado por el ciup “Formación de subjetividades, sentidos de comunidad y alternativas políticas en procesos organizativos locales”, desarrollado entre los años 2013 y 2014. En él indagamos con tres organizaciones de base local10 el lugar de lo alternativo en sus prácticas políticas y la formación de subjetividades políticas instituyentes y de sentidos de comunidad. Los resultados de esta investigación se encuentran en el libro Reinventando la comunidad y la política desde las organizaciones locales (Aguilera, González y Torres, 2015). Simultáneamente, otro equipo del grupo de investigación conformado por Jorge Aponte, Byron Ospina, Pablo Nieto y Nydia Constanza Mendoza, desarrolló el proyecto “Formación política a partir de las memorias de la resistencia campesina en los Montes de María, la anuc 1970-2012: una forma de construcción de territorio e identidad”, investigación que abordó un problema con varios planos de reflexión y niveles de análisis: 1. Las memorias sociales como procesos activos de elaboración y construcción simbólica de sentidos sobre el pasado, en los que se ponen en juego recuerdos, silencios y olvidos, en estrecha articulación con las inquietudes, preguntas y necesidades del presente y con los horizontes de expectativas futuras. 2. La adscripción al espacio, tanto físico como simbólico, que configuran las memorias campesinas a partir de las cambiantes relaciones que se construyen con la tierra y el territorio. 10 La Asociación de Campesinos de Inzá Tierradentro (aCit) ubicada en el departamento del Cauca; Asociación Casa Cultural El Chontauro ubicada en Cali y la Corporación Con-vivamos de Medellín. [21] Producir conocimiento desde la acción colectiva 3. La importancia que tienen las organizaciones sociales en general y campesinas en particular como escenarios formativos en los que se transforman subjetividades y se construyen escenarios de futuro colectivos. 4. Las reflexiones sobre la educación rural, al evidenciar los diferentes actores, contenidos, y las metodologías que intervienen en la formación de los campesinos y, en general, de los habitantes de las áreas rurales, que no se pueden limitar a la reflexión respecto de lo que ocurre en las instituciones escolares.11 En la actualidad está en desarrollo el proyecto grupal “Experiencias pedagógicas para tramitar el conflicto en contextos de guerra. Propuestas desde los sindicatos magisteriales”. Dicha investigación tiene como intención comprender y analizar experiencias pedagógicas que han agenciado los sindicatos magisteriales asoincaadida como alternativas de resistencia para afrontar los escenarios de conflicto y guerra, y que aportan a la construcción de una sociedad en paz. Además, se aborda la organización sindical desde sus propuestas educativas y pedagógicas. Para ello planteamos como pregunta de investigación: ¿Cuáles discursos, propuestas y experiencias pedagógicas y educativas han llevado a cabo las organizaciones sindicales asoinca-adida para tramitar el conflicto y resistir en escenarios de guerra? Cabe mencionar que además de los proyectos señalados, realizados como grupo de investigación e institucionalmente respaldados, algunos integrantes del equipo han desarrollado sus tesis doctorales en torno a problemáticas del mismo campo temático, algunas de las cuales fueron publicadas (Torres, 2007; González, 2015; Aguilera, 2014; Barragán, 2017). Asimismo, algunos de los integrantes del 11 [22] Uno de los productos de esta investigación fue el artículo “Procesos de formación y aprendizajes políticos de los campesinos de la anuC en la región de Montes de María. Una lectura generacional” (Aponte y Mendoza, 2014). Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales equipo llevaron a cabo, a título personal, investigaciones solidarias, a solicitud y con participación de organizaciones populares de la ciudad. Este es el caso de la sistematización de la experiencia de copevisa del sector El Codito (Usaquén) y la autoindagación crítica de la historia de la Asociación de Vecinos Solidarios (avesol) en la localidad de San Cristóbal (Jiménez y Rodríguez, 2005; avesol, 2013). Campos temáticos en los que se ha incursionado y aportes conceptuales del grupo A lo largo del camino recorrido como equipo de investigadores en torno a los movimientos sociales, las organizaciones populares y sus dimensiones subjetivas y educativas, se ha buscado contribuir a la construcción conceptual y metodológica en torno a los campos temáticos en los que nuestros proyectos han incursionado. Como ya ha sido señalado, dichas temáticas están referidas a: 1. Movimientos y organizaciones sociales 2. Producción de subjetividades y sujetos sociales 3. Construcción de comunidad 4. Educación y pedagogía en movimientos y organizaciones sociales A continuación, abordaremos los desarrollos conceptuales del grupo en torno a las temáticas mencionadas, deteniéndonos en las influencias que hemos recibido y en los aportes propios. Por lo tanto, no debe esperarse un balance conceptual de la literatura existente sobre dichos campos de interés. [23] Producir conocimiento desde la acción colectiva Entre movimientos sociales y procesos organizativos De los movimientos sociales a la acción colectiva Dentro de las ciencias sociales, la categoría que ha procurado dar cuenta de diversas formas de acción colectiva a las cuales la gente del común acude para visibilizar, denunciar, reivindicar y agenciar sus necesidades, demandas y derechos, ha sido la de movimiento social. Al igual que otras categorías provenientes de dicha disciplina, sus primeras conceptualizaciones se hicieron desde disciplinas surgidas en los países europeos, tales como la sociología y la ciencia política, las cuales muchas veces son trasladadas mecánicamente a otros contextos, como el nuestro. Desde nuestras primeras investigaciones sobre luchas barriales y organizaciones de pobladores de la ciudad, advertimos los límites de las conceptualizaciones ya clásicas de movimiento social (Touraine) y movimiento social urbano (Castells), para dar cuenta de las acciones colectivas y los procesos asociativos urbanos, por lo menos de la ciudad de Bogotá. Frente al uso deductivista de dichas categorías, hemos venido resignificándolas desde su singularidad histórica y en algunos casos hemos acuñado nuevas nociones como la de Organizaciones Populares Urbanas (opu) y, más recientemente, la de Procesos Organizativos Populares, más amplia. Hemos ido más allá, explorando dimensiones poco abordadas en otras investigaciones como los procesos intersubjetivos que producen y que dan lugar a identidades y subjetividades colectivas y sus articulaciones con el tejido social, así como con sus aspectos propiamente organizacionales y sus dimensiones educativas y pedagógicas. Consideramos pertinente comenzar enfatizando la necesidad de discutir la categoría de movimiento social desde una perspectiva latinoamericana, dado que lo habitual en el campo investigativo ha sido apoyarse solo en las definiciones clásicas construidas desde las disciplinas sociales configuradas en los países metropolitanos. Aunque, sin duda, este fenómeno ha sido una construcción histórica [24] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales contemporánea que se expresó inicialmente en la Europa capitalista, la expansión del proyecto moderno-capitalista-colonial al resto de los continentes trajo consigo una singularización de dichas formas de acción colectiva. La particularidad de contextos, problemáticas, sujetos y repertorios de acción representan un novedad histórica que exige la construcción de nuevos referentes conceptuales, como es el caso de las luchas y movimientos de los pueblos ancestrales. Desde el aporte de diferentes estudiosos de los movimientos sociales podemos definirlos como una modalidad de acción colectiva con cierta continuidad en el tiempo, con algún nivel organizativo que genera cierta identidad colectiva entre sus participantes y con capacidad de afectar significativamente las sociedades en las que actúan. Las siguientes definiciones, elaboradas por especialistas, afirman y amplían esta noción integradora. Dentro de la tradición teórica iniciada por Touraine, según el italiano Alberto Melucci (1996, p. 45), dicho movimientos son construcciones sociales orientadas por fines, valores, creencias y decisiones, pero a la vez delimitados por las condiciones estructurales de las relaciones sociales. Por lo tanto, su comprensión debe involucrar sus dimensiones analíticas internas y el sistema de referencia en el que se halla. De este modo, los movimientos sociales pueden ser considerados como “sistemas de acción” que involucran: • Conflicto: existencia de oposiciones estructurales que generan dos o más actores que compiten por los mismos recursos. • Identidad: capacidad de los actores para generar solidaridades y sentidos de pertenencia que les permita ser vistos como actor social. • Transgresión de los límites del sistema: alternatividad política, social y cultural. Para Charles Tilly (2010, pp. 22 y ss.), desde una perspectiva más histórica que teórica, los movimientos sociales son el resultado de la síntesis innovadora de tres elementos: [25] Producir conocimiento desde la acción colectiva 1. “Un esfuerzo público, organizado y sostenido por trasladar a las autoridades pertinentes las reivindicaciones colectivas (campaña)”. 2. “Uso combinado de alguna de las siguientes formas de acción: creación de coaliciones y asociaciones con un fin específico, reuniones públicas, procesiones solemnes, vigilias, mítines, manifestaciones, peticiones, declaraciones y propaganda (repertorios de protesta)”. 3. “Manifestaciones públicas de valor, unidad, número y compromiso”. 4. Estas demostraciones pueden asumir las formas de declaraciones, eslogan o símbolos que exalten la justeza del movimiento, su fortaleza interna, su capacidad de convocatoria y movilización y la firmeza de sus convicciones y de su voluntad de sacrificio. Una definición más pertinente para los movimientos latinoamericanos fue planteada por Luis Alberto Restrepo (1994, citado por Torres, 2011, p. 37), para quien los movimientos sociales son “formas colectivas de acción de amplios sectores de la población, que promueven los intereses y aspiraciones comunes de sus miembros, poseen muy distintos grados de organización, persisten a lo largo del tiempo, se hacen visibles en el espacio público y afectan el curso de la sociedad, pero no proponen proyectos globales para toda la sociedad”. Para el historiador Mauricio Archila (1995, p. 254), los movimientos sociales son “aquellas acciones sociales colectivas, más o menos permanentes, orientadas a enfrentar injusticias, desigualdades o exclusiones, es decir que denotan conflicto y que tienden a ser propositivas; todo ello en contextos históricos determinados”. Una de sus expresiones más evidentes y que se constituyen en la puerta de entrada para su comprensión son sus repertorios de protesta. Según la investigadora brasileña María del Socorro Batista, los movimientos sociales son: [26] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales […] acciones colectivas que aglutinan sujetos sociales en torno a la lucha por objetivos comunes, que forman identidades colectivas unificando las múltiples identidades individuales, forman un ‘nosotros’, o sea, construyen identidades colectivas que adquieren sentido al compartir intereses comunes […]. Ellos contestan los poderes del orden instituido e instituyen nuevas lógicas y racionalidades políticas y sociales. Contribuyen a la ruptura de las relaciones individualizadas y competitivas que componen el modo de vida del proyecto racionalista iluminista moderno de las clases hegemónicas y avanzan en la construcción de una sociabilidad cooperativa, solidaria y de una ciudadanía procesual que se encarga de afirmar y garantizar derechos humanos y sociales, en exigir el respeto a las diferencias cultuales, raciales, étnicas y sexuales. (Batista, 2010, p. 170). Tomando como referencia las anteriores conceptualizaciones, en nuestros estudios hemos entendido a los movimientos sociales como un tipo particular de acción colectiva que expresa un conflicto social, involucra a un amplio sector de la sociedad y comporta una serie de rasgos como su carácter público, su continuidad en el tiempo, su capacidad de organización y movilización; expresa unos intereses, demandas o fines; elabora campañas, agendas y programas de acción; desarrolla solidaridad y sentido de pertenencia entre sus integrantes; afecta esquemas de interpretación de la realidad y posee además un alto potencial de transformación social. Un movimiento social se articula en torno a un conflicto social que se expresa como una inequidad, opresión, exclusión o marginación que afecta a un amplio segmento de la sociedad. La gente, en la medida que lo percibe como una injusticia o un agravio, genera dinámicas asociativas y de movilización para resolverlo, construye programas y propuestas alternativas para superarlos. Así, la acción [27] Producir conocimiento desde la acción colectiva colectiva, a la vez que se basa en ellos, contribuye a formar marcos interpretativos y orientaciones culturales entre sus actores. La identidad colectiva es una construcción que va generando el movimiento en la medida en que sus actores reconstruyen o elaboran valores, representaciones y narrativas que configuran un sentido de pertenencia, un “nosotros” que los diferencia de un “los otros”. Por ello, la identidad de los movimientos se va rehaciendo permanentemente en conflicto con las representaciones y prácticas que sobre estos ejercen el poder y los adversarios (Torres, 2003). Los movimientos sociales buscan la transformación social. Su accionar colectivo, sus dinámicas asociativas, sus programas, sus ideologías y valores inciden ya no solo sobre sus militantes, sino sobre las políticas públicas y sobre la sociedad en su conjunto. Dos ejemplos de ello son los movimientos feministas, los cuales han contribuido a que en las sociedades modernas, las mujeres hayan conquistado el reconocimiento de sus derechos y hayan incidido en el cambio de valores, actitudes y comportamientos de género. A modo de síntesis, de las reflexiones anteriores podemos reconocer en los movimientos sociales los siguientes rasgos que son, a su vez, dimensiones de análisis que hemos empleado en nuestras investigaciones sobre acción colectiva (Torres, 2007): • Son un fenómeno social estructurado. Sus raíces están en conflictos que atraviesan el orden social y ponen en evidencia las injusticias, desigualdades, discriminaciones y exclusiones que fragmentan la sociedad. Dicha relación entre conflictos estructurales y movilizaciones sociales no es mecánica, entre unos y otros median muchos factores y elementos como la memoria colectiva, las experiencias sociales previas, el tejido social y asociativo, la existencia de activistas agentes que asumen la iniciativa y dirección de las acciones, etc. • Son acciones colectivas, no individuales. Frente a situaciones adversas o frente a problemas compartidos la gente no siempre reacciona o actúa de manera colectiva. Los [28] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales movimientos sociales convocan y movilizan a amplios sectores de población, no necesariamente de una misma clase social. A su interior siempre existe pluralidad de actores y diferentes posiciones (líderes, militantes, intermediadores, bases y simpatizantes). • Son protagonistas del cambio social. Su accionar busca y debe tener la capacidad de modificar las estructuras sociales contra las que luchan. La tendencia ha sido a que el ímpetu de las fases iniciales se atempere, en el afán por obtener el apoyo, al menos pasivo, de la población y la opinión pública. En la medida en que se afianzan, tienden a diluir la radicalidad de sus formas de acción y de sus contenidos. El cambio que producen los movimientos no necesariamente es revolucionario (entendido como cambio total del sistema). En la mayoría de los casos van produciendo cambios institucionales y no institucionales, por lo cual dejan hondas huellas en las estructuras y en las prácticas sociales cotidianas. • Elaboran campañas, agendas y programas, en torno a sus reivindicaciones, con el propósito de hacerlas públicas, demandar la atención de las autoridades y buscar su solución o adopción de políticas favorables. Tal elemento propositivo y de construcción de discursos propios es decisivo para diferenciarlos de simples manifestaciones puntuales de resistencia. • Emplean repertorios de protesta. Los movimientos sociales son necesariamente movilizadores y lo son más que otras formas de acción social como las asociaciones. Están permanentemente en “pie de lucha” y deben realizar luchas y acciones espectaculares que les permitan hacer presencia ante otros actores e instituciones sociales. Como su poder no está garantizado por su institucionalización, deben buscar permanentemente su apoyo de la opinión pública. [29] Producir conocimiento desde la acción colectiva • Son una experiencia social organizada. Aunque no podemos equiparar movimiento y organización, ni reducirlo el uno al otro, sí es claro que la existencia de acciones colectivas permanentes y orientadas conscientemente al cambio social requieren de unas estructuras asociativas previas y durante el proceso. Así como tienen una dimensión manifiesta (marchas, movilizaciones, mítines), los movimientos se sostienen en otra dimensión menos visible: las redes y formas de organización y comunicación entre los grupos. • Poseen continuidad en el tiempo. Ello los distingue de otras acciones puntuales y episódicas como un tumulto o una protesta coyuntural. En los movimientos hay fases de incubación donde las condiciones económicas, territoriales e históricas plantean nuevas necesidades desde las cuales se van configurando relaciones e identidades sociales, lenguajes y culturas propios. Estos procesos de larga duración van formando el caldo de cultivo en el que surgen asociaciones y luchas manifiestas. En determinadas coyunturas irrumpen las movilizaciones, las acciones que hacen “visibles” los movimientos sociales. En otros momentos, entran en procesos de consolidación (fortalecimiento de sus organizaciones) e institucionalización (estabilización de sus relaciones con el Estado y otros actores sociales). • Contribuyen a la formación de la identidad colectiva de sus integrantes. Los movimientos sociales se caracterizan por su alto nivel de integración simbólica, manifestado en un fuerte sentido de pertenencia grupal. El reconocimiento del nosotros no es solo racional, también es alimentado por la memoria, el inconsciente y el imaginario colectivo; produce y recrea símbolos y rituales de iniciación e integración. Algunos de estos elementos se difunden entre grupos sociales más amplios; por ejemplo, algunas expresiones y símbolos de movimientos [30] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales étnicos o de género son incorporados por sus simpatizantes y bases de apoyo. • Provocan cambios en la cultura política. Los movimientos sociales solo son posibles y sostenibles en la medida en que la gente vaya cambiando las maneras de percibir e interpretar la realidad en la que viven. Son creadores y difusores de nuevos valores, creencias e ideas acerca de la justicia, la igualdad, la democracia y la felicidad. Este cambio ocurre en primer lugar entre los activistas, quienes a través de variadas estrategias influyen sobre la mentalidad de las bases y así la expansión de los movimientos lleva su mensaje al conjunto de la población. • Esta aproximación analítica, también nos ha permitido reconocer que en las realidades históricas específicas no siempre estamos frente a movimientos sociales, sino a otras diversas expresiones de inconformismo y construcción de alternativas propias frente a las múltiples injusticias y exclusiones sociales, tales como luchas populares, iniciativas asociativas, protestas puntuales o redes de apoyo y acción conjunta. Por ello, desde hace una década (Torres, 2007) privilegiamos el uso de la categoría acción colectiva, más flexible y de mayor amplitud para abarcar ese amplio espectro de prácticas de movilización y organización. • Dado que buena parte de nuestras indagaciones se han llevado a cabo con colectivos organizados de barrios populares de ciudades del país, que se autorreconocen como cualitativamente diferentes e incluso alternativos a organizaciones como las Juntas de Acción Comunal y la infinidad de Comités y Consejos promovidos desde el gobierno, hemos tenido que generar conceptualizaciones propias que se diferencien de las que eran hegemónicas en el momento en que iniciábamos a estudiarlas, tales como la de movimiento social urbano. [31] Producir conocimiento desde la acción colectiva Acerca de los procesos organizativos populares En un contexto de esta reactivación de luchas sociales en las ciudades del mundo occidental y del auge del marxismo como corriente interpretativa crítica dentro de los estudios urbanos, diversos intelectuales hicieron propuestas para explicar la ciudad y sus conflictos desde los presupuestos del materialismo histórico. Sin desconocer el aporte de otros autores como Henri Lefebvre y de Jean Lojkine, ha sido el sociólogo Manuel Castells quien más influencia tuvo entre los estudiosos de las luchas urbanas. Castells planteó la necesidad de introducir el análisis del conflicto de clases en el ámbito urbano. De este modo, la ciudad capitalista expresa la estructura y contradicciones de la formación social capitalista y los conflictos urbanos son vistos como una modalidad de la lucha de clases, generada por las contradicciones en la estructura urbana. La organización de la producción y consumo del espacio urbano genera contradicciones entre los diversos agentes urbanos, que expresan conflictos del sistema social en su conjunto. Estas tensiones se ubican en el plano de la reproducción y el consumo colectivos: en la ocupación y equipamiento del espacio urbano. La comprensión del conjunto de movilizaciones protagonizadas por los pobladores en su lucha por el derecho a la ciudad va a concretarse en Castells en torno al concepto de movimientos sociales urbanos (msu). En tal contexto, definía en términos abstractos a comienzos de los años setenta al movimiento social urbano como un “sistema de prácticas que resultan de una coyuntura del sistema de agentes urbanos y de las demás prácticas sociales, en forma tal que su desarrollo tiende objetivamente hacia la transformación estructural del sistema urbano o hacia una modificación sustancial de la relación de fuerzas en la lucha de clases, es decir, en última instancia en el poder del Estado” (Castells, 1980, p. 312). Dicha conceptualización parecía muy sólida a nivel abstracto, pero insuficiente para dar cuenta de la amplitud y diversidad de luchas [32] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales y procesos asociativos urbanos. Aunque años después, Castells (1986, p. 375) definió los movimientos sociales urbanos como “prácticas colectivas que se originan en problemas urbanos y [son capaces] de producir cambios cualitativos en el sistema urbano, la cultura local y las instituciones políticas, en contradicción con los intereses sociales dominantes”, el tipo de procesos asociativos que estudiábamos no cumplía con dichos rasgos. Si bien su emergencia expresaba problemas de la vida urbana, y algunos no se identificaban con las políticas estatales, sus acciones no necesariamente controvierten el orden político y tienden a orientar sus energías en el fortalecimiento del tejido social y la identidad social de sus bases. Algunos los equiparán a los movimientos sociales en general, otros las nombran como movimiento social urbano o, más específicamente, como movimiento popular urbano. Algunos prefieren denominarlos modestamente como grupos de base o luchas barriales, nosotros preferimos hablar de organizaciones urbanas o, más ampliamente, de experiencias o procesos organizativas populares. En la investigación de 2001-2002 optamos por la categoría de organizaciones populares urbanas, dado que con las que íbamos a trabajar se autodenominaban como “populares” desde un sentido afirmativo de su identidad clasista y su alternatividad política el equivalente de organizaciones populares barriales. Bajo esta denominación incluimos a todas aquellas experiencias asociativas originadas en torno a la organización colectiva de la vida urbana, conformadas por pobladores de los barrios en torno a una actividad sectorial permanente o a intereses o demandas sociales específicas y cuyo ámbito de trabajo son los mismos asentamientos populares. Aunque imprecisa, dicha definición nos sirvió para delimitar nuestro “objeto” de estudio con respecto a otras formas asociativas de menor o mayor alcance, como es el caso de las múltiples experiencias colectivas en torno a la solución de un problema puntual o al desarrollo de actividades específicas, pero cuya duración y estabilidad no sobrevive a la acción: arreglo de una cuadra, campaña de arborización [33] Producir conocimiento desde la acción colectiva de aseo, jornada de solidaridad, acto cultural, etc. A esta incipiente forma asociativa la denominamos grupo. Frente a estas acciones coyunturales, las organizaciones populares urbanas son de carácter más estable, tanto por el tipo de actividad que realizan y las formas internas de organización, como por la cohesión de sus miembros en torno a unos objetivos a mediano o largo plazo. Sin embargo, dicha densidad y continuidad de las articulaciones locales o temáticas a las que pertenecen no llegan a constituirse en movimientos sociales urbanos, pues no han alcanzado la magnitud, la duración, ni la claridad política. En efecto, las luchas impulsadas por estas no siempre buscan contravenir el orden establecido, ni mucho menos transformarlo, en un sentido revolucionario. En ocasiones en las que se llega a confrontaciones abiertas procuran crear el espacio de negociación concertada con las autoridades responsables de la solución de sus demandas. En nuestras investigaciones hemos reconocido la emergencia de múltiples experiencias asociativas que vienen surgiendo en sectores populares, especialmente entre jóvenes, que no adquieren la estructuración organizacional de las opu, pero que tienen una gran capacidad para articularse en redes, a la vez menos livianas que las coordinadoras y federaciones de las décadas previas. La coexistencia y copresencia de diferentes dinámicas asociativas no ha llevado a incorporar la categoría experiencias organizativas populares o procesos organizativos populares. Finalmente, habría que reconocer que, aunque en nuestro proyecto también hemos trabajado con organizaciones y movimientos campesinos (Asociación Campesina del Valle del Cimitarra –acvc–, Asociación Nacional de Usuarios Campesinos –anuc–, Asociación Campesina de Inzá-Tierradentro –acit–, Confederación Nacional de Trabajadores Agrarios –contag–), no hemos ahondado en una conceptualización acerca de su singularidad como procesos asociativos y el carácter de sus acciones colectivas. Sí se han hecho aportes acerca de la singularidad de su cultura política y las complejas relaciones con [34] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales el Estado en contextos de conflicto armado (Mendoza, 2011; Aguilera, González y Torres, 2015). En todo caso, los aportes conceptuales del colectivo de investigación, nos han permitido visibilizar dimensiones de los procesos organizativos que han posibilitado nuevos abordajes para su comprensión, tales como los que sintetizamos a continuación: Procesos organizativos, tejido social e identidades organizativas Al igual que los movimientos sociales, el origen de dichas dinámicas asociativas está relacionado con el modo colectivo de vida urbana; es decir, existen unas condiciones estructurantes previas e independientes de la voluntad individual que forman el telón de fondo de los procesos de organización de los pobladores urbanos. Esta referencia “estructural” no se agota en el nivel económico o material (estructura económica y urbana), también se refiere a factores políticos, sociales y culturales que enmarcan la vida y las experiencias sociales de pobladores citadinos y campesinos. En tal sentido, tomamos distancia de investigadores que explican su origen y dinámica de las organizaciones populares solo desde factores estructurales exteriores. Para nosotros, toda acción humana, por elemental que parezca, está impregnada de sentido, expresa un universo simbólico previo (a la vez que lo recrea) y evidencia un acumulado de saberes previos que la motivan y orientan. Entre las condiciones estructurales y la acción organizativa median otras instancias sociales más significativas como son la red de relaciones de sociabilidad local (tejido social), la previa tradición asociativa que poseen los pobladores y campesinos, las coyunturas internas de la evolución del asentamiento, las oleadas generacionales y los tipos de relación establecidas con otros agentes sociales como las entidades estatales o privadas, así como la cultura o culturas políticas presentes entre la población. [35] Producir conocimiento desde la acción colectiva Algunas de estas mediaciones socioculturales de las organizaciones merecen alguna explicación. La garantía de continuidad y consolidación de las experiencias organizativas está asociada a los nexos que establezcan con el tejido social que le preexiste en el barrio o zona campesina. Los individuos que entran a formar parte de los grupos y organizaciones participan ya de relaciones (paisanaje, familiares, vecinales, religiosas) que han configurado una subjetividad compartida. “El tejido social es como una malla o una red bastante tupida que en algunos puntos está rota o desconexa y en otras se agolpan relaciones de cotidianeidad” (Villasante, 1991, p. 28). Asumir la unicidad de lo material y lo subjetivo en el análisis de las prácticas organizativas populares a nivel urbano nos lleva a reconocer diversos niveles de complejidad en esta relación: desde las “necesidades sentidas”, pasando por las experiencias colectivas para su satisfacción y los proyectos colectivos, hasta llegar a las utopías de mayor alcance. El plano más elemental de relación de la gente con sus condiciones de existencia es el de “necesidades sentidas”. Estas no son un reflejo mecánico de una carencia material, sino una lectura cultural del contexto, una sensación de insatisfacción entre lo encontrado y lo deseado; no aluden solo a la sobrevivencia material, sino también a la necesidad del colectivo a reproducirse como tal. La necesidad no es objetividad en el sentido de materialidad, sino objetividad construida según representaciones dadas. La comprensión de la necesidad como realidad sociocultural nos lleva a distanciarnos con cualquier intento de definición a priori del orden de problemas y maneras de solucionarlos. La identificación, jerarquización y explicitación de necesidades, así como la decisión de solucionarlas individual, familiar o colectivamente, es diferente en cada situación histórica (Avendaño et al., 2003, p. 93). La definición colectiva de necesidades generalmente despliega acciones para solucionarlas, y estas pueden ser individuales, familiares, desde grupos informales o de carácter organizativo. Estamos en el [36] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales plano de las experiencias en donde se evidencia la transformación de la realidad tanto objetiva como subjetiva. “La noción de experiencia, entendida como el plano en el que se despliegan las prácticas colectivas, da cuenta del potencial de la transformación de lo deseable en posible” (Zemelman, 1992). En la medida en que las experiencias asociativas se consolidan, cuando pasan de ser grupos que actúan espasmódicamente y se convierten en organizaciones estables, las cosas son a otro precio. Las acciones se tornan estables y orientadas en torno a proyectos. Estos resuelven en un nivel más complejo la tensión entre necesidad y utopía, entre presente y futuro posible. El proyecto evidencia una conciencia de metas previstas y el despliegue de prácticas para conseguirlas, supone una elaboración colectiva de un horizonte histórico común y de una identidad en torno a algo más estable. Otro nivel más complejo de organización popular o campesina está constituido por las asociaciones o redes permanentes de experiencias, ya sea dentro de un territorio (localidades, regiones) o en torno a un área temática de acción social (salud, educación, niñez). En este caso, la cobertura del trabajo también está asociada a una ampliación del horizonte histórico de los propósitos. Generalmente se busca incidir en las políticas estatales o impulsar utopías en torno a la organización del territorio, las políticas agrarias, la educación, el medio ambiente o la salud comunitaria. Ya no se está en función de resolver un problema puntual o de asumir un proyecto barrial, en la mayoría de los casos se piensa en términos de plataformas o programas de acción. La visión macro de sus propósitos también lleva a estas redes asociativas a identificar y a confrontar con mayor capacidad a los agentes sociales que obstaculizan o niegan el programa asumido. En muchos casos, estas luchas impactan la opinión pública y pueden generar cambios en la correlación global de fuerzas dentro de la ciudad. Solo en estos casos estaríamos frente a lo que se ha llamado movimientos sociales. Aquí la articulación de las redes asociativas [37] Producir conocimiento desde la acción colectiva con su capacidad de convocatoria, movilización e impacto frente a la sociedad configura una verdadera fuerza social y sus protagonistas se convierten en actores sociales y/o políticos. Aunque la formación de redes de organizaciones o asociaciones sectoriales y zonales es diversa, generalmente expresan una lectura más profunda de los factores estructurales globales que explican la existencia de los problemas en torno a los cuales se conforman. Sus propósitos sobrepasan el interés de solucionar puntualmente un problema o un campo de problemas, para buscar incidir en las condiciones macro que lo originan, asociados a la responsabilidad del Estado al respecto. Así, se plantean propósitos y visiones de futuro de mayor elaboración que en los grupos y organizaciones locales. Producción de subjetividades y sujetos sociales Aunque la preocupación por el tema de los sujetos sociales y la subjetividad social había venido gestándose desde antes de la conformación del grupo (Torres, 1993 y 1997), y estaba articulada a la comprensión de las luchas urbanas y las experiencias organizativas y de educación popular, va a ser precisamente en el año del nacimiento del grupo cuando las asumimos como campo problemático y perspectiva interpretativa (Torres y Torres, 2000; Torres, 2000a). Dicho interés por el tema estuvo asociado a la relación del grupo con el pensador chileno radicado en México, Hugo Zemelman, quien hizo presencia en la Universidad Pedagógica Nacional desde el año 2000 hasta su fallecimiento en 2014. Él interactuó con varios integrantes del grupo en un curso postdoctoral realizado en los años 2003 y 2004 y mantuvo comunicación con algunos de ellos desde entonces. La presencia y los desarrollos conceptuales y metodológicos en torno a estas dos categorías, así como la influencia del pensamiento zemelmaniano han sido evidentes en algunos de los proyectos de investigación desarrollados y en la producción de artículos de reflexión [38] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales sobre el tema.12 Apoyados en ellos, a continuación, sintetizamos las líneas principales de dichas construcciones. En primer lugar, habría que afirmar que la asunción de estos conceptos como perspectiva interpretativa devino como resultado de la insuficiencia de las teorías sociales clásicas para dar cuenta de fenómenos emergentes como las luchas urbanas y dinámicas asociativas descritas, que no se agotan en la reivindicación de intereses materiales y que se convierten en espacios de producción de nuevas maneras de ver, sentir, reconocerse y vincularse por parte de las personas y colectivos que las conforman. Estas dinámicas instituyentes de nuevos sentidos, identidades y visiones de futuro compartido desbordan las acepciones clásicas de categorías como clase, estatus, conciencia, cultura e ideología. De este modo, subjetividad y sujetos aparecieron como campos problemáticos de interés para diferentes disciplinas, campos de estudio y de acción para dar cuenta de dimensiones imaginarias, simbólicas, emocionales, volitivas y experienciales de la vida social, tales como los movimientos sociales y la acción colectiva, las resistencias sociales, las interacciones educativas, las nuevas dinámicas políticas y los procesos culturales contemporáneos. Nosotros asumimos la subjetividad como una categoría de mayor potencial analítico y emancipatorio, de acuerdo con Santos (1994, p. 123), quien la define como “espacio de las diferencias individuales, de la autonomía y la libertad que se levantan contra formas opresivas que van más allá de la producción y tocan lo personal, lo social y lo cultural”. En el mismo sentido, acogemos las palabras de Jaídar (2003, p. 55), para quien “la subjetividad es un medio de demostración de las ciencias sociales e incluye el conocimiento, las construcciones simbólicas e imaginarias de aquellos saberes descalificados por el positivismo 12 Cabe aclarar que en los desarrollos individuales de los integrantes del grupo y según las problemáticas de investigación, estos han acudido a otras corrientes conceptuales tales como Leonor Arfuch, Elizabeth Jelin, Stuart Hall, Silvia Rivera, Cornelius Castoriadis y Catherine Walsh. [39] Producir conocimiento desde la acción colectiva señalándolos de no racionalistas, como son los mágicos, míticos, religiosos y en fin, todas las construcciones imaginarias y simbólicas que perviven en todos los pueblos de la tierra, y que se inscriben en un registro que tiene un lazo entre lo simbólico, lo social y lo singular”. De este modo, la categoría de subjetividad nos remite a un conjunto de instancias y procesos de producción de sentido a través de las cuales los individuos y colectivos sociales construyen y actúan sobre la realidad, a la vez que son constituidos como tales. Involucra un conjunto de normas, valores, creencias, lenguajes y formas de aprehender el mundo, conscientes e inconscientes, cognitivas, emocionales, volitivas y eróticas, desde los cuales los sujetos elaboran su experiencia existencial y sus sentidos de vida (Torres, 2000 y 2006). Desde nuestras investigaciones hemos ampliado esta perspectiva al plantear que en las prácticas y dinámicas sociales concretas la subjetividad cumple simultáneamente varias funciones: 1. Cognitiva, pues, como esquema referencial o marco interpretativo, posibilita la construcción de realidad. 2. Práctica, pues desde ella los sujetos orientan y elaboran su actuar social y su experiencia. 3. Identitaria, pues aporta los materiales desde los cuales individuos y colectivos definen y negocian sus identidades personales y sus sentidos de pertenencias sociales. Una segunda arista de la conceptualización sobre la subjetividad que ha sido clave en nuestras investigaciones es reconocer el carácter estructurado, estructurante e instituyente de la subjetividad. Si bien es cierto que la subjetividad social cristaliza en instituciones, normas, costumbres, rituales y modos de hacer, su naturaleza es magmática, plástica, fluida, indeterminada. Esta elasticidad y fluidez magmática de la subjetividad explica su naturaleza dinámica, cambiante, su vocación liminal y su potencial de creación y novedad (Sánchez Capdequí, 1999, p. 21). [40] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales Al respecto, vale la pena destacar la distinción que hace Chanquía (1994, p. 42), a partir de su lectura de Zemelman, entre subjetividad estructurada y subjetividad emergente o constituyente. Mientras la primera involucra los procesos subjetivos de apropiación de la realidad dada, la segunda abarca los imaginarios, las representaciones y otras elaboraciones cognoscitivas portadoras de lo nuevo, de lo inédito. Esta última debe definirse contra aquella subjetividad estructural y, en algunas ocasiones, fuera de ella, pues ámbitos de la realidad silenciados con anterioridad adquieren significación en el proceso de su constitución. Dado su carácter estructurado y estructurante, la subjetividad “no puede entenderse como un campo definido en términos de sus manifestaciones, ya sean conductuales, de expectativas o perceptivas, sino de modo más profundo, desde su misma dinámica constitutiva y constituyente: ello nos remite a campos de realidad más amplios” Zemelman (1996, p. 104). Como dinamismo instituyente, el concepto de subjetividad involucra “al conjunto de normas, valores, creencias, lenguajes y formas de aprehender el mundo consciente e inconscientemente, materiales, intelectuales, afectivos o eróticos” en torno a los cuales se configuran las identidades, modos de ser y de transformación social (Calvillo y Favela, 1995, p. 270). En tercer lugar, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de subjetividades políticas o emancipadoras en los procesos organizativos o en los movimientos sociales? Con esta categoría aludimos a las expresiones, formas, prácticas y acciones con las cuales los sujetos crean opciones políticas y de futuro, desde su posicionamiento de realidad. Por lo tanto, la subjetividad en su expresión política no se reduce a la participación dentro de las instituciones sociales o al reclamo del sujeto de derechos o del ciudadano; esta se entiende como potencia, en el sentido que se expresa en vínculos, prácticas y articulaciones sociales, así como en la construcción de visiones de futuro. De esta manera, las subjetividades emergentes se expresan en “la creación de proyectos, relaciones, escenarios y vínculos sociales [41] Producir conocimiento desde la acción colectiva alternativos, transformadores, que hacen del ámbito comunitario y de la construcción de proyectos colectivos un escenario privilegiado” (Aguilera, 2011, p. 76). De allí que se asuma al sujeto en devenir, determinado por las condiciones históricas, producido pero asimismo producente, como aquel que se constituye también en su capacidad de opción, de voluntad, de acción transformadora, de ruptura, de desaprendizaje, en tanto debe rehacer un aprendizaje que lo desprenda de las formas subjetivas que le han sido asignadas e impuestas (Aguilera, González y Torres, 2013). Pensar una metodología para abordar los procesos de constitución de subjetividades en los movimientos sociales y en las organizaciones o procesos comunitarios ha implicado identificar algunos aspectos que posibiliten leer, interpretar, establecer momentos de ruptura, de resistencia, de discontinuidad, de construcción e identificación con alternativas de transformación social. Esta perspectiva metodológica se asume como momentos que no tendrían un carácter ordinal en sentido estricto. Para ello retomamos la propuesta de Zemelman (1997) en la que define siete niveles de nucleamiento de lo colectivo, siendo cada uno de ellos la posibilidad para leer los procesos de constitución de los sujetos. Estos niveles se presentas así: 1. Subjetividad individual en lo colectivo 2. Experiencia grupal desde lo individual y del colectivo 3. Nucleamientos colectivos (de lo grupal a lo organizativo y otras articulaciones) 4. Apropiación contenidos de contexto. Incorporación de 5. Espacios de nueva experiencia 6. Emergencia de nueva visión de futuro 7. Transformación de las utopías en proyectos viables [42] nuevos Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales 8. Incidencia de los procesos sociales amplios en los colectivos e individuos 9. Transformaciones y emergencias subjetivas Estos niveles de análisis de la producción de subjetividades se pueden entender como tejido de relaciones sociales, vínculos, campos de fuerza en los que los sujetos se constituyen, desenvuelven, están condicionados y a su vez crean opciones de vida. Cada nivel refiere un universo de observación que implica dar cuenta de sus articulaciones y sus permanentes movimientos, de manera que los niveles no pueden entenderse de manera estática y lineal, sino dinámica y multidireccional. Con respecto a la categoría de sujeto, desde la perspectiva esbozada y tal como la hemos asumido en nuestras investigaciones, la hemos leído en una clave construccionista social crítica de la mano de autores como Castoriadis, Touranie y Zemelman. Según estos autores, los sujetos no son identidades dadas a priori, sino construcciones siempre abiertas de los individuos y colectivos por ser actores sociales. En fin, hacerse sujeto implica lucha permanente y autorreflexividad, imaginación y acción emancipadora. Para Castoriadis (1997) el sujeto no está dado, debe hacerse en ciertas condiciones y circunstancias: es creación histórica. Alain Touraine en su Crítica de la modernidad (1993) plantea “la emergencia del sujeto humano como libertad y como creación” y reivindica “la subjetivación como un movimiento cultural con los mismos derechos que la racionalización”. El mundo moderno, por el contrario, está cada vez más lleno de la referencia a un sujeto que es libertad, es decir, que plantea como principio del bien el control que el individuo ejerce sobre sus acciones y su situación, y que le permite concebir y sentir sus comportamientos como componentes de su historia personal de vida, concebirse a sí mismo como actor: “El sujeto es la voluntad de un individuo de actuar y ser reconocido como actor” (1993, p. 267). En la misma perspectiva, según Touraine “no hay construcción posible del sujeto al margen de la acción colectiva”; [43] Producir conocimiento desde la acción colectiva por ello, la reflexión sobre el sujeto se liga a la de movimiento social. Esta idea supone, por un lado, que “el sujeto es voluntad, resistencia y lucha, y no experiencia inmediata de sí; por otro, que no hay movimiento social posible, al margen de la voluntad de liberación del sujeto” (Touraine, 1997, p. 85). Para Zemelman (1996), la reivindicación del sujeto en el debate contemporáneo tiene connotaciones políticas, dado que los poderes que regulan el orden mundial actual hacen todo lo posible por minimizarlo o anularlo, por quitar a los individuos y colectivos la posibilidad de pensar por sí mismos sus posibilidades de desenvolvimiento, condenándolos a un eterno presente, a un discurso único y a un conformismo que elimina todo horizonte utópico alternativo al orden imperante. La categoría sujeto cobra importancia dentro de la construcción de realidad social desde subjetividades emergentes. Se es sujeto, individual o colectivo, cuando se es capaz de reconocer los condicionamientos de su contexto y se construye voluntad y poder para superarlos desde prácticas orientadas por visiones de futuro diferentes a las hegemónicas. En este marco, el sujeto representa una potencialidad realizada en términos de alternativa de sentidos de lo social. Aunque en un sujeto se condensan las relaciones sociales predominantes, este, desde su praxis, también puede producir nuevos sentidos, relaciones y acciones. En nuestras investigaciones con movimientos y organizaciones también hemos visto pertinente acudir y ahondar en la categoría de sujeto social, dado que permite comprender dinámicas de transformación social que van más allá de lo personal o de la suma de individualidades. En primer lugar, no se trata de reivindicar la imagen de sujeto histórico propia de los metarrelatos teleológicos del cambio social, concebido “en términos de un actor genérico homogéneo determinado objetivamente, llamado a construir una única realidad y desde una única subjetividad” (Chanquía, 1994, p. 42). [44] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales El concepto de sujeto social, por el contrario, involucra diferentes instancias constitutivas y supone diversidad de universos simbólicos y, con ello, múltiples construcciones posibles de realidad. Para nosotros, un sujeto social es un nucleamiento colectivo que, al compartir una experiencia e identidad colectivas, despliega prácticas aglutinadoras (organizadas o no) en torno a un proyecto, convirtiéndose así en fuerza capaz de incidir en las decisiones sobre su propio destino y el de la sociedad. En un sentido similar, para Emir Sader (1990, p. 36) “el sujeto es una colectividad donde se elabora una identidad y se organizan las prácticas, a través de las cuales sus miembros pretenden defender sus intereses y expresar sus voluntades, constituyéndose en esas luchas”. En fin, “el sujeto, más que en una organización unificada, se expresa en una identidad colectiva. Esta supone la elaboración compartida de un horizonte histórico común y la definición de lo propio (el nosotros) en relación de oposición a lo que se reconoce como ajeno (los otros) […]. De esta manera, lejos de ser un agregado de individuos, se convierte en un espacio de reconocimiento común que trasciende a cada uno de ellos” (Zemelman, 1992, p. 15). Así, en las luchas y procesos sociales actuales, la configuración de sujetos sociales no se ha dado exclusivamente en los términos de clase social, también se han conformado actores sociales en torno a otras dimensiones como lo territorial, lo étnico, el género o las prácticas artísticas y culturales. Finalmente, abordamos algunos planteamientos del filósofo francés Jacques Rancière, acerca de la política, la democracia y el pueblo, los cuales comienzan a ser incorporados en nuestras conceptualizaciones, tanto por la convergencia de perspectiva (emancipadora, crítica, no esencialista), como por la potencia y pertinencia con nuestras propias búsquedas y preguntas (Torres, 2013a). Rancière (2010), parte de distinguir entre policía (policy) y política. La primera se refiere al “estado normal de las cosas”, al orden aceptado en el que se desenvuelven las políticas públicas y la institucionalidad, lo gobernable, donde todo tiene un nombre, un lugar, un procedimiento. En cambio, [45] Producir conocimiento desde la acción colectiva la política es un acontecimiento, una interrupción de la normalidad; ruptura que pone en sospecha los supuestos de lo ya ordenado y de la comunidad “admisible”. Por ello, la política es disenso, pues ocurre cuando irrumpen, los “sin parte”, los que han quedado por fuera, instituyendo litigiosamente un nuevo espacio común. En este sentido, el sujeto de la política es el demos, ese pueblo que no es el conjunto de miembros de la comunidad, ni las clases populares, sino los “incontados” que en ciertas ocasiones irrumpen para reconfigurar el espacio común, los contenidos de lo público y la expansión de lo posible. De este modo, el pueblo no es algo ya dado por su lugar en el orden social, sino que es un proceso de constitución de sujetos (“proceso de subjetivación” dice el autor). Dicha subjetivación no se limita a un proceso de “identificación” social o con un cuerpo de valores políticos, sino a la construcción siempre abierta y litigiosa de un sentido del nosotros y de lo común (Ranciere, 2006). Construcción de comunidad Otra categoría que ha venido cobrando fuerza en las investigaciones del grupo ha sido la de comunidad. Primero como crítica a la imagen ampliamente difundida de estar asociada a una población (por lo general, pobre) relativamente homogénea asentada en un territorio y que comparte necesidades, intereses y proyectos comunes. Dicha idealización de la comunidad, corriente entre activistas, líderes y acompañantes de procesos populares, se convierte en un obstáculo epistemológico y político a la hora de comprender y encausar procesos sociales organizativos y de movilización social, en la medida en que impide reconocer diferencias, tensiones, inflexiones y emergencias sociales. Sin embargo, dado el uso cada vez más extendido de las expresiones de comunidad, comunitario y común, por parte de los integrantes de organizaciones y movimientos sociales, especialmente [46] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales territoriales (indígenas, campesinos, indígenas), hemos asumido el desafío de resignificarlo en su potencial impugnador del capitalismo y de portador de sentidos emancipadores (Torres, 1997 y 2013). A continuación, sintetizaremos las líneas centrales de las construcciones elaboradas en este sentido, para luego señalar algunos de los hallazgos al respecto en nuestras investigaciones. La pregunta por los sentidos de comunidad en los movimientos sociales y organizaciones populares, implicó construir un concepto a la vez capaz de aprehender su singularidad histórica y su potencial emancipador. El sentido de lo comunitario que proponemos está asociado a otras perspectivas interpretativas que provienen, por un lado, de la conceptualización sobre “comunidad” en los inicios del pensamiento sociológico al entenderla como un tipo de vínculo social basado en la reciprocidad intersubjetiva (Tönnies, 1887) que confiere sentidos de pertenencia colectivos (sentido de comunidad); por el otro, por miradas de algunos filósofos políticos contemporáneos que ven en la comunidad un referente ético y político emancipador entre diferentes, comprometidos con una deuda que los mantiene unidos; y finalmente, en aquellos que reivindican su potencial instituyente, naciente e inaugural. En primer lugar, dentro del contexto europeo de expansión del capitalismo y su consecuente disolución de otras formas de relación social “tradicionales”, el sociólogo Ferdinand Tönnies, en su libro Comunidad y sociedad (1887), introdujo la noción de comunidad (gemeinschaft) como un modo de relación social típica esencialmente diferente y en tensión con la relación tipo “sociedad, propias de la racionalidad capitalista. Lo comunitario se refiere a un tipo de vínculo basado en nexos subjetivos fuertes: valores, sentimientos y voluntades basados en el parentesco, la proximidad territorial, las tradiciones y las creencias-convicciones comunes”. En términos de Robert Nisbet (1996, p. 71), “todas las formas de relación caracterizadas por un alto grado de intimidad personal, profundidad emocional, compromiso moral, cohesión social y continuidad en el tiempo”. [47] Producir conocimiento desde la acción colectiva Por su parte, las relaciones tipo sociedad (gesellschaft) se caracterizan por un alto grado de individualidad, impersonalidad y proceden del mero interés, su esencia es la racionalidad y el cálculo estratégico y su modelo es el contrato, propio de las relaciones económicas y políticas. La diferencia fundamental entre comunidad y asociación se sintetiza en que en aquella los seres humanos “permanecen esencialmente unidos a pesar de todos los factores disociadores”, mientras en esta “están esencialmente separados a pesar de todos los factores unificadores” (Nisbet, 1996, p. 106). Este concepto de comunidad fue retomado por Max Weber quien lo define como una relación en la que la actitud de la acción social se inspira en el sentimiento subjetivo de los partícipes de constituir un todo; los vínculos comunitarios también generan un sentido de pertenencia basado en “toda suerte de fundamentos afectivos, emotivos y tradicionales” (Weber, 1977, p. 33). Este sentido inmanente de comunidad, que sostiene la conexión emocional entre sus integrantes, es lo que Kant denominó “sentido común”, para referirse a esa “atmósfera emocional” que garantiza la unidad y compromiso mutuo entre los diferentes integrantes. El sentido de comunidad puede estar sostenido por diferentes condiciones sociales, culturales y subjetivas como el parentesco y el territorio, pero también en valores, ideales y visiones de futuro compartidas. Estas últimas son las comunidades intencionales, “surgen por la decisión de un grupo con el propósito deliberado de reorganizar su convivencia de acuerdo a normas y valores idealmente elaborados, en base a credos o a nuevos marcos sociales de referencia” (Calero, 1984, p. 14, citado por Torres, 2013). También reivindicamos la potencia de lo comunitario como sentido ético de la política, según lo expresan algunos pensadores contemporáneos. En efecto, a partir de una crítica a los comunitarismos fundamentalistas basados en la reivindicación de supuestas raíces telúricas y frente al envilecimiento y vaciamiento de la política predominante subordinada a la racionalidad del mercado y al cálculo [48] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales estratégico, el filósofo José Miguel Marinas (2006, p. 13) valora lo comunitario como una forma de reconsiderar la política desde la ética, “como el poder creador de valores y procedimientos que implica una visión no fundamentalista de lo político”. Otra perspectiva para abordar la comunidad es el que propone el italiano Roberto Espósito, quien al remitirse a su etimología pone de presente que en la palabra communitas, el sufijo munus, entendido como “don”, remite a una ausencia, a una obligación o deuda compartida y no a la posesión de algo en común. Así, comunidad, no es un conjunto cerrado de individuos que comparten algo en común (bienes, rasgos culturales, territorio o sangre), sino una forma de vida de sujetos singulares y autónomos, que participan voluntariamente de un compromiso, del que se hacen solidariamente responsables y al que hay que renovar cada cierto tiempo. Por ello, la comunidad también remite a lo inaugural, al potencial creativo de lo instituyente: el munus no es apropiable por poder alguno, más bien hace que las posiciones y las afinidades circulen, obliguen a la revisión continua, precisamente para no institucionalizarse. Este sentido de comunidad corresponde a ciertos momentos de efervescencia social y solidaridad que el antropólogo Victor Turner nombra como “comunitas”, categoría que antepone a “estructura”, lo instituido, lo ordenado; es lo que el sociólogo Francesco Alberoni llama “estado naciente” o momento creativo de la vida social, pero que el poder siempre buscará controlar, institucionalizar. En todo caso, lo comunitario es asumido por estos autores como posibilidad emancipadora de reinvención de lo social, de comienzo permanente (Torres, 2013). Para efectos de nuestras investigaciones hemos asumido lo comunitario como una clave analítica y política que permite reconocer en los movimientos y las organizaciones, aquellos procesos, acciones y experiencias que evidencian o promueven vínculos, significados compartidos y ambientes orientados a la solidaridad, la reciprocidad, el compromiso mutuo y la producción de sentidos de pertenencia, con el poder de cuestionar o constituirse como alternativa a la racionalidad capitalista. [49] Producir conocimiento desde la acción colectiva En las investigaciones donde hemos abordado lo comunitario se ha encontrado que las menciones explícitas a “la comunidad” aparecen asociadas a la población “local” a la cual pertenecen las organizaciones y en la que actúan las organizaciones. Lo comunitario, en cambio, tiene dos significados interrelacionados: uno, referido al carácter mismo de la organización que define su identidad, así como de los procesos asociativos y de movilización que gestan dichas “comunidades”; otro, al sentido político que orienta las acciones de las organizaciones, y que se refieren a una intencionalidad de construcción de cierto tipo de vínculos, valores y sentidos de pertenencia, y que afirman su autonomía y posicionamiento político, a la vez que lo diferencian de otros actores como el Estado y otras organizaciones locales. Por otro lado, también identificamos como “comunitarias” ciertas relaciones, actitudes y ambientes que se viven dentro de las organizaciones y en su relación con sus “comunidades”, basados en sentimientos de familiaridad, hermandad, amistad y compromiso mutuo, o en valores como la solidaridad. Así, podemos apreciar cómo la comunidad continúa siendo un referente y un valor muy presente en la vida y en la práctica de las organizaciones locales. Las reiteradas alusiones a la comunidad como población y territorio con los que interactúan, pero a la vez como orientación y valor a construir y defender desde la acción organizativa, confirman su sentido emancipador y de resistencia con respecto a fuerzas sociales y poderes que buscan imponer racionalidades propias del mundo del mercado y del orden estatal. Educación y pedagogía en movimientos y organizaciones sociales En seis de las nueve investigaciones realizadas como grupo en torno a procesos asociativos y de acción colectiva nos hemos planteado preguntas por lo educativo, lo formativo y lo pedagógico en los [50] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales movimientos y las organizaciones sociales. Desde la primera publicación de integrantes del grupo acerca del tema al presente (Torres, 1995) han pasado más de dos décadas. Con estos datos queremos señalar que como colectivo somos pioneros en este campo investigativo dado que a comienzos del siglo xxi era casi inexistente, salvo por la existencia de algunas publicaciones en Chile y Brasil (Bengoa, 1987; Martinic, 1993; Salete, 1988; Gohn, 1992). En efecto, las palabras educación y pedagogía tienden a convocar automáticamente el mundo escolar, a sus maestros y a los pedagogos que conceptualizan y aconsejan para mejorar las prácticas. En la actualidad hay mayor conciencia de la existencia de “otras educaciones”, pero hasta hace poco era extraño pensar en las organizaciones sociales y en la acción educativa como espacios, agentes o sujetos educativos, y menos aún suponer que desde allí pudieran generarse saberes y conceptualizaciones pedagógicas. Es lo que hemos tratado de hacer desde hace más de veinte años. A continuación, presentamos los aportes conceptuales que como colectivo hemos producido al respecto. Nuestro primer acercamiento fue reconocer a las organizaciones populares como espacios educativos informales (Torres, 1995) desde sus propias dinámicas cotidianas (Torres, 2004). Refiriéndose a los movimientos y organizaciones sociales en general, diversos autores coinciden en afirmar el carácter formativo que poseen para sus miembros, dado que en ellos se aprende a ver y a hacer la política de otra manera, así como a la creación de valores democráticos y de solidaridad social (Salete, 1988). En un trabajo colectivo en el que se sistematizaron un centenar de Proyectos de Acción Social y Educación Popular, Martinic define el sentido educativo de dichas experiencias asociativas, “cuando para resolver sus problemas se interviene en el campo de lo simbólico, actuando pedagógicamente en la organización de las relaciones y representaciones sociales” (Martinic, 1993, p. 34). También señala que las experiencias organizativas son espacios en los cuales se cuestionan o se afirman, se reproducen o se transforman [51] Producir conocimiento desde la acción colectiva conocimientos y orientaciones valorativas desde los cuales los sujetos interpretan su práctica social. Por ello, desde 1995 señalamos que las organizaciones populares son espacios privilegiados de desarrollo personal y aprendizaje. Por una parte, el individuo empieza a participar de una nueva identidad que lo enriquece ante sí y ante los demás, afirmando su autoestima; por otra, la persona encuentra en la organización un espacio afectivo y expresivo distinto al de su vida cotidiana personal. Además, su pertenencia al grupo le permite involucrarse en campos de saberes nuevos, adquirir nuevos valores y desarrollar habilidades. A estas experiencias educativas no convencionales generadas en la vida cotidiana de las organizaciones, las denominamos “prácticas educativas informales”, poseen una mayor intensidad comunicativa y están cargadas de afectividad. En cuanto a la fenomenología de estas prácticas formativas de la cotidianidad de organizaciones y movimientos, hemos reconocido algunos espacios y momentos con mayor potencialidad a juicio de sus integrantes. La potencialidad formativa de estos tiempos-espacios radica en que allí se propicia la reflexión colectiva sobre los sentidos y criterios que orientan el quehacer de las organizaciones, de la vida personal y familiar de sus integrantes y participantes de sus proyectos y de los problemas y acontecimientos del territorio local y del país. Entre estos espacios se destacan las reuniones generales (como asambleas y foros) y de trabajo de los grupos y comisiones, las celebraciones y festividades, las movilizaciones y encuentros con otras organizaciones. También son valorados como formativos otros momentos informales, propios de la cotidianidad organizativa, como los encuentros y conversaciones espontáneas, antes y después de reuniones formales y durante las actividades diarias. Los aprendizajes reconocidos en estas experiencias educativas informales tienen que ver con el manejo de información de los acontecimientos del país y el mundo, el conocimiento del funcionamiento del Estado, el manejo de derechos, [52] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales normativas y procedimientos propios del campo de acción de la organización (niños, jóvenes, salud, educación, arte, etc.). También ganan capacidades de pensamiento crítico y para hablar en público, tomar notas, ganar más autonomía y autoestima, valorar el cuidado de sí, adquirir valores solidarios, afirmar voluntades de cambio y afirmar compromisos (Torres, 2004). En el artículo “Aquí todo es educativo” (Barragán, Mendoza y Torres, 2006), que recogía los principales hallazgos de la investigación “Prácticas educativas y saberes pedagógicos en organizaciones populares”, se sintetizan nuevas conceptualizaciones del grupo acerca de lo educativo, lo formativo y lo pedagógico en movimientos y organizaciones. En primer lugar, que lo educativo en las organizaciones está asociado de manera explícita a las intencionalidades políticas, a los valores y visiones de futuro que orientan sus proyectos y acciones (Avendaño et al., 2003, pp. 209-244). En los casos estudiados, las influencias fundacionales de la educación popular, la teología de la liberación y los discursos políticos de izquierda marcan la identidad política y ética de las organizaciones. Por otro lado, dado que el énfasis de lo educativo está en las intencionalidades políticas, lo pedagógico no aparece como una categoría significativa recurrente en el discurso de las organizaciones; el énfasis discursivo ha estado más en lo metodológico, entendido como “los modos de hacer las cosas”. En aquellas que desarrollan programas educativos (preescolar, primaria, “jornada alterna”) y culturales (formación de actores, biblioteca) se tienden a crear espacios para la reflexión pedagógica, sean comités, comisiones o equipos responsables. En dichos espacios, además de gestar y discutir colectivamente las propuestas educativas, también se construye saber pedagógico que se plasma en la formulación explícita de principios y criterios metodológicos y didácticos. Junto a estos espacios y procesos explícitos de producción de saber pedagógico dentro de las organizaciones populares, a lo largo de la investigación se reconocieron otras dos categorías indispensables [53] Producir conocimiento desde la acción colectiva para comprender sus dinámicas educativas: lo formativo y lo cotidiano. Estos dos ámbitos de la vida de las experiencias organizativas, tan presentes y significativos para sus protagonistas, casi nunca se visibilizan en la reflexión pedagógica a pesar de que moldean su identidad y garantizan su continuidad en la organización. La formación en las organizaciones es entendida como el desarrollo de los valores, actitudes y capacidades coherentes con los propósitos y campos de acción de las organizaciones. Aunque en un comienzo se le identificó con formación de conciencia crítica frente a la realidad social, muy pronto se le incorporaron dimensiones éticas como el compromiso, la responsabilidad y la solidaridad, así como el desarrollo de capacidades críticas como leer los contextos, ser recursivos, ver “qué hay detrás” de los discursos, los acontecimientos y situaciones evidentes. Finalmente, la formación involucra la adquisición de habilidades para realizar bien su labor cotidiana, según el campo específico de acción (producción, salud, educación, gestión, etc.). Si bien es cierto que la formación no se recibe, sí implica mediaciones y estas son variadas, diversas: los formadores son mediadores humanos, lo son también las lecturas, las circunstancias, los accidentes de la vida. Para las organizaciones, la formación se garantiza a través del “acompañamiento” y seguimiento personalizado que realizan los integrantes “más formados” a los menos formados. A pesar de que no existe una reflexión o elaboración sistemática frente a los procesos de formación, hay un consenso sobre su carácter permanente e inacabado. Así, en todas las organizaciones existen unos espacios explícitos de formación –cursos, talleres, grupos de estudio–, pero esta no se agota allí: “en la organización todo forma”. Las reuniones de trabajo, la planeación y evaluación de actividades, las relaciones y actividades diarias, las movilizaciones, celebraciones y conmemoraciones, son valorados como formativos. Por ello, esta investigación confirmó lo señalado antes: la cotidianidad como un lugar privilegiado para comprender la dimensión pedagógica de las organizaciones, dado que garantiza su continuidad como institución [54] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales social, “dando forma” a los sujetos que participan de sus proyectos y actividades, a través de la transformación de sus esquemas interpretativos, valorativos, relacionales y prácticos. Dado que cada vez más las organizaciones y movimientos sociales más consolidados generan espacios, proyectos y programas educativos permanentes, en las investigaciones más recientes también nos hemos ocupado de dichas prácticas explícitamente educativas. Los hallazgos más significativos al respecto los hemos recogido en varios artículos (Aguilera, 2013; Aguilera y González, 2014; González, 2013; Torres, 2017) y a continuación los sintetizamos. Las propuestas educativas surgen como una “necesidad” y un “desafío” orgánico del movimiento social. En la medida en que las iniciativas educativas surgen y se construyen como resultado de una decisión política del movimiento, también asumen como propósito fortalecer sus principios y programas políticos. Un segundo rasgo que define la identidad de las propuestas educativas de los movimientos es que también justifican su emergencia a partir de la crítica radical al sistema capitalista, a la educación tradicional y al sistema escolar. Por eso, estas propuestas pedagógicas buscan identificarse como una política crítica y alternativa al orden instituido, capaz de construir nuevas formas de participación y democracia. Así, vemos cómo el carácter inicial y la identidad que asumen las propuestas educativas de los movimientos son principalmente políticos, es decir, se subordinan, buscan ser coherentes y potencian las orientaciones, finalidades y programas políticos de los movimientos, a la vez que toman distancia crítica frente a los sentidos, ideologías y valores predominantes en la sociedad que buscan transformar. Estas propuestas educativas se identifican y están orientadas por enfoques o construcciones pedagógicas alternativas, en particular por la educación popular. Por ello hay una explícita imbricación entre lo político y lo pedagógico en un horizonte crítico, emancipador y transformador. Otras tradiciones de pensamiento y de pedagogías emancipadoras que confluyen en las prácticas educativas de los movimientos [55] Producir conocimiento desde la acción colectiva sociales latinoamericanos son: las pedagogías socialistas, la teología de la liberación, las pedagogías “de movimiento, la pedagogía históricocrítica y la pedagogía de campo”. Como se ha señalado, la emergencia y la perdurabilidad de las iniciativas educativas están asociadas a los grandes propósitos y horizontes de futuro de las organizaciones y los movimientos, por ello los comparten y los promueven. Por otro lado, en la medida en que son propuestas educativas se estructuran como escuelas o universidades, y las orientaciones políticas y pedagógicas se traducen en fines y objetivos formativos explícitos. En primer lugar, hay que señalar que la elaboración de estas intencionalidades recae en manos de los movimientos y comunidades a través de sus estructuras e instancias de decisión, ya sean cabildos o autoridades propias (en el caso de las universidades indígenas) o de las asambleas y de los equipos de educadores. En segundo lugar, el contenido de los objetivos también está en función de la especificidad de los sujetos educativos (sean el movimiento o las comunidades en su conjunto, sus líderes y cuadros o estudiantes de base). En términos generales, los fines educativos formulados por las propuestas educativas apuntan simultáneamente a fortalecer los movimientos y sus organizaciones, formar los sujetos para estos y transformar las subjetividades individuales y colectivas. Las propuestas educativas traducen sus concepciones y finalidades educativas a través de proposiciones y sentencias que buscan orientar la acción práctica de los educadores. A estas ideas clave las hemos llamado principios pedagógicos, que asumen la forma de una orientación general y que sirven a modo de pauta para la acción, sin llegar a ser prescriptivos. Los más recurrentes, compartidos con la educación popular se refieren, a partir de la realidad de los educandos, a articular práctica y teoría, a la confluencia y diálogo de saberes, a la construcción colectiva del conocimiento, a la vivencia de relaciones horizontales y democráticas a la importancia de la mística del compromiso, a la formación pluralista crítica y creativa, a la evaluación crítica [56] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales permanente de acción y de la práctica formativa y a la investigación como principio educativo. Se destaca una práctica poco común en el mundo escolar formal: la construcción colectiva de currículos integrales y contextualizados. Los sentidos políticos, los fines formativos y los principios pedagógicos de estas instituciones educativas alternativas se expresan en la definición de los contenidos formativos (conocimientos, valores, habilidades, capacidades o competencias) que se definen como valiosos para la formación de los educandos, sean individuales o colectivos. Esta selección de contenidos se expresa, en todos los casos, en sus currículos. Si asumimos que todo currículo es una selección de contenidos, decidida desde unos criterios políticos y pedagógicos, las propuestas educativas de los movimientos sociales se convierten en uno de los escenarios principales a través de los cuales pueden impulsar sus idearios políticos, sus apuestas organizativas y el tipo de sujetos (individuales y colectivos) que pretenden formar. A diferencia de la educación oficial, fragmentada e insensible al contexto, los currículos construidos desde los movimientos sociales procuran ser coherentes con sus cosmovisiones y filosofía, integrales y contextualizados. Otro rasgo común es que los contenidos curriculares se abordan a partir de problemas, ejes o situaciones problemáticas relacionadas con sus propias realidades y prácticas. Esta perspectiva problematizadora se inscribe dentro de la tradición de la educación popular, el abordaje de los contenidos es activo, cuestionador de las verdades naturalizadas, generador de desafíos al pensamiento y a los saberes previos. En cuanto a sus metodologías de trabajo educativo, tienen como referencia los principios pedagógicos, la modalidad formativa (curso, taller, clase), la singularidad de los sujetos educativos y los contextos específicos donde se desarrollan. En todos los casos hay una preocupación permanente por la construcción teórica y práctica de la metodología de las propuestas. En los casos estudiados se da lugar [57] Producir conocimiento desde la acción colectiva preponderante al saber experiencial y se promueven estrategias pedagógicas basadas en las prácticas de campo, en la construcción colectiva de conocimiento, en el diálogo de saberes. Además, se privilegian las estrategias participativas, dialógicas, de interpelación e interacción con la práctica y las realidades de los participantes. Muchos de los encuentros y sesiones asumen la forma de talleres, se realizan recorridos, caminatas y visitas extramuros. Algunas experiencias incorporan dispositivos simbólicos (“mística”, rituales y eventos culturales), cuya preparación, desarrollo y ejecución son asumidos como educativos. Estas propuestas educativas generan espacios y momentos de reflexión pedagógica sobre los procesos y proyectos educativos. El desafío de construir otra educación y una alternativa pedagógica ha llevado a que los equipos de docentes y de coordinación de las propuestas destinen parte de su tiempo a evaluar, reflexionar y sistematizar sus experiencias con el propósito de ir produciendo cambios a lo largo de los procesos formativos y de generar el conocimiento pedagógico que dará la sostenibilidad y la coherencia a las propuestas. Las investigaciones (ya sean diagnósticos, sistematizaciones u otras formas de producción de conocimiento) también son consideradas experiencias educativas. Incluso en las universidades indígenas se incorpora dentro del currículo tanto la formación en producción sistemática de conocimientos como el intercambio con otros conocimientos y con otros investigadores provenientes de otros movimientos y culturas, como los de afroamericanos y los ambientalistas. Construcciones metodológicas desde la trayectoria investigativa Otra de las tendencias incorporadas al equipo de investigación sobre movimientos sociales y organizaciones populares es el uso de enfoques, modalidades y estrategias investigativas de carácter crítico y participativo. Nos asumimos como parte de la tradición crítica latinoamericana [58] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales que, a partir de la crítica a los paradigmas epistemológicos y metodológicos hegemónicos, ha venido construyendo perspectivas, metodologías y técnicas alternativas.13 Estas se caracterizan por promover la construcción colectiva de conocimiento, la participación de “no expertos” como investigadores, la ecología de saberes, la articulación entre conocimiento y acción y el empoderamiento de los colectivos y organizaciones sociales de base (Aguilera, González y Torres, 2013). Como las investigaciones se asumen como proyectos delimitados en el tiempo, que se articulan a procesos de acompañamiento educativo más permanente y a compromisos y apuestas políticas y pedagógicas de los investigadores con las organizaciones, hemos privilegiado modalidades de producción de conocimiento coherentes con estas premisas, tales como la reconstrucción colectiva de historias organizativas y la sistematización de experiencias. A continuación presentaremos cómo hemos entendido esta última modalidad investigativa, dado que es a la que más hemos acudido y en la que hemos hecho más aportes metodológicos. Finalizaremos sintetizando cuáles son los itinerarios más comunes en las investigaciones realizadas. La sistematización de experiencias organizativas y educativas Desde su emergencia en la década de 1970, la sistematización de experiencias no ha sido una metodología unitaria y homogénea. En efecto, han coexistido diferentes maneras de entenderla, así como razones para justificarla y perspectivas epistemológicas desde las cuales fundamentarla. De igual forma, son múltiples las maneras de operativizarla la metodológicamente (Torres, 1996). 13 Nuestras principales referencias al respecto han sido Fals Borda (1970, 1979 y 2009), Ibáñez (1997 y 1998), Santos (1998, 2006 y 2009) y Zemelman (1998, 2004, 2005 y 2009). [59] Producir conocimiento desde la acción colectiva La sistematización ya no puede verse solo como un momento de todo proceso investigativo, ni como la aplicación de la iap a la comprensión de prácticas sociales; es hoy un campo investigativo en construcción autónomo. Ello se evidencia en la existencia de redes y programas permanentes, en la proliferación de publicaciones especializadas, de eventos de formación y en la creciente demanda de asesorías y apoyos por parte de grupos e instituciones que desean sistematizar sus prácticas y experiencias. Para nuestro equipo investigativo la sistematización de experiencias se entiende como una “modalidad de conocimiento de carácter colectivo sobre unas prácticas de intervención y acción social, que a partir del reconocimiento e interpretación crítica de los sentidos y lógicas que la constituyen busca cualificarla y contribuir a la teorización del campo temático en el que se inscribe” (Torres, 1999). Esta conceptualización, desde la cual se han adelantado varias sistematizaciones, permite identificar algunos rasgos que la caracterizan (Mendoza, Rincón, Barragán, Sierra y Torres, 2002; Mendoza y Torres, 2013). Producción intencionada de conocimientos La sistematización exige posicionarse respecto a cómo se entiende la realidad a sistematizar, el tipo de conocimiento que es posible producir y la estrategia metodológica coherente con ello. Implica hacer un “alto en el camino” para definir las preguntas y ejes temáticos en torno a los cuales se llevará a cabo; exige además definir sus propósitos y diseñar una estrategia para reconstruir, analizar e interpretar la experiencia y socializar los avances. Producción colectiva de conocimientos Como modalidad participativa, la sistematización reconoce y contribuye a formar como sujetos de conocimiento a los propios actores involucrados en la experiencia. En tal sentido, supone un proceso [60] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales formativo permanente del equipo sistematizador, así como la toma de decisiones colegiadas durante todo el proceso de indagación. Reconoce la complejidad de las prácticas Las experiencias objeto de una sistematización son mucho más que la sumatoria de objetivos, actividades, roles y procesos organizativos pues están condicionadas por contextos políticos, culturales y sociales en donde se configuran formas de relación y de acción entre sujetos. La sistematización busca reconstruir la complejidad de las relaciones que constituye cada práctica, privilegiando los significados que los actores le atribuyen y reconociendo las tensiones que entre estos se presentan. La sistematización produce un relato descriptivo desde la experiencia En un primer momento la sistematización busca producir un relato descriptivo de la experiencia. Generalmente esto se logra desde la reconstrucción histórica y descriptiva de los temas acordados, a partir de las diferentes miradas y saberes de sus protagonistas y de otros actores. Mediante el uso de diferentes técnicas dialógicas y narrativas se construye un relato que describe, en su poliédrica realidad, la práctica objeto de la sistematización. Interpreta críticamente la experiencia El proceso sistematizador apunta a comprender los sentidos que constituyen una experiencia, los factores influyentes o instituyentes, relaciones institucionalizadas, así como las claves culturales, etc. La sistematización busca producir una lectura más allá de los relatos de sus actores, lo que supone fundamentar las bases teóricas del equipo sistematizador, el estudio permanente, la consulta a especialistas y la discusión a lo largo del proceso. [61] Producir conocimiento desde la acción colectiva Potencia la propia práctica y aporta a la teoría y al pensamiento crítico La sistematización tiene un interés pragmático: generar ajustes desplazamientos y transformaciones al proceso o práctica. De igual modo, busca que quienes se involucren en ella adquieran herramientas conceptuales, metodológicas y técnicas para producir conocimiento. Por otro lado, el conocimiento generado a partir de un proceso de sistematización contribuye a ampliar la comprensión que se posee sobre uno o varios campos, por ejemplo la formación de maestros, las organizaciones sociales, los programas de acompañamiento, entre otros. Además, aporta a la construcción de las perspectivas teóricas críticas de la sociedad y a la formación del pensamiento crítico de quienes participan. La investigación como proceso: nuestras rutas metodológicas A partir de nuestra experiencia en proyectos de investigación con movimientos y organizaciones sociales, hemos venido configurando unas rutas metodológicas que, sin ser rígidas, permiten visualizar ciertos momentos y decisiones investigativas ineludibles. A continuación, sintetizamos esos momentos que no son lineales, sino conjuntos de decisiones y acciones investigativas que se articulan para configurar y dar potencia a la construcción de conocimiento colectivo (Aguilera, González y Torres, 2013; Barragán y Torres, 2017). Punto de partida: consensos y articulaciones para dar inicio al proceso ¿De dónde surge el proyecto de investigación? No solo de los intereses académicos y de los campos conceptuales que los investigadores han venido configurando, sino también de los sujetos que hacen parte de las organizaciones. Aquí tanto investigadores como actores parten de [62] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales la necesidad de realidad (Zemelman, p. 200); se trata de que el sujeto colectivo en un determinado momento histórico y siendo consciente de tal contexto requiere comprometerse con construir un conocimiento. Los investigadores y los actores colectivos se reconocen ante el contexto que quieren conocer mejor. Basándonos en ello, los intereses del grupo por comprender su realidad, y sobre todo los criterios teórico-metodológicos que los guían, son la base para emprender los proyectos. En tal sentido, se trata de una articulación de necesidades de realidad y un esfuerzo por incorporar al sujeto en la investigación. Aquí es importante decir que la mayoría de investigaciones se interesan por el estudio de tres o más organizaciones sociales. De tal forma que tengamos la posibilidad de hacer lecturas conjuntas entre sujetos y experiencias organizacionales diferentes para producir conocimiento más articulado. En este punto de partida se llega a los primeros consensos sobre el porqué y el para qué investigar y se diseña el proyecto en donde tenga cabida la necesidad de realidad de los diferentes investigadores y actores. En este momento se realizan varias acciones: la primera es el contacto entre sujetos de las organizaciones y el equipo de investigación. En algunos casos se realizan reuniones para conocer las expectativas de cada quien e ir ajustando el proyecto, en otros se visita a la organización para saber qué se quiere e ir generando las condiciones necesarias y estableciendo acuerdos sobre los apoyos mutuos. Definición de las preguntas y estrategia metodológica de la investigación Establecidos estos acuerdos y condiciones se procede a definir los interrogantes que orientarán la búsqueda. A diferencia de las investigaciones convencionales en las que estos provienen de los marcos teóricos y analíticos de los investigadores, en las nuestras la decisión es más política que teórica: surgen del reconocimiento de las cuestiones “vitales” que se está planteando la organización en el momento. Es decir, es la lectura crítica de su presente la que posibilita la elaboración [63] Producir conocimiento desde la acción colectiva de las preguntas en torno a las cuales se organizará la investigación. A partir de estas preguntas centrales o ejes de indagación se elaboran preguntas específicas que orientan la reconstrucción descriptiva de la experiencia y el balance interpretativo de los hallazgos y aprendizajes. Como en otras investigaciones cualitativas y participativas, dichas preguntas pueden irse transformando a lo largo de la sistematización. Configuración del equipo y generación de condiciones institucionales y sociales Aunque en el momento anterior se han dado avances sobre quiénes de la organización van a hacer parte del equipo investigador, aquí se define el grupo que se constituye por los investigadores y por los actores interesados. Pero no es solamente para afirmar que existe apertura y participación, es más bien porque se generan mayores diálogos, confianzas, alternativas de interpretación y a la vez es la posibilidad de definir el “recorte de realidad”. En este momento se establecen las articulaciones iniciales sobre lo que se investiga y el papel de los sujetos investigadores y agentes del proceso Allí se consensuan objetivos, problemas e intereses a partir de los consensos, además se establecen vínculos y compromisos con las organizaciones que hacen parte del proyecto. También se realizan dos acciones puntuales: la generación de condiciones logísticas de tiempo, espacio y la configuración del grupo definiendo los actores responsables de trabajo. Frente a la primera acción, desde el equipo y con las personas que se tiene relación, se coordinan espacios de diálogo y presentación de la propuesta investigativa a los integrantes de la experiencia. Lo que se pretende es que los sujetos y las organizaciones participen, conozcan, ayuden a definir el proyecto y a configurar un grupo que viabilice la investigación dentro de la experiencia organizativa. Frente a la segunda acción, el diálogo y los acercamientos previos con la organización llevan a que algunos integrantes se comprometan a realizar la investigación y así se va definiendo el equipo. [64] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales Con el equipo ya establecido se enriquece el proyecto desde el planteamiento de temas, categorías, conceptos y ruta metodológica. En algunas ocasiones las categorías permanecen todo el proceso, en otras se van reconfigurando a medida que avanza el proyecto y se conocen más las experiencias y sus integrantes. En general, es el momento de crear las condiciones logísticas y académicas para dar inicio al proyecto con la participación de los actores que aporten desde diferentes roles a lo largo del proceso (información, escritura, interpretación, apoyo, socialización, etc.). Reconstrucción descriptiva y narrativa de los procesos y temáticas Este momento corresponde a la recuperación de las trayectorias organizativas, de los procesos potenciadores que han constituido las organizaciones y que propician la emergencia de sujetos/subjetividades instituyentes. Se trata de un espacio para la reconstrucción descriptiva de los procesos de la organización. De manera que se hace un acercamiento a la organización desde preguntas investigativas, se estudian documentos, se hacen entrevistas a los sujetos, se analiza la dinámica de la organización y con ello se establece una reconstrucción histórica de los procesos por los que ha pasado la experiencia organizativa teniendo en cuenta las voces de los actores y de las personas cercanas. Frente a las acciones, en este momento los integrantes del equipo realizan una revisión documental: consulta bibliográfica sobre antecedentes, trayectorias de las organizaciones sociales, trabajos investigativos; así como una indagación en archivos digitales que consiste en buscar en la red información de la organización. También se recurre a otras técnicas y estrategias como: Biografía, a través de la realización de historias y relatos de vida, entrevistas; Activación colectiva de la memoria, encuentros para recordar la experiencia; Encuentros pedagógicos y afectivos, reuniones con integrantes pasados y presentes; Interacción con los procesos, visita y observación a las organizaciones. [65] Producir conocimiento desde la acción colectiva La meta de este momento es la elaboración conjunta de un relato consensuado de la trayectoria histórica del movimiento u organización con respecto a las problemáticas y preguntas acordadas. En él deben visibilizarse los comienzos, las emergencias, las continuidades y rupturas vividos durante el proceso, y deben visibilizarse también las voces de los diferentes actores que participaron de la experiencia y de la indagación. Análisis de la información e interpretación de los hallazgos Los documentos de reconstrucción de la experiencia se convierten en el insumo central en este momento. Desde ellos se vislumbran categorías que pueden ser emergentes y potentes para la interpretación conjunta del proyecto, pero a la vez el documento se convierte en la primera escritura sobre la cual se dialoga con la experiencia y en la que se observan interpretaciones subyacentes. La interpretación de lo que se encontró es uno de los momentos más complejos, porque la información y las reconstrucciones que se han hecho hasta el momento muestran que los límites se corrieron más allá de lo propuesto. Es decir, que la pregunta de investigación, o los objetivos propuestos limitan, en cierta forma, la información obtenida porque al indagar sobre las subjetividades y no sobre un objeto se amplía el panorama de los significados que se le dan a la realidad estudiada. Por lo tanto, es clave tener el aparataje conceptual con el que se abordó el problema de investigación, pero a la vez tener la apertura intelectual para reconocer lo “novedoso”, lo emergente que muestran las reconstrucciones y que se sale del lente conceptual y categorial con el que se comenzó a leer. El rescate al sujeto permite observar aquello que no era muy evidente y que se puede comenzar a vislumbrar a partir de balances o conceptos que ayuden a preguntarse y, en cierta medida, a responderse por aquello emergente. También es un momento de relecturas y de acercamiento a otras miradas sobre lo que [66] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales se estudia. En tal sentido, el equipo consulta a especialistas y aborda textos sugeridos o que se han encontrado a lo largo de la investigación. A partir de estos hallazgos interpretados por sus protagonistas se podrá generar un nuevo diálogo con otros referentes conceptuales que permitan tanto a las organizaciones como a los investigadores potenciar las miradas y resultados encontrados. De tal suerte que el documento final produzca una lectura crítica que reconozca a los sujetos y su posición en el contexto. Más allá de los relatos de sus actores, de la reconstrucción de la experiencia y de dar supremacía al sujeto por encima de procesos históricos y estructurales, lo que se propone es hacer una reflexión e interpretación crítica de los procesos y categorías emergentes que han configurado la experiencia o el movimiento social como sujeto consciente del momento histórico y con voluntad de ser sujeto de experiencia. Síntesis de la socialización de resultados En este momento tendremos abundante información y documentos de diferentes experiencias que han sido elaboradas e interpretadas por las organizaciones y por el equipo de investigación. La idea es producir una síntesis de conocimiento que aborde la especificidad de las organizaciones y la generalidad de la interpretación. ¿Cómo se traduce lo encontrado en términos de producción de conocimiento para la socialización? La idea es construir una interpretación que le permita a los sujetos reconocerse en los análisis y asumir los retos que depara la lectura crítica de la experiencia organizativa. Este es un desafío importante porque se trata de condensar el conocimiento construido de manera sintética y didáctica. Es mostrar la emergencia de una realidad que está constituyéndose, que es inacabada y que está siendo construida por sujetos que plantean la necesidad de hacer otro mundo y de construir conocimiento. A la vez, es el momento de presentar los hallazgos a diferentes públicos, con el objetivo de articular y potenciar procesos. [67] Producir conocimiento desde la acción colectiva Frente a la síntesis del conocimiento, esta se guía por la interpretación que en este momento tiene como centro la enunciación de los hallazgos, de las conclusiones generales y de las recomendaciones para seguir el camino. Para ello se tienen como ejes estructurantes las categorías analizadas, las preguntas y los objetivos planteados en el proyecto general que han sido flexibilizados. Frente a la socialización tenemos experiencias de distinto orden: desde aquellas realizadas en las mismas organizaciones estudiadas que invitan a sus vecinos a escuchar en medio de un chocolate o una comida comunitaria, hasta aquellas que se realizan en recintos universitarios con académicos que discuten sobre lo encontrado. Pero lo más interesante en estos casos es lograr que en un mismo espacio converjan variedad de sujetos y niveles de formación. Balance y proyecciones del grupo Con lo expuesto anteriormente queda en evidencia cómo la consolidación de un grupo y una línea de investigación es el resultado de un proceso en el que confluyen tanto iniciativas personales y colectivas, como contextos institucionales que garantizan su viabilidad, así como la capacidad para establecer y vincularse a redes académicas y campos intelectuales. Nuestro grupo, en particular el colectivo que ha sostenido la línea de investigación expuesta, ha logrado sostenerse y aportar al campo de los estudios sociales, manteniendo algunas líneas de identidad, tales como: • Su sensibilidad a las problemáticas contextuales, en particular el de las luchas sociales y procesos asociativos. • Su insistente afirmación en el uso de metodologías participativas y perspectivas críticas de investigación. • La formación de nuevas generaciones de investigadores. • El respeto a la pluralidad y diferencias al interior del colectivo. [68] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales • El esfuerzo de construir sus propias conceptualizaciones y aportes metodológicos. • Su apertura a relacionarse con otros grupos y redes de investigación y pensamiento crítico. • Su empeño por sostener una continuidad en la publicación de los resultados de sus investigaciones y desarrollos conceptuales y metodológicos. • Un respaldo institucional representado en la asignación de horas a los docentes para el desarrollo de los proyectos y el apoyo en la realización de eventos para socializar resultados. Lo expuesto no significa que, como todo colectivo, haya tenido dificultades tales como la ausencia de un respaldo permanente de la Universidad al grupo, más allá del señalado previamente, lo que ha hecho que los espacios para la discusión construcción conceptual y metodológica deba hacerse en tiempos extras. Asimismo, la ausencia de espacios conjuntos para la construcción como grupo ha llevado a que las líneas actúen con independencia y con poca interlocución conjunta. Hecho este balance del recorrido y de la producción conceptual y metodológica del grupo Sujetos y Nuevas Narrativas en Torno al Estudio de los Movimientos y las Organizaciones Sociales, y la producción de subjetividades y comunidad desde sus prácticas educativas, y en razón a la invitación que se nos hace en la convocatoria, pasamos a plantear las proyecciones colectivas, en un primer lugar, como grupo en su conjunto y, en segundo, como equipo y línea de trabajo en torno al campo temático expuesto. Como grupo de investigación, en el actual Plan Estratégico (2016-2020), nos hemos propuesto los siguientes objetivos: 1. En cuanto a la producción de conocimiento y a socialización de sus resultados: [69] Producir conocimiento desde la acción colectiva • Consolidar las líneas de investigación del grupo a través del diseño y desarrollo de proyectos de investigación que cuenten con financiación interna y externa. • Publicar un libro con los desarrollos de cada una de las líneas del grupo. • Producir materiales de software y desarrollo tecnológico, relacionados con la producción del grupo. • Organizar eventos de socialización para cada una de las líneas. • Adelantar actividades de extensión cultural y proyección social. • Incidir en las políticas públicas relacionadas con los campos temáticos y las líneas de investigación del grupo. 2. En cuanto a la articulación y respaldo a programas de formación en la Universidad Pedagógica Nacional: • Fortalecer el programa de Maestría en Estudios Sociales. • Organizar el área de formación investigativa del programa de Licenciatura en Ciencias Sociales y los trabajos de grado de los estudiantes, desde las líneas de investigación del grupo. • Contribuir a la cualificación de la Licenciatura en Educación Comunitaria con Énfasis en Derechos Humanos. • Fortalecer el énfasis en “Educación, cultura y política”, del Doctorado Interinstitucional en Educación. • Fortalecer la formación de nuevos investigadores, en los programas de Licenciatura en Educación Básica con Énfasis en Ciencias Sociales, de la Maestría en Estudios [70] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales Sociales y del Doctorado en Educación, mediante la creación de semilleros de investigación. 3. Con respecto a la línea y equipo de investigación en torno al estudio de los movimientos y las organizaciones sociales y a la producción subjetividades y comunidad desde sus prácticas educativas: • Profundizar este balance de nuestros acumulados investigativos, conceptuales y metodológicos, con la realización de un seminario permanente de investigadores, durante el segundo semestre de 2017, abierto a otros colegas de la Universidad y de otras instituciones académicas e investigativas de la ciudad de Bogotá. • Publicar en el año 2018 un libro que dé cuenta de la trayectoria y de los aportes conceptuales y metodológicos del grupo, con respecto a la temática y en diálogo con este campo temático a nivel latinoamericano. • Realizar un evento académico internacional para intercambiar perspectivas conceptuales y estrategias metodológicas en torno a la investigación con movimientos y organizaciones sociales. • Fortalecer nuestra pertenencia a redes y articulaciones con otros grupos de investigación e instituciones académicas que trabajan temáticas similares, como es el caso de la riosal y el grupo de trabajo de clacso sobre metodologías participativas. 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Organizaciones AVESOL Centro de Promoción y Cultura (CPC) Instituto Cerros del Sur Corporación La Cometa 2003-2004 Saberes y prácticas pedagógicas en organizaciones populares urbanas 2004-2005 La construcción de conocimiento social en los movimientos sociales: el caso de la Asociación Nacional de Usurarios Campesinos (ANUC-UR) 2005-2006 Movimientos sociales, educación y formación de pensamiento crítico 2007-2008 Procesos de formación política y constitución de sujetos sociales en la Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra (ACVC) Reconstruir y analizar los saberes y las prácticas pedagógicas presentes en tres organizaciones populares de larga trayectoria en el campo cultural y social en Bogotá. Reconocer, a partir de la sistematización de experiencias, el lugar que ocupa la formación de conocimientos sociales en los espacios educativos de una organización nacional del movimiento social campesino, la ANUC. Analizar de qué manera los espacios educativos y las dinámicas propias de los movimientos sociales posibilitan formar en sus participantes el pensamiento crítico. Coordinadora de comités de defensa de derechos de niños y niñas Coordinadora de comités de defensa de derechos de niños y niñas CPC-FASOL Britalia Fundación Kerigma, Bosa ANUC FUNDAC Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra (ACVC). Producir conocimiento desde la acción colectiva [82] Anexo 1. Proyectos sobre organizaciones, movimientos sociales y educación del Grupo snncs Años Nombre 2011-2012 Educación en los movimientos sociales de América Latina 2013-2014 Formación política a partir de las memorias de la resistencia campesina en los Montes de María, la ANUC 1970-2012: una forma de construcción de territorio e identidad 2017 Experiencias pedagógicas para tramitar el conflicto en contextos de guerra desde sindicatos magisteriales Organizaciones Universidad Autónoma Indígena Intercultural (UAIIN) Amauta Wasi Coordinadora de Bachilleratos Populares en Lucha CONTAG CON-VIVAMOS (Medellín) Corporación Chontaduro (Cali) ACIT (Cauca) ANUC ASOINCA ADIDAS (Cauca) (Antioquia) [83] Grupo de investigación Sujetos y nuevas narrativas en investigación y enseñanza de las ciencias sociales 2013-2014 Formación de subjetividades, sentidos de comunidad y alternativas políticas en procesos organizativos locales Objetivo general Comprender el potencial instituyente presente en las experiencias educativas de los movimientos sociales en América Latina respecto a la emergencia de subjetividades, saberes pedagógicos, conocimientos y/o epistemes emancipadoras y formas de sostenibilidad de las experiencias educativas alternativas. Comprender de qué manera los procesos organizativos locales posibilitan la formación de sujetos y la emergencia de subjetividades instituyentes, la construcción de nuevos sentidos de comunidad y de alternativas políticas. Analizar las memorias que los campesinos de la región de los Montes de María han construido sobre las luchas por la tierra y el territorio, llevadas a cabo por la ANUC, evidenciando su articulación con los procesos de formación política. Comprender y potenciar algunas experiencias pedagógicas para tramitar el conflicto, gestadas desde dos sindicatos magisteriales. Este libro fue editado por el Grupo Interno de Trabajo Editorial y la Subdirección de Gestión de Proyectos-ciup de la Universidad Pedagógica Nacional, se compuso en caracteres Minion Pro y fue impreso por Xpress Estudio Gráfico y Digital S.A., Bogotá D. C., Colombia. Más de cuarenta años de investigación educativa del país se expresan hoy en los aportes que la Universidad Pedagógica Nacional ha hecho a través del CIUP. En este proceso, la trayectoria de los grupos de investigación, algunos de los cuales registran su existencia desde 1978, ha evidenciado la amplia y prolífica producción académica de los profesores, la cual ha sido difundida a través de diferentes medios (digitales e impresos) y variados escenarios de discusión. Con el propósito de hacer un balance de esta producción intelectual y de visibilizar la trayectoria investigativa de los grupos de la Universidad, el Centro de Investigaciones–CIUP, el Grupo Interno de Trabajo Editorial y el Comité de Publicaciones invitaron a los grupos de investigación a formar parte de la Colección CIUP 41 años y finalmente quince grupos de la Universidad atendieron esta iniciativa, que responde a los propósitos establecidos en el Plan de Desarrollo Institucional 2014-2019: Una universidad comprometida con la formación de maestros para una Colombia en paz.