25 En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, que hayas escondido estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las hayas revelado á los niños.
1 Corintios 11 1 SED imitadores de mí, así como yo de Cristo. 2 Y os alabo, hermanos, que en todo os acordáis de mi, y retenéis las instrucciones mías, de la manera que os enseñé.
16 Con todo eso, si alguno parece ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios. 17 Esto empero os denuncio, que no alabo, que no por mejor sino por peor os juntáis.
21 En aquella misma hora Jesús se alegró en espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, que escondiste estas cosas á los sabios y entendidos, y las has revelado á los pequeños: así, Padre, porque así te agradó.
Mas ahora, un solo rayo de sol que, entrando por mi ventana, llega a calentar mis pies, me encanta de una manera indecible, las gracias de un niño me admiran, me entretengo y alabo a Dios cuando contemplo las hojas de una flor y me río con las piruetas que hace mi gato al jugar con una bolita de papel que le echo a rodar por el suelo.
Ande quiera es Centurión amigo de sus amigos, terror de los enemigos y criollaso de riunión; no soy manso pa el facón y lo que es pa barajar, como pulga en el picar de listo, soy rajacuero; y pa más, soy el puestero del estrangis más bosal. Don Fruto me retrucó con voz rellena y muy juerte, ¡alabo mucho su suerte y sépase quién soy yo!
De la enemiga tribu prisionero y próximo a sufrir muerte cruenta, atado al tronco el índico guerrero las breves horas de su vida cuenta; inmóvil, silencioso y altanero, no a sus contrarios apiadar intenta; su suerte acepta; y de la turba impía desdeñoso la saña desafía; en lo pasado engólfase su mente largo tiempo, al rumor que en la enramada forma el viento que le habla tristemente de su selva, su choza y de su amada... Levanta, alabo, la inclinada frente; centellante recorre su mirada de sus verdugos el salvaje coro...
Siguieron cruzando calles, tomando señas en unas, equivocándose en otras, como quien camino busca, y al cabo de muchos pasos y equivocaciones muchas, llegaron frente una casa de una callejuela obscura. —Aquí vive, dijo el Duque. —¿Quién? —¡Alabo la pregunta! —¿Me habéis dicho adónde vamos? —¿No?
Pos conforme te iba diciendo, Rosario jizo seis el retrato de tu nueva surtana, se metió la mano en aquer proigio que Dios le puso por pecho, y na, que se sacó de él otro retrato y le soltó un beso al otro retrato, que es el de un gachó que yo conozco y que vale tanto como tú, y coste que en esto ni te ofendo ni te alabo.
Tantos fueron, que al fin me condujeron A oírlos con glacial indiferencia, Y en mí esta indiferencia produjeron Con que miro las cosas (y en conciencia, Aunque cual gran calamidad la lloro, No la puedo oponer gran resistencia). Alabo el bien y a la verdad imploro; Mas despierto con otra ventolera, Y el mal ensalzo y la mentira adoro.
¿os alabaré? En esto no os alabo. 23 Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fué entregado, tomó pan; 24 Y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed: esto es mi cuerpo que por vosotros es partido: haced esto en memoria de mí.
MEDEA Creonte me destierra de Corinto. EGEO ¿Y Jasón lo consiente? No alabo su conducta. MEDEA Si le oyes, no es así; pero su corazón lo desea.