Y tú, alado ministro de venganza, tú que segaste en flor nuestra esperanza, ve a decir a los pueblos enemigos que la ira celestial se ha serenado; que ya el Señor nos llama sus amigos, que él solo nuestra fuerza quebrantaba, que hoy su poder conforta nuestro brazo.
De entonces data la victoria que desvió el carro alado de Halios, a fin de que, abandonando la via occidental del Urano, retrocediese hacia Aos en un solo caballo.
"¡Profeta! -grité -, ser malvado, profeta eres, diablo alado! ¿Del Tentador enviado o acaso una tempestad trajo tu torvo plumaje hasta este yermo paraje, a esta morada espectral?
"¡Profeta! -grité -, ser malvado, profeta eres, diablo alado! Por el Dios que veneramos, por el manto celestial, dile a este desventurado si en el Edén lejano a Leonor, ahora entre ángeles, un día podré abrazar".
En esto dicen la verdad, porque el poeta es un ser alado, ligero y sagrado, incapaz de producir mientras el entusiasmo no le arrastra y le hace salir de sí mismo.
En tanto que pasaban estas cosas, y el gato en sus amores discurría con ansias amorosas (porque no hay alma tan helada y fría, que Amor no agarre, prenda y engarrafe), Y el más alto tejado enternecía, aunque fuesen las tejas de Getafe, y ella, con ñifiñafe, se defendía con semblante airado, aquel de cielo y tierra monstro alado que...
En nuestro amor se entromete el Código para convertir en obligaciones imprescindibles nuestros más gustosos sacrificios. Los sentimientos se transforman en preceptos, el misterio alado en palpable realidad.
Llena de ignominia invoca a Themis, hija de Zeus, defensora de los juramentos, que la arrastró a la Hélade enfrente de su patria, atravesando de noche los mares hasta llegar a este alado y marino estrecho, de dificil paso.
EL CORO: Estrofa I ¡Pluguiera á los Dioses que estuviese yo bajo altas cavernas, y que un Dios hiciese de mí un pájaro alado entre la bandada voladora de las aves!
No a la soberbia está aquí la mentira dorándole los pies, en cuanto gira 130 la esfera de sus plumas, ni de los rayos baja a las espumas favor de cera
alado.
Luis de Góngora y Argote
Eros encanta á aquel cuyo corazón furioso invade, alado como es y brillante de oro; encanta á la naturaleza de los animales que habitan en las montañas y de los que están en el mar ó nutre la tierra, y de los que Helios ilumina con su esplendor, y de los hombres.
En esta pues fiándose atractiva, del Norte amante dura,
alado roble, no hay tormentoso cabo que no doble, 395 ni isla hoy a su vuelo fugitiva.
Luis de Góngora y Argote