¡Qué triste pago! ¿Acaso es el destino del que da placeres consumados y al final siempre lo escupen solo...
apestado? ¿Qué culpa tienes tú, mi vomitona, si eres mea culpa? POEMA DEL SUICIDA QUE HABÍA MUERTO TANTAS VECES Y QUE HARTO DE TODAS SUS MUERTES, QUERÍA ACABAR POR FIN CON ESA CLASE DE VIDA.
Antonio Domínguez Hidalgo
Como a nadie se le ocurría nada distinto al empleo de la fuerza y su inevitable derramamiento de sangre, lo que conduciría inevitablemente a una terrible lucha, Marco Menenio y Quinto Publilio, tribunos de la plebe, hablaron así: "¿Por qué estamos convirtiendo lo que debería ser un conflicto entre el Estado y un ciudadano apestado en una lucha entre patricios y plebeyos?
También abandonaron la formación política más de un centenar de otros cargos directivos del partido, entre otros el Ministro de la Sociedad Civil y de Relaciones con el Parlamento, Lemrabott Ould Benahi., AFP, 17 de agosto de 2008 Los diarios más importantes de Mauritania acogieron de forma diversa el golpe de Estado. Biladi indicó que por vez primera «el país puede aparecer como un apestado entre las naciones».
La ilusión del hospital nunca fue tan verdadera. Aquí el aire está apestado de jerigonza y las dosis concuerdan. Desde un dedo que se ha torcido hasta un tórax abierto se puede ver todo.
Asimismo, en Caballeros sin esperanza Pellecer incluye un artículo sobre «El soldado del pueblo», criticando a los partidos comunistas de Cuba, Argentina, Checoslovaquia, Hungría y de la Unión Soviética, por haberlo tenido como un apestado tras su derrocamiento, mientras que cuando fue presidente habían ofrecido apoyar la revolución guatemalteca..
Embarcados en la urca real Redemptora, al bergantín Monte Carmelo y al jabeque La Soledad, llegaron los cautivos españoles hasta Alicante, puerto en el cual no fueron autorizados a desembarcar por provenir de un país declarado apestado.
Originalmente tenía cinco colas, hasta que perdió una en su primera pelea contra Dyna Race, convirtiéndose en un apestado para su clan y desarrollando un odio contra Dyna Red.
Ante la negativa de casarse con Griselda, Elfric despide a Merthin antes de que termine el aprendizaje, con lo que el joven se convierte en un apestado social.
Ningún cubano honrado se humillará hasta verse recibido como un apestado moral, por el mero valor de su tierra, en un pueblo que niega su capacidad, insulta su virtud y desprecia su carácter.
Todo el mundo estaba alarmadísimo, a mí no me dejaron ustedes salir de casa en una porción de días y hasta tomaba el agua hervida. Todos huían los unos de los otros, y si se veía a alguien de luto reciente era como si estuviese apestado.
Todo el mundo notó que Montenegro estaba cambiado; pero como su ropa era cada vez más haraposa, le tenían lástima desde lejos, y muchas veces permanecía en la reunión solo en un rincón de la sala, al cual nadie se acercaba, lo mismo que si allí hubiese un apestado.
Sus compañeros de camarote huían despavoridos; sus comensales le relegaban a un extremo desierto de la mesa, o se iban furiosos. Se le rechazó, se le aisló, se le encepó; era un apestado, era la peste.
En la vida intelectual, lo mismo que en el toreo, apestado también de formalismo, hay que recibir la alternativa de manos de los viejos espadas; to demás no se sale de novillero.
Hacia 1950 comienza a trabajar en un proyecto de novela y abandona momentáneamente su actividad poética. La novela, con el tiempo, será su primer libro, Perorata del apestado.
El tiempo que permaneció ingresado fue para él una dura prueba que le dejó recuerdos indelebles de sufrimiento y que le servirá como fundamento para la escritura de su primera novela, Perorata del apestado (Diceria dell'untore), que no se publicará hasta 1981.
Tras Perorata del apestado, Bufalino emprendió una prolífica y brillante carrera que se interrumpió dramáticamente en 1996, cuando murió en Comiso a consecuencia de un terrible accidente de circulación.
En España, la editorial Anagrama ha publicado toda su obra traducida al castellano: El hombre invadido (1988) Perorata del apestado (1989) Las mentiras de la noche (1990) Qui pro quo (1992) Argos el ciego (1993) Calendas griegas (1993) Tommaso y el fotógrafo ciego (1998) El guerrín mezquino L.