Sócrates: Luego, Eutifrón, ¿lo santo es lo que obtiene el favor de los dioses, y no lo que les es útil ni lo que es amado de ellos? Eutifrón: No, yo creo que por cima de todo está el ser amado por los dioses.
Sócrates: Lo santo, a lo que parece, es aun lo que es amado por los dioses. Eutifrón: Sí, por cima de todo. Sócrates: ¡Hablándome así extrañas que tus discursos muden sin cesar, sin poder fijarse!
Y el rey de Persia está en este concepto tan por cima de los reyes de Lacedemonia, que jamás se ha sospechado que la reina pueda dar a luz un príncipe que no sea hijo del rey, y por esta razón jamás se ha guardado, siendo su única guarda el temor.
Si alguna vez estás triste, si ninguna esperanza angustia tu alma con la expectación del futuro, si el tono de tu alma elevada y contenta de ella misma se mantiene igual noche y día, has llegado a la cima del bienestar humano.
¿No te propondrías más bien superar a los mejores pilotos de los enemigos, en lugar de medirte, como haces ahora, con los tuyos, por cima de los cuales debes sobresalir tanto, que no sólo crean que no pueden disputarte el puesto, sino que reconociéndose inferiores no piensen más que en combatir con los enemigos bajo tus órdenes?
Dejó entonces el signo de su existencia, la Fuerza Envuelta, así llamada: su faz no se manifestaba, sino que estaba envuelta; no se la desenrollaba: a costura no aparecía porque se la envolvía sin visible. Así ordenaron ellos cuando se desvanecieron en la cima de la montaña.
He aquí una acusación que está fuera del alcance del pueblo, que no comprenderá jamás que pueda ser justa, en términos que un hombre ordinario tendría mucha dificultad en sostenerla. Un hecho semejante estaba reservado para un hombre que ha llegado a la cima de la sabiduría.
Érase una vez dos gallos: uno, en el corral, y el otro, en la
cima del tejado; los dos, muy arrogantes y orgullosos. Ahora bien, ¿cuál era el más útil?
Hans Christian Andersen
Pero cuando hubieron subido al árbol, el árbol creció, su tronco engrosó; y cuando Maestro Mono, Maestro Simio, quisieron bajar después, no pudieron descender de la cima del árbol.
Desde la cima del árbol dijeron: “Oh, hermanos menores nuestros, ¿cómo ha pasado esto? Tened piedad de nuestros rostros. He aquí que este árbol espanta a los que lo miran, oh hermanos menores nuestros”; dijeron desde la cima del árbol.
Fray Ambrosio reía jovial, mientras los clérigos me miraban por cima de los espejuelos, con un gesto indeciso en la boca desdentada.
En el curso de mi vida política he dado suficientes pruebas de que no aspiro al poder, á cargo, ni empleo de ninguna causa; pero he contraido también graves compomisos para con el país por su libertad é independencia, para con mis compañeros de armas, con cuya cooperación he dado cima á difíciles empresas, y para conmigo mismo, de no ser indiferente á los males públicos.