Con la ayuda de su mentor, Pedro Lozano, comenzó por adaptar la Universidad a lo aprendido en Padua, desterrando las explicaciones farragosas por clases de anatomía donde los alumnos y el profesor asistían a la disección del cuerpo, y en el aula estaba presente, por vez primera, un esqueleto humano completo.
Se trataba de una escritura más industrial que literaria, elaborada en pequeñas hojas o en las partes bajas de los diarios; muchas veces se seleccionaba una serie de estampas en grabado sobre escenas sensacionalistas y el argumento se improvisaba sobre ellas; la acción se dilataba con expresiones farragosas para ampliar el papel (y por tanto el dinero a pagar), imitando y copiando a mansalva de modelos extranjeros o españoles como Eugenio Sue o Paul Féval, y se escribía tan rápido a causa de la urgencia de la edición que los folletinistas se llamaban a sí mismos "escritores al vapor"; muchos colaboraban entre sí e incluso algunos llegaron a aprender taquigrafía para escribir más rápido al dictado.
Lo más parecido que llegó a expresar está en el libro Cosmos, donde habla de "miles y miles de millones": Sin embargo, su frecuente uso de la palabra billions, enfatizando la pronunciación de la "b" (de forma intencionada para no recurrir a alternativas más farragosas, como decir billions with a "b", para que el espectador distinguiese claramente dicha palabra de millions --millones--), le convirtieron en el blanco favorito de humoristas como Johnny Carson, Gary Kroeger, Mike Myers, Bronson Pinchot, Penn Jillette, Harry Shearer, y otros.