¡Muéstrame que tú no eres de los lascivos y ambiciosos! Ay, existen tantos grandes pensamientos que no hacen más que lo que un fuelle: inflan y se hacen más vacíos.
Los pelos erizados Del labio relamía. Cuando andaba Con su peso chafaba La yerba verde y muelle; Y el ruido de su aliento semejaba El resollar de un
fuelle.
Rubén Darío
Un vecino, el herrero, quiso enseñarle su industria; pero como entonces era tan débil, casi un armazón de huesos, y en el
fuelle tenía que echar el bofe, se puso enfermo, y volvió al conventillo.
Rubén Darío
Larrea gustaba mucho de la sociedad, y lamentándose de tener que imitar a los cartujos en lo de comer sin chistar, fijose en el huésped que roncaba como
fuelle de órgano.
Ricardo Palma
28 Todos ellos príncipes rebeldes, andan con engaño; son cobre y hierro: todos ellos son corruptores. 29 Quemóse el fuelle, del fuego se ha consumido el plomo: por demás fundió el fundidor, pues los malos no son arrancados.
Los fantasmas suelen deambular preferentemente en las noches de invierno, cuando los vecinos se quedan en sus casas, pero a la sazón era verano, un verano de plomo derretido que mantenía en fusión el fuelle del viento norte.
¡Ah! ¡Arriba, dignidad! ¡Sopla, sopla de nuevo, fuelle de la virtud! ¡Ah! ¡Rugir una vez más aún, rugir moralmente, como león moral rugir ante las hijas del desierto!
Fuertes manotazos en las nalgas hasta que el trasero arde. 119. La hincha con un fuelle de herrero por el agujero del culo. 120. Le da una lavativa de agua casi hirviente, se divierte con sus contorsiones y eyacula sobre su culo.
¡Si, al verla entrar, la marquesa hiciese un gesto de contrariedad, de desagrado! El corazón fatigado de la profesora armaba un ruido de
fuelle que la aturdía...
Emilia Pardo Bazán
-Pos me lo ha dicho Cachorrito, que se trompezó con Pedrote jace una miaja, y como el Pedrote diba como el que va por los Santos Olios, pos Cachorrito le preguntó que aónde diba resollando como un fuelle, y, el otro le dijo que diba en busca de su amo, por si su amo quería tirar a una liebre a la que le tiée la mar de ganitas y a la que él había visto por casolidá meterse en una camá, y como el Cachorrito es mi vivo, al trompezarse conmigo, pos el hombre me contó lo que yo sus he contao, diciéndome que me lo contaba por si a mí me convenía.
¿Vives aún, niña doliente? Te irás; llegará un instante en que el fatigado fuelle de tus pulmoncitos echará su último soplo. Sí; esta atmósfera es aún irrespirable.
La corneta había lanzado en el patio las prolongadas notas del toque de silencio; en los corredores sonaban con monótona igualdad los pasos de los vigilantes, y de las cerradas cuadras, repletas de carne humana, salía un rumor acompasado; semejante al
fuelle de una fragua lejana o a la respiración de un gigante dormido; parecía imposible que en aquel viejo convento, tan silencioso, cuya mina resultaba más visible a la cruda luz del gas, durmiesen mil hombres.
Vicente Blasco Ibáñez