Los rivales de TOPILTZIN seguían combatiéndolos y el debilitado señor viendo que se apoderaban paso a paso de sus tierras, quiso hacer las paces, pero aquéllos no lo aceptaron. Además una gran peste se había desatado y arrasaba lo último que aun existía de la grande TOLLAN.
La sed de oro y el carácter duro de muchos españoles (no todos eran de elevadas clases sociales, donde por lo general se cultivan los sentimientos de suavidad y delicadeza), tenían que traer como consecuencia estos abusos. LA PESTE DE VIRUELAS Hemos hecho mención de que hacia el año de 1590 había cesado en parte el trabajo de las minas.
De lo que huyo, repito, como de la
peste, es de que me clasifiquen, y quiero morirme oyendo preguntar de mí a los holgazanes de espíritu que se paren alguna vez a oírme: «Y este señor, ¿qué es?» Los liberales o progresistas tontos me tendrán por reaccionario y acaso por místico, sin saber, por supuesto, lo que esto quiere decir, y los conservadores y reaccionarios tontos me tendrán por una especie de anarquista espiritual, y unos y otros, por un pobre señor afanoso de singularizarse y de pasar por original y cuya cabeza es una olla de grillos.
Miguel de Unamuno
Echó la justicia mano De Sirena y de la gente Que halló en su casa; crecieron Los procesos como peste, Y concluyóse la causa Al concluir nueve meses, Y en ella los que quedaron Pagaron por los ausentes.
75 Pues se cuenta que otrora, por una cruel peste obligada de la muerte de Androgeón los castigos a expiar, unos elegidos jóvenes a la vez, y la honra de las doncellas, la Cecropia había solido dar de festín al Minotauro.
Merwin habla desaparecido, y sería inútil decírselo a la gente que vivía en aquellos alrededores y que huían de los Gardner como de la peste.
R.-El govierno despótico es mil veces peor que la peste misma, es la ignominia; es la afrenta de los hombres, esclavos y envilecidos que lo sufren y lo permiten.
Para purgar el mundo de esta peste no requirió el paladín cadena: le presta el árbol mismo la maroma que para atarlos por las barbas toma.
---¿Tambien el suyo vuestra gente ignora? ---No hay de mi gente ahora Ni un individuo, todos perecieron A manos de una peste asoladora.
¿Cómo es que así has reptado en mí, y aun mis entrañas abrasando, ay, triste de mí, me arrebataste todos nuestros bienes? Me los arrebataste, ahay, cruel veneno de nuestra vida, ahay, peste de nuestra amistad.
Viste y abriga al hombre nuestra lana; el carnero es su vianda cuotidiana; y cuando airado envías a la tierra, por sus delitos, hambre, peste o guerra, ¿quién ha visto que corra sangre humana?
Agravios a dos Caciques. Explotación del Indio. La Peste de Viruelas. Petición de Esclavos. Negros para las minas CAPITULO V IMPUESTOS Y CAJAS REALES: Petición del Diezmo.