rauda


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Sinónimos para rauda

cementerio

Sinónimos

Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos Vox © 2022 Larousse Editorial, S.L.
Ejemplos ?
Me falta la razón, mi pensamiento se ofusca, se oscurece, pierde el brío, y se apodera de él delirio lento!... Y el eco se repite, el eco impío de esa insólita voz desgarradora que rauda el huracán lanzó bravío!
¡Qué hermosas son tus hijas, estrellas de tu cielo, palmeras de tus valles, claveles de tu abril, ensueños de la Arabia perdidos por tu suelo, tal vez náyadas blancas salidas del Jenil! ¡Qué rauda y soñadora se eleva la poesía que beben de tus labios los hijos de tu amor!
Y ¡cómo el Rey le acaricia, y en su palma le coloca, y esponja el ave sus plumas agradecida y gozosa! Lánzala, y rauda se eleva; la llama, y se abate pronta: dijeran que oye y comprende las palabras de su boca.
Alma que de frágil polvo pura y rauda se desprende y ansía goces misteriosos y busca el puro deleite, de una santa inspiración, ideal, sublime, leve, impalpable, misteriosa, como la luz, como el éter.
Entre una luz y los lienzos cruza a veces una sombra que, sobre ellos destacada, parece bien que se asoma; y a veces, inmoble y fija, cubre la ventana toda, cual si estorbar pretendiera paso a la vista curiosa; a veces semeja un hombre que, vuelto el rostro a la antorcha, dibuja un bulto sin gesto que descansa en una gola; y a veces, rauda pasando, de un rostro el perfil contorna, de agudo y crespo bigote que con la gorguera toca.
Cuenta la leyenda que anida en Arabia, y que cada cien años se da la muerte abrasándose en su propio nido; y que del rojo huevo sale una nueva ave Fénix, la única en el mundo. El pájaro vuela en torno a nosotros, rauda como la luz, espléndida de colores, magnífica en su canto.
Unos, muy pagados de sus planas, estiran el pico, ladean la cara a medida que escriben; hay una rauda pendolista que...
El alma que perdió su lozanía y fuerza soberana, junto con su ilusión y su alegría, allá en la estéril sociedad humana, en tu repuesto asilo, en tu seno tranquilo feliz respira al fin; sus ya enervadas alas despliega, y remontando el vuelo, halla para espaciarse un vasto cielo, y recobrada la calor perdida, con vida nueva torna a amar la vida; así el ave, encerrada dentro la estrecha jaula, se entristece, pierde luego el vigor desalentada, y en su prisión doliente desfallece; pero si encuentra acaso la salida que en su afán vigilante vio cerrada, dejando libre paso a la partida, rauda se lanza a la región del viento, y el orgulloso vuelo desplegando se espacia por el ancho firmamento.
Rompen las cajas con marcial ruido; la legión se desprende de su estanza, y rauda marcha con el rostro mismo, con que otro tiempo a encantador recreo.
Y el ave americana Soltó de nuevo el turbulento vuelo, Cruzando rauda la extensión vacía ¡Y fue a buscar al águila francesa Entre el estruendo de la lid bravía!
Y así, cuando de tanta alevosía llegó la rauda nueva a nuestro oído, ninguno darle crédito quería, y el hecho torpe reputó fingido.
Tú no has pisado el «campo de terciopelo y seda»; ni respiraste el «fresco cefirillo que juega de los sombríos bosques con la enramada espesa»; ni la cascada viste que «rauda se despeña en el profundo abismo desde la altura inmensa...