velar

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  • verbo

Sinónimos para velar

Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos Vox © 2022 Larousse Editorial, S.L.
Ejemplos ?
Y dominado por la invencible languidez que embargaba sus miembros, iba a reclinar de nuevo la cabeza sobre el césped, cuando tornó a oír el eco distante de aquellas misteriosas voces, que acompañándose del rumor del aire, del agua y de las hojas, cantaban así: CORO - El arquero que velaba en lo alto de la torre ha reclinado su pesada cabeza en el muro.
Nadie se ocupó de preguntar el porqué. La misma discreta niebla que velaba sus escritos se extendía sobre los datos biográficos. Si no da la casualidad de que mi amigo Dávalos, por especiales circunstancias, se entera y me lo refiere, siempre hubiese ignorado la razón de que Hojeda de las Lanzas no llegase a disfrutar, habiéndolo obtenido, lo único con que había soñado la vida entera.
El príncipe inclina la cabeza a estas palabras, como herido de un rayo, y el bracmín prosigue de este modo: -En la pasada noche, cuando el sueño habías descendido sobre los párpados de los mortales yo velaba.
El marido por cansado, Dios por ofendido. Y pensaba la infeliz, mientras velaba esperando al esposo ausente, tal vez en una orgía: -¡Dios mío!
Separaba los dos miserables catres el espacio en que cabía apenas una mesilla de nogal mugrienta y desvencijada; allí había que colocar el velón de aceite (porque el petróleo apestaba), y como la luz podía ofender al filósofo, que no velaba, creyó Zurita obligación suya pedir licencia.
En ese corazón leproso no había una fibra siquiera donde pudiesen brotar tan santas caridades. Por fortuna que el padre velaba por su chico y le asistía cuanto un hombre pueda hacerlo.
no me atrevo a nombrar. Frutos me enseñaba a rezar, me hacía dormir y velaba mi sueño; despertábame a la mañana con el tazón de chocolate.
Atrasar el reloj era inútil por dos razones tristemente conocidas: la primera, la proximidad del Cabildo, que escapaba a nuestra influencia; la segunda, el tachómetro de plata del portero, que, bien remontado, velaba fielmente bajo su almohada.
Y engullida la humilde pitanza a la luz de la candileja de petróleo, velaba la señorita hasta las dos de la madrugada, volviendo patas arriba sus pingos, transformando el redingote en fígaro, el sombrero de campana en chambergo, lavando los guantes, almidonando un tantico el volante fru-fru de las enaguas...
Me estremecí a pesar mío; un frío glacial se apoderó de mí, porque al entrar mi amigo y yo vimos clara y distintamente en la alcoba de Teresa un lecho mortuorio, cubierto de negros paños, algunos hachones encendidos rodeando un ataúd, en el que descansaban los yertos despojos de una hermosa joven vestida de blanco y coronada de flores. Al lado de ella velaba una mujer en la que reconocí a la madre María, la loca que hallé por la tarde en el cementerio.
Al pie de la cama había un sillón en el cual se distinguía como el bulto de una persona. Era Ricardo que velaba a la enferma, pero que, en lugar de velar, se había quedado dormido recorriendo los grabados de un libro.
istaba de los polos igualmente la máscara del sol, y Cinosura, primera cuadrilátera figura, con la estrella luciente que mira el navegante, bordaba la celeste arquitetura; velaba todo amante por el silencio de la noche oscura, y en el indiano clima el sol ardía, en dos mitades dividido el día, cuando, gallardo, Micifuf valiente paseaba el tejado de su dama, que sangrada en la cama la tuvo el accidente dos días, que faltó sol al tejado y estuvo la cocina sin cuidado, no por la altura de los siete suelos mas por el sobresalto de los celos.