Pues igual que cortando las densas aristas el segador bajo el sol ardiente los bronceados cultivos cosecha, de los hijos de Troya los cuerpos abatirá con hierro infesto.
Cuando se han fatigado con vino y orgías, cuando ya la noche se les acaba el pleno de la diversión, cuando ya los placeres, metidos en el cuerpo con más cantidad de la que cabe en su pobreza, les comienzan a supurar, entonces los malditos se exclaman como aquél verso de Virgilio: (Hablaba de la última noche antes del saqueo de Troya) Todas las noches de los lujuriosos se pasan entre falsas delectaciones, y cada una como si fuese la última; pero aquella alegría que corresponde a los dioses y a sus seguidores, no sufre interrupción ni acabamiento.
Proveyóse lo de suso contenido el Cabildo, Justicia y Regimiento de esta Ciudad, conviene a saber el General Don Lope de Mendoza, Corregidor (y Justicia Mayor) de esta ciudad, y el Tesorero Don Antonio del Pino Argote y el Capitán Miguel Fernández de Sandoval, Diego Calderón, Joan Velásquez Dávila, Cristóbal de Troya, Diego Lopez de Zúñiga e Diego de Valencia León, (por) Regidores; y el señor Melchor de Castro Macedo, Procurador General, estando en su Cabildo y Ayuntamiento, según e como lo han de uso e por costumbre, en (San Francisco del) Quito, a cinco días del mes de Julio de mil y seiscientos y dos años.
Pues, entonces, de Helena por el rapto, a los principales hombres de los argivos había empezado Troya hacia sí a incitar, Troya, indecible, común sepulcro de Asia y Europa, Troya, de los hombres y las virtudes todas acerba ceniza, 90 la que también a nuestro hermano la triste muerte le infirió.
Ay hermano a mí, triste, arrancado, ay a mi triste hermano la agradable luz arrancada, a la vez que tú toda ha sido la casa sepultada nuestra, todos, a la vez que tú, se perdieron los goces nuestros, 95 los que, en vida, el dulce amor alimentaba tuyo, Al que ahora, tan lejos, no entre conocidos sepulcros ni cerca de emparentadas cenizas compuesto, sino en la Troya infausta, en la Troya malhadada sepultado, detiene en su extremo suelo una tierra ajena.
Por otro lado, para abordar los relatos literarios, una historieta en imágenes muda que represente o sugiera la estructura argumental de alguna obra de género narrativo: La leyenda de Troya, relatos mitológicos, leyenda de la fundación de México, El poema de Mío Cid, El Lazarillo de Tormes, La Celestina, la vida de Nezahualcóyotl o de Sor Juana, Romeo y Julieta, etc., permiten efectuar espontáneos y dinámicos ejercicios de escenificación improvisada.
Ordénale que arme a los aqueos de larga cabellera y saque toda la hueste: ahora podría tomar a
Troya la ciudad de anchas calles, pues los inmortales que poseen olímpicos palacios ya no están discordes, por haberlos persuadido Hera con sus ruegos, y una serie de infortunios amenaza a los troyanos.
Homero
A mí me engendró Hipóloco —de éste, pues, soy hijo— y envióme a
Troya, recomendándome muy mucho que descollara y sobresaliera entre todos y no deshonrase el linaje de mis antepasados, que fueron los hombres más valientes de Efira y la extensa Licia.
Homero
En tanto ellas invocaban a la hija del gran Zeus, Héctor se encaminó al magnífico palacio que para Alejandro labrara él mismo con los demás hábiles constructores de la fértil
Troya; éstos le hicieron una cámara nupcial, una sala y un patio, en la acrópolis, cerca de los palacios de Príamo y de Héctor.
Homero
llena tu alma de entusiasmo, ¿no te imaginas estar presente a las acciones que recitas, y que te encuentras en Itaca o delante de Troya, en una palabra, en el lugar mismo donde pasa la escena?
Así, en una desordenada sintaxis, tenía la estatua de Hércules Farneso, cuyo gran tórax le fascinaba a la malvada; se había apoderado de Pegaso que lo exhibía en una jaula de oro; tenía al titán Prometeo, encadenado exánime, para obligarlo a confesar el gran secreto que él poseía sobre la caída de Zeus; en un exhibidor especial tenía la célebre manzana de la discordia por la cual habían muerto tantos héroes en la guerra de Troya como Áyax; pero sobre todo guardaba con malévolo entusiasmo las cenizas del Fénix.
Es sexto es un caballo alegre, con el anca nevada de una garza llanera; vio el engaño del Yagual y la astucia de las Queseras, buen amigo de Ulises, el Arauca de plata fue el Caballo de Troya de los ríos de América.