Tras sobrevivir un año más a la cena de nochebuena, y en los prolegómenos de la tradicional comida navideña (el día de navidad, junto con el de año nuevo son los dos peores en mi calendario), es el momento de ultimar (o más bien empezar) los preparativos para irme esta noche de vuelta a la región en la que he estado viviendo un año. Allí veremos, entre otros, al brasileño (que me ha llamado a las 2.40 de la mañana para felicitarme las fiestas, cuando yo estaba ya con el cuarto sueño) y a algunos amigos que fueron conmigo a clase. Y si hay suerte a francés interesante y compañía, y así de paso enterarme de los últimos cotilleos y si realmente esas fotos que he visto quieren decir que está liado con... -santa maría purísima- ¡una chica! ¡sacrilegio! Tendré que ponerle los puntos sobre las íes y decirle que ya va siendo hora de que se dé cuenta de que es gay y que deje de jugar con las chicas (oye, que pasa, estamos en navidad, época de milagros y esas cosas ¿no?). Así que huiré me despediré de mi familia para pasar el réveillon por Toulouse o alrededores.
Así que os -les- digo adiós a todos vosotros -ustedes- hasta que disponga de una conexión decente y de tiempo libre, lo que puede ser dentro de dos días o dentro de una semana. Solo cabe desearos -les- un feliz año, que arbitrariamente celebramos el 31 de diciembre, por aquello de seguir el calendario gregoriano.
De propina, una canción (en francés, por supuesto)
De propina, una canción (en francés, por supuesto)