Yo llamaré varón fuerte aquel a quien no rinden las guerras, ni le atemorizan las levantadas armas de su enemigo; y no daré este apellido al que entre perezosos pueblos goza descansado ocio.
El ocio, Catulo, para ti molesto es: por el ocio exultas y demasiado vibras: el ocio también a reyes antes y a dichosas perdió ciudades.
Promete reformarse Piensa en buscar un trabajo honrado... en dedicarse a otras ocupaciones, y dejar la vagancia... el
ocio infructuoso., el vicio... —Se lo prometo..
Antonio Domínguez Hidalgo
¿Pues qué varón levantado a las cosas honestas no apetece el justo trabajo, estando pronto a los oficios, aun con riesgo de peligros? ¿Y a qué persona cuidadosa no es penoso el ocio?
El trabajo cita a los buenos, y el Senado suele estar todo el día en consejo, cuando en el mismo tiempo el hombre más vil deleita su ocio en el campo, o está encerrado en el bodegón, o gasta el tiempo en algún liviano paseo.
Pero si tus cambios no tienen otro objeto que ver que te llevarás y con gran capital te asegurarás el ocio, no encontrarás nunca la salida; nadie nada cargado de fardos.
No tener nada que te excite, que te conmueva, que con su anuncio y su ataque tiente la firmeza de tu alma, ya que abandonarse en un ocio sin sorpresas, no es tranquilidad, sino decaimiento.
A ese hay que echarle de ella… o suprimirle: porque el que nada sabe es un perdido que, de todo incapaz, empieza en vago, desde el ocio haragán cae en el vicio, y luego en la miseria, y en el crimen después, y al fin un juez le echa al patíbulo.
Pero ya es tiempo de entrar en la historia de las dos im,- provisaciones, historia á la que ha servido de introibo todo el largo párrafo hasta aquí escrito. Una noche charlábase sobre política, manjar de gente ocio- sa, enlre los turtulios del café de Bodegones.
El Ministro de Gobierno don Manuel Lorenzo Vidaurre pasó en esa fecha un oficio al Prefecto de Lima, en el que dice: que no podía tolerarse que el producto de una casa de inmoralidad, patrocinadora del ocio y del fraude, se aplicase al Seminario de Santo Toribio, dándose por sustento á una escuela de virtud el pan producido por el vicio.
No malgastemos un minuto, no dilapidemos en el
ocio ni un segundo; demos a nuestros nervios la rápida vibración de la onda eléctrica, para sacudir la atmósfera del qwetismo infame que sofoca a nuestro suelo.
Práxedis G. Guerrero
Vive el soldado entre las armas fieras como las cosas graves en su centro en dar asaltos, derribar banderas y en las batallas uno y otro encuentro ganar fuertes, castillos y trincheras, hacer la encamizada y el rencuentro y al fin, cual salamandra, vive en guerra donde aumenta su honra el ocio atierra.