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La conquista de la madurez
La conquista de la madurez
La conquista de la madurez
Libro electrónico217 páginas3 horas

La conquista de la madurez

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Se alcanza la madurez cuando se adquiere una cierta plenitud en el desarrollo, correspondiente a la edad cronológica. Es inmaduro quien no ha sabido evolucionar según su edad. A menudo solo nos referimos a la madurez psicológica o emocional, pero su alcance es mucho mayor, pues abarca todos los ámbitos de la persona.
Los autores analizan los diez ámbitos de esa madurez integral, ofreciendo al lector medios para desarrollarla en cada caso, y posibles soluciones ante los desajustes más frecuentes en la actualidad.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 jul 2024
ISBN9788432168017
La conquista de la madurez
Autor

Francisco Ugarte Corcuera

FRANCISCO UGARTE es licenciado y maestro en Filosofía por la UNAM (México) y doctor por la Universidad de la Santa Cruz (Roma).

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    La conquista de la madurez - Francisco Ugarte Corcuera

    Cubierta

    FRANCISCO UGARTE CORCUERA

    JOSÉ ANTONIO LOZANO DÍEZ

    LA CONQUISTA

    DE LA MADUREZ

    EDICIONES RIALP

    MADRID

    © 2024 by Francisco Ugarte Corcuera y José Antonio Lozano Díez

    © 2024 by EDICIONES RIALP, S. A.,

    Manuel Uribe 13-15, 28033 Madrid

    (www.rialp.com)

    Preimpresión: produccioneditorial.com

    ISBN (edición impresa): 978-84-321-6800-0

    ISBN (edición digital): 978-84-321-6801-7

    ISBN (edición bajo demanda): 978-84-321-6802-4

    ISNI: 0000 0001 0725 313X

    No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    ÍNDICE

    Prólogo

    Introducción

    1. Madurez intelectual

    2. Madurez de la voluntad

    3. Madurez emocional

    4. Madurez física

    5. Madurez intrapersonal

    6. Madurez profesional

    7. Madurez interpersonal

    8. Madurez social

    9. Madurez ecológica

    10. Madurez espiritual

    Referencias bibliográficas

    PRÓLOGO

    La madurez es un tema poliédrico. Tiene muchas facetas, alberga en su seno muchos matices. El término apunta a un cierto grado de plenitud, de equilibrio en donde los distintos componentes que son analizados en el presente libro forman una estructura relativamente ordenada, en donde hay jerarquía, buena disposición de sus distintos elementos y sobre todo buena relación entre la edad cronológica y la edad psicológica.

    Los autores han sabido sistematizar los grandes temas y exponerlos con forma pedagógica. Los argumentos convencen, las acciones enseñan. Argumentar es utilizar los instrumentos de la razón y exponer las claves con un cierto rigor. Pero como existen distintas modalidades de madurez, la pretensión de fondo es aspirar a una cierta madurez integral, en donde se dan cita los grandes temas, que en mi opinión son 5: inteligencia, voluntad, afectividad, vida profesional y espiritualidad. Y cada uno de ellos se abre en abanico y se expande de forma extraordinaria.

    Cada uno de los capítulos tiene su propia geografía que se cruza con la de los otros, pues todo está interconectado. Inteligencia es capacidad de síntesis, saber distinguir lo accesorio de lo fundamental o siguiendo el modelo del ordenador: capacidad para manejar información remota e información reciente y dar respuestas que se ajustan a la realidad. Los Profesores Ugarte y Lozano trazan muy acertadamente sus principales claves, que van desde el conocimiento de la realidad y descubrir el sentido de la vida humana, el significado del dolor y la tristeza y el valor de las grandes alegrías de la vida, ya que todo eso forma un caleidoscopio de hechos y vivencias. Y esto debe llevar a tener criterio, que no es otra cosa que saber a qué atenerse y saber cuál debe ser la jerarquía de valores éticos con los que debemos funcionar. Reconocer las verdades objetivas y universales, evitando y combatiendo lo que hoy está sucediendo en buena parte de nuestra sociedad Occidental. La llamada dictadura del relativismo, que viene a decir que todo depende de la óptica personal, que no hay nada absoluto; de ese modo se entra en un subjetivismo, que hace que el ser humano se mueva según las motivaciones del momento cultural, huyendo de los principios sólidos que ayudan a pensar de forma sana.

    El capítulo dedicado a la voluntad tiene un enorme interés. Voluntad es capacidad para ponerse unos objetivos concretos, medibles y que la motivación luche por irlos alcanzando. Hoy sabemos que la voluntad es más importante que la inteligencia, ya que, si la tenemos educada, si hemos sido capaces de meterla en la ingeniería de nuestra conducta, nos acostumbramos a hacer no lo que nos pide el cuerpo (que lógicamente algunas veces sí lo hacemos), sino lo que es mejor para uno. El ritornello que hace fuerte la voluntad podría resumirse en esta sentencia: la costumbre de vencerme en lo pequeño. Ahí está el campo de batalla: en las cosas pequeñas o medianas de la vida ordinaria. Los autores saben trazar bien las líneas maestras de esta función: voluntad es determinación, decisión firme, elección de las metas. A la larga es el arte de tomar decisiones acertadas, en donde convergen la aspiración a lo mejor y el afán de superación. Si la voluntad está fuerte, somos enanos a hombros de gigantes. Y nos atrevemos a todo. Se mueven a su alrededor el orden y la constancia: se arremolinan junto a ella y de esta forma tenemos un tríptico esencial de calidad en la conducta: orden, constancia y voluntad. ¡Y a volar! Con ellas tres bien educadas, los sueños se irán haciendo realidad, no habrá empresa humana que no pueda ser alcanzada. La voluntad es la joya de la corona de la conducta, y el que la tiene posee un tesoro. No se conforma con la mediocridad, sino que busca la excelencia.

    El capítulo de la vida emocional está muy bien dibujado. Ugarte y Lozano demuestran, también aquí, su pericia y su saber sumergirse en sus aguas profundas. Hoy vivimos en la era del cortisol y de la dopamina: la primera está en relación con el estrés y el ritmo trepidante de vida, es la hormona que nos mantiene en guardia, en estado de alerta, preparados para la lucha o la huida. La segunda, la dopamina, es la hormona del placer y se activa en todas las experiencias gratificantes. Hoy en día son buscadas de forma rápida, pues estamos en la era de la inmediatez y especialmente lo dicen así los jóvenes: «Lo quiero todo y lo quiero ya…, no puedo esperar»; esto ha conducido a un cambio sustancial: hemos cambiado el sentido de la vida por el de sensaciones inminentes, y esto da lugar a personas híper estimuladas, que buscan experiencias satisfactorias sucesivas… Por ahí asoman las adicciones a las pantallas, al teléfono celular y a todo aquello que distraiga y produzca una especie de vértigo vivencial. Por ambas sustancias se produce una distracción mental, que reduce la capacidad del cerebro para centrarse, y la llamada Corteza Prefrontal (CPF) se deteriora, ya no es capaz de prestar atención y su acción de discernimiento se diluye.

    Madurez emocional es conocer los sentimientos, las emociones y las pasiones, las tres grandes vivencias. Los sentimientos son la vía regia de la afectividad, el modo habitual de tomar el pulso a la afectividad: son estados de ánimo positivos o negativos, que nos acercan o nos alejan de la persona o de la circunstancia que tenemos delante de nosotros.

    Las tres generaciones que describe el texto, la millennial, la Z y la alfa, se centran en lo emocional epidérmico y posponen la importancia de la voluntad, que se desliza hacia un hedonismo claro: la búsqueda del placer se vuelve eje de la conducta y, además, debe alcanzarse pronto, sin paliativos, porque no es posible esperar. Y esto lo vemos reflejado, entre otras cosas, en la crisis de parejas rotas que vive el mundo moderno, en cualquier latitud del mundo.

    Madurez afectiva es estabilidad emocional, autodominio, conocimiento de los afectos propios y de los que viven a nuestro alrededor. Qué bien distinguen Ugarte y Lozano esas dos piezas del amor: el efectivo que brota de la voluntad y que busca el bien del otro; y el amor afectivo que surge de la profundidad de nuestro patrimonio sentimental. De ahí surgen la ternura, el cariño, el saber dar y recibir amor como donación.

    Quiero finalmente referirme a la madurez espiritual, que me ha parecido un segmento del texto lleno de sabiduría. En diversas notas a pie de página se dan cifras de cómo está el sentido espiritual religioso en diversos países. Ya sabemos que estamos en una época de laicismo, especialmente en los países más desarrollados y sobre todo en Europa. Pero lo que está claro es que alcanzar un sentido trascendente de la vida es una tarea que debe iniciarse superando el materialismo, el relativismo. La llamada deconstrucción y el new age. Y aquí es donde los autores ponen los puntos sobre las íes: Dios nos llama a seguirle porque Él es camino, verdad y vida. En Él está la luz, y el que camina bajo esa premisa no anda en tinieblas. Vivir las virtudes teologales es la piedra filosofal. Yo insistiría en la importancia de la formación: vemos hoy mucha gente perdida porque no sabe o no conoce lo básico, y esa ignorancia es la fuente y raíz de andar a la deriva. La felicidad que por este derrotero se encuentra tiene dos notas decisivas: paz y alegría.

    Este es un libro para leerlo y subrayarlo. Para empaparse de él. Y sus enseñanzas se deslizan hacia la felicidad: ese cierto estado de plenitud que descansa sobre dos hechos importantes: haber conseguido una personalidad equilibrada, con todo lo que eso significa, puliendo las aristas de la forma de ser y limando asperezas y segmentos mal enfocados, y haber sido capaz de dibujar un proyecto de vida coherente y realista, con cuatro grandes temas saltando en su interior: amor, trabajo, cultura y amistad.

    La felicidad absoluta no existe, se da en el otro barrio. Nosotros debemos aspirar a una felicidad relativa, que consiste en una vida lograda: sacarle el máximo partido a nuestra existencia, pero sin ansiedad, con paz. A la larga, la madurez es serenidad y benevolencia, paz y alegría, olvidar y empezar. Lo he dicho en alguno de mis libros: la felicidad consiste en tener buena salud y mala memoria.

    Las razones enseñan; las acciones, convencen; y el buen ejemplo arrastra.

    Dr. Enrique Rojas

    Catedrático de Psiquiatría.

    Director del Instituto Rojas-Estapé.

    INTRODUCCIÓN

    El término madurez se refiere a un estado de la persona que ha alcanzado un determinado grado de perfección o plenitud en su desarrollo, correspondiente a su edad cronológica. La inmadurez, por el contrario, caracteriza a quien no ha evolucionado lo suficiente para conseguirlo, porque no ha adquirido aún las cualidades que serían propias en sus circunstancias. Así, por ejemplo, sería inmaduro el adolescente que actúa como un niño carente de toda responsabilidad o el adulto incapaz de dominar sus emociones, reaccionando como adolescente.

    Ordinariamente, cuando se habla de madurez se suele entender principalmente la madurez psicológica o emocional. Así, se considera madura una persona estable en sus estados de ánimo o quien posee empatía y se relaciona bien con los demás. No cabe duda de que esta madurez psicológica, centrada especialmente en el campo afectivo de la personalidad, es fundamental y relevante. Sin embargo, no es la única madurez que puede destacarse.

    Hablar de madurez integral significa preguntarse por todos aquellos ámbitos que forman parte de la madurez total de la persona. ¿Cuáles son y cómo se descubren? El camino para acceder a ellos puede tener dos momentos. Primero, la pregunta por la estructura de la persona, es decir, por aquellos elementos que la constituyen esencialmente y cuyo desarrollo dará lugar, en cada caso, a un diverso aspecto de madurez. En segundo lugar, la pregunta por las relaciones de la persona consigo misma y con otras realidades (los demás, el entorno y con Dios), de las cuales derivan otros tantos ámbitos en los que es preciso desarrollar la madurez para completar el conjunto que dará lugar a la madurez integral.

    Los elementos esenciales que intervienen en la estructura de la persona son la inteligencia, la voluntad, la afectividad y la corporeidad. Cada uno requiere desarrollarse, de manera que se oriente hacia su respectivo perfeccionamiento. En consecuencia, cabe hablar de cuatro ámbitos de madurez, en función de esa composición: madurez intelectual, madurez de la voluntad, madurez emocional y madurez física.

    Por otra parte, de las relaciones de la persona consigo misma —con el yo estático y con el yo dinámico—, con los demás —personas en particular y sociedad en general—, con el entorno y con Dios, derivarán otros seis ámbitos que completarán la madurez humana en su integridad: madurez intrapersonal (identidad personal), madurez profesional, madurez interpersonal, madurez social, madurez ecológica y madurez espiritual.

    Según este planteamiento, la madurez integral incluye estos diez ámbitos, que a su vez se conectan entre sí y forman un todo. A cada uno de ellos se dedica un capítulo del presente libro, que comienza señalando algunos problemas actuales de especial relevancia. A continuación, se describe brevemente lo que significa la madurez en ese ámbito concreto para, finalmente, enunciar diez rasgos de madurez, que incluirán algunos medios para desarrollarla, así como posibles soluciones a los problemas mencionados.

    Cabe hacer dos advertencias: la madurez integral es una meta que nunca —mientras caminamos en esta vida— podremos alcanzar de manera total, pues siempre será posible seguir avanzando; y la madurez integral está íntimamente relacionada con la felicidad, la cual es consecuencia de tener la vida lograda, al procurar llevar a plenitud cada uno de los diez ámbitos referidos.

    1. MADUREZ INTELECTUAL

    A. Problemas actuales

    La inteligencia humana está llamada a ser la guía de la vida y la conducta de cualquier persona, de ahí su importancia y función insustituible. En la actualidad, los problemas que dificultan su buen funcionamiento son variados y es conveniente tenerlos presentes. Vivimos un momento inédito en la historia, momento que por algunos analistas y pensadores ha sido denominado VICA, por sus siglas: volatilidad, incertidumbre, complejidad y ansiedad.

    El ambiente VICA —que comenzó a desarrollarse en la segunda mitad de la década de 1980 y se agravó con la emergencia de la pandemia COVID-19—, ha dificultado los procesos de maduración intelectual desde cinco ángulos diversos:

    Pérdida de la atención.

    Desconexión de la realidad.

    Caída en los niveles de coeficiente intelectual.

    Pérdida de lenguaje.

    Pérdida del sentido común.

    A efecto de comprender mejor lo que ha significado cada uno de estos ángulos, los desarrollamos por separado.

    1. Pérdida de la atención

    Un signo del tiempo actual es la denominada crisis de la dispersión que afecta a la mayoría de las personas1. La dispersión es el fenómeno por el que se pierde focus, esto es, capacidad de concentración. Por otra parte, la dispersión genera el fenómeno conocido como mente errante, que impide la reflexión; la mente errante tiende a la depresión y ansiedad2.

    Un motivo central que causa la mente errante es el exceso de información que invade la mayoría de los espacios3. Así, se ha generado la idea del Premio Nobel Herbert Simon con su concepto economía de la atención, cuya idea central es que «la abundancia de la información da lugar a la

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