Educación Popular y Socialismo Del Siglo XXI
Educación Popular y Socialismo Del Siglo XXI
Educación Popular y Socialismo Del Siglo XXI
Los que hemos comprometido el corazón con el quehacer ciudadano y la educación popular
estamos más obligados aún a pensar esto del socialismo del siglo XXI en Venezuela, para la
comprensión y conceptualización del mundo que nos ha tocado habitar y co-crear.
Los que tenemos la vocación de ser educadores populares comprendemos esta ocupación
como un ejercicio de convivencia, de trabajo y preocupación por el bien común, por la sociedad
de justicia y equidad. Por eso, no nos referimos sólo al hecho de ser educadores, profesores,
maestros de aula, sino educadores-ciudadanos.
Está en la raíz de nuestro socialismo la acción revolucionaria que potencia el poder creador del
pueblo, del barrio; el cuestionamiento a la reproducción del modelo opresor, como decía Freire,
y que cargamos a cuesta; la concientización de la hegemonía capitalista que nos educó en la
superación que genera la corrupción, permite el enriquecimiento ilícito y desprecia la sencillez
de vivir con lo justo y necesario.
Sin embargo, eso no es suficiente para derrocar al capitalismo e imperialismo que activamente
cada día seguimos alimentando y que no nos permite construir plenamente, desde la base ni
desde algunas personas del gobierno, el país otro que queremos. Para derrocar al capitalismo,
decía Gramsci , hace falta un sujeto social colectivo que intervenga, que sea activo en el
proceso de derrocamiento y transformació n social. La EP en Venezuela, uno de los cinco
motores del nuevo periodo presidencial tiene que impulsar ese sujeto social colectivo que no
espera pasivamente a que las instituciones hagan su trabajo.
Derrocaremos el capitalismo cuando todas y todos los trabajadores del sistema educativo
bolivariano se convenzan de que la educación tiene que ver con sacar fuera lo mejor del ser
humano para compartirlo en la sociedad que vive, al tiempo que se nutre de los ideales de esa
sociedad y sus buenas acciones sociales. Cuando entendamos el conocimiento y la educación
como un proceso social de carácter colectivo que aportan el desarrollo de la identidad personal
y social avanzaremos en el quehacer transformador, por lo que hoy debemos desaprende el
individualismo capitalista y separatista.
Tendremos el socialismo del siglo XXI cuando las maestras y maestros de los Simoncitos se
relacionen fraternalmente con los niños y niñas sin limitar su creatividad y creaciones. Los
empoderen de su formación tocando y cuidando la naturaleza sin miedo al ridículo o a la
pregunta que genera la reflexión y no la respuesta mecánica.
¿Y qué hacer con la vieja academia liceísta y universitaria en Venezuela? Desarrollar nuestras
capacidades para la lectura, la escritura, la reflexión, el trabajo comunitario, no la competencia
ni el ser alguien por el estudio titular, que aún predomina en el ambiente de nuestras misiones
educativas. La educación popular ensanchó la comprensión de la acción educativa y política en
la sociedad, desde Simón Rodríguez hasta Freire sabemos que es urgente una nueva
formación en nuestras maneras de ver las cosas, de actuar, de manejar el capital. Eso que
llamamos nuevo paradigma socialista tienen que ver con atender a las mismas cosas con otros
ojos, con otras razones, con otras intenciones. El empeño organizativo y de transformació n
que implican los Consejos Comunales para el proyecto de país que queremos se ha de de
complementar con una formación en los liceos y universidades consecuente:
- Nuevas relaciones de poder, entendiendo éste no como una imposición de fuerzas o un cargo
de gerente de, sino una fuerte relación de vinculación entre las personas y las cosas, una suma
de capacidad crítica para entender y atender los procesos y desarrollar competencias
instrumentales para actuar complementados y recíprocamente necesitados; y la propuesta del
socialismo del siglo XXI es recuperar esa convicción de que somos portadores de poder en la
medida en que todos nos encontramos envueltos en relaciones que se influencian mutuamente
y nos implicamos más conciente en el proyecto de país que deseamos. Por lo que poder es
sinónimo de participación, y se encuentra difuso y confuso en todas las áreas de la sociedad.
La escuela tiene que hacer experiencia de vida la valoración de las normas necesarias para la
convivencia, y consolidará un ambiente de respeto y solidaridad para darle carne y sangre a
este socialismo que necesita nuevas generaciones de jóvenes y adultos honestos y
corresponsables, implicados en su formación para la vida no para pasar el año escolar, no para
un semestre, con lo cual se desterrará el aprendizaje de la corrupción.
Es importante reafirmar que las escuelas bolivarianas han de potenciar más que nunca esta
formación de nuestros adolescentes y jóvenes con esas actividades alternativas que se
incluyeron en la matriz curricular como danza, deporte, música; y más aún, combinar junto con
las casas de la juventud el compromiso de cuidar los espacios comunitarios que estén a su
alcance; que puede ir desde limpiar la calle que se habita hasta la consolidación de grupos
educativos culturales vecinales surgidos de las inclinaciones juveniles y de los intereses de la
patria.
En este sentido, la red de bibliotecas públicas debe trascender su horario de oficina y también
ofrecer sus espacios para la ocupación nocturna de nuestros jóvenes, a quienes sabemos que
en sus casa aún les falta el acceso al libro de estudio y el espacio tranquilo para trabajar. Y
además se le cierran las puertas de una biblioteca pública a las cuatro o cinco de la tarde.
Más aún, ¿qué haremos en este socialismo del siglo XXI con nuestros niños y niñas que están
en la calle trabajando sin acceder al sistema escolar oficial? Grandes esfuerzos ha hecho el
ministerio del trabajo par atenderlos con los comisionados NAT, para favorecer el respeto de
sus derechos laborales y personales, puesto que las necesidades les colocó en esa coyuntura
laboral, pero el país que queremos enmarcado en una formación permanente de
empoderamiento y organización, aún no impacta a esa juventud desde el diálogo de saberes
con su experiencia y el conocimiento socializador de las potencialidades humanas.
Desde ahí donde trabajaban: mercados, centros comerciales o calles, la EP debe dar una
respuestas a estos adolescentes y jóvenes, se necesitan facilitadores que adapten el currículo
establecido, o puedan crear otro, para recuperar el potencial de vida esos pequeños patriotas y
se les despeje el futuro de explotación y opresión que el capitalismo les signo.
La educación popular que inspiró a Don Simón Rodríguez y a muchos otros tantos educadores
de América latina tiene hoy más que nunca su vigencia: Impulsar y sostener desde los sectores
populares y empobrecidos la transformación socialista que propone el gobierno nacional, pues
es fundamental en la identidad de la educación popular su intencionalidad política de
transformación social devenida de una praxis educativa, ciudadana y convivencial éticamente
responsable, orientada por los principios, valores y convicciones del socialismo que se
propone. Haciendo revisiones constantes, sistematizando desde la praxis y teorizando con la
confrontación y evaluación permanente. Recuperando el día a día, reconociendo que la calle, el
barrio, el trabajo, el sindicato, el consejo comunal, la escuela, son la base del empoderamiento
y concreción de este socialismo del siglo XXI.
Creo que una gran orientación par alcanzar ese socialismo del siglo XXI no es el decreto ni la
ley sino la fe, la actitud convencida de cada hombre y mujer, de cada educador, que apuesta
por este camino. Es necesaria la convicción de que este es le proyecto de vida para hacernos
más humanos y mejores ciudadanos. Creer y activar desde esa fe. Por mucho que el gobierno
proponga estructura e instituciones que puedan favorecer la concreción del socialismo,
cualquier estructura gubernamental se falsificará o desviará su intención si las personas que
sostienen la institución no actúan en consecuencia; es tiempo de avanzar en la formación de la
actitud socialista. Ahí tenemos una tarea principal los educadores populares.