Este documento analiza las recientes revueltas en las periferias metropolitanas de Francia y Brasil. Argumenta que estas áreas ahora funcionan como "campos de concentración" para los excluidos de la sociedad. Los jóvenes que viven allí se rebelan contra su identidad negativa y exclusión sistemática. Aunque no tienen una visión clara de lo que quieren, sus insurrecciones muestran el potencial para construir un mundo globalizado más inclusivo. El documento también critica la respuesta inadecuada de los gobiernos a estas crisis y defiende
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Cocco, G. y Negri, T. - La Insurrección de Las Periferias (2006)
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Este documento analiza las recientes revueltas en las periferias metropolitanas de Francia y Brasil. Argumenta que estas áreas ahora funcionan como "campos de concentración" para los excluidos de la sociedad. Los jóvenes que viven allí se rebelan contra su identidad negativa y exclusión sistemática. Aunque no tienen una visión clara de lo que quieren, sus insurrecciones muestran el potencial para construir un mundo globalizado más inclusivo. El documento también critica la respuesta inadecuada de los gobiernos a estas crisis y defiende
Este documento analiza las recientes revueltas en las periferias metropolitanas de Francia y Brasil. Argumenta que estas áreas ahora funcionan como "campos de concentración" para los excluidos de la sociedad. Los jóvenes que viven allí se rebelan contra su identidad negativa y exclusión sistemática. Aunque no tienen una visión clara de lo que quieren, sus insurrecciones muestran el potencial para construir un mundo globalizado más inclusivo. El documento también critica la respuesta inadecuada de los gobiernos a estas crisis y defiende
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Cocco, G. y Negri, T. - La Insurrección de Las Periferias (2006)
Este documento analiza las recientes revueltas en las periferias metropolitanas de Francia y Brasil. Argumenta que estas áreas ahora funcionan como "campos de concentración" para los excluidos de la sociedad. Los jóvenes que viven allí se rebelan contra su identidad negativa y exclusión sistemática. Aunque no tienen una visión clara de lo que quieren, sus insurrecciones muestran el potencial para construir un mundo globalizado más inclusivo. El documento también critica la respuesta inadecuada de los gobiernos a estas crisis y defiende
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Actualmente, las periferias metropolitanas funcionan como campos de concentracin 1 . En la postmodernidad, cuando los poderes polticos del Estado-nacin comienzan a declinar, podemos ver claramente la terrible historia de la complementariedad que existe entre el Estado-nacin y el campo 2 , en la forma de la reivindicacin de una identidad renacida y, por tanto, de un odio recin fundado en relacin al otro. En las primeras formas de organizacin imperial de los espacios, tanto en las enormes metrpolis como en los mrgenes de las naciones post-modernas dominantes, la antigua relacin entre el campo y soberana se repite nuevamente. Pero, hoy en da, el campo es mvil, ya no es fijo, y se mueve en el espacio y en el tiempo de la sociedad imperial. La sociedad imperial y el campo se interpenetran como los romanos y los brbaros -primero en las regiones subordinadas, despus en las regiones dominantes. En los motines de los jvenes franceses encontramos muchos elementos que caracterizan, hace ya tiempo, las periferias metropolitanas brasileas. La exclusin sistemtica de generaciones enteras de adolescentes estacionados en zonas de transito sin salidas (barrios degradados, escuelas de baja calidad, altsimas tasas de desempleo, exposicin a los abusos sistemticos por parte de las fuerzas de polica) produce un estigma, una identidad completamente negativa que se les pega a la piel y actualiza tristemente la nocin de campo. Las vidas de las naciones que mantienen una forma de apartheid interno se organizan en respuesta a la continua revuelta contra aquella exclusin y aquella divisin: los estado de excepcin desempean un papel central en ese orden incapaz de encontrar sus bases de legitimacin. Saqueando y quemando el sistema de objetos que designan el campo de la exclusin, los jvenes en realidad se rebelan contra las vallas del campo, contra esa identidad negativa que el orden del mercado y del Estado ha grabado, como un hediondo tatuaje de triste memoria, en su piel.
1 El campo de concentracin, o en verdad el mecanismo combinado de aislamiento y destruccin masiva del enemigo, de cualquier identidad contraria, constituye el paradigma del Estado-nacin moderno [....] El genocidio es la cara negativa del Estado-nacin; o mejor, el Estado-nacin es meramente la cara positiva del genocidio. (Campo, Negri & Hardt, Lugar Comn). Vase tambin Retorno al campo como paradigma biopoltico, Bernard Aspe y Mutile Combes, http://www.sindominio.net/arkitzean/otrascosas/retorno.htm Con el trmino campo de concentracin, nos referimos pues al campo de concentracin, sobre los excluidos en los declinantes estados-nacin y en sus metrpolis dentro del Imperio en la actualidad, tras las experiencias de los campos de concentracin nazi y sovitico, en el siglo XX. [La presente nota aclaratoria se debe a la colaboracin de Leonardo Palma]. 2 A partir de aqu nos referiremos al trmino campo de concentracin como campo. En efecto, los jvenes saben lo que no quieren, pero an no saben lo que quieren. Pero, en la insurreccin de las periferias francesas o brasileas, la fuga del campo ya disea horizontes radicalmente abiertos y nuevos: las insurrecciones de las periferias nos muestran que los habitantes de los campo son la materia viva, la carne de la multitud de la que est hecho el mundo globalizado. La postura de la casi la totalidad de la clase poltica francesa ante este evento es de una inadecuacin proporcional a la profundidad de la crisis de representacin que expresa. Tanto la derecha como la gauche (izquierda) pusieron la vuelta al orden por encima de todo y, no teniendo qu decir ni con quin dialogar, no supieron proponer otra cosa a no ser el estado de excepcin. Usando una ley promulgada en 1955, para legitimar la tortura y la represin contra el pueblo argelino, el Estado francs reconoce ahora no slo que la colonia es interna, sino tambin que la excepcin es la regla, pues la guerra es la nica forma de legitimacin del poder que queda: ya sea en Irak, en Los Angeles (1992), de nuevo en Irak, en Abidjan o en Pars. En el Imperio, el Tercer Mundo est en el Primer Mundo: en Pars, as como en Nueva Orlens. Si el ejrcito francs es la realidad neo-colonial en frica occidental, las contradicciones post- coloniales se traban en un territorio nacional dentro del cual el poder soberano es apenas una excepcionalidad. Contrariamente a lo que muchos peridicos continan propagando (coadyuvados por las irresponsables declaraciones de un ministro del Interior visiblemente comprometido con el electorado de la extrema derecha xenfoba, la casi totalidad de los jvenes banlieues est compuesta por franceses. Lo que ellos tienen en comn no es la identidad extranjera sino el campo en el que viven, dos o hasta tres generaciones, una condicin de exclusin peor que la vivieron sus parientes inmigrados de las ex-colonias francesas de frica del Norte o del Oeste de frica. La crisis de la sociedad salarial y la hegemona neoliberal dejan los principios republicanos sin efectividad, tanto en Francia como en Inglaterra o en los EEUU de Nueva Orleans. Sin pacto social, sin polticas adecuadas a la realidad social de la produccin flexible, el discurso que contina invocando la integracin republicana se convierte en una mera retrica vaca. De la misma manera que los de los negros y latinos de Los Angeles, de los piqueteros argentinos y de los favelados brasileos, los motines franceses muestran la marca nauseabunda grabada a lo largo de las lneas cromticas de la discriminacin racial y tnica. La orden del campo es la nica respuesta que el Estado sabe articular. El neoliberalismo no sabe proponer ningn modelo de integracin social. La repblica est desnuda. Su orden meritocrtico y racista se constituye -en las periferias francesas as como en las favelas brasileas- en la mayor amenaza contra la sociedad. Recordemos las recientes elecciones presidenciales brasileas. Uno de los candidatos derrotados agitaba como base de su discurso el miedo: inclusive el miedo de que Brasil se convirtiese en una Argentina. Una afirmacin doblemente inadecuada. No slo por el hecho de que esa argumentacin siempre ha sido un arma en las manos de los ultraconservadores, sino sobre todo por el hecho de que, por un lado, la crisis argentina ha sido la consecuencia de las polticas neoliberales y, por otro, que Argentina se convirti, despus de la crisis al mismo tiempo que Brasil despus de la victoria de Lula, en el laboratorio de una nueva experimentacin de las relaciones entre gobierno y movimientos. Es en ese horizonte de constitucin de una nueva governanza como relacin abierta entre gobierno y movimientos que Brasil y Argentina abren caminos de innovacin democrtica que las democracias representativas de los pases dominantes todava no alcanzan. En ese contexto poltico, el Brasil de Lula est, al mismo tiempo, ms atrasado y ms avanzado. Por un lado, la joven democracia representativa brasilea nunca lleg a tener las bases materiales de una sociedad industrial y la legitimacin del Estado de Bienestar. Por el otro, el gobierno se abre a una nueva perspectiva: la de polticas pblicas de governanza basadas en la negociacin cotidiana que, para no diluirse en la propia estructura del Estado, depende de la insercin de los movimientos sociales, o sea, de los procesos de radicalizacin democrtica.
Antonio Negri fue profesor de la Universidad de Padua. Es autor, con Giuseppe Cocco, de Glob(AL), Editora Record. Giuseppe Cocco, socilogo y economista, es profesor de la Universidad Federal de Ro de Janeiro Traduccin: AutSoc (con la supervisin de Leonado Palma)