La Sociedad Global y Los Desafíos
La Sociedad Global y Los Desafíos
La Sociedad Global y Los Desafíos
Ddimo Castillo F. La Sociedad global y los desafos para las ciencias sociales Revista Venezolana de Ciencias Sociales, vol. 8, nm. 1, enero-junio, 2004, p. 0, Universidad Nacional Experimental Rafael Mara Baralt Venezuela
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=30980102
Revista Venezolana de Ciencias Sociales, ISSN (Versin impresa): 1316-4090 favilaf@cantv.net Universidad Nacional Experimental Rafael Mara Baralt Venezuela
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Ddimo Castillo F .
Introduccin
La sociedad actual se distingue por la alta complejidad y creciente incertidumbre. No es casual que se haya llegado a pensarla como un orden emergente de interrelaciones mltiples y globales, y, en algunos casos, sea definida como sociedad de riesgo. Los cambios en las distintas esferas tecnolgicas, econmicas, polticas, culturales y so-
ciales, han configurado un mundo de realidades nuevas, que representa retos importantes para las ciencias sociales. La modernidad en su fase actual es altamente compleja. La sociedad ha experimentado transformaciones inditas; no en pocos casos, generadoras de vacos conceptuales y desconcierto analtico e interpretativos. El mbito de los cambios tiene mltiples aristas y efectos diversos.
El mundo ha experimentado reorientaciones importantes y complejas. En gran medida, los nuevos escenarios de reflexin sociolgica se han orientados hacia el sentido histrico de un orden social emergente. El debate sobre la modernidad y su reciente expresin global tiene el carcter de una controversia de poca; que ubica, por un lado, a los que perciben la entrada a un tiempo nuevo signado por el desencanto de la historia y por la prdida de las grandes utopas legitimadoras; y, por el otro, a los que, o postulan el rescate del proyecto original del siglo de las Luces, negando los argumentos posmodernos, o los que sostienen que an sin estar en la posmodernidad nos encontrarnos en los contornos de algo distinto, an no definido. De esta manera, se habla del fin de la historia, economa mundo, sociedad informatizada, capitalismo global, sociedad informacional, postcapitalismo, aldea global, sociedad ciberntica, sociedad postindustrial, posmodernidad y hasta de neo-modernidad, con connotaciones diversas; pero que dicen algo respecto a las distintas posibilidades de proseguir las con-quistas y los dilemas de la modernidad (Ianni, 1996: 5) La modernidad signific, por un lado, la constitucin de una nueva forma de convivencia social fundada en la racionalidad y, por el otro, la idea de una mayor emancipacin social, signada por un progreso social ilimitado. La modernidad se inici planteando la ruptura con el orden de valores, saberes y certezas, vigentes;
estableciendo nuevos paradigmas para la reflexin sobre el destino social, a partir de cdigos universales, dejando atrs los mitos fundacionales sobre los que los clsicos de la antigedad y del medioevo justificaron el espritu inmediato de sus pocas, y se proyectaban hacia otros dominios. La modernidad introdujo la calculabilidad y controlabilidad del mundo social en sus diversas dimensiones, y plante el problema de incertidumbre del futuro en el mbito de lo infalible de la ciencia, pero adems, objeto del debate pblico. La modernidad rompi con los viejos vnculos y esquemas que ataban la certidumbre y colonizacin del futuro, a la religin y a la magia, y plante sobre bases enteramente distintas otras formas de utopas anunciadoras y/o legitimadoras de un mejor destino humano, ms racional y pleno. En este sentido, con la modernidad se inaugur la conciencia de riesgo separada del pasado tradicional y se abri paso a un futuro problemtico, probable, pero sujeto a mltiples contingencias. Las transformaciones recientes han incrementado la incertidumbre. El propio mundo de la vida aparece colmado por las ansiedades y angustias producidas por las inseguridades personales y la constante produccin de riesgos. El miedo, que quizs sea inherente a lo humano, ha dejado de ser una categora marginal y adquiere connotaciones colectivas. En sentido amplio, el entorno social actual es complejo y de ma-
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yores desconciertos, pero, coincidentemente, ms abierto a posibilidades inditas de investigacin e intercambio y al debate entre las distintas comunidades acadmicas. En el mbito de las ciencias sociales, los cambios han conllevado una prdida de sentido, a la falta de centralidad terica y al desencanto para ordenar a la sociedad y a los nuevos problemas. Se ha creado un gran vaco terico, una situacin de crisis de paradigmas, que expresa en la carencia de conceptos y los escasos niveles de consensos para ordenar al conocimiento fragmentario.
dernidad al Renacimiento, inicindose en los siglos XV y XVI, u otros que la ubicaron en el siglo XII, o en Francia del siglo XVII. Pero, cundo y dnde ciertamente se inicia lo que entendemos hoy por moderno? Cules son sus caractersticas sustantivas? Hay varias interpretaciones, con nfasis distintos, aunque casi todas coinciden en la ubicacin temporal, general, y en la caracterizacin bsica. La modernidad, como modo de vida y forma de organizacin social distinta, se origin en Occidente a partir del siglo XVII o un poco antes, coincidiendo con los cambios que se venan sucediendo en los mbitos individuales e institucionales de la sociedad de entonces, con el llamado proceso de civilizacin, indicado por Elas (1994). Con ella, cambiaron las perspectivas respecto del individuo y el entorno; y surgieron, o adquirieron otro sentido, los conceptos de tiempo, espacio-lugar y movimiento. La modernidad introdujo una idea de temporalidad separada del espacio, con lo que se modificaron las relaciones sociales y el propio significado de la dinmica social. En este sentido, a los cambios de percepcin se sumaron los institucionales y los de modo de vida. La ruptura fue total, arrasando con todas las modalidades tradicionales del orden social vigente (Giddens, 1993:18). Con ella, se modificaron los ritmos de cambio, el mbito de stos, y la naturaleza de las instituciones sociales. La modernidad represent nuevas experiencias, tanto
en lo sublime como en lo cotidiano; tanto en lo espiritual como en lo profano, y, particularmente, marc la ruptura entre lo pblico y lo privado. No obstante los antecedentes y manifestaciones de hecho, como proyecto social y poltico, la modernidad se configur e inici con el racionalismo clsico del siglo XVIII, o siglo de las Luces. All propiamente se concibe el ideal de modernidad, asociado con las concepciones y los grandes principios filosficos racionalistas que postularon la ruptura con el pasado inmediato y la fundacin de un todo social distinto. Su concrecin y desarrollo ha mantenido los desfasamientos naturales entre los mbitos prcticos y cognoscitivos de la accin humana; pero, como proyecto general, ideolgico y poltico, naci con Kant, con sus principios filosficos redimensionadores de las viejas ideas medievales, fundadores de una nueva conciencia y de un cambio en la manera de interpretar y actuar sobre el mundo. Con l, se proclama la mutacin de los sistemas de referencia y certezas a partir de sus presupuestos fundacionales de control y dominio de la realidad y de autonoma del individuo (Lpez, 1996:19). Se dice que cuando Kant estableci como premisa del Iluminismo, el ten coraje para servirte de tu razn, all defina el sentido global de ese nuevo gran proyecto (Farfn, 1988:93). La modernidad es producto de la Ilustracin, y Kant, el primer terico de lo moderno. Es l quien la concibe en sus primeros trminos. Hegel pos-
teriormente la sistematiza y ubica conceptual y temporalmente, asignndole, ms que un sentido meramente cronolgico, el significado oposicional de un siglo enfticamente nuevo (Habermas, 1988:317). La modernidad en ningn sentido podra ser entendida como un hecho enteramente localizado y temporalmente consumado. No slo result del largo proceso, que tuvo como trasfondo motivador ms inmediato a la revolucin Inglesa del siglo XVII, con la que la sociedad se confirmaba como artificio de la historia, sino que aun cuando su inicio se ubique en el siglo XVIII, propiamente con la Ilustracin y el nuevo horizonte de sentido que ella abre en occidente, siempre fue (o es) concebida como un proyecto global, como tal, no acabado, permanente, y cada vez ms amplio. Se inicia con la Ilustracin, pero no culmina con ella. Nace y se expande, supuestamente sin fin y sin fronteras, configurando un proceso de perpetua renovacin, casi nico, ms all de occidente. La modernidad no slo es globalizante, en su fase avanzada es intrnsecamente globalizadora (Giddens, 1993:67). La modernidad tuvo como meta los grandes ideales iluministas. Se inici planteando la ruptura con el orden de valores y certezas, vigentes; estableciendo nuevos paradigmas para la reflexin, a partir de cdigos universales (Casullo, 1989:18). En trminos generales, el proyecto consista en el esfuerzo por desarrollar una ciencia objetiva, una moralidad
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universal, una ley y un arte autnomo (sic) y regulados por lgicas propias (Habermas, 1989: 137), lo que adems significaba la constitucin de una nueva forma de convivencia social fundada en la racionalidad y en la idea de una mayor emancipacin social, signada por la idea de un progreso ilimitado. De esta manera, la modernidad rompi con los viejos vnculos que hasta entonces una la poesa al mito (Lpez, 1996: 32), y se planteaba sobre bases enteramente distintas otras formas de utopas anunciadoras y/o legitimadoras de un mejor destino humano, ms racional y pleno. No obstante, tal como lo percibi Weber (1987), la modernidad, desde sus orgenes entra sus propias contradicciones al implicar un proceso de desencantamiento y progresiva exclusin. La separacin de la razn de las esferas de la metafsica y de la religin, y la conformacin de la ciencia, la moral y el arte, como tres instancias separadas, autnomas, a la postre determin la fragilidad de las premisas de progreso en cuanto a modo de vida y organizacin social. El proyecto, no slo intentaba liberar el potencial cognoscitivo de cada una de estas esferas de toda forma esotrica(Habermas, 1989: 138), sino adems, deseaba emplear esta acumulacin de cultura especializada en el enriquecimiento de la vida diaria y en la organizacin racional de la cotidianidad social. Pero esto no pas.
Del prrafo anterior podemos columbrar que el proyecto, o fracas definitivamente o sigue inconcluso; pero la tendencia fue otra. Que sucedi? Contrario a lo originalmente previsto, se ha desembocado en la autonoma de segmentos manipulados por especialistas escindidos de la hermenutica de la comunicacin diaria (Habermas, 1989:138). Ha habido cambios en la direccin supuesta, pero difcilmente podra sostenerse la idea de una innovacin permanente, y, menos an, la de un progreso general, sin lmites, articulado al mundo vital de las personas. La modernidad ha desembocado en una realidad socialmente segmentada y excluyente. En este sentido, la idea de modernidad, entendida como el triunfo de la racionalidad ha perdido su fuerza de liberacin y creacin, agregando que la afirmacin de que el progreso es la marcha hacia la abundancia, la libertad y la felicidad, y de que estos tres objetivos estn fuertemente ligados entre s, no es ms que una ideologa constantemente desmentida por la historia (Touraine, 1995: 10). Nadie se opone al cambio. Todos, incluso los crticos de la posmodernidad, y el propio Habermas5, lo aceptan, aunque discrepan en la tipificacin y/o en la caracterizacin del mismo. Pero, ante qu estamos?. La modernidad ha sido presa de sus propias paradojas fundacionales. Aqu se ubica un aspecto de la discusin actual. Ha fracasado el proyecto de modernidad? Lleg a su
fin? Estamos ante algo nuevo, distinto? Vivimos una gran modernidad, avanzada? O qu?. Lyotard, junto con otros posmodernistas, defienden la tesis de que el proyecto de modernidad se ha agotado, o ms exactamente, ha llegado a su fin. Perdi vigencia. Habermas, por el contrario, considera la necesidad de reimpulsar el proyecto del siglo de las Luces o cree que de uno u otro modo es posible restablecer su coherencia. En esta misma lnea de pensamiento, desde la perspectiva institucional de la modernidad, existe el argumento que vivimos un periodo de gran modernidad, o de modernidad radicalizada, pero que se perciben los contornos de un orden social distinto, posmoderno (Giddens, 1993: 152). No hay acuerdos sobre el carcter y la dimensin sustantiva de los cambios recientes; pero, nadie los niega. La tendencia es hacia un modelo de sociedad global, basada en los desarrollos tecnolgicos y en las vinculaciones que han promovido los procesos recientes de expansin y competencia econmica internacional. El capitalismo, sirvindose particularmente de los avances en la comunicacin, se ha reestructurado a escala planetaria y ha modificado los mbitos y contenidos de las relaciones sociales. Es en este sentido, hay razones suficientes para pensar que vivimos un periodo crucial de transicin histrica y que los cambios que nos afectan no se reducen a una zona concreta del globo, sino que se extienden prcticamente
a todas partes (Giddens, 2000: 13), incluyendo los aspectos ms cercanos de la vida cotidiana. La globalizacin, o lo que resulta igual, la modernidad radicalizada ha transformado a la sociedad y a su entorno. La sociedad global o sociedad red, como la define Castells (1999), ha alterado los factores de contigidad y temporalidad preexistente. El lugar en la modernidad deriva del desacoplamiento entre el espacio y el tiempo, y el incremento de las relaciones sociales dominadas por la no presencia, territorialmente descontextualizadas. En el mundo premoderno, el tiempo, el espacio y el lugar estaban conectados: el cuando estaba necesariamente vinculado al donde, normalmente asociado a alguna experiencia o acontecimiento natural o de la vida cotidiana. Espacio y lugar eran casi sinnimos. El lugar -que queda mejor conceptualizado a travs de la nocin de lo local- se caracterizaba por la presencia o por actividades localizadas (Giddens, 1993: 29). No obstante, la modernidad, particularmente en la etapa actual, ha significado un cambio radical en ese sentido, al fomentar las relaciones entre ausentes deslocalizados a distancia.... La sociedad global ha originado una temporalidad abstracta, en la que el tiempo, el espacio y el lugar tienden a operar desvinculados. En este sentido, se ha producido una transformacin del tiempo ahora-aqu por un tiempo ahora-en todos los lugares (Beriain, 1997:31). El no lugar es un fenmeno de nuestros tiempos, pro-
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pio de la sobremodernidad emergente. El concepto no tena derecho hace unos treinta aos (Aug, 1998: 110). En el contexto de globalizacin, modernidad radicalizada, sociedad red o sobremodernidad, el lugar, o lo local, siendo ms concreto, se ha hecho crecientemente fantasmagrico, al estar penetrados y hasta determinado por lo distante y fsicamente ausente. La nueva lgica espacial de los espacios de los flujos, propia de la sociedad red, globalizada, tiende a sobreponerse a la de los espacios de los lugares, y en este sentido abre un escenario complejo de vinculacin y rearticulacin entre lo local y el entorno desterritorializado. La sociedad se reconstituye en torno a flujos diversos entre posiciones fsicamente inconexas. En este marco, la complejidad de lo espacial es contradictoria: por un lado, tienden a dominar los espacios de flujos integrados globalmente, mientras, por otro, los espacios de los lugares resultan localmente fragmentado. La simultaneidad ya no se basa en la contigidad fsica (Castells, 1999:445). El lugar y el espacio resultan desacoplados
lmites. Sus efectos, en todo caso, han sido de una mayor segmentacin del orden social. Sobre ello, los posmodernos han sido contundentes, al afirmar que la modernidad ha sido enteramente aniquilada, muerta. En este sentido, uno de los crticos ms reconocido, ha argumentado que el proyecto moderno [de realizacin de la universalidad] no ha sido abandonado ni olvidado, sino destruido, liquidado (Lyotard, 1996:30). Este pensador percibe un nuevo estado de la cultura, una nueva conciencia, el fin de los metarrelatos iluministas legitimadores. La poca es otra, distinta. Se pone fin a las grandes utopas y emerge una especie de desvaciamiento de la historia. La idea de progreso general e ilimitado ha dado paso al desconcierto, para algunos, a un nuevo orden, radicalmente diferente, posmoderno. El proyecto civilizatorio, parafraseando a Elas (1994), no concretiz sus profecas, y ya no hay manera de restablecerlo. La percepcin posmodernista es que ha llegado a su fin las grandes narrativas fundacionales de la historia moderna. La idea no es propiamente la de la superacin del proyecto iluminista, sino la de su vaciamiento, la de un vaco de sentido, de desconfianza de la razn. El autor de Teora de la accin comunicativa se pregunta si deberamos tratar de revivir las intenciones del iluminismo o reconocer que todo el proyecto de modernidad es una causa perdida?, y concluye que el proyecto de la modernidad todava no se ha rea-
lizado (Habermas, 1989:142), est pendiente; y, por consiguiente, frente a la crtica posmoderna, sigue vigente y debe ser retomado. Tiene sentido recuperarlo, superar la racionalidad de los especialismos, reivindicar las ideas de la Ilustracin. En principio, el debate pareci tornarse incongruente, confuso. Habermas, particularmente, plantea su postura, y lo hace con apego al concepto y a la historia. La crtica posmodernista, en contraste, deriv de la modernidad esttica, a partir del supuesto agotamiento de la vanguardia y el supuesto fin del arte moderno. Se identificaron modernidad con modernismo, y al fracaso de la llamada rebelin surrealista, o posvanguardismo, se le identific con la situacin posmoderna. Es que posmodernidad y posmodernismo, han sido confundidos; pero no representan lo mismo. Sobre ello, Habermas (1989) ha sido categrico. Segn l, ciertamente la idea de modernidad est ligada al desarrollo del arte europeo, pero dice lo que llamo el proyecto de la modernidad slo se pone a foco cuando se prescinde de la habitual focalizacin sobre el arte. Entiende a la modernidad, como una realidad histrica especfica, como el proyecto iluminista, distinto de la modernidad esttica o modernismo surgido a mediados del siglo XIX, aun cuando guarden vnculos estrechos. Para l, incluso, desde una perspectiva histrica, la modernidad esttica es slo una parte de la llamada modernidad cultural.
Habermas identifica el problema de realizacin del proyecto con la propia desagregacin de las prcticas y discursos en racionalidades autnomas y diferenciadas, controladas por especialistas, desvinculadas de los imperativos de la convivencia humana. No obstante, cree en el rescate de una racionalidad sustantiva que rearticule esos distintos mbitos de las relaciones sociales, a partir de la revisin y el replanteamiento de la concepcin originaria, pasando incluso por la elaboracin del propio Kant, y el papel que ste asigna a la filosofa en Occidente. La modernidad persiste, ha declinado, pero no ha agotado su fertilidad; aun el proyecto de la Ilustracin puede proveer sentido. Es posible rescatar y renovar la dimensin poltica del proyecto Iluminista, o sta es una utopa ms? Lyotard piensa lo segundo; y, por el contrario, acusa a Habermas de intentar revivir un metarrelato ms. Nadie cree ya en cosmovisiones. El mundo es otro. Segn l, la idea de una teora unitaria es completamente problemtica. No hay sostiene ms que determinismos locales, pequeos relatos. Nadie cree ya verdaderamente en las salvaciones globales (Deschamps, 1988:348-346). Lyotard pretende ser contundente. En apreciacin de Giddens (1995:157), Habermas, al defender una concepcin global de la racionalidad en cada uno de estos dominios, nada contra-corriente. Es que Habermas propone criterios universales de la razn en una
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poca en la que los estilos de pensamiento relativistas se han puesto de moda... (Giddens, 1995:157). Y l lo sabe, pero percibe los riesgos de las posiciones anarquistas y/o neoconservadoras de los posmodernos. Habermas cree que sin desdear los logros efectivos de la modernidad, es posible recuperar el sentido desmembrado del todo social. Considera posible la rearticulacin de las esferas fragmentadas de la razn y el mundo-de-vida, en un todo social distinto, pleno y verdadero. Piensa que es viable la superacin de los efectos perniciosos que derivaron de la brecha cada vez ms amplia entre la llamada cultura de los expertos y el mundo vital cotidiano. Ciertamente, la modernidad ha puesto en cuestin sus propias promesas. Han surgido muchas dudas en donde haban certezas; muchas interrogantes en donde antes se recurra por respuestas. Se ha esfumado la confianza iluminista en el progreso infinito y en un mejoramiento social y moral ilimitado. La Ilustracin ha sido interpelada. La modernidad en la fase de globalizacin actual muestra el desvanecimiento de sus grandes narrativas. En la perspectiva del propio Giddens (1993), resulta difcil resistirse a la conclusin de una ruptura o superacin de la modernidad. No obstante, aunque no la niega, percibe que vivimos una etapa de modernidad radicalizada, mucho ms global y universalizadora, y que, contrariamente a la desaparicin del sentido de la historia, estamos ante su
propia autoclarificacin. La modernidad, que originalmente sustituy la providencia divina por la de la razn, e introdujo la idea de progreso providencial, en esta etapa radicalizada, avanzada y global, al tender liberarse de toda providencia, deja un gran vaco de confianza y certidumbre terica.
el saber predictivo se contrapone a las fuerzas mticas y divinas, y asigna un carcter ms abierto a los acontecimientos y contingencias del futuro. Se dice que la modernidad es una cultura de riesgo, pero ello no significa que la inseguridad en la vida diaria sea mayor que en pocas anteriores, y ms bien muestra que dichas dificultades ataen a angustias generadas por los mismos clculos de riesgo (Giddens, 1998:232). El riesgo no es exclusivo de la sociedad moderna; pero, por lo menos en la modernidad tarda, globalizada, es una sus caractersticas sobresalientes. La modernidad en la fase de la globalizacin evidencia un cambio de poca, que pone de manifiesto las contradicciones que implic desde los propios orgenes. La dinmica del desarrollo ha generado consecuencias opuestas, resultados involuntarios, y si algo caracteriza a la modernidad actual es que las involuntariedades se han convertido de excepcin en regla (Robles, 1998). Es que globalizacin y riesgo configuran un nuevo binomio social. De esta manera, la sociedad del riesgo es un fenmeno mundial, no exclusivo de los pases industrializados; y los riesgos son mltiples. Lo que resulta menos probable puede suceder (Robles, 1998). Es ms, todos los riesgos conducen a generar otros riesgos ulteriores; significando que en el curso de las transformaciones de la sociedad, los riesgos dominan la estructura social, no existiendo ninguna conducta libre de
riesgo (Luhmann, 1992: 72),. Hay as una globalizacin del riesgo, que Giddens (1993) percibe con el creciente nmero de sucesos contingentes que afectan a todos, o al menos, a un gran nmero de personas en el planeta. No obstante, en cierto modo, no es el incremento y ampliacin de los riesgos y/o peligros lo que define a la sociedad de riesgo. Podemos postular que la preocupacin por el riesgo en la vida social moderna no tiene nada que ver directamente con el predominio real de peligros que amenacen la vida. En el plano de la existencia humana y en funcin de la esperanza de vida y la posibilidad de evitar enfermedades, los miembros de las sociedades desarrolladas se hayan en una posicin mucho ms segura que la mayora de individuos de pocas anteriores (Giddens, 1998:148). Por el contrario, lo que distingue ambas formaciones son, en la mayora de los casos, las circunstancias de riesgo institucionalmente establecidas, mucho ms marcadas en las sociedades modernas que en las sociedades anteriores (Giddens, 1998), que adems tienen virtualmente efectos globales sobre la sociedad, al margen de que se acepten, rechacen o acten en contra de ellos. Significa adems, que los riegos a que se expone la sociedad, no tienen el carcter incidental o fortuito, sino ms bien son de naturaleza intrnseca. El riesgo deriva de los mecanismos de operacin de la propia sociedad y de las nuevas lgicas
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y formas de gestin vulnerables, subyacentemente. La modernidad reciente se diferencia as por los cambios rpidos y la institucionalizacin de los riesgos. El grado de cambio ms o menos constante, profundo y rpido caracterstico de las instituciones modernas [...], significa que en el plano de la prctica de cada da as como en su interpretacin filosfica, no se puede dar nada por supuesto. La conducta que hoy es aceptable/apropiada/recomendable puede ser considerada maana de forma diferente, a la luz de las circunstancias cambiante o de nuevos conocimientos (Giddens, 1998:171). Es en las circunstancias de las instituciones sociales modernas, donde el riesgo se reconoce como tal, ante el mundo de opciones y posibilidades de eleccin de estilos de vida. La modernidad reciente implica as vivir en los entornos del riesgo, determinado por las posibilidades de aprovechamiento de las oportunidades y alternativas abiertas. Es en este sentido, la modernidad ha implicado una reduccin de los riesgos que ataen directamente a la vida de las personas as como la ampliacin de mayores zonas de seguridad conquistada, pero a la vez, ha significado la constitucin de entornos de riesgos institucionalmente demarcados. La modernidad no slo incorpor una mayor conciencia del riesgo. En la modernidad globalizada, la propia dinmica del desarrollo genera consecuencias encontradas. En el mbito de la existencia humana, los
avances distan mucho de las circunstancias que caracterizaron a pocas anteriores, pero lo que parece distinguir las formaciones actuales son las condiciones de riesgo institucionalmente establecidas, mucho ms marcadas que en las sociedades anteriores, que adems tienen virtualmente efectos y consecuencias globales.
gualdad. Es en este sentido, podemos caracterizar de barbarie la situacin de exclusin en el contexto de la modernidad de la sociedad moderna, a lo que seala la imposibilidad de un tratamiento universal de la inclusin (De Giorgi, 1998: 28). As pues, la globalizacin ha sido generadora de incertidumbres y riesgos coexistentes. Ciertamente el mundo ha progresado proporcionalmente ms en los ltimos 50 aos que en toda la historia; pero, sobre todo desde finales del siglo XX, se han acentuado las diferencias existentes entre la poblacin en cuanto al acceso a bienes y servicios bsicos. La globalizacin, como fenmeno econmico, social y cultural, arroja saldos inesperados y contradictorios. La poblacin de los pases pobres est ms enterada sobre la riqueza y el desahogo con que se vive en otros lugares del mundo y es consciente de las desigualdades sociales. La mundializacin de la informacin tiene, en este sentido, efectos paradjicos. El conocimiento de las desigualdades genera sentimientos de injusticia, que referido a la situacin propia de carencias personales, genera frustraciones, actitudes desesperadas, miedos, odios y violencias sociales. En el contexto actual, a pesar de las ventajas que podran derivarse de los cambios demogrficos, las posibilidades de mejoramiento social y moral resultan limitadas, y las perspectivas de un destino humano ms racional y pleno, parecen ms distantes. El progreso de las ltimas dcadas ha tenido como correlato la
acentuacin de las desigualdades regionales, entre pases y, particularmente, las disparidades sociales. La globalizacin ha sido esencialmente diferenciadora, por lo menos en las dimensiones social y econmica. La creciente situacin de pobreza ha llevado a repensar la cuestin demogrfica vinculada con el desarrollo econmico. De aqu podemos colegir que el crecimiento de la poblacin ha dejado de ser la problemtica central, pero el crecimiento econmico no ha sido suficiente para subsanar los problemas de desigualdad y pobreza. Las ltimas dcadas han puesto fin a la ilusin modernizadora. La mayora de los pases de latinoamrica registran una relacin errtica, e incluso inversa entre crecimiento econmico e incidencia de la pobreza. El resultado ha sido la expansin del desempleo, el deterioro de la calidad del trabajo, la profundizacin de la desigual distribucin del ingreso y, consecuentemente, el empeoramiento de los niveles o condiciones de vida de la poblacin. La magnitud del contingente que no logra integrarse de manera formal, directa y estable en el proceso productivo no slo se ha expandido, sino que con el proceso de globalizacin, apertura e integracin econmica, han emergido nuevas formas de precariedad laboral y pobreza articuladas a las estrategias de acumulacin y competencia econmica. La globalizacin ha relegado al Estado de su funcin de proteccin social, creando un estado de indefensin y vulnerabilidad
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en la poblacin. En el mbito del trabajo, se han modificando las formas clsicas de participacin, a partir de la adopcin de tecnolgicas y nuevas tcnicas de organizacin de la produccin y uso de la fuerza de trabajo. El escenario en cierto modo es paradjico: de tecnificacin, modernizacin y precariedad laboral simultnea, caracterizado por la vulnerabilidad en la calidad, la estabilidad y la seguridad social en el empleo. En Amrica Latina, la marginalidad, informalidad o simplemente la pobreza no son un fenmeno nuevo. No obstante, hacia mediados del siglo pasado se prevean como situaciones transitorias, en inevitable proceso de extincin. En las concepciones modernizantes y desarrollistas de la poca se postulaba la idea de que el crecimiento econmico subsanara por s slo los problemas y distorsiones generados por el subdesarrollo. Este fue el contexto en el que las ideas maltusianas encontraron justificacin y terreno frtil. Los cambios socioeconmicos y demogrficos de la dcada de 1940 y de las posteriores, evidenciaron dos fenmenos: por un lado, con el desarrollo y la expansin de los conocimientos mdicos y los primeros esfuerzos sistemticos en materia de poltica social, se impact sobre las tendencias de la mortalidad y se generaron importantes cambios en los ritmos de crecimiento de la poblacin; por el otro, el incipiente proceso de industrializacin profundiz sensiblemente los niveles de paupe-
rizacin, desempleo y miseria. Renaci entonces la idea neomaltusiana de justificar que porque la poblacin crece la gente es ms pobre. El riesgo no es exclusivo de esta nueva sociedad, pero se ha convertido en uno de sus aspectos sobresalientes. La globalizacin evidencia as un cambio de poca, que ha implicado desconcierto y progresiva exclusin social. En trminos de las condiciones generales de vida se han logrado y se mantienen mejoras sustancialmente. No obstante, en cierto modo, la vulnerabilidad social deriva de inestabilidad e inseguridad laboral, y de los desencantos producidos por los rpidos cambios tecnolgicos. Las tendencias podran entenderse desde distintas perspectivas, enfatizando diversas dimensiones de la modernizacin acelerada de la sociedad. Los cambios, particularmente los asociados con la poblacin, no son sbitos, ni el resultado de factores nicos, pero los procesos recientes de globalizacin, entendida sta no slo como una forma de interdependencia en la esfera de las relaciones econmicas internacionales, al incidir sobre la conciencia, sobre los sistemas de valores y sobre las relaciones de poder, opera sobre la propia cotidianidad reasignando roles y dando lugar a nuevas demandas y conflictos sociales.
ca, no es necesariamente nueva, pero es un hecho que recientemente ha marcado cambios importantes de contenido y significado en diversos mbitos de las relaciones humanas. La modernidad ha desembocado en una realidad compleja, socialmente segmentada y excluyente. Podemos afirmar que la globalizacin ha transformado a la sociedad y a su entorno. En el mbito de la investigacin social se han generado grandes desconciertos. Los paradigmas clsicos que asociaban la idea de sociedad como los Estados nacionales, entraron en crisis. Las ciencias sociales, en general, han sido desafiadas a repensar el mundo como una sociedad global. La frontera de lo social es otra. El nuevo objeto no corresponde a una mera extensin de los viejos problemas, sino a algo indito, original y distinto. La investigacin social enfrenta as un doble desafo, asociado con las circunstancias sociales emergentes y con los imperativos de reconstitucin tericos y metodolgicos. En sentido general hay razones suficientes para pensar que estamos en un perodo crucial de transicin histrica (Giddens, 2000: 13), que los cambios que nos afectan no se circunscriben a ciertas zonas concretas del planeta, y que adems incluyen los aspectos ms cercanos a lo cotidiano y personal. A pesar de la creciente informacin que caracteriza a la sociedad actual, quiz por la rapidez de los cambios, esta genere mayores desconciertos, incertidumbres, angustias y confusiones.
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Ante el ritmo vertiginoso de las transformaciones, se ha sealado que el ciudadano se pregunta muchas cosas y tiene pocas respuestas, y la propia la esencia de los conceptos, de las ideas, parece que cada vez es ms corta (Goula, 2000:1). En este marco, las ciencias sociales enfrentan enormes desafos interpretativos. La complejidad de los procesos exige de esfuerzos renovados de reconceptualizacin y anlisis que permitan reintegrar las nuevas formas de desarrollo e interdependencia social. Las ciencias sociales, que fueron desarrolladas teniendo como base y marco de referencia a la sociedad nacional, parecen resultar insuficientes para enfrentar los retos con-
gnoscitivos de la sociedad en el contexto de la modernidad avanzada y la globalizacin. El mundo cambi y ha dejado en las ciencias sociales grandes vacos de interpretacin y orden. El cambio ha devenido en caos, ante la ausencia de referentes tericos, ms o menos slidos y consensuados. De tal manera, que en todos los mbitos del orden social subyace un gran desconcierto. Un vaco de respuestas. Han quedado atrs las grandes utopas y paradigmas ordenadores. El conocimiento es ms plural, pero ms fragmentario. El estado es de incertidumbre, en muchos casos de anarqua y desencanto. La angustia ha dado paso a la nostalgia.
Bibliografa
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