El documento resume la literatura carcelaria como un género que emerge de voces subalternas y experiencias marginales. Aunque a menudo se asume que esta literatura es transgresora y heroica, también puede repetir mecanismos de control como el panóptico. El texto analiza dos novelas carcelarias, Cárcel de mujeres de María Carolina Geel y Beso negro de Gilberto Flores Alavez, examinando sus similitudes y diferencias en términos de promoción, recepción y legitimación de la voz del autor.
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El documento resume la literatura carcelaria como un género que emerge de voces subalternas y experiencias marginales. Aunque a menudo se asume que esta literatura es transgresora y heroica, también puede repetir mecanismos de control como el panóptico. El texto analiza dos novelas carcelarias, Cárcel de mujeres de María Carolina Geel y Beso negro de Gilberto Flores Alavez, examinando sus similitudes y diferencias en términos de promoción, recepción y legitimación de la voz del autor.
El documento resume la literatura carcelaria como un género que emerge de voces subalternas y experiencias marginales. Aunque a menudo se asume que esta literatura es transgresora y heroica, también puede repetir mecanismos de control como el panóptico. El texto analiza dos novelas carcelarias, Cárcel de mujeres de María Carolina Geel y Beso negro de Gilberto Flores Alavez, examinando sus similitudes y diferencias en términos de promoción, recepción y legitimación de la voz del autor.
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TIEMPO 71 APUNTES
La plena luz y la mirada de un vigilante
captan mejor que la sombra, que en ltimo trmino protega. La visibilidad es una trampa. Michel Foucault Ai iixsai ix ia iiriiaruia carcelaria como gnero, automticamente hay una tendencia a asociarla con el testimonio, con el encierro por razones polticas, no sin cierto halo de herosmo a travs del sacricio por una causa social o revolucionaria, particularmente dentro del contexto latinoamericano. Se asume, adems, a la litera- tura carcelaria como una literatura marginada y gestada en circunstancias extremas. Como seala Rafael Saumell Muoz: en la celda, a escondidas, reprimida. Dichos do- cumentos diarios de crcel, testimonios, autobiografas e inclusive ccin son parte de una memoria otra: es- crituras transgresoras, perseguidas, punibles y castigadas. Se trata de voces subalternas que emergen y entran a la escena literaria ya sea por la permeabilidad o cambio de canon de lo literario, o bien por las fuerzas pujantes en las bases para lograr una insercin transgresora en el circuito literario y acadmico o ciudad letrada, como parte de un cambio de escenario discursivo cuando la censura y represin asxiaron la arena poltica. La prisin es un locus donde desembocan los discursos transgre- sores. El escritor-prisionero est fuera de la ley, incluso de aquella que representa a la justicia poltica ocial. Su misin consiste en cuestionar la validez misma de la sentencia emitida por el tribunal, que es el relato jurdico del cual se vale el poder para condenar. El testimonio carcelario es el comentario del recluso quien valindose de la legalidad establecida dice exactamente otra cosa (Saumell Muoz, 499).
Valindose del poder de la letra como espacio legitimizador del discurso subalterno, el destinatario nal el lector adquiere una funcin jerarquizante y moral al retribuir al narrador o sujeto que enuncia su calidad tica, que la justicia y legalidad no ha procurado. En este sentido su funcin ser el reordenar jerarquas y ticas, al tiempo que el sujeto enunciante opera un vaciamiento de poder en el sistema y autoridades que lo sentenciaron al connamiento. Los lectores somos una suerte de segundo jurado al cual se acude en busca del perdn por delitos reales o imputados; por la necesidad de hallar un foro donde se lave de toda mancha a Encierros del cuerpo y devenires de la letra: Los discursos de lo carcelario Aurelia Gmez Unamuno ngela sin alas TIEMPO 72 APUNTES la inocencia hecha culpable; para dar a conocer los abusos y las vejaciones que sufren los encarcelados o por la inaplazable soli- daridad que merecen ciertos casos y causas. Es un anti-discurso que opera a nivel de simpatas y que reclama la colaboracin de un estrado solidario, que comprenda el mensaje, lo adopte como vlido y cierto y permita movilizar a la opinin pblica (Saumell Muoz, 499). No obstante, el discurso carcelario como en cualquier otro caso de activacin o intervencin de un dispositivo disciplinante, puede generar s resistencias, pero tambin asimilaciones, por cierto escasamente estudiadas. Tomando esto en cuenta correremos menor riesgo de convertir al espacio carcelario en un mito ms de la produccin textual subversiva, versin romantizada que sustituye la versin del genio creador por el creador insurgente o revolucionario simplemente por escribir en la crcel. En este sentido, quizs debamos ahondar en el planteamiento de los textos, ms all de la romantizacin o satanizacin que se ejerce nor- malmente sobre los sujetos carcelarios basado en un juicio moral sobre el delito. Siguiendo a Josena Ludmer, el delito dentro del relato ccional traza claramente lmites, establece diferencias y por lo tanto recorta o excluye: Traza una lnea de demarcacin que cambia el estatus simblico de un objeto, una posicin o una gura. Si est de un lado del lmite la gura puede ser sublime; si est del otro, cae y se degrada (Ludmer, 781). Esta podra ser una divisin un poco burda, sin embar- go permite establecer que a partir de ese lmite o borde trazado en el texto carcelario demarcacin simblica, lmite transgredido, la propia construccin discursiva ha de hilvanar las apuestas ticas con la maquinaria tex- tual. Y en este sentido no es extrao, aunque en un pri- mer momento coneso que me lo pareci, que los textos carcelarios puedan repetir y ejercer el mismo mecanismo panptico, en tanto encierro del cuerpo-texto en una serie de agenciamientos que se promueven opacamente bajo el efectismo de un discurso transparente. De ah el epgrafe de Foucault sobre la transparencia como la mayor trampa, o en Barthes la denotacin como la ms engaosa de las connotaciones. Crcel de mujeres (1956) se presenta como un texto am- biguo en el que el elemento autobiogrco juega un papel importante. La autora, Mara Carolina Geel, fue acusada y sentenciada por el intento de asesinato de su amante, dicha nota caus revuelo en Chile y tuvo que moverse un grupo de intelectuales, entre ellos Gabriela Mistral, para liberarla del presidio. Durante el proceso, Alone, crtico literario que escriba para el diario conservador El Mercurio fungi casi como confesor que ordenara a la monja o ilusa a escribir sus experiencias msticas, en este caso de la experiencia carcelaria. Al leer Crcel de mujeres, record un correlato bastante interesante en el contexto mexicano: Beso negro (1992) que, aunque posterior, no creo que haya tenido una inuencia directa de Geel. Permtaseme entonces romper con con- textos geogrcos y cronolgicos para establecer analogas inevitables en su funcionamiento y xito editorial, as como sus diferencias, entre ellas las genricas y estilsticas. Por ejemplo, mientas la novela de Mara Carolina Geel juega con una mirada sesgada, entre persianas, al reconstruir el mundo carcelario, Gilberto Flores Alavez produce Beso negro, texto descarnado, a or de piel, que se regodea en su luminosidad obscena. Ambas novelas presentan el mismo fenmeno de venta, Crcel de mujeres en el contexto chileno tiene tres ediciones en 1956, marzo, abril y mayo una cada mes; mien- tras que Beso negro se edita en Mxico tambin tres veces casi cada mes: noviembre y diciembre de 1992, y marzo de 1993. El caso de Gilberto Flores es un poco distinto, ya que precisamente su entrada a la escena literaria se da durante y tras su estancia en la crcel, mientras que Mara Carolina Geel ya contaba con un prestigio como escritora. No obstante, ambos textos intentan de manera ms desesperada en el caso de Gilberto Flores de legitimar su voz mediante distintos mecanismos que describir a continuacin. Beso negro es la primera novela de Gilberto Flores, por lo que la promocin del texto no gira tanto en su calidad literaria o temtica carcelaria, sino en la genealoga personal y literaria por un lado, y, por otro, en el crimen que lo llev a la crcel. En 1978, a los 20 aos, Gilberto Flores fue acusado, procesado y encarcelado por el doble parricidio de sus abuelos Gilberto Flores Muoz y Asuncin Izquierdo; esta ltima, escritora que rmaba con el pseudnimo de Ana Mairena, entre otros. El crimen del matrimonio Flores-Izquierdo fue muy impactante en la sociedad mexicana de la dcada del setenta no solamente por la violencia al ejecutar con machete a la pareja, sino porque Gilberto Flores Muoz era un destacado poltico que se encontraba a cargo de la Comisin Nacional de la Industria Azucarera bajo el sexenio del presidente Jos Lpez Portillo (1976-1982). TIEMPO 73 APUNTES Posteriormente recopilado bajo una rigurosa investi- gacin del escritor y dramaturgo Vicente Leero, el caso Flores-Izquierdo presenta muchas inconsistencias y aristas para sostenerse bajo la teora del asesino solitario, o la de cometer el crimen en un acceso de locura. Existen tres probables mviles que plantea Leero en su texto. El primero, de ndole poltico, se explicara por la pol- tica de mano dura de Gilberto Flores Muoz al expropiar algunos ingenios azucareros, con el n de evitar que los empresarios cobraran los subsidios gubernamentales y presentaran una muy baja o nula produccin azucarera. Es importante destacar que tras la muerte de Flores Muoz, su sucesor anunci que la produccin para nes de 1978 sera de 2,800 toneladas de azcar, la mejor en Mxico sin precedentes. De este modo, se puede advertir el malestar que seguramente caus su gestin en los empresarios azuca- reros acostumbrados al subsidio gubernamental sin exigirles determinada produccin. El segundo mvil, inconsistente pero que se present y sostuvo inculpando al nieto, es un ataque de locura agudi- zado por problemas intrafamiliares. El tercer mvil circula de forma oral en los pasillos de la Facultad y es de ndole pasional, ya que supuestamente Gilberto Flores Alavez sostena una relacin con Hugo Margain Charles, profesor de la Facultad de Filosofa y Letras de la UNAM e hijo del embajador de Mxico en Washington para esa poca. En un contexto homofbico el abuelo Flores Muoz mandara golpear al amante de su nieto, sin embargo la calentadita se convirti en asesinato por la brutal golpiza a que fue some- tido. De este modo, Gilberto Flores Alavez en complicidad con el padre de Hugo Margain Charles se vengara de los abuelos por la muerte causada a su amante. Leero, por su parte, descarta esta versin y presenta la muerte de Hugo Margain a manos de miembros de la Liga Comunista 23 de Septiembre, concido grupo guerrillero que llev a cabo varios secuestros durante la dcada del setenta, entre stos el del empresario Garza Sada. Ya fuera por venganza poltica o pasional, el asesinato tuvo una recepcin de rechazo absoluto en la sociedad mexicana de la poca y fue articulado como parricidio: tab y crimen gravsimo que de ningn modo podra quedar impune. Por qu la sociedad mexicana preri el escndalo parricida al homosexual o al de corrupcin? De cualquier modo el caso fue construido a partir de una presin social que fue explotada o quizs incitada por la misma prensa. Esta presin se ejerci sobre las autoridades, en particular los agentes ministeriales que se vieron obliga- dos a encontrar un mvil y culpable de manera inmediata. Por otro lado es imposible negar la prctica del chivo expiatorio en Mxico para cubrir a alguien poderoso y al mismo tiempo usada para dar la impresin de un trabajo de investigacin y justicia efectivos. En este contexto, no quiero destacar la inocencia o culpabilidad de Gilberto Flores Alavez, sino las aristas y ambigedades del mismo caso que precisamente lo obligan a reforzar legitimidad y verosimilitud discursiva no en la novela, sino particularmente en su texto de presentacin; lo cual signica su acceso a la letra y la reconstruccin de su prestigio a travs de sta. De manera compulsiva el autor procura en el prlogo, la nota preliminar y el eplogo construir la verosimilitud de su propio discurso. As integra no solamente testimonios de compaeros reos, cuestionarios o instrumentos penales elaborados por el autor, documentos, glosarios, actas, adver- tencias, anlisis y aprobacin de un psiquiatra criminlogo, sino el anlisis de las estrellas del manto de la Virgen de Guadalupe imagen obsesiva en la novela que se opone a las otras guras femeninas y una carta-testamento de su abuela que ser el eje de la inocencia argumentada. Aqu es pertinente una breve digresin sobre la escritura de Asuncin Izquierdo bajo el pseudnimo Ana Mairena, ya que Gilberto Flores la utiliza como un medio que legitime su propia voz. Quiero destacar la novela Cena de cenizas (1975), ya que aborda las problemticas de gnero y pre- senta una crtica severa al sistema poltico mexicano tras la represin del movimiento estudiantil del 68. La protago- nista es una estudiante que tras el movimiento se integra a las fuerzas laborales, perdiendo un estatus relativamente privilegiado. En el entorno laboral el personaje sufre los estigmas y discriminacin de gnero. Como contraparte, el discurso delirante del poder y la politizacin de la socie- dad aparecen en la novela bajo el efecto del bebedizo que el velador Don Lirio le ofrece a la protagonista. Solamente as, ella es testigo del verdadero escenario poltico en una descarnada pugna entre empresarios y funcionarios pblicos por el poder econmico y poltico. Merece la atencin la stira que hace Mairena a los partidos polticos articulada en tres enanos llamados PI, PA y PIS PIS, parodia de las si- glas del Partido de la Revolucin Institucional (PRI) como partido ocial, Partido Accin Nacional (PAN) el partido de derecha y Partido Popular Socialista (PPS) la opcin de izquierda en aquella poca. Se puede observar entones que este texto se encuentra muy lejos de promover una funcin tradicional y prescrip- TIEMPO 74 APUNTES tiva de la mujer, lo cual se contrapone a la carta testamento. Sin embargo, es cierto que los textos previos de Asuncin Izquierdo bajo sus diferentes pseudnimos podran con- siderarse conservadores y de hecho Cena de cenizas es por mucho su novela ms arriesgada. Por otro lado, es peculiar la repeticin del nombre de pila en las distintas generaciones: Gilberto Flores Muoz el poltico, Gilberto Flores Izquierdo el mdico y Gilberto Flores Alavez. En oposicin a la repeticin del nombre, la vocacin literaria heredada de su abuela, se convierte en el modo de liacin y construccin de identidad del autor, al mismo tiempo que resultan en una gran estrategia de merca- dotecnia, a la vez que legitima, como seal anteriormente, su discurso. Vayamos a la carta en la que destacan bsicamente las razones por las que Asuncin Izquierdo (Ana Mairena), cinco meses antes de su muerte, decide dejar sus acciones a Quile es decir Gilberto Flores Alavez, por la sencilla razn de ser varn y el mayor de los nietos: me decid por Quile, por la nica razn que es hombre. Con todo el rebumbio actual desaando en vilo la dichosa liberacin de la mujer, lo cierto es que la mujer se sujeta de motu propio y es manipulada por su compaero, lo cual tampoco quiere decir que el hombre no llegue a serlo por la inuencia insidiosa y equivocada de su esposa (Flores, 13). Llama la atencin esta entrada al texto, ya que prev el desarrollo de una lnea patriarcal, con legitimacin de una gura femenina en su origen: la de la abuela en el plano familiar y la de la Virgen de Guadalupe a nivel simblico. Por otro lado, los pilares de los que se sostiene esta red son autoridades diversas que van desde el criminlogo, el psiquiatra representantes cientcos hasta periodistas, el mundo de la farndula en los medios y la tallerista con la que revis el texto. Todo esto con el n de dar un efecto de verosimilitud y armar el carcter testimonial de su dis- curso, aunque el texto por supuesto sea una construccin ccional. El lenguaje de los sucesos retratados en este libro poseen [sic] la crudeza y violencia que privan dentro de cualquier penal. Pre- fer no modicar nada en este sentido para enfatizar el carcter testimonial de la presente obra (Flores, 16). Crcel de mujeres, por su parte, obedece al mismo fenmeno de best seller y de presentacin o legitimacin por parte del crtico literario Hernn Daz Arrieta cuyo pseudnimo era Alone. Es importante destacar el fenmeno de venta, ya que son relatos de exportacin. Saumell Muoz seala sobre la literatura carcelaria que se trata de textos que no pueden luchar al interior del espacio que los genera, sino en estrados solidarios. As, estos relatos de exportacin estn guiados por instrucciones de lectura precisas que sirven como eslabn que concatene estratgicamente encierro- cuerpo-texto con el cuerpo-texto social. Si bien el detonante o atractivo de lectura ser la confe- sin del crimen, ambos textos soslayan el crimen cometido y jan la atencin de su discurso en otros cuerpos en el encierro, mismos que en realidad son el blanco de la mirada TIEMPO 75 APUNTES panptica de los narradores. Alone abre Crcel de mujeres destacando el acto de dar muerte sin motivo, el delito puro, la lucidez total, la experiencia carcelaria como formacin literaria y el encierro como un espacio privilegiado para la escritura. Nueva versin que romantiza la gura del escri- tor como un ser fuera del mundo, es acaso que el genio creador deviene entonces en el genio criminal? Al mismo tiempo, Alone destaca la multiplicidad del sujeto en una suerte de prembulo para sostener la inhe- rencia del crimen al sujeto: dentro de cada cual habitan multitudes (Geel, 13) seala Alone. Posteriormente la narradora ampliar esta ontologizacin del crimen como algo previo: en el tiempo o a la espera an antes de venir yo a la vida (Geel, 76). Por su parte Gilberto Flores no toca en su texto el crimen por el que es sentenciado, pero s uno de sus personajes toma voz y dilucida sobre cometer un asesinato: El Rejas, asesino en serie de mujeres que saca y se come los ojos de sus vctimas, conesa: Yo no mataba mujeres. Yo mataba la traicin, el engao, la debilidad que tenan en su mirada (Flores, 139). De esta forma se escamotea bajo el asesinato de cuerpos el disciplinamiento de los comportamientos. Con esto quiero destacar que en ambos casos, el delito de asesinato vaciado de materialidad, de su corporalidad es sustituido en el texto por eventos difusos: ontolgicos o morales, que lejos de efectuar un salto trasgresor o resistente, por el contrario reterritorializa al sujeto criminal. En el caso de Crcel de mujeres el texto directamente construye un yo narrativo a partir de la aprehensin y es- tigmatizacin del otro como una alteridad. Es decir, ante la amenaza de la negacin del yo y la percepcin del otro como posibilidad de destruccin, consecuentemente se procura conjurar, neutralizar y estigmatizar o destruir la identidad del otro. Aunque, paradjicamente, es el yo el que se proyecta y se construye a partir de lo que nombra como lo otredad. Por ejemplo, la narradora de Crcel de mujeres se forma a s misma por el reverso de la amenaza que representa el lesbianismo, as el yo de la narradora queda constituido por lo que la diferencia: clase, educacin, posicin social o raza diluidos bajo el estigma de la preferencia sexual que la misma narradora proyecta y nombra como las otras, las diferentes, las lesbianas. En Beso negro es un poco distinto ya que no maneja el elemento autobiogrco, ni hay un trabajo sobre el yo narrativo el narrador es omnisciente, sin embargo el mecanismo es similar. Mientras en el texto de Mara Caro- lina Geel la narradora hace un esfuerzo programtico por deslindarse en jerarqua, educacin y estrato social de las otras reas, el origen y delito del personaje El Prncipe en Beso negro traza un abismo de diferencia con los asesinos, narcotracantes, homosexuales o simples reos que habi- tan el espacio carcelario. En determinado momento uno no entiende qu hace entonces ese personaje en la crcel como un ngel cado de gracia: blanco, joven, de apellido extranjero y familia decente. Posteriormente la confesin de El Prncipe a El Rejas reitera esta diferenciacin establecindolo como vctima de los vicios y ambicin de su padre. El padre de El Prncipe sirve de prestanombres al narco, se vuelve cocainmano, humilla y viola a su esposa, prostituye a su hija para cerrar un negocio; posteriormente se suicida y deja el dinero a su hijo en una cuenta bancaria en Suiza. Los narcotracantes culpan al hijo de la muerte del padre, por lo que sufre la estrepitosa cada a la crcel que, como hroe trgico, no merece tal destino. En Beso negro, la construccin y estigmatizacin del otro est plasmada en un tono amarillista; la diferencia con Crcel de mujeres quizs radique, como mencion anteriormente, en el tratamiento estilstico. Por su lado, Mara Carolina Geel describe escenas que no puede ver claramente sino de forma fragmentada, interrumpida o a travs de otros sentidos, lo cual trabaja a un nivel fuerte- mente sugestivo e inclusive ertico. Por ejemplo, al referirse al lesbianismo, tema que la inquieta demasiado, relata la historia de Adelaida, una chica que comenz robando y decidi, inteligentemente, refugiarse en la crcel tomando un trabajo de limpieza; aunque posteriormente fue descu- TIEMPO 76 APUNTES bierta y procesada. El crimen es relacionado entonces con la desviacin amorosa, ntese adems que evita la referencia o exposicin directa de los cuerpos. Cundo su inclinacin amorosa empez a desviarse? Quiz desde su primera cada. Porque con frecuencia es forzoso dormir de a dos en una cama o de a tres, juntando dos de stas, y en invierno los cuerpos se acercan. Era hermosa, adolescente, y despert, es seguro, la apetencia de las mayores. Y un da en el curso de una larga condena la avasall el amor por otra joven tambin condenada a larga prisin, la cual, atrada a su vez por el fsico de la Adelaida, correspondi sin reservas (Geel, 28). Adelaida, cumple su sentencia y queda en libertad, sin em- bargo el amor desviado hace que cometa un sanguinario crimen solamente con el objeto de regresar con su amante a la crcel. Este motivo aparece tambin en Beso negro qui- zs como parte de un imaginario que relaciona de forma sintomtica crimen con preferencia sexual por supuesto estigmatizada como perversin sexual. Gilberto Flores, por su lado, presenta descarnadamente los actos sexuales cargados de violencia, disecciona los cuer- pos, fragmenta y amplica en una narracin que explota el morbo. La escena que abre la novela comienza en un tablao amenco supuestamente, mientras la narracin abre el cuadro que describe casi como efecto cinematogrco de zoom out, el lector puede situar paulatinamente un tablao, un estrado, un gimnasio, un presidio y hombres disfraza- dos de bailaoras. Comienza entonces un rito sexual que involucra erotismos terciados por la mirada, la palabra y lo performantivo conjungando distintas funciones: quien ordena la Brbara, quien ejecuta el Flamenco, quien recibe Tenebras y para quien son representados los actos sexuales el Prncipe. Flamenco ya sabe lo que debe hacer: toma rpidamente su espejo de mano y cubre su boca con lpiz labial negro. El Prncipe no puede contener el temblor que recorre su cuerpo; ja la vista en el tubo de color que sostiene Flamenco, pero lo que hace que su carne se agite son los vidos ojos de La Brbara, que no dejan de mirarlo (Flores, 22). Como se seal arriba, Crcel de mujeres trabaja sobre una narracin sobria, discreta, pero deseante, en la cual la narradora contiene sus deseos, pero al mismo tiempo los proyecta en la construccin del otro. Por ejemplo en una ocasin presencia mediadamente un pacto fraternal y ertico; ste es interrumpido al tiempo que la narradora- voyeur es llamada por una monja. Slo vi que juntaban sus diestras, que al separarlas estaban rojas de sangre y que sin lugar a dudas pronunciaban palabras sacramentales de un juramento inviolable. Luego, se besaron ellas? No s. La luz abandonaba por segundo el Patio y slo vi sus cabezas fugazmente juntas. Desde abajo la autoritaria voz de alguien grit un nombre. Las mujeres se separaron y a mi vez fui llamada por la Hermana. Cuando me sent en el banco del coro, advert que, asustada, mi respiracin tena algo anhelante (nfasis mo, Geel, 46). Por el contrario, Beso negro explota el elemento sexual en una narracin extendida, uida y sin embargo dosicada para mantener la tensin. Podra decirse que se trata de una escritura pornogrca, es decir expone y disecciona el cuer- po textual, no disimula o sugiere, abunda en la repeticin ms no en la proliferacin, muestra de ello es el glosario y las diversas formas de nombrar el beso anal. Sobre sus hombros y su espalda, las marcas de lpiz labial dibu- jan lneas negras; el Prncipe las mira con estupor: ya no podr separarlas de la imagen de La Brbara envuelto entre los delicados velos que le ha alcanzado La Tusa; ya no podr separarlas de ese ntido rostro que se oculta tras la tela para ser difuso, para borrarse las facciones y no ser nada sino un deseo abstracto ni masculino ni femenino- que en miedo de la escoria vive (por la magia y la trampa) como ardiente pureza; ya no podr separarlas del grito lastimero de Tenebras, cuya carne desgarrada, abierta por la fuerza ajena, se ha convertido en dolor y humillacin y tal vez gozo. [] Beso negro (nfasis del autor Flores, 25-26). Se puede observar entonces cmo la construccin del otro est absolutamente distanciada o pretende estarlo del mundo no carcelario, mismo al que s pertenece El Prn- cipe en Beso negro o la narradora en Crcel de muejres. La atomizacin o descontextualizacin que permite establecer un lazo inherente entre vicio y los otros cuerpos carcelarios crea un efecto de extraamiento o desfamiliarizador para el lector. Es decir, a travs del manejo del horror del mundo carcelario, lo grotesco y lo esperpntico y no precisamente al modo de la obra de Jos Revueltas en tanto resistencia o demarcacin, crea un efecto territorializante que agencia en la enajenacin del lector, su disciplinamiento a patir del terror a la cada, a la corrupcin, a lo inhumano. Esto es evidente, por un lado, en el profundo rechazo al lesbianismo en el texto de Mara Carolina Geel, rechazo que por cierto permite soslayar aqul que en realidad se fudamenta en la desigualdad de clase, educacin y origen. Por otro lado, en el texto de Gilberto Flores, el amarillismo, el escndalo a las perversiones y el horror de las drogas aparecen a consecuen- cia de haber renunciado a los valores de la familia. TIEMPO 77 APUNTES As se devela la promocin de una agenda reaccionaria, horrorizada por el cambio de valores en la sociedad. No es extrao en el contexto mexicano, que precisamente en la dcada de los setenta que marc e inici una lucha feminista y cambio generacional fuertemente acelerado por la mayor participacin y politizacin en espacios pblicos del sujeto femenino, justamente se promueva por distintos medios, en este caso el espacio literario, y en la circulacin de imaginarios colectivos a travs de la promocin masiva del best seller un agenciamiento patriarcal, tradicional e inclusive misgino. Por ejemplo, La Brbara personaje de mltiples face- tas: travestida, militar, sdico, poderoso seductor, violador, loca, puta, bailaorahuye por amor con el que piensa es El Prncipe que, en realidad en un juego de identidades, es suplantado por El Rejas, as en la fuga La Brbara, el personaje ms poderoso, dice a su supuesto amante: Pinche vida tan cagada. Por sta que no hubiera hecho lo mismo por ninguna vieja dice besando la mano que hace la seal de la cruz. Ni por la madre de mis hijos. Me cae (Flores, 148-149). De esta forma la tradicin machista, reinstala a la mujer en un papel pararrayos de la violencia masculina; y la homosexualidad entre hombres es presentada como una complicidad, solidaridad y autosuciencia del mundo mas- culino articulando al otro genrico como incapaz o dbil. La novia de El Prncipe cae en una pasin por lo prohibido: sale de la casa paterna para entrar al mundo carcelario en las visitas conyugales con Alfonso (El Prncipe), ah conoce a La Brbara personaje de identidad y sexualidades ml- tiples y accede a su seduccin al grado de ser persuadida para cometer suicidio una vez que La Brbara conrma sus relaciones con El Prncipe. En otro ejemplo, la madre de El Prncipe es incapaz de sostener el amor y la pasin del marido, es humillada, violada y drogada por su cnyuge; la hermana de El Prncipe tiene el mismo destino y enloquece por una sobredosis administrada por el propio padre. Otro caso ms es Jacaranda, mujer que frecuenta el reclusorio y siente una gran pasin por la fealdad y peligrosidad de El Rejas, as se entrega al suplicio y muerte a manos de El Rejas que en realidad es El Prncipe, pues como se seal anteriormente hubo una sustitucin de identidades. Este rechazo al otro por su incapacidad o debilidad recurdese El Rejas no asesina a las mujeres sino al en- gao y traicin en su mirada tiene su correlato chileno en Mara Carolina Geel cuando describe a su amante como dbil, inferior y sencillo, aunque esto nalmente lo hace superior al mundo demonaco de la inteligencia, al cual la narradora s pertenece. El estigma del lesbianismo principalmente y la sexualidad en general ya que la narradora describe tambin los encuentros heterosexuales con horror, en Crcel de mujeres encubre no slo el propio deseo homosexual, sino tambin encuentra su legitimidad en la desigualdad. Como seala lcidamente Diamela Eltit: Esta poltica digamos reaccionaria de la mirada se hace anloga a un determinado manejo de la memoria. Una memo- ria que est imposibilitada de reconocerse en el abandono y los celos como causa del crimen para politizar estas causas en tanto causa histrica femenina y develarlas como productos de una tecnologa sabia y montonamente inoculada por los sistemas dominantes (Eltit, 102-103). De este modo, textos separados por geografa y poca gestio- nan desde el espacio carcelario agendas que parecieran por principio contestatarias, para en realidad ejercer, como bien seala Eltit, una mirada panptica. No es extrao entonces que adquieran licencia y legitimidad para circular masiva- mente, evidenciando as la transparencia como la mayor de las trampas, como un encierro o claustro de los cuerpos- textos, en el que la letra tambin deviene en crcel. Bibliografa Eltit, Diamela. (2000). Emergencias. Escritos sobre literatura, arte y poltica, 1a ed. Santiago: Planeta/Ariel. Flores Alavez, Gilberto. (1992). Beso negro, Mxico: Posada. Foucault, Michel. (2001). Vigilar y castigar, nacimiento de la prisin, 1976. Trad. Aurelio Garzn del Camino, Mxico: Siglo XXI. Trad. de Surveiller et punir, Paris: ditions Gallimard, 1975. Geel, Mara Carolina. (1956). Crcel de mujeres, Santiago: Zig-Zag. Leero, Vicente. (1992). Asesinato. El doble crimen de los Flores Muoz, 1985. Mxico: Plaza y Valds Editores. Ludmer, Josena. (1996). Mujeres que matan, Revista Iberoameri- cana, LXII: 176-177, 781-197. (1999). El Cuerpo del Delito: Un Manual, Buenos Aires: Perl. Mairena, Ana. (1975). Cena de cenizas, Mxico: Joaqun Mortiz. Saumell Muoz, Rafael E. (1993). El Otro Testimonio: Literatura Carcelaria En Amrica Latina, Revista Iberoamericana, 164-165, 497-507. Auiiiia Gxiz Uxaxuxo es originaria de la ciudad de Mxico. Es egresada de la licenciatura en Letras Hispnicas de la UNAM, realiz su maestra y doctorado en la Unversidad de Pittsburgh y actualmente es profesora de Lengua y Literturas Hispnicas en el Haverford Co- llege, EUA. Correo electrnico: aurelia.gomez@gmail.com
Hispamérica Volume 32 Issue 96 2003 (Doi 10.2307 - 20540501) Miguel Dalmaroni - La Moral de La Historia - Novelas Argentinas Sobre La Dictadura (1995-2002) PDF