Este documento analiza la novela La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo, en la que el autor retrata la violencia en Medellín a través de una prosa irreverente. Aunque retoma elementos del realismo como la descripción detallada, lo hace desde una perspectiva posmoderna que distorsiona y degrada la poética realista. De esta forma, la novela abre una reflexión sobre los límites del realismo histórico para representar las sociedades fragmentadas de fines del siglo XX en América Latina.
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Este documento analiza la novela La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo, en la que el autor retrata la violencia en Medellín a través de una prosa irreverente. Aunque retoma elementos del realismo como la descripción detallada, lo hace desde una perspectiva posmoderna que distorsiona y degrada la poética realista. De esta forma, la novela abre una reflexión sobre los límites del realismo histórico para representar las sociedades fragmentadas de fines del siglo XX en América Latina.
Este documento analiza la novela La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo, en la que el autor retrata la violencia en Medellín a través de una prosa irreverente. Aunque retoma elementos del realismo como la descripción detallada, lo hace desde una perspectiva posmoderna que distorsiona y degrada la poética realista. De esta forma, la novela abre una reflexión sobre los límites del realismo histórico para representar las sociedades fragmentadas de fines del siglo XX en América Latina.
Este documento analiza la novela La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo, en la que el autor retrata la violencia en Medellín a través de una prosa irreverente. Aunque retoma elementos del realismo como la descripción detallada, lo hace desde una perspectiva posmoderna que distorsiona y degrada la poética realista. De esta forma, la novela abre una reflexión sobre los límites del realismo histórico para representar las sociedades fragmentadas de fines del siglo XX en América Latina.
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Estudios de Teora Literaria
Revista digital, Ao 2, Nro. 3, 2013
Facultad de Humanidades / UNMDP, ISSN 2313-9676
Estudios de Teora Literaria, Marzo 2013, Ao 2, Nro. 3 75
La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo: una reinvencin del realismo desde la posmodernidad Soledad Echanda, Ayeln Silvestro y Florencia Raffaghelli 1
Resumen Cuando hablamos de postmodernidad, entran en juego innumerables discursos, tantos como esferas de la actividad humana existen. Los procesos de hibridez de la postmodernidad no pueden pensarse como fusiones sin contradicciones, sino que dan cuenta de formas particulares de conflicto generadas por la interculturalidad reciente y la decadencia de proyectos nacionales de modernizacin en Latinoamrica (Garca Canclini 2007). Fernando Vallejo en La virgen de los sicarios (1994) deja entrever retazos de modernidad desde tcnicas literarias del realismo decimonnico desvirtuadas y la descripcin de una sociedad fragmentada. El escritor colombiano retrata en su narrativa el juego entre odio-amor, apego-aborrecimiento por su patria propio de la mirada postmoderna del mundo, que oscila entre la utopa y el desgarro. A travs de un juego complejo de reincidencias y desvos la novela de Vallejo abre una interesante reflexin con respecto a los lmites y posibilidades del paradigma del realismo histrico en las fragmentadas sociedades latinoamericanas de fines de siglo XX.
Abstract When we talk about Postmodernity a great range of approaches are taken into account; as many as disciplines of human activity exist. The hybridity processes of Postmodernity cannot be thought of as mergers without contradictions; on the contrary, they show peculiar forms of conflict generated by the recent interculturality and the debasement of national projects of modernization in Latin America (Garca Canclini 2007). Fernando Vallejo in La virgen de los sicarios (1994) conveys flashes of Modernity from distorted literary techniques of the XIX century realism and the description of a fragmented society. The Colombian writer portraits in his narrative the hate-love game, belonging- aversion for his fatherland which is proper of the postmodern look of the world that dangles between utopia and dispossession. Through a complex game of recidivism and aberrations Vallejos novels trigger an interesting reflection as regards the limits and possibilities of the paradigm of historical realism in the divided Latin American societies of the late XX century.
Keywords Realism Modernity Posmodernity Language - Subject
Creo que lo infinito no es lineal ni evidente, pues ver la realidad como un desfile o una fotografa es ver, en verdad, algo muy lejos de la realidad. Por eso, el llamado realismo me parece que es precisamente lo contrario de la realidad. Ya que al tratar de someter dicha realidad, de encasillarla, de verla desde un solo punto (el realista) deja lgicamente de percibirse la realidad completa. () As creo que es la vida. No un dogma, no un cdigo, no una historia, sino un misterio al que hay que atacar por distintos flancos. No con el fin de desentraarlo (lo cual sera horrible) sino con el fin de no darnos jams por derrotados.
1 Actualmente trabajan en el Instituto Superior de Formacin Docente Nro. 163 de Necochea. Mails de contacto: sole_terra_91@hotmail.com (Soledad Echanda), ayelensilvestro_28@hotmail.com (Ayeln Silvestro) y flo12flo@hotmail.com (Florencia Raffaghelli). Soledad Echanda, Ayeln Silvestro y Florencia Raffaghelli
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Reinaldo Arenas El mundo alucinante
En medio de la calle, a plena luz del da, un sicario casi nio desenfunda su arma y dispara a quemarropa contra su vctima. La ciudad, los transentes, las autoridades apenas se alteran; solo los ruidos de las descargas desequilibran la rutina. Cmo narrar esta escena de violencia naturalizada y atroz? Cmo darles voz a los asesinos? Cmo retratar la ciudad de los sicarios desde el sentimiento contradictorio de quien la ama y la llora? Con una prosa filosa e irreverente, La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo brinda una respuesta contundente a estos interrogantes. Desde los mrgenes de un realismo ya socavado por la sensibilidad posmoderna, propone una ficcin en la que la virulenta realidad de Medelln se refleja como en las mejores novelas realistas, pero a travs del espejo deformante de la subjetividad del narrador. En un continuo movimiento de entrada y salida, el autor retoma recursos y funciones de la potica realista para distorsionarla, degradarla, parodiarla desde la mirada nihilista y desencantada de la posmodernidad. 2
De esta manera, como trataremos de demostrar en las siguientes pginas, a travs de un juego complejo de reincidencias y desvos, la novela de Vallejo abre una interesante reflexin con respecto a los lmites y posibilidades del paradigma del realismo histrico las fragmentadas sociedades latinoamericanas de fines de siglo XX. 3 En el presente trabajo abordaremos dos elementos caractersticos de la escuela realista (el uso de la descripcin y la construccin de la figura del narrador), que, revitalizados por la singular escritura de Vallejo, nos permitirn pensar en qu consiste y qu significacin guarda la reescritura posmoderna del realismo que propone La virgen de los sicarios.
Reincidencias
Descendiente predilecto del paradigma cultural moderno, el realismo histrico construy su base epistemolgica a partir de los principios que, desde el siglo XVIII, fueron los estandartes de la modernidad: la razn como facultad fundamental y emancipadora del
2 En el marco de este trabajo, entenderemos posmodernidad como un perodo de la cultura contempornea que estara marcado por una crisis del proyecto de la modernidad. En palabras de Casullo: Si bien el trmino posmoderno a remite a un diferenciado plano de posturas que van desde filosofas hermenuticas, experiencias estticas, diseos arquitectnicos, hasta ciertas modas de la industria cultural, su argumento ms categrico () apunta a sealar el agotamiento del proyecto de la modernidad en la dimensin de sus grandes relatos legitimadores. Asistiramos a la prdida de legitimidad de aquellas narraciones modernas que operaron en trminos de la filosofa de la historia: concepcin de un devenir emancipador de los hombres y de las sociedades, protagonismo del sujeto moderno como lugar de la enunciacin racional de la verdad y de la transparencia de los sentidos de la realidad, visin del derrotero humano como progreso indeclinable hacia la libertad, hacia la absoluta soberana de los pueblos y la Justa igualdad en la distribucin de las riquezas (Casullo 2004: 21). 3 Nos referimos a la vertiente que prevalece en la narrativa y el drama europeo durante el siglo XIX, incluyendo la obra de escritores como Balzac, Stendhal, Flaubert, Dickens o Tolstoi. Caracteriza a esta vertiente la indagacin en las problemticas sociales del presente retratadas en los textos, la bsqueda de un efecto de verosimilitud y la intencin de equiparar el universo ficcional con la verdad: La novela es espejo, medio, pues, con el cual se comunica al lector la realidad presente, y precisamente en su original composicin de suciedad y belleza, de salud y enfermedad. Aqu nace el tipo moderno de la novela, cuyo concepto trata de identificarse con el ms inexorable concepto de realidad. () La novela se ve frente a lo real que tiene que acoger de acuerdo con la verdad (Friedrich 1969: 16-17). La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo: una reinvencin del realismo desde la posmodernidad
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hombre; el sujeto, coherente y homogneo, como una conciencia plena sustentada en esa razn poderosa; y el lenguaje concebido como una transparencia que remite de manera directa al mundo y funciona, junto con aquella razn omnipresente, como garanta de la verdad. Estos tres elementos -la razn, el sujeto y el lenguaje- sostuvieron con solidez las frreas certezas modernas que se expresan literariamente en la potica del realismo histrico, entre ellas, la creencia en la existencia de una verdad universal, en la unidad de lo mltiple y el progreso ilimitado de la humanidad. Desde entonces, el realismo se consagr como forma literaria y su productividad se extiende an en la contemporaneidad. Ahora bien, cabe preguntarse de qu manera la literatura de las ltimas dcadas retoma aquella vieja potica moderna y la reinscribe en el marco de la desencantada sociedad de fines del siglo XX. En esta inflexin de realismo y posmodernidad ubicamos, como se ver a continuacin, la polmica y originalsima obra de Fernando Vallejo. Como en las mejores novelas decimonnicas, Vallejo aborda en La virgen de los sicarios una problemtica claramente social: la situacin catastrfica de la ciudad de Medelln producto del empobrecimiento (en todas sus formas) y el sicariato. Esta intencin de representar la realidad de su presente, plasmada, como veremos, a travs de un estilo fragmentario y digresivo, sita la novela en el linaje del realismo. En este sentido, un primer procedimiento que Vallejo parece haber aprendido del realismo es el uso de la descripcin detallada y minuciosa de distintos objetos materiales que componen la realidad. Por medio de este procedimiento, el autor realiza una objetivacin de diversos elementos inanimados a los que parece darles vida propia dentro de la narracin, caracterizndolos de manera tal que se convierten en smbolos o alegoras capaces de disparar grandes reflexiones filosficas, antropolgicas o socio-culturales. Es el recurso que, segn Mario Vargas Llosa, permite a Flaubert reconstruir el universo burgus en Madame Bovary:
Por qu ciertos objetos de la realidad ficticia sobreviven en la memoria tan ntidos y sugestivos como verdaderos personajes de carne y hueso? Porque han sido arrancados del mundo muerto de lo inerte y elevados a una dignidad superior; dotados de cualidades insospechadas, como, por ejemplo, una recndita psicologa, una capacidad de comunicar mensajes y despertar emociones, que hacen de ellos, pese a sus cuerpos inmviles, ptreos, ciegos y mudos, seres imbuidos de profunda animacin, de secreta vida. () Los objetos constituyen una sociedad paralela: reflejan clases e intereses, niveles de fortuna, el grado de refinamiento de los grupos y familias (Vargas Llosa 2009: 105).
Como Flaubert, Vallejo se sirve de este recurso de la objetivacin realista para mostrar la realidad, pero, adems, para reflexionar sobre la misma y condensar, en esos elementos concretos, profundos significados simblicos, muchas veces impregnados de recuerdos o valoraciones subjetivas. Esto se percibe con claridad en el comienzo de la novela, en el que aparece un globo rojo:
Ms all no haba nada, ah el mundo empezaba a bajar, a redondearse, a dar la vuelta. Y eso lo constat la tarde que elevamos el globo ms grande que hubieran visto los cielos de Antioquia, un rombo de ciento veinte pliegos inmenso, rojo, rojo, rojo para que resaltara sobre el cielo azul. El tamao no me lo van a creer, pero qu Soledad Echanda, Ayeln Silvestro y Florencia Raffaghelli
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saben ustedes de globos! Saben qu son? Son rombos o cruces o esferas hechos de papel de china deleznable, y por dentro llevan una candileja encendida que los llena de humo para que suban. El humo es como quien dice su alma, y la candileja el corazn. Cuando se llenan de humo y empiezan a jalar, los que los estn elevando sueltan, soltamos, y el globo se va yendo, yendo al cielo con el corazn encendido, palpitando, como el Corazn de Jess. Saben quin es? Nosotros tenamos uno en la sala; en la sala de la casa de la calle del Per de la ciudad de Medelln, capital de Antioquia; en la casa en donde yo nac, en la sala entronizado o sea (porque s que no van a saber) bendecido un da por el cura. A l est consagrada Colombia, mi patria. l es Jess y se est sealando el pecho con el dedo, y en el pecho abierto el corazn sangrando: gticas de sangre rojo vivo, encendido, como la candileja del globo: es la sangre que derramar Colombia, ahora y siempre por los siglos de los siglos amn. Pero qu les estaba diciendo del globo, de Sabaneta? Ah s, que el globo subi y subi y empujado por el viento, dejando atrs y abajo los gallinazos se fue yendo hacia Sabaneta. Cuando el globo lleg a Sabaneta dio la vuelta a la tierra, por el otro lado, y desapareci. Quin sabe adnde habr ido, a China o a Marte, y si se quem: su papel sutil, deleznable se encenda fcil, con una chispa de la candileja bastaba, como bast una chispa para que se nos incendiara despus Colombia, se "les" incendiara, una chispa que ya nadie sabe de dnde salt. Pero por qu me preocupa a m Colombia si ya no es ma, es ajena? (Vallejo 2006: 4-5).
Como se puede ver, Vallejo toma el globo y juega con su descripcin para construir una reflexin que trasciende la intencin puramente referencial y ambiental del realismo. El color rojo, comparado con la sangre que ser derramada por Colombia, traduce un doble juego simblico. Por un lado, remite a un significado religioso (la sangre derramada por Jesucristo), y por el otro, pone en relieve una cuestin social colombiana: las guerrillas, los asesinatos cometidos por encargo, esa Colombia personificada que se desangra a travs de sus heridas ticas y sociales. De esta manera, as como el prpura del globo simboliza la tragedia de la patria, que se desgarra entre la violencia, la muerte y el empobrecimiento, la sugerencia de la partida del narrador hacia otros territorios, como China o Marte, funciona como una imagen de evasin y autoexilio: porque Colombia es detestable, el globo no quiere quedarse all, como tampoco lo quiere el narrador, que mantiene una conflictiva y contradictoria relacin con su pas, aspecto que ser analizado ms adelante. Es interesante cmo Vallejo objetiva cada parte de este globo cargado de esperanzas en su huida de Colombia, dotndolo, al igual que lo hace Flaubert con la casquette de Charles, de un carcter casi humano, con una vida completa de intenciones. La candileja, como se evidencia en la cita, es descripta como el alma del globo, ya que, en cuanto sta se apague, el globo caer estrellndose contra la realidad terrenal. Posteriormente, el narrador vuelve a mencionar este globo y habla de la chispa que mantiene encendida la candileja como ese soplo que, de alguna manera, le da o le quita la vida al mismo. Nuevamente, entonces, el objeto resume y corporiza todo un sentido simblico que lo vivifica, desbordando su capacidad referencial: la candileja arde en el globo como el corazn mismo La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo: una reinvencin del realismo desde la posmodernidad
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de Colombia va ardiendo y generando un incendio en el que se van incinerando los valores, la tradicin, las costumbres, la sociedad colombiana moderna. 4
Ahora bien, aquello que en Flaubert, desde la lectura de Vargas Llosa, funcionaba como un procedimiento orientado a cumplir con un ideal de objetividad que permita a la literatura coquetear con los discursos cientficos en el auge de la modernidad, se vuelve en la escritura de Vallejo un vehculo ms para plasmar su parcial mirada de la realidad colombiana, siempre subjetiva, siempre polmica. Se retoman los recursos literarios realistas, entonces, como la descripcin, pero alterando su original finalidad, as como, en la desencantada percepcin del hombre posmoderno, los grandes ideales se pronuncian pero vaciados de contenido y horadados por el escepticismo y la ambigedad. La cita referida al globo, por otra parte, evidencia otro de los rasgos sobresalientes de la narrativa de Vallejo: la digresin. El relato del narrador salta de un tema a otro, estableciendo recorridos antojadizos de asociaciones de ideas que generan la apariencia de un discurso improvisado, que avanza y retrocede, que se dispersa y se distrae sin una direccin demasiado clara. Este desorden discursivo pone en primer plano la conciencia del narrador, que es la que va hilvanando ese derrotero catico, y enfatiza, una vez ms, la deformacin subjetiva desde la cual la novela propone recrear la realidad. As se produce una nueva fuga con respecto a las bases del realismo: all donde los novelistas del siglo XIX buscaban la herramienta para alcanzar la utopa de la novela objetiva y total, sustentada en la omnisciencia, Vallejo extrema las posibilidades de la narracin en primera persona, cargando el relato de asociaciones caprichosas, recuerdos personales que derivan en conclusiones arbitrariamente generalizadoras, saltos digresivos, exageraciones, formas yuxtapuestas que remiten a la fragmentacin imperante en las discursos posmodernos. Otro rasgo de la posmodernidad se lee en este gesto: la desconfianza en toda forma de totalidad coherente y lgica, sea aplicada a la realidad, sea expresada en un concepto de sujeto. Si la realidad, desde la mirada desencantada del fin de siglo, ha dejado de ser, como lo era para los modernos, una entidad cognoscible y racional, que el sujeto poda aprehender e incluso, transformar a su gusto, la novela de Vallejo parece proclamar con nfasis que ya no hay forma de expresar aquello que no tenga que ver exclusivamente con la realidad subjetiva, porque aquella otra, unvoca y objetiva, ya no existe o al menos, no puede ser narrada, no puede ser dicha por el sujeto. Como se puede rastrear en numerosos pasajes de la novela, este descreimiento con respecto a la concepcin moderna de realidad, de sujeto y de lenguaje se plasma a travs una diatriba constante hacia la narracin en tercera persona, que incluye, en una polmica abierta y provocadora, a los padres del realismo histrico:
4 Este procedimiento que ejemplificamos con el globo, se plasma tambin en otras objetivaciones en La virgen de los sicarios. Por ejemplo, la vida que cobra el televisor en el episodio en que es arrojado de una ventana por el protagonista para alejar la realidad social de su hogar y luego, vuelto a traer, con su detestable realidad encapsulada, para evitar la tristeza del nio Alexis. Otro elemento es el arma del sicario, en torno a la cual se realizan reflexiones nihilistas y existencialistas sobre el suicidio. La radio, los escapularios t ambin cobran status reflexivo. Asimismo, en la novela de Fernando Vallejo El desbarrancadero puede rastrearse este recurso en las objetivaciones de la marihuana como lo que mata y al mismo tiempo, puede mantener con vida Daro, y del jabn, que se acaba como se acaba la vida misma. En el caso de la marihuana, la objetivacin no se da para llegar a una reflexin social, sino personal. El protagonista piensa a travs de la marihuana en todas las posibilidades de vida de su hermano Daro gracias a su consumo, inclusive personifica la droga y le atribuye apodos como si fuera una persona. Como se puede ver, el uso de la tcnica flaubertina de la descripcin objetivadora es una constante de la narrativa de Vallejo. Soledad Echanda, Ayeln Silvestro y Florencia Raffaghelli
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Dicen los socilogos que los sicarios le piden a Mara Auxiliadora que no les vaya a fallar, que les afine la puntera cuando disparen y que les salga bien el negocio. Y cmo lo supieron? Acaso son Dostoievski o Dios para meterse en la mente de los otros? No sabe uno lo que est pensando va a saber lo que piensan los dems! (Vallejo 2006: 14). 5
Tergiversando las funciones de sus procedimientos y volviendo extremo subjetivismo aquello que tenda a generar un efecto de objetividad en las novelas decimonnicas, La virgen de los sicarios propone, como veremos a continuacin, una ficcin realista construida desde una concepcin de sujeto posmoderna.
Desvos
A diferencia de la modernidad, que construye, como hemos visto, una nocin de sujeto coherente y homogneo, basada en la entronizacin de la razn y la conciencia, el concepto de sujeto posmoderno, como afirma Susana Rosano, se por sus sinuosos repliegues, sus variados e incluso, contradictorios posicionamientos, que nunca llegan a constituir una entidad uniforme y completa:
Descentrado, el sujeto posmoderno juega en distintos mbitos, en distintas afiliaciones o de acuerdo con variadas posiciones de sujeto (). Con el colapso de los valores tradicionales educacin, laboriosidad, un saber desinteresado-, se instala entonces en la esfera de la cultura un nihilismo latente que ha transformado las reglas del juego de la ciencia, el arte y la literatura. As, Lyotard habla de la condicin posmoderna como de una crisis de los metarrelatos, es decir: de una incredulidad generalizada frente a ellos (Rosano 2009: 225-226).
Nuevo escape del paradigma moderno, sustento del realismo decimonnico, este juego de pronunciamientos contradictorios se convierte en un rasgo estilstico fundamental de La virgen de los sicarios, el cual tiene lugar, sobre todo, en el verborrgico discurso del narrador, que no disimula, sino que exagera esa continua dinmica de afirmarse y desdecirse que marca sus comentarios y/o valoraciones. En primer lugar, se destacan las contradicciones del narrador como producto de la inseguridad acerca de lo que piensa. ste opera afirmando un concepto o sosteniendo una predicacin que, de manera casi inmediata, desestima, desacredita o incluso, rechaza. Dentro de estos juegos discursivos podemos hallar expresiones como por supuesto no le cre, o mejor dicho s (Vallejo 2006: 9) o era un templo. Y ni eso, vaya (Vallejo 2006:10). As como frases que desacreditan lo que se viene diciendo: Pero no me hagas caso que te estoy hablando de cosas bellas () (Vallejo 2006:12), <hijueputa> aqu significa mucho o no significa nada (Vallejo 2006: 50). Como se aprecia en estas citas, la contradiccin delinea el estilo de Vallejo, as como se vuelve el vehculo lingstico perfecto para plasmar las contradicciones conceptuales,
5 El mismo gesto contra la omnisciencia se releva en El desbarrancadero: Veinticinco aos tena Silvio, mi tercer hermano cuando se mat. Por qu se mat? Hombre, yo no s, yo no estaba en ese instante, como Zola, leyndole la cabeza. Yo soy novelista de primera persona () (Vallejo 2003: 81). La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo: una reinvencin del realismo desde la posmodernidad
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ideolgicas, culturales que marcan la posicin del narrador (o quizs habra que decir, para ser fieles a su indeterminacin constante, las posiciones). La ms notable es la que se desprende de sus creencias metafsicas. Como se evidencia en las citas presentadas ms abajo, el narrador afirma no creer en Dios, sin embargo, entre esas afirmaciones de su inexistencia, cuando no habla de un Dios de maldad, cuenta que reza para que Dios le conceda ciertos pedidos. Siguiendo con este mismo aspecto, en muchas ocasiones habla de la religin catlica como una gran roa, sin embargo, no solo le reza a Dios, sino que lo hace en templos catlicos:
Quinientos aos me he tardado en entender a Lutero y que no hay roa ms grande sobre esta tierra que la religin catlica (Vallejo 1994: 69). Dios no existe y el que no existe no tiene bienes (Vallejo 1994: 71). Cuando vi al nio oliendo el frasquito lo salud con una sonrisa. Sus ojos, terribles, se fijaron en mis ojos, y vi que me estaba viendo el alma. Claro que Dios existe (Vallejo 2006: 78).
Otra incompatibilidad dentro del discurso del narrador es su crtica a las disciplinas cientficas, plasmada bajo la forma de una queja constante y enrgica con respecto a los sujetos participantes de dichas esferas de conocimiento, como por ejemplo, los socilogos o los psicoanalistas (a los que se les suman los mdicos en El desbarrancadero). En el caso de los socilogos, el narrador critica su discurso, asegurando que carece de lgica:
qued desnudo con tres escapularios, que son los que llevan los sicarios: uno en el cuello, otro en el antebrazo, otro en el tobillo y son: para que les den el negocio, para que no les falle la puntera y para que les paguen. Eso segn los socilogos, que andan averiguando. Yo no pregunto. S lo que veo y olvido (Vallejo 2006: 15).
Pero, al mismo tiempo, hace uso de este mismo discurso para dar ciertas explicaciones acerca de las realidades sociales que retrata, en un intento confeso por acercar al lector a ese estado de caos, convulsin y masacre que prevalece, como en ninguna otra ciudad, en Medelln. Este procedimiento le permite cumplir con su objetivo de criticar cierto sector social, y, al mismo tiempo, dar explicacin a ciertos fenmenos sin la necesidad de asumirse como conocedor, aunque, luego, estas mismas explicaciones sean calificadas como imprecisas. El mismo gesto contradictorio, adems, se verifica con respecto a la disciplina psicoanaltica: ese narrador que acusa de farsantes a los psicoanalistas construye, en ciertos pasajes de la novela, un interlocutor ficticio que es, justamente, un analista. Como se anticipaba en nuestra primera cita del globo que se exilia de Medelln, una de las contradicciones fundamentales que atraviesa la obra es la que involucra el sentimiento ambiguo, virulento, sufriente de amor y odio a la patria. Esa Colombia querida y sufrida es el eje sobre el cual gira toda la novela y, aunque por momentos el narrador deslice muchos comentarios peyorativos hacia su pas, 6 no se priva de dedicarle todas sus
6 Dice en La virgen de los sicarios: Y es que en Colombia la posesin de lo robado y prescripcin del delito hacen la ley (Vallejo 2006: 69). Y la misma queja hacia la patria se repite, con mayor ensaamiento, en El desbarrancadero: Qu va, Colombia no se acaba! Hoy la vemos roda por la roa del leguleyismo, carcomida por el cncer del clientelismo, consumida por la hambruna del conservatismo, del liberalismo, del Soledad Echanda, Ayeln Silvestro y Florencia Raffaghelli
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pginas con la mirada ajena y al mismo tiempo, propia de quien se ha ido, del inmigrante, del expulsado que no puede dejar de volver; es el paradjico odio del que ama, otro repliegue contradictorio que sita a la novela en los mrgenes posmodernos del realismo. Ahora bien, si la patria es ese suelo besado y llorado al mismo tiempo, esa dualidad con respecto a Colombia no hace ms que replicar el contradictorio sentimiento que el narrador tiene con respecto al universo de esos otros, que son las comunas y los sicarios. Aun cuando durante toda la novela, el personaje se reconoce como un extranjero dentro de ese mundo, todo el tiempo expone su conocimiento minucioso del accionar de los asesinos, as como se erotiza con la figura del ngel exterminador, dejndose seducir por esa misma lacra que determina la decadencia del pas. Lo mismo sucede con el lenguaje, patrimonio sagrado en el pas de los gramticos. Parte de la originalidad estilstica de La virgen de los sicarios radica en el uso del argot de las comunas, el cual se presenta entreverado con discursos que demuestran la condicin de extranjera del narrador protagonista con respecto a dicho estrato social. Lejos de ser un lenguaje que queda relegado al discurso directo de los personajes, que podra explicarse como una bsqueda de realismo lingstico, Vallejo incorpora las formas del argot en el discurso mismo del narrador, un discurso heterogneo y mixturado que combina la oralidad callejera de los sicarios con estructuras, tramas, registros y terminologas propias de la cultura letrada y erudita:
Y que no me vengan los alcahuetes que nunca faltan con que mataron al inocente por poner msica fuerte. Aqu nadie es inocente, cerdos. Lo matamos por chichipato, por bazofia, por basura, por existir. Porque contaminaba el aire y el agua del rio. Ah, chichipato quiere decir en las comunas delincuente de poca monta, raticas, eso (Vallejo 2006: 27-28).
En esta cita, la palabra chichipato proveniente del argot se integra en el discurso del narrador, quien, incluso, se incluye en una primera persona plural que remite a los colombianos en su totalidad. Sin embargo, nueva indeterminacin posmoderna, esa inclusin nunca es absoluta, porque, seguidamente, el narrador asume una condicin de traductor, esto es, de quien conoce las dos lenguas y los dos mundos, y, como un fronterizo, puede fluir de uno al otro sin pertenecer nunca de manera definitiva a ninguno de ellos. De manera que, como se puede ver, ese lenguaje que violenta el espaol de la correccin es, para el narrador, un flagelo que seduce, una aberracin lingstica que genera fascinacin y espanto, como la propia Colombia. En este sentido, si, como afirma Rosano, el escepticismo posmoderno con respecto a la posibilidad de construir o abalar discursos demasiado homogeneizadores se plasma en el gusto por la hibridacin y la indeterminacin discursiva, 7 Vallejo se sumerge en un
catolicismo, moribunda, postrada y maana se levanta de su lecho de agona, se zampa un aguardiente y como si tal, dele otra vez al desenfreno, al matadero, al aquelarre! (Vallejo 2003: 92-93). 7 Tomamos el concepto de hibridacin en el sentido que le otorga Garca Canclini: () el concepto de hibridacin es til en algunas investigaciones para abarcar conjuntamente contactos interculturales que suelen llevar nombres diferentes: las fusiones raciales o tnicas denominadas mestizaje, el sincretismo de creencias, y tambin otras mezclas entre lo artesanal y lo industrial, lo culto y lo popular lo escrito y lo visual en los mensajes mediticos (Garca Canclini 2007: 20). En La virgen de los sicarios, el protagonismo de la ciudad La virgen de los sicarios de Fernando Vallejo: una reinvencin del realismo desde la posmodernidad
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lenguaje complejo en el que conviven, tensionados, punzantes, como en las calles de Medelln, las referencias a los grandes autores o los discursos prestigiosos de la ciencia, con las citas de las balleneras y el argot comunero. Una vez ms, entonces, una entrada y una salida del realismo: la bsqueda de la verosimilitud lingstica, por un lado, pero distorsionada por la convivencia de registros en el discurso del narrador, ese sujeto cambiante, contradictorio, parcial que parece enunciar la realidad desde el escepticismo y la indefinicin. Todo el desencanto posmoderno se erige en las contradicciones del narrador en la medida en que el carcter corrosivo de su discurso va demoliendo, descarnadamente, los grandes relatos fundadores de la modernidad: la ciencia, la familia, la patria, la religin. Las calles de Medallo, entonces, se vuelven, desde esta mirada, el fundamento implacable del nihilismo hiperblico y atroz de Vallejo, quien parece afirmar que, en las violentas ciudades latinoamericanas, descansan, junto a los otros, los cadveres de aquellos ideales que sustentaron el progresismo moderno y que, de ningn modo, pueden mantenerse puros frente a una realidad tan desgarradora. De esta manera, aquello que en el paradigma realista traduca una confianza fervorosa en las posibilidades de transformacin y progreso de la humanidad, se vuelve desengao y descreimiento individuales en la experiencia desencantada de la posmodernidad. Como hemos intentado demostrar, entonces, un doble y contradictorio juego de reincidencias y desvos alimenta el singular realismo de La virgen de los sicarios. Reincidencia al apropiarse de los procedimientos tpicos del realismo histrico, como el uso de la descripcin y la objetivacin. Desvo al tergiversar su funcin original, transformando lo que tenda a la objetividad en un extremado subjetivismo, que no escapa a las contradicciones y las arbitrariedades. Reincidencia al creer que la realidad, con sus atrocidades y desgarros, es materia que la novela debe aprehender y reflejar; desvo al asumir la imposibilidad de la literatura de mostrar el mundo de manera transparente, incontaminada, objetiva. Un realismo posmoderno, en conclusin, que potencia su capacidad expresiva con los girones deshilachados de la modernidad y los entreteje, magistralmente, con la mirada escptica y desencantada del ocaso del siglo XX.
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propicia el cruce de lo culto y lo popular, especialmente en el lenguaje del narrador. Segn Garca Canclini, este tipo de mezclas se vincula con la realidad de las ciudades y las sociedades latinoamericanas de las ltimas dcadas, como claramente se percibe en la representacin de la ciudad de Medelln que propone Vallejo: Cmo designar las fusiones entre culturas barriales y mediticas, entre estilos de consumo de generaciones diferentes, entre msicas locales y transnacionales, que ocurren en las fronteras y en las grandes ciudades (no slo all)? La palabra hibridacin aparece ms dctil para nombrar no solo las mezclas de elementos tnicos o religiosos, sino con productos de las tecnologas avanzadas y procesos sociales modernos o posmodernos (Garca Canclini 2007: 22). Soledad Echanda, Ayeln Silvestro y Florencia Raffaghelli
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