Jerusalinsky, Alfredo - Psicoanálisis Del Autismo
Jerusalinsky, Alfredo - Psicoanálisis Del Autismo
Jerusalinsky, Alfredo - Psicoanálisis Del Autismo
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FUNCIN MATERNA Y FEMINEIDAD
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Desde un punto de vista estrictamente formal, la nica
funcin es la del padre-, en el sentido de que la nica
alternativa para que se produzca un sujeto se articula
a partir de lo Simblico.
Sin embargo, varios autores lacanianos (Godino
Cabas, 1980, p. 35; Sami-Ali, 1979, pp. 72-118) y hasta
el mismo Lacan aceptan hablar de funcin materna, en
un sentido descriptivo, como del lugar que ocupa <el
agente de intermediacin de lo simblico para el infans
(Maci, 1983, pp. 118-20).
Prematuro como es, el cachorro humano requiere
la presencia real de un agente que lo; reciba-en un espa
cio virtual (el lugar de su falta), espacio en el cual ese
infans se espeja (se imaginarisa). Ese espacio se cava
en el agente materno en la medida en que existe en l
una referencia a lo simblico. Para ser ms .precisos, es
necesario que ese agente est capturado por la castra
cin simblica, inscripto metafricamente en el Nom
bre-del-Padre. O sea que no ha;/ verdaderamente agente
materno sin referencia a la Funcin del Padre porque
este agente se constituye como tal slo en su nombre.
Slo as el hijo es objeto ddese) y slo as, entonces.
\
la madre inscribe Cescribe?) en su cuerpo las marcas
de lo simblico. Esta es, por excelencia, la funcin de
la madre.^
Godino Cabas nos ayuda en este punto: Si Freud
insisti en que el nio es an-objetal, lo hizo sobre todo
porque quiso subrayar el hecho de que el objeto se cons*
truye. Sera necesario decir ahora que la imago del seno
materno es su piedra fundamental. Ella proporcionara
los elementos para la construccin de la juncin mater
na en la cual la mujer encuentra un objeto primordial
de su sexualidad (1980, pp. 35-6).Se trata de la ecua
cin [pene = hijo] - falo (Lacan, 1971, p. 284) que ca
racteriza a la maternidad, en la medida en que, en la mu
jer, la falta se especifica en el deseo del hijo. Este lugar
vaco es simblicamente llenado por el nio, con el cual
se imaginariza una completud, insostenible, sm embargo,
en el nivel simblico:! el nio tambin es afectado por la
falta. Esta dialctica del deseo se realiza en un circuito
en el cual el infans se ve totalizado en un otro que lo
espeja; completud imaginaria que contrasta con la in
madurez que, de su propio cuerpo, percibe. As, para
mantener este Ideal de s mismo, el nio desea el deseo
de la madre. Y como consecuencia de ello el lugar sim
blico de la madre revela la dimensin de poder del
Otro de la primera dependencia (Maci, 1983, p. 118).
Este poder acta marcando en el cuerpo del hijo (en el
inicio fundamentalmente visual y oral) la direccionali-
dad de la pulsin para el encuentro con el objeto de
deseo: el rostro y el pecho y sus sustitutos.
A este respecto informa Sami-Ali que en el ori
gen de la constitucin de los objetos podemos discernir
un proceso circular que;, por un lado, parte del nio,
pasa por la madre y llega al objeto; y que, por otro lado,
parte de la madre, pasa por el nio y llega al objeto...
La palabra hace su entrada sobre ese fondo de objetos
(primordiales) que se corresponden entre s y que re
flejan la correspondencia fundamental del propio cuer
po y del objeto materno (1979, p. 72).
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Todo este proceso se sintetiza en la frmula de la
metfora del Nombre-del-Padre:
x s
En esta frmula las S maysculas son significantes, y la
s minscula es el significado inducido por la metfora,
que consiste en el reemplazo de la cadena significante, o
sea, en el pasaje de S a S. La elisin de S, representada
aqu por la barra, es la condicin para el xito de la me
tfora (Lacan, 1975, p. 242). Esto informa que solamen
te cuahdo la marca significante del nombre del padre
opera sobre la madre la ley que restringe el campo de
su goce a los lugares externos al incesto, la madre es
deseante.^Deseante del nico que podra serlo: de lo que
le falta, o sea del objeto residual del incesto primordial:
el hijo. Hijo que, por ser objeto real, se convierte en
fetiche de la madre para acceder, por esa va, a la di
mensin simblica. Como fetiche de una madre normal
mente neurtica, queda referido al Otro (A) portador
de la ley, o sea, pasa a ser significado como falo en lo
imaginario materno y, por lo tanto, referido al signifi
cante de la falta (precisamente el falo) en lo imaginario
propio. La frmula propuesta se torna ms comprensi
ble del siguiente modo:
Nombre-del-Padre Pr'./irn rln 1,i MnTTT
m* ^
peseo-de4ft-Mdfe Significado al sujeto
- Nombre-del-Padre f - )
\ Falo I
Si seguimos la frmula paso a paso, tendremos: el Nom
bre-del-Padre, como significante que, por ser portador
de la ley (de prohibicin del incesto), hace una falta en
la madre, o sea, la deja deseante. Este Deseo de la Ma
dre, que en el primer elemento juega como significado,
en el segundo lo hace como significante (encima de la
lnea). Este movimiento est viabilizado por el carcter
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dialctico del deseo que, en un juego de espejo M-H,
hace que el deseo del hijo por parte de la madre sea
reencontrado en l como deseo de ese deseo de la madre
dirigido a l mismo. En ese desear el deseo de la ma
dre el hijo descubre en ella la falta: ella esta afectada
por una restriccin de su goce con l y, por causa de
esta falta, se dirige al Otro (A), que no es el hijo, en la
esperanza de resolverla. Ese otro est representado por
el significante del Nombre-del-Padre. Lo que este Signi
ficante significa (en ltima instancia lo que hace la di
ferencia sexual) es deseado por la madre y, ntonces,
pasa tambin a ser deseado dialcticamente por el hijo,
De este modo, el Deseo de la Madre hace este pasaje a
la categora de significante, cuyo significado consiste
en la imaginarizacin de un sujeto que participa de la
insignia flica, que no es ms que el Nombre-del-Padre
(Significante Primordial) metaf or izado.
A travs de toda esta arquitectura de la Castracin
Simblica, la madre, capturada en el actuar del Signifi
cante, cumple su funcin transmisora, apoyndose en
un juego de soportes corporales el del hijo y el pro
pio que refiere estos cuerpos a una constante recons
truccin imaginaria desplazada incesantemente a tra
vs del campo angustiante de la falta. As ocurre en la
neurosis.
(pero cuando la falta se sutura, porque la ley pierde
su eficacia, el Nombre-del-Padre no se metaf or iza. La
madre no es deseante de un hijo, sino de un gajo que
la complete, porque en su imaginario la falta (la dife
rencia sexual) no es irremisible. Aqu entrevemos, en el
repudio de la diferencia sexual, el fondo perverso de la
madre-flica. El deseo materno, a travs de la forclu-
sin (Verwerfung) del Nombre-del-Padre, esquiva al
Otro con su deseo y, en la imagen recproca de este
deseo, captura indisociadamente al hijo. Aqu tenemos
el punto de partida de una estructura psictica]
Sin embargo, nos parece que en el autismo no hay
captura, a no ser en la imagen recproca del mero deseo
de muerte: el muerto. Aqu es esquivado no solamente
el Otro, sino tambin el cuerpo del hijo.
Muchos autores han analizado la cuestin de la fun
cin materna partiendo de puntos de vista diversos. Por
lo tanto, en una' tentativa de ordenamiento de los pro
blemas, podemos diferenciar este primer nivel forma!
de los otros niveles en que se acostumbra conceptual!-
zar la funcin materna.
& ay un nivel de cuidados reales, que atiende a las
necesidades del nio. Esto es lo que se ha llamado pue
ricultura; es lo que las enfermeras y los pediatras foca
lizan como eje de sus preocupaciones: alimentacin, mo-
vimentacin, higiene, enfermedades, salud,, etctera] Y
otro nivel, que se ubica a mitad de camino entre lo psi
coanaltico y lo peditrico y que, combinando observa
ciones con recursos tericos, trata de articular- una
imagen de la funcin materna, en el vaivn que la carac
teriza, entre la satisfaccin de necesidades y la estructu
racin de lo I maginario/Simblico. Aqu se arman ver
daderas funciones en el sentido de mise en sclte del
vnculo M-H. Si bien por un lado este nivel de anlisis
carece del rigor de las consideraciones formalizantes,
tiene por el otro la ventaja de servir como gua clnica
para muchos legos y aun para muchos participantes.
Gua, no en el campo de la puericultura, sino en el cam
po de lo imprescindible innecesario que se debe hacer
presente en la relacin M-H, para que el individuo de
la especie se constituya como sujeto. Sin duda cabe aqu
nuevamente lo que ya sealamos en la introduccin:
CWinnicott detalla cuestiones relativas al espej amiento
M-H, sin entrar en el anlisis de la funcin que los sepa
ra. Se mantiene, pues, en el campo de lo imaginario.
Es precisamente en este plano que ubicamos sus
contribuciones (1965, pp. 72,75, 79) respecto del papel de
la madre en las primeras etapas de la vida. Sin embar
go, debemos destacar su 'aporte acerca del objeto tran-
sicional (1972, pp. 17 y 45), que s.eubica en el campo ele
la teora formal psicoanaltica y que define el papel de la
madre en el rigor de su funcin articuladora de lo ima
ginario recubriendo la aridez de lo real.
Es ms aqu de la muerte, y ms all de la cosa, que
la madre realiza su funcin. Por eso, como dijo Lacan:
Lo importante no es que el objeto transicional preser
ve la autonoma del nio sino si el nio sirve o no como
objeto transicional para la madre. Y ese suspenso no
entrega su razn a no ser en la misma proporcin en
que el objeto entrega su estructura. A saber, la de lin
condensador para el goce, en la medida en que, por la
regulacin del placer, tal estructura es robada al cuer
po (Lacan, 1980, p. 210).
Winnicott (1972, p. 147) refiere los cuidados mater-
nos primarios como caractersticos del papel materno,
y los define en tres funciones:
a) manutencin (Holding);
b) manoseo ( handling);
c) presentacin del objeto o presentacin del
mundo.
En un artculo publicado en espaol en El nio y el
mundo externo Winnicott incluye un cuarto elemento:
la relacin triangular entre los miembros de la familia
(1965, p. 15).