El documento describe la larga tradición de las tertulias en Cantabria, especialmente en cafeterías y farmacias desde el siglo XIX. Estas tertulias eran lugares de intercambio de ideas donde se reunían personas de diferentes ámbitos como literatos, periodistas, políticos y profesionales. Una de las tertulias más famosas fue la del boticario León Felipe en Santander a principios del siglo XX. En la transición a la democracia en España también surgieron importantes tertulias, como la de "Frypsia" en Santander que
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El documento describe la larga tradición de las tertulias en Cantabria, especialmente en cafeterías y farmacias desde el siglo XIX. Estas tertulias eran lugares de intercambio de ideas donde se reunían personas de diferentes ámbitos como literatos, periodistas, políticos y profesionales. Una de las tertulias más famosas fue la del boticario León Felipe en Santander a principios del siglo XX. En la transición a la democracia en España también surgieron importantes tertulias, como la de "Frypsia" en Santander que
El documento describe la larga tradición de las tertulias en Cantabria, especialmente en cafeterías y farmacias desde el siglo XIX. Estas tertulias eran lugares de intercambio de ideas donde se reunían personas de diferentes ámbitos como literatos, periodistas, políticos y profesionales. Una de las tertulias más famosas fue la del boticario León Felipe en Santander a principios del siglo XX. En la transición a la democracia en España también surgieron importantes tertulias, como la de "Frypsia" en Santander que
El documento describe la larga tradición de las tertulias en Cantabria, especialmente en cafeterías y farmacias desde el siglo XIX. Estas tertulias eran lugares de intercambio de ideas donde se reunían personas de diferentes ámbitos como literatos, periodistas, políticos y profesionales. Una de las tertulias más famosas fue la del boticario León Felipe en Santander a principios del siglo XX. En la transición a la democracia en España también surgieron importantes tertulias, como la de "Frypsia" en Santander que
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or lo menos desde el siglo XIX
se mantuvo vigente en Canta- bria la tradicin de celebrar ter- tulias alrededor de una mesa de caf, aunque no fuera su ubicacin necesa- riamente la de una cafetera. Pero, evi- dentemente, una taza de buen caf siempre ayuda mucho ms a la inspira- cin y colabora en la digestin de los alimentos y de las ideas. En cafeteras se desarrollaban las tertu- lias de las grandes ciudades, donde la presencia de los indianos y la aparicin de los viajeros proporcionaban un com- ponente ms inslito que lo que la cos- tumbre sola aconsejar. Una cadena de cafeteras con la denominacin de Caf Suizo propiciaba en cada ciudad el escenario ms idneo para el inter- cambio de ideas, aunque algunas de ellas tuvieran un matiz tan subversivo para el orden establecido que las con- virtiera en peligrosas. El Caf Suizo de Santander se encon- traba alejado de esta circunstancia y era bien conocida la presencia del filsofo Marcelino Menndez Pe l a y o, quien en solitario acostumbraba a degustar en sus sillones las pginas de un buen libro. La de don Marcelino era una tertulia de a u n o, quizs porque sus conocimientos eran tan vastos que no podan ser com- plementados oralmente con las aport a- ciones de ningn otro parroquiano. Si se queran tertulias vivas, desde el punto de vista literario, era preciso acu- dir a la llamada de Las catacumbas, en la Ra Mayor, de la Vieja Puebla, donde los literatos de la segunda mitad del XIX hacan sus armas, despus afi- ladas en las pginas del peridico El Atlntico. Y si las tertulias las protagonizaban las llamadas fuerzas vivas (ya se sabe: el mdico, el boticario, el alcalde, el vete- rinario y hasta el prroco del lugar) en los pueblos tenan el refugio solemne de la rebotica de la farmacia, antro en el cual poda discutirse de todo sin necesidad de que se esparciera la noti- cia por el pueblo. Los costumbristas campurrianos han recreado algunas de estas tertulias en la Reinosa de final del XIX, cuando entre cuento y relato se haca un descanso para atender a la clienta de turno y de paso enterarse de los males que afligan a la familia. Eran, sin duda alguna, de un mayor nivel que las ambientadas alrededor de la lumbre contando cuentos y asando castaas, aunque muchas veces se descendiera a la misma velocidad por la misma pendiente de la murmuracin, confeccionando rpidamente la hechu- ra de un traje a la medida para cual- quier desavisado. Pero las tertulias de la rebotica siempre han tenido fama buena, mala y regu- lar-, como era el caso de las protagoni- zadas en la primera dcada del siglo XX por el boticario Len Felipe, en la calle San Francisco primero, en la plaza de la Esperanza despus, con la presencia de cant abria infinit a 19 LA TRADICIN DE LAS TERTULIAS EN CANTABRIA T E X TO J. R. SAI Z VI ADERO FO TO G R A F A S A RCH I VO FOTO G R F I CO DEL AU TO R DE IZQ. A DCHA.: CARMEN SOLLET, PO MURIEDAS, QUIRS, SEDANO, MANUEL DE LA ESCALERA, MANUEL MALERAS, LUIS CORONA, RAMN SAIZ VIADERO Y BERENICE, EN AMISTOSA TERTULIA. poetas, periodistas y otras gentes de mejor vivir, algunos de ellos empeados en la suerte de poder subsistir por el simple acto de cortar el cupn de sus rditos. Se dice que Len Felipe, enton- ces Felipe Camino Galicia, solamente suspenda sus peroratas para salir a la puerta de su oficina de farmacia llama- da La Moderna y desde all requebrar a la modistilla que pasaba por San Francisco hacia La Blanca, con la caja correspondiente bajo el brazo para entregar la prenda a su duea. Esta tertulia, muy famosa durante los cuatro aos que su iniciador pudo mantenerse en Santander, tena ante- cedentes sonoros en la de la tienda de Basez y la guantera de Alonso, esta ltima bien contada por Pe r e d a en uno de sus Esbozos y Ra s g u o s , donde el autor haca hincapi en una de las cos- tumbres pintorescas de aquel estable- c i m i e n t o, consistente en que en ausen- cia del dueo cualquier tert u l i a n o poda servir tras el mostrador. La tert u- lia de la rebotica de la Oficina de Fa r- macia del Ldo. Mateo, en la calle Mar- t i l l o, fue hasta la jubilacin de su titu- lar un excelente referente de aquellas costumbres decimonnicas. LAS REDACCIONES DE LOS PERIDICOS, PROMETEO, LA TERTULIA SAGO Las redacciones de los peridicos tam- bin contaban con su propia tertulia, que se prolongaba hasta las del alba, como en el caso de El Cantbrico, o que bien podan acabar a bastonazos, tiros o cuando menos puetazos, como suceda en otras redacciones ms coyunturales, de miserias ms propi- cias y tambin ms aguerridas en cuan- to a las ideas manejadas y sus maneras de defenderlas. El Impulsor y otros peridicos de Torrelavega, alguno de ellos mantenido por un farmacutico, para que de esta manera la simbiosis sea total, tambin tenan sus puntos de referencia e intercambios de ideas, que despus han pervivido hasta la actuali- dad en la llamada Tertulia Sago, que por su carcter activo es una mezcla de las reuniones de la Sociedad Prome- teo, en los aos 60 y 70, con la vieja escuela de la Cuerda Royalty, una ter- tulia santanderina de los aos 20 y 30, que se reuna en el caf de igual nom- bre y sus miembros procuraban sacar adelante proyectos culturales y de beneficencia. Claro que esto fue antes de la guerra civil y la correspondiente dispersin de sus miembros. Algunos de estos lti- mos consiguieron trasladar sus costum- bres al Hotel Baha, pero siempre bajo vigilancia policial y con el remoquete de masones. Esta vigilancia se consigui eludir parcialmente en el Ateneo duran- te los 60 y 70, donde coexistan dos tertulias: la de los mayores, en la sobre- mesa del caf, y la de los jvenes, en las tardes-noches. LA TERTULIA DE FRY P S I A : R E C U P E R ACIN DE UN ESPAC I O PARA LA DEMOCRAC I A U R BA N I Z A DA EN EL SA N TA N D E R DE LA TRANSICIN DEMOCRT I CA Situada estratgicamente en el vrt i c e formado entre dos peridicos, dos emi- soras de radio (A l e rt a y El Diario Monta- s, Radio Santander y Radio Po p u l a r, la Librera Puntal), la tertulia de Fry p- sia sirvi fundamentalmente de punto de encuentro para una serie de profesio- nales interesados en la recuperacin de una democracia que haba sido sustra- da por la fuerza cuarenta aos atrs. Del medio centenar largo de componentes 20 cant abria infinit a TEMAS / TERTULIA ASIDUOS DE TODO EL AO: Arias, Ramn Brcena, Ana Blanco Garca, Jaime Calleja Sainz, Romn Calzada, Ambrosio Castaeda, Emilio Castaeda, Manuel ngel Casuso, Ezequiel Cobo, Miguel ngel Doce, Mara Antonia Fdez. de la Reguera, Vera Fernndez-Orua, Maril Freixinet, Francisco Garca de Enterra, Jaime Garca-Oliva, Mario Gijn Peas, Vctor Gmez Llata, Ignacio Gonzlez Bedoya, Juan Gonzlez Casares, Jos Antonio Gonzlez Herrn, Jos Manuel Gonzlez Nieto, Luis Gruber, Eduardo Herrero, ngel Ibez, Alberto Ibez, Francisco Ibarrondo, Patxi Incera, Rosa Linares Saiz, Adolfo Maleras, Manolo Martnez San Bartolom, Jos Mateo, Leandro Montesino, Antonio Muiz, Gilberto Muriedas, Po Navaln Obregn, Marisa Obregn Ansorena, Fe r n a n d o Olavarri, Roger Palacio, Jorge Palacio Alonso, Luis Pedrajo, Juan Prez, Fernando Prez de la Torre, Juan Jos Revilla Roiz, Miguel ngel Romero, Jos Ruiz, Gloria Ruiz-Tagle, M ngeles Sainz Aja, Luis Saiz Viadero, Jos Ramn Salcines, Luis Alberto Snchez Mier, Modesto Sandoval, Juan Antonio Setin Rivas, Alfonso Sierra, Rafael de la Silvn Delgado, Martn Sollet Saudo, Carmen Soto, Emiliano Valle Gonzlez-Torre, Leandro Vierna Snchez de Movelln, Alberto TERTULIANOS DE VERANO: Corona, Luis Cosso, Pilar Escalera, Manuel de la Garay, Jess Lpez Aranda, Ricardo Lorenzo, Pedro Otero, Jess Quirs, Antonio Sedano, Antonio ALGUNOS DE LOS COMPONENTES DE LA TERTULIA DE FRYPSIA PO MURIEDAS. 1981. FOTO: BERNARDO RIEGO CARICATURA DE J. R. SAIZ VIADERO REALIZADA POR MANOLO MALERAS. 1980. ms o menos asiduos a la cita de una sobremesa que comenzaba a la hora del caf y poda prolongarse hasta ms all de la merienda, en invierno, y en verano revitalizarse con el fresco de la terraza a medianoche, apenas media docena de ellos (encabezados por Po Muriedas, en una de las facciones, y por Leandro Valle, en la otra) haba vivido con alguna intensidad la guerra civil. Por lo tanto, la sombra de una dis- cordia producto de un enfrentamiento directo estaba un tanto alejada del talante de quienes intentaban recuperar la capacidad del dilogo perdido en das lejanos y para nada aorados. Sera muy difcil establecer quin fue la persona encargada de buscar tan cn- trico punto de encuentro, as como sera tambin una labor de ejercicio de la memoria colectiva poder llegar a la fecha concreta del inicio de su funcio- n a m i e n t o. Los ms antiguos recuerdan que en el ao 1976 recalaron en esta cafetera producto de un exilio obligado como consecuencia de su estancia en la cafetera Suizo, de donde fueron invitados a abandonar por razones muy cercanas a la imprudencia poltica. Una lstima, porque el caf servido en el Suizo era de excelente calidad, como tambin lo sera el de Fry p s i a , sobre todo despus del calvario sufrido en el desaparecido Sonderklass por los buenos degustadores. Lo cierto es que nadie hasta ese momen- to poda llegar a pensar que una cafete- ra como Frypsia, donde sola tener su fcil y holgado acomodo una parte de los militares y era frecuentada por gentes de la ultraderecha ms barnizada del Pa s e o Pereda, iba a convertirse en el lugar de permanencia diaria de los espritus democrticos del lugar, cuando ser demcrata todava estaba considerado en muchos sectores ciudadanos como un pecado de lesa patria. Al fin y al c a b o, al antiguo muelle se le conoca como la fachada de Santander . Pero de la misma manera y con la misma naturalidad que los tertulianos de Frypsia fueron tomando su asiento en los bancos y sillones de la cafetera, entre la curiosidad de los dems clien- tes, el ambiente ms tradicional acab aceptando algo que no era ms que la avanzadilla de la historia del pas, en forma de un conglomerado de voces que reclamaban la participacin en todos los estamentos de una sociedad que empe- zaba a despertar del largo letargo al cual haba sido sometida por la picadura de la mosca tse-ts del totalitarismo. Una docena de periodistas (Castaeda, Fr e i x i n e t, G i j n, Gonzlez Bedoya, Alberto Ibez, Mateo, Sandoval, Car- men Sollet, ...) seran los encargados de proporcionar a la tertulia la continui- dad de un sitio de trabajo, puesto que en aquellas mesas, a menudo alarga- das hasta ocupar ms de medio local, se cocan muchas de las noticias que empezaban a ser pan de todos los das en unos medios cada vez ms dispues- tos a aceptar y difundir otras informa- cant abria infinit a 21 LA TERTULIA DE FRYPSIA , SURGIDA A FINALES DE 1976, LLEG A TENER ENTRE SUS TERTULIANOS A UN BUEN NMERO DE FUTUROS PESOS POLTICOS: JAIME BLANCO, AMBROSIO CALZADA Y MIGUEL NGEL REVILLA, ENTRE OTROS. ESTA CAFETERA FUE EL ESCENARIO DEL DESPERTAR DE UN LARGO LETARGO MARCADO POR LA DICTADURA, MILITANTES NOTORIOS DE PARTIDOS POLTICOS AN MEDIO CLANDESTINOS TENAN ALL SU LUGAR DE ENCUENTRO, LLEGANDO A ALCANZAR ESTA TERTULIA SU PUNTO CULMINANTE EN 1979, CON LAS ELECCIONES MUNICIPALES. EL DESAPARECIDO CAF ROYALTY. La de la Cafetera Sonderklass, desapare- cida en los aos 80; la de Cafetera La Austriaca, que an perdura; la de Cuva- no, en el Hotel Baha, desaparecida a fina- les de los 70. Por otro lado, funcionaban espordicamente las tertulias especializadas, como son las de carcter taurino. OTRAS TERTULIAS CONTEMPORNEAS DE FRYPSIA ciones que no fueran las suministradas a travs de las fuentes oficiales. Militantes notorios de partidos polticos todava medio clandestinos tenan un lugar de encuentro en las mesas de Frypsia, junto a los componentes del Comit Cvico, de la Junta Democr- tica, de la Platajunta, de la Aso- ciacin para la Defensa de los Intereses de Cantabria (ADIC), asociaciones de vecinos, etc. El foro lleg a ser tan reconocido que desde otros municipios, incluso algunos muy lejanos, llegaban a Santander gen- tes para conocer de cerca la tertulia y los tertulianos, siquiera fuera desde los o b s e rvatorios ms propicios de la barra. Poco a poco la tertulia lleg a contar con representantes de Camar- go, Torrelavega, Cabezn de la Sal, Ampuero, Elechas, Castro Urdiales, etc. y aquellas mesas con unos asientos de sky concebidos para la provisionalidad conocan a menudo la urgencia de una noticia, el trfico de un comunicado, o la distensin de una conversacin man- tenida a varias voces mixtas a lo largo de las horas. El ao 1979, con las elecciones muni- cipales, supuso el punto culminante de la tertulia. Pero para entonces ya la ter- tulia contaba con sus propios represen- tantes en las Cortes, como el caso de Jaime Blanco, Luis Sainz Aja y Mario Garca-Oliva (PSOE), Ambrosio Calza- da (UCD). La tertulia, que comenz con un presidente de la Diputacin post- franquista (Leandro Valle) y continu con un vicepresidente de la primera Diputacin Regional (Ambrosio Calza- da), de haber continuado su andadura hubiera llegado a obtener una presiden- cia del Parlamento Regional (Rafael de la Sierra) y dos presidencias del Gobier- no Regional (para Jaime Blanco y M i g u e l ngel Re v i l l a, respectivamente). Pero en el mes de noviembre de 1984 ya se entonaba el canto del cisne, con los ltimos supervivientes. La poltica y los quehaceres de cada uno haban separado a muchos de sus componen- tes y quedaba ya lejanos los das en los que las horas transcurran sin que suce- diera otra cosa que lo que se contaba en Frypsia. All se conoci el cambio de Rgimen, las elecciones democrti- cas, la gestacin del PRC, el intento de golpe de Estado encabezado por Tejero en 1981, el cambio de propiedad de los peridicos El Diario Montas y Alerta, la desaparicin de la Hoja del Lunes y muchos otros acontecimientos nacionales y locales que proporciona- ban el pan nuestro de cada da para las tertulias, incluso para algunos de sus t e rtulianos. El caricaturista M a n o l o Maleras fue el encargado de mantener la llama viva de la tertulia, con su entrega cotidiana, hasta tal punto que cuando Maleras dej de aparecer por la puerta todas las tardes a la misma hora, la tertulia se dio por acabada. Se recordaban situaciones de fuertes tensiones, cuando se producan las lla- madas de la ultraderecha y el consi- guiente desalojo de la propia cafetera, las amenazas de los valientes de la noche, la quema de los coches de Juan Bedoya y Vera Fernndez de la Reguera, los atentados constantes con- tra las puertas y escaparates de la Librera Puntal, el exhibicionismo mato- nil con ribetes patriticos de parte de una camada negra compuesta por vs- tagos de la burguesa local y las bom- bas colocadas en las sedes de La Hoja del Lunes o del Partido Comunista. Tambin hubo momentos de aire ms puro, como fue la aparicin del pintor Ocaa, para rodar la pelcula Mander- ley y exponer en el Museo de Bellas Artes. Das en los que no pasaba nada, y Jalisco, un remedo de mariachi devenido en chupanero amenizaba con sus canciones la sobremesa de las terrazas, mientras que Fe r n a n d i t o pregonaba entre las mesas el peridico San Martn, al tiempo que haca alar- des musicales y ejercicios de parecido regio. El ms silencioso de todos era, sin duda, Gene, un antiguo lacero municipal, que ahora paseaba su caja de puros vaca en demanda de alguna moneda. Y Cutillas, que sobreviva en tiempos de clandestinidad del sexo ofreciendo los preservativos que guar- daba en un maletn. Renuentes a la maniobra de disper- s i n, algunos de los supervivientes de tan cntrico lugar de encuentro inten- taron seguir reunindose primero un da a la semana, despus en las fiestas sealadas de final de ao. Durante un tiempo se consigui y la aparicin de los histricos pareca un regreso del hijo prdigo, pero la dura realidad de una actividad intensa y un repart o habitacional cada vez ms trasladado al espacio rural, asestaron el golpe fatal a lo que haba tenido su punto culminante coincidiendo con los cam- bios de ubicacin de las redacciones de los peridicos locales, ahora funcio- nando en la periferia. S 22 cant abria infinit a TEMAS / TERTULIA J. R. SAIZ VIADERO S antander, 1941. Escritor y periodista. Tiene publicados ms de veinte libros, en su mayor parte de temas relacionados con la historia y la cultura, as como las guas orientativas. Como persona involucrada en el acontecer de los ltimos tiempos, mez- cla en sus trabajos la investigacin histrica con la memoria propia. Producto muy representativo de esta sistemtica es uno de sus ltimos libros: Una historia del cine en Cantabria, en cuyo contenido se analiza de forma paralela con otros aconteci- mientos locales y nacionales el proceso del nacimiento y desarrollo del cinematgrafo en esta regin, a lo largo de sus ms de cien aos de existencia.