Heraclio Bernal Caudillo Frustrado
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dos estaban cortados con las mismas tijeras. Mndez fu una verdadera
pesadilla p a r a Bazaine, como l o fu B e r n a l p a r a Francisco Caedo, el
gobernador porfirista. Los dos guerrilleros, amos de la sierra, eran i n vencibles.
M a x i m i l i a n o , preocupado p o r l a actividad de Mndez, comision a
u n o de los militares de su confianza, el coronel H e n n i q u e , para que acabara con l a " g u e r r i l l a fantasma". E l soldado francs fracas y se confes
incapaz de someter al guerrillero. D i j o que no se poda pelear con u n
fantasma. E l chinaco peleaba a l a mexicana: llegaba como rayo, destrua
l o que encontraba y desapareca. Pocas horas despus atacaba otra poblacin a muchas leguas de distancia. P a r a combatirlo, el Emperador
contrat al condotiero Carlos D u p i n , expulsado del ejrcito francs por
sanguinario y falto de escrpulos. D u p i n form una especie de tercio
extranjero compuesto por asesinos de todos los pases. Ese grupo, llamado
" l a contraguerrilla", se lanz sobre Mndez.
D u p i n n u n c a logr destruir l a g u e r r i l l a del chinaco tamaulipeco. Las
cuevas del cerro del Bernal, disputadas a los tigres a machetazos, fueron
su hogar inviolable. E n u n a de ellas naci su hija, Mara Diana. E n l a
sierra, P e d r o Jos Mndez era invencible. C o m o todos los guerrilleros,
muri traicionado. L a tctica de l u c h a de H e r a c l i o B e r n a l que le vali
e l apodo de " E l R a y o de Sinaloa", era l a de Mndez. Como ste, tena
p o r hogar las cuevas de las fieras; all am a sus mujeres. Contra B e r n a l
se estrellaron todos los generales que fueron a batirlo en l a sierra, y al
f i n cay traicionado.
Qu pareja h u b i e r a n hecho Mndez y Bernal!
Pero el p r i m e r o tiene u n sitio en l a historia y el segundo se qued
atorado en el corrido, en calidad de " b a n d i d o generoso", slo por haber
nacido tarde. Cuando el guerrillero tamaulipeco de 22 aos lazaba y
arrastraba franceses a cabeza de silla en C i u d a d V i c t o r i a , Heraclio cumpla 7 aos. Lo que hubiera hecho de haber nacido 15 aos antes!
P o r otra parte, si B e r n a l h u b i e r a nacido en el ao en que muri
- 1 8 8 8 - , al estallar l a Revolucin habra tenido l a edad que tena Mndez cuando capitaneaba su guerrilla, y seguramente habra llegado a ser
u n a de las figuras ms fascinantes de ese movimiento; por muchos conceptos era superior a l a mayora de los guerrilleros revolucionarios de 1910.
Cuando se le ofreci por f i n l a ocasin de participar en u n movimiento de dimensin nacional, el destino intervino nuevamente: el
general T r i n i d a d Garca de l a Cadena, jefe de l a revolucin que iba a
derrocar a P o r f i r i o Daz, fu asesinado poco antes de que se iniciara el
m o v i m i e n t o . B e r n a l se qued indito como c a u d i l l o , y el imprescindible p l a n que haba redactado (se habra llamado seguramente P l a n de
Conitaca) no lleg a figurar en l a lista de los m i l y u n planes que registra
l a historia de nuestras guerras civiles.
L a breve v i d a de H e r a c l i o B e r n a l transcurri entre dos planes: naci
con el de A y u t l a y muri cuando P o r f i r i o Daz desconoci el de T u x t e p e c
para consolidar su dictadura personal. E n realidad, a Heraclio no lo
mat el compadre Crispn, como quiere el corrido, n i los diez m i l pesos
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Jurez-Eustaquio B u e l n a , en u n torneo cvico legtimo y sin precedentes. Los porfiristas se sublevan alegando que ha habido fraude e imposicin. L a revuelta de L a N o r i a t r i u n f a inicialmente en Sinaloa. E l gob e r n a d o r E u e l n a se ve obligado a instalar los poderes en E l Fuerte, pero,
asediado, deja el poder a don Blas Ibarra y pasa a Sonora en busca del
apoyo del gobernador Ignacio Pesqueira. C o n l a bandera de Jurez y la
l e g a l i d a d , Pesqueira arroja a los porfiristas al Estado de Durango. E n esa
campaa p a r t i c i p a n naturalmente los hijos mayores de don Jess. H e r a c l i o se empea en acompaarlos, pero como apenas tiene 16 aos no le
dan armas. E n u n combate cerca "de Culiacn, al ser herido su hermano
J u a n , H e r a c l i o recoge el arma y pelea con valor extraordinario. se fu
su bautizo de fuego. E l primer balazo que dispar en su vida fu, simblicamente, contra Porfirio Daz.
Fracasado el movimiento de L a N o r i a y muerto d o n Benito, la tranq u i l i d a d poltica vuelve a l a regin. Pero en Palo Verde juaristas y
porfiristas mantienen vivo su odio a travs de una sorda guerra de Mnteseos y Capuletos. E n ella tiene Heraclio que sacrificar su primer amor:
se enamora de u n a hermosa muchacha de P a l o Verde, pero como los
padres de l a chica son porfiristas y los B e r n a l juaristas de hueso colorado,
las familias se oponen a las relaciones. H e r a c l i o tiene slo 17 aos, pero
sus convicciones polticas se sobreponen a sus impulsos juveniles. R o m pe sus relaciones con la novia y se marcha del pueblo, amargado, llevando
en l a conciencia l a conviccin de que e l porfirismo es el origen de todos los males.
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E L R A Y O DE SINALOA
B e r n a l haba iniciado con mala fortuna su carrera de bandido de cam i n o real - i n f i n i t a m e n t e ms respetable que la de algunos polticos de
nuestros das, que se dicen "redentores del p u e b l o " y adems "revolucion a r i o s " - , p o r haber abandonado l a sierra. Reconocido el error, volvi
a ella, que era como su segunda madre. E n E l Maguey, u n lugar de l a
serrana, en los lmites entre Sinaloa y Durango, instala su cuartel gener a l . Desde all organiza sus asaltos perfectos, desconcertantes. Pero, adems, haba otra razn para acuartelarse all: u n a muchacha, Dolores, coqueta como e l l a sola.
H e r a c l i o descubre que durante sus salidas lo engaa con Laureano
Gonzlez. E l d r a m a se va gestando, y u n da H e r a c l i o y Laureano, a
caballo, deciden l i q u i d a r sus diferencias en u n duelo singular. E n el p r i mer encuentro a balazos resultan heridos los caballos; el duelo contina
a pie, pual en mano, H e r a c l i o es desarmado p o r su enemigo, y cuando
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ste pretende aprovecharse de l a ventaja, es derribado por A n t o n i o Bernal; cuando A n t o n i o va a disparar sobre Laureano se interpone H e r a c l i o
y l o salva. Los dos rivales se abrazan y deciden olvidar a l a coqueta.
Mientras se desarrolla en l a sierra esta escena de pelcula de c o w
b o y s , en la cual l a nobleza, el valor y l a caballerosidad corren a raudales, y que indudablemente es producto de la imaginacin deformadora de
algn mestizo lector de novelas romnticas, Ramrez Terrn hace llegar
a H e r a c l i o u n a invitacin para que participe en u n a rebelin contra el
gobierno de P o r f i r i o Daz, y le adjunta el nombramiento de comandante.
No se trata ya de l a lucha contra Caedo por el gobierno de Sinaloa, sino
de combatir a P o r f i r i o , el dictador, que acaba de horrorizar a Mxico
con el supuesto "mtalos en caliente". Se le propone ahora u n a l u c h a
de principios con u n a bandera: l a Constitucin del 57. Deca l a proclama de los rebeldes:
Seores: L a h o r a de l a justicia ha sonado. Los tiranos tiemblan al grito de l i b e r t a d , como dice Vctor H u g o . L a p a t r i a nos
llama a su servicio y necesita de nuestra sangre. N o , no debemos
tolerar los ultrajes que le cometen sus tiranos, n i tampoco debemos sufrir el tratamiento inquisitorial de nuestros infames gobernantes. R e c o r d a d que sois libres, que habis dado a l a nacin
unas leyes santas, sagradas, sublimes, y que estas leyes estn siendo
violadas desde la p r i m e r a hasta la ltima pgina, porque los tiranos que malamente se l l a m a n gobernantes, y que debis maldecir
con toda l a energa de vuestra alma, h a n conculcado todos vuestros derechos y vuestras garantas que otorga vuestra noble Constitucin.
Debis estar persuadidos de que lo que os digo es l a verdad,
porque fresca est l a sangre de los mrtires de Veracruz, y an
humeando tambin l a del infortunado escritor, Sr. Valads. R e cordad que sois l i b r e s . . . R e c o r d a d tambin que sois valientes,
que sois hombres y que no os debe arredrar l a crueldad de vuestros
t i r a n o s . . . E n consecuencia, seores... Mueran los tiranos!..
Mueran los asesinos! Viva l a Constitucin del 57! Viva el pueblo, porque el pueblo es l a ley y sabe hacerse justicia!
L a proclama no es sin d u d a u n gran documento poltico, pero s
una
protesta ardiente contra el dictador. Eso era suficiente p a r a el
antiporfirismo orgnico de H e r a c l i o B e r n a l ; y acept. Se descuelga
de l a sierra con su gente, ya no para asaltar en camino rea!, sino para
tomar poblaciones y sustraerlas a l d o m i n i o oficial. Dondequiera que
llega organiza u n baile para el pueblo y todos se emborrachan y b a i l a n
hasta que caen rendidos. De u n o de esos bailes saca B e r n a l a u n a m u chacha; huye con ella hacia el Sur para disfrutar de u n a l u n a de
m i e l , antes de unirse con T e r n en Mazatln. A l cruzar el ro de P i a x tla l a bestia tropieza y l a pareja est a p u n t o de ahogarse. E l hroe
salva a la muchacha, pero cae enfermo; entrega su conquista a unos
arrieros para que l a devuelvan a su hogar, y, despus de haber q u i t a d o
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con el resultado previsible. Las mujeres discuten acerca de las facultades de sus santos predilectos; todas quieren poner a B e r n a l bajo l a proteccin del ms milagroso; se forman bandos de partidarios de San
Ignacio, de San J u a n , de San Vicente, pero l a mayora se i n c l i n a p o r
San Dimas, e l buen ladrn con q u i e n , se asegura, B e r n a l tiene firmado
u n pacto: como su antecesor, B e r n a l nunca h a robado a los pobres. H a y
quienes a f i r m a n que es intil recurrir a los santos, puesto que H e r a c l i o
ha firmado u n pacto con el diablo.
E l pacto de B e r n a l era con el pueblo y con l a sierra, sus aliados n a t u rales. Mientras les guardara fidelidad, podra estar t r a n q u i l o . Y l o estaba,
efectivamente y, adems, de buen humor. E n cierta ocasin lleg a l
pueblo de Quil. C o m o de costumbre, contrata a los msicos del lugar
e invita a todo el m u n d o a divertirse gratis. Todos p a r t i c i p a n , hasta el
cura. "Slo falto uno - c o m e n t a B e r n a l - ; vamos a i n v i t a r l o . " Y se dirige
a l a oficina de telgrafos. E l operador trasmite sonriendo el siguiente
mensaje: "Sr. G e n e r a l d o n Francisco Caedo, Gobernador del Estado,
Culiacn, Sin.: Habitantes Quil, as como amigos mos, i n v i t a n a U d .
asista baile ofrecen su honor. Saldalo afectuosamente - H e r a c l i o B e r n a l . "
Cincuenta soldados salen al galope de Culiacn para corresponder en
nombre del gobernador a l a gentil invitacin, pero cuando llegan el baile
ha terminado. B e r n a l se ha despedido de sus amigos de Quil unas horas
antes, llevndose preso a u n gachupn. A l pasar p o r el cementerio del
pueblo, H e r a c l i o le dice: " A h o r a s, amigo, le lleg l a h o r a . " E l gachupn
se arrodilla, ruega, l l o r a , ofrece todos sus bienes a cambio de su vida.
"Yo s que U d . no es asesino - a r g u m e n t a el g a c h u p n - por qu lo hace
conmigo?" B e r n a l , framente, saca l a pistola y dispara. L a g u e r r i l l a contempla l a escena a distancia, sin entender l a razn de aquel hecho inusitado. E l cura, sorprendido tambin, llega corriendo:
- P e r o qu has hecho, Heraclio?
-Tal
vez usted p u d i e r a explicrmelo - c o m e n t a , casi para s mismo, y
se aleja sombro.
Y en efecto, B e r n a l no l o saba, pero con su i m p u l s o inconsciente vengaba siglos de humillacin y de explotacin; vengaba crmenes cometidos
contra los suyos, vengaba a su padre, vengaba a Mxico pisoteado p o r los
extranjeros, que eran para l - n o haba conocido o t r o s - los representantes del m a l en l a tierra.
Estos cambios bruscos de l a j o v i a l i d a d a l a melancola eran caractersticos en l a personalidad de B e r n a l . A raz de su muerte, E l N a c i o n a l , u n
peridico de su poca, l o describa de l a siguiente manera:
. . .Con sus compaeros era en extremo leal y generoso, y ellos
lo adoraban hasta el sacrificio. Jams permiti B e r n a l que sus
subordinados expusieran su v i d a tontamente; audaz y sin m i e d o ,
cuidaba ms de l a salud de sus muchachos que de su p r o p i a segur i d a d . E n algunas ocasiones tuvo momentos de romntico arrepentimiento y se le vio, aunque de carcter siempre j o v i a l , sumergirse
en u n a tristeza silenciosa. A l final de esos accesos se le vea bajar
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con diez o doce hombres a algn pueblo, en son de paz, entrar contritamente a l a iglesia, or de rodillas la santa misa y santiguarse
con devocin y, al final, poner en el cepo de l a parroquia una
pieza de oro de veinte pesos. E n seguida montaba en su caballo, y
cabizbajo y callado se remontaba a la sierra a llevar quin sabe qu
gnero de extraa penitencia que, por desgracia, a los pocos aos
conclua siempre con el asalto a u n nuevo pueblo o el ataque inesperado a u n a hacienda. E n el fondo de esa naturaleza bravia, haba
sentimientos honrados.
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L a estrella de B e r n a l empez a declinar cuando conoci al negro herbolario - c o n fama de h e c h i c e r o - Alejandro Brecman. ste se haba
incorporado al ejrcito de B e r n a l , como mdico castrense; conoca las propiedades de todas las yerbas de l a sierra, y en u n a ocasin haba curado
a Vicente B e r n a l . L a leyenda atribuye al hechicero, a su mala sombra,
los fracasos de B e r n a l . E n u n rancho cercano a Las Yedras, los hermanos
de H e r a c l i o son sorprendidos mientras duermen; Fernando logra escapar,
pero J u a n y Vicente, amarrados, son conducidos a Cosal en compaa
del negro Brecman. J u a n y Vicente son fusilados, el negro puesto en liber-
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Adems, como leemos en E l C o r r e o d e la T a r d e de Mazatln, "muchas personas respetables de esta poblacin han acordado regalar a cada uno de
estos trabajadores u n magnfico rifle de repeticin con el correspondiente
p a r q u e metlico". (Estas "respetables personas" son los ascendientes de las
n o menos "respetables" que en 1936 regalaron - p a r a que no se perdiera la
t r a d i c i n - magnficos rifles y 38-super al G i t a n o , al C u l i c h e y dems criminales del Sur de Sinaloa para que se d i v i r t i e r a n cazando agraristas.)
Mejor que el de la leyenda, fu el Heraclio B e r n a l indito, el "Jefe de!
M o v i m i e n t o Restaurador de la Constitucin de 1857", el caudillo frustrado. L a historia h a cerrado injustamente sus puertas al gran revolucionario
juarista. E l pueblo, en cambio, le h a h e c h o j u s t i c i a en sus cantos, idealizndolo, porque siempre se idealiza lo que se ama:
Qu bonito era Bernal
en su caballo joyero;
l no robaba a los pobres,
antes les daba dinero.
V u e l a , vuela, p a l o m i t a ,
vuela, vuela, hacia el nogal;
ya estn los caminos solos:
ya mataron a B e r n a l .