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EL VUELO PICO
DE VARGAS LLOSA
Jos Miguel Oviedo
am a nadie ms all de
ellos, es difcil saber
cunto hay de real o de
imaginario en estos apuntes. Lo cierto es que con
ellos estaba sellando su
propio destino, como veremos en la tercera y ltima parte de la novela: Irlanda.
ALTA TRAICIN
Aqu se narran, con
LOS NOMBRES
DE MORO
Sinesio Lpez
Director fundador
Marco Martos
ca en su piel blanca y rosada. Parece un puca bufeo, pens apenas empezamos a conversar.
Dubitativo y receloso
al principio (me pregunt
a quemarropa quin era, a
qu me dedicada y por
qu le visitaba), luego entr en confianza y me cont el sistema de trabajo en
las caucheras, las pugnas
con los colombianos a
quienes Julio C. Arana
haba comprado sus posesiones o haba desalojado
a la fuerza y sobre la violencia contra los indge-
EL TESORO
DE BODLEY
Hay muy pocos datos
la economa de la cuenca
amaznica, derrumbando
estrepitosamente el efmero esplendor de Iquitos,
Manaus y de Belm do
Par. Esta ltima ciudad
amaznica brasilea lleg
a tener la mayor flota fluvial del mundo para transportar caucho.
Por esta y otras razones,
resulta ingenuo pensar
que las denuncias de Casement, que parecen calcadas a la que hizo sobre
el Congo belga, hayan tenido slo fines humanitarios. Tambin por estas y
otras razones, tanto Julio
C. Arana como Roger
Casement, cada uno desde sus propios intereses
personales o nacionales,
desde sus propias conductas o inconductas, fueron
tambin piezas de un tablero de ajedrez donde se
movan las estrategias econmicas y geopolticas de
un imperio declinante y de
otro emergente.
Andrew Gray me ayud a tramitar el permiso
especial de la Universidad
de Oxford y una vez obtenido el documento me su-
paradise. A catalogue of
Crime y est dedicado al
periodista Benjamn Saldaa Roca y al Dr. Daro
A. Urmeneta. Hardenburg fue denunciado por
Arana y personalidades de
la poltica peruana de ese
tiempo de ser un agente
pagado por la cancillera
colombiana para desprestigiar a Arana acusndolo
de genocida.
En una de las 13 cajas
est la correspondencia de
la Peruvian Amazon de
1912 y 1913. En otra encontramos todas las cartas
dirigidas a Walter Legge
Comit Office House of
Commons S.W. Otra de
las cajas es el depsito de
las cartas, memos y los
contratos de trabajo. Uno
de esos contratos es el suscrito entre J.C. Arana y
hermanos, la razn social
de la tambin llamada
Casa Arana, y Preston Johnson, de Barbados. El contrato establece un salario
mensual de 5 libras esterlinas, ms casa y alimentacin en La Chorrera,
adems de medicinas gratis y pasaje de ida y vuelta
a Iquitos. La fecha es del
25 de abril de 1908 y firma el contrato por The
Peruvian Amazon Rubber
Co. Ltd. el gerente general Pablo Zumaeta, cuado de Julio C. Arana.
Una de las cajas contiene la edicin del diario
El Comercio de Lima del
mircoles 11 de setiembre
de 1912 con un artculo
titulado Los crmenes en
el Putumayo. El Oriente,
el decano de la prensa
iquitea, tambin informa
al respecto en su edicin
del viernes 2 de diciembre
de 1910. Est archivada
asimismo la edicin del
diario La Prensa de Lima
del lunes 25 de noviembre
de 1912 que publica los
artculos El porvenir del
Oriente peruano, La
despoblacin de Loreto y
sus causas y Un rgimen
inicuo, donde el autor de
las crnicas, Manuel Rivera Iglesias, seala que con
el rgimen esclavista del
ciclo cauchero la poblacin del Putumayo ha descendido de 61,125 habitantes a 45,000 pobladores.
Eran los aos de la fiebre del caucho y del siniestro Julio C. Arana.
El tema amaznico y el
personaje Julio C. Arana
entusiasmaron a Federico
Garca. Me pidi que escribiera la sinopsis y luego
juntos acordamos elaborar
el guin tcnico. Decid
entonces cumplir un antiguo reto, un viejo proyecto que haba nacido en las
interminables tertulias con
Fernando Barcia Garca,
descendiente de una poderosa familia cauchera de
principios del siglo XX,
poltico y dueo de un enciclopdico conocimiento
de la historia y la vida de
la Amazona. Part pues a
realizar ese sueo: recorrer
el Putumayo y sus afluentes del Igara Paran, el
Caraparan y algunos de
los campamentos donde,
segn la conclusin del
Informe Casement, en 12
aos de operaciones se
haban extrado 4 mil toneladas mtricas de caucho, con una utilidad de
1 milln 500 mil libras esterlinas y a un costo de 30
mil muertos indgenas.
Las referencias a los ros
Putumayo, Igara Paran,
Caraparan y Caquet y
de los campamentos La
Chorrera, El Encanto,
Matanzas, Abisinia, ltimo Retiro y otros detalles
de esa y otras travesas que
efectu por el paraso del
diablo, de acuerdo al ttulo de la novela de Walt
Ernest Handerburg, desataron una profunda emocin en Mario Vargas Llosa.
Qu maravilla que
hayas conocido esos territorios!, exclam. Si organizamos un viaje al Putumayo, t me podras
acompaar?, me pregunt eufrico.
Por supuesto, Mario,
con mucho gusto. Slo me
avisas con tiempo la fecha
de la partida, le contest.
Tuvimos tiempo an
de elegir el mejor mes
para el viaje. Junio o julio, en pleno verano amaznico, son los mejores
meses para viajar por la
Amazona, le dije. Pens
tambin, aunque me guard el secreto, que durante
ese viaje le hara conocer
(si es que ya no lo conoca), le mostrara la solici-
La gran literatura de Vargas Llosa se ha desarrollado, al menos durante tres dcadas, alrededor
de un mundo varonil, en el que el nico espacio posible para las figuras femeninas pareca ser el margen o el
estereotipo. Por esta razn acogemos con sorpresa, placer y gran curiosidad la novedad del ltimo decenio: el
cambio de un mundo que de masculino se ha hecho femenino. En este trabajo nos concentraremos en las tres
novelas que han marcado la produccin del autor en la primera dcada del nuevo milenio: en el 2000 Vargas Llosa
publica La fiesta del Chivo, en 2003 El paraso en la otra esquina, y en 2006 Travesuras de la nia mala.
Las tres obras ruedan alrededor de personajes femeninos. Por qu un cambio tan significativo?
Y sobre todo, cmo ha cambiado la prosa de Vargas Llosa al experimentar este cambio?
LA NARRATIVA
DE VARGAS LLOSA
A LA VUELTA DEL MILENIO
Giulia De Sarlo
El novelista junto con la actriz Aitana Snchez Gijn durante la interpretacin de Odiseo y Penlope.
Watnicki Echeverra, la
mujer es un arquetipo
marginado, visto a travs
de los personajes masculinos.1 En la dualidad exasperada que caracteriza la
novela, evidenciada tambin por Jos Miguel Ovie-
1
Ellen Watnicki Echeverra, La
significacin de la mujer en la narrativa de Mario Vargas Llosa, tesis
doctoral, Madrid, Universidad Complutense, 1993, p. 259.
2
Jos Miguel Oviedo, Mario
Vargas Llosa: la invencin de una
realidad, Barcelona, Seix Barral,
1982, p. 94 ss.
3
Uso el verbo reprimir en
su significado psicoanaltico freudiano,
como el proceso que relega impulsos o
ideas inaceptables en el inconsciente.
4
Jos Miguel Oviedo, op. cit.,
p. 119.
dictador de la Repblica
Dominicana por treinta y
un aos hasta el magnicidio de 1961, y el trauma
del rgimen, an actual en
el pas caribeo. Para contar esta doble realidad,
pasada y presente, el autor divide la novela en tres
hilos narrativos que se van
cruzando: la historia del
ltimo da de vida del dictador; la preparacin de su
asesinato por parte de los
conjurados con sus sangrientas consecuencias; y
en fin, con un salto a los
aos 90, el trauma personal de una dominicana,
Urania Cabral, que vuelve a Santo Domingo despus de treinta aos. Es en
el personaje de Urania
que toma cuerpo la revolucin literaria de Vargas
Llosa: en los captulos contados por este personaje,
el drama del pueblo dominicano se encarna y se
se ha curado todava: en
el hall del hotel, ante los
piropos de un desconocido, reacciona de manera
violenta. Pero tal vez, ms
adelante, lo lograr: Si
Marianita me escribe, le
contestar todas las cartas.8
Podramos analizar los
significados escondidos
detrs del nombre de la
protagonista, o las tcnicas usadas por el autor
para darle voz, pero no es
esta la sede adecuada para
hacerlo. Aqu debemos limitarnos a reconocer en La
fiesta del Chivo el comienzo de un nuevo curso de
la escritura vargasllosiana,
en el que el drama de las
mujeres se hace explcito
y por fin autntico, en el
que los personajes femeninos resultan crebles gracias a la profundizacin
psicolgica, igual a la concedida a los personajes
masculinos, constituyendo
adems una voz central en
la narracin.
A partir de estas premisas comienza la construccin de la siguiente novela de Vargas Llosa, El paraso en la otra esquina, de
2003, una novela en que
la parte femenina adquiere incluso una fuerza mayor: no solamente el retrato psicolgico de la protagonista es maduro y
completo, sino que se
agrega una variante, impensable en los tiempos de
La ciudad y los perros: la
identificacin del autor,
parcial y relativa, pero
autntica, con el personaje femenino.
Tambin en este caso
son dos las historias que se
entrecruzan: por un lado,
se nos cuentan las vicisitudes de Flora Tristn, es-
5
Xavier Moret, Mi libro quiere ser la novela de todas las dictaduras. Mario Vargas Llosa presenta
en Barcelona su ltima obra, titulada
La Fiesta del Chivo, en El Pas, 9/
III/2000.
6
Doris Sommer, One Master
for Another. Populism as Patriarchal Rhetoric in Dominican Novels, Lanham, UP of America, 1983.
7
Uno de ellos es sin duda Fernando Valerio-Holgun: cfr. su En el
tiempo de las mariposas de Julia lvarez: una reinterpretacin de la historia,
en Chasqui: revista de literatura latinoamericana, XXVII,1, 1998, p. 92.
8
Mario Vargas Llosa, La fiesta del Chivo, Madrid, Alfaguara,
2000, p. 518.
critora, viajera y precursora del movimiento feminista y sindical en la Francia del siglo XIX; por otro,
seguimos en sus viajes polinesios a Paul Gauguin,
pintor post-impresionista
y nieto de Tristn. Algo
ms del vnculo de sangre
une a los dos protagonistas: ambos viven para realizar un sueo, una utopa:
Flora, la construccin de
un mundo mejor a travs
de la emancipacin de la
mujer y la organizacin de
un movimiento obrero;
Paul, una vuelta al pasado, a la espontaneidad primitiva, en pos de una autenticidad acaso imposible.
A una primera lectura,
las utopas de los protagonistas y ellos mismos nos
parecen antitticos. Flora
se proyecta hacia el futuro, Paul hacia un pasado
ancestral; Flora vive para
el compromiso con el prjimo, Paul hace del egocentrismo y el desempeo
su bandera. Flora ha sido
vctima, como Urania
Cabral, del mundo masculino: hija ilegtima y por
ello excluida de la herencia, casada con un hombre violento e ignorante
que abusa de ella fsica y
psicolgicamente y que
incluso intenta matarla.
Asimismo como Urania,
Flora se libera de la figura
masculina, no soportando
a su lado a otros hombres;
es ms, segn la ficcin
vargasllosiana se refugia
en la homosexualidad.
Paul, visto con la perspectiva de las mujeres que lo
rodean, no es vctima sino
victimario: ha abandonado a su esposa para seguir
su vocacin de pintor,
descubierta en la madurez,
y se ha desinteresado tanto de ella como de sus cinco hijos. Su vida sexual es
desordenada y bulmica,
pues cree que slo as puede estimular su creatividad;
y no le importa si contagia
de sfilis a las mujeres con
quienes trata: slo cuenta la
satisfaccin de sus instintos
en nombre del arte.
Casi parecera que los
dos personajes hubieran
sido elegidos para ser uno
lo opuesto del otro. Sin
embargo, profundizando
LIBROS & ARTES
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encontramos en versin
francesa, su nombre es
Madame Arnoux, como la
protagonista de Lducation sentimentale del tan
querido Gustave Flaubert.
En este caso, el homenaje
literario va ms all de la
coincidencia homnima,
ya que, como bien subraya Luis Quintana Tejera,
la relacin con la nia mala
constituye para Ricardo
una autntica educacin
sentimental;15 y como Frdric Moreau, Ricardo mi-
Me parezco ms a la nia
mala: rebelde, ambiciosa,
llena de ganas de cambiar
y probarlo todo. 18 La
identificacin, como en el
caso de Flora Tristn, ocurre entonces con el personaje femenino? Efectivamente, la nia es un sujeto narrativo particularmente fuerte, como ya lo
haban sido Urania y Flora: es un alma inquieta,
siempre en busca de una
realidad nueva, que continuamente intenta rein-
de la ficcin y manifiesta,
a travs de sus mscaras,
una insatisfaccin profunda. Y sin embargo, vuelve
siempre al pobre Ricardo,
su amor inconfesado e innegable. El arquetipo implcito en esta relacin es
evidente, y es uno de los
ms queridos por Vargas
Llosa: quin es la nia
mala si no un Ulses de la
modernidad? Y quin es
Ricardo, si no una Penlope en pantalones? No es
casual que la gestacin de
Travesuras de la nia mala
sea contempornea a la
reescritura teatral de la
Odisea por parte de Vargas Llosa, reescritura que
l mismo ha puesto en escena con Aitana SnchezGijn, en el verano de
2006. 20
El juego de los sexos,
de las inversiones y de los
reconocimientos especulares ha llegado entonces,
en esta novela, a una
cumbre impensable: lo
masculino se ha hecho femenino, la utopa de
Gauguin y Flora se ha realizado. Y sin embargo, solamente el encuentro de
las dos mitades genera
aquella palingenesia que
el mundo espera despus
del apocalipsis de la modernidad. Slo en la
unin definitiva, in extremis, entre la nia y Ricardo, marcada por la muerte de ella, ocurre la fusin
definitiva entre masculino y femenino. Es en esta
unin que se encarna la
utopa: y nace, en ella,
una historia que de verdad merece la pena ser
contada.
15
Luis Quintana Tejera, Seduccin, erotismo y amor en Travesuras de la nia mala, de Mario Vargas
Llosa, en Espculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid, XII, 37 (noviembre 2007-febrero 2008).
16
Leonetta Bentivoglio, Intervista a Mario Vargas Llosa, en La
Repubblica, 23 settembre 2006, p.
45.
17
Ibidem. Aqu y sucesivamente, mas las traducciones.
18
Ibidem.
19
Mario Vargas Llosa, La verdad de las mentiras, Barcelona, Seix
Barral, 1990, pp. 12 y 19.
20
La obra, con el ttulo de Odiseo y Penlope, se estren durante el
Festival de Teatro Clsico de Mrida
(Extremadura), el da 3 de agosto de
2006; fue editada el mismo ao por
Galaxia Gutenberg.
El primero de la serie,
publicado el ao pasado,
fue Israel-Palestina. Paz o
guerra santa, traducido por
David Iori, joven estudioso florentino y miembro
del Centro de Estudios Jorge Eielson. Ya ese volumen, ilustrado con una
impresionante documentacin fotogrfica preparada por la hija Morgana,
mostraba la capacidad de
nuestro autor para movilizarse en territorios difciles y peligrosos, de entre-
(Historia de un deicidio,
1971), que luego, por
motivos personales jams
revelados, quiso quitar del
comercio.*
Los demonios incontrolables se nutren ante todo
de lo vivido por el escritor, materia prima trascendida y sublimada mediante la escritura, a menudo disimulada mediante construcciones complejas, pero otras veces reproducida sin mscaras. As
ocurre con el discutido
cuento de Simone de
Beauvoir dedicado a la
terrible agona de su ma-
cialmente ms tiles? l
cree que no. La creacin
tiene siempre races sociales, pero los efectos sociales que esta crea tarde o
temprano no son automticos. Y la pulsin creativa, cuando es autntica, es
incontrolable. El tema de
los demonios que asedian
al escritor, otro hilo conductor del pensamiento
de Vargas Llosa, haba
sido ya formulado por l
en un notable ensayo dedicado a Garca Mrquez
dre, irnicamente intitulado Una muerte muy dulce, y a favor del cual
Vargas Llosa quiere romper una lanza, dado que,
en efecto, segn l, la literatura es un oficio naturalmente impdico. Y de ello
l mismo ha dado repetidas pruebas: desde La ciudad y los perros y La ta Julia y el escribidor hasta el
ms reciente Travesuras de
la nia mala, donde hay
una consciente proyeccin
autobiogrfica.
estimulante o contagioso
de los profetas de la
aventura violenta, tipo
Che Guevara o Frantz Fanon, porque los valores
propuestos y defendidos
por l se han vuelto hoy
necesarios, tanto como
los que Guevara y Fanon
convirtieron en religin y
por lo cuales sacrificaron
la propia vida.
Pero incluso manteniendo una distancia crtica con respecto a su viejo dolo Jean-Paul Sartre,
la admiracin y el vnculo
intelectual y afectivo con
l no desaparecen, como
resulta explcitamente declarado al final del esplndido artculo intitulado
El mandarino, escrito en
mayo-junio de 1980. Y
nosotros, atentos lectores
de uno y otro, no podemos no notar las extraordinarias afinidades y semejanzas entre ambos, empezando por el coraje de
contradecirse y de rectificar todas las veces que
considere que estaba equivocado. Y luego (las palabras de Vargas Llosa sobre Sartre las podemos
aplicar perfectamente a l
mismo), su condicin de
francotirador, su independencia de criterio, su atenta disponibilidad, su imprevisibilidad, su anticonformismo militante. Ni la
derecha ni la izquierda han
logrado oficializarlo, y
por ello lo han atacado
Sartre y lo atacan Vargas Llosa, a menudo con
fastidio y hasta con virulencia.
Leer a Vargas Llosa toda su vasta obra significa
emprender un largo camino, no fcil, pero al fin
molto iluminante y absolutamente formativo. Entre
Sartre y Camus nos ensea a conocer y amar pero
tambin a juzgar racionalmente a dos grandes maestros del siglo XX, a travs
de los cuales aprendemos
al mismo tiempo a conocer y amar a este otro
maestro de nuestros das,
de infatigable lucidez y
coraje.
*
Hace un par de aos, para la
nueva edicin de sus obras completas,
realizada por la editorial Planeta, l ha
autorizado la reimpresin del libro.
Conversacin en La Catedral
CONFESIONES
EN EL LTIMO
CRCULO
Peter Elmore
to poltico e histrico y la
intriga criminal se imbrican: Agosto, del brasileo
Rubem Fonseca.
Si en Conversacin en
La Catedral la escritura se
propone revelar la inmo-
la eminencia gris del rgimen odrista y el predecesor del dominicano Johnny Abbes en La fiesta del
Chivo.
En la economa simblica del relato, los significantes suelen ser la contraimagen de sus significados. He mencionado ya
que La Catedral es un
antro pauprrimo o, como
la define Santiago, un
antro de mala muerte.
Por otro lado, Fermn Zavala est lejos de ser el
patriarca burgus y heterosexual que encarna ante
sus familiares y el pblico.
En la novela, su homosexualidad es menos una
orientacin sexual que la
compulsin de un adicto,
como lo ser tambin para
el revolucionario trotskista cuya historia registra e
inventa el narrador de Historia de Mayta. Sobre todo,
es preciso subrayar que la
vida oculta del padre lo
seala como un impostor
y, literalmente, como un
invertido. Las esferas de la
religin y la familia esos
dos grandes dominios de la
filiacin se encuentran
desfiguradas y travestidas,
minadas por un desplazamiento sistemtico que lleva de lo alto a lo bajo, de
lo socialmente prestigioso
a lo maldito y despreciable. En una lnea complementaria, por lo dems, los
apodos procaces, burlones
o escatolgicos funcionan
como los verdaderos nombres de los personajes.
Conversando con su confidente, Carlos, Santiago
murmura con dolorida
perplejidad: Nunca o
nada, ni en el colegio, ni
en el barrio, ni en el barrio, ni en la Universidad.
A lo que se refiere es al
descubrimiento traumtico de la homosexualidad
de su padre y al hallazgo
de que en los crculos de
la noche limea se le conoce, irnicamente, como
Bola de Oro. Ms preciso y explcito es el sobrenombre que designa y califica a Cayo Bermdez, el
responsable de la represin
gubernamental. El mismo
submundo prostibulario
que bautiza a Fermn Zavala lo llamar a l Cayo Mierda. Significativamente, en el
mundo de la novela el lenguaje que mal dice es el que
dice mejor.
En Conversacin en La
Catedral, el impulso abarcador de la representacin
no es lo nico que le imprime al texto una vocacin totalizadora. La potica de la novela total, que
anima durante la dcada
del 60 la obra de Vargas
Llosa, se detalla y expone
no slo en sus textos de
ficcin, sino en su obra
crtica. Gabriel Garca Mrquez: Historia de un deicidio es, sin duda, la exposicin minuciosa y clida de
la obra de Garca Mrquez desde sus escritos
tempranos hasta Cien aos
de soledad. Es tambin una
obra en la que puede leerse, proyectada en la figura
de un autor que Vargas
Llosa ve como un par, la
idea de la novela y de la
creacin literaria que el
novelista de Conversacin
en La Catedral suscribe.
Ciertamente, nada hay de
realismo mgico en las ficciones de Vargas Llosa,
pero el diseo ambicioso
y complejo de Cien aos
LIBROS & ARTES
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de soledad, su particular
cartografa de la experiencia histrica y del imaginario colectivo, cifra bien
la visin que Vargas Llosa
defenda y practicaba en
los aos del boom. En
1971, cuando public su
volumen de 660 pginas
sobre Garca Mrquez, el
futuro Nobel del 2010
vea en el futuro Nobel de
1982 no solo a otro deicida, sino a un demiurgo del
mismo tipo de mundo novelesco que l propona
formular.
En Conversacin en La
Catedral, la verdad se conoce en los bajos fondos:
Porque en el burdel ests ms cerca de la realidad que en el convento,
Ambrosio, asegura Santiago. El lado oscuro de la
experiencia personal y colectiva es, en rigor, el nico genuino. De ah que la
travesa del torturado antihroe de la novela se figure, en ms de un sentido, como un viaje al fin de
la noche y, de hecho, la
tensa virulencia y la frtil
crudeza del lenguaje evocan ms a Louis Ferdinand
Cline o a Jean Gnet que
a Sartre, por entonces todava el dolo intelectual
de Vargas Llosa. El arduo
y tenebroso descenso a los
infiernos evoca, sin duda,
un motivo mtico, aunque est presentado en
una clave secular y realista. La contienda entre padres e hijos, por lo dems,
inscribe en el cuerpo de la
ficcin el tema por excelencia de la poca moderna.
Es vertiginosa la escala
en la cual el novelista levanta el edificio de su invencin, que se construye
paradjicamente con
los materiales de una sociedad y un tiempo ruinosos: esa transfiguracin revela, sin duda, una fe tenaz y absoluta en el poder
del verbo literario, cuya
presencia resulta ms ntida precisamente porque
contrasta con el exasperado desencanto que penetra la visin de lo que, en
una frmula slo en apariencia redundante, Vargas
Llosa llama la realidad
real.
UN NOBEL VARGASLLOSIANO
Carlos Germn Belli
Mario Vargas Llosa ha tenido la virtud de depararnos no slo
su obra monumental sino que tambin podamos disfrutar de
una fecha celebratoria, como es este da en que se ha anunciado
el Premio Nobel de Literatura para l. S, pues, una explosiva
alegra al conocer la noticia, que incluso ha venido acompaada
de felicitaciones de algunos amigos lejanos. Pero adems de todo
ello esta ha sido una jornada verdaderamente nostlgica, un desandar lo andado, como es adentrarnos en el remoto pasado.
Lgicamente, ante estas circunstancias inusuales, nos ha sobrevenido el recuerdo de cmo conocimos a Vargas Llosa. El eslabn fue el mutuo inters por el surrealismo y, particularmente,
por la obra potica de Csar Moro, escrita tanto en francs como
en castellano. Con tal motivo me visit en casa, y segn recuerdo, mi madre ofici como anfitriona de nuestro encuentro.
Poco tiempo despus coincidimos en el Senado, como incipientes pequeos funcionarios, si bien lo de l result una permanencia breve porque creo que por entonces viaj a Europa.
Igualmente, otra coincidencia, como ocurri con la publicacin
de la revista Literatura, junto con Luis Loayza y Abelardo Oquendo. Y, por ltimo, en la reunin internacional de escritores celebrada a principios del decenio de los sesenta en Santiago y
Valparaso.
Este evento chileno, si es que no me equivoco, fue el primer
hito de la trayectoria vargasllosiana sembrada de obras clsicas de
la literatura contempornea, amn de mltiples premios y distinciones acadmicas. Entre La ciudad y los perros y El sueo del
celta hay una infinita bibliografa que se extiende en todos los
idiomas. No dejo de vislumbrarla como un continente de ttulos, que son unas empinadas cumbres, mejor dicho, un continente apellidado Vargas Llosa.
Aparte de juicios que deben decantarse ya, podemos sealar que su obra empez, de modo notorio y
significativo, hacia 1955.
temprano, se propusieron
escribir cuentos y luego
novelas (si hubiera apoyo
editorial) como obras de
arte, casi nunca por distraccin.
En una rpida mirada a
la produccin conjunta de
ese grupo que va de 1946
a 1961, hallamos veintisis libros de cuentos (incluyendo tres valiosas antologas) y dieciocho novelas, cantidad y calidad
que antes no se haba publicado jams en un lapso
semejante. Cuando Vargas Llosa inicia en 1955 su
carrera literaria, l es el
precocsimo critico que se
no y externo; empleados
sin futuro; mujeres dominadas por el machismo;
marginados, irnicamente
puestos ante la ley o viviendo su tragedia de hambruna y penuria. Son numerosos los temas y personajes semejantes en la
obra de Congrains, Sebastin y Ribeyro, por no citar la ma. La nica excepcin es la de Vargas Vicua, dedicada casi exclusivamente a campesinos o a
personajes marginales. Y
por si ello fuera poco, aun
Arguedas qued fascinado
por los personajes infantiles o juveniles, reiterando
en Diamantes y pedernales
(1954) los de sus primeros libros. He aqu en conjunto un antecedente natural para Los jefes y La ciudad y los perros.
Oswaldo Reynoso.
III
Como tercer objetivo
se da la eleccin del psicologismo en la descripcin
de la vida interior del personaje. El indigenismo,
que nosotros hallamos en
el pinculo del prestigio
literario, exhibi una gran
desventaja, la pobreza
psicolgica del personaje,
el manierismo peligroso
que a ratos se confunda
plenamente con el costumbrismo. Y entonces los
nuevos cuentistas y novelistas buscamos un enriquecimiento del personaje, una revelacin de las
varias capas de la personalidad. Pienso que esta fue
una de las mayores conquistas de la generacin.
Pero el psicologismo tambin traduce una profunda capacidad de observa-
William Faulkner .
V
Otra meta es la bsqueda de un lenguaje peruano, propio, dentro del
gran caudal de la lengua
espaola. Justo es decir
que, si bien se pas del formalismo del lenguaje escrito al coloquial, incluso
al regional, no se avanz
mucho, por nuestro apego a las formas cultas. Congrains y Reynoso avanzaron algo en esto, se hicieron plebeyos, pero no
crearon mundos lingsticos atractivos. Esta fue una
deficiencia, que Vargas
Llosa y otros, especialmente Bryce, superaron
con largueza.
VI
Se cultiv asimismo el
pensamiento terico, cosa
muy rara en la anterior escuela indigenista. Los escritores del 50 asumen la
idea central de que los artistas literarios son hombres de pensamiento y por
ello pueden dedicarse a la
crtica, al ensayo, al teatro, al artculo periodstico y an a la traduccin,
actitud que antecede y
concuerda plenamente
con la idea del escritor asumida por Vargas Llosa.
Ah estn, por ejemplo, las
traducciones de Loayza,
Salazar Bondy y mas; los
numerosos artculos crticos del mismo Loayza sobre el Inca Garcilaso de la
Vega, Valdelomar, RivaAgero y Ribeyro; el variado libro de Ribeyro, La
caza sutil, sobre sus preferencias literarias; la intensa labor de promocin cultural realizada por Oquendo dirigiendo la revista
Hueso Hmero y la editorial Mosca Azul; el famoso ensayo de Sebastin
Salazar Lima la horrible,
adems de numerosos artculos sobre literatura y
James Joyce.
Alejo Carpentier.
LIBROS & ARTES
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titucin, la bsqueda de
liberacin, un afn de
identidad personal, las diversas ceremonias para alcanzar la hombra, el buceo psicolgico en la ambigua intimidad juvenil).
Por estas circunstancias
hay semejanzas con las tres
novelas peruanas mejor
juzgadas por la crtica de
la poca en que apareci
La ciudad y los perros. En
efecto, Los ros profundos,
Crnica de San Gabriel y
Los Ingar exhiben tambin
personajes juveniles, registran el paso de una edad
biolgica y espiritual a
otra, hay pruebas por las
que pasan los protagonistas a fin de madurar, y el
premio final es alguna clase de lucidez, de camino
que se aclara o se nubla del
todo. Pero ah acaban las
similitudes. El contrapunto de captulos e historias
de La ciudad y los perros, el
estilo dinmico, preciso y
acezante, el caleidoscopio
de sensaciones, el culto a
la violencia y al sexo, la
interaccin de personajes,
son las buenas marcas de
la independencia del joven escritor que ya no se
va pareciendo a nadie.
Desde esta primera novela, hay en l una mayor
preocupacin por tcnicas
narrativas, un mejor contrapunto de escenas y personajes, y an de miradores distintos, de estilos
cambiantes para describir
facetas ocultas de la intimidad; hay un dilogo certero, elctrico, eficaz, y
hay una paulatina incorporacin de este dilogo a
la narracin. He aqu, en
suma, experimentos y hallazgos del genio del nuevo artista, cualidades que
se harn an ms visibles,
desde el punto de vista
estilstico, en Los cachorros, pequeo y logradsimo libro con el que Vargas Llosa confirma su independencia literaria y su
marcha por un camino
enteramente propio y muy
suyo. 3
Ojal con lo dicho baste para subrayar que lo
ms preciado de nuestra
generacin, y que es muy
visible, en la propia obra
de nuestro escritor laureado, es la experimentacin de
Ernest Hemingway.
Jean-Paul Sartre.
Juan Rulfo.
zas y eran traviesos, lampios, curiosos, muy giles, voraces. Ese ao,
cuando Cuellar entr en el
Colegio Champagnat.
Se trata de una sola y
primera oracin con sujetos cambiantes, singulares
y plurales, un predicado y
varios complementos, pero que renen diversos
tiempos verbales, el pasado mezclado con otros
pasados previos Y la sensacin general es un pasado de muchas posibilidades y situado all lejos, en
la adolescencia.
Cmo se le ocurri
este cambio estilstico al
autor, y cul fue el proceso de sus correcciones hasta la aprobacin del texto
final? Adems, qu pretenda ganar con ello?
Pues bien, l mismo nos lo
cuenta:
(El tema) me rondaba la cabeza desde que le
en un diario que un perro
haba emasculado a un
nio recin nacido en un
pueblecito de los Andes.
Desde entonces soaba
con un relato sobre esa
curiosa herida, que a diferencia de las otras, el
tiempo abrira en vez de
cerrar. A la vez, le daba
vueltas a una novela corta sobre un barrio: su
personalidad, sus mitos,
su liturgia. Cuando decid fundir los dos proyectos comenzaron los problemas. Quin iba a narrar la historia de un nio
mutilado, el barrio?
Cmo conseguir que el
narrador colectivo no borrara a las varias bocas
que hablaban por la suya?
A fuerza de romper papeles, poco a poco fue perfilndose esa voz plural
que se deshace en voces
individuales y rehace de
nuevo en una que exprese a todo el grupo. Quera que Los cachorros fuese una historia ms cantada que contada, y por eso,
cada slaba est elegida
slo por razones musicales
como narrativas; no s por
qu, senta que, en este
caso, la verosimilitud dependa de que el autor tuviera la impresin de estar oyendo, no leyendo,
que la historia deba entrarle por los odos.
He aqu la solucin de
un problema estilstico en
manos de un joven maestro, pues en 1967, slo con
tres novelas publicadas,
Vargas Llosa ya lo era. Y
esta clase de problemas
slo pueden presentarse al
ascender a nuevos niveles
en la experimentacin de
estructuras y estilos, un
nivel muy alto en la creacin literaria. Pero sobre
todo el experimento fue
un xito no slo para el
pblico general, sino para
el lector juvenil y adolescente en especial.
***
Es una lstima que, por
razones de tiempo, no
avancemos ms, pues al
menos ya hemos logrado
trazar una trayectoria, ojal muy clara, de que los
mo, la civilizacin, a propsito de los viajes de Roger Casement, el informador del famoso novelista
Joseph Conrad. Hace poco, al leer la ltima edicin de En el corazn de las
tinieblas, traducida por el
Premio Cervantes Sergio
Pitol, esa novela de Joseph Conrad con un bello
prlogo de Vargas Llosa,
este nos adelant brevemente el lazo entre esos
dos novelistas, y que ahora, con el nuevo libro de
Mario, fructifica totalmente en el mundo. La ltima
novela, El sueo del celta,
tambin est conectada
asimismo con el Per, aunque esencialmente es un
brillante alegato sobre las
ideas de Casement respecto a la civilizacin, al colonialismo, a la violacin
J.E. EIE
VIVIR ES UNA O
Mario Var
versal y la soltura con que aprovecha a los clsicos como una plataforma donde construir su propia personalidad. En 1948, cuando Eielson parte
a Europa, donde, de hecho, pasar el resto de su
vida, es ya un poeta formado, de acento singular
y, culturalmente hablando, un ciudadano del
mundo.
Nunca renegar de esta condicin de artista
que no admite fronteras, ni geogrficas ni culturales, y toda su vida mantendr un espritu abierto, curioso y voraz que lo llevara, no contento
con cultivar un
slo gnero, a
saltar de la poesa a la pintura,
al teatro, a la
novela, a los espectculos (l
los llamaba performances y
acciones), a
la instalacin e
incluso al circo (a Martha Canfield le dijo, muy
en serio, que slo se consideraba un saltimbanqui y un payaso). Se interes por todo: la arqueologa, la ciencia, las religiones, y, desde fines de los aos 50, sobre todo por el budismo
zen. Particip de algn modo en todas las modas
intelectuales y artsticas de la posguerra europea
pero nunca form parte de secta o grupo alguno,
defendiendo siempre su independencia y soledad, y preservando, aun en los perodos ms exhibicionistas de su trayectoria, como cuando colocaba poemas invisibles en las naves espacia-
ELSON
OBRA MAESTRA
rgas Llosa
les o en monumentos pblicos
famosos, una
distancia discreta y secreta con
aquello que haca. A diferencia
de otros artistas
contemporneos que incurran a menudo
en la bufonera por razones de autopromocin,
Eielson mostr a lo largo de toda su vida una
indiferencia olmpica por el xito y una seriedad
rigurosa en todo lo que emprenda como artista,
incluso en aquellas burlas repletas de humor. Su
desprecio por la fama fue tal que por muchos
aos su poesa resultaba casi imposible de leer,
por falta de ediciones accesibles.
Su pintura est sutilmente inspirada en las telas
y quipus prehispnicos que le interesaron desde
joven y, asimismo, en las artes y creencias de los
pueblos primitivos a los que estudi con devocin en sus
aos europeos. Los nudos que recorren sus telas,
dibujos y objetos, no son sin
embargo reconstrucciones arqueolgicas, pasti-
Firenze, 2008
Se imaginaran los que aparecen en la foto de esta pgina que ese chiquiln sostenido por su abuela
materna, en compaa del abuelo y la madre, obtendra alguna vez el Premio Nobel de Literatura? Nosotros,
sus 354 compaeros de la sptima promocin del Colegio Militar Leoncio Prado (CMLP), sinceramente,
no nos lo imaginbamos.1 En cualquier centro educativo siempre se pronostica un excelente futuro a los
alumnos que obtienen excelentes notas. Mario Vargas Llosa, en puridad de verdad, nunca estuvo entre ellos.
in embargo, gracias a
su talento y, sobre
todo, a la apasionada entrega con que asumi su
vocacin literaria, l lleg
a ser el peruano ms clebre y ms celebrado en el
orden internacional al obtener el 7 de octubre del
presente ese Premio Nobel, poniendo al Per, adems, como dice Csar Vallejo, al pie del orbe.
GRANDES
APLAUSOS
Y LADRIDOS
INAUDIBLES
Vargas Llosa fue leonciopradino en los aos
1950 y 1951. En 1952 prefiri terminar la secundaria en el Colegio San Miguel de Piura. Quera estar lo ms lejos posible de
su padre biolgico, Ernesto J. Vargas, y estar lo ms
cerca posible de su padre
adoptivo, su to Lucho, a
la sazn en Piura. A raz de
este cambio de colegio se
comenz a decir que l
haba sido expulsado del
CMLP. Hasta un periodista de nota y leonciopradino, Csar Hildebrandt,
difundi esta patraa.2
Obra en nuestro poder
el documento donde se
precisa que Vargas Llosa
se fue del CMLP a su solicitud, tambin sus calificaciones del cuarto ao,
que no existiran si le hubiesen expulsado. Algo
ms sorprendente an. Su
nica nota de 100 lo obtuvo en Conducta, en diciembre. Si fue expulsado
por medida disciplinaria, por qu los respecLIBROS & ARTES
Pgina 24
1
Lo de las novelitas pornogrficas que escriba en el CMLP no pasaban de ser un mero pasatiempo para
Vargas Llosa y sus ulicos incipientes.
A partir de La ciudad y los perros es
que comenzamos a tomarlo en serio.
Su lectura casi nos dej en estado de
shock, no tanto por su calidad, como
porque entonces nos preguntbamos,
cmo pudo haber ocurrido la muerte
del Esclavo si en el CMLP jams habamos escuchado ni siquiera el estruendo de una bala perdida? Sabamos que
en una novela todo est permitido mientras sea verosmil y era verosmil que en
un colegio militar se disparen armas de
fuego, pero tan cabal era el realismo de
La ciudad y los perros que exigamos
un realismo 100%. Y comenzaron las
protestas de los que decan que Vargas
Llosa haba mancillado su alma mater
y otras paparruchadas. Desde ah nuestra vargasllosofilia. En la revista Oiga
del 14 de octubre de 1977, nosotros
aseverbamos: Somos incapaces de
decirlo, o porque estamos sumidos en
un pudoroso sentimiento de inferioridad o porque estamos lastrados por una
impdica envidia, pero Vargas Llosa
huele a Nobel. Eso hace 33 aos,
pero hace un ao noms publicamos
en Nuevo Hotel Sementerio el Discurso del primer peruano que gan el
Premio Nobel de Literatura. Al frente del discurso, la foto de Vargas Llosa. Lo hacemos notar nosotros mismos porque nuestros crticos, adems
de liliputienses, sufren de amaurosis.
2
Hildenbrandt en sus trece del
8 de octubre de 2010.
3
Luis Cisneros Vizquerra en pie
de guerra. Entrevista realizada en Vea
Nro. 26 (1995).
4
Cornejo, H. Vino, vio... y el
chinito lo derrot. La Repblica.
Lima, 9V93.
conjunto de comentarios
sagaces pero de superficie
o pelgicos, como dice
Marco Aurelio Denegri a
la hora de reclamar comentarios bentnicos, o
de profundidad.
Jos Miguel Oviedo,
verbigracia, comete la temeraria ingenuidad de aseverar que los aos que
Vargas Llosa pas en el
CMLP constituyen su
primera experiencia fundamental, el descubrimiento del dolor, de la
violencia, del compaerismo, del mal; en una palabra, de la vida.6 Eso lo
escribi Oviedo en 1970,
y lo repiti en 1977 y
1982. Once aos despus,
aunque no con las mismas
palabras, Vargas Llosa
cuenta en sus Memorias
que el descubrimiento del
dolor, de la violencia y del
mal se produjo a raz de
haber conocido a su padre
en vsperas de cumplir los
diez aos de edad.
Mientras tanto le haban mentido que Ernesto
J. Vargas haba muerto.
Mentira piadosa, como la
de los mdicos, sin lugar a
dudas, pero mentira al fin
dictadores, como se le ha
calificado alguna vez entre chanzas y veras. De ah
tambin su fobia a los regmenes que se instauran
con el uso de la fuerza, regmenes a los que combate tenazmente porque al
primer autcrata su padre, cuyos desvaros el los
sufri, no se le pudo enfrentar como bien lo mereca.
CUANDO LAS
COMPARACIONES
NO SON ODIOSAS
Comparado el rgimen carcelario (pg. 10)
en que su padre convirti
la respectiva casa paterna,
el rgimen del CMLP hasta podra parecer el de un
internado de seoritas. Si
Vargas Llosa todava dice
que sufre cada vez que recuerda su paso por el
CMLP, no decimos que no
hay que creerle, sino que
hay que recordarle a su vez
que ese sufrimiento sucede: 1. Por haber contaminado dos imgenes consubstanciales, la del padre
castrador y la de una institucin castrense como el
8
Jansen, A. La novela hispanoamericana actual y sus antecedentes. Barcelona, Editorial Labor,
1973. Pg. 83.
9
Tola de Habich, F. y Grieve,
P. Los espaoles y el boom. Caracas, Editorial Tiempo Nuevo, 1971.
Pg. 128.
remoquete de que es la
abnegada defensora de los
sagrados intereses de la
patria, nunca ha dejado de
ser extremadamente susceptible frente a cualquier
crtica. El modo ms pedestre de reflejar esa susceptibilidad lo asumi el
general que lleg hasta la
redaccin donde trabajaba Jos Carlos Maritegui
y lo golpe a su regalado
gusto slo porque l haba
publicado alguna crtica
sobre la milicia. Amauta
tena que ser Maritegui
para terminar calificando
ese atropello como un mero
accidente de trabajo.
Eso suceda por los aos
veinte del siglo pasado.
Actualmente, por el incremento de la defensa de
los derechos humanos y de
la libertad de expresin,
atropellos as seran inconcebibles. Entonces la estrategia de la contraofensiva,
hoy por hoy, se ha mudado de la trinchera de las
golpizas a la trinchera desde donde se disparan acusaciones como la de traidor a la patria que le endilgaron a Vargas Llosa
slo por mostrar las serias
contradicciones en que
pueden incurrir las respectivas autoridades cuando
se trata de salvar el pellejo de una honorabilidad
mal entendida. Para esa
mostracin, Vargas Llosa
ficcionaliz la muerte del
Esclavo y las correspondientes manipulaciones
en que se incurri para
que, al final, el nico responsable de esa muerte sea
el mismo muerto. El coronel director del CMLP, el
mayor jefe de batalln y el
capitn de ao fueron los
operadores de esa criminosa impostura. Publicar
eso en letras de molde en
los aos sesentas motiv
un escndalo maysculo,
aunque aproximadamente
cuarenta aos despus tal
coronel, tal mayor y tal capitn del CMLP, sin pizca
de exageracin, son unos
nios de pecho comparados con los generales, coroneles y miembros del
grupo Colina que fueron
juzgados en lo que se llam el Juicio del Siglo.
Lo acabado de sealar
prueba dos cosas: 1. Que
Alumnos del Leoncio Prado, primeros aos de la dcada de los aos 50.
Fedor Dostoievski.
cumple Teresa como objeto ertico de nada menos que de tres leonciopradinos. Demasiada coincidencia, dijeron.
En vez de tomarlo
como punto dbil, nosotros lo tomamos, en cambio, como el fuerte de
Vargas Llosa en el sentido
de que sus personajes femeninos a menudo son
objetos erticos compartidos por tres o ms personajes de la misma novela.
Adems de Teresa, que en
La ciudad y los perros es
enamorada del Esclavo, de
Alberto y del Jaguar, en La
casa verde Lalita es mujer
de Fusha, del prctico
Nieves y del Pesado. En
Conversacin en La Catedral Amalia es objeto ertico de Ambrosio, de Trinidad Lpez, de Zavalita y
Popeye. Y en La guerra del
fin del mundo Jurema es la
esposa del pistero, es objeto ertico de Galileo
Gall y termina como pareja del periodista miope.
La raz de este rbol venreo de tres ramas se la encuentra en el tringulo que
se arm entre Vargas Llosa, su madre y ese seor.
Cmo as? Si en el comn
de los casos hay un fuerte
apego entre madre y nio,
en el caso de Vargas Llosa
ese apego tuvo que haber
sido ms fuerte an por
haber sido hijo nico, sin
ningn hermano a la vista
con quien l compartiera
el amor de la madre, y por
tener un padre ausente
durante diez largos aos.
Razn tena Vallejo cuando dijo: Y saber que donde no hay un Padrenuestro, / el Amor es un Cristo
pecador.
El entraable bloque
madrehijo que en esos
diez aos se haba conformado entre Dora y Vargas
Llosa estall en mil pedazos con la aparicin del
padre. Otro motivo poderossimo ms para que
Vargas Llosa terminara
odiando al padre. Lo menos que Vargas Llosa poda haber sentido en esas
circunstancias, aparte de
odio, son unos celos endemoniados que ni siquiera
Otelo hubiera sido capaz
de sentirlos.
Ya vimos que, en com-
como el ms importante
de todos los que haba vivido hasta entonces y, acaso, de los que vivira despus (pg. 9). Los otros
diagnsticos son 1. Desmoralizacin catastrfica
por prdida de la fe en relacin con su madre, 2.
Configuracin en la psique
de Vargas Llosa del objeto ertico compartido por
dos o ms hombres, y 3.
Todo lo que tiene que ver
con la escena originaria.
La traicin de la madre
es una experiencia ms
demoledora que la traicin de cualquier otra
mujer. Con cambiar de
mujer se resuelve el respectivo desaguisado, pero
de qu modo podra resolverse la traicin de una
madre si, como sabemos,
madre hay una sola?
Slo a los diez aos de
edad Vargas Llosa comparte el objeto ertico exclusivsimo que fue, para
l, la madre. Y con quin
todava! Con ese seor.
Y de qu modo! Carnalmente. Con razn, aos
despus, en La ciudad y los
perros, un cadete dir, re-
confusin se da al revs, es
decir, en una pelea a
muerte, que es la expresin de Tnatos en un cien
por ciento, hay inconfundibles expresiones de filiacin ertica.
Vamos al grano. En la
pelea a muerte entre Justo y el Cojo, desde el nombre de cada rival, Justo se
gana la simpata del lector, por ser Justo y por la
creencia popular de que
no hay cojo bueno, ms
an un Cojo con maysculas. De Justo se dice adems que, Visto de perfil,
contra la oscuridad de
afuera, pareca un nio,
una mujer. Con apenas
un pincelazo, Vargas Llosa sugiere la presencia de
dos de los tres integrantes
de la escena originaria: un
nio, imago de Vargas
Llosa a la edad en que observ lo del hotel de Chiclayo; y una mujer imago de doa Dora. El tercer integrante de la escena originaria, el padre,
est representado por el
Cojo, que es caracterizado en el cuento como un
asco de hombre. Lo mis-
sa dice en su cuento El
desafo: tan juntos
como dos amantes, formaban un solo cuerpo. No
es suficiente esta ltima
precisin como para dar
por terminada esta nota?
Slo resta decir que
quienes se han ocupado
de La ciudad y los perros se
han ocupado unnimemente de los perros y muy
pocos de la ciudad. Dicho
de otro modo, han hecho
caer todo el peso de la
ley sobre el Colegio Militar Leoncio Prado como
si este colegio fuese una
muy sucia Sodoma y como
si la ciudad fuese una muy
limpia Gomorra. Queda
pendiente de nuestra parte demostrar que la ciudad, calificada por nuestro
profesor leonciopradino
Csar Moro como Lima, la
horrible, es todava una
ciudad que merece el epteto de quien escribi tambin En el corazn de la realidad.
16
Laplanche, J. y Pontalis JB.
Diccionario de psicoanlisis. Barcelona, Editorial Labor, 1971. Pg.
123.
La reciente concesin, por fin, del Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa resulta
merecidsima porque es el novelista hispanoamericano -a nuestro juicio- que ha edificado el universo narrativo
ms variado y totalizante, con mayor nmero de obras magistrales. Nos ha llevado a recordar el enorme
impacto que supuso la aparicin de su primera novela, La ciudad y los perros (1963).
FAULKNER Y LA CIUDAD
Y LOS PERROS
Ricardo Gonzlez Vigil
Las investigaciones realizadas, por diversos estudiosos, desde los aos 70,
han probado consistentemente que tuvimos, durante el perodo vanguardista de 1920-1940, textos valiosos que inauguraron nuestra nueva narra-
Macedonio Fernndez,
Roberto Arlt y Eduardo
Mallea), aparte de que ya
el genial Quijote de Cervantes inaugur admirablemente, con siglos de
anticipacin, la modernidad en la ficcin novelesca.1
De otro lado, la teora
de la novela de Vargas
Llosa erige al novelista
como un deicida, un
suplantador de Dios que
busca escribir libros que
compitan con la realidad,
do de Garca Mrquez,
verbigracia. Claro que
este componente reelaborador no ha llevado a Vargas Llosa a forjar localidades ficticias (excepcin
hecha de la Pantilandia de
Pantalen y las visitadoras,
inspirada en el real Puerto
1
Al respecto, recordemos que
Gabriel Garca Mrquez ha sostenido
que la nica diferencia entre los escritores regionalistas (de lenguaje decimonnico) y los del boom es que aquellos no haban ledo a Faulkner. Por su
parte, Carlos Eduardo Zavaleta ha
constatado lo siguiente: tenemos a
Faulkner convertido en el escritor que
mayor influencia haya ejercido, a la vez,
sobre la narrativa latinoamericana.
(Estudios sobre Joyce y Faulkner;
Lima, Univ. Nacional Mayor de San
Marcos, 1993; p. 155). Seguramente, pesa que el Sur de Faulkner posee
un mosaico racial y cultural cotejable
con el de Hispanoamrica: indios, negros, esclavitud, formas semifeudales,
codicia de la fiebre del oro, etc.
2
Lo destac Luis Harss: La
multiplicacin de los puntos de vista,
como tcnica literaria, es un recurso
faulkneriano en Vargas Llosa, que reconoce sin rodeos la influencia del maestro de las mil miradas (Los nuestros,
Buenos Aires, Sudamericana, 1966;
p. 440).
3
Ver: Jos Miguel Oviedo. Mario
Vargas Llosa: la invencin de una
realidad. Barcelona, Barral Editores,
1970; pp. 51-61 y 88-99.
4
5
437.
6
no (Dilsey, Caddy y su
hija) que encarna el componente afectivo-intuitivo de la naturaleza humana. En lo concerniente a
La ciudad y los perros, el
personaje afectivo es Ricardo Arana, el Esclavo,
el nico que no se somete
a la impostura del machismo, que no oculta sus sentimientos; por eso, lo torturan sus compaeros, y lo
menosprecian apodndolo Esclavo. Irnicamente,
l s es capaz de amar de
verdad a una mujer, a Teresa: es decir, resulta inobjetablemente masculino,
aunque sin la deformacin
animalizadora de los cnones machistas. La tcnica
empleada al abordar los
episodios protagonizados
por el Esclavo resulta adecuadsima: un narrador en
tercera persona que asume
su interioridad, subjetivi-
7
El recordado crtico, narrador y dramaturgo Alfonso La Torre
(ALAT) conceptuaba que La ciudad
y los perros remita a la novela Las
tribulaciones del estudiante Trless
del austriaco Robert Musil. Hay semejanzas indudables entre el reflexivo Trless y el Poeta, y el martirizado Basini y
el Esclavo; tambin Trless no soporta
las vejaciones sufridas por Basini a cargo de un crculo que experimentan
con las tinieblas del ser humano, y
se enfrenta a las autoridades del colegio. Sin embargo, resulta creble la confesin de Vargas Llosa de que desconoca dicha novela de Musil cuando escribi La ciudad y los perros; y que las
semejanzas se explicaran porque se trata
de colegios de internos sometidos a una
disciplina militar. Sea como fuere, Musil
no emplea la arquitectura mltiple de
Faulkner, no crea tcnicas diversas para
cada perspectiva de sus protagonistas.
Queda, pues, irrebatible El sonido y
la furia como el referente mayor en la
composicin de La ciudad y los perros.
or su parte, Vargas
Llosa se aprestaba a
viajar a Europa para dar
inicio a su carrera de escritor. Recientemente
Szyszlo ha recordado que
en esa ocasin Vargas Llosa lo busc para encargarle la portada de una edicin limitada de la poesa
de Csar Moro, edicin
tan rara que no se encuentra consignada en ninguna bibliografa existente
sobre el poeta. Este fue el
inicio de una fecunda y
prolongada amistad que
ha transitado no slo por
los caminos del arte y las
ideas sino que tambin ha
LIBROS & ARTES
Pgina 34
movimiento generacionaly en tal sentido sus compaeros de ruta fueron Sebastin Salazar Bondy, Jorge Eduardo Eielson, Luis
Loayza, Blanca Varela,
Cartucho Mir Quesada,
Celso Garrido Lecca, grupo que sostuvo fluida comunicacin con algunos
miembros de la generacin
anterior (la del 30), como
Emilio Adolfo Westphalen
y Jos Mara Arguedas.
Compartieron, pues, amistades y el mismo entusiasmo receptivo hacia las
nuevas corrientes e ideas
sobre arte y cultura en
medio del pramo en que
gra comprobar que finalmente se haba hecho justicia. El haberme enterado desde tan temprano me
permiti hacer que mi llamada de felicitacin pudiera pasar antes de que la
noticia estallara.
Como lector, qu pien-
Blanca Varela y Fernndo de Szyszlo iniciaron su amistad con Mario Vargas Llosa a mediados de 1950.
Julio Cortzar y Mario Vargas Llosa en Pars en los aos del boom.
ERRANCIA Y
LIBERTAD
CREADORA
Hugo Neira
contando los preparativos
para Salamb. Y es Vargas
Llosa cuando en El sueo
del celta, en las ltimas pginas, da sus agradecimientos a quienes le ayudaron en sus viajes; la lista es larga, gente en el
Congo, Blgica, la Amazona, Irlanda, Per, New
York, Londres, Espaa.
Dilatada geografa, y esto
es Flaubert? No tanto.
Quien viajaba era Hemingway, pero para escribir sus
crnicas de corresponsal
Ral Porras.
Gustave Flaubert.
a eso, no se call. En el
Per practicamos la seleccin al revs. Ha pasado
medio siglo, y el ninguneo
contina. Por qu habra
yo de callarme? Sostengo,
pues, que el exilio nos
acompaa desde hace cuatro siglos. Y que hay que
encarar la dimensin trascendente del errante. Que
sale para ir al lugar donde
se forman los sentidos.
Que bien puede ser, tambin en nuestro caso, en la
dimensin literaria, filosfica y existencial, ese lugar del afuera desde el
cual, paradjicamente, la
patria libra sus secretos.
Pero no nos regocijemos,
para ello hay que pagar un
precio personal y desgarrador. Entonces para ser en
el Per no hay que estar?
Los errantes, el primero de ellos fue Abraham.
En hebreo quiere decir el
que se va, literalmente, a
la otra orilla, como si
para llegar a ser hubiera
que perderse un poco.
Ahora bien, esa vocacin
metafsica de atravesar
pruebas para alcanzar el
pas de la dicha las islas
afortunadas, el Dorado o
descender a los infiernos,
como en el hroe griego
Teseo, es a la vez una tradicin juda tanto como
germnica. Y de esos parLIBROS & ARTES
Pgina 37
George Orwell.
ticularismos confluye a lo
universal. El alma del viaje habita Wotan, la divinidad que desciende a tierra bajo los rasgos del hroe Siegfried, su alter ego
humano, y si no viaja,
dice Apollinaire, es un
dios triste. Los personajes
germnicos, de Novalis a
Hordelin, y en la msica
de Schubert a Wagner y
Mahler, erran, y sin duda
Zarathoustra, el maestro
inquieto, cuya bsqueda
es del paraso como del
infierno. Para ello es preciso caminar entre los
pinares, dejar la montaa
atrs, recomienda Nietzsche, y es lo que hizo por
Italia. Y eso es Pablo, el
fundador de un cristianismo poltico y abierto a los
no judos a los llamados
gentiles cuyo deslumbramiento y conversin ocurre, y no por azar, en el
viaje a Damasco. Siempre
el viaje, el alejamiento
voluntario, como si para
alcanzar la trascendencia
ni el genius loci ni la
aldea fueran el camino
hacia la trascendencia.
Pero el contraejemplo
siempre existe. Dnde
colocamos a Jos Mara
Arguedas? Hubo viajes en
su vida pero no largas estadas ni contaron tanto.
Entonces, hay que hablar
del exilio interior.
Como el del italiano Leonardo Sciascia, siciliano,
LIBROS & ARTES
Pgina 38
que no sali de su provincia y escribi de todo, desde novelas, cuentos y ensayos, y hasta novela negra, policial, para combatir a la mafia. Y segn dicen, entendi el mundo
sin dejar Palermo. Pero
como viene un ao Arguedas, tendremos tiempo
de comparar los diversos
exilios, los del afuera y los
del adentro.
En la literatura en lengua castellana, el canon,
como lo entiende Harold
Bloom, es decir, los libros
preceptivos, las obras
capitales, y en este caso,
lo que es para la literatura
en lengua inglesa Shakespeare, o Dickens, y para la
lengua francesa Montaigne y Molire, lo es Cervantes. Pero de nuevo el
enigma de las interpretaciones y la aventura de
leer, no hay dos lectores
que den la impresin de
haber ledo el mismo Quijote, dice el profesor de
Yale, Bloom. Aadiremos
a las centenares de lecturas una preocupacin ms:
por qu el personaje de
esa obra cannica se realiza solamente si huye de
la aldea y toma la clebre
adarga y a Rocinante?
El Quijote es, en efecto, un hombre de la Mancha, es decir, de la llanura, del polvo y de la nada,
un hombre perdido que
slo se encuentra si cabal-
Arthur Koestler.
VARGAS LLOSA Y
LA BIBLIOTECA
NACIONAL
aban) partieron a las islas
Marquesas, ltima estacin
en la bsqueda del paraso
sensual de Gauguin, y en
donde est la tumba. En la
coleccin de fotos que tom
su hija, est Mario en ese
lugar, meditando.
EN LOS FONDOS
BIBLIOGRFICOS (2008)
En Papeete, durante su
estancia, lo vimos, o mejor,
no lo vimos cada maana en
que residi en la isla, pues
se despierta temprano y se
sienta a trabajar. Y eso puede durar hasta pasada la una
del da. Por las tardes recibe
amigos, acaso lee. Las cenas
son por la noche. No hay
almuerzos con Mario. Chambea [] En la Biblioteca fue
igual. Me pidi alguna facilidad en su investigacin. Le
di entonces mi propia oficina para que no lo molestasen. Es una celebridad, lo
iban a interrumpir, zalameras. Le ped a la ms competente de las bibliotecarias,
El siguiente es un fragmento indito de una larga entrevista que hice a Mario Vargas Llosa hace algunos aos. El
tema en aquella ocasin era literario, por lo que estas breves opiniones sobre su relacin con el cine quedaron
fuera. Aprovecho para publicarlas con ocasin de este breve texto sobre las adaptaciones flmicas de sus libros.
l cine me interesa
muchsimo, por supuesto. Y no le hago ascos
al cine de gnero, que ha
dado obras maestras en el
western y el policial. Lo
que pasa es que, claro, a
m con el cine me sucede
que no tengo la exigencia,
el rigor que tengo con las
novelas. Cuando estoy
frente a una mala novela
no la puedo leer, tengo
que dejarla; en cambio
una mala pelcula a m me
puede divertir mucho, y
me la puedo pasar muy
bien incluso sabiendo que
se trata de una mala pelcula, siempre que no sea
pretenciosa.
Se podra decir que una
mala pelcula te gratifica?
Creo que no sera esa
la palabra. Es difcil explicarlo, pero cuando he pasado todo el da trabajando y tengo la cabeza hecha un revoltijo, necesito
algo que me limpie, que
cambie ese sedimento,
porque de lo contrario no
podra ni dormir. Y una
mala pelcula es perfecta
para esos fines. Claro, un
cineasta puede tomar a
mal que yo utilice el cine
a modo de una pastilla
calmante, pero no encuentro mejor comparacin.
Y en el caso de buenas
pelculas?
Eso es otra cosa. Desde
luego, me gustan las buenas pelculas y aprecio
mucho el cine tanto como
arte como entretenimiento; pero las malas pelculas no me producen ese
rechazo visceral que me
LIBROS & ARTES
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novelas, la fidelidad no es
algo que me preocupe.
Toma el caso de Pancho
Lombardi y sus versiones
de La ciudad y los perros y
Pantalen y las visitadoras,
que eliminaron aspectos
de mis novelas e incluso,
con Pantalen, hubo un
cambio de tono. Pero salieron buenas pelculas.
*******
La relacin de Mario
Vargas Llosa con el cine es
muy antigua. El propio escritor ha evocado la versin que le cont su madre sobre sus primeras idas
a una sala, en las que el
solo hecho de apagarse las
luces lo aterrorizaba y suma en desconsolados llantos.
Aos despus, y cuan-
do dependa de su trabajo
periodstico para mantenerse, un Vargas Llosa de
20 aos public durante
unos seis meses y bajo seudnimo una columna regular y semanal de crtica
cinematogrfica en el diario Extra. Los comentarios
eran breves y en no pocos
casos sumarios, pero han
sido dados a conocer por
Vargsa Llosa entre los textos miscelnicos de su
obra, seguramente preocupado ante la alternativa de que algn erudito
ratn de biblioteca diera
con ellos en aos venideros y se apropiara del descubrimiento.
Conforme el prestigio
del escritor creca, y su
obra se iba haciendo conocida en los ms diversos pases y mbitos, la
LUIS LLOSA
Primo del escritor en la
vida real y hermano de su
esposa Patricia, a Lucho
Llosa le corresponden, cronolgicamente, la primera y la ltima (hasta hoy)
de las adaptaciones flmicas tomadas de Vargas Llosa. La primera es Da domingo, uno de los relatos
de Los jefes (1959), nico
libro de cuentos del Nobel
publicado hasta hoy, y
que Llosa convirti en cortometraje. A pesar de los
40 aos transcurridos, recordamos una muy elaborada secuencia de salida
de misa en Miraflores, con
los asistentes vestidos a la
moda de los aos 50, que
fue lo que ms nos impresion del filme.
En el 2006, Llosa logr
montar una produccin
internacional en base a La
fiesta del Chivo, la novela
sobre la dictadura de Trujillo publicada por Vargas
Llosa, y los personajes fueron encomendados a actores como Toms Milln,
Paul Freeman, Juan Diego
Boto e Isabella Rossellini,
quien encarnaba a la torturada Urania. Posiblemente estamos ante el
mejor trabajo flmico del
siado en el intransferible
humor de la novela, extrado de su manejo hbil
y desopilante del nacionalismo castrense y la jerga
burocrtica, y en un acto
audaz e inspirado, cambiaron de tono al personaje
de Pantalen (un sobrio y
exacto Salvador del Solar), haciendo que se tomara su misin prostibularia completamente en
serio. De este modo la cinta es mucho ms dramtica que la novela y su tono
seco contrasta con el clima lujurioso aportado por
la selva y las visitadoras,
con una recordada actuacin de la colombiana
Angie Cepeda y un Aristteles Picho en clave esperpntica (es El Sinchi).
LAS OTRAS
VERSIONES
Tenemos un lejano recuerdo de la versin flmi-
de cierto talento, hoy fallecido. Aunque en el reparto figuraba Jos Sacristn como Pantalen y tambin Camucha Negrete,
Silvia Glvez y la mtica
mexicana Katy Jurado, el
resultado fue un gran desastre, admitido paladinamente por el escritor, que
no ha vuelto a incursionar
en la pantalla grande. Lo
anterior no impidi que el
gobierno militar de entonces la prohibiera, por lo
que slo pudo verse en
nuestro pas en 1982.
No perdemos la esperanza de ver alguna vez
adaptaciones de La casa
verde, Conversacin en La
Catedral o La guerra del fin
del mundo (que en su primer tratamiento fue un
guin de Vargas Llosa para
el cineasta Rui Guerra)
aunque, imaginamos que
negociar los derechos de
esas novelas u otras con
Carmen Balcells luego de
la atribucin del Nobel de
Literatura a su representado debe ser tan difcil
como renegociar la deuda
externa para cualquier
pas en desarrollo.
La prctica novelstica y las poticas de Arguedas y Vargas Llosa han marcado con fuego las promesas, las formas
y las fracturas de la novela peruana. Ambos escritores, como los reyes rojos de Eguren, desde la aurora hasta la
noche firmes y foscos combaten ante los fascinados lectores.
da propios de un mundo
sin ilusiones que ha renunciado a la representacin
problemtica del poder y
al poder problemtico de
la representacin. Atentos
a la competencia literaria
del lector contemporneo
promedio, sus estructuras
narrativas se han alejado
de la experimentacin formal que tanto practic
Vargas Llosa, y se someten,
salvo contadas excepciones, a relatos esquemticos y unidimensionales.
En este artculo analizaremos someramente las
poticas de la novela, el
problema de la diferencia,
la utopa de la modernidad y la figura del escritor
en las obras de Arguedas
y Vargas Llosa.
tructura por parte del narrador. Sin embargo, olvidan el relieve del trabajo
verbal que tanto atorment al autor de Todas las
sangres. Por su parte, los
POTICAS
ENFRENTADAS:
LA ESTRUCTURA
CONTRA LA LENGUA
Para el escritor arequipeo, la novela es la creacin de una ilusin de
realidad mediante palabras que nos permite vivir otras vidas mediante la
fuerza de la invencin. La
novela es un ejercicio de
la libertad individual (tanto en su produccin como
en su consumo), es decir,
una forma de la cultura
como experiencia personal y libertaria. El autor de
una novela no debe demostrar nada sino mostrar
un nuevo orden de la realidad mediante un narrador imparcial frente a su
propio mundo representado. Sin embargo, Vargas
Llosa concibe tambin la
escritura literaria como
recuperacin y como
tes constituye signo distintivo del dominio y la pericia tcnica de Vargas Llosa. Al lado de la solidez y
perfeccin estructural de
La ciudad y los perros o La
casa verde, Los ros profundos puede parecer un mosaico desarticulado de escenas narrativas. En cuanto al mundo representado,
Arguedas fue ampliando
su mbito desde una pequea aldea a todo el espacio social del pas, pero
fue una adicin, principalmente, cuantitativa; Vargas Llosa a partir de sus
concepciones de novela
ARGUEDAS Y
EL PROBLEMA
DE LA DIFERENCIA
La concesin del Premio Nobel de Literatura a
Vargas Llosa permiti es-
confluencia de la creacin
de una realidad autnoma
y la simbolizacin magistral, desde el microcosmos
de la charla entre Zavalita
y Ambrosio, de los actores sociales y los procesos
histricos de la sociedad
peruana.
El proyecto novelstico
del laureado escritor es
harto coherente y, sin lugar a dudas, una de las
mayores aventuras estticas de nuestra literatura,
pero discurre casi exclusivamente por los cauces y
problemas de la modernidad occidental: sus hroes
FIGURAS
DE ESCRITOR:
CONVERGENCIAS
Y DIVERGENCIAS
En su clebre discurso
sobre Sebastin Salazar
Bondy y la vocacin de
escritor (1966), Vargas
Llosa sostiene que la razn de ser del escritor es
la protesta, la contradiccin y la crtica. l siempre ha insistido que un
novelista conformista es
un oxmoron, toda novela nace de una protesta,
de un deseo contra la forma del mundo. Estas ideas
tambin pueden ser suscritas por Arguedas.
Vargas Llosa es nuestro
ltimo letrado decimonnico ya que no dud en autopercibirse como un sujeto competente en el arte de
la palabra y en el arte del
gobierno. Sus ideas sobre la
civilizacin y su defensa de
una cultura meramente
humanstica lo filian con el
siglo de las fundaciones de
los proyectos republicanos
latinoamericanos. Por ltimo, l es un escritor profesional, un trabajador incansable que sabe que el
esfuerzo y la regularidad son
la mayor inspiracin para
el arte literario.
Arguedas es un precursor del escritor poscolonial,
escindido entre varias culturas, escribiendo contra
una lengua que no le pertenece, dividido entre la invencin y la memoria.
Nunca se dedic a la literatura como a un oficio, sino
como a un destino inevitable, a una catarsis que finalmente no pudo salvarlo.
Ambos estn convencidos de que el escritor
que solo sabe de literatura termina no sabiendo
nada. Para los dos, el ideal
es un escritor que se desplaza en diversos campos
culturales (historia, antropologa, arte, etc.). Nuestra historia de la novela se
ha nutrido y se seguir nutriendo de ambas fuentes,
pero quiz solo podamos
contar con una tradicin
creadora y desafiante
cuando las figuras de Arguedas y Vargas Llosa alcancen plenamente el dilogo y el reconocimiento
en el otro que nuestra cultura requiere.