2 - Oscar Arango y Otros PDF
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RESUMEN
THEOLOGICA XAVERIANA
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Resumo
Apresenta os resultados do processo investigativo
Reconstruo de comunidades no contexto de conflito
armado: linhas de ao teologicas-pastorais em perspectiva
no violenta. Sua primeira etapa consiste na coleo de
testemunho dos moradores da colnia Porto Salgar, em
Tierralta (Crdoba), para compreender o processo de
violncia que viveram, as sequelas que deixaram, e mostrar
a partir da alguns horizontes da ao que permitam a
reconstruo do comunitrio a partir da experincia de f
em Jesus ressucitado.
Palavras chave: Teologia, testemunho, vtima, cruz,
ressurreio.
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ITINERARIO DE UN CAMINAR
Synetairos surge como un equipo que, desde la cruel realidad de inhumanidad
de violencia de este pas, realiza diferenciadamente dos acciones en interaccin:
(1) Proyeccin social y (2) procesos de investigacin. Por ello, la intencin
inicial de esta investigacin, Reconstruccin de comunidades en contextos
de conflicto armado: lneas de accin teolgico-pastorales en perspectiva no
violenta (Primera fase: Testimonios), fue muy clara desde el primer momento: recoger los testimonios de los habitantes de la vereda Puerto Salgar,
Tierralta (Crdoba), personas afectadas por la violencia del conflicto armado
colombiano, y desde dichos testimonios posibilitar una reflexin teolgica.
Al iniciar el proyecto, pensbamos que mediante estos testimonios se
permitira conocer de primera mano el sentido que para estas personas tiene
el proceso del conflicto y las consecuencias que de l se desprenden, en especial, cmo afecta los procesos comunitarios; tambin evidenciar, desde tales
vivencias y la experiencia de fe en Jess resucitado, pistas, lneas u horizontes
de accin que pudieran proponer en un futuro no muy lejano la reconstruccin de lo comunitario en perspectiva noviolenta.
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Los extranjeros que se quedaron y se asimilaron al Sin como los franceses (Lacharme y
otros) y los sirio-libaneses adoptaron prcticas de produccin y formas corrientes de trabajo y
se convirtieron en comerciantes y terratenientes de estampa tradicional. (Restrepo (ed.), Guerra
y violencias en Colombia. herramientas e interpretaciones, 116B.
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En Crdoba hay 1,3 cabezas de ganado por hectrea de tierra, lo que significa que el 60% de
las tierras, que podran producir alimentos, estn dedicadas a la ganadera. (Cepeda y Rojas, A
las puertas de El Ubrrimo, 23).
Porque la violencia fue un arma de la reaccin empleada por grupos y personas de las clases
capitalistas y terratenientes regionales que queran aprovechar el caos y el terror para apropiarse
de las tierras del alto Sin y San Jorge (Fals Borda, Historia doble de la costa, Vol. 4., 164).
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Ese proceso se inici por all en esa poca de poblacin, pues por la parte
costea. De aqu emigraron los Hernndez, los Prez y los Padillas, que
venan de Bar, del sur de Bolvar y del centro de Bolvar, y de todas esas
tierras, emigraron aqu. Pero tambin hubo una migracin, porque usted
sabe que en Antioquia la violencia conservadora fue mucho ms fuerte,
muchsima ms fuerte Esa gente migr hacia estas montaas.5
Aparicin de las guerrillas
Los habitantes del Alto Sin tienen en la piel la vivencia del despojo permanente.
Uno de ellos recuerda:
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Las guerrillas colombianas han dejado de ser organizaciones con influencia exclusiva en
zonas de colonizacin y en clara defensa del campesinado y las luchas agrarias, para convertirse
en una fuerza armada que en la actualidad se encuentra empeada en la consolidacin de
amplios territorios. []. No cabra la menor duda sobre la manera deliberada en que las guerrillas
han puesto en marcha una estrategia donde se conjugan al menos tres propsitos: (1) Lograr
una alta dispersin de los frentes; (2) diversificar las finanzas; y (3) aumentar la influencia a
nivel local. (Arocha, Las violencias, 35-36).
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Ellos hicieron venir Ellos no eran escondidos como que No, all
estbamos ramos nosotros. Todo el mundo conoca ese ambiente, porque
haban ido los polticos, los grandes polticos de aqu todos fueron all. Ellos,
que despus quisieron decir que no, que esa gente all todos son
guerrilleros, como nos trataban a nosotros, esos all son guerrilleros y todo.
No, es que nosotros s vivamos all, pero nosotros no ramos guerrilleros;
quizs ellos eran peores que nosotros y esa situacin se estaba viviendo ah,
que ac nos vean y guerrilleros. Ac nos vean as, pero ellos como
cuando los llamaban se tenan que poner el esparadrapo, calladito la boca.14
La presencia del Estado es reconocida ms como una mano generosa
hacia los terratenientes y adinerados, que como una mano que protege y se
compromete con los ms desprotegidos. Y el brazo del Estado, que se extendi
a los habitantes de Tierralta a finales de los aos 80 e inicios de los 90, llega
para reprimir a las guerrillas y a sus colaboradores. La presencia gubernamental,
representada en miembros del ejrcito y de la polica, muestra mucha ms
violencia; estas fuerzas llegan a ser percibidas por los moradores como un
frente de guerra abierto. El mejoramiento de las condiciones de vida no est
entre las prioridades del Gobierno y mucho menos de sus fuerzas militares.
De esta forma, los esfuerzos estatales son orientados a combatir a las
fuerzas insurgentes. Sobre los nativos se cierne la grave e injusta presuncin
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Tales reclamos, en estas tierras cordobesas, venan sobre todo de los grandes hacendados que
cada vez acaparaban ms tierras para sus grandes haciendas. Un ejemplo es la hacienda de El
Ubrrimo (Cepeda y Rojas, A las puertas de El Ubrrimo, 33).
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Ibid., 55.
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Torres Bustamante indica: As, mientras en el sur del pas el gobierno de Andrs Pastrana y la
guerrilla de las FARC hablaban de construir una nueva Colombia, en el norte, lo ms selecto de
la dirigencia poltica costea haca pactos secretos con los paramilitares para refundar la patria
y establecer un nuevo contrato social (Torres Bustamante, El contrato social de Ralito).
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Despus de que lvaro Uribe hiciera campaa poltica en Tierralta, en 2002, el aspirante
conservador Juan Camilo Restrepo denunci que, en Crdoba, y de forma particular en los municipios de Tierralta y Valencia, existan candidatos al Congreso de origen y respaldo paramilitar,
que a los dems aspirantes se les impeda el acceso a la zona y la distribucin de su propaganda
(Cepeda y Rojas, A las puertas de El Ubrrimo, 88).
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Garay, El reto ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado. aplicar polticas pblicas
idneas y eficientes, 60.
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Al respecto, vase el quinto captulo del Informe 2007 de la Comisin Nacional de Reparacin
y Reconciliacin, CNRR. sta realiza una tipologa de estos grupos en tres niveles: disidentes,
rearmados y emergentes. Los disidentes son grupos que pertenecan a las AUC y no se desmovilizaron, porque no hicieron parte de la negociacin o se desmovilizaron parcialmente, o
porque durante el proceso volvieron a la actividad armada; los rearmados corresponden a
personas y grupos de personas desmovilizadas que han reincidido en la violencia armada con
otras actividades ilegales a travs de grupos existentes o conformando nuevas estructuras; los
emergentes, por ltimo, se caracterizan por ser grupos especialmente dedicados a la delincuencia
organizada o al control local del narcotrfico, ubicados principalmente en centros urbanos;
estos existan antes del proceso de desmovilizacin y desarme, pero su visibilidad era mnima
por la presencia de las AUC; estos grupos aprovechan los vacos de poder dejados por la
injerencia de las AUC.
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Ibid., 71.
En estos das han aparecido unos grupos que se hacen llamar Autodefensas
Gaitanistas, quienes han paralizado el pueblo. Usted no se imagina: por
medio panfletos, asesinatos selectivos de desmovilizados y dizque acciones
de limpieza social, matando pelaos que se encuentran en las esquinas, en
las noches. Con esto nos hacen acostar ms temprano. Mire usted: despus
de las nueve ya no hay nadie en la calle.33
Respecto de la captura del Estado 34, estos grupos han logrado limitar su
accin o reconfigurarla mediante el soborno, la presin violenta a funcionarios
pblicos que se encuentran en altos cargos y tienen una alta capacidad de
decisin, o la toma instrumental de los partidos polticos y los aparatos institucionales. Las acciones de las guilas Negras, en sus zonas de influencia, por
ejemplo, amenazan a funcionarios de la Defensora del Pueblo para que no
ejerzan sus funciones. De igual forma, en la regin del Alto Sin, las bandas
emergentes de Don Mario lograron permear las acciones de la Fiscala en la
zona.
Los grupos neoparamilitares se han alejado de las acciones contrainsurgentes (las que realizan para minar el poder de un grupo insurgente), de
los levantamientos contra la autoridad, de la pugna por el control de la poblacin
y el territorio, y paradjicamente, empiezan a realizar acciones de cooperacin
con la guerrilla. Ello no indica que su origen no haya sido contrainsurgente,
sino que en la guerra son posibles las alianzas momentneas con el enemigo
por motivaciones especficas.
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Estas experiencias que han hecho parte de la cotidianidad son las ms dolorosas
y las que generan mayor violencia en las personas; ocasionan frustracin,
perdida de la fe, desilusin en los proyectos y en el futuro, desinters hacia
las cosas que se hacen, perdida de compromiso con la vida misma; en suma,
una sensacin de fatalidad, como si la historia estuviera cerrada, sin horizonte
posible. La desolacin, el desamparo y la desesperanza marcan muchas veces
las expresiones de los campesinos de la regin:
Yo volteaba en esa casa y deca: Dios mo, dame claridad. Yo no vea como
transparencia, yo no vea O sea, a m como que yo deca yo no vea el
panorama para m, vea muy oscuro. O sea, yo saba y me venan como
muchos interrogantes. Ser que para mi esposo hay otra persona diferente,
o cmo puede ser que una comunidad pueda ms que nosotros y que mi
esposo quiera estar all. O sea, yo me haca como esos interrogantes. Y, pero
tambin llegaba como al mismo punto, porque l deca que aqu no haba
nada qu hacer, que de qu iba a vivir ac, que no, que l no era capaz de
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estar ac. Y yo deca: Ay, no! Ser que O sea, yo llegaba a pensar es que
mi esposo como que tiene ms prioridad por la comunidad de Saiza que por
nosotros. Y eso era como a lo que yo llegaba.38
Las personas no encuentran explicacin sobre lo que les acontece. La
muerte se vuelve rutinaria; lo poco que han tenido por ejemplo, sus pequeas
parcelas les es arrebatado; el desplazamiento se vuelve pan cotidiano. La
prdida de los seres queridos y las propiedades las hunde en el desconcierto;
y el sufrimiento que causan esas prdidas se hace mayor por la crueldad de
las mismas acciones. Las experiencias vividas son tan desbordantes que han
imposibilitado a la gente para construir argumentos y contrarrestar de alguna
forma la falta de respuestas a su sufrimiento.
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Llegamos a salir, en tres das, 1.049 familias, 4.960 personas. Usted, en tres
das, en esos caminos de Saiza, haga de cuenta que est viendo una pelcula
de esas del desierto, del xodo, del Antiguo Testamento Filas interminables
de gente. Mujeres con dos nios, uno en cada brazo, y con una mochila
aqu cargada con unas cositas que podan llevar; los nios, con sed, con
hambre La gente, con rabia, con una mezcla de tristeza, rabia, odio, de
todo Pero eran filas interminables de gente! Usted sabe lo que son
cuatro mil personas, tener que salir en tres das, dejando todo atrs,
echndole mano a lo que pueda? 40
Ruptura del proyecto de vida
Uno de los campesinos entrevistados, recuerda el dolor de la partida de
nosotros. Se trata de una partida que desestructura por completo la
existencia:
que nos vinimos, nos vinimos as; recogimos las gallinitas y todo eso, y pa
fuera.41
La violencia del conflicto armado en el Alto Sin, adems de haber
devastado instituciones, sembrados, comunidades, viviendas, caminos, ha
arrasado con los sueos, los proyectos, las esperanzas; ha alterado y ha
destruido las identidades y expectativas de miles de personas. La infancia de
muchos ha sido interrumpida; nios y jvenes se han visto obligados a ocupar
el lugar de sus padres. Las mujeres han tenido que asumir nuevos roles. Familias enteras han escapado para proteger sus vidas, dejando atrs sus sueos.
La anulacin de sus proyectos de vida hace sentir, en Tierralta, que el futuro
es imposible de imaginar y proyectar. La vida de estos miles de colombianos
en el Alto Sin ya no ser la misma. La violencia los ha encerrado en la trampa
de la resignacin, la desesperanza, el odio y el miedo.
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Deterioro y empobrecimiento
El conflicto armado en el Alto Sin ha llevado a cierto descrdito de las instituciones del Estado presentes all, en especial, de las fuerzas policiales y
militares. Sus miembros y comandantes han cometido violaciones sistemticas
y generalizadas de los derechos humanos, y en muchos casos, han participado
por accin u omisin de las intervenciones del paramilitarismo en la zona.
De igual forma, hay evidencia de la cohabitacin ilcita del poder judicial
con las fuerzas paramilitares, y esto torna la justicia ineficaz, con alta inclinacin
a la impunidad. Los resultados, a la hora de imponer justicia en la zona, son
preocupantes. Los lderes polticos locales y regionales, en su mayora, se encuentran investigados, detenidos o sentenciados por los procesos de la parapoltica.
El papel del Estado se ve igualmente debilitado en la zona. Los programas
bandera, como Familias en accin, la Red Juntos, o Guardabosques, en
lugar de atender efectivamente y disminuir las necesidades bsicas de la
poblacin campesina y desplazada, se han convertido en programas de asistencialismo que han acentuado las condiciones de pobreza y marginacin en
Tierralta.
ese tiempo, no haba motos aqu casi; slo tenan motos ellos. Nosotros
tenamos slo celulares, muchos pasaban en las noches, cuando pasaban,
casi por el ruido, se saba: mira, este es el paisa, otro no s qu, otros los
matones, tantos matones Sabamos que pasaban por all; no, no los
nombraban, eran ellos, esa gente, pero nadie se atreva a nombrar y
decir que era un paramilitar y menos Carlos Castao, menos, Mancuso.
Sabamos cuando llegaba un helicptero, cundo era el de Fabio, y que el
blanco era de Castao []. Cuando alguien deca algo, era, shh, cllese la
boca.43
La fuerte presencia de los grupos paramilitares y neoparamilitares en la
zona ha producido corrupcin, descomposicin social e institucional, en el
juego poltico democrtico, y ello se traduce en una profunda desconfianza y
desesperanza de la poblacin. La ausencia del Estado, por tantos aos, se ve
reflejada en la desproteccin de los derechos polticos, econmicos y sociales.
Esta ausencia, en su momento, aceler el ascenso de los grupos armados
ilegales como presuntos garantes de la cohesin, la seguridad, la autoridad y
la justicia. El debilitamiento del juego democrtico ha significado, en Tierralta,
la desproteccin de los derechos ciudadanos, la identificacin de las mayoras
con los modelos autoritarios, por temor o imposicin, como camino para garantizar la libertad y el orden.
En sntesis, el conflicto armado en el Alto Sin y en todo el pas se ha
caracterizado por polarizar la sociedad, institucionalizar la mentira y militarizar
la vida cotidiana.
Horizontes de posibilidad: respuesta de las
comunidades campesinas del alto Sin
En este apartado abordaremos el tercer paso del proceso investigativo, que
consiste en determinar cmo, en medio del horror de la muerte violenta, las
comunidades del Alto Sin dan sentido a la realidad que enfrentan.
Histricamente, en Tierralta, se han desarrollado numerosos conflictos,
que han afectado sobre todo a las comunidades campesinas. Tales conflictos
se han visto mediados por diversos intereses y actores, pero la constante es la
apropiacin de grandes extensiones de tierras por parte de los hatos ganaderos
y de latifundios para los monocultivos. La posesin de la tierra en manos de
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unos pocos se evidencia en la presencia de gran nmero de campesinos desplazados y despojados de sus bienes.
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Sobre lo que sigue a continuacin, recurdese nuestra exposicin del primer captulo.
Parecen exageradas las descripciones del antes del conflicto de olvido y vulneracin que
tuvieron que resistir las comunidades campesinas del Alto Sin, pero el fin de ellas es dar a
conocer que ese pasado comparado con el presente era lo mejor. Tan crtico era su ahora!
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4.
El trabajo es otro signo de esperanza presente en las comunidades
campesinas del Alto Sin. En medio de su encierro, las mujeres han permanecido
en casa, a cargo de los quehaceres domsticos, mientras los hombres trabajan
en los cultivos, procurando el pan de cada da. Continuar con el trabajo cotidiano
indica las ganas de seguir viviendo, de seguir luchando, y manifiesta el anhelo
de que todo, de una u otra forma, vuelva a la normalidad.
5.
A pesar de que las comunidades, en diferentes momentos, han sentido
las ganas de enfrentar a los grupos armados, nunca lo han hecho por medio
de la violencia o la muerte. Sus corazones han albergado deseos de venganza,
o sentimientos de rabia y desconsuelo, pero se han abstenido de actuar por el
mismo camino de la violencia:
Y que hay gente que en la medida que vaya teniendo como esa conciencia,
esa sensibilizacin, de que no hay ms violencia, o que por lo menos le
apueste a eso, que le camine a eso, yo pienso que O sea, yo no pierdo
como la esperanza de que uno trabajndole a esto de la noviolencia, uno
no se consiga nada.49
6.
En medio del aislamiento generado por los grupos armados, las
comunidades se han visto forzadas a buscar formas de proteccin, y pese al
miedo, han desarrollado la solidaridad. En los testimonios, se muestran casos
de una casa que se convierte en albergue nocturno para otras familias, de
cara al incremento de la violencia en algn lugar concreto:
y cuando les mataron el pap no las dejaban pasar con la caja para all y
el seor amaneci muerto en Palmira, ah tirado, porque ellas no lo podan
recoger, no las dejaban pasar, el gobierno no las dejaba pasar. Entonces
de quin ellas recibieron el apoyo? De su propia comunidad, de donde
estaba su pap, su mam, su todo ah mismo nos fuimos como reuniendo,
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Yo saqu mis hijos para ac, me los llev para Montera, los tuve aqu en
Tierralta. Estbamos los dos solitos, mi esposo, y yo.52
8.
Las comunidades se han aferrado a la vida de una forma extraordinaria,
cuando lo ms fcil es sucumbir y caer en la completa desesperanza o tomar
decisiones equivocadas, como aliarse con un grupo armado especfico para
conservar la vida, o convertirse en otros victimarios, para defenderse:
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Es verdad que muchos han muerto, pero tambin es cierto que los
sobrevivientes de ese olvido y vulneracin estn ms vivos que nunca, creciendo
como personas, recuperando su subjetividad y buscando la forma de ayudar a
otras personas que padecen lo mismo. De esta forma, se salvan las comunidades y emprenden su realizacin. stas son manifestaciones de ese despus
lleno de esperanza que anhelan. De ah que la esperanza no se comprenda
como fruto de un discurso o de una reflexin, sino es esperanza visible en
una praxis histrica de resistencia.
Este anlisis permite agrupar las acciones poltico-simblicas noviolentas
en cinco categoras: desocultamiento de la realidad; identidad; discernimiento;
solidaridad y reconstruccin del tejido social.
1.
Desocultamiento de la realidad de olvido y vulneracin, y desenmascaramiento de la mentira institucionalizada por el poder que oprime por el
ejercicio de la violencia. Las comunidades del Alto Sin comprenden que narrar
el olvido y la vulneracin padecidos por los sistemas de poder no slo es
contar o revivir la violencia, la injusticia o la muerte padecidas, sino es ante
todo un reconocimiento de las mentiras que rigen esos sistemas; es caer en
cuenta de que la violencia es su recurso estratgico. Tal es el desocultamiento
que se descubre como accin poltico-simblica, que permite a las comunidades
reconocer la fuerza que tienen para luchar, para seguir en pie. As, el desocultamiento surge en la medida en que ellos y ellas pueden narrar y comprender su situacin de olvido y vulneracin.
2.
Recuperacin de la conciencia colectiva. La verdad lleva a que las
comunidades se reconstruyan e inicien un proceso de recuperacin de las
subjetividades y de su conciencia colectiva. La verdad les ha permitido recobrar
su identidad moral y cultural como sujetos y como miembros de una colectividad
que posee unas tradiciones, costumbres, y valores propios. Como sujetos, les
posibilita sentirse otra vez dueos de s mismos con capacidad para salir
adelante; y como comunidad, abre las puertas a la reconstruccin de la conciencia colectiva como medio para recuperar sus saberes y conocimientos, y
pensar en caminos alternativos que permitan enfrentar su situacin de desplazados. Si no se da una recuperacin de la identidad, las comunidades no
sabrn qu hacer ni cmo enfrentar la nueva situacin a la que han visto
abocadas por la vulneracin padecida.
3.
Afrontamiento de la realidad. La identidad recobrada permite hacer un
discernimiento de las acciones comunitarias, y mediante el mismo, se esta-
blecen las formas como las comunidades han afrontado la realidad de olvido
y vulneracin.
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_____. Y dnde estn los profetas? Revestidos de poetas en el Alto Sin.
Bogot: Pontificia Universidad Javeriana, 2007.
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Ibid., 38.
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