Las Grandes Herejías - Hilaire Belloc
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HILAIRE BELLOC
LAS GRANDES HEREJAS
Traduccin de Denes Martos
Edicin Original: The Great Heresies - 1938
Edicin Electrnica: 2008
INDICE
Antologa
Captulo 1
Introduccin. Qu es una Hereja?
Qu es una hereja y cual es la importancia histrica de algo as?
Al igual que la mayora de las palabras modernas, hereja se utiliza tanto de un modo
vago como diverso. Se la utiliza vagamente porque la mente moderna es tan adversa a la
precisin cuando se trata de ideas como enamorada est de la precisin cuando se trata
de medidas. Y es utilizada en forma diversa porque, de acuerdo a la persona que la
utiliza, puede llegar a significar cualquiera de al menos cincuenta cosas.
Actualmente, para la mayora de las personas (de las que utilizan el idioma ingls) la
palabra hereja connota disputas pasadas y olvidadas, y antiguos prejuicios contrarios
a un examen racional. Por consiguiente, se piensa que la hereja carece de inters
contemporneo. El inters en la hereja est muerto porque la hereja tiene que ver con
cuestiones que ya nadie toma en serio. Se comprende que una persona puede interesarse
en una hereja por curiosidad arqueolgica, pero difcilmente resulte comprendido si
llega a afirmar que la hereja ha tenido un gran efecto sobre la Historia y sigue siendo,
hoy mismo, un impulso contemporneo viviente.
Y sin embargo, la cuestin de la hereja en general tiene altsima importancia para el
individuo y para la sociedad. Y la hereja en su significado particular (que es el de la
hereja en la doctrina cristiana), es de especial inters para cualquiera que desee
entender a Europa, al carcter de Europa, y a la Historia de Europa. Porque la totalidad
de esa Historia, desde el surgimiento de la religin cristiana, ha sido la Historia de
luchas y cambios, mayormente precedidos, con frecuencia aunque no siempre causados,
y ciertamente acompaados por diversidades de doctrina religiosa. En otras palabras, la
hereja cristiana es un subconjunto especial de primersima importancia para la
comprensin de la Historia europea porque, junto con la ortodoxia cristiana, constituye
el acompaante y el agente constante de la vida de Europa.
Debemos comenzar con una definicin, aunque el definir implique un esfuerzo mental
y, por lo tanto, resulte antiptico.
La hereja es la dislocacin de una estructura completa y autosostenida mediante la
introduccin de la negacin de una de sus partes esenciales.
Por estructura completa y autosostenida entendemos cualquier sistema afirmativo en
fsica, matemticas, filosofa o lo que fuere, en el cual las distintas partes son coherentes
entre si y se sostienen mutuamente.
Por ejemplo, la antigua estructura de la fsica, frecuentemente llamada newtoniana en
Inglaterra por haber sido Newton quien mejor la defini, es una estructura de esta clase.
Por ejemplo, una persona que piensa que el arrianismo es una simple discusin
semntica est dejando de ver que un mundo arriano sera mucho ms parecido a un
mundo mahometano y mucho menos parecido a lo que el mundo europeo de hecho lleg
a ser. Esa persona est mucho menos en contacto con la realidad de lo que estuvo
Atanasio cuando afirm la importancia suprema del punto de doctrina. Aqul concilio
local en Pars, que volc el fiel de la balanza en favor de la tradicin trinitaria, tuvo
tanto efecto como una batalla decisiva; y el no comprender eso es ser un mediocre
historiador.
Y la tesis no se refuta diciendo que ambos, tanto el ortodoxo como el hereje, sufran de
una ilusin; que estaban discutiendo cuestiones que no tenan una existencia real y que
no merecan el esfuerzo de un debate. La cuestin es que la doctrina (y su negacin)
contribuyeron a la formacin de la naturaleza de las personas y esa naturaleza as
formada determin el futuro de la sociedad que esas personas construyeron.
Y en relacin con esto existe otra consideracin demasiado frecuentemente omitida en
nuestros tiempos. Es la siguiente: para grandes masas de seres humanos la actitud
escptica frente a cuestiones trascendentales no puede perdurar. Muchos han
desesperado por el hecho de que esto sea as. Deploran la despreciable debilidad de la
humanidad que compele a la aceptacin de alguna filosofa o de alguna religin a fin de
llevar adelante la vida en absoluto. Pero sta es una cuestin de experiencia positiva y
universal.
Por cierto, no hay forma de negarlo. Es un hecho simple. La sociedad humana no puede
desenvolverse sin algn credo, porque un cdigo o una norma son el producto de un
credo. De hecho, a pesar de que algunos individuos especialmente aquellos que
disponen de existencias protegidas pueden con frecuencia desempearse con un
mnimo de certeza o hbito respecto de cuestiones trascendentales, una masa humana
orgnica no puede vivir de esa forma. As, la Inglaterra moderna est sostenida por toda
una religin: la religin del patriotismo. Destruid eso por medio de algn desarrollo
hertico, exceptuando la doctrina de que el primer deber de una persona es hacia la
sociedad poltica a la cual pertenece, e Inglaterra, tal como la conocemos, gradualmente
cesar de ser y se convertir en algo diferente.
La hereja, por lo tanto, no es un fsil. Es una materia de permanente y vital inters para
la humanidad porque est ligada a la cuestin de la religin y sin alguna forma de
religin ninguna sociedad humana ha perdurado ni podr perdurar jams. Quienes
piensan que la cuestin de la hereja puede ser descuidada porque el trmino les suena
pasado de moda y porque se relaciona con cierta cantidad de disputas hace tiempo
abandonadas, estn cometiendo el error de pensar en palabras en lugar de pensar en
ideas. Es la misma clase de error que contrasta a los Estados Unidos como repblica
con una Inglaterra monrquica cuando, por supuesto, el gobierno de los Estados
Unidos es esencialmente monrquico y el gobierno de Inglaterra es esencialmente
republicano y aristocrtico. No tienen fin los equvocos que surgen del empleo ambiguo
de las palabras. Pero si tenemos presente al hecho simple que un Estado, una poltica
humana, o una cultura general, tiene que estar inspirada por algn cuerpo de normas
morales, y que no puede haber cuerpo de normas morales sin doctrina, y si nos ponemos
de acuerdo en llamar religin a cualquier cuerpo consistente de doctrina y moral; pues
entonces aparecer clara la importancia de la hereja como cuestin porque la hereja no
significa ms que la propuesta de innovaciones religiosas por medio de la extraccin
de algo que ha constituido la religin aceptada en algn momento dado, con el fin de
negarlo o reemplazarlo por otra doctrina extraa.
El estudio de las sucesivas herejas cristianas, sus caractersticas y su trayectoria, posee
un inters especial para todos los que pertenecemos a la cultura europea o cristiana; y la
razn de ello debera ser evidente: nuestra cultura fue hecha por una religin. Los
cambios o los desvos de esa religin necesariamente afectarn a nuestra civilizacin
como un todo.
Toda la Historia de Europa, con sus variadas comarcas y Estados y cuerpos generales
durante los ltimos diecisis siglos, ha estado mayormente vuelta hacia las sucesivas
herejas que aparecieron en el mundo cristiano.
Somos lo que actualmente somos principalmente porque ninguna de esas herejas
finalmente desquici a nuestra religin ancestral; pero tambin somos quienes somos
porque cada una de estas herejas afect profundamente a nuestros padres durante
generaciones enteras. Cada hereja dej sus huellas y una de ellas, el gran movimiento
mahometano, sigue teniendo al da de hoy influencia dogmtica y preponderancia sobre
una gran fraccin de territorio que alguna vez fue enteramente nuestro.
Si uno se pusiese a catalogar a las herejas siguiendo la larga Historia de la Cristiandad,
la lista de las mismas podra parecer casi infinita. Porque se dividen y se subdividen,
estn en todas las escalas, varan de lo local a lo general. Sus vidas se extienden desde
menos de una generacin hasta siglos enteros. La mejor forma de entender la materia es
seleccionando algunos pocos ejemplos prominentes y estudiarlos para entender la gran
importancia que puede tener una hereja.
Un estudio semejante se hace ms fcil por el hecho de que nuestros padres
reconocieron a la hereja por lo que era, le dieron en cada caso un nombre en particular,
la sujetaron a una definicin y, por lo tanto, a ciertos lmites haciendo ms fcil su
anlisis gracias justamente a dicha definicin.
Por desgracia, en el mundo moderno se ha perdido el hbito de esas definiciones. La
palabra hereja, habiendo venido a connotar algo extrao y pasado de moda, ya no se
aplica a los casos que son claramente casos de hereja y deben ser tratados como tales.
Por ejemplo, en la actualidad est difundida la negacin de lo que los telogos llaman
dominio, esto es: el derecho a la posesin de propiedades. Se afirma ampliamente que
las leyes que permiten la propiedad privada de tierra y de capital son inmorales; que el
suelo de dnde surgen todos los bienes productivos debera ser comunal y que cualquier
sistema que permita su control por individuos o familias es un sistema equivocado y por
lo tanto debe ser atacado y destruido.
A esta doctrina, que ya es bastante fuerte entre nosotros y que est ganando en fuerza y
nmero de adherentes, no la llamamos hereja. La concebimos tan slo como un sistema
poltico o econmico y cuando hablamos del comunismo nuestro vocabulario no sugiere
nada teolgico. Pero esto es solamente porque nos hemos olvidado del significado de la
palabra teolgico. El comunismo es tan una hereja como el maniquesmo. Implica
tomar el esquema moral con el que hemos vivido, extraer del mismo una parte en
particular, negar esa parte e intentar su reemplazo por una innovacin. El comunista
Captulo 2
El esquema de este libro.
En lo que sigue propongo tratar los principales ataques a la Iglesia Catlica que han
marcado su larga Historia. Excepto en el caso del musulmn y del ataque moderno,
confusos pero ubicuos y que an se hallan en curso, me ocupo de sus fracasos y de las
causas de esos fracasos. Concluir discutiendo las chances de la presente contienda por
la supervivencia de la Iglesia en la misma civilizacin que ella creara y que ahora la est
abandonando.
Como todo el mundo sabe, actualmente existe una institucin que se autoproclama
como la nica maestra autoritativa y divinamente designada de la moral esencial y de la
doctrina esencial. Esta institucin se llama Iglesia Catlica.
Ms all de ello, es una verdad histrica admitida y por nadie negada que esa
institucin, reivindicando esa funcin, ha estado presente entre la humanidad por
muchos siglos. Por antagonismo o falta de conocimientos, muchos niegan la identidad
de la Iglesia Catlica actual con la sociedad cristiana original. Sin embargo nadie, por
ms hostil o desinformado que sea, negar su presencia durante al menos mil trescientos
o mil cuatrocientos aos.
Adems es histricamente cierto (aunque no universalmente admitido) que la
reivindicacin de este organismo en cuanto voz divinamente designada para la
formulacin de doctrina verdadera sobre cuestiones esenciales al ser humano (su
naturaleza, su sufrimiento en este mundo, su condena o su salvacin, su inmortalidad,
etc.) se encuentra afirmada a travs de los siglos precedentes hasta poco antes de la
mitad del primer siglo.
Desde el da de Pentecosts, ocurrido en algn momento entre el ao 29 {[2]} y el 33
DC, y de all en adelante, ha existido un cuerpo de doctrina que afirm, por ejemplo, la
Resurreccin desde el mismo principio. Y el organismo a travs del cual el conjunto
doctrinario fue afirmado fue, desde el inicio, un cuerpo de hombres ligados por cierta
tradicin a travs de la cual reivindicaron poseer la autoridad en cuestin.
Por consiguiente, tenemos que distinguir dos conceptos totalmente diferentes que, sin
embargo, con frecuencia se confunden. Una cosa es el hecho histrico de que la
autoridad divina y la infalibilidad doctrinaria fue y sigue siendo reivindicada; y otra
cosa es la credibilidad de esa reivindicacin.
Que la reivindicacin sea verdadera o falsa no tiene absolutamente nada que ver ni con
su origen histrico ni con su continuidad histrica. Pudo haber surgido como una ilusin
o como una impostura; pudo haber continuado por ignorancia. Todo eso no afecta al
hecho de su existencia histrica. La reivindicacin fue hecha y sigue siendo hecha, y
quienes la hacen se encuentran en una continuidad ininterrumpida con quienes la
hicieron desde el principio. Colectivamente forman ese organismo que se llam y se
sigue llamando La Iglesia.
Ahora bien; a lo largo de todo el perodo de su existencia han ocurrido constantes
asaltos contra este organismo autoritativo, contra su reivindicacin, su carcter y sus
doctrinas. Hubo negaciones de su reivindicacin. Se neg sta o aquella seccin de sus
doctrinas. Existi el intento de reemplazarlas por otras doctrinas. Hasta se intent
reiteradamente la destruccin de la Iglesia como organismo.
Me propongo seleccionar cinco de los principales ataques de esta clase del total del
nmero muy grande, casi ilimitado, de esfuerzos, mayores y menores, realizados para
derrumbar el edificio de la unidad y la autoridad.
Mi razn para elegir un nmero tan pequeo como cinco y concentrarme en cada uno de
ellos como si fuese un fenmeno separado no responde tan slo a la necesidad de un
marco y de lmites sino tambin al hecho de que, en estos cinco, se ejemplifican las
principales formas de ataque. Los cinco ataques son, en orden histrico: 1. el Arriano; 2.
el Mahometano; 3. el Albigense; 4. el Protestante; y 5. uno que an no tiene un nombre
especfico asociado pero al cual llamaremos el Moderno por una cuestin de
conveniencia.
Afirmo que cada una de estas principales cinco campaas representa un tipo
determinado siendo que el xito total de cualquiera de ellas hubiera significado la
destruccin de la Iglesia Catlica, su autoridad y su doctrina entre los seres humanos.
El ataque arriano propuso un cambio doctrinario fundamental, a tal punto que, de haber
prevalecido, la naturaleza entera de la religin se hubiera transformado. Y no slo se
hubiera transformado; hubiera fracasado, y tras su fracaso se hubiera derrumbado la
civilizacin que la Iglesia Catlica estaba construyendo.
La hereja arriana (ocupando el Siglo IV y activa a lo largo del Siglo V) se propuso ir a
la raz misma de la autoridad de la Iglesia atacando la divinidad plena de su fundador.
Pero hizo ms todava porque su motivo subyacente fue la racionalizacin de un
misterio sobre el cual la Iglesia est basada: el Misterio de la Encarnacin. En lo
esencial, el arrianismo fue una revuelta contra las dificultades inherentes a los misterios
en general an cuando se expres solamente en un ataque al misterio principal. El
arrianismo fue un tpico ejemplo en gran escala de esa reaccin contra lo sobrenatural
que, si se desarrolla a pleno, le quita a la religin todo aquello que la hace vivir.
El ataque mahometano fue de una clase diferente. Geogrficamente provino de fuera del
rea de la Cristiandad; apareci, casi desde el comienzo, como un enemigo externo. Sin
embargo, estrictamente hablando, no fue una religin nueva que atacaba a la antigua
sino, esencialmente, una hereja; si bien, desde las circunstancias de su nacimiento fue
una hereja ms bien externa que interna. Amenaz con matar a la Iglesia Cristiana por
invasin en lugar de socavarla por dentro.
El ataque albigense no fue sino el principal de un gran nmero de ataques, todos los
cuales tuvieron sus orgenes en la concepcin maniquea de la dualidad del universo; en
la concepcin de que el bien y el mal estn siempre combatiendo como iguales y que el
Poder Omnipotente no es ni nico ni benfico. Estrechamente interrelacionada con esta
idea e inseparable de ella estuvo la concepcin de que la materia es maligna y que todo
placer, especialmente el del cuerpo, es maligno. Esta forma de ataque, de la cual
sostengo que la albigense fue la ms notoria y la que ms cerca lleg de tener xito, fue
ms un ataque a la moral que a la doctrina. Tuvo el caracter de un cncer fijndose al
cuerpo de la Iglesia desde adentro, produciendo una vida propia, antagnica de la vida
de la Iglesia y destructiva de la misma, al igual que el tumor maligno en el cuerpo
humano vive una vida propia, diferente y destructora del organismo en el cual ha
surgido en forma parasitaria.
El ataque protestante difiri del resto especialmente en la caracterstica que su ofensiva
no consisti en la promulgacin de una nueva doctrina, o de una nueva autoridad, ni
realiz un intento concertado de crear una contra-Iglesia. Su principio fue la negacin
de la unidad. Fue un esfuerzo para promover aqul estado mental en el cual una Iglesia
en el antiguo sentido de la palabra, esto es: un cuerpo infalible, unido y docente; una
Persona hablando con autoridad divina, deba ser negada no por las doctrinas que
poda llegar a ofrecer sino por la sola pretensin de ofrecerlas bajo su autoridad
exclusiva. As, el protestante puede afirmar, como lo hacen los puseytas ingleses, la
verdad de todas las doctrinas subyacentes a la Misa: la Real Presencia, el Sacrificio, el
poder sacerdotal de consagracin, etc. mientras otro protestante podra afirmar que
todas esas concepciones son falsas, y an as ambos protestantes seran protestantes
porque estn comunicados por la concepcin fundamental de que la Iglesia no es una
personalidad visible, definible y unida; que no hay una autoridad central infalible y que,
por lo tanto, cada uno es libre de elegir su propio conjunto de doctrinas.
Semejantes afirmaciones de desunin, semejante negacin de la tesis que la unidad es
parte del Orden Divino, produjo por cierto un temperamento protestante comn a travs
de ciertas asociaciones histricas. Pero no existe una doctrina, ni un conjunto de
doctrinas, de las cuales pueda afirmarse que constituyen el ncleo del protestantismo.
En lo esencial, el protestantismo sigue siendo el rechazo de la unidad por la autoridad.
Por ltimo existe el ataque contemporneo a la Iglesia Catlica que todava est en
curso y al cual no se le ha puesto un nombre definitivo, excepto el vago trmino de
moderno. Personalmente quizs hubiera preferido el antiguo trmino griego alogos.
Aunque eso hubiera parecido una pedantera, no deja de ser una lstima el tener que
rechazarlo porque describe admirablemente por implicacin la disputa entre quienes
actualmente atacan a la autoridad y a la doctrina catlicas y el tono mental de un
creyente. En la antigedad se le daba el nombre de alogos a quienes, an a pesar de
llamarse cristianos, menoscababan o negaban la divinidad de Cristo. Se deca que
hacan esto por carecer de juicio en el sentido de capacidad completa de
comprensin, o capacidad cognitiva. Las personas consideraban esta clase de
racionalismo de la misma manera en que los individuos normales consideran al
daltnico.
Se podra haber optado tambin por el trmino de positivismo en vista de que el
movimiento moderno se basa sobre la distincin entre cosas positivamente probadas por
experimento y cosas aceptadas sobe otras bases; pero el trmino positivismo ya tiene
una connotacin especial y emplearlo generara confusiones.
En todo caso, a pesar de no tener todava un nombre especfico, todos conocemos el
espritu al cual me refiero: Que slo es verdad lo que puede ser apreciado por los
sentidos y sujeto a experimento. Que slo puede ser credo por completo aquello que
puede ser completamente medido y comprobado mediante pruebas reiteradas. Que
aquello que en general se llama afirmaciones religiosas es siempre presumiblemente
y a veces demostradamente un conjunto de ilusiones. Que la misma idea de Dios y
todo lo que le sigue es una construccin humana y un invento de la imaginacin. ste
es el ataque que ha desplazado a los ms antiguos. ste es el que ahora est ganando
terreno tan rpidamente y cuyos partidarios sienten una creciente confianza en el xito
(al igual que la sintieron en su momento culminante los partidarios de los ataques
anteriores).
As quedan planteados los cinco grandes movimientos antagnicos a la Fe. El
concentrar nuestra atencin sobre cada uno y de a uno por vez, nos ensea por medio de
Captulo 3
La Hereja Arriana
El arrianismo fue la primera de las grandes herejas.
Desde la fundacin de la Iglesia en Pentecosts del ao 29 o 33 DC existi una masa de
movimientos herticos que llen los tres primeros siglos. Casi todos ellos, se volcaron
hacia la naturaleza de Cristo.
La predicacin, la personalidad y los milagros de Nuestro Seor, pero sobre todo su
resurreccin, tuvieron el efecto de promover la concepcin de un poder divino. Esta
concepcin impregn toda la cuestin para cualquiera que tuviese un mnimo de fe en
las maravillas presentadas.
Ahora bien, en esto la tradicin central de la Iglesia, al igual que en cualquier otro caso
de doctrina disputada, fue slida y clara desde el comienzo. Nuestro Seor fue
indudablemente un hombre. Naci como nacen los hombres. Muri como mueren los
hombres. Vivi como un hombre y fue conocido como hombre por un grupo de ntimos
compaeros y un nmero muy grande de hombres y mujeres que lo siguieron, lo
escucharon y presenciaron sus acciones.
Pero, dijo la Iglesia, tambin fue Dios. Dios descendi sobre la tierra y encarn en un
hombre. No fue meramente un hombre influenciado por la Divinidad, ni tampoco una
manifestacin de la Divinidad bajo una apariencia humana. Fue al mismo tiempo
plenamente Dios y plenamente Hombre. Sobre esto, la tradicin central de la Iglesia
nunca vacil. Fue dado por sentado desde el principio por quienes tienen autoridad para
hablar.
Pero un misterio resulta por fuerza incomprensible precisamente por ser misterio. Por
eso el ser humano, siendo un ser racional, est perpetuamente intentando racionalizarlo.
Eso fue lo que sucedi con este misterio. Un grupo dijo que Cristo fue solamente un
hombre, si bien un hombre dotado de poderes especiales. El otro grupo, en el extremo
opuesto, dijo que fue una manifestacin de lo divino; que su naturaleza humana fue
ilusoria. Y estos extremos se alternaron indefinidamente.
Pues bien, la hereja arriana fue en cierta forma el resumen y la conclusin de todos
estos movimientos del lado no ortodoxo; esto es: de todos los movimientos que no
aceptaban el misterio pleno de las dos naturalezas.
Desde el momento en que es muy difcil racionalizar la unin de lo infinito con lo finito,
puesto que existe una aparente contradiccin en los dos trminos, la forma final en la
que qued resuelta la confusin de las herejas fue una declaracin segn la cual
Nuestro Seor posey tanto de la Esencia Divina como le es posible poseer a una
creatura pero que, as y todo, no dej de ser una creatura. No fue el Dios infinito y
omnipotente quien por su naturaleza tiene que ser uno e indivisible, y no poda ser al
mismo tiempo (as dijeron) un ser humano limitado manifestndose y teniendo su ser en
la esfera temporal.
El arrianismo (ms adelante describir el origen del nombre) estaba dispuesto a
otorgarle a Nuestro Seor toda clase de honores y majestades menos la de la naturaleza
plena de la Divinidad. Fue creado (o bien, si a las personas no les gustaba la palabra
creado entonces se utilizaba aquella otra de surgi) de la Divinidad antes de todas
las dems cosas. A travs de l fue creado el mundo. Se le otorg (paradjicamente) el
poder de todos los atributos divinos menos el de la divinidad.
En lo esencial, este movimiento surgi de exactamente las mismas fuentes que las de
cualquier otro movimiento racionalista desde el principio de los tiempos hasta el
presente. Surgi del deseo de visualizar en forma clara y simple algo que est ms all
del alcance de la visin y de la comprensin humanas. Por consiguiente, a pesar de que
comenz concedindole a Nuestro Seor todo honor posible y toda gloria excepto la de
la Divinidad concreta, en el largo plazo hubiera conducido al unitarianismo y finalmente
al tratamiento de Nuestro Seor como un profeta y, por ms exaltacin que se aplicara,
como nada ms que un profeta.
Todas las herejas respiran el aire de los tiempos en los que surgen y constituyen
necesariamente un reflejo de la filosofa inherente a las ideas no-catlicas
predominantes al momento de su aparicin. El arrianismo tambin habl en los trminos
de su poca. No comenz, como comenzara hoy un movimiento similar, haciendo de
Nuestro Seor un simple hombre y nada ms. Menos todava neg lo sobrenatural como
un todo. La poca en la cual surgi (durante los aos alrededor del 300 DC) fue un
tiempo en el cual toda la sociedad aceptaba lo sobrenatural como algo sabido. Pero el
arrianismo se refiri a Nuestro Seor como un Agente Supremo de Dios el Demiurgo y
lo consider como la primera y ms grande de aquellas emanaciones de la Divinidad
Central mediante las cuales la filosofa de moda por aquellos das trataba de superar la
dificultad de reconciliar al Creador infinito y simple con un universo complejo y finito.
Vaya lo dicho por la doctrina y por lo que hubiera terminado de ser si hubiera triunfado.
Hubiera transformado a la nueva religin en algo parecido al mahometanismo o, quizs
y considerando la naturaleza de la sociedad griega y romana, en algo parecido a un
calvinismo oriental.
De cualquier modo, lo que acabo de describir fue el estado de esta doctrina mientras
floreci: fue una negativa de la completa divinidad de Nuestro Seor combinada con la
aceptacin de todos sus otros atributos.
Ahora bien, cuando hablamos de las herejas ms antiguas, tenemos que considerar sus
efectos espirituales y por lo tanto sociales mucho ms que su mero error doctrinario,
a pesar de que ese error doctrinario haya sido la causa ltima de todos sus efectos
espirituales y sociales. Tenemos que hacerlo as porque, cuando una hereja ha estado
muerta por mucho tiempo, su atractivo se olvida. Al carecer ya de la experiencia directa,
no existe para nosotros el tono particular y la inconfundible impresin que esa hereja
estamp sobre la sociedad y por eso debe ser recreada de algn modo por cualquiera
que pretenda hacer verdadera Historia. Sin una explicacin de esta clase, sera imposible
hacerle entender a un catlico actual de Berna, o a un campesino de la regin de
Lourdes donde el calvinismo otrora predominante hoy est muerto el atractivo y el
caracter individual del calvinismo tal como ste todava sobrevive en Escocia y en
sectores de los Estados Unidos. Tenemos, pues, que reconstruir aqu esta atmsfera
arriana porque, hasta que no comprendamos su atractivo espiritual y por lo tanto social,
no podremos decir que realmente lo conocemos en absoluto.
Ms all de ello, hay que comprender el atractivo o caracter personal del movimiento, y
su efecto individual sobre la sociedad, a fin de entender su importancia. No existe error
ms grande a lo largo y ancho de toda la mala Historia que imaginar que las diferencias
doctrinarias no tienen intensos efectos sociales porque son abstractas y se hallan
alejadas de las cosas prcticas de la vida. Descrbasele a un chino actual la disputa
doctrinaria de la Reforma dicindole que, por sobre todo, constituy la negacin de la
doctrina de la unidad de la iglesia visible y la autoridad especial de sus funcionarios.
Eso sera cierto. El chino comprendera lo que sucedi con esta Reforma en el mismo
sentido en que comprendera una enunciacin matemtica. Pero, le permitira ello
comprender a los hugonotes franceses de la actualidad, el estilo prusiano de la guerra y
la poltica, la naturaleza de Inglaterra y su pasado desde que el puritanismo surgi en
este pas? Le hara comprender los Orange Lodges, {[3]} o los sistemas morales y
polticos de, digamos, H. G. Wells o Bernard Shaw? Por supuesto que no! El exponerle
a una persona la Historia del tabaco, el darle la frmula qumica (si existiese tal cosa) de
la nicotina, no implica hacerle comprender lo que significa el aroma del tabaco ni los
efectos del fumarlo. Lo mismo sucede con el arrianismo. Describir meramente al
arrianismo desde el punto de vista doctrinario es enunciar una frmula; no implica
transmitir la cosa en si.
Cuando el arrianismo surgi, descendi sobre una sociedad que ya era y que ya haba
sido durante largo tiempo el nico organismo poltico universal del cual todas las
personas eran ciudadanos. No existan las naciones separadas. El Imperio Romano era
un slo Estado desde el ufrates hasta el Atlntico y desde el Sahara hasta los
Highlands escoceses. Se gobernaba de un modo monrquico por el Comandante en Jefe,
o los Comandantes en Jefe, de los ejrcitos. El ttulo del Comandante en jefe era el de
Imperator, de dnde proviene nuestra palabra Emperador, y por ello denominamos
dicho Estado como Imperio Romano. Lo que el emperador, o los emperadores
asociados, declaraban ser constitua oficialmente la actitud de la totalidad del imperio
(de acuerdo al ltimo esquema existieron dos emperadores, cada uno con un coadjutor,
lo cual hace cuatro, pero pronto se fusionaron en una sola cabeza y en un nico
emperador).
Los emperadores y por lo tanto todo el esquema oficial que dependa de ellos
haban sido anticristianos durante el perodo en que Iglesia Catlica creci en medio de
la sociedad pagana de romanos y griegos. Durante casi 300 aos, los emperadores y la
estructura oficial de aquella sociedad consideraron a la crecientemente poderosa Iglesia
Catlica como una extraa y muy peligrosa amenaza para las tradiciones y, por
consiguiente, para la fortaleza del antiguo mundo grecorromano. La Iglesia, tal como
estaba establecida, constitua un Estado dentro del Estado; posea sus propios
funcionarios supremos, los obispos, y su propia organizacin altamente desarrollada y
poderosa. Estaba en todas partes. Contrastaba fuertemente con el mundo antiguo en
medio del cual se haba arrojado. Lo que sera la vida para uno significara la muerte
para el otro. El mundo antiguo se defendi a travs de la accin de los ltimos
emperadores paganos que lanzaron muchas persecuciones contra la Iglesia, terminando
en una persecucin final y muy drstica que fracas.
Al principio la causa catlica fue apoyada, y por ltimo abiertamente sostenida, por un
hombre que conquist a todos sus rivales y se estableci como el monarca supremo de
todo el Estado: el emperador Constantino el Grande, que gobern desde Constantinopla,
la ciudad que fund llamndola la Nueva Roma. Despus de este acontecimiento, el
gobierno central del Imperio fue cristiano. Para el crtico ao de 325 DC, casi tres siglos
despus de Pentecosts, la Iglesia Catlica se haba convertido en la religin oficial del
Imperio o al menos en la religin del palacio y permaneci sindolo (excepto un
intervalo excepcional muy corto) mientras el Imperio existi. {[4]}
Pero no hay que imaginarse que la mayora de las personas ya adheran a la religin
cristiana, ni siquiera en el Este de habla griega. Por cierto que no constituan nada
parecido a una mayora en el Oeste de habla latina.
Como en todos los grandes cambios a lo largo de la Historia, los grupos involucrados
fueron minoras imbuidas de diferentes grados de entusiasmo, o falta de entusiasmo.
Estas minoras tuvieron diferentes motivaciones y lucharon por imponer su
predisposicin mental a las masas titubeantes e indecisas. De estas minoras, los
cristianos constituan la ms numerosa y (lo que es ms importante) la ms vehemente,
la ms convencida y la nica completa y estrictamente organizada.
La conversin del Emperador les aport una gran afluencia de personas pertenecientes a
la mayora indecisa. La mayor parte estas personas quizs apenas si entendan esa cosa
nueva a la cual estaban adhiriendo y seguramente en su mayor parte no estaban
comprometidas con ella; pero lo nuevo haba triunfado polticamente y eso les bastaba.
Otros muchos extraaron a los antiguos dioses pero consideraron que no vala la pena
arriesgarse a defenderlos. A muchos ms no les interes en absoluto lo que quedaba de
los dioses antiguos sin que por ello sintieran un inters mayor en las nuevas modas
cristianas. Pero en medio de todo ello, subsisti una fuerte minora de paganos
altamente inteligentes y resueltos que tenan de su lado no solamente las tradiciones de
una acaudalada clase gobernante sino tambin el grueso de los mejores escritores y, por
supuesto, el poder otorgado por la memoria viva de su larga posicin dominante en la
sociedad.
Y en ese mundo existi an otro elemento, separado de todo el resto, y que es
extremadamente importante comprender: el ejrcito. El por qu es tan importante que
comprendamos la posicin del ejrcito es algo que veremos en un momento.
Cuando el poder del arrianismo se manifest a travs del mundo grecorromano durante
aquellos primeros aos del Imperio Cristiano oficial y su gobierno universal, el
arrianismo se convirti en el ncleo o centro de muchas fuerzas que seran, por si
mismas, indiferentes a su doctrina. Se convirti en el punto de encuentro de muchas
tradiciones arraigadas y supervivientes del mundo antiguo; tradiciones que no eran
religiosas sino intelectuales, sociales, morales, literarias y de toda otra clase.
Podemos ponerlo bastante vvidamente en jerga moderna diciendo que el arrianismo,
presente de este modo en las nuevas grandes discusiones dentro del cuerpo de la Iglesia
Cristiana por la poca en que la Iglesia alcanz apoyo oficial y se convirti en la
religin oficial del Imperio, atrajo a todos los encopetados, al menos a la mitad de los
esnobs y a casi todos los conservadores idealistas reaccionarios, ya sea que fuesen, o
no, nominalmente cristianos. Sabemos que atrajo grandes cantidades de aquellos que
realmente eran cristianos. Pero tambin fue el punto de encuentro de estas fuerzas nocristianas que tanta importancia tenan en la sociedad de aquella poca.
Una gran cantidad de las antiguas familias nobles se resista a aceptar la revolucin
social que implicaba el triunfo de la Iglesia Cristiana. Esas familias se inclinaron
naturalmente hacia un movimiento en cuyo interior reinaba una atmsfera de
superioridad social por sobre el populacho y en el cual instintivamente percibieron una
oposicin a la vida y a la supervivencia de esa Iglesia. En ltima instancia, la Iglesia
dependa y se hallaba sostenida por las masas. Las personas de antigua tradicin
familiar y fortuna hallaron al arriano ms simptico y un mejor aliado de la aristocracia
que al catlico ordinario.
Muchos intelectuales se encontraron en la misma posicin. stos no tenan el orgullo de
las antiguas tradiciones familiares y sociales del pasado, pero posean el orgullo de la
cultura. Recordaban con aoranza el pasado prestigio de los filsofos paganos.
Consideraban que la gran revolucin representada por la transicin del paganismo al
catolicismo destruira tanto las antiguas tradiciones culturales como a su propia posicin
cultural.
Los simples esnobs, que siempre constituyen un amplio cuerpo en cualquier sociedad
establecida, las personas que no tienen opinin propia y que siguen lo que creen que es
la cosa honorable del momento, se encontraron divididos. Quizs la mayora de ellos
estaba dispuesta a seguir la tendencia oficial de la corte y a acoplarse abiertamente a la
nueva religin. Pero siempre habr habido una cierta cantidad que habr pensado que
resultaba ms elegante, ms a la moda, profesar simpata con las viejas tradiciones
paganas, con las antiguas grandes familias, con la tradicional y venerable cultura y
literatura paganas y todo lo dems. Todo ello reforz al movimiento arriano en su
tendencia destructora del catolicismo.
Adems de ello, el arrianismo tuvo an otro aliado ms, y la naturaleza de esta alianza
es tan sutil que requiere un examen muy cuidadoso. Tuvo como aliado la tendencia del
gobierno de una monarqua absoluta a tener casi miedo de las emociones presentes en la
mente de las personas, especialmente de las ms pobres: emociones que, si se expandan
y se volvan apasionadas y capturaban a la masa de la poblacin, podan volverse
demasiado fuertes como para ser gobernadas obligando a las autoridades a inclinarse
ante ellas. Aqu hay una paradoja difcil pero que es importante reconocer.
En forma superficial, un gobierno absoluto, especialmente el que se encuentra en manos
de un slo hombre, parecera ser lo opuesto a un gobierno popular. Las dos formas de
gobierno parecen contradictorias a quienes no han visto a la monarqua absoluta en
funcionamiento. Para quienes s la han visto es todo lo contrario. Un gobierno absoluto
implica el apoyo de las masas en contra del poder de la riqueza que se encuentra en
manos de unos pocos, o contra el poder de los ejrcitos que se encuentra en manos de
unos pocos. Por consiguiente es imaginable que el poder imperial de Constantinopla
sintiera ms simpata hacia las masas populares catlicas que hacia los intelectuales y
los dems que siguieron al arrianismo. Pero, si bien la misma existencia de un gobierno
absoluto responde a la necesidad de defender a las masas de una minora poderosa, no
debemos olvidar que es un gobierno al que le gusta gobernar. No le gusta sentir que en
el Estado existe un rival desafiando su propio poder. No le gusta percibir que pueden
haber grandes decisiones impuestas por organizaciones diferentes a las de su propia
Su teora por cierto que no constituy un descubrimiento original propio, pero lo hizo
suyo y lo identific con su nombre. Ms all de ello, ofreci una tenaz resistencia a las
personas por las que crea ser perseguido. Sufri de una gran vanidad, como casi todos
los reformadores. Y encima de todo ello hallamos una ms bien delgada simplicidad o
sentido comn, que inmediatamente agrada a las multitudes. Pero nunca hubiera
alcanzado su fama de no haber posedo cierta elocuencia y un poderoso impulso.
Era ya un hombre de buena posicin, probablemente de Cirenaica (en frica del Norte,
al Este de Trpoli), aunque se lo menciona como alejandrino porque vivi en Alejandra.
Fue discpulo del ms grande crtico de su tiempo, el mrtir Luciano de Antioqua. En el
ao 318 presida la iglesia de Bucalis en Alejandra, gozando del alto favor del obispo
de la ciudad.
Arrio se traslad de Egipto a Cesarea en Palestina, difundiendo su ya bien conocido
conjunto de ideas racionalizadoras y unitarias con pasin. Algunos de los obispos de
Oriente comenzaron a estar de acuerdo con l. Es cierto que los dos principales obispos
sirios, el de Antioqua y el de Jerusaln, se apartaron; pero aparentemente la mayora de
la jerarqua siria se inclin por escucharlo.
Cuando Constantino se convirti en el seor de todo el Imperio en 325, Arrio apel al
nuevo amo del mundo. Alejandro, el gran obispo de Alejandra, lo haba excomulgado
pero a regaadientes. El viejo emperador pagano Licinio haba protegido al
movimiento.
Se desat una batalla de extrema importancia. Las personas ni percibieron lo
importante que era, a pesar de la violencia con la que se excitaron las emociones. Si
este movimiento hubiera obtenido la victoria, desde se da hasta el actual toda nuestra
civilizacin hubiera sido distinta. Todos sabemos lo que sucede en cualquier sociedad
cuando tiene xito un intento de simplificar y racionalizar los misterios de la fe.
Tenemos ahora ante nosotros el fin del experimento de la Reforma y la anciana pero an
muy vigorosa hereja mahometana que quizs reaparezca con renovado vigor en el
futuro. Esta clase de esfuerzos racionalizadores de la fe producen una degradacin
social gradual luego de la prdida de ese vnculo directo entre la naturaleza humana y
Dios que ofrece la Encarnacin. Se menoscaba la dignidad humana. La autoridad de
Nuestro Seor se debilita. Aparece cada vez ms como un hombre quizs como un
mito. La sustancia de la vida cristiana se diluye. Se esfuma. Lo que comienza como
unitarismo termina como paganismo.
Para terminar con la disputa que divida a toda la sociedad cristiana, el Emperador
orden la celebracin de un concilio a reunirse en el ao 325 DC en la ciudad de Nicea,
a cincuenta millas de la capital, sobre el lado asitico de los estrechos. Se convoc all a
los obispos de todo el Imperio, incluso a los de los distritos externos en dnde los
misioneros haban plantado la fe. El grueso de los participantes provino de la parte
oriental del Imperio pero el Occidente tambin estuvo representado y, lo que fue de
primordial importancia, arribaron delegados de la Sede Primada de Roma. Sin su
adhesin los decretos del concilio no hubieran tenido plena vigencia ya que su presencia
era requerida para darle plena validez a las decisiones. La reaccin contra la innovacin
de Arrio fue tan fuerte que en este Concilio de Nicea termin abrumado.
En aquella primera gran derrota, cuando la fuerte y vital tradicin del catolicismo se
reafirm y Arrio result condenado, el credo que sus seguidores haban diseado
termin pisoteado como blasfemia pero el espritu detrs de dicho credo y de dicha
revuelta habra de resurgir.
Resurgi inmediatamente y se puede decir que, en realidad, el arrianismo result
fortalecido despus de su primera derrota superficial. Esta paradoja obedeci a una
causa que se puede hallar en muchas formas de conflicto. El adversario derrotado
aprende de su primer revs las caractersticas de la cosa que ha atacado; descubre sus
puntos dbiles; aprende la forma de confundir a su oponente y percibe los compromisos
hacia los cuales el adversario puede ser conducido. Por consiguiente, despus de esta
prueba, el derrotado est mejor preparado que antes de la primera batalla. Eso fue lo que
sucedi con el arrianismo.
A fin de entender la situacin, tenemos que comprender que el arrianismo, fundado
como todas las herejas sobre un error de doctrina esto es: sobre algo que puede ser
expresado en una frmula muerta de meras palabras pronto comenz a vivir, como
todas las herejas en sus comienzos, con una vigorosa nueva vida y un atractivo propio.
La disputa que llen el Siglo IV desde el ao 325 en adelante y por una generacin no
fue, despus de sus primeros aos, una controversia entre palabras distintas cuya
diferencia puede parecer exigua. A lo largo de la lucha muy pronto se convirti en un
conflicto entre dos espritus y caracteres opuestos; en un conflicto entre personalidades
opuestas tal como pueden oponerse las personalidades humanas: por un lado el
temperamento y la tradicin catlica y, por el otro, un agrio, orgulloso, temperamento
que hubiera destruido a la fe.
De su primera y fuerte derrota en Nicea el arrianismo aprendi a hacer compromisos en
materia de formalidades, en materia de redaccin de doctrina, a fin de preservar y
difundir con menos oposicin su espritu hertico. El primer conflicto se haba
producido por el empleo de la palabra griega que significa de la misma sustancia que.
Los catlicos, afirmando la plena divinidad de Nuestro Seor, insistan en el empleo de
esta palabra que implicaba que el Hijo era de la misma sustancia divina que el Padre;
que era del mismo Ser; esto es: divino. Se pens que era suficiente presentar esta
palabra como una verificacin. Los arrianos se pens siempre se rehusaran a
aceptar la palabra y de este modo podran ser distinguidos de los ortodoxos y
rechazados. {[5]}
Pero muchos arrianos estaban preparados para aceptar un compromiso, admitiendo la
mera palabra pero negando el espritu en que deba ser interpretada. Estaban dispuestos
a admitir que Cristo haba sido de la esencia divina, pero no plenamente Dios; no
increado. Cuando los arrianos comenzaron con esta nueva poltica de compromiso
verbal, el emperador Constantino y sus sucesores la consideraron como una oportunidad
honesta de reconciliacin y reunin. La negativa de los catlicos a dejarse engaar
qued a los ojos de quienes as pensaban como mera obstinacin; y a los ojos del
Emperador, como una rebelin facciosa y una desobediencia inexcusable. Aqu estis
vosotros que os llamis los nicos verdaderos catlicos, prolongando y envenenando
innecesariamente una mera pelea facciosa. Debido a que tenis los personajes populares
detrs de vosotros, os creis amos de vuestros seguidores. Tal arrogancia es intolerable.
Vuestros adversarios han aceptado el punto principal. Por qu no podis acordar la
disputa y restablecer la unin? Al resistiros estis dividiendo a la sociedad en dos
bandos; estis alterando la paz del Imperio y estis siendo tanto criminales como
fanticos.
Esto es lo que el mundo oficial tenda a manifestar, creyndolo honestamente.
Los catlicos contestaron: los herejes no han aceptado nuestro punto principal. Han
suscripto una frase ortodoxa, pero interpretan esa frase de un modo hertico. Seguirn
repitiendo que Nuestro Seor es de naturaleza divina pero que no es plenamente Dios
puesto que continan diciendo que fue creado. Por lo tanto no les permitiremos entrar
en nuestra comunin. Hacerlo significara poner en peligro el principio vital por el cual
la Iglesia existe, el principio de la Encarnacin, y la Iglesia es esencial para el Imperio y
para la humanidad.
En este punto entr en combate la fuerza personal que al final obtuvo la victoria para el
catolicismo: San Atanasio. La cuestin fue decidida por la tenacidad y perseverancia de
este santo, patriarca de Alejandra, la gran Sede Metropolitana de Egipto. San Atanasio
gozaba de una posicin ventajosa desde el momento en que Alejandra era la segunda
ciudad ms importante del Imperio Oriental y, como obispado, una de las primeras
cuatro del mundo. Ms all de ello gozaba de un apoyo popular que nunca le fall y que
hizo que sus enemigos vacilaran en tomar medidas extremas contra l. Pero todo esto no
hubiera sido suficiente si el hombre no hubiese sido lo que fue.
Por el tiempo en que particip del Concilio de Nicea en el 325 era todava un hombre
joven, probablemente de poco menos de treinta aos; y slo particip como dicono, si
bien ya su potencia y su elocuencia eran notables. Vivi hasta los 76 o 77 aos de edad
falleciendo en el 373 DC y durante la totalidad de esa larga vida sostuvo con inflexible
energa la plena doctrina catlica de la Trinidad.
Cuando se sugiri el primer compromiso con el arrianismo, Atanasio ya era arzobispo
de Alejandra. Constantino le orden readmitir a Arrio a la Comunin. Atanasio se neg.
Fue un paso extremadamente peligroso de dar porque todo el mundo admita el pleno
poder del monarca sobre la vida y la muerte de sus sbditos y la rebelin era
considerada el peor de los crmenes. Atanasio tambin result percibido como atroz y
extravagante ya que la opinin generalizada en el mundo oficial, entre las personas con
influencia social y en el seno del ejrcito, era que el compromiso deba ser aceptado.
Atanasio fue exiliado a la Galia, pero el Atanasio en el exilio result ser an ms
formidable que el Atanasio en Alejandra. Su presencia en Occidente tuvo el efecto de
reforzar el fuerte sentimiento catlico de esa parte del Imperio.
Lo llamaron de regreso. Los hijos de Constantino que se sucedieron uno tras otro en el
Imperio, vacilaron entre una poltica de asegurarse el apoyo popular, que era catlico, o
bien asegurarse el apoyo del ejrcito, que era arriano. Ms que otra cosa, la corte se
inclinaba por el arrianismo porque le molestaba el creciente poder del Clero Catlico
organizado como rival del poder secular del Estado. El ltimo y el ms longevo de los
hijos de Constantino Constancio se hizo decididamente arriano. A Atanasio lo
exiliaron una y otra vez, pero la causa que defenda sigui aumentando en fuerza.
Cuando Constancio muri en el 361, lo sucedi un sobrino de Constantino: Juliano el
Apstata. Este emperador recurri al gran cuerpo pagano sobreviviente y estuvo cerca
La corte imperial oscil entre arrianismo y catolicismo, con una momentnea regresin
al paganismo. Pero antes de que terminara el siglo esto es: bastante antes del ao 400
DC la corte se hizo definitivamente catlica y pareci seguro que permanecera
sindolo. Como he explicado antes, si bien el Emperador y los funcionarios que lo
rodeaban (conjunto al que he denominado como la corte) eran tericamente
todopoderosos (puesto que la constitucin era la de una monarqua absoluta y las
personas no podan pensar en otros trminos en aquella poca), no obstante ello por lo
menos tan poderoso y menos sujeto a cambios era el ejrcito sobre el cual descansaba
toda la sociedad. Dentro del ejrcito estaban los comandantes militares; los generales
del ejrcito que fueron en su mayor parte permanentemente arrianos.
Cuando el poder central el Emperador y sus funcionarios se hicieron
permanentemente catlicos, el espritu de los militares continu siendo arriano en lo
esencial y por ello es que las ideas subyacentes del arrianismo es decir: las dudas en
cuanto a que Nuestro Seor poda ser realmente Dios sobrevivieron an despus de
que el arrianismo formal dej de ser predicado y aceptado por la poblacin.
Por este motivo, porque subsisti el espritu que haba subyacido al arrianismo (la duda
acerca de la plena divinidad de Cristo), surgi una cantidad de lo que podramos llamar
derivados o formas secundarias de arrianismo.
Las personas continuaron sugiriendo que en Cristo haba tan slo una naturaleza; una
sugerencia cuya consecuencia habra sido necesariamente la idea popular de que Cristo
fue tan slo un hombre. Cuando esto fracas en capturar a la maquinaria oficial a
pesar de que continu afectando a millones de personas apareci otra sugerencia en
cuanto a que en Cristo haba residido una sola Voluntad no una voluntad humana y
una voluntad divina, sino una sola voluntad.
Antes de esto se haba producido el resurgimiento de la antigua idea, anterior al
arrianismo y sustentada por los primeros herejes sirios, de que la divinidad slo vino a
Nuestro Seor durante su vida. Segn esta hereja, Cristo habra nacido tan slo como
un hombre, Nuestra Seora habra sido la madre de tan slo un hombre, etc. En todas
sus variadas formas y bajo todas sus denominaciones tcnicas (monofisitas, monotelitas,
nestorianos, para nombrar a los tres principales, siendo que hubo cualquier cantidad de
otros), estos movimientos difundidos a travs de la mitad oriental o griega del Imperio
fueron esfuerzos por escapar de o racionalizar el pleno misterio de la Encarnacin.
Su supervivencia dependi de los celos que el ejrcito sintiese de la sociedad civil que
lo rodeaba y de los restos latentes de hostilidad pagana hacia los misterios cristianos en
su totalidad. Y por supuesto, estas herejas tambin dependieron de la eterna tendencia
humana a racionalizar y a rechazar lo que est ms all del alcance de la razn.
Pero existi un factor adicional que favoreci la supervivencia de los efectos
secundarios del arrianismo en el Este. Fue el factor que en la poltica europea actual se
llama particularismo; esto es: la tendencia de una parte del Estado a separarse del
resto y a vivir una vida propia. Cuando este sentimiento se hace tan fuerte que las
personas estn dispuestas a sufrir y a morir por l, adopta la forma de una revolucin
nacionalista. Un ejemplo de ello fue el sentimiento de los eslavos del Sur en contra del
Imperio Austraco y que dio origen a la Gran Guerra {[6]}. Pues bien, el descontento de
las provincias y los distritos con el poder central que los gobernaba aument en el
Imperio Oriental con el paso del tiempo y una manera conveniente de expresar ese
disgusto fue favoreciendo cualquier clase de crtica a la religin oficial del Imperio. Por
ello es que grandes regiones del Este (sobre todo una gran proporcin de la poblacin de
la provincia de Egipto) favorecieron a la hereja monofisita. Era una manera de expresar
la insatisfaccin con el gobierno desptico de Constantinopla, con los impuestos que se
les aplicaban, con la promocin que reciban quienes estaban cerca de la corte en
detrimento de los provinciales, y con todo el resto de los reclamos.
De este modo, varias derivaciones del arrianismo sobrevivieron en la mitad griega
oriental del Imperio a pesar de que el mundo oficial ya haba regresado haca rato al
catolicismo. Esto tambin explica por qu, en la actualidad y por todo el Este, se pueden
encontrar grandes cantidades de cristianos cismticos mayormente monofisitas, a
veces nestorianos, algunas veces de comunidades menores a quienes todos estos siglos
de opresin mahometana no consiguieron unir al cuerpo cristiano principal.
Lo que puso fin no a estas sectas, por cuanto todava existen, sino a su importancia
fue el sbito surgimiento de esa enorme fuerza antagnica a todo el mundo griego: el
Islam; la nueva hereja mahometana proveniente del desierto que rpidamente se
convirti en una contra-religin y en implacable enemiga de todos los cuerpos cristianos
ms antiguos. La muerte del arrianismo en el Este se produjo cuando los
conquistadores rabes convirtieron a la masa del Imperio Cristiano Oriental en un
pantano. En vista de ese desastre, aquellos cristianos que se haban mantenido
independientes vieron en la ortodoxia su nica posibilidad de supervivencia y es por
ello que, en el Este, hasta los efectos secundarios del arrianismo se extinguieron en los
pases libres del sojuzgamiento mahometano.
En Occidente la suerte del arrianismo es bastante diferente. En Occidente, el arrianismo
se extingui por completo. Ces de ser. No dej derivaciones que subsistieran.
Por lo general, se malinterpreta la historia de la muerte del arrianismo en Occidente
porque la mayor parte de nuestra Historia ha sido escrita hasta ahora sobre la base de
una concepcin equivocada acerca de cmo era la sociedad cristiana europea en Europa
Occidental durante los Siglos IV, V y VI esto es: durante el perodo que se extiende
desde el momento en que Constantino deja Roma y funda la nueva capital del Imperio,
Bizancio, y la fecha en que, a principios del Siglo VI (de 633 en adelante) la invasin
mahometana cae sobre el mundo.
Lo usual es que se nos diga que el Imperio Occidental fue arrollado por las tribus
salvajes de los godos y los visigodos, vndalos, suevos y francos que
conquistaron esa parte del Imperio es decir: Bretaa, Galia y la parte civilizada de
Alemania sobre el Rin y el Danubio superior, Italia, frica del Norte y Espaa.
El idioma oficial de toda esta regin era el latn. La misa se celebraba en latn mientras
que en la mayor parte del Imperio Oriental se celebraba en griego. Las leyes estaban
escritas en latn y todos los actos administrativos se consignaban en latn. No hubo
ninguna conquista brbara sino una continuidad de lo que haba estado sucediendo
durante siglos: la infiltracin de personas desde fuera del Imperio hacia el Imperio
porque, dentro del mismo, podan acceder a las ventajas de la civilizacin. Tambin est
el hecho de que el ejrcito, del cual dependa todo, al final estuvo casi completamente
compuesto por brbaros reclutados. A medida en que la sociedad se consolid, result
difcil administrar lugares distantes, recolectar impuestos de sitios lejanos y llevarlos al
tesoro central, o imponer un edicto sobre regiones apartadas. As, apareci la tendencia
de dejar cada vez ms al gobierno de estas regiones en manos de los funcionarios
principales de las tribus brbaras es decir: en manos de sus lderes y caudillos
quienes a esta altura ya eran soldados romanos.
De esta manera se formaron gobiernos locales en Francia y en Espaa, y hasta en Italia
misma, los cuales an cuando se considerasen parte del Imperio, resultaron
prcticamente independientes.
Por ejemplo, cuando se hizo difcil gobernar a Italia desde tan lejos como
Constantinopla, el Emperador envi a un general para gobernar en su nombre y, cuando
este general se hizo demasiado fuerte, envi a otro general para destituirlo. Este
segundo general (Teodorico) tambin fue, como todos los dems, un jefe brbaro por
nacimiento aunque su padre haba sido incorporado al servicio romano y l mismo haba
sido educado en la corte del Emperador.
Y este segundo general, a su vez, se volvi prcticamente independiente.
Lo mismo sucedi en el Sur de Francia y en Espaa. Los generales locales tomaron el
poder. Eran jefes brbaros que transmitieron este poder esto es: la nominacin de los
cargos oficiales y la recoleccin de impuestos a sus descendientes.
Y despus est el caso de frica del Norte, la regin que hoy llamamos Marruecos,
Argelia y Tnez. Aqu, facciones rivales, todas descontentas con el gobierno directo de
Bizancio, convocaron a un grupo de soldados eslavos que haban migrado hacia el
Imperio Romano y que haban sido incorporados como una fuerza militar. Se los
llamaba vndalos y se hicieron cargo del gobierno de la provincia, establecido en
Cartago.
Ahora bien, en materia religiosa todos estos gobiernos locales de Occidente (el general
franco y su grupo de soldados en el Norte de Francia; el visigodo en Francia del Sur y
en Espaa; el burgundio en el sudeste de Francia; el otro godo en Italia; el vndalo en
frica del Norte) se hallaban en conflicto con el gobierno oficial del Imperio. El franco
al noreste de Francia, en lo que hoy llamamos Blgica, todava era pagano. Todos los
dems eran arrianos.
Ya he explicado lo que esto significaba. Se trataba no tanto de una cuestin doctrinaria
sino de una cuestin social. El general godo y el general vndalo, que eran los jefes de
sus propios soldados, sentan que era ms meritorio ser arriano que ser catlico como la
masa del populacho. Eran el ejrcito, y el ejrcito era algo demasiado importante como
para aceptar la religin popular general. Fue el sentimiento muy similar al que se puede
ver sobreviviendo an en Irlanda, en lugares en dnde fue universal all hasta hace
poco: el sentimiento de que la ascendencia se corresponde propiamente con el anticatolicismo.
Desde el momento en que, en poltica, no hay mayor fuerza que sta de la superioridad
social, a las pequeas cortes locales les llev mucho tiempo dejar caer su arrianismo.
Las llamo pequeas porque, si bien recolectaban impuestos de reas muy extensas, lo
hacan meramente como administradores. Los nmeros concretos eran exiguos,
comparados con la masa de la poblacin catlica.
Mientras los gobernadores y sus cortes en Italia, Espaa, en la Galia y en frica seguan
aferrndose con orgullo a su antigua denominacin y caracter arrianos, hubo dos
acontecimientos uno sbito y el otro gradual que conspiraron tanto contra su poder
local como contra su arrianismo.
Lo primero, lo sbito, fue el hecho que el general de los francos que haba gobernado a
Blgica conquist con su muy pequea fuerza a otro general del Norte de Francia; a un
hombre cuyo distrito se hallaba ubicado al Oeste del suyo. Ambos ejrcitos eran
absurdamente pequeos, de unos 4.000 hombres cada uno, y un muy buen ejemplo de lo
que eran aquellos tiempos est dado por el hecho que el ejrcito derrotado, despus de la
batalla, se uni inmediatamente a los vencedores. Tambin ilustra lo que era la poca el
hecho que a un general romano, comandando no ms de 4.000 hombres al comienzo y
tan slo 8.000 despus del primer xito, le pareciera perfectamente natural hacerse
cargo de los impuestos administrativos, los tribunales de justicia y todas las dems
estructuras imperiales de un distrito muy amplio. Se apoder de la gran masa de Francia
del Norte exactamente de la misma manera en que sus colegas, con fuerzas similares,
tomaron a su cargo la accin oficial en Espaa, Italia y otras partes.
Ahora bien, lo que sucedi es que este general franco (cuyo nombre real casi no
conocemos porque nos ha sido transmitido en varias formas distorsionadas pero que es
ms conocido como Clovis) era pagano; algo excepcional y hasta escandaloso en las
fuerzas militares de la poca dnde casi todas las personas importantes se haban hecho
cristianas.
Pero este escndalo result ser una bendicin inesperada para la Iglesia, porque a
Clovis, siendo pagano y no habiendo sido nunca arriano, era posible convertirlo
directamente al catolicismo, a la religin popular; y cuando acept el catolicismo,
inmediatamente tuvo detrs de si a toda la fuerza de los millones de ciudadanos, al clero
organizado y a los obispados de la Iglesia. Se convirti en el nico general popular;
todos los dems estaban en conflicto con sus sbditos. Le fue fcil reclutar grandes
cantidades de hombres armados dada la simpata popular que despertaba en ellos. Se
apoder del gobierno de los generales arrianos del Sur, derrotndolos con facilidad, y
sus tropas se convirtieron en la mayor fuerza militar del Imperio Occidental que hablaba
en latn. No fue lo suficientemente fuerte como para hacerse de Italia y de Espaa,
menos an de frica, pero desplaz el centro de gravedad alejndolo de la tradicin
arriana del ejrcito romano, una tradicin que a esta altura ya no albergaba ms que
pequeos grupos en vas de extincin.
Baste lo dicho por el golpe sbito que afect al arrianismo en Occidente. El proceso
gradual que aceler la decadencia del arrianismo fue de una clase diferente. En la
decadencia de la sociedad, con cada ao que pasaba se haca ms difcil recolectar
impuestos, mantener un supervit y, por consiguiente, reparar caminos, puertos,
edificios pblicos y mantener en orden todo el resto de la estructura pblica.
Con esta decadencia financiera del gobierno y la desintegracin social que la
acompaaba, los pequeos grupos que nominalmente constituan los gobiernos locales
perdieron su prestigio. En, digamos, el ao 450 era una gran cosa ser arriano en Pars, o
Toledo, o Cartago, o Arles, Tolosa o Ravenna; pero 100 aos ms tarde, hacia digamos
el ao 550, el prestigio social del arrianismo haba desaparecido. A cualquiera que
quisiera progresar le convena ser catlico, y los pequeos grupos arrianos en vas de
*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*
Captulo 4
La Gran y Persistente Hereja de
Mahoma
A cualquier observador de los acontecimientos ocurridos durante los primeros aos del
Siglo VII digamos desde el 600 al 630 le hubiera parecido que, habiendo ocurrido
solamente un gran ataque principal a la Iglesia Catlica el arrianismo y sus derivados
y habindose repelido dicho ataque con una Fe victoriosa, la Iglesia se hallaba
asegurada por tiempo indefinido.
Era obvio que la Iglesia tendra que pelear por su vida contra elementos externos nocristianos, esto es: contra el paganismo. Los adoradores de la naturaleza de la alta
civilizacin persa en el Este nos atacaran por las armas y trataran de sojuzgarnos. El
paganismo salvaje de las tribus brbaras escandinavas, germnicas, eslavas y mongoles,
son hermanos. Predic con celo e impuls al mximo las reivindicaciones de justicia,
tanto en lo social como en lo econmico.
Ahora bien, por qu esta nueva, simple y enrgica hereja tuvo ese apabullante y sbito
xito?
Una de las respuestas es que gan batallas. Las gan inmediatamente, como veremos
cuando lleguemos a la Historia del fenmeno. Pero el ganar batallas no podra haber
hecho al Islam permanente, ni siquiera fuerte, si no hubiera existido un estado de cosas
que haca esperar un mensaje semejante facilitando su aceptacin.
Tanto en el mundo del Asia Anterior como en el mundo grecorromano del Mediterrneo,
pero especialmente en este ltimo, la sociedad haba cado en forma bastante similar a
nuestra sociedad actual en un caos dnde el grueso de las personas se hallaban
decepcionadas y furiosas buscando una solucin a toda una serie de tensiones sociales.
Por todas partes imperaba el endeudamiento, el poder del dinero y de la consiguiente
usura. Haba esclavitud por todas partes. La sociedad se basaba sobre ella al igual que la
nuestra se basa sobre la esclavitud asalariada actual. Haba cansancio y disconformidad
con el debate teolgico que, an a pesar de toda su intensidad, haba perdido el contacto
con las masas. Sobre los hombres libres, ya torturados por el endeudamiento, presionaba
una pesada carga de impuestos imperiales, a lo cual se sumaba la irritacin por la
existencia de un gobierno central que interfera con la vida de las personas y, adems,
tambin estaba la tirana de los jurisconsultos y sus honorarios.
Frente a todo ello, el Islam represent un amplio alivio y una solucin a las tensiones. El
esclavo que admita que Mahoma era el profeta de Dios y que la nueva enseanza tena,
por ende, autoridad divina, cesaba de ser esclavo. El esclavo que adoptaba el Islam era
libre de all en ms. El deudor que aceptaba, se libraba de sus deudas. La usura
quedaba prohibida. El pequeo campesino no slo se libraba de sus deudas sino tambin
de la aplastantes carga de impuestos. Y por sobre todo, se poda acceder a la justicia sin
tener que comprarla a los jurisconsultos. . . En teora al menos. En la prctica las cosas
no eran ni cercanamente tan absolutas. Ms de un converso sigui siendo deudor,
muchos continuaron siendo esclavos. Pero all en donde el Islam conquist, apareci un
nuevo espritu de libertad y de alivio.
Lo que form la fuerza impulsora de la sorprendente victoria social mahometana fue la
combinacin de todos estos factores: la atractiva simplicidad de la doctrina, la
eliminacin de la disciplina clerical e imperial, la enorme y prctica ventaja de la
libertad para el esclavo y la eliminacin de la ansiedad para el deudor, la ventaja
suprema de una justicia gratuita operando bajo algunas pocas y simples leyes nuevas
fciles de comprender. En todas partes las cortes fueron accesibles para cualquiera, sin
pago alguno y producan veredictos que todos podan entender. El movimiento
mahometano fue esencialmente una Reforma y podemos descubrir numerosas
afinidades entre el Islam y los reformadores protestantes en cuanto a las imgenes, la
Misa, el celibato, etc.
Lo maravilloso parece ser no tanto que la nueva emancipacin se expandiese entre los
hombres en forma muy similar a como imaginamos que el comunismo se puede
extender a travs de nuestro actual mundo industrial. Lo maravilloso es que an as
Oriental misma. El Islam fue la nica hereja a la que poco le falt para destruir a la
Cristiandad a travs de su temprana superioridad material e intelectual.
Ahora bien por qu sucedi esto? Parece inexplicable si recordamos los liderazgos
personales inciertos y mezquinos, los continuos cambios en las dinastas locales, la base
cambiante del esfuerzo mahometano. Ese esfuerzo comenz con el ataque de unos muy
escasos miles de jinetes del desierto, tan impulsados por su afn de saqueo como por su
entusiasmo por las nuevas doctrinas. Esas doctrinas le haban sido predicadas a un
cuerpo muy disperso de nmades que no podan presumir ms que de muy pocos
centros permanentemente habitados. Se originaron en un hombre ciertamente
excepcional por la intensidad de su genio, probablemente ms que medio convencido,
probablemente tambin un poco loco, pero que nunca haba demostrado tener habilidad
constructora. Y sin embargo el Islam conquist.
Mahoma fue un camellero que tuvo la buena suerte de concertar un matrimonio
favorable con una mujer rica mayor que l. Desde la seguridad de esa posicin,
desarroll sus visiones y sus entusiasmos, e hizo su propaganda. Pero todo ello de un
modo ignorante y a muy pequea escala. No existi una organizacin y, en el momento
en que las primeras bandas tuvieron xito en la batalla, los caudillos comenzaron a
pelearse entre si; y no slo a pelearse sino a asesinarse entre si. Despus del asalto
original, la Historia de toda la primera generacin y algo ms la Historia del gobierno
mahometano (en la medida en que lo fue) mientras estuvo centrado en Damasco es
una historia de intrigas y asesinatos sucesivos. Sin embargo, cuando apareci la segunda
dinasta la de los abasidas, que gobern al Islam durante largo tiempo con su capital
ms hacia el Este, en Bagdad, sobre el ufrates, y que restaur la antigua dominacin de
la Mesopotamia sobre Siria, gobernando tambin a Egipto y a todo el mundo
mahometano surgi ese esplendor, esa ciencia, ese poder material y esa riqueza de la
que he hablado y que deslumbr a todos sus contemporneos. Con lo que debemos
reiterar la pregunta: por qu se produjo esto?
La respuesta est en la misma naturaleza de la conquista mahometana. Esa conquista no
destruy, como con tanta frecuencia se repite, de inmediato todo lo que encontr en su
camino; no extermin a todos los que no queran aceptar el Islam. Hizo justamente lo
contrario. De entre todos los poderes que gobernaron aquellas regiones a lo largo de la
Historia se destac por lo que equivocadamente se ha dado en llamar su tolerancia. El
nimo mahometano no fue tolerante. Por el contrario, fue fantico y sangriento. No
sinti respeto, ni siquiera curiosidad, por aquellos de quienes se diferenciaba. Estuvo
absurdamente pagado de si mismo, considerando con desprecio a la alta cultura cristiana
que lo rodeaba. La sigue considerando as hasta el da de hoy.
Pero los conquistadores, y aquellos a quienes convertan y reclutaban de entre las
poblaciones nativas, seguan siendo demasiado pocos para gobernar por la fuerza. Y
(ms importante an) no tenan ni idea de organizacin. Siempre haban sido
negligentes y oportunistas. Por consiguiente, una mayora muy amplia de los
conquistados sigui con sus viejos hbitos de vida y de religin.
Lentamente la influencia del Islam se extendi entre ellos tambin, pero durante los
primeros siglos la gran mayora de Siria y hasta de la Mesopotamia y Egipto, sigui
siendo cristiana manteniendo la Misa cristiana, los Evangelios cristianos y toda la
tradicin cristiana. Fueron ellos los que preservaron la civilizacin grecorromana de la
cual descendan y fue esa civilizacin, sobreviviendo bajo la superficie del gobierno
mahometano, la que ofreci su saber y su poder material a los amplios territorios que
debemos denominar, an en un momento tan temprano, como el mundo mahometano
a pesar de que el grueso del mismo todava no era mahometano en su credo.
Pero hay todava otra causa ms y que es la de mayor importancia. La causa fiscal: la
apabullante riqueza del temprano califato mahometano. En todas partes la conquista
mahometana alivi la suerte del mercader y el campesino, el negociador y el
propietario. Una masa de usura fue barrida a un costado, al igual que el intrincado
sistema impositivo que se haba atascado, arruinando al contribuyente sin brindar los
correspondientes beneficios al gobierno. Lo que hicieron los conquistadores rabes y
sus sucesores en la Mesopotamia fue reemplazar todo ello por un sistema tributario
simple y directo.
Todo lo que no era mahometano en el inmenso Imperio Mahometano esto es: la
mayora de su poblacin estaba sujeto a un tributo especial; y fue este tributo el que
proporcion directamente la riqueza al poder central, al beneficio del Califa, sin las
prdidas ocasionadas por una intrincada burocracia. Ese ingreso permaneci siendo
enorme durante todas las primeras generaciones. El resultado fue el que siempre sigue
despus de una alta concentracin de riqueza en un centro de gobierno; la totalidad de la
sociedad gobernada desde dicho centro reflej la opulencia de sus dirigentes.
Aqu tenemos, pues, la explicacin de ese extrao, nico, fenmeno de la Historia: una
revuelta contra la civilizacin que no destruy la civilizacin; una hereja voraz que no
destruy a la religin cristiana contra la cual estaba dirigida.
El mundo del Islam se convirti y por largo tiempo continu siendo, el heredero de la
antigua cultura grecorromana y el preservador de la misma. De all es que, como caso
nico entre todas las grandes herejas, el mahometanismo no slo sobrevivi sino que
sigue siendo, despus de casi catorce siglos, espiritualmente tan fuerte como siempre.
Con el tiempo ech races y estableci una civilizacin propia en contra de la nuestra y
rivalizando permanentemente con la nuestra.
Despus de haber entendido por qu el Islam, la ms formidable de las herejas, adquiri
su fuerza y su sorprendente xito, tenemos que tratar de entender por qu fue la nica
hereja que sobrevivi con plena potencia e incluso contina expandindose (en cierto
modo) hasta el da de hoy.
Este es un punto de decisiva importancia para comprender no slo nuestra cuestin sino
la Historia del mundo en general. No obstante, es un tema que, desafortunadamente,
casi ni se ha discutido en el mundo moderno.
Millones de personas modernas de la civilizacin blanca esto es: de la civilizacin de
Europa y de Amrica lo han olvidado todo acerca del Islam. Nunca entraron en
contacto con l. Dan por sentado que est decayendo y que, de todos modos, es tan slo
una religin fornea que no les tiene que importar. De hecho, es el enemigo ms
formidable y persistente que nuestra civilizacin ha tenido y puede volverse una enorme
amenaza en el futuro as como lo fue en el pasado.
desplazarse hacia el Oriente con el fin de expulsar al Islam de la Tierra Santa y, llegado
el momento, las levas regulares de los grandes prncipes cristianos prepararon un
esfuerzo organizado en gran escala. Quienes hicieron votos de persistir en el esfuerzo se
pusieron la insignia de la cruz sobre sus ropas y merced a ello la lucha termin siendo
conocida como las Cruzadas.
La Primera Cruzada se lanz en tres grandes contingentes de milicias cristianas ms o
menos organizadas que marcharon de Europa Occidental hacia la Tierra Santa. Y digo
ms o menos organizadas porque el ejrcito feudal nunca estuvo altamente
organizado. Se hallaba dividido en unidades de muy diferentes tamaos, cada una de
ellas siguiendo a un seor feudal, aunque obviamente posea la organizacin suficiente
como para llevar a cabo la empresa militar ya que una mera horda de personas jams
podra hacerlo. A fin de no agotar las provisiones de los pases a travs de los cuales
tenan que marchar, los lderes cristianos se desplazaron en tres cuerpos: uno desde el
Norte de Francia, bajando por el valle del Danubio; otro desde el Sur de Francia,
pasando a travs de Italia; y un tercero de franceses que haban adquirido haca poco el
dominio del Sur de Italia y que cruzaron el Adritico directamente en direccin a
Constantinopla a travs de los Balcanes. Todos confluyeron en Constantinopla y, para el
momento en que llegaron all, a pesar de las prdidas sufridas a lo largo de la marcha,
todava pueden haber sido algo as como un cuarto de milln de personas, quizs ms.
Las cantidades nunca se supieron ni se contabilizaron con precisin.
El Emperador en Constantinopla todava era libre y se hallaba al frente de su gran
capital cristiana, pero se encontraba peligrosamente amenazado por los combativos
turcos mahometanos ubicados en el Asia Menor, justo cruzando las aguas, y cuyo
objetivo era precisamente el de tomar Constantinopla y as continuar presionando hasta
lograr la cada de la Cristiandad. La gran masa de los Cruzados consigui de inmediato
aliviar esta presin sobre Constantinopla. Venci a los turcos en la batalla de Dorilea y
sigui empujando con grandes dificultades y bajas humanas hasta que lleg a la esquina
en dnde Siria se junta con el Asia Menor en el Golfo de Alejandreta. All, uno de los
lderes Cruzados se procur un reino haciendo de la ciudad de Edessa su capital a fin de
servir de bastin contra la presin mahometana proveniente del Este. El remanente de
las ya menguantes fuerzas cristianas puso sitio y, con grandes dificultades, tom
Antioqua, una ciudad que los mahometanos haban conquistado unos aos antes. All
otro lder cruzado se hizo seor feudal y se produjo una larga demora y un feo conflicto
entre los Cruzados y el Emperador en Constantinopla quien, naturalmente, pretenda
que se le devolvieran las que haban sido partes de sus dominios antes de la expansin
del mahometanismo mientras que los Cruzados decidieron quedarse con lo que haban
conquistado para hacerse de los beneficios y los ingresos que cada uno poda obtener.
Finalmente, salieron de Antioqua al comienzo de la temporada de campaa del tercer
ao despus de la partida original, en el ltimo ao del Siglo XI, en 1099. En su marcha
tomaron todas las ciudades a lo largo de la costa y cuando llegaron a la altura de
Jerusaln se lanzaron tierra adentro, tomaron la ciudad por asalto el 15 de Julio de ese
ao, dieron muerte a toda la guarnicin mahometana y se establecieron firmemente
dentro de los muros de la Ciudad Sagrada. Despus de ello, organizaron su conquista
segn el modelo de un reino feudal designando a uno de ellos como el rey titular del
nuevo Reinado de Jerusaln. Para tal cargo eligieron a un gran noble del pas donde se
juntan las razas teutnicas y glicas al Noreste de Francia, a un poderoso Seor de la
Marcha: Godofredo de Bouillon. Debajo de l, como subordinados nominales, se
alinearon los grandes seores feudales que se aduearon de los distritos ubicados de
Edessa hacia el Sur y que se establecieron construyndose grandes castillos de piedra
que an subsisten y constituyen una de las ruinas ms notables del mundo.
Para el momento en que los Cruzados alcanzaron sus objetivos y dominaron los Lugares
Sagrados su nmero se haba reducido a una muy pequea cantidad de hombres. Es
probable que los combatientes reales a diferencia de sirvientes, seguidores y el resto
presentes en el sitio a Jerusaln no sobrepasaran por mucho la cantidad de 15.000
efectivos. Y todo dependi de esa fuerza. Siria no haba sido completamente recuperada
ni los mahometanos definitivamente rechazados; la costa martima se sostena gracias a
una poblacin an mayoritariamente cristiana, pero el llano, la costa y Palestina hasta el
Jordn constituyen tan slo una delgada franja detrs de la cual y paralelamente con ella
existe una cadena montaosa la cual, en la mitad del pas, forma las grandes montaas
del Lbano y del Anti-Lbano. Y ms all de ellas el pas se convierte otra vez en un
desierto sobre cuyo borde hay una cadena de poblados que constituyen algo as como
los puertos del desierto; esto es: los puntos adonde arriban las caravanas.
Estos puertos del desierto siempre tuvieron una gran importancia en virtud del
comercio y sus nombres nos vienen de mucho antes de los comienzos de la Historia
registrada. Una cadena de poblados as dispuesta se extenda a lo largo del borde del
desierto comenzando en Aleppo en el Norte y llegando hasta Petra, al Sur del Mar
Muerto. Estaban unidos por la gran ruta de caravanas que llega hasta Arabia del Norte y
eran todos predominantemente mahometanos por la poca del esfuerzo cruzado. La
ciudad central y la ms rica de la cadena, la gran marca urbana de Siria, es Damasco. Si
los primeros Cruzados hubieran tenido suficientes hombres como para tomar Damasco,
su esfuerzo hubiera sido permanentemente exitoso. Pero sus fuerzas no alcanzaron para
ello; apenas si pudieron mantener la costa martima de Palestina hasta el Jordn y an
as lo consiguieron con la ayuda de inmensas fortificaciones.
Exista una buena cantidad de comercio con Europa, pero no un suficiente reclutamiento
de fuerzas, y la consecuencia fue que el vasto mar mahometano que rodeaba a las
posiciones de los Cruzados comenz a infiltrarse y a debilitar las posiciones cristianas.
El primer signo de lo que sobrevendra se produjo menos de medio siglo despus de la
primera conquista de Jerusaln con la cada de Edessa (la capital de la regin Noreste de
la federacin cruzada, el Estado ms expuesto a un ataque).
Fue el primer revs serio y produjo una gran excitacin en el Oeste cristiano. Los reyes
de Francia e Inglaterra partieron con grandes ejrcitos para restaurar la posicin
cristiana, y esta vez fueron en pos de la clave estratgica de todo el pas: Damasco. Pero
fracasaron en tomarla y, cuando los hombres navegaron de regreso, la posicin de los
Cruzados en Siria era tan peligrosa como lo haba sido antes. Tenan la garanta de otra
concesin de precaria seguridad mientras el mundo mahometano permaneciese dividido
en dos cuerpos rivales, pero era evidente que, si surga un lder capaz de unificar el
poder mahometano en sus manos, las pequeas guarniciones cristianas estaban perdidas.
Y eso fue exactamente lo que pas. Salah-ed-Din, a quien conocemos como Saladino
un militar de genio, hijo del gobernador de Damasco se hizo gradualmente de todo el
poder mahometano en el Cercano Oriente. Se convirti en el soberano de Egipto y de
todas las poblaciones a la vera del desierto, y cuando march al ataque con sus fuerzas
unificadas, el cuerpo remanente de los cristianos de Siria ya no tuvo ninguna posibilidad
de xito. Con todo, se reunieron en buen orden retirando a todo hombre disponible de
las guarniciones estacionadas en los castillos y formaron una fuerza mvil que intent
aliviar el sitio al castillo de Tiberades, sobre el Mar de Galilea. El ejrcito cristiano se
hallaba acercndose a Tiberades habiendo llegado a la ladera montaosa de Hattin
aproximadamente a un da de marcha del objetivo cuando fue atacado y destruido por
Saladino.
Al desastre que ocurri en el verano de 1187 le sigui el colapso de casi toda la colonia
militar en Siria y la Tierra Santa. Saladino conquist poblacin tras poblacin, excepto
uno o dos puntos sobre la costa del mar que seguiran en manos cristianas por ms de
una generacin. Pero el Reino de Jerusaln, el reinado feudal cristiano que haba
recuperado y mantenido los Lugares Sagrados, se perdi. Todos los grandes lderes, el
Rey de Inglaterra, Ricardo Plantageneta, el Rey de Francia y el Emperador,
comandando conjuntamente un gran ejrcito de primer nivel mayormente germano en
su reclutamiento partieron para recuperar lo perdido. Pero fracasaron. Consiguieron
tomar uno o dos puntos ms sobre la costa, pero nunca recuperaron a Jerusaln y nunca
restablecieron el anterior reino cristiano.
De este modo termin una serie de tres inmensos duelos entre la Cristiandad y el Islam.
El Islam haba vencido.
Si la fuerza remanente de los Cruzados despus de la primera expedicin hubiese sido
un poco ms numerosa, si hubiesen tomado Damasco y la cadena de poblados a la vera
del desierto, toda la Historia del mundo hubiera sido diferente. El mundo del Islam
hubiera quedado cortado en dos, con el Este incapacitado para unirse con el Oeste.
Probablemente nosotros, los europeos, hubiramos reconquistado el Norte de frica y a
Egipto sin duda hubiramos salvado a Constantinopla y el mahometanismo hubiera
sobrevivido como una religin oriental rechazada ms all de las antiguas fronteras del
Imperio Romano. Tal como sucedieron las cosas, el mahometanismo no slo sobrevivi
sino que se hizo ms fuerte. Por cierto que lentamente fue expulsado de Espaa y de las
islas orientales del Mediterrneo, pero mantuvo su control sobre todo el Norte de
frica, Siria, Palestina, Asia Menor y de all sigui avanzando para conquistar los
Balcanes y Grecia, invadi Hungra y en dos oportunidades amenaz con arrollar
Alemania y llegar otra vez a Francia, esta vez desde el Este, para terminar con nuestra
civilizacin. Una de las razones por las cuales ocurri el quiebre de la Cristiandad y la
Reforma fue el hecho de que la presin mahometana contra el Emperador alemn le dio
a los prncipes y a las ciudades alemanas la oportunidad de rebelarse y comenzar a
establecer iglesias protestantes en sus dominios.
De una forma u otra, hubo muchas otras expediciones subsiguientes contra el Turco que
tambin se denominaron como Cruzadas y la idea subsisti hasta el mismo fin de la
Edad Media. Pero no se produjo la recuperacin de Siria ni el repliegue de los
musulmanes.
Entretanto, la primera Cruzada haba trado tantas experiencias nuevas a Europa
Occidental que la cultura se desarroll muy rpidamente y produjo la magnfica
arquitectura, la elevada filosofa y la estructura social de la Edad Media. se fue el
beneficio real de las Cruzadas. Fracasaron en el campo de batalla pero forjaron a la
Europa moderna. Sin embargo, lo hicieron a costa de la vieja idea de la unidad cristiana.
Con una civilizacin material en aumento, comenzaron a formarse las modernas
naciones. La Cristiandad todava se mantuvo unida, pero los lazos se aflojaron. Al final
vino la tormenta de la Reforma; la Cristiandad se parti, las diferentes naciones y sus
prncipes alegaron ser independientes de todo control comn como el que haba
asegurado la posicin moral del papado, y nos deslizamos por ese tobogn que al final
termin en la matanza indiscriminada de la guerra moderna que puede llegar a ser la
ruina de toda nuestra civilizacin. Napolen Bonaparte lo formul muy bien: Toda
guerra en Europa es, en realidad, una guerra civil.Eso es algo profundamente cierto.
Por su naturaleza, la Europa Cristiana es y debera ser indivisa; pero ha olvidado su
naturaleza al olvidarse de su religin.
La penltima cuestin en nuestra apreciacin del gran ataque mahometano a la Iglesia
Catlica y a la civilizacin que sta haba creado, se refiere al repentino esfuerzo final y
a la subsiguiente rpida declinacin del poder poltico mahometano justo despus de
haber llegado a su culminacin. En relacin con lo tratado y que expondr despus, la
ltima es la muy importante y casi desestimada cuestin de la posibilidad del
resurgimiento del poder mahometano en el mundo moderno.
Si recapitulamos los destinos del Islam despus de su xito en rechazar a los Cruzados,
restaurar su dominio sobre el Este y confirmar su creciente control sobre la mitad de lo
que alguna vez haba sido una Cristiandad grecorromana unida, veremos que el Islam
comenz a transitar por dos destinos completamente diferentes y hasta contradictorios:
mientras perda gradualmente su control sobre Europa Occidental lo fue aumentando
sobre Europa Sudoriental.
Ya antes de que se lanzaran las Cruzadas haba sido rechazado hasta mitad de camino
entre los Pirineos y el Estrecho de Gibraltar y en los siguientes cuatro a cinco siglos
qued condenado a perder cada centmetro del territorio que haba gobernado en la
Pennsula Ibrica, en lo que hoy es Espaa y Portugal.
Europa Occidental continental (y hasta las islas que le pertenecen) fueron liberadas de la
influencia mahometana durante los ltimos siglos de la Edad Media, es decir: entre el
Siglo XII y XV.
Y esto ocurri porque los mahometanos de Occidente, esto es: de aquello que entonces
se llamaba Barbaria y que ahora es el frica francesa e italiana, {[10]} quedaron
polticamente separados de la gran mayora del mundo mahometano que se hallaba en el
Este.
Entre Egipto y los Estados barbarios (en lo que hoy llamamos Tnez, Argelia y
Marruecos) , el desierto presentaba una barrera difcil de cruzar. El Oeste era menos
rido entonces de lo que es hoy, con los italianos tratando de revivir su prosperidad.
Pero las amplias franjas de arena y grava, con muy poca agua, siempre hicieron de esta
barrera entre Egipto y Occidente una disuasin y un obstculo. Con todo, an ms
importante que esta barrera fue la disociacin gradual entre los mahometanos
occidentales del Norte de frica y la masa mahometana del Este. Por cierto que la
religin permaneci siendo la misma, al igual que los hbitos sociales y todo lo dems.
El mahometanismo del Norte de frica sigui perteneciendo al mismo mundo unificado
que el mahometanismo de Siria, Asia y Egipto del mismo modo en que, durante mucho
tiempo, la civilizacin cristiana en el Oeste de Europa sigui mantenindose unida con
el mundo de Europa Central y hasta de Europa Oriental. Pero la distancia y el hecho de
que los mahometanos orientales nunca acudieron en su ayuda, hizo que los
mahometanos occidentales del Norte de frica y de Espaa se percibiesen como algo
aparte, polticamente separado de sus hermanos orientales.
A ello debemos agregarle el factor de la distancia y sus efectos sobre el podero
martimo de aquellos das y en aquellas aguas. El Mediterrneo tiene mucho ms de
2.000 millas de largo; el nico perodo del ao en que cualquier combate efectivo poda
tener lugar sobre sus aguas bajo condiciones medievales era a fines de primavera, el
verano y principios de otoo, y precisamente durante esos cinco meses del ao, los
nicos en que las personas podan usar el Mediterrneo para las grandes expediciones,
las operaciones militares ofensivas se hallaban trabadas por grandes calmas. Es cierto
que stas eran contrarrestadas por galeras de muchos remos a fin de hacer depender las
flotas del viento lo menos posible, pero an as las distancias de esa clase hicieron
difcil la unidad de accin.
En consecuencia, los mahometanos del Norte de frica, al no estar apoyados
martimamente por la riqueza y por el nmero de sus hermanos de los puertos de Asia
Menor, de Siria y de la desembocadura del Nilo, perdieron gradualmente el control de
las comunicaciones martimas. Perdieron por lo tanto las islas occidentales, Sicilia,
Crcega y Cerdea, las Baleares y hasta Malta justo en el mismo momento en que
capturaban triunfantes las islas orientales en el Mar Egeo. El nico poder martimo que
les qued a los mahometanos en Occidente fue la activa piratera de los marinos
argelinos operando desde las lagunas de Tnez y la medianamente protegida baha de
Argelia. (La palabra Argelia viene de la palabra rabe que significa islas. No hubo
all un puerto propiamente dicho antes de la conquista francesa de hace cien aos atrs
sino lugares de anclaje parcialmente protegidos por una serie de rocas e islotes). Estos
piratas continuaron siendo una amenaza incluso hasta el Siglo XVII. Es interesante
mencionar que el llamado a oracin mahometano fue escuchado en las costas de Irlanda
del Sur en vida de Oliver Cromwell ya que los piratas argelinos corretearon por todos
lados, no slo en el Mediterrneo occidental sino a lo largo de las costas del Atlntico,
desde el Estrecho de Gibraltar hasta el Canal de la Mancha. Ya no tenan la capacidad de
conquistar, pero podan saquear y tomar prisioneros para exigir su rescate.
Mientras del lado occidental de Europa los mahometanos estaban siendo rechazados
hacia el frica, exactamente lo opuesto estaba sucediendo del lado oriental. Despus
del fracaso de las Cruzadas, los mahometanos se fortificaron en el Asia Menor y
comenzaron aqul largo martilleo sobre Constantinopla que al final tuvo xito.
Constantinopla fue, por lejos, la capital ms rica y ms grande del Mundo Antiguo; era
el antiguo centro de la civilizacin griega y romana y an despus de haber perdido todo
poder directo sobre Italia y an ms sobre Francia, continu siendo admirada como el
grandioso monumento del pasado romano. El Emperador de Constantinopla era el
descendiente directo de los Csares. Desde el punto de vista militar, esta poderosa
ciudad, sostenida por grandes masas de impuestos y por un ejrcito fuertemente
estructurado y disciplinado, constitua el bastin de la Cristiandad. Mientras
Constantinopla se mantuvo como ciudad cristiana, mientras la misa se continu
celebrando en Santa Sofa, las puertas de Europa permanecieron cerradas para el Islam.
Constantinopla cay en vida de la misma generacin que asisti a la expulsin del
ltimo gobierno mahometano del Sur de Espaa. Los hombres que en su madurez
marcharon y tomaron Granada con los ejrcitos victoriosos de Isabel la Catlica podan
perda todo su vigor poltico y militar. Despus de la Gran Guerra (1 Guerra Mundial
N. del T.) lo que quedaba del poder mahometano, an en el Asia Anterior, se salv
solamente por las violentas peleas que se dieron entre los Aliados.
Incluso Siria y Palestina quedaron repartidas entre Francia e Inglaterra. La Mesopotamia
cay bajo el control de Inglaterra y no qued nada de la amenaza del poder islmico, a
pesar de que continuaba atrincherado en el Asia Menor y mantena una especie de
precario dominio slo sobre la ciudad de Constantinopla. Los mahometanos perdieron el
control del Mediterrneo, perdieron todos sus territorios europeos, perdieron el control
total del frica. El gran duelo entre el Islam y la Cristiandad pareci, por fin, haberse
decidido en nuestros propios das.
A qu obedeci este colapso? Nunca me han dado una respuesta a esta pregunta. No
hubo una desintegracin moral desde adentro; no hubo un colapso intelectual; si alguien
habla hoy con un estudiante egipcio o sirio sobre cualquier tema filosfico o cientfico
que haya estudiado, hallar que es igual a cualquier europeo. Si el Islam hoy no tiene
una ciencia fsica aplicada a ninguno de sus problemas, en cuanto a armas y
comunicaciones, es porque aparentemente ha cesado de ser parte de nuestro mundo y
decididamente se ha quedado atrs respecto del mismo. De cada docena de
mahometanos que viven en el mundo actual, once son en realidad sbditos de una
potencia occidental (Escrito en 1936 N. del T.). Parecera ser, repito, que el gran duelo
est definido.
Pero podemos estar seguros de que ha terminado as? Lo dudo muchsimo. Siempre me
ha parecido posible, y hasta probable, que habra una resurreccin del Islam y que
nuestros hijos y nietos vern la renovacin de ese tremendo conflicto entre la cultura
cristiana y lo que ha sido por ms de mil aos su mayor oponente.
Pasar ahora a considerar por qu esta conviccin debera haber surgido en las mentes
de ciertos observadores y viajeros tales como yo mismo. La pregunta de No podr el
Islam resurgir? es, por cierto, una pregunta vital.
En cierto sentido la pregunta ya est contestada porque el Islam nunca desapareci.
Sigue dominando la constante lealtad y la incuestionada adhesin de todos los millones
que viven entre el Atlntico y el Indo, y an ms all en las comunidades diseminadas
por el Asia Interior. Pero la pregunta la hago en el sentido de: No regresar quizs el
poder temporal del Islam y con l la amenaza de un mundo mahometano armado que se
sacudir de encima la dominacin de los europeos todava nominalmente cristianos
para reaparecer otra vez como el principal enemigo de nuestra civilizacin? El futuro
viene siempre como una sorpresa pero la sabidura poltica consiste en tratar de lograr al
menos un juicio parcial de en qu consistir esa sorpresa. Y, por mi parte, no puedo sino
creer que una de las cosas inesperadas del futuro es el regreso del Islam. Desde el
momento en que la religin se halla en la raz de todos los movimientos polticos y de
todos los cambios, y desde el momento en que tenemos aqu una religin muy grande,
fsicamente paralizada pero intensamente activa en lo moral, estamos en presencia de un
equilibrio inestable que no puede permanecer siendo inestable en forma permanente.
Examinemos, pues, la posicin.
A lo largo de estas pginas he sealado que la cualidad particular del mahometanismo,
considerado como una hereja, es su vitalidad. Como nico caso entre todas las grandes
El fruto final de esta tenacidad el segundo perodo del poder islmico puede ser
demorado; pero dudo que pueda ser permanentemente diferido.
En la civilizacin mahometana misma no hay nada que sea hostil al desarrollo del
conocimiento cientfico o a la aptitud mecnica. He visto buenos trabajos de artillera en
manos de estudiantes mahometanos de dicha arma; he visto a mahometanos llevar a
cabo algunos de los mejores trabajos de conduccin y de mantenimiento en el rea del
transporte mecnico terrestre. No hay nada inherente al mahometanismo que lo
incapacite para la ciencia moderna o para la guerra moderna. De hecho, ni vale la pena
discutir la cuestin. Debera ser evidente para cualquiera que haya estudiado a la cultura
mahometana en funcionamiento. Esa cultura slo se ha quedado atrs en la cuestin de
aplicaciones materiales; no hay ninguna razn en absoluto por la cual no podra
aprender su nueva leccin y convertirse en un igual a nosotros en todas aquellas cosas
temporales que son las nicas que nos otorgan una superioridad sobre ella mientras
que en la fe somos nosotros los que nos hemos quedado atrs.
Las personas que dudan de esto se dejan engaar por una serie de indicios provenientes
del pasado inmediato. Por ejemplo, durante el Siglo XIX fue comn decir que el
mahometanismo haba perdido su poder poltico por su doctrina del fatalismo. Pero
sucede que esa doctrina estuvo en pleno vigor cuando el poder mahometano se hallaba
en su punto ms alto. Si vamos al caso, el mahometanismo no es ms fatalista que el
calvinismo; las dos herejas se condicen exactamente en su exagerada insistencia sobre
la inmutabilidad de los decretos divinos.
Hubo otra interpretacin, ms inteligente, formulada durante el Siglo XIX. Segn la
misma, la declinacin del Islam habra sido ocasionada por el fatal hbito de sus
perpetuos divisionismos civiles; por la divisin y el cambio de la autoridad poltica
entre los mahometanos. Pero esta debilidad estuvo presente entre ellos desde el mismo
principio; es inherente a la propia naturaleza del temperamento rabe del cual partieron.
Una y otra vez este individualismo, esta tendencia fispara, los ha debilitado en forma
grave. Y sin embargo, una y otra vez se han unido sbitamente bajo un lder y han
obtenido los mayores logros.
Es bastante probable que en estas condiciones con la unidad dada por un lder el
regreso del Islam pueda producirse. Ese lder an no existe, pero el entusiasmo puede
producir uno y hay suficientes seales en el cielo poltico de hoy da en cuanto a qu
podemos esperar de la revuelta del Islam en alguna fecha futura y quizs no tan lejana.
Despus de la Gran Guerra el poder turco fue restaurado por un hombre as. Otro
hombre en Arabia, de un modo igualmente sbito, se afianz y destruy todos los planes
elaborados para incorporar esa parte del mundo mahometano a la esfera inglesa. Siria,
que es el eslabn de conexin, la bisagra y el pivote de todo el mundo musulmn, est
dividida, sobre el mapa y superficialmente, entre un mandato ingls y otro francs; pero
ambos poderes intrigan el uno contra el otro y son igualmente detestados por sus
sbditos mahometanos quienes se mantienen sojuzgados precariamente slo por la
fuerza. Ha habido derramamientos de sangre bajo el mandato francs y se repetirn
{[11]}; mientras que bajo el mandato britnico la imposicin forzada de una colonia
juda extranjera sobre Palestina ha puesto al rojo vivo la animosidad de la poblacin
rabe nativa. Paralelamente una propaganda bolchevique subterrnea y ubicua est
zona con sus propias comunidades. An as, mucho de estas fantasas sobrevive, por
supuesto que con mayor fuerza en Oxford y en Cambridge. {[12]}
*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*
Contina en Captulo 5
Notas
[1] )- La palabra hereja se deriva del verbo griego haireo que al principio signific
yo tomo o yo apreso y despus vino a significar yo extraigo.
[2] )- 1. Por una discusin de la fecha de Crucifixin, Resurreccin y Pentecosts debo
referir mis lectores al trabajo claro y erudito del Dr. Arendzen Men and Manners in the
time of Christ (Sheed and Ward). De las pruebas que han sido exhaustivamente
examinadas queda claro que la fecha no es anterior al ao 29 DC y posiblemente sea en
algunos aos posterior, siendo la ms amplia y tradicionalmente aceptada la del ao 33
DC.
[3] )- La Orden de Orange (en ingls Orange Order) es una organizacin de fraternidad
protestante, que opera en el Reino Unido y la Repblica de Irlanda. De carcter
conservador, aboga por defender la pertenencia de Irlanda a la Corona Britnica. Se
fund en 1785 como respuesta a los primeros avances del nacionalismo irlands, que
haba logrado ya representacin en las cmaras de Londres y que haba impulsado
algunas tentativas secesionistas. En Irlanda del Norte se la asocia con el Partido
Unionista del Ulster (Ulster Unionist Party), aunque muchos de sus miembros
pertenecen al Partido Unionista Democrtico (Democratic Unionist Party). Las
actividades de la Orden de Orange son, por lo general, polmicas y se consideran
anticatlicas. (N. del T.)
[4] )- No es fcil establecer el momento exacto despus del cual la religin oficial del
Estado Romano, o an el Imperio, es cristiano. La victoria de Constantino en el puente
Milvio ocurri en el otoo del ao 312. El Edicto de Milan, promulgado por l y por
Licinio, y por el cual se tolera la prctica del cristianismo en todo el Imperio, es de
principios del ao siguiente, 313. Cuando Constantino se convirti en el nico
emperador, pronto vivi como un catecmeno de la Iglesia Cristiana pero, no obstante,
continu siendo la autoridad suprema de la antigua organizacin pagana en calidad de
Pontifex Maximus. No se bautiz sino en vsperas de su muerte, en 337 y, a pesar de
que convoc y presidi reuniones de obispos cristianos, stos siguieron siendo un
cuerpo independiente en una sociedad mayormente pagana. El propio hijo y sucesor de
Constantino simpatiz con el antiguo paganismo moribundo. El Senado no cambi por
toda una generacin. Para la destruccin oficial activa del agonizante culto pagano los
hombres tuvieron que esperar a Teodosio, bien al final de ese siglo. Todo el proceso
abarca una larga vida humana entera: ms de ochenta aos.
[5] )- Fue la famosa guerra por una letra. La letra i . Los seguidores de Arrio
utilizaron la palabra homoiusius para indicar que Cristo haba sido semejante a Dios
mientras que la ortodoxia empleaba el trmino homousius para indicar de la misma
naturaleza que Dios. Siendo usia un concepto que significa sustancia, los herejes
afirmaban que Cristo haba sido de una sustancia semejante pero no de la misma
sustancia que Dios. (N. del T.)
[6] )- El autor se refiere, obviamente, a la Primera Guerra Mundial. (N. del T.)
[7] )- Fue basndose sobre este hecho que ciertos escritores franceses opuestos a la
Iglesia dedujeron ese enorme desacierto que la Inmaculada Concepcin nos habra
llegado de fuentes mahometanas. Gibbon, por supuesto, copia a sus maestros en esto
como siempre lo hace y repite el absurdo en su Decadencia y Cada.
[8] )- Tngase presente, por supuesto, que el autor escribe en la primera mitad del Siglo
XX. (N. del T.)
[9] )- En realidad, ambas veces Europa se salv ms por la muerte del caudillo de los
invasores que por la derrota de sus ejrcitos. En la batalla de los Campos Catalunicos
Atila no fue derrotado sino apenas obligado a retroceder. Prueba de ello es que, al ao
siguiente, arras Aquilea y oblig a Valentiniano a huir de Rvena. Se retir solamente
luego de entrevistarse con el papa Len I. Dos aos ms tarde, en el 453 Atila mora y
su imperio se desmembraba por las disputas entre sus sucesores.
Con los mongoles pas algo similar. En 1241, la muerte de Ugedei Khan (el tercer hijo
de Gengis Khan) paraliz el avance mongol sobre Europa. Los mongoles volvieron al
Este a disputar la sucesin de su Imperio. (N. del T.)
[10] )- Lo era cuando el autor escribi este libro (N. del T.)
[11] )- Escrito en Marzo de 1936.
[12] )- Quizs vale la pena resaltar una vez ms que esta evaluacin sobre el Islam fue
escrita por Hilaire Belloc en Marzo de 1936! (N. del E.)
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