Gramsci Un Comunista Revolucionario
Gramsci Un Comunista Revolucionario
Gramsci Un Comunista Revolucionario
UN COMUNISTA REVOLUCIONARIO
DIGNO DE AMOR
Una aproximación a la lectura de
Manuel Sacristán de la obra de
Antonio Gramsci.
1
Para los amigos y camaradas de
Espai Marx.
2
(...) Hay un orden inmanente al espantoso desorden
actul, un orden que, una vez organizado, regenerará
la sociedad de los hombres...
Antonio Gramsci LON 118
1
Debo la cita a Gustavo Duch
3
ÍNDICE
Presentación.
2. Trabajos gramscianos.
3. Paradojas de clásicos
9. Práctica y filosofía
Apostilla
Bibliografía
4
Anexo VI. Entrevista con Diario de Barcelona.
5
Presentación
2
Antonio Gramsci, Cartas a Yulca. Crítica, Barcelona, 1989. Prólogo y traducción
castellana de Francisco Fernández Buey.
6
trabajo exquisito de Domingo Curto. Su propia presentación y
edición están a la altura, no hay exageración en mis palabras,
del texto que trascribió con mimo: El orden y el tiempo, un
trabajo que, en mi opinión, es modélico no sólo por la forma en
que Sacristán nos habla de la vida y escritos de Gramsci sino
porque, en sí mismo, en su desarrollo, es un modelo de
aproximación a la obra de un autor comprometido políticamente
con su tiempo y con los ciudadanos más desfavorecidos.
No es casualidad que José L. Moreno Pestaña haya abierto
su reciente ensayo sobre de Jesús Ibáñez3 con una cita de este
ensayo sacristaniano. La siguiente:
La clave de la comprensión de los escritos y el hacer de
Gramsci, en su variedad y en sus contradicciones, no es, pues
la biografía individual, pero sí la totalización quasi-biográfica de
numerosos momentos objetivos y subjetivos en el fragmento de
historia de Italia, historia de Europa e historia del movimiento
obrero cuyo “anudamiento” bajo una consciencia esforzada
pudrió el “centro” que fue Antonio Gramsci. En la organicidad
de esa vida así entendida -no como oscura intimidad aislada,
sino como línea recorrida por el “centro de anudamiento” de
innumerables referencias objetivas- el preso, derrotado y
moribundo Gramsci consideró no sólo resueltas, sino incluso
salvadas las contradicciones, los sufrimientos, las catástrofes
de su existencia. Lo ha hecho así implícitamente en sus
múltiples negativas a capitular pidiendo gracia a Mussolini, a
pesar de su grave estado; y lo había dicho antes
explícitamente, añadiendo incluso una explicación, a su
autoafirmación moral: la salvación por el “instinto de la
rebelión”.
7
Los anexos, con textos, anotaciones y resúmenes del
propio Sacristán en su mayor parte, complementan mi
aproximación. Acaso sean, creo que lo son, escritos de interés,
muchos de ellos directamente relacionadas con el tema, otros,
algo más alejados, pero en ningún caso son páginas
insustantivas.
8
1. Gramsci como clásico
9
privada suya.
Esto era lo esencial para Sacristán. Y añadía: en la obra del
revolucionario sardo había desde luego un valioso esfuerzo por
fundar el pensamiento y la práctica emancipatorios en la
realidad del capitalismo pleno, del capitalismo con base propia.
Pero, suponiendo que la palabra "eurocomunista" quiera
decir algo preciso y que ese algo sea afirmación de una vía
parlamentaria hasta otra sociedad y recusación del concepto de
dictadura del proletariado, se puede indicar que Gramsci no ha
creído nunca que la superación de la sociedad capitalista se
pudiera conseguir por vía no revolucionaria ni, en particular, por
vía parlamentaria: para él, todo lo que llamaba guerra de
posiciones era preparación de una fase inevitable de asalto
(inevitable para que haya revolución social, la cual por su parte,
ha sido perfectamente evitable hasta el momento). Tampoco ha
pensado que fuera evitable el régimen de liquidación coactiva
de la propiedad burguesa al que la tradición marxista llama
dictadura del proletariado.
5
M. Sacristán, “El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia”. Sobre Marx y
marxismo, Icaria, Barcelona, p. 320. Francisco Fernández Buey, Toni Doménech,
entre otros, han llamado la atención sobre la originalidad y rigurosidad de este trabajo
epistemológico. La trascripción del interesante coloquio que siguió a la conferencia
puede verse en M. Sacristán, Escritos sobre El Capital (y textos afines). El Viejo Topo,
Barcelona, 2004, y en M. Sacristán, Sobre dialéctica, Montesinos, Barcelona (en
prensa).
6
M. Sacristán en “La tarea de Engels en el Anti-Dühring”, Ibidem, pp. 46-47:
10
Por regla general, un clásico -por ejemplo, Euclides- no es,
para los hombres que cultivan su misma ciencia, más que una
fuente de inspiración que define, con mayor o menor claridad,
las motivaciones básicas de su pensamiento. Pero los clásicos
del movimiento obrero han definido, además de unas
motivaciones intelectuales básicas, los fundamentos de la
práctica de aquel movimiento, sus objetivos generales. Los
clásicos del marxismo son clásicos de una concepción del
mundo, no de una teoría científico-positiva especial. Esto tiene
como consecuencia una relación de adhesión militante entre el
movimiento obrero y sus clásicos. Dada esta relación necesaria,
es bastante natural que la perezosa tendencia a no ser crítico, a
no preocuparse más que de la propia seguridad moral, práctica,
se imponga frecuentemente en la lectura de estos clásicos,
consagrando injustamente cualquier estado histórico de su
teoría con la misma intangibilidad que tienen para un
movimiento político-social los objetivos programáticos que lo
definen. Si a esto se suma que la lucha contra el marxismo
-desde afuera y desde dentro del movimiento obrero, por lo que
suele llamarse “revisionismo”- mezcla a su vez, por razones
muy fáciles de entender, la crítica de desarrollos teóricos más o
menos caducados con la traición a los objetivos del
movimiento, se comprende sin más por qué una lectura
perezosa y dogmática de los clásicos del marxismo ha tenido
hasta ahora la partida fácil. Y la partida fácil se convirtió en
partida ganada por la simultánea coincidencia de las
necesidades de divulgación -siempre simplificadora- con el
estrecho aparato montado por Zdhanov y Stalin para la
organización de la cultura marxista...
11
2. Trabajos gramscianos
12
mayo de 1985: “El undécimo cuaderno de Gramsci en la cárcel“,
presentación de la traducción castellana de Miguel Candel de
Antonio Gramsci, Introducción al estudio de la filosofía.
Barcelona: Crítica, 198512.
Después del fallecimiento de Sacristán, Albert Domingo
Curto transcribió, editó y presentó la introducción interrumpida
de su Antología para Siglo XXI con el título El Orden y el
Tiempo13. Es necesario destacar el magnífico trabajo realizado
por el editor del manuscrito de Sacristán, así como el
documentado texto que abre su edición: “A modo de
presentación”, páginas 9-4414.
Hay además en tres entrevistas a Sacristán interesantes
aproximaciones a la obra de Gramsci: en la de 1977, para Diario
de Barcelona: “Gramsci es un clásico, no es una moda”; en la de
1979 para El Viejo Topo, editada póstumamente, realizada por
Jordi Guiu y Antoni Munné15 y en la de 1979 para Nous
Horitzons16 donde Sacristán daba cuenta, como se indicó, de la
importancia de las propuestas gramscianas en el consejo de
redacción de la revista.
En el fondo de Reserva de la Biblioteca Central de la
Universidad de Barcelona, puede consultarse igualmente un
cuaderno “Gramsci” que contiene interesantes anotaciones de
lectura sobre la mayoría de los escritos del autor italiano
editados en los años sesenta17, al igual que el esquema
detallado de una conferencia de mayo de 1977, impartida en la
Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Barcelona
con ocasión de la conmemoración del XL aniversario de su
muerte18.
En uno de estos cuadernos allí depositados, puede verse
una nota autobiográfica de Sacristán de finales de los sesenta
en la que se lee:
Durante un cierto tiempo, la vida de mis rentas científicas
fue soportable porque, gracias a la ausencia de perplejidad
histórica, o sea, gracias a la convicción de estar reflejando
realidad, me era al menos posible conseguir formulaciones
12
Reimpresa en Pacifismo, ecología y política alternativa. Barcelona: Icaria 1987,
edición de Juan-Ramón Capella, pp. 184-206.
13
Editado por Trotta en 1998. En Reserva de la Biblioteca Central de la Universidad de
Barcelona, fondo Sacristán, se conservan materiales preparatorios y notas de lectura.
14
Una breve antología de textos de Sacristán puede verse en el anexo II.
15
Ambas han sido recogidas en el volumen De la primavera de Praga al marxismo
ecologista. Entrevistas con Manuel Sacristán Luzón, Los Libros de la Catarata, Madrid
2004, pp. 81-90 y 91-114, respectivamente (edición de Francisco Fernández Buey y
de Salvador López Arnal)
16
Ahora recogida en Intervenciones políticas, op. cit, pp. 280-283.
17
Pueden verse algunos de ellos en los anexos III y IV
18
Véase anexo V.
13
generales que implicaban un programa o un objetivo político-
cultural y de política filosófica. Una pieza típica de esa situación
es el prólogo al Anti-Dühring. Años antes lo había sido el
prólogo a Revolución en España. El mismo prólogo al Heine
tiene ese elemento (M. S., profesión traductor19, prologuista). El
estudio de Gramsci empezó todavía dentro de esa constelación.
Pero es posible que durante ese estudio empezara a
desarrollárseme la perplejidad deprimente sobre el destino del
movimiento socialista.
14
dos cosas siguientes: 1. Dirigir la lucha popular contra el
régimen; 2. hacerlo de tal modo que, basándonos en el papel
de clase ya no sólo dirigente, sino universal, que hoy tiene la
clase obrera, quede claro que nuestra perspectiva es la de la
nación, una perspectiva capaz de recoger los núcleos
principales de las clases situadas fuera de la capa monopolista.
Esta política impone una táctica basada en el reconocimiento
sin temores de las peculiaridades de aliados que son al mismo
tiempo adversarios y hasta enemigos (...) Si de verdad -y no
sólo de boquilla- nos presentamos como la fuerza hegemónica
de la revolución democrática española, hemos de ser capaces
de dar cabida bajo nuestra dirección global a esos aliados-
adversarios tal como ellos son. La burguesía, más
acostumbrada a la hegemonía, nos sigue dando lecciones en
esto: cuando Banca Catalana [presidida en aquellos años por la
familia Pujol, grupo bancario posteriormente absorbido por el
BBVA] lanza su proyecto de Instituto o Academia no pregunta
qué intelectual es socialista y cual no, llega incluso a
proponerme a mí la presidencia del Instituto. Ella, la clase que
manda desde hace siglos, sabe que cuanto más me coja tal
como soy, tanto más prueba su hegemonía social, tanto más
sólidamente puede pretender que sigue siendo la clase
universal, la clase representante de toda la sociedad.
Es hora de que aprendamos esa lección. (...) Como sabéis
siempre admito que la posibilidad de equivocarme es enorme.
15
3. Paradojas clásicas
16
gran marxólogo italiano responsable de la edición crítica de los
Quaderni, ya señalaba algunas de las aporías que merodeaban
nuestra lectura de obras consideradas clásicas. Si toda
razonable interpretación de un texto exige tener presente ”las
circunstancias” en que se desarrollaron preguntas, inquietudes y
respuestas, cómo era posible entonces hablar de libros y
autores que pueden seguir siendo actuales en cualquier otro
tiempo. Si un clásico, decimos, es un destacado intérprete de su
tiempo, de un tiempo que vivió con intensidad y especial
lucidez, cómo pueden las nuevas generaciones, viviendo
experiencias distantes, o incluso muy alejadas, sacar provecho
de su lectura para los nuevos y muy diferentes retos a los que
se enfrentan. ¿No es un mero sinsentido hablar de clásicos
imperecederos de la filosofía política cuando el mundo en el que
estamos inmersos es otro mundo, con coordenadas muy
distintas, con sistemas de referencia impensables hace décadas,
en ruptura radical con experiencias que vertebraron
generaciones de activistas, militantes y estudiosos, donde
incluso el lenguaje ha cambiado sustancialmente y ha orillado
gran parte de aquel antiguo y usual decir? Las, en aquel
entonces, densamente cultivadas escuelas, grupos,
“grupúsculos”, tendencias y colectivos políticos emancipatorios,
¿no nos recuerdan más bien ahora a individuos de otros
sistemas planetarios, senderistas de cosmovisiones
incomprensibles apenas transitadas, seres marginados o incluso
aniquilados por una Historia que, paradoja de paradojas, ellos
mismos quiméricamente aspiran a retornar a una vida y
dirección casi imposibles?
Sea cual sea la unidad que escojamos para medir nuestra
distancia con la historia y el mundo vividos por Gramsci,
también en este caso algunos de los interrogantes anteriores, y
sus derivaciones anexas, resultan pertinentes. Si un libro
clásico, como quería Italo Calvino, es un libro que nunca deja de
decir lo que tiene que decirnos, ¿sigue hoy diciéndonos la obra
de Gramsci aquello que tenía que decirnos? ¿No hemos hecho
con su obra otro monumento al culto desmedido a una
personalidad por lo demás modélica?
Errantes por el insoldable abismo estalinista y por el
marxismo del dogma y la cita excluyente y ridículamente
conclusiva, con aspiraciones cientificistas además, ¿no vimos en
una obra hecha en circunstancias nada fáciles, fragmentaria,
inacabada, con documentación imposible, una salvación teórico-
política que llevaba añadida la coraza protectora del acuerdo
político, de la excelencia del autor, de la militancia modélica? Si
editaron dos volúmenes del Gerratana con el título Investigaciones sobre la historia del
marxismo. Fueron traducidos por Francisco Fernández Buey.
17
la esencia del materialismo es el trabajado y tenaz alejamiento
de todo autoengaño28, ¿no nos deslizamos, nosotros, los más
radicalmente materialistas, por las pantanosas aguas de la
entrega y sublimación acríticas? ¿No caímos reiteradamente en
la trampa, advertida por el propio Gramsci, de forzar los textos,
de hacerles decir mucho más de lo realmente decían para
defender interesadas -y sin duda interesantes- tesis normativas?
¿No hicimos, como agradecidos discípulos platónicos, una
apología irrestricta de nuestro Sócrates sardo? ¿Es posible, era
posible ya entonces, como sugería Gerratana, una lectura
selectiva de los Cuadernos que trazara una nítida y consensuada
línea de demarcación entre lo meramente contingente y
ampliamente superado, y aquellos otros textos, fechados sin
duda, pero que seguían permaneciendo como escritos für ewig,
permitiéndonos un estimulante diálogo cuya letra y melodía no
son las de aquellos años terribles sino nuestras actuales y
urgentes inquietudes en tiempos no menos angustiosos? ¿Será
por ejemplo, como observa Alberto Burgio29 y para utilizar las
propias palabras de Gramsci, que para la comprensión del actual
“retorno a la pura economicidad”, como consecuencia del cual
la política queda inmediatamente “conectada a la economía”,
sigue siéndonos útiles e incluso imprescindibles, los escritos y
categorías del autor de “La revolución contra El Capital”?
Gramsci debe ser restituido en su historia. Es una evidente
torpeza leer a un autor, especialmente en el ámbito de las
humanidades y de la lucha y reflexión políticas, fuera de su
tiempo, en un supuesto diálogo sobre problemas que en su
mayor parte ya no son los suyos. Pero Gerratana hizo notar un
interesante detalle, razonable por lo demás si nos situamos en
coordenadas historiográficas, que no debería olvidarse
tratándose de esta obra. El Gramsci que mayormente cuenta, el
Gramsci de los Cuadernos, es un autor póstumo, “cuya obra ha
entrado en el círculo de la cultura italiana e internacional en una
época distinta de aquella en la que él vivió”30. Sólo pudo ser
publicada cuando la época en la que fue escrita, los sombríos
tiempos del fascismo italiano triunfador, ya habían terminado.
Su edición tardía irrumpía en tiempos que tampoco eran los del
autor. Por otra parte, sugiere también Gerratana, la misma
fragmentariedad e incompletitud de los Cuadernos han
contribuido a hacer de Gramsci un autor clásico, “abierto a
28
Véase una aproximación novedosa, rigurosa, filosóficamente impecable, clara
analíticamente a esta categoría en: Carlos Fernández Liria, El materialismo. Síntesis,
Madrid, 1998.
29
Antonio Burgio, “Para ver el siglo XXI con la lente de Gramsci”. www.sinpermiso.info
30
Valentino Gerratana: “Dialogando con Gramsci (cuestiones de método)“ mientras
tanto, op. cit.
18
interpretaciones distintas puesto que en todo momento el lector
puede instaurar con él un nuevo diálogo”31.
Estas páginas pretenden dar sucinta cuenta de algunas de
las aristas más destacadas del diálogo, ininterrumpido hasta su
fallecimiento32, que otro clásico del marxismo europeo33, Manuel
Sacristán (1925-1985), estableció con Gramsci desde muy
temprano, desde que estudiando lógica y epistemología entre
1954 y 1956 en el Instituto de Lógica Matemática y
Fundamentos de la Ciencia de la Universidad de Münster en
Westfalia (Alemania), conociera y conviviera con el entonces
joven estudiante de lógica Ettore Casari34, y tomara la opción de
combatir en las entonces despobladas y arriesgadas filas del
PSUC-PCE.
Innecesario es recordar la decisiva influencia que también
tuvo en este punto, y en tantos otros 35, Giulia Adinolfi, su
primera esposa, al igual que sus encuentros e intercambios con
la gran hispanista Rosa Rossi y Renzo Lappicirella, amigos y
destacados militantes del Partido Comunista italiano.
31
El apunte de Gerratana tiene sabor de aporía, pero las aporías, lo sabemos desde
Gödel, suelen transcurrir por senderos sorpresivos y con resultados impredecibles.
Véase sobre este punto Enrique Alonso, Sócrates en Viena. Montesinos, Barcelona,
2007.
32
El último escrito largo de Sacristán fue, precisamente, la presentación del undécimo
cuaderno de la cárcel traducido por su discípulo y amigo Miguel Candel. Reimpreso en
Pacifismo, ecología y política alternativa, op cit. Es el escrito que cierra el volumen.
33
No creo exagerada la afirmación e incluso me atrevo a sugerir, sin poder precisar
más, la posibilidad de un mayor reconocimiento de su obra en los próximos años.
34
Véanse las declaraciones del gran lógico italiano en “Integral Sacistán”, El Viejo
Topo, Barcelona, 2006, ocho documentales sobre la vida y obra de Sacristán dirigidos
por Xavier Juncosa (concretamente, el documental “Sacristán filósofo”).
35
Véanse mientras tanto, nº 94 “Dimensiones de una ausencia. Memoria de Gilia
Adinolfi” y Albert Domingo Curto: “Giulia, relato de una pasión truncada”. En: Del
pensar, del vivir, del hacer. Integral Sacristán, El Viejo Topo, Barcelona, 2006.
19
4. Clásicos en los depósitos de coches
36
Documentos, cartas y resúmenes de Sacristán están actualmente depositados en
Reserva de la Biblioteca Central de la Universidad de Barcelona, fondo Sacristán. El
esquema de la conferencia, que se guarda en este fondo, se da aquí como anexo V.
37
Ha sido reimpresa en De la primavera de Praga al marxismo ecologista. Entrevistas
con Manuel Sacristán Luzón, op. cit, pp. 81-90. Se da aquí, con alguna anotación, en
el anexo VI.
38
Entre ellos, como decíamos, José M. Laso Prieto, posterior estudioso de la obra de
Gramsci y autor de Introducción al pensamiento de Gramsci, Ayuso, Madrid, 1973
39
Reimpreso en M. Sacristán, Papeles de filosofía. Icaria, Barcelona, 1984. El artículo
20
libros-máquina más presentes en las bibliotecas de nuestro país.
Por el contrario, las dos semanas del ciclo sobre Gramsci en la
Facultad de Geografía e Historia que se habían celebrado
durante mayo de 1977 habían contado con un auditorio “digno
de la lectura de un buen poema: por la cantidad y vitalidad”40.
Explicar ese interés por la obra y vida de Gramsci,
señalaba, exigía una explicación que no fuera de causa única, al
mismo tiempo que elogiaba la actitud que hasta entonces
habían mantenido los comunistas italianos, quienes habían
tenido siempre muy presente la obra gramsciana “quizá porque
contar con un clásico de esa fecundidad en la tradición más
directa de uno es una cosa que da consistencia, identidad”41. En
algunos casos, la adhesión a Gramsci era acuerdo firme con
algunas de sus proposiciones, con sus fructíferas categorías o
con sus reflexiones sobre la necesidad de hegemonía o de
construcción previa de un bloque histórico alternativo; en otros,
la aproximación a su obra estaba directamente relacionada con
su actitud política y sus posiciones ideológicas .
Pero, paradójicamente, Sacristán advertía que existía el
peligro de una dogmatización de las aportaciones del autor
italiano, de lo que inapropiadamente se llamaba la “teoría”
gramsciana. Y era una lástima, se lamentaba, porque Gramsci
era uno de los autores de la tradición marxista que menos se
merecía un tratamiento así. Toda su obra, la hecha y la actuada,
como le gustaba repetir a Sacristán, su método, como entonces
se decía, era apertura al mundo, disponibilidad abierta a la
experiencia en función de unas finalidades políticas reconocidas
explícitamente como tales.
se publicó en la Enciclopedia Espasa Calpe, unos volúmenes de masiva distribución
en los años cincuenta, sesenta y setenta en bibliotecas y centros de estudio
preuniversitarios y universitarios. También, como se indicó, en cárceles de presos
políticos.
40
Los trabajos de crítica literaria de Sacristán pueden consultarse en el cuarto
volumen de sus “Panfletos y Materiales”, Lecturas. Icaria, Barcelona, 1985. En
Reserva de la Biblioteca Central de la UB, fondo Sacristán, se guardan sus trabajos y
lecturas preparatorias de algunos de estos trabajos. Por ejemplo, sus estudios
preparatorios de la presentación, elogiada por Antoni Tàpies, de Poesia rasa. Tria de
llibres de Joan Brossa.
41
. El elogio, obviamente, está fechado. En nota de traductor al artículo antes citado de
Antonio del Burgio (www.sinpermiso.info), Joaquín Miras, un admirable, gramsciano y
republicano discípulo de Sacristán y de Giulia Adinolfi, señalaba: “En una anterior
referencia al mismo, hemos leído el texto de Gramsci en el que éste hace el análisis
en el que desenmascara y denuncia lo que en realidad es el liberalismo. Esta cita,
importante por sí misma, no deja, con todo de tener un significado añadido dentro del
actual debate ideológico italiano. El Instituto Gramsci, que hoy es orgánico del Partido
de los demócratas, ha elaborado en los últimos tiempos una nueva interpretación
manipulada de las ideas de Gramsci. Su actual director Giuseppe Vacca, y todo el
organismo institucional, presentan ahora al gran revolucionario comunista como un
pensador liberal”.
21
Gramsci ha sido, con interesante paradoja, un característico
"filósofo de la práctica" y, al mismo tiempo, el clásico marxista
más capaz de contemplación. Contemplación del mundo
exterior y del interior.
42
Anotaciones de Sacristán sobre La estructura de las revoluciones científicas pueden
verse en http://www.rebelion.org/mostrar.php?tipo=1&id=226. Francisco Fernández
Buey ha llamado la atención sobre esta comparación.
43
Sobre Bujárin, véase anexo VIII.
22
“kuhnismo vulgar” gracias a la práctica de relacionar los varios
campos de la cultura. En este caso, la ciencia y la evolución de
las ideologías o cosmovisiones sociales.
La forma racional, lógicamente coherente, la redondez de
razonamiento que no descuida ningún argumento positivo o
negativo que tenga algún peso, posee su importancia, pero está
muy lejos de ser decisiva: puede serlo de manera subordinada,
cuando la persona en cuestión se halla ya en condiciones de
crisis intelectual, oscila entre lo viejo y lo nuevo, ha perdido la
fe en lo viejo y todavía no se ha decidido por lo nuevo, etc. Otro
tanto se puede decir de la autoridad de los pensadores y
científicos44.
44
M. Sacristán: “Presentación del undécimo cuaderno de la cárcel”. Pacifismo,
ecologismo y política alternativa, op. cit, pp. 184-206.
45
Ibidem, pp. 205-206.
23
5. Aproximación filológica e interpretación
productiva
24
seleccionadas de acuerdo con experiencias, así como por su
generalidad y consistencia, no es muy diferente de la evolución
biológica. Tradición, confirmación de resultados, transmisión de
saber, y renovación, búsqueda de teorías mejores, más
generales, incluso de cambios teóricos profundos. Esa
combinación, señala el galardonado físico estadounidense, es la
esencia de la ciencia. ¿Y no es también, en otro orden de cosas,
la forma en que debería tratarse el legado de los clásicos de una
tradición filosófico-política? Respeto, por una parte, e
indisciplina, por otra, ¿no es ésta la cuestión?
Lateralmente éste fue también uno de los temas tratados
en la que seguramente es una de las intervenciones más
recordadas de Sacristán, la que en noviembre de 1978, con
ocasión de un ciclo de conferencias organizado por el Instituto
Alemán de Cultura en la Fundación Miró de Barcelona 48, impartió
sobre “El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia”49.
En su documentada aproximación epistemológica,
Sacristán defendió la existencia de tres tradiciones filosóficas
del concepto de ciencia –Kritik, Wissenschaft y Science- en la
obra de Marx e insistió, por otra parte, que una cosa era
estudiar y explicar el pensamiento de Marx, y otra distinta era
generar marxismo, cultivar creativamente la tradición, un siglo
después del fallecimiento de Marx50. Él mismo emprendió
entonces, por motivos profesionales, y aunque no fuera esa la
que a él le parecía la tarea esencial de la hora, un estudio
filológico riguroso de cuestiones relacionadas con el legado de
Marx.
Esta misma conferencia sobre su noción de ciencia y su
práctica científica era un ejemplo; el seminario sobre ·”Karl Marx
como sociólogo de ciencia” impartido en la UNAM cuatro años
después, durante el curso 1982-1983, base de una publicación
posterior51, fue otro destacado trabajo de investigación.
48
La Fundació Miró de Barcelona estuvo dirigida durante años por Francesc Vicens,
compañero de Sacristán en la Facultad de Derecho de la UB a finales de los cuarenta
y en el PSUC con quien ya coincidió en el Congreso de 1956. Pueden verse sus
recuerdos sobre su relación con Sacristán en Salvador López Arnal y Pere de la
Fuente (eds), Acerca de Manuel Sacristán, Destino, Barcelona, 1996, y en “Integral
Sacristán”, op. cit.
49
Publicada originalmente en el número 2 de mientras tanto, fue reimpresa en Sobre
Marx y marxismo. op. cit, pp. 332-354. El coloquio de la conferencia, de no menor
interés, puede verse en Manuel Sacristán, Escritos sobre El Capital y textos afines. El
Viejo Topo, Barcelona, 2004.
50
Se cumple ahora el 125 aniversario del fallecimiento de Marx. Para una
aproximación actual a su obra, véase la entrevista entre Antoni Doménech y Carlos
Abel Suárez: “125 aniversario de la muerte de Marx. Entrevista.”·
51
Editado primeramente en México, fue reeditado en el número especial de 1983 que
mientras tanto dedicó al primer centenario del fallecimiento de Marx. Puede verse
25
Muchas cosas, todas tal vez, matizaba Sacristán, que
enseñaban Louis Althusser y Lucio Colletti52, dos de los autores
marxistas más leídos y citados en las décadas de los sesenta y
setenta, se estudiaban en su opinión más provechosamente
como pensamiento propio de tradición marxista que como
pensamiento marxiano. Por lo demás, proseguía, esta confusión
entre el tratamiento filológico de un clásico y la continuación
productiva de su legado era frecuente en las tradiciones en cuya
cabeza había un clásico que lo era no sólo en el sentido de
paradigma de pensamiento teórico sino también en el de
inspirador moral, práctico, político.
Catorce años antes, en 1964, como se apuntó, había hecho
Sacristán una observación similar al prologar su traducción de
un conocido texto de Engels, del Anti-Dühring53. Por regla
general, un clásico, Engels era un ejemplo, no era para los
estudiosos que cultivan su misma tradición político-filosófica
más que una fuente de inspiración que definía, “con mayor o
menor claridad, las motivaciones básicas de su pensamiento”.
Los clásicos del movimiento obrero habían definido, además de
unas motivaciones intelectuales básicas, los fundamentos de la
práctica política del movimiento, sus finalidades generales. Por
ello, los clásicos del marxismo eran clásicos de una “concepción
del mundo”, de una cosmovisión54, no meramente de una teoría
científica concreta como podían serlo Euclides, Galileo, Maxwell,
Peano o Crick.
Esa peculiaridad llevaba consigo una consecuencia que
había tenido importante presencia en las tradiciones políticas
con voluntad de transformación social: la adhesión militante, no
meramente teórica, entre el movimiento socio-político y sus
clásicos. Esa relación, acaso parcial y provisionalmente
necesaria, era la que explicaba de forma bastante natural “la
perezosa tendencia a no ser crítico, a no preocuparse más que
de la propia seguridad moral, práctica”, a que se impusieran con
frecuencia la cita y el dogma y la fijación de pensamiento en la
26
interpretación de estos autores. Consecuencia de todo ello: se
consagraba injustamente un determinado estado histórico de la
teoría, tratándolo como intocable, como imperecedero, “con la
misma intangibilidad que tienen para un movimiento político-
social los objetivos programáticos que lo definen”. De ahí, la
socorrida tendencia a la cita no como ilustración sino como
argumentación concluyente y a considerar inaceptable lo que
era práctica, si no usual, buscada o deseada cuanto menos, en
cualquier concepción de alcance teórico: la revisión o discusión
de leyes, hipótesis, principios, postulados y derivaciones.
Si a ello se le sumaba que la lucha contra el marxismo,
desde afuera y desde dentro del movimiento, por lo que solía
llamarse “revisionismo”, mezclaba la crítica de desarrollos
teóricos más o menos caducados con el abandono –llamado
“traición”, más adjetivos de clase, en frecuentes ocasiones- de
los objetivos socialistas-comunistas del movimiento, se
comprendía entonces por qué esa lectura fácil, perezosa y poco
productiva de los clásicos había ganado fácilmente. La partida
fácil, añadía Sacristán, se había convertido en victoria
apabullante por la simultánea coincidencia de las necesidades
de divulgación y formación cultural, filosófica, siempre
positivamente valorada por él (y desde luego también por
Gramsci) con el estrecho aparato montado por Zdhanov55 y
Stalin para la organización de la cultura marxista56.
Entendiendo la génesis de esta situación, Sacristán
distinguió siempre entre el trato filológico de un clásico, fuera
éste Marx, Labriola, Lenin, Lukács, Neurath o Gramsci por
55
Sobre el zdhanovismo, véase el anexo IX.
56
En un seminario impartido en l’Escola d’estiu Rosa Sensat de 1977 junto con Antoni
Doménech sobre los entonces “problemas actuales del marxismo”, Sacristán daba
alguna pista de interés sobre este tema. Señalaba que, desde un punto de vista
epistemológico, no existían métodos progresistas por una parte, y reaccionarios por
otra, ni tampoco metodologías distintas para la obtención de datos. Lo que se solía
llamar “dato” no tenía formas distintas ni de consecución ni descripción. Si los
marxistas, sobre todos los marxistas, remarcaba, fueran buenos lectores y la pasión
con que un movimiento político cultiva a sus clásicos no les hiciera olvidar que hay que
leer con cuidado y críticamente, habrían encontrado en autores de su propia tradición
textos de sobra para no cometer ese error. Cuando Engels hablaba de El Capital,
recordaba, tenía mucho cuidado en señalar que los datos de la obra de Marx eran los
datos de cualquier economista, son datos de los “Libros azules” del Parlamento
británico, conseguidos como los consigue cualquier estadístico y cualquier
investigador encargado por el Parlamento para “irse a dar una vuelta por Escocia a ver
cómo está la industria del algodón, que es el tipo de dato que tiene Marx”. Cuando
Marx razonaba sobre ellos, cuando los insertaba en conjuntos relacionados deductiva,
inductivamente o como fuera, lo hacía exactamente igual que cualquier otro científico
sin que en principio interviniese –“no digo en la práctica, que pueda intervenir por
descuido, por peso de los factores ideológicos, pero sí en principio y como concepto”,
matizaba Sacristán- ningún otro modo de razonar que no fuera el que practicara
cualquier reaccionario competente.
27
ejemplo, y el desarrollo creativo de sus aportaciones. Ni que
decir tiene que la fase del marxismo consistente en la repetición
talmúdica de esos clásicos, muy presente en la década de los
cincuenta y sesenta, y acaso más tarde en algunos países, le
parecía una época de obligada superación. Como él mismo
señaló comentando un breve escrito de Roger Garaudy, en su
etapa marxista, sobre Lenin: no había que enseñar a citar a los
clásicos, sino de lo que se trataba era de leerlos57, y no de
cualquier modo, de leerlos sin anteojeras, intentado hacer
avanzar la teoría y extrayendo hipótesis y conclusiones para
circunstancias históricas muy distintas, en una época, por lo
demás, ya entonces muy alejada.
Alguien con tanta autoridad sobre estos temas como
Valentino Gerratana lo apuntó de forma sucinta:
Un lector inteligente precisa de una lectura selectiva que sepa
distinguir aquello que lleva fecha, es contingente o está
agotado, de aquello que, aunque fechado, conserva una carga
estimulante para el diálogo actual58.
57
Alfonso Barceló se refiere a esta reseña en su presentación del volumen: M.
Sacristán, Escritos sobre El Capital y textos afines, op. cit.
58
Valentino Gerratana, “Dialogando con Gramsci en el presente (Cuestiones de
método)”, mientras tanto, op. cit, p.120.
28
6. Enriqueciendo metáforas gastadas
29
que Hegel sostenía era que el Espíritu de Geometría se realizaba
a sí mismo en Grecia. El sujeto ya no era el individuo -los
griegos, materialmente viviendo, que son geómetras- sino el
predicado. Y a la inversa. Hegel no dirá, pues, que “Los griegos
han sido geómetras” sino que “La Geometría es griega”, que “la
Edad de la Geometría es la Edad griega”.
Hasta aquí, hasta esta primera parte del enunciado del
joven Marx, seguiríamos en la socorrida idea de que hay que
invertir a Hegel para obtener una dialéctica ajustada,
materialista, no idealista. Pero, observaba Sacristán, Marx había
añadido a continuación: “Pero de hecho el proceso va siempre
por el lado del predicado”, con lo que Marx estaba señalando
que Hegel sostenía en teoría, pero sólo en la teoría, la inversión
de sujeto y predicado (Grecia-Geometría), pero, en cambio, en
su práctica teórica, lo que hacía propiamente era historia de los
griegos, y el proceso seguía entonces por el lado del predicado.
Con ello, el supuesto idealismo de Hegel, el autor especulativo
por excelencia, adquiría riqueza y fuerza empíricas porque a la
hora de la verdad desarrollaba la vida material griega, el
predicado del enunciado, aunque en teoría no los considerara
propiamente sujetos.
Pero había más en su opinión. La crítica que Marx formuló
a Hegel era una crítica en dos frentes: no sólo le reprochaba su
falseamiento de lo real, de lo empírico, convirtiéndolo en ideal,
sino que discrepaba de él por transformar frecuentemente lo
ideal en empírico. Cuando Hegel sostenía que “la edad de la
Geometría es Grecia”, Marx pensaba que no sólo se estaba
deformando la realidad griega sino también la idealidad de la
propia ciencia geométrica. No se trataba sólo de invertir, de
poner la Geometría donde estaban los griegos y viceversa, sino
de reconstruir los dos polos, dado que -observación que solía
pasarse por alto- al cambiar sujeto por predicado Hegel falseaba
los dos, no sólo uno, impidiendo además pensar correctamente
el tema si nos limitábamos a la usual metáfora de la inversión.
Marx no sólo había dicho, pues, que la dialéctica hegeliana
invertía los hechos sino también que falseaba la Geometría
misma porque para hacer plausible la afirmación de que “la
Geometría es griega” o que “la Idea se hace Geometría en
Grecia” no tiene más remedio que forzar la idea de Geometría
para “embutirla” en los datos griegos, falseando de este modo,
simultáneamente, la vida griega real y la idea de Geometría. En
la lectura de Sacristán no se trataba sólo de invertir sino de
recomponer los dos extremos, obteniendo así una dialéctica
muy distinta de su matriz hegeliana.
Como apunte final, Sacristán recordó en su intervención
que muy pronto la dialéctica marxiana aplicaría al pensamiento
30
de Hegel una crítica que normalmente se suponía que había
dirigido sólo a la filosofía de Feuerbach, la consideración de que
el verdadero conocimiento se consumaba en la práctica, no tan
solo en la contemplación teórica. Marx no sólo había sostenido
que tenía que invertirse el idealismo hegeliano sino que tenían
que recomponerse además los dos polos de la relación y, por
último, para llegar al punto final, había “que resolver ese
conocimiento en la consciencia práctica, en la vida cotidiana y
en la práctica revolucionaria, transformadora”.
Repárese, por lo demás, que la categoría de práctica61,
nada simple, muy matizada, fue también esencial en el
marxismo de Sacristán y en sus posiciones políticas, y que esa
noción fue central en Gramsci, el filósofo de la práctica por
excelencia.
Pero, ¿cómo consideró Sacristán la práctica política del
dirigente del PCI? ¿Representaban sus reflexiones un modelo
alternativo para la revolución en Occidente treinta, cuarenta
años después de su fallecimiento?
61
Probablemente no hubiera tenido muchos reparos Sacristán con esta observación
de Pierre Bordieu de El oficio del científico: “La práctica está siempre subvalorada y
poco analizada cuando en realidad, para comprenderla, es preciso poner en juego
mucha competencia teórica, mucha más, paradójicamente que para comprender una
teoría”. Véase una aproximación a esta noción en anexo X.
31
7. Una figura digna de amor
32
cultural y de política filosófica. Una pieza típica de esa situación
es el prólogo al Anti-Dühring. Años antes lo había sido el
prólogo a Revolución en España. El mismo prólogo al Heine
tiene ese elemento (M. S., profesión traductor, prologuista). El
estudio de Gramsci empezó todavía dentro de esa constelación.
Pero es posible que durante ese estudio empezara a
desarrollárseme la perplejidad deprimente sobre el destino del
movimiento socialista.
33
aceptar que se tenía que perder la fe cegadora no sólo en la
intervención política coyuntural del partido comunista, sino en
todos los esquemas entonces indiscutidos de la tradición de la III
Internacional, incluida la variante gramsciana.
Todo esto me produjo una inhibición total. ¿Cómo va a ir uno
escribiendo o diciendo cosas como intelectual tradicional
cuando uno cree que eso es ser cómplice parasitario, o como
miembro del partido si uno ha dejado de tener fe en la política
del partido?
65
Sobre la irrealidad socialista de los socialismo reales, véase las aproximaciones de
Sacristán en el anexo 11.
34
8. Unidad (práctica) de una obra
35
Con eso ultima Gramsci su reelaboración del concepto de
“naturaleza humana” de Karl Marx: “que la “naturaleza
humana” es el “complejo de las relaciones sociales” (como ha
escrito Marx) es la respuesta más satisfactoria, ya que incluye
la idea de devenir... Puede también decirse que la naturaleza
del hombre es la ‘historia’.”
36
declaró obligado para la comprensión de un hombre y de su
obra. Con palabras de Francisco Fernández Buey:
la búsqueda del leit-motiv, del ritmo del pensamiento en
desarrollo, tiene que ser más importante que las afirmaciones
casuales y los aforismos sueltos.
37
años, de numerosos escritos políticos juveniles en los que se
manifiesta inequívocamente la raíz de todo el hacer de
Gramsci”. Y era obvio que en el hacer de Gramsci la práctica, la
intervención política, la unión dialéctica, por decirlo en términos
clásicos, de palabra y acción era esencial69.
69
Son casi de cita obligada las palabras con las que Sacristán finalizaba su
presentación de la traducción castellana de: Jindrich Zeleny, La estructura lógica de
“El Capital” de Marx, 1974 (ahora en Manuel Sacristán, Escritos sobre El Capital y
textos afines, op. cit):
En las páginas de Zeleny Marx no aparece descubriendo continentes más
conocidos que el Mediterráneo -como en la retórica francesa-, sino intentando
con un éxito importante algo que estuvo desde antiguo presente en la intención
intelectual de todos los pensadores revolucionarios: articular racionalmente el
conocer con el hacer, lo que se sabe del mundo social con la voluntad de
revolucionarlo. Zeleny, situado en el académico ambiente del marxismo
centroeuropeo, dice eso con los tecnicismos tradicionales y, a la vez, de moda
en la primera mitad de los años sesenta: la formación del marxismo significa
según él la superación de la contraposición tradicional entre gnoseología y
ontología en un método filosófico de investigación lógica de fundamentos que
es nuevo en sus principios y se podría llamar, desde el punto de vista de su
contenido, método “onto-praxeológico”. Este importante ensayo de Zeleny
podría contribuir a poner, por fin, en un marco exacto, limpio de retórica e
imprecisión parisiense, la lucha entre los que creen que en el principio de la
dialéctica revolucionaria está la Palabra y los que creen que está la Acción.
38
9. Práctica y filosofía
39
Esta visión de la filosofía y del filosofar permitía a Gramsci
llegar a una de sus tesis más plausibles y perennes: la filosofía no
es una ciencia especial, separada de los demás saberes y
superior a ellos72. El pensamiento humano desembocaba así en la
gramsciana «filosofía de la práctica».
Pero, ¿cuál eras la noción de práctica de indudable
inspiración gramsciana que defendió Sacristán y que le llevó en
ocasiones a usar la categoría praxeología? En un seminario
sobre “Problemas actuales del marxismo” impartido en la
escuela de verano Rosa Sensat de 197773, Sacristán señalaba a
propósito de esta categoría y del mismo pensamiento dialéctico
que no era totalmente verdad, como a menudo se afirmaba
precipitadamente, que la característica definitoria de la
dialéctica sea ser un pensamiento práctico.
No sólo es un pensamiento práctico a secas. Pensamiento
práctico lo es en rigor cualquier pensamiento. Gramsci, al que
en el marxismo se le suele llamar filósofo de la práctica y a su
marxismo, marxismo de la práctica, sabía muy bien que él no
inventaba la idea, y en sus Cuadernos de apuntes en la cárcel
citaba a Vico, un filósofo historicista italiano del siglo XVIII, el
cual tenía una idea muy parecida según la cual la práctica es
también conocimiento y la verdad es lo hecho, por citar una
frase literal suya.
40
En similares términos se expresaba en las clases de
metodología de las ciencias sociales del curso 1981-1982,
donde, a propósito de la noción de verdad y la adecuación
empírica, Sacristán construía una reflexión sobre el papel de la
práctica en la tradición marxista, y en tradiciones y pensadores
afines. ”Lo verdadero es el hecho mismo”, había escrito Vico.
En la tradición, comentó entonces, la socorrida tesis de
que el criterio del conocimiento era la práctica ofrecía dos caras.
Una tecnológica. Todo el mundo admitía, cualquiera que fuera
su ideología política, que la técnica da un determinado
conocimiento, que el arte en términos clásicos, la techné,
suministraba confirmación de ese conocimiento teorético. Pero,
en el caso de la tradición marxista, al hablar de práctica se hacía
referencia no sólo a esa arista tecnológica sino también a la
social. En este punto, señalaba, uno de los antimarxistas más
enérgicos y reconocidos del siglo XX, Karl Popper, se identificaba
bastante bien con esa posición al concebir la actividad social
como una ingeniería social, esto es, como una técnica.
En todo caso, proseguía Sacristán, tenía interés insistir en
la posición fijada por Russell que, en su opinión, era correcta sin
sombra alguna que la enturbiara. Si alguien sostuviera que una
afirmación era verdadera simplemente porque era eficaz, estaba
abriendo camino a cualquier arbitrariedad, a cualquier violencia.
Otra cosa distinta, y aceptable por lo demás, era sostener que el
conocimiento, en su globalidad, no tenía un fundamento
estrictamente teórico, y que, por tanto, su fundamento era, en
última instancia, de carácter práctico, biológico, evolutivo.
Considerado así, no había ningún peligro de deslizamiento o de
admisión de arbitrariedades despóticas. El marxismo era una
filosofía de la praxis, la filosofía de la práctica ponía énfasis en la
practicidad del existir humano, pero esa filosofía no podía
reducirse a un pragmatismo en ningún caso. No siempre era
verdadero aquello que fuera eficaz o útil. Por ello, podía afirmar
Sacristán que Gramsci, el filósofo de la práctica por excelencia,
nunca había sido un pragmatista:
(...) Pero el filósofo de la práctica no es un pragmatista: aparte
de tener siempre presente “la necesaria logicidad formal”, su
primer problema -el de cohonestar ciencia y práctica- se
resuelve precisamente mediante una crítica (poco extensa en
los Cuadernos) del pragmatismo y el positivismo en general.
Esa crítica se dirige ante todo contra el concepto positivista de
lenguaje (académicamente era Gramsci glotólogo), en el que ve
una limitación: “el hecho “lenguaje” es en realidad una
multiplicidad de hechos más o menos orgánicamente
coherentes y coordinados: en el límite se puede decir que cada
ser parlante tiene un lenguaje propio y personal, es decir, su
propio modo de pensar y de sentir. La cultura, en sus diversos
41
grados, unifica una mayor o menor cantidad de individuos en
estratos numerosos más o menos en contacto expresivo, que se
comprenden entre ellos en grados diversos, etc. Estas
diferencias y distinciones histórico-sociales se reflejan en el
lenguaje común y producen esos “obstáculos” y aquellas
“causas de error” que han estudiado los pragmatistas.” Así
queda situado en “la práctica” -la historia- el tema teórico del
lenguaje, vehículo de la ciencia.
42
ánimo transformador ni apagado ni vencido, era concebida
como la mediación entre ambos estadios
La relación entre filosofía ‘superior' y sentido común queda
asegurada por la 'política', así como también queda asegurada
por la política la relación entre el catolicismo de los
intelectuales y el de las 'personas sencillas’
.
Esta aproximación se vinculaba con el concepto de "bloque
intelectual-moral”, bloque que debía hacer políticamente posible
un progreso intelectual de la ciudadanía de las clases populares,
y no sólo de reducidos grupos sociales. La transición entre la
filosofía implícita del político Gramsci y sus tesis propiamente
políticas, añadía el traductor de Lukács, es tan continua que no
permitía señalar un "aquí termina la filosofía y aquí empieza la
política".
Precisamente en un breve trabajo de 1967 con ocasión del
primer centenario de la publicación de El Capital -“¿A qué
género literario pertenece El Capital de Marx?”75- presentaba
Sacristán una noción de praxeología, a la que volvió en alguna
otra ocasión76, de neta inspiración gramsciana
El “género literario” del Marx maduro no era la teoría
en el sentido fuerte o formal que ese término tenía en la
epistemología contemporánea. Pero tampoco era, como quería
Croce, el género literario al que pertenecía la obra de Ricardo,
por ejemplo, y ello porque Ricardo no había tenido nunca como
finalidad lo que esencialmente se proponía Marx: fundamentar y
formular racionalmente un proyecto de transformación de la
sociedad.
Esta especial ocupación marxiana que Sacristán sugiere
pudiere llamarse “praxeología, es decir, fundamentación
científico-teórica de una práctica, es el género literario donde
cabían casi todas las obras de madurez de Marx, y gran parte de
su epistolario. Por ello, insistía, era inútil leer sus obras, como
también las de Gramsci, como teoría pura en sentido formal o
como si fueran puros programas de acción política. Ni tampoco,
matizaba, son la suma de las dos cosas a la vez
[…] sino que son un discurso continuo, no cortado, que va
constantemente del programa a la fundamentación científica, y
viceversa. Es obvio -y desconocerlo sería confundir la
“praxeología” marxiana con un pragmatismo- que la ocupación
intelectual obliga a Marx a dominar y esclarecer científicamente
75
Recogido en Escritos sobre El Capital (y textos afines), op. cit. y en Lecturas de
filosofía moderna y contemporánea, op. cit (edición de Albert Domingo Curto),
previamente publicado en la revista mientras tanto, en edición de Juan-Ramón
Capella.
76
Por ejemplo, en su presentación a la traducción castellana de La estructura lógica
de El Capital de J. Zeleny.
43
la mayor cantidad de material posible y, por lo tanto, que
siempre será una operación admisible y con sentido la crítica
meramente científica de los elementos meramente teóricos de
la obra de Marx...
44
10. Sin papanatismo.
Su cercanía, su admiración por Gramsci; la profundidad y
duración de su estudio; la interpretación no unilateral de su
obra; el tratamiento de sus escritos como textos de un gran
clásico de una tradición de transformación social; su
consideración del problema de Gramsci sobre la revolución en
Occidente como el gran problema del movimiento comunista
durante décadas, no impidió a Sacristán apuntar algunas
observaciones críticas. Valgan a título de ilustración los
siguientes ejemplos:
Histórica, políticamente, Gramsci fue, como no podía ser
de otro modo, un hombre de su tiempo. Sacristán señaló en la
entrevista de 1977 con Diario de Barcelona que él no veía que
ya en 1924 Gramsci, como tantos otros por lo demás, tuviera
claro que el enemigo principal e inmediato fuera entonces el
fascismo. Aunque ya había comprendido que la revolución en
Occidente no estaba al alcance de la mano, Gramsci seguía
pensando en el fascismo como en cosa pasajera y no muy
diferente por lo demás de otras formas de dominación
capitalista77.
No me parece que Gramsci haya podido rectificar ese
eufórico error de la III Internacional antes de su prisión. En
cambio, sí que lo tenía corregido en 1928, cuando el VI
Congreso de la Internacional exacerbó ese error hasta lo
catastrófico. Ése es el momento en que cuaja, en mi opinión, su
mayor aportación: la explicación de la dificultad de la
revolución en Occidente. El hecho mismo ya lo habían visto
otros, principalmente Trotski78 y Lenin. Pero Gramsci coloca ese
hecho en el centro de su reflexión, y descubre en él la vital
complejidad del estado por así decirlo occidental, o sea, del
estado capitalista que vive ya sobre base propiamente
capitalista, arraigado en una sociedad que no tiene ya con él
más contradicciones que las orgánicas a ese modo de
producción. Dejémoslo en eso: me parece mejor mejor subrayar
ese punto central que recitar una lista de méritos de Gramsci
sin que nos podamos detener ante ninguno de ellos
77
Entrevista Diario de Barcelona, 1977, ed cit. Véase al anexo VI.
78
En su entrevista con Cuadernos para el Diálogo sobre la invasión de Praga por las
tropas de países del Pacto de Varsovia señalaba Sacristán: Pocas cosas han hecho
tanto daño a la consciencia socialista, como la negativa a aplicar a la experiencia
socialista misma las categorías crítico-analíticas de Marx. El no reconocer aquella
contradicción -reveladora de que, en efecto, se habían tenido “ilusiones heroicas” en el
sentido de Marx- determinó una falsedad social que sólo el centralismo burocrático
podía mantener en pie y hacer funcionar, mediante la propaganda y la policía. Me
parece que esto es lo esencial de lo que vio Trotski, aunque creo que su formulación
no fue de mucha eficacia científica.
45
También Sacristán señaló desde muy temprano que,
desgraciadamente, la herencia romántica hegeliana y la
influencia de un positivismo mal digerido se unieron para
contagiar a algunos marxistas de una concepción insuficiente y
poco documentada de la ciencia como mera técnica. Síntomas
de este contagio, señaló, podían encontrarse incluso “en un
pensador tan grande como Gramsci”79.
La comprensión del movimiento como ideología impone a
Gramsci una visión del ideal científico de la objetividad como
mera unificación ideológica (así lo expone hacia el final del
parágrafo «La llamada "realidad del mundo externo"»). Le habría
sorprendido mucho, tan apasionado enemigo como era del
positivismo, saber que esa noción de objetividad coincide sin más
matices con la idea neopositivista de que la objetividad no es
más que intersubjetividad. Gramsci no podía reconocer en la
cárcel las nuevas corrientes filosóficas de la época, pero es
probable que tampoco se habría interesado por ellas si hubiera
estado en libertad, a causa de la característica incapacidad de la
tradición idealista para comprender cualquier filosofar inspirado
en la práctica científica. (Lukács, por ejemplo, no entendió nunca
las filosofías analíticas, y todavía a finales de los años sesenta
que estalinismo y maoísmo son lo mismo que neopositivismo80.)
46
emplear esa palabra, pero tampoco a desideologizar
completamente su concepción del marxismo, lo que le obligaba
a distinguir entre
ideologías históricamente orgánicas. que son necesarias para
una determinada estructura, e ideologías arbitrarias,
racionalistas, queridas. En cuanto históricamente necesarias,
tienen una validez que es validez psicológica, porque organizan
las masas humanas, forman el terreno en el cual se mueven los
hombres y adquieren conciencia de su posición, luchan, etc.
47
11. El proyecto cultural gramsciano de Nous
Horitzons
48
de los resultados obtenidos, pero el hecho es que al menos la
redacción de Horitzons en el interior del país, en su mayor parte
en Barcelona, quiso practicar desde el principio un programa
gramsciano, un programa de crónica crítica de la vida cotidiana
entendida como totalidad dialéctica.
Todo ello no era interpretación a posteriori. Ese programa
era explícito y deseado por los redactores. Su realización, por
modesta que fuera permitió a Nous Horitzons algunos aciertos
que no daba rubor recordar como su acertado tratamiento de la
problemática de la mujer85.
¿Por qué esa inspiración en un proyecto cultural-político
realizado con tantas dificultades y estrecheces? Probablemente
por varias razones. En primer lugar, porque la veracidad y
franqueza con la que Gramsci vivió sus problema e inquietudes,
señaló Sacristán, tuvieron como suele ocurrir en esos casos su
premio.
En materia de ideas lo estéril no suele ser la aceptación veraz
de los problemas, por espectaculares que sean los
cortocircuitos mentales que produzca ante una cuestión
irresuelta la debilidad de los instrumentos intelectuales
aplicados (en el caso de Gramsci, el difuso idealismo
culturalista en que ha crecido).
49
solidez cultural sólo habrían podido darse si entre los
intelectuales y las personas sencillas hubiese habido la misma
unidad que debía haber entre teoría y práctica, si los
intelectuales hubieran sido orgánicamente los intelectuales de
aquellos ciudadanos, si hubiesen elaborado y hecho coherentes
los principios y los problemas que estos planteaban con su
actividad práctica, constituyendo así un bloque cultural y social.
Autoconsciencia crítica significa, histórica y políticamente,
creación de una élite de intelectuales: una masa humana no se
«distingue» y no llega a ser independiente «para sí» sin
organizarse en sentido lato, y no hay organización sin
intelectuales, es decir, sin organizadores y dirigentes, sin que el
aspecto teórico del nexo teoría-práctica se distinga
concretamente en un estrato de personas «especializadas» en la
elaboración conceptual y filosófica.
Algunos apuntes de interés de Sacristán sobre esta revista del PSUC pueden verse
87
en el anexo 13.
50
12. La vitalidad de un pensamiento político-filosófico
51
marxismos contemporáneos más divulgados durante aquellos
años (althusserianismo y dellavolpismo, sobre todo).
52
relacionaba directamente con la noción gramsciana de
hegemonía. Como pensador marxista, como luchador
comunista, Gramsci intentaba construir o ayudar a construir una
teoría alternativa que alcanzara hegemonía social y que “libere
la capacidad de las clases explotadas para dirigir
autónomamente todo el cuerpo social y el sistema de
producción económica”92.
Dos muestras más de la actualidad gramsciana. En “Para
ver el siglo XXI con la lente de Gramsci”93, Alberto Burgio ha
señalado:
La crisis es lugar de ambivalencias. De inestabilidades, de
conflictos y de más o menos poderosas dinámicas progresivas.
La dialéctica de la crisis moderna (la tensión entre vectores
expansivos y respuestas regresivas) es el gran tema de los
Quaderni del carcere . Incluso cuando se interroga sobre el
advenimiento del fascismo, Gramsci reflexiona desde este
supuesto. Por esta razón –prisionero en la cárcel, mientras
parte de Europa yacía sometida a la tiranía – declara que
aquella victoria es “transitoria”, al igual que la derrota sufrida
por el movimiento revolucionario en su tentativa de generalizar
Octubre. Esta es su lección fundamental, gracias a la cual aún
hoy –a los setenta años de su muerte- encontramos en la
lectura de los Quaderni la clave teórica de nuestra época y de
su crisis.
92
Ibidem, p. 14
93
www.sinpermiso.info
94
Ibidem.
53
inmadurez de una revolución a las que nadie en aquel tiempo, y
luego, tampoco en los años 70, se habría atrevido a llegar, so
pena de encontrarse situado mucho pasos por detrás de
Bersntein.
Queda el hecho de que el trabajo de Gramsci representa
la primera brecha abierta en las categorías sumarias con que se
pensaron en el siglo XX no sólo las revoluciones, sino la
naturaleza de la sociedad y la relación entre las instituciones
del estado y la sociedad. Hoy, cuando con la llamada
globalización el poder a escala mundial parece apoyarse
bastante más en las redes de los capitales que en los estados
nacionales –aun quedando como monopolio de éstos el uso de
la violencia—, la elaboración gramsciana de comienzos de los
años 30 merecería más que nunca reelaboración y
actualización. Siempre que, huelga decirlo, no se tiren por la
borda ni el concepto de modo de producir capitalista, ni el de
libertad, una actitud, por lo demás, tan común entre la vieja ex-
izquierda como entre la nueva izquierda.
54
Apostilla
95
www.rebelion.org, 25/X/2007.
Ni que decir tiene que otro revolucionario socialista, cuyo primer nacimiento
96
55
Bibliografía
56
Materiales. Crítica de la cultura número extraordinario nº 2.
“Gramsci hoy”.
57
Anexo I: Conceptos gramscianos
58
cultural ideológico.
3. Consejos obreros
59
Está claro que ‘consejo´ es traducción de soviet. Y está
fuera de duda que Gramsci ha visto pronto en los soviets lo
verdaderamente no particular de la Revolución rusa. “El hecho
esencial de la revolución rusa es la instauración de un nuevo
tipo de Estado, el estado de los Consejos (...). Todo lo demás es
contingente (...)”. Y a finales del verano de 1920, cuando ya son
manifiestas las dificultades de la lucha de los consejos obreros
de Turín, su aislamiento respecto del país, y cuando Tasca
desde la derecha y Bordiga desde la izquierda pueden avalar su
oposición al teórico de los consejos turineses con la presumible
tragedia final de éstos, Gramsci reafirma aún el origen soviético
de su política de aquellos años. “¿Hay en Italia, como institución
de la clase obrera, algo que pueda compararse con el Soviet,
que tenga algo de su naturaleza? (...) Sí (...); es la comisión
interna” (de fábrica). Pero si la concreta influencia rusa y
leninista en la doctrina gramsciana de los consejos obreros está
fuera duda, la tenacidad de Gramsci en este punto y la
continuidad del motivo en todo su pensamiento -incuso, con
formas diversas, en la cárcel- se debe a lo que antes se ha
indicado como raíz de su leninismo: la coincidencia de
problemática con Lenin, la cual da un fundamento muy sólido a
la coincidencia (más o menos estrecha) en las soluciones. Los
consejos son la concreción del orden nuevo ya en el seno del
viejo orden relativo, o absoluto desorden capitalista. Por lo
tanto, son algo distinto del sindicato -característica arma de
lucha “corporativa” o “estamental” en el desorden de la
sociedad burguesa- y también diferentes del Partido político, en
cuyo origen el orden socialista no es más que aspiración. Vale la
pena notar que la idea de un “tercer organismo” revolucionario -
además del partido y del sindicato- aparece en la actividad de
Gramsci muy pronto: por ejemplo, y como “club de vida moral”,
en 1917. Pero cuando cristaliza en la tesis de los consejos de
fábrica, la búsqueda, tan gramsciana, de los gérmenes del orden
nuevo en el tiempo viejo, antes de tiempo, por así decirlo, y con
consciencia de ello, va a suscitar el entusiasmo de los
metalúrgicos de Turín y el desconcierto y la oposición de las que
un día serán la derecha y la izquierda comunistas italianas.
60
carencia de ideas: la tendencia, tan suya, a convertir el núcleo
comunista en centro hegemónico de un amplio movimiento
revolucionario, y el periódico en su síntesis ideal, se amplía
incluso ahora, añadiendo a la ya sólita apertura hacia los
anarquistas la invitación a la izquierda intelectual; éste es el
origen de la amistad de Gramsci con Piero Gobetti, el agudo y
malogrado escritor, asesinado poco después por los fascistas,
que desempeñó la crítica teatral de L'Ordine Nuovo diario. El
mismo sentido debe de tener la difusión por Gramsci de las
ideas de Barbusse. Y también es inequívoco el sentido de la
fundación, en gran parte promovida por Gramsci, del Instituto
de Cultura Proletaria de Turín (14 de enero de 1921), un “tercer
organismo” más, junto al partido y al sindicato, para articular la
hegemonía de la clase obrera, su conquista de la sociedad civil.
No es, pues, falta de ideas la causa del parcial eclipse de
Gramsci en los meses sucesivos, sino falta de fuerza en el plano
nacional.
5. Guerra de posiciones
61
generales italianos”: precisiones suficientes para mostrar que, a
raíz de la experiencia internacional, Gramsci, por más que no lo
teorice, tiene ya en su pensamiento político los elementos
analíticos que lo diferencian de la escatología izquierdista y del
maximalismo socialdemócrata. La lucha de clases ha entrado ya
en la fase de guerra de posiciones, y hay que pensar en el gris
aguante cotidiano en la trinchera y en el también gris esfuerzo
por desgastar al enemigo día tras día, sin esperar de nadie la
consumación de los tiempos. Y para posibilitar esa lucha
corrosiva de ambos bandos hay que introducirse en todos los
resquicios de las líneas enemigas, separar de ellas todos los
sectores sociales cuyos problemas no sean resueltos por el
poder capitalista, dar soluciones propias no ya sólo para los
problemas de la clase obrera, sino para “los problemas
generales italianos”. En este punto se funden la limitación y la
perspectiva dilatada de la “guerra de posiciones” que Gramsci
teorizará en la cárcel: la necesidad de expansión política para
recoger todos los “problemas generales italianos”-necesidad
vista como rebasamiento de la real limitación de la política
seguida hasta entonces- es, por una parte, reconocimiento de
que el partido no es en sí mismo la universalidad de la clase
obrera, “el partido de la clase obrera” como dice el exaltado
sectarismo, sino, según escribe Gramsci inmediatamente antes
del texto últimamente citado, “una fracción orgánica del
proletariado”; precisamente por eso ha de buscar en su política
la universalidad que no tiene en su composición. Pero, por otra
parte, esa expansión política es también indicio de que tras la
gris o hasta negra cotidianidad de la guerra de trincheras se
esconde la preparación de una futura fase de guerra de
movimiento, definitiva a causa del desgaste sufrido por las
líneas enemigas y a causa de la universalización política de los
motivos propios.
Gramsci no dará sistemáticamente la doctrina de la
hegemonía y de la alternancia de g.<uerra> de p.<osiciones> y
guerra de mov.<imiento> sino en los cuadernos de la cárcel.
Pero las ideas básicas de la misma están presentes en su
práctica desde 1923. Lo están también en manifestaciones
teóricas acerca de puntos parciales, señaladamente acerca del
problema que es central en toda esta cuestión, el problema del
partido revolucionario...
62
La censura de la cárcel fue superada por Gramsci con
expresiones de ese tipo abstracto y con oportunas
modificaciones de los nombres y conceptos marxistas que
utilizaba. Uno de esos subterfugios lingüísticos, que se
adecuaba, por lo demás, estrechamente a sus intenciones
filosóficas, estaba llamado a tener en el marxismo moderno
tanta importancia como el casual término “metafísica” en la
tradición aristotélica: Gramsci procura no escribir nunca la
palabra ”marxismo”, sino que escribe “filosofía de la práctica“
(filosofía della prassi). Lo que él deseaba era contrarrestar la
“vulgarización” del marxismo en la práctica. Gramsci cumplirá
esa tarea de acuerdo con una inspiración básica de Marx, no
eliminando del marxismo el concepto central de práctica, sino
dando de ésta la más profunda concepción que ha alcanzado en
la literatura filosófica marxista. Por encima del accidental origen
de la expresión, Gramsci es realmente el “filósofo de la
práctica”.
(...) Pero el filósofo de la práctica no es un pragmatista:
aparte de tener siempre presente “la necesaria logicidad
formal”, su primer problema -el de cohonestar ciencia y
práctica- se resuelve precisamente mediante una crítica (poco
extensa en los Cuadernos) del pragmatismo y el positivismo en
general. Esa crítica se dirige ante todo contra el concepto
positivista de lenguaje (académicamente era Gramsci
glotólogo), en el que ve una limitación: “el hecho “lenguaje” es
en realidad una multiplicidad de hechos más o menos
orgánicamente coherentes y coordinados: en el límite se puede
decir que cada ser parlante tiene un lenguaje propio y personal,
es decir, su propio modo de pensar y de sentir. La cultura, en
sus diversos grados, unifica una mayor o menor cantidad de
individuos en estratos numerosos más o menos en contacto
expresivo, que se comprenden entre ellos en grados diversos,
etc. Estas diferencias y distinciones histórico-sociales se reflejan
en el lenguaje común y producen esos “obstáculos” y aquellas
“causas de error” que han estudiado los pragmatistas.” Así
queda situado en “la práctica” -la historia- el tema teórico del
lenguaje, vehículo de la ciencia.
B. No es un pragmatismo (1968)
63
“Lo que interesa a la ciencia” escribe Gramsci, “no es tanto [...]
la objetividad de lo real cuanto el hombre que elabora sus
métodos [...], que rectifica constantemente sus instrumentos
materiales [...] y lógicos (incluidos los matemáticos); lo que
interesa es la cultura [...], la relación del hombre con la realidad
por la mediación de la tecnología. Incluso en la ciencia, buscar la
realidad aparte de los hombres [...] [no es sino] una paradoja.
“Para la filosofía de la práctica el ser no puede separarse del
pensamiento, el hombre de la naturaleza, la actividad de la
materia, el sujeto del objeto: si se practica esa separación, se
cae en la abstracción sin sentido”.
La filosofía ha de entenderse en la práctica de la
humanidad, o, como escribe Gramsci, “concretamente, es decir,
históricamente”. Gramsci alude alguna vez a los precedentes de
la filosofía de la práctica que cuajará en la obra de Marx: Tomás
de Aquino, aún en línea con los griegos, pero con mayor énfasis,
ha enseñado que “el entendimiento especulativo se hace
práctico por extensión”. Leibniz y Vico se han visto, en el otro
extremo, arrebatados por un activismo del pensamiento: “Las
cosas más especulativas son las más prácticas” (Leibniz);”Lo
verdadero es el hecho mismo” (Vico). Hegel, por último, ha
enseñado que “todo lo real es racional” La filosofía de la
práctica ha de poner esos atisbos en un terreno nuevo: no es
que la especulación se haga práctica por extensión, o que sea
paralela de ésta, o la disuelva en sí, sino que la realidad humana
es práctica, hecha por el hombre, y conocerla es hacerla. Por
eso el tema de] hombre es “el problema primero y principal de
la filosofía de la práctica”.
64
patrimonio de pequeños grupos intelectuales". La mutación de
la filosofía espontánea es el hecho filosófico fundamental. Esta
concepción histórico-social de la filosofía permite a Gramsci
llegar a una de sus tesis más plausibles y "perennes": la filosofía
no es una ciencia especial, separada de las demás y superior a
ellas. Y el pensamiento desemboca así en la gramsciana
"filosofía de la práctica".
La "filosofía de la práctica" no es sólo una concepción
filosófica entre otras; para su autor es, además, una filosofía de
la filosofía, una metafilosofía que se sale de la tópica académica
gracias a su mirada histórica o sociológica. El marco del
cuaderno 11º da a Gramsci varias ocasiones de precisar ese
punto, de un modo, por cierto, que fundamenta o generaliza la
observación acerca de dónde está la verdadera filosofía de un
hombre político; Gramsci piensa que lo que vale del hombre
político vale de todo filósofo y de toda persona:
“En realidad, no existe la filosofía en general: existen
diversas filosofías o concepciones del mundo y se hace siempre
una elección entre ellas.¿Cómo se realiza esa elección?¿Es un
hecho meramente intelectual o algo más complejo? Y¿no ocurre
con frecuencia que entre el hecho intelectual y la norma de
conducta existe contradicción? ¿Cuál es entonces la verdadera
concepción del mundo: la afirmada lógicamente como hecho
intelectual, o la que resulta de la actividad real de cada uno,
que está implícita en su actuación? Y puesto que el actuar es
siempre un actuar político, ¿no se puede decir que la filosofía
real de cada uno está contenida toda ella en su política?”
Gramsci no deja de hacer una distinción, que le importa,
entre filosofía como concepción espontánea (dominante en la
sociedad y sobre las clases subalternas) y filosofía reflexiva, que
se encuentra, en relación con la espontánea, en los grupos
intelectuales de las clases hegemónicas. Precisamente esa
distinción fundamenta su visión del ascenso de las clases
oprimidas a su autonomía. La política es la mediación entre
ambos estadios: "La relación entre filosofía ‘superior' y sentido
común queda asegurada por la 'política', así como también
queda asegurada por la política la relación entre el catolicismo
de los intelectuales y el de las 'personas sencillas’ ”.
Esa concepción se vincula inmediatamente con la del
"bloque intelectual-moral que haga políticamente posible un
progreso intelectual de masas, y no sólo de escasos grupos
intelectuales". La transición entre la filosofía implícita del
político Gramsci y sus tesis propiamente políticas es tan
continua que no permite señalar "aquí termina la filosofía y aquí
empieza la política". No menos directamente enlaza con el
complejo de ideas reunido alrededor de la noción de filosofía
65
implícita en la práctica y con la de hegemonía la doctrina
gramsciana del "partido", presente, por eso mismo, en un
cuaderno filosófico como es el 11º. Gramsci parte en este
asunto de la imprescindibilidad de una capa de intelectuales
para que una clase social se identifique consigo misma y se
haga autónoma.
(...) A la luz de la concepción gramsciana de la filosofía
queda claro que la denominación “filosofía de la práctica” que
Gramsci aplica al marxismo no es casual ni secundaria. A
menudo se ha entendido ese nombre como resultado casual de
la necesidad de ocultar a la censura de la cárcel cuál era el
asunto sobre el que realmente escribía Gramsci. Luego se suele
añadir alguna muestra de sorprendida admiración por lo
adecuadamente que se puede aplicar aquel nombre al
marxismo (en particular al de Gramsci), por un incidente tan
imprevisible como el que convirtió la “filosofía primera” de
Aristóteles en “metafísica”. Pero hay mucho más que eso, y el
cuaderno 11º lo documenta: Gramsci continúa en él la búsqueda
de precedentes de la “filosofía della praxis” que había
empezado en otros lugares con Santo Tomás de Aquino
(intellectus speculativus extensione fit practicus [el
entendimiento especulativo se hace práctico por extensión]) y
con Vico (verum ipsum factum [lo verdadero es el hecho
mismo]). Por eso se fija Gramsci, en las notas cortas del
cuaderno 11º, en autores como Alessandro Levi, Alessandro
Capelli y Antonio Lovecchio. Parece fuera de duda que lo que
más le interesa a Gramsci del legado de Marx debería llamarse,
según él, “filosofía de la práctica”, mejor que materialismo
histórico o que materialismo dialéctico. (Sin embargo, Gramsci
no lo ha dicho nunca clara y conscientemente).
Nota:
Es claro que el breve artículo implica una espléndida
interpretación de Marx desde el punto de vista de un problema: el
desarrollo económico cuenta entre sus factores con la lucha de
clases. Por es El Capital no es sólo teoría, sino también praxeología.
Esto es superior a muchas oscilaciones posteriores.
Manuel Sacristán (1970)
66
[“Concepción de la filosofía de la praxis”]. Sin fecha, probablemente
sean notas de estudio tomadas durante la preparación de su
Antología de Gramsci, previas a la escritura de El Orden y el tiempo.
1. Resistencia a decir “materialismo histórico”.
2. Aquí está toda la amenaza de esterilidad de Gramsci: ese
exclusivismo revela el pensamiento encerrado en la ideología, la
concepción de la cultura como determinada sin mediaciones entre la
base y la idea. Gramsci ve sobreponerse a la realidad las ideas, sin
técnica ni ciencia en medio, al modo de la cultura tradicional. Esto es
enormemente coherente con la (fecunda) importancia que da a la
ideología, con el hundimiento del viejo positivismo y con la situación
italiana de la época.
3. El mismo sentido tiene la creencia de la posibilidad de fundar
hoy volitivamente una cultura integral.
4. Lo cual le resulta fácil porque se trata de integrar sólo
políticos y filosofía, no, además, economía y ciencia.
5. Todo eso queda manifestado y condensado en la idea
anacrónica de “resucitar” la filosofía clásica alemana -o lo que sea.
6. Limitación importante y que da sentido común y realidad
concreta a lo que dice Gramsci.
7. Provincianismo: Husserl, Hartmann, Schiller, acaso Sein und
Zeit [Ser y tiempo]
Frente a todo eso, la realidad es que ese “solo modo
históricamente fecundo” ni es solo ni, a la larga, fecundo.
La cultura se recompondrá: a) Desde abajo, desde la realidad
transformada; b) Con decisivas aportaciones de la voluntad política
(revolucionaria) y de la ciencia-técnica; y c) con una forma distinta de
la de las viejas culturas “integrales”.
8. Ambigüedad aún terminológicamente idealista.
9. Todo eso es verdad, pero en el contexto gramsciano, es
ideologismo tradicional, por detrás del Marx feuerbachiano.
10. De todos modos, pese al acierto, hay que objetar a) que
también la teoría de la historia puede ser metafísica; b) que queda la
posibilidad de que la filosofía “sistemática” sea método y teoría del
conocimiento -histórica, sin duda, pero con cierta posibilidad de
expresión sustantiva. Cfr. el reproche de Russell a Marx. Mucho más
lo merece Gramsci.
11. En algún lugar de los escritos juveniles había dicho que para
el revolucionario y el dialéctico no es nada el tiempo, el tiempo no
aporta nada. Es posible que Gramsci se haya hecho materialista en la
cárcel, con la experiencia de su cuerpo. De una carta a Tatiana el 2
de julio de 1933:
Estoy cansado inmensamente. Me siento separado de
todo y de todos... Estoy vacío... No se puede hacer nada.
Créeme, por si alguna vez otra vez te ocurre en la vida el tener
experiencias como la que has hecho conmigo, que el tiempo es
la cosa más importante: es un simple seudónimo de la vida
misma.
67
Anexo II. Antología de textos
68
delegación italiana a la II Conferencia del Ejecutivo ampliado de
la IC: Bordiga, Gennari, Graziadei y Ambrogi. En Moscú iba a
tener Gramsci las dos experiencias de las que arranca su acmé:
el conocimiento directo de la Internacional y la relación con Julia
Schucht.
69
celebrado entre Colonia y Düsseldorf. Se mandan noticias a AG
escritas en tinta simpática, en una revista inglesa. Según
testimonios de un posterior expulsado del P.C. d´I., Gramsci no
se muestra de acuerdo. La información es probablemente
verdadera, porque por otros indicios se ve a Gramsci elaborando
ya una política de amplias alianzas con el objetivo primero
democrático de la “Asamblea Constituyente”. AG recibe obras
de Marx en la ed. Costes y artículos del Economist sobre el
Primer Plan quinquenal soviético. En carta a Tatiana Schucht:
“Como dicen en Cerdeña, doy vueltas por la celda como una
mosca que no sabe dónde caerse muerta”. A la una hora (3.VIII),
vómito de sangre. Carlo Gramsci y Piero Sraffa acuden a Turi,
pero el último no consigue autorización para ver a AG. Dirige
una carta a Mussolini reclamando se fijen las lecturas
autorizadas. Carta a Tatiana Schucht pidiendo cuadernos
pequeños. AG acusa recibo de los cuadernos pequeños.
70
PSI. AG consigue la libertad provisional sin cambio en su
situación material (Decreto del 25-X).
II. Escritos
1. El joven Gramsci
71
combinación mecánica; Marx habría enseñado un determinismo
histórico respecto del pasado, pero el hecho de que creara un
movimiento revolucionario indicaría que no lo estimaba así para
el futuro. En 1916 (A 22-V, SM 148) Gramsci se atiene a esa
débil, adialéctica paradoja de “la historia, de la cual somos
criaturas por lo que hace al pasado y creadores por lo que hace
al porvenir”.
Gramsci ha nacido al socialismo sobre la base de la
realidad por él conocida -la miseria rural y minera sarda- y de la
inspiración culta de unos intelectuales -Croce, Salvemini,
Gentile, Bergson, etc.- que no son ni dirigentes obreros ni
intelectuales marxistas, sino “senadores”, “burgueses
auténticos”, como dice él mismo. El positivismo mecanicista,
economicista y antirrevolucionario de la interpretación
socialdemócrata de Marx le refuerza la tendencia idealista. Más
tarde, el trato con dirigentes obreros e intelectuales marxistas
en Turín le hace sentir la necesidad de entender a Marx de otro
modo. El primer resultado del esfuerzo por conseguirlo es un
compromiso tan mecánico como el pensamiento de los autores
a los que se opone; Marx sería el científico socialista que
suministra “cánones” para la interpretación del pasado. Pero no
es el pensador del presente ni del futuro, porque, tal como lo ve
la socialdemocracia, su pensamiento no es revolucionario, sino
evolucionista, de expectativa: un dejar que actúen
mecánicamente los factores interpretados por aquellos
“cánones”. Tal es la situación del marxismo en el pensamiento
de Gramsci -la de un mero magister vitae ex post- cuando la
revolución rusa de febrero y luego la de Octubre someten ese
esquema una crisis.
2. La revolución y El Capital.
72
voluntad revolucionaria, contrapuesta a la pasiva espera del
cumplimiento, por algún mecánico deus ex machina, de las
“previsiones” del materialismo histórico. Y permite ver el nuevo
aspecto de la problemática doctrinal de Gramsci porque la
voluntad que positivamente ha realizado la revolución “contra El
Capital” no se ha movido en absoluto por consideraciones
filosóficamente idealistas, sino por una comprensión de los
hechos que ella misma atribuye al análisis marxiano (...) La prisa
del hacer periodístico le obliga casi a simultanear, o alternar al
menos, formulaciones en los dos sentidos, en el de la
reafirmación idealista y voluntarista, y en el de la
reconsideración de su lectura de Marx. Así, por ejemplo, entre
los dos artículos recordados, precisamente siete días después de
la segunda edición de “La revolución contra El Capital”, Gramsci
publica una nota interpretativa de la Revolución de Octubre que
le muestra sumido en una reflexión acerca del pensamiento de
Marx bastante menos simple que su “renegarle” de la semana
anterior: “La nueva generación parece querer un regreso a la
genuina doctrina de Marx, para la cual el hombre y la realidad,
el instrumento de trabajo y la voluntad no están separados, sino
que se identifican en el acto histórico”.
A eso siguen una versión mejorada de la idea del
materialismo histórico como conjunto de “cánones”
interpretativos y una conclusión digna de nota: los miembros de
la “nueva generación” creen no que “la guerra ha destruido el
materialismo histórico” al provocar una revolución contra El
Capital, “sino que la guerra ha modificado las condiciones del
ambiente histórico normal, por lo cual la voluntad social,
colectiva de los hombres ha conseguido una importancia que no
tenía normalmente” (Gramsci considera la “concentración” de
los trabajadores de la ciudad y el campo “en las trincheras” que
ha suplido la concentración “normal” en la gran industria).
“Estas nuevas condiciones son, también ellas, hechos
económicos, han dado a los sistemas de producción un carácter
que no tenían antes”, por ejemplo, con la estatificación
transitoria de la industria bélica y pesada en general. “La
educación del proletariado se ha adecuado a ello
necesariamente y ha llevado en Rusia a la dictadura”. Esa
oscilación entre puntos de vista no aparece sólo en la
alternancia de unos artículos que se suceden a escasa distancia
de tiempo: ocurre incluso en un mismo artículo, y así
documenta, con una claridad que sin duda el lector de hoy debe
a la urgencia periodística de Gramsci, la situación de crisis del
pensamiento socialista de éste. En el mismo artículo “La
revolución contra El Capital” por ejemplo, a renglón seguido del
cuadro de aquellos bolcheviques que renegaban de Carlos Marx,
73
se lee: “Y, sin embargo, también en estos acontecimientos hay
una fatalidad, y si los bolcheviques reniegan de algunas
afirmaciones del Capital, no reniegan, en cambio, de su
pensamiento inmanente, vivificador”.
Nota:
Del cuaderno “Gramsci”, depositado en de Reserva de la BC de
la UB, estas notas de Sacristán elaboradas probablemente también
durante la confección de su Antología.
Gramsci, "La rivoluzione contro il Capitale”, IGP 5-I-1918.
E: SG 149-153. [Planteamiento explícito de su problema con
Marx].
Es el primer artículo de Gramsci sobre “Octubre”. El mismo día
(24-XI) había escrito acerca del “tercer órgano que faltaba -pero que
no era aún los consejos, sino la Asociación de cultura. Desarrollo:
1. Los bolcheviques, hasta ahora fermento que ha evitado el
estancamiento de la revolución rusa, se han hecho con el poder.
2. La revolución de los bolcheviques esta hecha de ideología
más que de hechos. A eso sigue la frase: “Es la revolución contra El
Capital de Carlos Marx” (E 150).
3. La explicación de cómo son y no son marxistas los
bolcheviques. La interpretación de Marx: 1ª versión: las
incrustaciones positivistas.
4. Segunda versión: Marx no podía prever la formación rápida
anormal de voluntad popular ya por la guerra [Implícito: El esquema
marxiano está hecho para la “normalidad”]. Luego lo dice
explícitamente. La sensación es que admite la interpretación
socialdemocrática de Marx, y por eso tiene el problema.
5. Tercera explicación: el pueblo ruso ha hecho la evolución
“normal” con el pensamiento.
. Es de mucha importancia notar la oscilación de Gramsci. El
tratarse de textos periodísticos es una suerte, permite verla
fácilmente: en un libro habría eliminado contradicciones.
3. Cuadernos de la cárcel
74
gobierno italiano. “Para mí, que aun tengo que cumplir quince
años de reclusión, se trata de una importante cuestión de
principio: saber qué libros puedo leer”. Ya esa circunstancia
basta para explicar la abundancia de notas sueltas, citas de
memoria, etc., en los Cuadernos de la cárcel aunque éstos
contienen también estudios largos. pero toda la obra del filósofo
queda estructurada por su finalidad: “determinar un
renacimiento adecuado” del marxismo, “levantar esta
concepción que, por las necesidades de la vida práctica, se ha
venido “vulgarizando, a la altura que debe alcanzar para la
solución de las tareas más complejas que propone el actual
desarrollo de la lucha; es decir, levantarla a la creación de una
nueva cultura integral”.
75
la que le llevó al borde de la capitulación. El asunto principal del
cuaderno es el desarrollo de una visión filosófica marxista, o de
“filosofía de la práctica” al hilo de una crítica del libro de Nikolai
Bujárin sobre el materialismo histórico. Gramsci ha dedicado
mucho tiempo a combatir el tendencial mecanicismo de Bujárin
y su cientificismo un tanto ingenuo, porque veía en ese estilo de
pensamiento la señal de la subalternidad y un grave riesgo de
empobrecimiento y esquematización de las ideas socialistas
originadas en Marx. A la vista de la rudeza filosófica de Bujárin
y, sobre todo, pensando en la esclerosis del pseudomarxismo
oficial posterior, parece evidente que Gramsci llevaba razón en
su desproporcionado guerra contra el Manual de Bujárin. Pero la
línea de pensamiento de Gramsci en la cárcel sobre estas
cuestiones es la misma que siguió desde su juventud, a saber,
un modo de pensar que, bajo la influencia del idealismo en que
primeramente se formó tiende a comprender el marxismo como
ideología. En su juventud había intentado armonizar su
marxismo ideológico con la crítica de las ideologías por Marx. En
los Cuadernos, también en el 11º, Gramsci da, con sólo alguna
prevención, una noción positiva de ideología, proponiendo para
el término “el significado más alto de una concepción del mundo
que se manifiesta implícitamente en el arte, en el derecho, en la
actividad económica, en todas las manifestaciones de vida
individuales y colectivas”. La convicción de que esa
comprensión de las concepciones del mundo ha de ser
compatible con el materialismo histórico permite situar a
Gramsci (por lo que hace a la tensión materialismo-idealismo)
entre el mecanicismo de Bujárin y el idealismo o mentalismo del
joven Lukács de Historia y conciencia de clase. Gramsci mismo
parece sugerir su posición al respecto en un paso del cuaderno
11º:
Hay que estudiar la posición del profesor Lukács frente a la
filosofía de la praxis. Parece que Lukács afirma que sólo se
puede hablar de dialéctica para la historia de los hombres, pero
no para la naturaleza pero si la historia humana se tiene que
concebir también como historia de la naturaleza (incluso a
través de la historia de la ciencia) ¿cómo se puede separar la
dialéctica de la naturaleza? Tal vez Lukács, por reacción a las
barrocas teorías del Ensayo popular [de Bujárin], ha caído en el
error opuesto, en una forma de idealismo.
76
complementariedad entre el socialismo y otras tradiciones o
productos culturales. En esto piensa exactamente igual que el
joven Lukács idealista. La actitud se manifiesta muy claramente
en el cuaderno 11º, por ser éste un cuaderno filosófico.
77
antagónicas, a una finalidad que les es ajena”.
78
porque así se olvidarían, para empezar, los muchos conceptos
valiosos que Gramsci ha conseguido arrancar al fecundo
movimiento de su pensamiento entre los polos del viejo dilema;
sería injusto también porque supondría ignorar el desarrollo que
el principio de la práctica ha experimentado por obra de
Gramsci -desarrollo que la limitación del tema excluía de estas
líneas-; y sería injusto, sobre todo, porque equivaldría también a
desconocer el valor que tiene la presentación veraz y honda de
un problema real. Para el marxismo contemporáneo la
insistencia en la inspiración crítica de Marx y, por tanto, la
reanudación de su crítica de lo ideológico y la eliminación de
especulación ideológica en el pensamiento socialista, es el
programa más fecundo que puede proponerse. Es un programa
de difícil realización, porque se encuentra amenazado por dos
riesgos complementarios: ignorar el peligro de la moderna
ideología “neocapitalista” del tecnicismo y del “final de las
ideologías” -que es ella misma la ideología del fatalismo
monopolista-; y ser confundido con esa ideología por parte de
filósofos socialistas nostálgicos de los emocionantes megalitos
hegelianos. Pero ése es el programa de la hora. Y el problema a
que responde ese programa se encuentra expresado del modo
más veraz y radical en la obra del hombre el trigésimo
aniversario de cuya muerte de conmemora este año [1967].
79
Anexo III: Anotaciones Cuadernos de la cárcel.
I. Esquema
21 escritos o empezados en Turi (Fiori 274). 288 páginas =
4.000 folios a máquina (Fiori 274). La numeración de los
cuadernos es de Tatiana y no cronológica. Cronología de Fiori
(pág 284) . 1er período, 1929-1930: c. 16, 20, 9, 13 +ensayo
sobre el canto X del infierno; ensayos sobre los intelectuales, la
escuela; notas luego reelaboradas sobre el materialismo
histórico, la filosofía de Croce y el manual de Bujarin.
+Probablemente también los c 15, 19, 26, traducciones del
alemán (Grimm, Fink, Die Literarische Welt, Eckermann, prosas
y poesías de Goethe) +el c. 14 es de traducciones del ruso
(1931?) . El 28 es de 1932. En páginas 1-2 está la nota sobre sus
temas .1933: c.1. (notas misceláneas sobre temas varios), c. 2.
(elementos de política); cc. 4 y 22 (notas misceláneas) .En el
traslado Formia (18.XI.1933) 32 cuadernos. Período de Formia
(1934.1935): 5 cuadernos empezados en Turi. 11 cuadernos
enteramente en la clínica. Reelaboración, trascripción y
ordenación de los temas anteriores. c.18: refunde en gran parte
el 28.
1. Quaderno I
Turi ab finales 1932. Miscelánea. Uno de los últimos no
“especiales”.
80
El tema es: “¿Cuando se hace “necesario” un partido?”.
Respuesta. “Cuando las condiciones de su triunfo...” Tema
relacionado. “¿cuándo puede decirse, en condiciones tales, que
un partido no podrá ser destruido por medios normales?”. Sigue
la teoría de los tres grupos de elementos y las “proporciones
definidas” u óptimas. Respuesta: cuando las condiciones
objetivas materiales determinan la existencia del núcleo, el cual
produce la base, la cual produce los modos intermedios. Las
condiciones objetivas dan nacimiento al núcleo al determinar “la
convicción férrea de que es necesaria una determinada solución
de los problemas”.
Internacionalismo y política nacional [Stalin]. La toma de
posición antitrotskista: “Los conceptos no-nacionales (o sea, no
referibles a cada país singular).. por el hecho de que no se
manifiesta fáctica y efectivamente”. Es muy notable que retorne
a Trotski el reproche de bonapartismo hecho por Trotski a Stalin.
Gramsci entiende que bonapartismo es esperar la exportación
de la revolución.
81
2. Quaderno II
Turi ab 1933. Miscelánea. Uno de los últimos no
“especiales”. Platone toma para las dos primeras partes de IMS
(Avviamento y fil. prassi).
. [Freud e l´uomo colletivo] Es la comprensión más alta del
problema de la ideología, pero ha quedado sin consecuencias.
El núcleo más sano y más inmediatamente aceptable del
freudismo es la exigencia de estudiar los contragolpes... por un
cálculo de medios y fines que hay que adecuar, etc.
3. Quaderno III.
[IMS (Introducción al materialismo histórico)]
Formia. Especial. “Lorianismo”. 18 páginas.
Conciencia contradictoria del hombre activo de masa.
Arranque de la constitución real de la concepción del mundo:
La comprensión crítica de si mismos se produce (...) a través de
una lucha de “hegemonías” políticas, de direcciones
contradictorias... es la primera fase de una ulterior y progresiva
autoconsciencia en la cual se unifican finalmente la teoría y la
práctica.
82
las masas en cuanto tales la filosofía no puede vivir sino como
una fe.
4. Quaderno IV.
Turi ab 1933. Miscelánea. Uno de los últimos no especiales.
Platone toma para las 3 primeras partes de IMS. Fase 2ª b) de
mi nota.
5. Quaderno V.
Formia. Especial. “Americanismo e fordismo”. 46 páginas.
Gran papel del Estado, sobre todo en América, como
mediador de inversiones. Lo que le obliga a controlar la
administración de esas inversiones. Ese fenómeno explica un
aspecto de las discusiones sobre el corporativismo.
. Exaltación del estado en general (demagogia corporativa)
. Desconfianza y aversión por las fuerzas tradicionales del
capitalismo (Id).
. El Estado parece tener su base en la parte pequeña y en
los intelectuales “cuando en realidad su estructura sigue siendo
plutocrática y resulta imposible romper los vínculos con el gran
capital financiero”.
El primer plan de paso democrático al socialismo a partir
de la estatalización burguesa.
6. Quaderno VI.
Formia. Especial. “Critica literaria”. 75 páginas.
7. Quaderno VII.
.ab 30. Uno de los 5 de 1930. 60 páginas: Tesis sobre
Feuerbach, Manifiesto, Trabajo asalariado y capital, La Sagrada
Familia, Cuestión judía, etc. 90 de notas y apuntes varios.
Bastante parte de él con el título “Apunti di filosofía.
Materialismo e idealismo. Seconda serie”. Turi.
. Platone toma para “Avviamento allo studio della filosofía
e del materialismo storico”, “alcuni problemi della filosofía della
prassi”, ambos en IMS. Fase 2ª a) de mi nota.
Unidad de los elementos del marxismo. Está dada: a) en la
economía, por el valor; b) en la filosofía por la práctica, “o sea,
83
la relación entre la voluntad humana (sobrestructura) y la
estructura económica”; c) en política, por la relación ente el
Estado y la sociedad civil.
Observar que, según esa definición, el concepto cultural
político es una especie del filosófico.
. Tema del hombre. Interesante para comparar con q.
XXVIII. Y para el estudio del concepto gramsciano de hombre y
hasta de la naturaleza de su filosofar:
1. Parte de que el problema de la “naturaleza humana”
como concepto y hecho unitario puesto al principio es un resto
teológico.
. porque no vale la reducción a la biología,
. ni a la razón o espíritu.
2. A eso sigue el célebre paso. “La respuesta más
satisfactoria es que la “naturaleza humana” es el “complejo de
las relaciones sociales”, porque incluye la idea de devenir”. Lo
que quiere decir que el concepto puesto como base no es ni
unitario ni previo (no es teológico).
3. Luego va a una recuperación variada de pasos clásicos:
También se puede decir que la naturaleza del hombre es la
“historia” (y en este sentido, templando historia su espíritu,
también puede decirse que la naturaleza del hombre es el
espíritu, con la condición de dar a “historia” la significación de
“devenir”...
8. Quaderno VIII.
De los 5 de 1930. Turi.
. q. VIII-XXIX. La formación de los intelectuales. El concepto
generalizado de intelectual:
El tipo tradicional y vulgarizado del intelectual es el ofrecido por
el literato, el filósofo, el artista. Por eso los periodistas, que se
consideran literatos, filósofos y artistas se consideran también
como los nuevos intelectuales... incluso el más primitivo y
carente de calificación.
*
Duda en la trascripción del término.
84
Será uno de los problemas el explicar conjuntamente la
tendencia ideologista, culturalista y este realismo. Justificación
de LON[L’Ordine Novo] por esa creación de nuevos
intelectuales. Una posible explicación del problema antes
aludido:
El modo de ser del nuevo intelectual no puede ya consistir en
la elocuencia, motor exterior y espontáneo de los afectos y de
las pasiones, sino en el mezclarse activo en la vida práctica,
como constructor, organizador...
9. Quaderno IX.
Uno de los 5 de 1930. Turi. Terminado 1930. Extensión a
temas no programados. Platone toma para “Avviamento allo
studio della filosofía e del materialismo storico”.
*
No he sido capaz de transcribir una palabra.
85
Fase 2ª a) de mi nota.
10. Quaderno X.
Formia. Especial. Sin título, pero todo sobre Risorgimento.
86
tentativo di saggio popolare di filosofía”, todo en IMS. En la
cronología Platone rebasa mi fase 2ª b hacia fase 3ª.
. Interesante exposición del tema de la autonomía de la
filosofía de la práctica a través de una crítica de: a) la ortodoxia
de Plejánov, con su prudente insistencia en las fuentes de Marx;
b) la reacción de Otto Bauer. Sin embargo, y en el mismo
contexto, una de las formulaciones más claras de ideologismo
de tipo tradicional.
¿Por qué han tenido tan poca fortuna Labriola y su
planteamiento del problema filosófico? Puede decirse... Así
puede plantearse la lucha por una cultura superior autónoma
[...].
87
24. Quaderno XXIV.
q. Parmegiani. II.29. Turi. “Miscelánea I”. Notas y apuntes
de lectura sistemáticas, pero, en general, sin referencias al
programa de XVI. Los primeras notas son anteriores a las de XVI.
Pero XXIV llegó, más sistemático, hasta finales de 1931. Mi
interpretación de estas notas y lecturas es: lecturas para la
formación de gobernante.
88
Bujarin -y no de Tasca- de abril de 1929, la división de la OP del
PCI de marzo de 1930, la expulsión de Leonetti, Treno y
Ravazzoli de 9/VI/1930, la visita de G. a Turi del 16.VI.1930 (o de
la primavera), la expulsión de Bordiga de 193097, el IV Congreso
del PCI en abril de 1931, entonces la redacción “especial” de
este cuaderno, con tanto tema político, después de todo eso es
buen argumento, pese al testimonio (*)*, contra la tesis de la
ruptura.
Exposición de los tres estadios de la obtención de una
consciencia del problema de la hegemonía, que lo son de la
constitución del partido: a) económico-corporativo de categoría,
b) económico de clase, con aparición, reformista, del tema del
Estado, c) “universalidad” de la clase. Sobreestructuras,
ideologías. Estos tres estadios integran el segundo grado de la
correlación de fuerzas, entre el primero que es el social-objetivo,
ligado al sistema de producción, y el tercero. Esto se divide en
grado político-militar y grado técnico-militar.
[...] si la nación oprimida tuviera que esperar, para empezar la
lucha por la independencia... anulando así su espacio bélico.
89
100 grandes páginas. Es el viejo III de Platone. Platone toma
para todas las partes de IMS, en especial para la IV. En la
cronología de Platone, rebasa mi fase 2ª b hacia la fase 3ª.
. Escalofriante para el fatalismo económico
socialdemócrata y revelador de su politicismo:
¿Cuándo se puede imaginar que la contradicción llegará a un
nudo gordiano irresoluble... O sea, la contradicción económica
se convierte en contradicción política y se resuelve
políticamente en una (*)* de la práctica.
90
la cantidad (...) se contrapone en realidad una determinada
cualidad a otra cualidad y no se hace una afirmación filosófica.
Si el nexo cantidad-cualidad es irrompible se plantea la
cuestión: ¿dónde es más útil aplicar la propia fuerza de
voluntad: en el desarrollo de la cantidad o en el de la cualidad?
¿Cuál de los dos aspectos es más controlable? ¿Cuál es más
fácilmente medible? ¿Cuál puede dar fundamento a previsiones
y a la construcción de planes de trabajo? La respuesta no
parece dudosa: el aspecto cuantitativo. Por lo tanto, afirmar que
se quiere trabajar sobre la cantidad, que se quiere desarrollar el
aspecto “corporal” de lo real no significa que se quiera
descuidar la "cualidad”, sino que se quiere plantear el problema
cualitativo del modo más concreto y realista, o sea, que se
quiere desarrollar la cualidad del único modo en el cual dicho
desarrollo es controlable y mensurable.
La cuestión tiene que ver con la que se expresa en el
proverbio: "Primum vivere, deinde philosophari". En realidad no
es posible separar el vivir del filosofar; pero a pesar de todo el
proverbio tiene una significación práctica: vivir significa
ocuparse especialmente de la actividad práctica económica,
filosofar significa ocuparse de actividades intelectuales de
otium litteratum. Pero hay quien exclusivamente “vive", gentes
obligadas a un trabajo servil, agotador, etc., sin las cuales otros
pocos no tendrían la posibilidad de quedar exonerados de la
actividad económica para filosofar. Sostener la “cualidad”
contra la cantidad significa precisa y únicamente esto:
mantener intactas determinadas condiciones de vida social en
las cuales algunos son cantidad pura y otros cualidad. Y resulta
muy agradable considerarse representantes registrados de la
cualidad, de la belleza, del pensamiento, etc. No hay dama de
mundo que no crea cumplir esa función de conservar en la
tierra la cualidad y la belleza.
91
campo en el que hay que identificar la máxima aportación
teórica de Ilic a la filosofía de la práctica. Según eso, Ilic habría
hecho efectivamente progresar a la filosofía como filosofía al
hacer progresar la doctrina y la práctica políticas. La realización
de un aparato hegemónico, en cuanto crea un nuevo terreno
ideológico y determina una reforma de las consciencias y de los
métodos del conocimiento, es un hecho del conocimiento, un
hecho filosófico.
92
(....) egli (Graziadei) presenta a Marx como uno más en
una serie de grandes científicos. Error fundamental: ningún otro
ha producido una concepción del mundo original e integral.
Marx inicia intelectualmente una edad histórica que durará
probablemente siglos, esto es, hasta la desaparición de la
sociedad política y la instauración de la sociedad regulada. Sólo
entonces su concepción del mundo será superada (concepción
de la necesidad, superada por la concepción de la libertad).
Hacer un paralelismo entre Marx e Ilic [Lenin] para llegar
a una jerarquía es estúpido y ocioso: expresan dos fases:
ciencia-acción, que son homogéneas y heterogéneas al mismo
tiempo.
93
(técnicas, ética). La de Marx es praxeológica de la práctica.
Motto e inspiración general de mi estudio sobre Gramsci:
La búsqueda del leit-motiv del ritmo del pensamiento en
desarrollo tiene que ser más importante que las
afirmaciones casuales y los aforismos sueltos.
3º. q. XXX.
A. “[...] el nuevo enlace de la ciudad con el campo no puede
ocurrir sobre la base de la artesanía, sino sólo sobre la base de
la gran industria racionalizada y standarizada[...] la utilización
industrial del tiempo que el campesino tiene que quedar parado
[...] no puede conseguirse más que en una economía
planificada, muy desarrollada, que sea capaz de mantenerse
independiente de las fluctuaciones temporales de la venta que
ya se producen y acarrean estaciones muertas también en la
industria [...] No es el artesano el que volverá al campo, sino
que volverá a él el obrero más moderno y standarizado.
94
La concepción del derecho tendrá que liberarse de todo residuo
de trascendencia y de absoluto.
3. Luego explica:
En realidad, el Estado debe concebirse como “educador”, en
cuanto que tiende, precisamente, a crear un nuevo tipo o nivel
de civilización.
95
Aquí están los peligros esenciales del ideologismo: para
desarraigar del pueblo el fijismo esencialista con verdad “hace
falta” un equivalente funcional revolucionario. El criterio de
verdad ni aparece, y el marxismo acepta ser cría de la misma
madera que la metafísica.
*
Falta aquí, de nuevo, otra palabra que no logro entender.
96
llamarla “ideología” o incluso “política”.
97
cultura ideológica en sentido tradicional (sistema, concepción
del mundo), sino crítica.
H. IMS 231-235, q. XXXIII. Filosofia, religione,
ideologia.
Gramsci discute aquí las interesantes observaciones de
Croce en las Conversazioni antiche sobre Marx y la filosofía.
En la (malograda) argumentación gramsciana, un párrafo
que tengo que aducir en el estudio sobre el concepto de
filosofía:
[...] incluso admitiendo, por hipótesis absurda, que Marx
quisiera “suplantar” la filosofía en general por la actividad
práctica, se podría “esgrimir” el perentorio argumento de que
no se puede negar la filosofía si no es filosofando, o sea
volviendo a afirmar lo que se quiere negar, y el mismo Croce
[...] reconoce explícitamente como justa la exigencia de
construir una filosofía de la práctica, exigencia formulada por
Antonio Labriola
98
Sobre Antonio Labriola, véase el anexo XV.
98
Anexo IV: Escritos juveniles.
99
. La lectura del editor es correcta. “In questi articoli del
giovane Gramsci sulla rivoluzione russa... anche la dottrina
leninista dello Stato e del Partito” (p. xviii).
En sustancia esa interpretación es buena. Pero sería mejor
si la depurara de lo que puede tener de milagrosa coincidencia
entre dos santos del socialismo [Lenin, Gramsci]. La corrección
arroja el resultado siguiente:
a) Gramsci joven, que no conoce nada de Lenin, se ha
planteado el mismo problema que éste, el problema leninista
por excelencia: el problema práctico de la revolución.
b) La tendencia en cuanto a la resolución de ese problema
es común a ambos: es una apelación a conceptos de origen
idealista (Debe observarse que con eso se repite en ellos una
situación ya dada en el pensamiento de Marx, cuanto tras la
euforia feuerbachiana Marx apela de nuevo a Hegel. Y
simultáneamente -o casi- con la crítica construida en la Tesis
sobre Feuerbach, niega a éste el mérito a llamarse comunista,
porque los comunistas son un partido).
c) Pero la diferente formación de Lenin y Gramsci hace que
esa coincidencia problemática y tendencial tenga relaciones
distintas -sobre todo inicialmente:
a’) El punto de partida de Lenin es Marx. El de Gramsci lo
es en escasa medida. Gramsci parte más bien de una cultura
idealista posthegeliana, interpretada en sentido progresista.
b’) La tendencia a rectificar el marxismo pasivo, fatalista y
positivista de la socialdemocracia se realiza en Lenin mediante
una apelación a la verdadera fuente idealista de Marx: Hegel. En
Gramsci está desde el principio el trasfondo activista,
revolucionario-idealista, casi totalmente desligado de Marx.
c’) Y así la síntesis gramsciana -que es recuperación
paulatina de Marx- y la leninista -que es recuperación paulatina
de Hegel- acaban coincidiendo ampliamente en movimientos
casi inversos.
d’) Un último detalle leninista de Gramsci -aparte de la
temática revolución-partido- es el análisis concreto de la
situación concreta.
Esta corrección debe a su vez rectificarse, matizarse.
Gramsci cita a Marx casi desde el principio. Lo que pasa es que -
aunque algunas veces con acierto- al principio desliga
demasiado el Marx investigador del Marx revolucionario.
El concepto de práctica, sustituyendo a “creazione del
propio spirito”, será el punto de llegada marxista de Gramsci.
100
ya clases e imperialismo.
Ejercicio escolar compuesto durante la última clase del
Liceo Giovanni Maria Dettori, de Cagliari (Cerdeña). La fecha es
sólo aproximada (A, p.8, n.1).
101
6.”Homini o macchine?” A [Avanti!], 24-XII.1916 [E
57.59] y “L´Universitá popolare”, A, 29-XII.1916 [E
61-64] son dos artículos con los que, junto a un concepto de
cultura como conquista personal, hay acaso algo de aceptación
acrítica de la escuela humanista tradicional.
102
5. Pero la formulación es exógena, si ha de darse su
contexto de interpretación histórica, y no de teoría de la
revolución en marcha (distinción que hará él mismo).
6. G [ramsci] se detiene siempre ante las grandes hipótesis
“especulativas”, pero inevitables: se realizó el capitalismo
porque la única fuerza real, dice, era entonces la burguesía.
Pero no se pregunta por qué la única fuerza real era entonces la
burguesía.
Y es que, en efecto, esa pregunta es irrelevante para el
tema de la revolución in fieri, o, mejor, actuada.
103
5. [“...sea también histórico como el privilegio...”]. La
recusación del a priori -quiere decir esencia absoluta- es crítica.
6. [“...la posibilidad de instaurar un ambiente moral”]. Aquí
empieza a carecer de rigor: críticamente no puede hablarse de
un ambiente moral. Gramsci, tan severo con el “prediccionismo”
material de los utopistas, profetiza acríticamente cuando se
trata de principios morales o “máximas jurídicas”. Es aún su
resto idealista.
7. Por ahí cae en contradicción: la crítica no puede hablar
de pura y simple humanidad.
8. La base es reconocida. Pero, ¿cual es su por qué?
Gramsci está, por su idealismo de partida, libre de todo
causalismo lineal. Pero quizás no llegue a la noción de
fundamento. Por un lado acaso sea más leninista que la tesis
base = fundamento. El ve la base como instrumento.
Gramsci y Lenin son dos pensadores de la sobrestructura.
Ambos son excelentes -más Lenin- en la teoría del partido y la
revolución. Ambos son excelentes -más Gramsci- en la teoría de
la cultura. Ambos son deficientes en teoría de la ciencia, acaso
porque ya en ellos obra la convicción de que la ciencia no es
sobrestructura.
104
leninismo es la contraposición revolucionarios-evolucionistas.
Esta es la primera aparición del nombre de Lenin en el volumen.
105
un problema come quello della lingua unica?...” hasta “...le
somme della nostra varia attività”).
a. Notar el tono personal [“yo creo que sí”].
b. Optimismo exagerado acerca de la sistemacidad del
conocimiento, lo cual tiene consecuencias ideológicas [“...la
resolución potencial de todos los otros”].
c. Pero esas consecuencias lo son de un sano principio: el
tomarse en serio -con la idea de organicidad- la “aplicación” de
las ideas generales.
d. Vuelve a notarse el tono personal, ahora colectivo (P)
[“Sólo cuando nosotros”].
e. Curiosamente, es correctísimo desde el punto de vista
lógico: no comete el error zdhanovista de creer en la
deducibilidad directa.
f. Optimismo epistemológico otra vez, que es resto
idealista. Ignorancia de la opacidad de la realidad.
106
hace aleatorio, disminuye el privilegio de la libertad. Esa
disminución es tu herencia. Hay ya herencias del pasado para el
proletario: antifeudales y de clase.
. Hay ya herencias del pasado para el proletario:
antifeudales y de clase.
: Inscríbete.
Me importa porque la serie empieza consecuente; por la
definición de espíritu, y por el modo de emplear la herencia
revolucionaria burguesa.
107
sociológicas; su substancia está en la economía, en la actividad
práctica, en los sistemas o relaciones de producción de
intercambio. La historia como acaecimiento es pura actividad
práctica (económica y moral). Una idea se realiza no en cuanto
lógicamente coherente con la verdad pura, con la humanidad
pura (que no existe sino como programa, como fin general de
los hombres), sino en cuanto encuentra en la realidad
económica su justificación, el instrumento para afirmarse (E
219; A, p.39).
108
porque se consolida en organización, lo cual es en el fondo decir
que la ideología en base humana organizada es buena.
¿Y la masonería o el catolicismo entonces? Lo que Marx ha
dicho es que la teoría -no la ideología- se hace arma cuando
conquista las masas.
Sigue una excelente exposición de la justificación del
subjetivismo del Partido maximalista: “...el dogma, el esquema
práctico de la clase...” [E 379]. Extraordinariamente categórica
esa resolución de los criterios de plausibilidad en el desarrollo
del partido.
Que su contrincante es el místico, el no-dialéctico, por su
concepción objetivista-fatalista de los hechos. Buen texto,
incluso terminológicamente.
109
Y me sale la valiente tendencia experimentadora, sin
respeto por la “herencia cultural”.
110
política no es la estructura económica, sino la interpretación
que se dé de ésta y de las llamadas leyes que rigen sus
desarrollo. Esas leyes no tienen nada en común con las leyes
naturales, sino sólo construcciones del pensamiento, esquemas
útiles prácticamente por comodidad de estudio y enseñanza” [E
281-282; A, p.46].
111
artículos es: “La obra de Lenin”, IGP 14.IX.1918 [E
307-312; A, pp.51-57].
112
32. El último de la serie es un artículo que, seguramente
por la circunstancia polémica, vuelve a formulaciones peores. Es
“Misteri della cultura e della poesia”, IGP 19-X-1918. E: SG
325-329. [Oscilación por polémica, que pone todo siempre en el
aire en esta época].
El positivismo habría debido ser sólo lógica de la
investigación, no filosofía.
Como filosofía, tiende a coincidir con el trascendentalismo
religioso.
El “comunismo crítico” o marxismo no tiene nada que ver
con el positivismo. Se funda en el idealismo filosófico:
El idealismo filosófico es una doctrina del ser y de la
consciencia, según la cual...” [E 227-228].
113
Einaudi Editore, 1960
De la presentación del editor: a) este volumen,
completando el anterior, da “entero” el joven Gramsci; b) recoge
toda la rúbrica Sotto la Mole menos lo poco que no es de
Gramsci y lo destruido por la censura.
1. Uso de “acumulación de los medios y los modos de
producción”, precedido de “In un’espressione marxistica”
(“Significazioni”, 16.I.1916 [E 13]).
El estilo pedante y empachado y la oscuridad de esa
acumulación de “modos de producción” indican una escasa
familiaridad.
114
d) Por tanto, hay que oponerse a las consecuencias. Hay
que hacer lucha de clase, que es “uno de los modos más
eficientes del desarrollo capitalista” (p.102).
e) Conclusión: “Noi invece siamo con Marx e vogliamo
contribuire allo sviluppo del capitalismo...” (p.102).
Cita el Anti-Dühring.
Es claro que el breve artículo implica una espléndida
interpretación de Marx: el desarrollo económico cuenta entre
sus factores la lucha de clases. Por eso El Capital no es sólo
teoría, sino también praxeología. Es superior a muchas
vacilaciones posteriores. Habría que averiguar si se dio cuenta
de que en 1916 tenía resuelto el problema de la interpretación
de Marx, que aquí no es idealista, sino praxeológica101.
115
influencia de Croce.
116
[E 352]
117
Dentro de ellos, orden cronológico.
A. Consejos de fábrica y estado obrero.
1. Avanti! 10-VI-1919 [E 4] (“Tutti i vincoli superiori di
amore e di solidarietà...”).
Es claro que la actitud es mucho más hegeliana -a través
de sus canales- que de joven Marx. a) El concepto de estado es
romántico-idealista. b) El uso de “ciudadano”, contrario o
inverso al del joven Marx, indica que o no ha leído a éste o no lo
recuerda. En cambio, el fenómeno es, naturalmente, el de Die
Judenfrage [La cuestión judía].
.“La crítica marxista de la economía liberal y la crítica..”
[Ibid]. Esto sí que es lo suyo.
118
También hay ignorancia del salto que iba a dar la técnica
(E 33).
También aquí la “primera preocupación” de los comisarios
ha de ser hacer militar a la masa. Otra es hacer respetar las
decisiones y convenios de los sindicatos.
Pero sale un “supremo Consejo obrero Nacional”, el cual,
empero, puede ser controlado por el PSI como los consejos de
barrio y círculos. En LON es, en todo caso, (*)* de la sinrazón
teórica de Bordiga. Lo que pasa es que la práctica fue muy
distinta, por PSI y por insuficiencia.
*
Otra palabra que no he podido descifrar.
119
6. “Los economistas liberales tienen razón
abstractamente...” (La libertà”, LON 14.VI.1919 [E 243-244,
244]). En contexto aclara: por la base de la propiedad privada
tienen razón.
Pero crítica del PSI: partido inerte. Los círculos del P[artido]
sede del consejo de barrio de los delegados de fábrica. Y le (?) * a
los obreros no de fábrica, en el barrio. Bordiga sin razón, porque
eso es territorial: “Los comités de barrio se ampliarían en
comisariados urbanos, controlados y disciplinados por el partido
socialista y por los sindicatos de oficio”. Además, presencia
campesina, pero con vaguedad total.
Lo que pasó fue que ni el PSI era capaz, ni nada de
campesinos: “traición” + despiste.
Nota* Antología: Escrito en colaboración con Palmiro
Togliatti. Suele considerarse que con este artículo empieza a
definirse claramente la concepción política de L.O.N., la
campaña por los consejos de fábrica. Tasca103, contrario a la
idea de una organización no sindical ni de partido, no parece
haber conocido el artículo antes de su publicación. Tal vez por
eso hablara Gramsci más tarde de “golpe de estado” dado por él
y Togliatti con este artículo. De todos modos, Tasca no se retiró
de L.O.N. hasta finales de agosto de 1920. (A, pp.58-59, n.15).
120
elecciones” (LON 15.XI.1919 [E 307-309]) contiene una
justificación del electoralismo de LON por la necesidad de
educar al pueblo para la revolución. Eso y la espléndida
explicación -aún válida para “tercer mundo”- compensan la
tremenda equivocación de la tesis básica: que hay que hacer
fracasar el Parlamento para que la burguesía pase al terror y el
terror subleve a las masas. El paso principal internacionalista es:
E 308 (Desde “La revolución comunista es una necesidad en
Italia más por razones...” hasta “y operante en la historia tanto
del capitalismo como del proletariado“].
104
Sobre Bergson, véase el anexo XIX.
121
Ideas...”).
2. Paralelismo mecánico. La exageración es resultado del
idealismo, que siempre da mecanicismo, y de la ignorancia del
carácter histórico del estado político.
El problema es: ¿qué será la guía de hombres en una
sociedad comunista? ¿Moral, política en un sentido nuevo?
E. 1920 A, B, C.
1. En “Lo Stato italiano” (LON 7.II.1920 [E 71-76]) se
dice muy ideológicamente que la nueva generación socialista
debe crear “ideas, mitos... y acción revolucionaria para la
fundación de la República socialista italiana” (E 76).
[Segundo comentario].
Es un artículo de fundamentación de la política de la LON: -
para que la acción política tenga valor histórico, ha de basarse
en hechos económicos previos. “Por eso, la construcción de los
soviets políticos comunistas tiene por fuerza que suceder
122
históricamente a un florecimiento y una primera organización de
los Consejos de fábrica” (E 79, A, p. 66); -el Consiglio da la
prueba y la seguridad psicológica (E 80; A, p. 67); -sigue crítica
de la tesis socialdemócrata de que la revolución depende del
desarrollo del instrumento de trabajo (E 80; A, pp. 67-68); - el
instrumento es el sistema de relaciones de producción, el cual
se ha desarrollado (E 81; A, p. 68).
Sigue una delicada equivocación (E 81; A, p. 68) [Desde
“Para constituir el Consejo, cada obrero ha tenido..” hasta “...y
ha adquirido, por tanto, superior autonomía, y puede
disciplinarse a sí mismo”]; -sigue gran acierto sobre el cambio
de la figura del técnico (E 81-82; A, pp. 68-69); -luego observa
que se ha acabado la independencia de la fábrica, por la
concentración y el capital financiero (E 82; A, p. 69). -con eso y
la intervención del estado durante la guerra, final del
empresario (E 83; A, pp. 69-70) [Desde “El capitán de industria
se ha convertido en barón de industria...” hasta “...con esa
finalidad, de organismos parasitarios hasta el infinito”].
Imponente descripción profética, desarrollando Lenin.
Aumenta morbosamente el número de los que no producen,
superando todos los límites admisibles por la potencialidad del
aparato de producción. Se trabaja y no se produce, se trabaja
afanosamente y la producción disminuye sin parar... (E.83; A,
p.70).
123
[Primer comentario].
Aquí precisa la rotura revolucionaria (“violenta”=) dentro
del marco biológico de 14 [“Lo strumento di lavoro”]. El partido
y el sindicato son “los agentes directos y responsables de la
revolución”, pero no rebasan el Estado burgués (no son el nuevo
estado). Mucho comunismo directo. El consejo no es voluntario.
Es la clase obrera organizada el instrumento de producción (->
Bobbio). La Internacional “no ya como organización política del
proletariado revolucionario, sino como reorganización de la
economía mundial y como reorganización de toda la convivencia
humana”. En eso culmina su consejo. ¿Y la conquista del poder?
Nada (-> Bordiga).
[Segundo comentario].
Tiene dos intereses: el del tema, que se presenta desde el
punto de vista de la reordenación mundial de la producción, y el
hecho de que en el primer párrafo el marxismo es mucho más
que un “canon” y el idealismo es nulo.
124
con el control del trabajo y de la producción”.
. El art de Gramsci “I gruppi comunisti” es para Fiori la
compleción del leninismo de Gramsci, pocos días antes de
publicarse el texto de Zinoviev (II Congreso III I) concidiendo con
la política de L´ON (LON 31.VII.1920) (pp.76-77).
La interpretación es más redundante leninista que las de
Spriano y Togliatti. Sigue en p. 78. Luego (p. 83), analizando el
artículo “Il Partito Comunista”, se va acercando a aquella otra
interpretación. Luego sostiene que el abandono de los Consejos
es provisional y táctico, por las actuales dificultades objetivas (p.
84). Y termina casi analuando la intepretación (p. 85). Y, sin
embargo, hay un hecho importante en favor de la interpretación
más rosada: que Gramsci está desde la guerra hablando del
tema del Partido -y el nombre no hace en este caso a la cosa.
125
necesidad histórica...” (E 191).
Hasta “del vero” es una afirmación que yo comparto
(aunque es parcial: el marxismo es, además de estímulo,
programa). Lo que sigue es: por una parte, explicación indirecta
del marxismo por la naturaleza de su objeto: éste es ya
“práctica”. Por otra, léxico idealista.
126
18. LON 21.VIII.20 [E 483-485] la declaración de Lenin
sobre el LON y el PSI.
127
Anexo V: Esquema de la conferencia:
“Conmemoración de Gramsci en el XL aniversario de
su muerte”
105
En “La formación del marxismo de Gramsci” Sacristán recordaba que Radio
Barcelona había dado cuenta de la muerte de Gramsci, seis días después de haber
cumplido condena “bajo el primero de los fascismos europeos”.
128
tiempo. O el orden, el tiempo y la revolución en occidente.
2.4.1. Lo tomo también porque permite considerar el
pensamiento político de Gramsci (y parte de su práctica) muy
vinculado hacia su filosofía básica, por un lado, y hacia su vida,
por otro.
2.4.1.1. Lástima grande que Gramsci no haya escrito su
Poesía y verdad106.
2.4.2.2. Paggi (1967) y Gerratana (1975) sobre este punto:
filosofía o teoría y política.
2.4.2.3. El mismo Gramsci lo ha dicho
2.4.2.3.1. El filósofo y el político
2.4.2.3.2. Insinuación.
106
Sobre la goethiana Poesía y verdad, véase anexo XX.
129
de la II Internacional.
4.1.1. Sino incluso idealismo107, que es como interpreta a
Marx.
4.1.2. Lo que le va a ahorrar siempre estropearse con el
Diamat futuro (Lubomir Sochor)
4.1.3. El Gramsci pantalla ha protagonizado discusiones
sobre esto de su formación. Paggi despojó la redacción cultural
del GP.
4.2. En ese mismo artículo Paggi ha visto en la
contradicción inicial de Gramsci una razón de la importancia de
la resolución política de su pensamiento.
4.2.1. Por lo demás, el mismo Gramsci lo había visto: las
“incrustaciones positivistas” en Marx.
107
Sobre las acepciones de este término por Sacristán, véase al anexo XXI.
130
6.3.1. Final, incluso, del optimismo de la voluntad: pág.
339. Leer “Poesía y verdad”.
6.3.1.1. Aunque no el político.
6.3.2. Mientras que en la autocrítica de Viena había escrito
“Contra el pesimismo'”
6.3.2.1. Artículo que, por cierto, impide tomar a Gramsci
como pantalla para la renuncia a la III Internacional.
6.4. La declaración más categórica sobre el tiempo es
autobiográfica y es filosófica a la vez: Págs. 341/342 [leer]
6.5. Ese es el fondo biográfico sobre el que entender al
Gramsci maduro.
108
Sobre Karl Korsch, véase el anexo XXII.
131
8.1. Muy a menudo, de todos modos, el aspecto ofensivo
de sus tesis finales parece sumergido por la desesperación.
8.1.1. Ya hemos mencionado su reacción al VI IC
8.1.2. Alguna alusión a R.
8.1.3. Lo mismo en el plano más personal.
8.1.3.1. Sicco Polenton
8.1.3.2. E incluso generalización
8.1.3.3. Su indecisión finalísima.
8.1.3.4. La última impresión de Sraffa109 a Spriano.
8.2 Pero pese a reconocimiento autocrítico de la derrota
histórica de la III Internacional, del error de las previsiones y de
la deficiencia o incumplimiento del esquema explicativo de la
revolución,
8.3. No hay, frente a la evolución socialdemócrata,
abandono de fines ni desnaturalización del movimiento.
8.4. Tal vez, incluso, ni siquiera pesimismo social: págs.
502-503.
109
De Sraffa, escribía Sacristán en una nota de traductor de su Antología: “Piero
Sraffa, economista, compañero y amigo de juventud de Gramsci, uno de sus contactos
principales, junto con Tatiana Schucht, durante el período de la cárcel. Sraffa fue el
que informó a Togliatti de la existencia de los Cuadernos de la cárcel, de Gramsci, y el
que, siguiendo las instrucciones de Togliatti, se ocupó de poner esos textos a salvo en
Moscú. Profesor de Cambridge. Ha dedicado la mayor parte de su vida académica a la
edición de las obras de David Ricardo... Sraffa se ha jubilado recientemente y ha
publicado estudios económicos propios. Goza de gran autoridad científica”.
132
ANEXO VI: ENTREVISTA CON DIARIO DE BARCELONA.
133
En el último de sus trabajos sobre Gramsci -”El undécimo
cuaderno de Gramsci en la cárcel”-, Sacristán daba el siguiente
apunte sobre los Quaderni:
El proceso de Gramsci, que terminó con una condena a 20
años, 4 meses y 5 días de presidio, estaba destinado a destruir
al hombre, como redondamente lo dijo el fiscal, Michele Isgrò
"Hemos de impedir funcionar a este cerebro durante veinte
años". Por eso los Cuadernos de la cárcel no valen sólo por su
contenido (con ser éste muy valioso), ni tampoco sólo por su
contenido y por su hermosa lengua, serena y precisa: valen
también como símbolos de la resistencia de un "cerebro"
excepcional a la opresión, el aislamiento y la muerte que
procuraban día tras día sus torturadores. El mismo médico de la
cárcel de Turi llegó a decir a Gramsci, con franqueza fácilmente
valerosa, que su misión como médico fascista no era
mantenerle en vida. El que en condiciones que causaron pronto
un estado patológico agudo Gramsci escribiera una obra no sólo
llamada a influir en generaciones de socialistas, sino también, y
ante todo, rica en bondades intrínsecas, es una hazaña
inverosímil, y los Cuadernos son un monumento a esa gesta.
*
134
LA REVOLUCION EN OCCIDENTE. Desde 1921, momento en
el que, como diputado comunista y como dirigente del partido,
Gramsci se entrega plenamente al combate contra el fascismo
mussoliniano hasta su muerte en 1937, después de 11 años de
encarcelamiento, todo ese tiempo se caracteriza por una activa
reflexión teórica que se plasma en los "Cuadernos de la cárcel"
y en las "Cartas", escritas desde las sucesivas prisiones por las
que pasó. En síntesis, ¿cuáles son las ideas y aportaciones de
esta reflexión teórica?
Bueno, yo no veo que en 1924 Gramsci tuviera ya en claro
que el enemigo principal e inmediato fuera el fascismo. Creo
que por esa fecha, aunque ya había comprendido que la
revolución no estaba al alcance de la mano, seguía pensando en
el fascismo como en cosa pasajera y no muy diferente de otras
formas de dominación capitalista. No me parece que Gamsci
haya podido rectificar ese eufórico error de la III Internacional
antes de su prisión. En cambio, sí que lo tenía corregido en
1928, cuando el VI Congreso de la Internacional exacerbó ese
error hasta lo catastrófico. Ese es el momento en que cuaja, en
mi opinión, su mayor aportación: la explicación de la dificultad
de la revolución en Occidente. El hecho mismo ya lo habían visto
otros, principalmente Trotski y Lenin. Pero Gramsci coloca ese
hecho en el centro de su reflexión, y descubre en él la vital
complejidad del estado por así decirlo occidental, o sea, del
estado capitalista que vive ya sobre base propiamente
capitalista, arraigado en una sociedad que no tiene ya con él
más contradicciones que las orgánicas a ese modo de
producción. Dejémoslo en eso: me parece mejor subrayar ese
punto central que recitar una lista de méritos de Gramsci sin
que nos podamos detener ante ninguno de ellos.
135
general. Por cierto que Barcelona -y aún más precisamente:
Radio Barcelona (1) bajo el poder popular durante la guerra civil-
se puede citar honrosamente a este propósito.
136
pueden calificarse como el momento álgido de la "moda"
Gramsci. ¿Hasta qué punto podemos decir que en España ha
empezado a pasar lo mismo?
No sé hasta qué punto, pero también a mi me parece eso.
Y lo lamento.
Notas:
1) Sacristán recordaba, en el trigésimo aniversario de la muerte de
Gramsci, que fue Radio Barcelona donde se dio noticia de su
fallecimiento en plena guerra civil española:
137
Hace 30 años daba Radio Barcelona la noticia de la muerte de
Antonio Gramsci el día 27 de abril de 1937, a los 46 años de
edad y a los seis días de haber cumplido condena bajo el
primero de los fascismos europeos. La obra de Gramsci es el
origen del interesante marxismo italiano contemporáneo, y
sigue presente en él incluso cuando éste se hace crítico y
polémico respecto de su verdadero fundador. Gramsci es un
clásico marxista de los mejor leídos, de los menos
embalsamados” (Sobre Marx y marxismo, op. cit, p. 62).
138
ANEXO VII. VIAS COMPLEMENTARIAS. MATICES DE UN
HISTORIADOR RIGUROSO.
139
coneixement menys perifèrics en relació a la seva obra i
pensament. No vam tenir la fortuna de “conèixer” les anàlisis i
reflexions de Sacristán fins molt més tard, ja entrats en una
certa maduresa. Però quan ens va arribar l´esforç
sistematitzador de l´”Antología” (comprada de matute abans de
rebre el “nihil obstat”), ja portàvem alguna idea més que
aproximativa sobre el pensament gramscià. Recordo, al
respecte, les bones observacions que sobre Gramsci feia A.
Sánchez Vázquez en un llibre immerecudament oblidat: Filosofía
de la praxis (1967)
140
Anexo VIII. Sobre Bujarin.
141
Igualmente, en un paso de la conferencia de 1985 “Sobre
Lukács” (M. Sacristán, Seis conferencias, ed cit) en torno la línea
política defendida por Bujárin en la revolución china y a
propósito de la importancia revolucionaria de las sociedades del
Tercer Mundo y la consideración de este fenómeno por parte de
Lukács, se expresaba Sacristán en los términos siguientes:
(...) porque fíjate que la revolución china ha sido para la gente
de la III Internacional el gran descubrimiento de las
potencialidades revolucionarias del Tercer Mundo.
Descubrimiento muy siniestro porque Stalin ahí impuso una
línea política horrible. Por cierto que la de Bujárin era mucho
mejor en aquellos momentos, en contra de todos los tópicos
sobre él. Bujárin veía claramente una línea de revolución con
campesinado y Stalin, por no sé qué razón, pero quizás por un
dogmatismo tonto, no creía en eso. Desde la revolución china
Lukács y la gente de la III Internacional tienen muy clara
conciencia de la capacidad revolucionaria del Tercer Mundo.
142
Anexo IX. Del zdhanovismo.
143
posterior destino del crítico).
144
3. El problema de la superación del estancamiento de la
cultura superior socialista durante los últimos 30 años. Los
principales de estos problemas son:
a) La necesaria reconstrucción marxista de las ramas de la
ciencia largo tiempo ignoradas por la cultura socialista por culpa
del zdhanovismo.
b) La necesaria reconstrucción del pensamiento comunista
sobre las relaciones entre la base y la sobreestructura, tema
gravemente deteriorado por el zdhanovismo y aún hoy en día en
la URSS, como prueban las simplistas posiciones oficiales del
PCUS tal como han sido expresadas por los camaradas Jruschov
e llichev a propósito del arte y la literatura.
c) La revitalización del pensamiento marxista general, o
sea, de la filosofía marxista, cuyas formulaciones soviéticas (al
menos las que nos llegan) siguen siendo hoy repeticiones
relativamente esquemáticas y empobrecidas de Materialismo y
Empiriocriticismo, en un mundo científico considerablemente
cambiado. También estos problemas pueden caracterizarse en
parte como problemas dimanantes del crecimiento del
movimiento comunista mundial, y ello tanto por el crecimiento
cuantitativo y geográfico, que plantea Ios problemas de alcance
estratégico y de teoría política -como los de la coexistencia
pacífica y la concepción de la dictadura del proletariado-, cuanto
por el desarrollo cualitativo del socialismo en la URSS y en las
democracias populares. Es, en efecto, claro, que una cultura
superior poco desarrollada, empobrecida y a veces hasta
paralizada por el zdhanovismo no suponía un freno para el
desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad socialista
cuando éstas eran elementales y tenían que concentrarse sobre
decisiones económico-sociales muy simples y básicas como
“electrificación”, “prioridad de la industria pesada” (sin
necesidad de afinar mucho cuantitativamente los efectos
intersectoriales de esa prioridad), o “alfabetización del pueblo” y
“enseñanza primaria para todos”. Pero hoy en día, con la gran
victoria del socialismo que supone el haber superado esa fase
de las decisiones simples y elementales, es también claro que
esa cultura superior científica y técnica reducida a los
esquematismos de los manuales soviéticos que nos llegan, es
un freno para el desarrollo de las fuerzas productivas del
socialismo en la URSS y las democracias populares y un freno
para la capacidad de penetración del marxismo-leninismo en los
países capitalistas. (El intelectual comunista es de verdad
intelectual y de verdad un comunista cuando reconoce la
gravedad de estos problemas y está al mismo tiempo orgulloso
de quienes han hecho posible que esos problemas llegaran a
plantearse. No es un verdadero intelectual si oculta esos
145
problemas. No es un verdadero comunista si no se sabe
continuador del movimiento unido que los ha suscitado y no los
ha resuelto todavía).
Por efecto de la división del trabajo que es un dato básico
de la vida en el mundo capitalista y en el mundo socialista, los
intelectuales comunistas -investigadores, técnicos, escritores y
artistas- están obligados a desempeñar un papel importante en
el salto cualitativo que inevitablemente tiene que dar la cultura
superior marxista. Apelar, como recientemente ha hecho el
camarada Thorez, al “cuerpo de doctrina establecida” y a la
“experiencia de la clase obrera” para negar ese importante
papel de la intelectualidad comunista militante en la actual fase
histórica, es una actitud errónea y sumamente peligrosa. Es
errónea porque equivale a desconocer que la experiencia y el
instrumental técnico del intelectual comunista es también, a
través del Partido Comunista, experiencia de la clase obrera,
experiencia al servicio del socialismo. Al desconocer esto se
niega un rasgo muy importante de la función del Partido
Comunista. Y esa actitud es sumamente peligrosa porque puede
redundar en el enquistamiento, el envejecimiento y muchas
derrotas del movimiento comunista en la lucha por la conquista
de los nuevos instrumentos técnicos de producción y en la lucha
por la conquista de los nuevos contenidos de consciencia que
hoy llegan a la humanidad como resultado del rápido ritmo de
desarrollo de esos nuevos instrumentos técnicos.
De todo esto se desprende que, precisamente porque
estos problemas teóricos son de crecimiento, es imposible
superar su efecto en las organizaciones de intelectuales
silenciándolos o tratándolos de un modo paternalista,
quitándoles importancia. Desgraciadamente, a causa del modo
como hemos venido trabajando, no hemos podido aplicar a los
camaradas de la organización de intelectuales de Barcelona más
que esos paños calientes paternalistas. Por eso hay aquí una
fuente potencial de crisis.
146
por ejemplo, del Lukács de los últimos años (sobre todo en la
Estética), de Kosik, de Kolakowski, de Garaudy, y hasta de
Havemann, pese a su condición de científico de la naturaleza.
Otros autores, viendo -con más razón- que el supuesto
“positivismo” de la filosofía soviética en ese próximo pasado no
es sino a lo sumo un elemento, y probablemente secundario, de
la situación que se trata de superar, son más reacios a ver en el
Hegel de la Fenomenología la panacea de todos los males. O en
el de la Lógica. Autores tan distintos entre sí como Luporini,
Della Volpe, Althusser, Schaff, etc., coinciden al menos en una
orientación que no ve ninguna ganancia apreciable en la
apelación a la filosofía especulativa tradicional.
147
política marxista por Mao Tse-tung) se movían en terrenos de
más amplia perspectiva...
148
Sacristán, Seis conferencias, ed, cit), Sacristán trazó una breve
pero punzante caracterización de la política cultural zdanovista:
(...) Lukács ha sido, por una parte, un intelectual comunista muy
independiente que nunca pasó por el aro de la censura de
Zdanov, del falso dogmatismo de Zdanov, que en el fondo no
era un dogmatismo de verdad, era un dogmatismo puramente
oportunista, ¿no?, para el control político y no por razón de
ideas aunque fueran dogmáticas.
149
de 1984-85 sobre la dialéctica (Reserva de la Biblioteca Central
de la UB), estos fragmentos del apartado II: “Cristalización de la
concepción de origen engelsiano”:
2. La Academia rusa.
2.1. Fidelidad al pre-criticismo de Hegel.
2.2. Inconsecuentes intentos de armonización con la
lógica.
2.2.1. Admisión enfática del principio de no-contradicción.
2.2.2. La distinción entre la lógica formal y la dialéctica.
2.2.2.1. Observar que rebaja mucho (llevándolo al plano
del conocimiento) la tesis de Engels al respecto.
2.3. Restos de idealismo objetivo incluso cuando hacen
descripciones interesantes de procesos de trabajo intelectual.
4. Iliénkov.
4.1. Tradición de Engels, con cierta agravación.
4.2. Consiguiente (Colletti) recuperación del hegelismo, y
de toda la metafísica pre-crítica.
4.21. Hegelismo explícito.
4.2.1.1. Con adaptaciones mínimas: p.e.,en vez de "Idea",
"pensamiento universal"contrapuesto al subjetivo.
4.2.1.2. El falseamiento hegeliano de Kant.
4.2.2. Anacronismo de las "leyes del pensamiento” como
objeto de la lógica
4.2.2.1. Por la honrada inflexibilidad con que se toma en
serio la tradición.
4.2.3. Spinozismo.
4.2.3.1. Teología disfrazada, idealismo.
4.232. Panteísmo logicista.
4.2.4. Inversión de la historia de la lógica.
4.2.5. Completa omisión de desarrollos modernos de la
lógica.
4.3. Dos consecuencias epistemológicas y metodológicas
de importancia
4.3.1. Acrítica ignorancia del principio de la práctica.
4.3.1.1. Con espíritu ajeno al de Marx.
150
4.3.1.2. Y tradicionalismo.
4.3.2. Elitismo romántico-idealista.
4.4. Tesis sobre la dialéctica.
4.4.1. Unidad de objeto de la lógica (confundida con la
teoría del conocimiento) y la dialéctica.
4.4.2. Sobre contradicción lógica y contradicción dialéctica.
Comentario y análisis:
4.42.1. Admisión del principio de no-contradicción pero
sólo para los términos (lógica.)
4.4.2.2. Afirmación de la contradictoriedad de los
conceptos (dialéctica).
4.4.2.3. Consecuencias.
4.4.2.3.1. Los términos no expresan conceptos.
4.4.2.3.2. Las construcciones formales son puros juegos de
palabras.
4.4.2.3.3. La dialéctica es inefable puesto que en lo verbal
hay que seguir la lógica formal.
4.2.3.3.1. Consecuencia muy significativa: eso era la
dialéctica de Böhme.
4.4.2.4. Crítica de la idea de mutación del concepto, de
que la división divide y la definición corta.
151
Anexo X. Teoría y práctica.
152
mundo que tienen éstos está seguramente orientado por las
necesidades de su actividad biológica. Ahora bien: la actividad
biológica más específica del hombre es el trabajo, que da de sí
no sólo la estricta conservación o reproducción de la vida, sino,
además, la producción de las condiciones y medios de vida. La
actividad precisamente intelectual de la abstracción ha sido
presumiblemente precedida por esa actividad práctica, cuyo
desarrollo y fijación a través de la formación de esquemas o
“estereotipos dinámicos” hereditarios en la corteza cerebral
(Pavlov) habrá suministrado al hombre las primeras
“abstracciones” orientadoras de las sucesivas y ya conscientes.
A. 1970
La práctica es la consumación del conocimiento: su
consumación, no sólo su aplicación y su verificación. O bien, si
se prefiere no rebasar la formulación habitual que dice que la
práctica es la verificación del conocimiento habría que entender
que verificación es llegada del conocimiento al concreto “ser en
sí y para sí” del objeto y del conocedor, a lo “real inmediato”,
“no sólo a la dignidad de lo general” que es lo que se entiende
que verifica la verificación en la acepción corriente del término.
Materialismo acabado es materialismo con los principios de
la concreción y de la práctica. Conocimiento acabado es
realización del principio de concreción por la práctica. Ese
conocimiento no es “acabado” en el sentido de un reposo
definitivo, como en el caso de la intuición idealista romántica,
que cumple una función homóloga de la del principio de la
práctica en el marxismo de Lenin, pero sí lo es en el sentido de
que cada operación íntegra de conocimiento ha de culminar en
la captación de la “totalidad concreta”, “en el sentido de la
práctica”, en vez de considerarse culminada, según la ideología
de arcaica tradición esclavista, en la contemplación de las
máximas abstracciones trascendentales, en la teoría pura. El
lugar clave que ocupa el principio de la práctica en la noción
marxista y leninista de conocimiento es una manifestación
característica de materialismo dialéctico: su sentido es el de un
“ateísmo” epistemológico que desenmascara el viejo prejuicio
identificador de conocimiento y abstracción, conocimiento
auténtico y conocimiento teórico (=abstracto). La noción
presenta a veces en el texto de Lenin un aspecto ético, se
presenta como decisión de valorar como culminación y goce del
conocer la “cristalización” concreta que resulta de la
combinación de las noticias abstractas por la mediación de la
práctica, negando esa estimación a la contemplación de los
153
primeros principios y motores. Un ethos de cismundaneidad
impera en la concepción leniniana del conocimiento, y se
manifiesta a veces curiosamente, atribuyendo, por ejemplo, al
“miedo” el vuelo de los filósofos hacia uranias nociones
abstractas.
B. 1970
En el pensamiento marxista, tal como lo ha desarrollado
Lenin partiendo de Marx y Engels, la práctica tiene la función
que el irracionalismo (no sólo de los idealistas) confía a la
intuición: superar la unilateralidad del conocimiento abstracto,
del conocimiento por leyes científicas y otras proposiciones
universales. Pero Lenin redefine esa función: la práctica no
pretenderá, tampoco como consumación del conocimiento, una
seguridad “fideísta” como la intuición del filosofar irracionalista.
“El criterio de la práctica”, escribía Lenin ya en 1908, por su
misma naturaleza, no puede nunca confirmar ni refutar
completamente ninguna representación humana (...) Ese criterio
es lo suficientemente indeterminado para [impedir] que los
conocimientos humanos se transformen en “absoluto” pero, al
mismo tiempo, es lo suficientemente determinado para dirigir
una lucha implacable contra todas las variedades del idealismo
y del agnosticismo.”
A. 1983
La opinión de Anderson [SLA: no hay crisis de la teoría sino
de la práctica política en el marxismo] tiene a su favor dos
argumentos. Uno, el hecho que él señala, el desarrollo teórico
del marxismo. Otro es el hecho de que una teoría no está ligada
indisolublemente a una práctica. Bajo el stalinismo se difundió
mucho la idea contraria, la idea de que una teoría determina
una práctica y sólo una, y viceversa. Eso es un error: cualquier
teoría puede dar de sí, en principio, innumerables prácticas
(aunque no todas las prácticas imaginables, naturalmente). Con
la misma mecánica elemental, uno tiene, para una misma
finalidad (levantar un peso), la técnica de la palanca y de la
grúa. Son técnicas distintas, pero tienen debajo la misma teoría.
De modo que esa opinión de Anderson se argumenta bien:
la teoría se ha desarrollado mucho, y ella no es responsable
inequívocamente de la práctica. Pero, sin embargo, a mí la tesis
me deja poco satisfecho... No resulta muy definitivo decir “la
teoría marxista se ha desarrollado muy bien, lo que pasa es que
la práctica marxista se ha hundido”, porque, aunque no hay una
determinación unívoca de la teoría por la práctica ni viceversa,
154
sin embargo, ocurre... que la tradición marxista no es una
tradición teórica pura. Es una tradición política, una intervención
consciente y organizada en la lucha de clases, sobre la base de
un fundamento científico en sentido estricto y un fundamento
todavía más amplio de carácter filosófico. Claro que ha habido y
hay académicos que cultivan la problemática marxista sin
ningún interés político; pero eso no es lo esencial de la tradición
marxista, sino que es un fenómeno mas bien marginal (...). De
modo que la crisis práctica del marxismo, su reflejo en la
práctica, me parece un hecho de gran importancia para ese
complejo fenómeno histórico que es el marxismo. Tal vez se
podrá conservar la verdad de la estimación de Anderson
hablando de derrota del marxismo en Europa (¿y donde no?).
B.1959
Esta resolución del pensamiento marxista en el “valor de la
verdad” que repercute sin duda en un desprecio más o menos
acusado de toda “elegancia”, de todo “refinamiento”, y de toda
veneración de “nobilísimas estirpes” es una de las causas de su
choque ideológico con el positivismo y el neopositivismo. Pero
dicho rasgo suscita también crítica desde otros motivos del
pensamiento burgués. Una razón animada en un ejercicio por
aquella “moral de la verdad” aspira en efecto a un desarrollo
científico. Como, por otra parte, enriqueciendo una tradición
baconiana, el marxismo ha puesto muy pronto (de un modo
clásico, en las Tesis sobre Feuerbach) el principio de la praxis, la
razón marxista se desprende conscientemente de toda
“libertad” imaginativa: es una razón crítica, que presenta “la
exigencia de abandonar las ilusiones sobre el propio estado”, y
una razón práctica, que piensa que esa exigencia “es la
exigencia de abandonar un estado que necesita de ilusiones”. La
razón marxista no piensa poder alcanzar la verdad sin realizarla,
según la exclamación de Marx: no podéis realizar la filosofía sin
suprimirla superándola. Fundamentando esas tesis está
naturalmente la doctrina de que la razón es y se determina por
la realidad prerracional, material, social, de que nace; y de que,
consecuentemente, un cambio pleno de la razón es sólo posible
por un cambio crítico de su raíz social. De aquí el principio
marxista de la inmediata inserción de la razón en la praxis. Toda
esta doctrina de la razón implica obviamente la recusación del
ideal contemplativo.
155
capaz de hacer con ellos un sólo sistema teórico, ni me creo
ninguno de lo que existe; pero creo que, incluso en esa situación
de insuficiencia teórica sistemática, cabe trabajar la integración
de los tres ámbitos en el individuo que obra (ya sabes:
Geschrieben steht: “Im Anfang war das Wort! / Hier stock´ich
schon! Wer hilft mir weiter fort?[... ] / Mir hilft der Geist! Auf
einmal seh´ich Rat / Und schreibe getrost: Im Anfang war die
Tat!”. Y también creo que es posible trabajar y presentar la
articulación de esa comunicación de los tres ámbitos en el
individuo haciendo no epistéme, pero sí historie. (“Escrito está.
¡Al comienzo era el Verbo! / ¡Aquí tropiezo ya! ¿Y cómo sigo?/... /
Llevado del Espíritu! Ésta es mi ayuda/ Y escribo confortado.
¡Primero fue la Acción!” (Del Fausto I, escena en el gabinete de
trabajo)”
156
También en otra conferencia de finales de los setenta
intitulada “De la filosofía de la ciencia a la política de la ciencia”,
encontramos la siguiente aclaración:
Una cierta politización del concepto de práctica que lo
liberara de su excesiva monopolización por parte de las ciencias
más relacionadas con ingenieros y arquitectos (tal vez incluso
con agricultores), y acentuar el aspecto que tiene la práctica en
el sentido anterior del término (no de fabricación, sino de acción
interhumana), con la consiguiente repercusión en la asignación
de recursos...
157
curso 1981-82, donde, a propósito de la noción de verdad y la
adecuación empírica, Sacristán construía una reflexión sobre el
papel de la práctica en la tradición marxista.
En la tradición, comentaba, la tesis de que el criterio del
conocimiento es la práctica tenía dos caras. Una era la
tecnológica. Todo el mundo admitía, cualquiera que sea su
ideología, “que la técnica de un determinado conocimiento, del
arte, como se decía antiguamente, suministra confirmación de
ese conocimiento”. Pero, en el caso de la tradición marxista,
refiere no sólo a esa práctica tecnológica, sino también a la
práctica social. Curiosamente, en este punto, alguno de los
antimarxistas más enérgicos del siglo, como por ejemplo Karl
Popper, se identificaba bastante con esa posición, al concebir la
actividad social como una ingeniería, como una técnica a su vez.
Pero, en todo caso, proseguía Sacristán, tiene interés
remarcar la posición fijada por Russell que, en su opinión, “es
absolutamente verdad”. Si alguien sostuviera que una
afirmación es verdadera simplemente porque es eficaz, está
abriendo camino a cualquier arbitrariedad, a cualquier violencia.
Otra cosa distinta, y aceptable, es decir que el conocimiento, en
su globalidad, no tiene un fundamento teórico, y que, por tanto,
su fundamento es de carácter práctico, biológico, vital,
evolutivo, “y en eso no creo yo que haya ningún peligro de
admisión de arbitrariedades despóticas”.
158
Anexo XI. Del socialismo irreal.
159
humanidad nueva en serio mientras haya mercancía. Hay sólo,
mientras tanto, la relativa nueva pobreza de la vanguardia
revolucionaria, novedad voluntarista, no básica.
160
vista de un designio no diverso en esto del capitalismo). No se
ve por qué los “Volksfiatovich” fabricados en Toggliattigrado han
de contaminar menos o ser más comunistas que los “fiat”
hechos en Turín o los “Volkswagen” de Wolggsburg. Mientras
eso no se demuestre, hay derecho a seguir pensando que el
Asno del Apocalipsis es igual de siniestro si se llama “Seat” que
si se llama “Trabant” y que el quinto jinete que lo cabalga es un
pobre hombre tan alienado en un caso como en otro.
B. 1982
Desde el primer momento, un observador frío que intente
ver los dos lados superando sus simpatías, tendrá que reconocer
que también el gobierno soviético entra en esta dinámica, en
esta lógica de la carrera de armamentos, de una manera más o
menos inevitable. Es una cosa que entre gentes de izquierda
social...se dice pocas veces, y quizá a alguno le parezca
criticable lo que voy a decir. Pero habría que decir, creo yo, que
los cohetes soviéticos SS-20 aunque son técnicamente muy
inferiores y por tanto mucho menos agresivos que los cohetes
que los americanos nos invitan a tener (los proyectiles de
crucero y los “Pershing”) de todas maneras no son claramente
tampoco un arma defensiva. Son unos cohetes móviles, de
alcance medio, y por regla general un cohete de alcance medio
161
nunca es un cohete defensivo, siempre está pensado no para
asustar al contrario, sino más bien para percutirle.
Desde luego que es perfectamente explicable que la Unión
Soviética haya entrado desde el primer momento en esta lógica
del armamento por la sencilla razón que todos conocemos, de
que la Unión Soviética es un país primero sitiado, cercado desde
1917 hasta 1939. Y en 1939-40 dejó de ser sitiado para ser
invadido. Es decir: que un país que realmente ha estado siempre
sometido a un cerco y lo sigue estando hoy... De modo que no
es que haga ahora un reproche muy unilateral a la política
soviética. Se comprende muy bien que hayan entrado en esa
carrera porque tienen una situación de país sitiado desde
siempre. Pero el hecho es que sobre todo la gente que nos
hemos educado en una tradición comunista nunca habríamos
imaginado, desde el punto de vista de Marx y de Engels, a una
sociedad socialista rearmándose constantemente. Ahí hay sin
duda una importante y desgraciada discrepancia entre los
ideales de la gente que nos hemos educado como comunistas y
la realidad de la situación.
162
procede en la Alemania occidental de la extrema derecha de la
democracia cristiana (dirigida por un “varón” particularmente
robusto) y de las organizaciones de prófugos de territorios
(alemanes o no) del este. Tiene por objeto consolidar en la
consciencia del pueblo alemán la ecuación, ya bastante
arraigada bajo Hitler, “socialismo=asesinato, genocidio de las
etnias germánicas” (las velas se encienden en homenaje a las
varias víctimas personales y territoriales del burocratismo
europeo-oriental).
163
utilizados por las economías imperialistas, con la consiguiente
decisión implícita acerca de los modos de vida. Por ejemplo, el
15-III-1972, Tele/Express reproducía una entrevista concedida al
New York Times por el Dr. Agnelli, presidente de la FIAT, en la
que este enemigo principal de la clase obrera en el estado
italiano valoraba la intervención de su sociedad en la economía
soviética. Entre otras cosas, decía. “No hemos tenido ningún
interés económico en este negocio [la instalación del
monstruoso centro de producción de automóviles para
propiedad personal (¿o no se la puede llamar ya privada?) de
Togliattigrad], pero hemos obtenido beneficios de otras muchas
clases.
164
documento se seguía pensando en clave de la fase de
“esperanza democrática antifascista” del final de la II Guerra
Mundial. En su opinión, esta fase había pasado hacía ya tiempo
y había sido sustituida, primero, por la guerra fría, y luego por el
“entendimiento entre los gobiernos de Washington y Moscú (¿Y
Pekín?), o sea, entre la gran burguesía capitalista
norteamericana, la casta dominante rusa (¿y la casta dominante
china?)” (Recordemos que el texto está fechado en 1974).
La identidad del modo de desarrollo civilizatorio de la
sociedad capitalista norteamericana y la soviética no excluye
pugnas entre unos y otros. Pero sí excluía “todo optimismo
acerca de un desarrollo histórico espontáneo -en la política
internacional- en el sentido de la democratización de la vida
política”.
Finalmente, un paralogismo señalado por Sacristán
en el coloquio de la mesa redonda de 1967 sobre
“Irracionalismo y el hombre nuevo” en torno al uso de las
categorías “sociedad burguesa” y “sociedad industrial”112.
El paralogismo que yo criticaría es el siguiente: si se
empieza diciendo “los fenómenos sociales tal vez tengan que
explicarse en base a la categoría “sociedad industrial”, que es
más importante que la categoría “sociedad burguesa”, que
implica también la categoría “sociedad socialista”. Entonces,
siguiendo, la conclusión, supuesto que la interpretación de
ciertos fenómenos de la sociedad soviética fuera correcta,
debería llevar a la conclusión de que esos fenómenos no son de
sociedad burguesa, sino de sociedad industrial, puesto que
primero se ha substituido la categoría “sociedad burguesa” por
“sociedad industrial”. Hay aquí un paralogismo que me parece,
dicho sea sin ánimo mu polémico, que tiene una punta
ideológica y propagandística: primero se dice “sociedad
industrial”, pero cuando luego se trata de echársela a los rusos
encima, ya no se dice “industrial” sino que se dice “burguesa”.
165
apologética capitalista, está cargada de una serie de hechos
que la cultura socialista ha desconocido durante mucho tiempo,
como el problema de democracia técnica, etc.
166
Anexo XII. Giuilia
167
Por limitarme a nuestro caso, a este país, en España se puede
decir que después de la guerra civil la recuperación del tema de
la emancipación de la mujer fue una iniciativa no ya sólo de
ambientes culturales marxistas, sino precisamente de partidos
marxistas. Creo no equivocarme, si siguiendo a las editoras de
la revista de Sociología de la Autónoma, Papers, indico que el
número 12 de Nous Horitzons, que era la revista teórico-cultural
del P.S.U. entonces, el año 1967, publicó la primera aportación -
de después de la guerra civil se entiende; antes de la guerra
civil había habido, como es natural, mucho desarrollo- a este
problema, un artículo de Giulia Adinolfi que luego reprodujeron
en Papers al hacer la historia del movimiento feminista en
España en el núm. 9 de Papers del año 78.
168
Anexo XIII. Nous Horitzons
169
1º. El núcleo de redacción barcelonés sigue sin ser
propiamente una redacción. Esto es: no ha conseguido aún
hacer contribuir de un modo apreciable a otros camaradas con
capacidad de escritores. Más bien ha funcionado como un grupo
de autores, no como una redacción.
2º. La crónica catalana, que es el principal tema que
habría que cultivar aquí, sigue aún sin solucionarse. Ni siquiera
hemos conseguido planearla sobre el papel, pero en serio y con
detalle.
3º. La distribución no ha recibido casi ningún apoyo serio
del núcleo de redacción. Todo se ha reducido a unas doce
suscripciones, de las cuales no hemos cobrado, además, más
que cuatro.
4º. La colaboración con el núcleo de fuera sigue siendo
muy escasa. No se ha conseguido resolver aún el problema de
la intervención de Vernet [F. Vicens] en ello, que es por ahora el
más capacitado. Y la cosa tiene cierta importancia porque el nº
9 ha suscitado protestas por faltas de sintaxis y (dicen) de
ortografía.
5º La colaboración con R [Realidad] y NB [Nuestra
Bandera] ha sido nula.
Durante la última semana de junio (el 24) y todo el mes
de julio vamos a tener una serie de reuniones exclusivamente
dedicadas a esas deficiencias. En medio intercalaremos otras
(desde el 10 de julio) para empezar a preparar el nº 12. En
septiembre pensamos cerrar el 12 y en noviembre el 13. La
reunión más inmediata sobre el tema de organización del
trabajo se dedicará al problema de la crónica catalana.
Una de las deficiencias de la redacción no va a poder
resolverse en serio si no es mediante una reorganización de
intelectuales de la que hablo en otra nota. En realidad, no hay
en la redacción más que dos -Rosell [Josep Fontana] y Ricardo
[el propio Sacristán]- que podamos tener presente NH como
principal trabajo nuestro de P. Los demás tienen los minutos
contados por la gran cantidad de reuniones que están obligados
a realizar.
170
una metedura de pata como para esconderse en una
alcantarilla cuando uno vive en Barcelona. Ante este artículo me
parece necesario insistir en que cada cual tiene su oficio. Se
puede ser inteligentísimo y genial como poeta y como ingeniero
sin saber una palabra de historia. El otro punto que me parece
necesitado de corrección es el hecho de escribir sobre la
revolución de Octubre (en una revista trimestral y de cultura)
de un modo meramente global y sentimental y sin más finalidad
que dar un resumen brevísimo de línea política. El tema
merecía más respeto.
Me disculpo de mandar sólo estos gritos y agradezco de
paso las valiosas páginas de Vidiella, que son en mi opinión lo
que da valor al número (especialmente las primeras tres
páginas y media, propiamente de memorias).
Junto con los gritos, afectuosos abrazos.
171
7 [La enseñanza del catalán] Hecho muy rápidamente.
Poco riguroso. Título desafortunado. Era necesario decir “la
enseñanza en catalán” (no solamente del catalán).
9 [La Universidad en primera línea] Acierto en poner este
trabajo aquí. Lástima que no se haya vigilado la ordenación: el
texto del Dr. Rubió tenía que abrir la sección y de manera más
destacada
29 [ Lenin y la cuestión nacional] Más que la
reproducción de un fragmento de la biografía de Lenin nos
hubiera interesado una reseña larga del libro.
33 [El verdadero problema no son los inmigrantes, R.
Vidiella] Es una nota más apropiada para un lingüista que para
un combatiente. Renovamos la petición hecha en otras
ocasiones: es necesario convencer al compañero Vidiella para
que escriba sus memorias. ¡Todos sus escritos sobre hechos
vividos por él son enormemente bien acogidos! Repetidle el
encargo, por favor.
37 [La emocionante ayuda de los pueblos soviéticos al
Vietnam, Emili Vilaseca] Propagandísticamente es muy flojo,
ineficaz. Cuando sea necesario criticar la desviación de Mao y
de su grupo, no recurráis más a la prensa occidental.
46 [El PSU y la guerra nacional revolucionaria, 1936-1939]
Demasiado general y sabido. En cambio, es necesario que el
camarada Moix (como hemos pedido al camarada Vidiella) diese
cuenta de hechos de su experiencia sindical (Sabadell, etc).
Esto es muy importante.
53 [El ciclo de Teatro Latino, Hernani]. Es decente,
periodísticamente muy atractivo.
59 [En el centenario del Maestro Millet, T. P. Beltran]
Interesante como experiencia vivida.
62 [Homenaje de Barcelona a Picasso, Un estudiante] Un
ejemplo de lo que sería necesario NO repetir. En primer lugar:
una autocrítica nuestra por no haber hecho la nota. Ahora todos
estos sucesos vendrán reseñados por nosotros. Una
recomendación: cuando recibáis una nota de un francotirador
llena de anomalías como esta haced el favor de no incluirla.
Nosotros con tiempo ya os anunciaremos los temas y hechos
que trataremos en cada número.
63 [Paris, por los 85 años de Picasso, R. Güell]. No es un
artículo para NH; el tono es muy flojo.
65 [Un buen ejemplo] Es una versión de política cultural
populista, no marxista. De todas maneras, aporta elementos
interesantes.
Creemos que la presentación tendría que haber sido
crítica (no paternalista), situando correctamente al lector
enfrente del documento.
70 [Algunas buenas cosas del Sant Jordi] Nos parece una
nota desafortunada: una reseña de los premios de Santa Llúcia
tiene que ser más ajustada.
79. Felicidades por la iniciativa. ¡Que se repita!.
172
Anexo XIV. Amadeo Bordiga (1889-1970)
173
íntegro, tenaz, combativo y generoso de sus energías. Los
hombres de L.O.N. apreciaban mucho esas características suyas,
especialmente al contrastarlas con la conducta, mucho más
reservada, de los dirigentes derechistas como Tasca o Graziadei.
Le respetaban, además, porque Bordiga había sido el más eficaz
promotor de la constitución del P.C. d’I. y hasta el símbolo del
Partido durante los primeros años de ése. Gramsci, la dimensión
de cuya obra -y la tragedia de cuya vida- le presentan hoy como
un gigante al lado de Bordiga, era entonces mucho menos
conocido que su apreciado contrincante. Todo eso explica que
aun después de la dura batalla que libró contra él desde 1923
hasta 1926 Gramsci tratara a Bordiga con amistad en el común
destierro de Ponza, y explica también el que todavía en 1930,
un año antes de expulsarlo, la dirección togliattiana del P.C. d’I,
hiciera gestiones para “recuperar” a Bordiga (...) En la pugna
política con Gramsci, Bordiga aparece como un hombre cuyo
pensamiento apenas cuenta más que con un motivo: la rígida
definición de sí mismo, el “instinto político de secesión”. Ese
motivo dominante posibilitó su eficaz función en la constitución
del P.C.d’I. por escisión del P.S.I. Y ese mismo motivo le
incapacitó para cualquier esfuerzo político que no fuera la
expectativa, a la vez mística y mecanicista, de la conflagración
última de la lucha de clases. Bordiga fue liberado por Mussolini
de la sanción de destierro que pesaba sobre él en 1929, y
mientras Gramsci se enfrentaba con su pesada condena,
Bordiga no fue ya procesado. Se retiró a la vida privada, al
ejercicio de su profesión de ingeniero, y rechazó la petición
aludida del P.C.d’I. de que aclarara su posición en el partido y
volviera a actuar en él. El IV Congreso del P.C. d’I. (marzo de
1931) se basó en la consideración de esa conducta para
expulsar a Bordiga precisamente en un momento en que el
partido, bajo la influencia del VI Congreso de la I.C., realizaba
una política muy sectaria, la más “bordiguiana” practicada
jamás por el núcleo dirigente de origen gramsciano.
174
el antes extremista Ruggiero Grieco, en preparación del III
Congreso del partido. En agosto Gramsci había tenido una
última discusión larga con Bordiga en Nápoles, residencia de
éste y centro del extremismo italiano. La I.C. había dictado una
resolución que ordenaba disolver (por fraccional) el comité de
enlace de la izquierda. Y en setiembre Gramsci había terminado
con Togliatti (del cual es probablemente la redacción definitiva)
las tesis políticas para el III Congreso. del P.C. d´I.
En este Congreso (Lyon, 20-26 de enero de 1926) las tesis
de la mayoría ordinovista de la dirección obtuvieron el 90,8 por
100 de los votos presentes. La izquierda obtuvo el 9,2 por 100.
La derecha no presentó tesis propias. Se computó un 18,9 por
100 de ausentes y no consultados. El nuevo comité ejecutivo era
íntegramente internacionalista, sin un sólo miembro de la
derecha ni de la izquierda (...). Gramsci fue elegido secretario
general y Togliatti representante del P.C. d’I en el C.E. de la I.C.
Togliatti salió en marzo para Moscú. Gramsci volvió a Roma y
fue detenido en noviembre.
175
Anexo XV. En torno a Antonio Labriola (1843-1904)
1. Biografía y bibliografía.
176
también a la ocupación política su interés por la filosofía de la
historia, consolidado y ayudado materialmente por el encargo
de esa cátedra en Roma a partir de 1887. Ese mismo año
Labriola se manifiesta varias veces a propósito de cuestiones
políticas o político-culturales: contra la reconciliación del estado
italiano con la Iglesia, por la reorganización de los estudios de
filosofía en un sentido anti-metafísico, para definirle como
“teóricamente socialista”.
Labriola no es en esa época ni marxista ni buen conocedor
de Marx. El escrito Del socialismo (1889), algo posterior a esa
fase, no es todavía un texto marxista. En cambio, su actividad
tiene ya elementos propiamente políticos y más o menos
efectivamente socialistas: Labriola apoya públicamente las
manifestaciones de los obreros parados de la construcción
(Roma, 1888-89), hace agitación obrera contra la alianza de
guerra (la Tríplice), habla a los obreros de las acerías de Terni y
propaga la formación de un frente unitario democrático contra la
guerra. La conferencia Del socialismo está también dirigida a
obreros. (Se dio en el Círculo Obrero de Estudios Sociales de
Roma.)
El final, al menos, de ese mismo período ha debido de ser
la época de más intenso estudio de Marx por parte de Labriola.
Pues cuando en 1890 Labriola escribe a Friedrich Engels,
enviándole algunos escritos suyos, muestra ya inequívocamente
resultados de una lectura sistemática de Marx, incluso de
producciones juveniles de éste y de Engels, acerca de las cuales
Labriola parece mejor informado y, desde luego, más interesado
que la mayoría de los marxistas de la época. (Engels, dicho sea
de paso, no ha hecho nunca un juicio meditado sobre Labriola;
ha oscilado entre el aplauso a ciertas producciones de éste que
tampoco eran nada del otro mundo, como In memoria del
Manifesto dei comunisti [En memoria del Manifiesto Comunista],
y una ironía algo despectiva que no estaba más justificada.)
El mismo año que con Engels, Labriola empieza su
correspondencia con el patriarca de la socialdemocracia italiana,
Filippo Turati. Pero apenas fundado el Partido Socialista (1892),
en cuya preparación ha intervenido, Labriola descubre sus
discrepancias, cada vez más importantes, con Turati. En estos
años la actividad política de Labriola es intensa. En 1893
conoció personalmente a Engels (en el congreso de Zürich), y
tuvo que ver con la “justicia” por motivos políticos, pese a que
su status de socialista era muy académico.
Los escritos marxistas de Labriola proceden de los años
1895-1903. El primero es el citado In memoria del Manifesto dei
comunisti (1895). Croce, por entonces aún ex-alumno entusiasta
de Labriola, promovió la edición del texto. En 1896 apareció Del
177
materialismo storico. Dilucidazione preliminare. Y en 1899 el
ensayo traducido en el presente volumen, Discorrendo di
socialismo e di filosofia [trad.cast. Socialismo y filosofía]‚ unas
cartas a Georges Sorel. Los tres ensayos se habrían completado
con un cuarto -Da un secolo all'altro [De un siglo a otro] que
quedó sin terminar al morir Labriola el 2 de febrero de 1904. Las
principales actividades de sus últimos años fueron polémicas,
determinadas por la primera de las “crisis del marxismo”, la de
finales y principios de siglo (Bernstein dentro de la
socialdemocracia, Sorel, Croce fuera de ella). Labriola siguió
dando sus clases universitarias hasta fines del curso 1902-03.
178
Anexo XVI: Las Tesis sobre Feuerbach
114
Próxima publicación en M. Sacristán, Sobre dialéctica (Montesinos, Barcelona, en
prensa).
179
mundo. Punto [con mucho, con muchísimo énfasis de
Sacristán]. Se trata de transformarlo.
180
(Reserva de la BC de la UB), esta nota sobre la segunda tesis
sobre Feuerbach (MEW 3, p.353):
La cuestión de si corresponde al pensamiento humano
verdad material no es ninguna cuestión de teoría [MSL: habría
hoy que corregir: no es resoluble por tesis apriorística general],
sino una cuestión práctica [MSL: a posteriori, particular]. En la
práctica, tiene que probar el ser humano la verdad, esto es, la
realidad y la fuerza, la cismundaneidad de su pensamiento. La
disputa acerca de la realidad o falta de realidad de un
pensamiento que se aisla de la práctica es una cuestión
puramente escolástica”.
MSL: Por encima de la limitación de la época, es un
mundo distinto del de la metafísica tradicional.
181
Sinnlichkeit y Anschauung. El párrafo equivale a reprochar a
todo materialismo anterior su ahistoricismo.
2) Los méritos del idealismo en la teoría del conocimiento y
en la introducción de la historicidad (Hegel).
3) La razón del último materialismo pre-marxista.
4) Su deficiencia (1)
5) Mero ejemplo.
6) Última consecuencia de la ignorancia de la historicidad
por el materialismo premarxista.
La idea de “actividad crítico-práctica” resume todo el
nervio “realista” del marxismo. Completa aceptación de la
realidad, reconocimiento de que el único saber decisivo y
resolutivo es la realidad, la crítica marxista es “práctica”, no solo
teoría. La idea, por lo demás, destruye la tesis de Bernstein
según la cual Marx habría pasado tardíamente a la “Utopía”.
182
medirse con mera escala intramundana-Verbum Dei. Pero
precisamente porque no hay más ser que el mundanal, porque
no hay lógos ultramundano religioso, ni Ding-an-sich kantiana, ni
Geist hegeliano, precisamente por eso está en el mundo su
propio logos (“Precisamente por eso” es mala expresión; ambas
cosa parecen decir lo mismo) Y lo mismo quiere decir también
que el mundo es histórico, dialéctico, que el ser es histórico,
dialéctico.
3) Por todo eso es escolástica la cuestión citada, y no sólo
en el sentido de “bizantina”, sino también en el de
transcendentalista.
183
4. “1Feuerbach parte del hecho de la autoenajenación
religiosa, del desdoblamiento del mundo en un mundo religioso
y otro terrenal. Su labor consiste en reducir el mundo religioso a
su fundamento terrenal. 2Pero el hecho de que el fundamento
terrenal se separe de sí mismo para plasmarse como un reino
independiente que flota en las nubes, es algo que sólo puede
explicarse por el propio desgarramiento y la contradicción de
este fundamento terrenal consigo mismo. 3Por ende, es
necesario tanto comprenderlo en su propia contradicción como
revolucionarlo prácticamente. Así pues, por ejemplo, después
de descubrir la familia terrenal como el secreto de la familia
sagrada, hay que aniquilar teórica y prácticamente la primera”.
MSL: 0) Complemento de la 4.
1) El ser, la esencia humana, conjunto de relaciones
sociales. Novedad: Marx elimina aquí o modifica su antiguo uso
de “Gattung” y “Gattungswesen”. El ser humano no es natural,
sino histórico. La supuesta naturalidad humana es un abstracto.
La esencia humana es histórica.
2) Consecuencia de la ignorancia de ello son: a) la
concepción del estado de ánimo religioso como ahistórico
-”natural”, propio de un individuo aislado, dato absoluto e
inmutable, que es un abstracto. b) la concepción del ser humano
como universalidad específica con dos notas: inactividad e
interioridad, que Marx recusa.
184
solución racional en la práctica humana y en la comprensión de
esta práctica”.
1) Esta tesis tiene gran transcendencia, desde el momento
en que el ser humano es vida social. El “primado de la praxis” es
pues incluso tesis antropológica.
2) Lo que ocurre es que la razón no es algo ajeno a la
praxis, sino la comprensión de ésta. En ella se resuelven los
“misterios” puramente teóricos.
185
XVII. Achile Loria y el ‘cientificismo’ marxista
186
cita por extenso.
187
Anexo XVIII. Angelo Tasca, la derecha del PCI.
2. Dos anotaciones
A. Autoridad sobre el joven Gramsci
A juicio de Angelo Tasca, cuya autoridad acerca del joven
Gramsci sólo es comparable con la de Togliatti, el revulsivo más
eficaz para la conciencia política de Gramsci fueron las
elecciones sardas del otoño de 1913. Eran las primeras
188
elecciones por sufragio universal y por primera vez eligió
Cerdeña un diputado socialista. Tasca, pues, ha atribuido a esas
elecciones una influencia resolutoria para la militancia de
Gramsci. “Le había impresionado mucho la transformación
producida [...] por la participación de las masas campesinas en
las elecciones, aunque no supieran ni pudieran aún utilizar por
su cuenta aquel arma. Este espectáculo y la meditación sobre él
hicieron definitivamente de Gramsci un socialista.”
B. Serra (1973)
“Serra” era en aquel momento [VI Congreso de la
Internacional Comunista] el nombre conspirativo de Angelo
Tasca, luego expulsado por el grupo Togliatti del PCI, pero ya de
antiguo en pugna con dicho núcleo.
189
Anexo XIX. Sobre Henri Bergson (1859-1941)
190
Sobre el concepto de libertad defendido de Bergson, este
breve paso de la voz “Libertad” que Sacristán escribió hacia
1953 para la Enciclopedia Política Argos (ahora en M. Sacristán,
Lecturas de filosofía moderna y contemporánea, ed cit, pp.
45-57):
[…] Henri Bergson, uno de los filósofos modernos más
preocupados por el tema, se encuentra constantemente en
polémica contra Kant, cuyas ideas son, sin embargo, fondo
imprescindible para comprender el sentido de la teoría
bergsoniana de la libertad. Esta puede ser descrita -y lo ha sido
efectivamente- como un traer al mundo de los fenómenos las
afirmaciones que Kant sostiene respecto del mundo nouménico
de las personas. Para Kant, es el tiempo, como el espacio, mera
forma de nuestra percepción sensible. Bergson tiene del tiempo
una noción muy otra: el tiempo auténtico, la “durée psychique”
es un flujo cualitativo y creador; Kant, piensa Bergson, no ha
conocido más que el falso tiempo de la física, hecho de
momentos inmóviles, calco utilitario del espacio, sujeto a todos
los sofismas de los inmovilistas. Pero el tiempo auténtico, la
duración psíquica, es propiamente el ser dinámico de los
vivientes. La libertad es la espontaneidad absoluta del impulso
vital que somos. Es la total apertura de futuro. (...) Ni Bergson ni
Heidegger pueden proponerse una definición estricta de la
libertad dado el carácter fundamentalmente intuitivo que esta
noción tiene en sus filosofías. Bergson ensaya descripciones
metafóricas de la libertad y Heidegger propone definiciones
descriptivas. Pero metáforas y descripciones no son nada sin la
carga experiencial que ambos filósofos tienen que suponer en
todo lector (Bergson es consciente de ello, Heidegger
rechazaría en parte esta afirmación) para ser cabalmente
comprendidos. Con Bergson y Heidegger, la idea metafísica de
libertad parece llegar a una última depuración de ingredientes
materiales y pensados por los procedimientos de la mera razón
discursiva tradicional, haciéndose estrictamente inefable.
191
indespedazable. La suposición de que el impulso, una vez
llegado al punto X´ (anterior a X) se haya encontrado ante la
disyuntiva de iniciar la vía X´Y o la vía X´Y´ es una construcción
a posteriori que suministra una explicación incorrecta, proque
presupone el fraccionamiento del movimiento, dinamismo
cualitativo que no es descuartizable, porque supone la
confusión o asimilación del movimiento con su trayectoria, la
cual es sólo la huella especial que aquel deja, huella de la que
el tiempo, esencialmente uno con el movimiento, está
rigurosamente ajeno. Plantear el problema de la libertad en el
terreno de la elección indeterminada es perder anticipadamente
la polémica con el determinismo, porque es adoptar la misma
errónea concepción dela vida psíquica que este profesa, a
saber, la de que la vida sea una yuxtaposición de puntos o
momentos separables, aunque enlazados. Si ello fuera así, sería
imposible negar que en cada uno de esos momentos aislados
concurren no sólo las determinaciones del momento anterior
sino también todos los factores ambientales presentes. De
hecho, puede ocurrir aasí en la vida superficial y cósica del
hombre; en ella rige una determinación monótona y estéril, ya
física, ya psíquica-somática. Pero la auténtica vida es un flujo
indivisible de desarrollo espontáneo para cuya descripción es
incorrecto usar esos esquemas espaciales que siempre suponen
un fraccionamiento. La concepción de la libertad como facultad
de elecciones sucesivas y separada no tiene, pues, en cuenta la
auténtica realidad de la vida.
192
Anexo XX. Sobre Poesía y verdad
1. Pensamiento central
193
2. Atención a la vida real de los hombres.
194
está escribiendo sus recuerdos en Poesía y verdad no tiene ya
nada que ver con el joven que consideró objeto de arte veraz lo
que Goethe mismo llama “el siniestro fundamento de la familia”.
Pero es el viejo el que usa tal expresión. Y en el Viaje a Italia,
escrito aún años después, expone con la misma veracidad,
hablando del anfiteatro de Verona, cómo un tal edificio no tuvo
en realidad más función esencial que reunir al pueblo para
impresionarle, sugestionarle, engañarle y dominarle. El viejo
Goethe es también el que en la Europa de la Santa Alianza
expone de este modo su comprensión de la religión positiva:
En la medida en que una determinada religión revelada se
funda en la idea de que un individuo puede ser más favorecido
por los dioses que otro, en esa misma medida ha nacido esa
religión de la división de los hombres en clases... Los patriarcas
pertenecían a la clase de los pastores. Su vida en el océano de
desiertos y pastos dio anchura y libertad a su espíritu, la
bóveda del cielo, bajo la cual vivían, dio, con todas sus
nocturnas estrellas, sublimidad a sus pensamientos; y ellos
necesitaban, más que el activo y ágil cazador, más que el
seguro, cuidadoso y sedentario agricultor, la fe inconmovible en
que un dios marchaba a su lado, les visitaba, participaba de su
suerte, les guiaba y salvaba.
195
El presente volumen contiene tres escritos de Lukács. Dos
de crítica literaria: el estudio Goethe y su época, de 1934-47, y
el artículo dedicado a la Minna von Barnhelm, de Lessing,
escrito en 1953.
El libro acerca de Goethe y su época, que apareció como
volumen independiente en 1947, es un conjunto de cinco
ensayos sobre Goethe, Schiller y Hölderlin. Todos son piezas
típicas del Lukács más clásico, el que se expresa con los medios
de la crítica literaria. Basados en una aplicación consecuente y
profunda de la tesis de Marx acerca de la “miseria alemana”,
del atraso social de la Alemania ilustrada, y de las paradójicas
posibilidades intelectuales abiertas por aquel atraso, estos
estudios apuntan a una estimación de la cultura europea de
finales del siglo XVIII y del siglo XIX que permite a Lukács
formular una condena del afectado desprecio por esa época,
corriente como moda en la cultura superior burguesa del siglo
XX y también en productos inferiores de la misma, como el
fascismo.
En esa consideración histórica coincide con los estudios
goethianos el artículo sobre la Minna de Lessing, un documento
más, y muy notable, de la vitalidad intelectual de Lukács.
Nuestra edición reúne los dos textos de épocas tan
distintas no sólo porque así lo ha hecho Lukács en el volumen
7º de sus obras completas en curso de publicación, sino
también porque el autor ha expuesto sus razones para hacerlo
en un prólogo escrito en 1963. Ese prólogo, que en algún paso
tiene interesantes notas de autobiografía intelectual, ha de
leerse como un texto tan sustantivo cuanto los otros dos para la
comprensión de la obra del autor húngaro. Junto con una de las
exposiciones más categóricas de su recusación, bastante
global, del contenido de corrientes de pensamiento tan
difundidas como el existencialismo o el neopositivismo, junto
con una enérgica reafirmación -recogida de Thomas Mann- de la
“idea de formación” o educación característica del clasicismo
germánico, Lukács cierra ese importante escrito con unas
palabras que muestran como el “conservadurismo cultural” que
tantas veces se le imputa está relativizado por una clara
consciencia histórica: “Cuestión aparte y que no puedo resolver
es la de si el puente que he intentado lanzar entre el pasado y
el futuro para y a través del presente va a ser realmente
duradero. Y ésta es también una cuestión de primera
importancia. Si en estos tiempos desfavorables no he
conseguido tender más que un puente de barcazas, un día lo
sustituirán por otro sólido, en cuanto que esa comunicación
consiga la importancia que realmente tiene para la vida
espiritual. Yo, personalmente, me contentaría con conseguir
facilitar a unos hombres, aunque fueran pocos, el tránsito del
pasado al futuro en este confuso período de transición.
196
Del cuaderno de notas de lógica, maquinismo y críticas
literarias depositado en Reserva de la BC de la UB, estas breves
anotaciones sobre este ensayo de Lukács. Sacristán cita por la
edición francesa de 1949 (Goethe et son epoque, París),
traducida del alemán por L.Goldmann:
197
22. Magnífica clave del estilo de Goethe en Faust (p.342, p.347).
Para Castellet: pp. 348-351.
198
Anexo XXI. Del idealismo filosófico. Definiciones
esenciales.
De los apuntes editados de sus primeras clases de
“Fundamentos de Filosofía”, tras su suelta de Alemania en 1956 (y de
otras materiales posteriores), estas aproximaciones a diversas
acepciones de la categoría “idealismo”
A. Idealismo metafísico
199
impresiones no proceden según él de cosas -no hay más ser que
el ser-percibido- sino de la acción divina en el alma.
4. Crítica. Una posición idealista metafísica no puede
refutarse con argumentos formales, a golpe de silogismos, por la
fuerza de deducciones. Del mismo modo que, por lo demás,
tampoco el idealista puede fundamentar su actitud con
argumentos concluyentes.
Los argumentos totalmente desprovistos de presupuestos,
desligados de toda concepción del mundo -los argumentos o
verdades que, según la patética frase de Kant, son concluyentes
“aunque Dios no lo quisiera”- son exclusivamente formales,
como, por ejemplo, la tesis: “si esto es un papel, esto es un
papel”.
Pero un argumento formal o su resultado, un teorema
formal, no dicen nada sobre la realidad concreta y cualitativa. Y
el idealismo metafísico, como cualquier otra doctrina, es una
teoría de la realidad concreta, una concepción sistemática del
mundo.
Los argumentos en favor y en contra de una concepción
del mundo tienen que ser y pueden ser racionales, pero no
demostrativos en sentido formal.
¿Cuáles son los principales argumentos críticos contra el
idealismo metafísico o absoluto? Puede decirse brevemente que
son todas las consideraciones dimanantes de la experiencia
humana en sus dos modos: el modo cotidiano natural y el modo
científico. Una y otra clase de experiencia nos hablan de la
realidad del mundo como distinta y no determinada
esencialmente por la conciencia, y del apoyo del conocimiento
en la realidad, y de su penetración en ella. El hecho de que el
conocimiento base actividades del hombre que repercuten en la
naturaleza y en el propio cuerpo de un modo previsto
(pongamos por caso la administración de un antipirético, por
ejemplo) obliga al idealista a admitir, para explicarlo, una
peregrina fantasmagoría de impresiones relacionadas entre sí
por misteriosos lazos ideales. La concepción idealista de la
acción de un antipirético sobre el cuerpo humano, por ejemplo,
obliga a montar un complicado teatro de sombras chinescas; la
razón de las relaciones necesarias, determinadas, entre esas
sombras -al espíritu sabiéndose tomando una pastilla, el espíritu
sabiéndose a menor temperatura-, es una sombra más oscura
que todas las demás: un Espíritu único, del cual son
“despliegues” todos los hechos que ocurren y el conocimiento
de ellos.
La razón responsable ve que para asumir tal actitud es
necesario estar poseído de un pathos, de un permanente estado
emocional, bien distinto del ánimo que impulsa al hombre por el
200
camino de la ciencia.
B. Idealismo filosófico
201
Por lo que hace al primer capítulo de la sociología de la
ciencia de Marx, el que se ocupa de la relación entre ciencia e
ideología, creo que la tradición marxista anda sobrada de
esquematismos empobrecedores, ya porque, unas veces, tienda
a separar materialmente -no sólo lógicamente- lo científico de lo
ideológico en los productos culturales (los cuales contienen
normalmente ambos elementos a la vez), ya porque, otras,
practique un ideologismo universal, considerando “idealista” la
simple constatación de la presencia eficaz en la historia del ideal
de ciencia desinteresada. De esta tesis sociologista hay que
decir que no es de Marx; según ella, Marx es un idealista,
porque la primera convicción de su sociología de la ciencia es
que ciencia verdadera consiste en conocimiento desinteresado,
o, como dice en el libro I del Capital, conocimiento sin más
interés que “el pensamiento desinteresado”.
202
empiriocriticismo (1908/1909) “son muy aficionados a llamar
sistemas originales a las diminutas alteraciones que uno u otro
de ellos introduce en la terminología o la argumentación”.
La actitud de Lenin tiene sus inconvenientes... Y el
desprecio de las diferencias de argumentación puede en
algunos casos impedir la percepción de cosas importantes para
el avance del conocimiento y, por lo tanto, indirectamente, para
las luchas de clase.
203
“marxismo ortodoxo de György Lukács” , PM I, pp. 237-238.
C. Idealismo transcendental
204
campo de trabajo de una ciencia, su horizonte temático, y las
articulaciones principales del mismo, estudio que debe arrojar
una fundamentación metodológica de la ciencia de que se trate
en cada caso. En el de Kant, se trata principalmente de la física,
según ha observado Heidegger agudamente.
2. Al aludir a la escasa claridad del idealismo
transcendental se ha apuntado la principal motivación crítica
que puede movérsele.
205
Anexo XXII. Karl Korsch (1886-1961)
206
afirmaciones sobre el mundo, entonces se tiene no el análisis de
las teorías, no una “crítica de la experiencia”, sino el
neopositivismo como filosofía de tipo tradicional...
3. Notas de traductor
A. 1973.
Traduzco Betriebsverfassung por “constitución industrial”
creyendo que el autor [SLA: Wolfgang Abendroth] está
pensando, aunque no lo diga explícitamente, en temas
sugeridos en la tradición marxista alemana, por Karl Korsch a
principios de los años veinte. Y el léxico histórico-teórico de éste
(Arbeitsverfassung, etc.) recomienda versiones como
“constitución del trabajo”, etc.
B. 1975.
Reproduzco este último apéndice [el VII] de la edición
Langkau, pese a tratarse de una bibliografía alemana, por lo que
tiene de informativo sobre la selección de textos marxianos o
marxistas realizada por Korsch.
207
burgueses de Marx y también bastantes marxistas...” hasta
“... Pues uno de los rasgos esenciales de ese método
materialista-dialéctico es que no conoce esa diferencia, sino
que consiste más bien esencialmente en la conceptuación
teórica de lo histórico”].
MSL: Ese paso magnífico capta en mi opinión la verdad y la
inspiración del espíritu dialéctico. Al mismo tiempo, permite bien
ver que eso no es ni puede ser un método: es un programa. La
debilidad potencialmente acientífica, pseudocientífica, de las
dialécticas consiste en no querer admitir que para la realización
de ese programa de conocimiento no hay más “métodos”, más
instrumentos, que los comunes.
208
los que ya no cree mucho; pero luego trabaja los conceptos de
un modo original. Las frases sobre dialéctica, aparentemente
contradictorias, se pueden resolver tal vez en una nueva
concepción, en un nuevo uso de “dialéctica” que se puede ir
rastreando por todo el libro. El programa es muy bueno, pero
contiene todavía la errónea afirmación “ortodoxa” de que eso es
un método o ciencia nueva. Mejor sería decir que es un saber o
conocimiento nuevo. Logrado, en lo que tiene de sólido, con las
ciencias de la academia.
209
Esta segunda parte es una analogía desmesurada, por las
ideas de exactitud y de experimento.
5. p. 89 [Desde “En su desarrollo tardío entre los “economistas
vulgares” del siglo XIX...” hasta “...la economía se ha
anquilosado hasta convertirse en una disciplina especial que no
contiene ya ningún interés social general].
MSL: Para redondear su complicada teoría de la ciencia
marxista.
7. p.200 [Desde “Lo que hizo que el joven Marx, pese a su sana
resistencia, sucumbiera finalmente a la filosofía hegeliana...”
hasta “...que ya en el período hegeliano habían constituido el
verdadero contenido oculto de los conceptos”].
MSL: Una de las causas de que el texto de Korsch
deslumbre es que escribe todas las interesantes agudezas que
se le ocurren, aunque procedan de puntos de vista diferentes
sobre la obra de Marx.
210
enteramente desprendida de la filosofía hegeliana, al
materialismo dialéctico de Marx y Engels”].
MSL: Da la impresión de que su familiaridad con el Círculo
de Viena no pudo ser muy profunda, porque sólo así se entiende
que no perciba la abismática diferencia de estilo intelectual
entre [Philip] Frank y Hegel-Marx. Pero sin duda Korsch quería
decir algo razonable a través de oscuridad, a saber, que en
historia -o, más korschianamente, en la teoría de la revolución-
lo que interesa es una cosa distinta de las leyes causales
conocidas en la tradición.
211
Anexo XXIII. Anton Pannekoek (1873-1960)
212
ser completamente diferente del marxismo real, tal como éste
crece en el proletariado de países de capitalismo plenamente
desarrollado” (op. cit. pág. 12, cursiva mía). Pocas maneras de
pensar serán tan burguesas como esta adialéctica reducción del
materialismo histórico a determinismo pseudo-dieciochesco...
213
la vida social, no es posible más que si nos remontamos a los
principios más profundos de lo que ambas partes llaman
marxismo. Y esos principios son las cuestiones filosóficas
fundamentales” (pp.19-20).
MSL: El sofisma de falsa deducibilidad, más la mala
interpretación del marxismo.
214
del éter o de los átomos se presentan contradicciones, éstas no
se encuentran en la naturaleza misma, sino en la forma que
escogemos para nuestras abstracciones y nuestras leyes con
objeto de poder utilizarlas del modo más breve y manejable”
(p.63).
MSL: Claro sobre dialéctica de la naturaleza.
215
MSL: Independientemente de que Lenin no llevaba razón,
P. muestra olvidarse de la línea Berkeley y de su paralela
continental, Malebranche, etc.
16. “La condensación de una multitud de fenómenos en una
fórmula breve, en la ley natural, es puesta por Mach como
principio de la investigación con el rótulo de “economía del
pensamiento”. Se podría pensar que esa reconducción de la
teoría abstracta a la práctica del trabajo (científico) tendría que
simpática precisamente a un marxista. Pero Lenin no ha
entendido nada de ello...” (p. 93).
MSL: Yo también creo que Lenin no lo ha entendido, pero
pienso además que no hay motivo para entusiasmarse con la
idea de la economía del pensamiento como tesis sobre lo que es
la ciencia. Es más programática que descriptiva (v. Bunge).
216
cerca del “materialismo histórico”.
217
supermaterialistas.
218
Anexo XXIV. Semana por la paz: Barcelona, 1963.
II
1. En nuestra tradición, a diferencia de lo que ha ocurrido
en otras como la hindú, la ideología favorable a la guerra ha
tenido generalmente buena prensa, y la ideología de paz mala
hasta el punto de tener que cubrirse.
Kant, La paz perpetua, prólogo.
“ “A la paz perpetua”. Pasemos por alto la cuestión de si esta
inscripción satírica que un misionero holandés tenía puesta en
la enseña de su casa, debajo de un cementerio pintado, estaba
dedicada a los hombres en general, o bien sólo a los filósofos
que sueñan ese sueño hermoso. El autor de este librito quiere
hacer constar, de todos modos, que, puesto que el político
práctico acostumbra a despreciar al teórico [...], es necesario
que, cuando haya discrepancias entre ellos, el político práctico,
para comportarse consecuentemente, no tema que sean
219
peligrosas para el estado unas opiniones expresadas
públicamente y con buena intención; con esta clausula
salvatoria el autor de estas líneas cree salir del mejor modo del
paso de toda interpretación maliciosa”.
III
1. El desarrollo de esos temas es cosa de las ciencias
positivas: economía, sociología, teoría política, física y biología.
1.1. Pero esos factores está en todas las consciencias.
Hasta los filósofos saben hoy que la bomba de Bikini -y es una
bomba anticuada- equivale ya a todas las bombas lanzadas por
los aliados ante Alemania durante la 2ª guerra mundial.
IV
1. La filosofía ha tenido desde antiguo una gran
condescendencia con la guerra.
1.1. Explicaciones:
220
+ Lo indiscutible del dato.
+ el conformismo del filósofo.
+ + paz en sentido satírico de Epicteto.
+ La inserción del filósofo en la red de los intereses de
las clases sociales
+ + Las dos ramas de la sofística a este respecto.
V.
1. Lo característico de la época contemporánea en
cuestión de ideologías es la consciencia histórica.
1.1. Ella hace que las grandes ideologías sean
instrumentales.
221
+ 1’’. Virtud
Cuando miramos ahora, a redrotiempo, esos cuatro años que
han huido, comenzamos a ver cómo las peculiaridades de la
guerra, aquello que primero era a nuestros ojos sólo y puro
dolor, adquiere hoy un sentido más humanamente positivo. El
dolor es casi puramente un mal, pero verdad que sin el dolor no
aparecería en la guerra lo que es, acaso, la gloria mayor del
esfuerzo humano, no existiría el heroísmo.
. Crítica, Mosewitz.
Cuando en la época de las armas termonucleares aparece un
teórico que repite la afirmación de que la guerra es el campo de
prueba del coraje humano, se pone de manifiesto la naturaleza
arcaica del sus opiniones. Porque si la guerra ya no es cuestión
de una lucha de tropas en combate cuerpo a cuerpo, sino una
cuestión de supervivencia de la civilización misma, la ética que
pueda tener en cuenta ese factor debe ser juzgada como
mucho más decisiva que aquella que insiste en las leyendas de
un tardío romanticismo filosófico.
+ 2’’. Ritualización:
¡”Gloriosa Francia, patria de la libertad, hermana de la
constancia, maestra de la vida risueña! Tú llegaste -decía
corazón todos estos días- tú llegaste enferma a las trincheras,
pero tu voluntad, de sereno y callado (*)*, te hace salir de ella
con un cuerpo dotado de una nueva y especial juventud”.
2.3. El secreto:
El animal de rapiña es enemigo de todo el mundo. No tolera en
su distrito a ninguno de sus iguales -aquí están las raíces del
concepto regio de la propiedad.
. Comentario: + Hobbes.
+ Civilización de la competencia imperialista.
*
Como dos líneas más adelante, aquí hay una palabra que no podido descifrar. Otra
más.
222
2. Difundiendo los datos de la ciencia positiva, que
muestran muerte y no utilización.
Notas
223
clásica intentó realizarla por una vía equivocada, que consistía
en constituirse como saber sustantivo e independiente. Esto
supone en la práctica, a pesar de ciertos pertinentes distingos
clásicos en la teoría, que aquellas zonas-límite del saber
constituyen un campo temático objetivo independiente,
accesible por métodos propios, distintos de los de la ciencia
positiva, que serían los métodos del filósofo. Este supuesto es
falso. La profundidad, los fundamentos no se alcanzan nunca
más que desde algún lugar de la superficie. Y eso significa que
sólo son accesibles por profundización en los conocimientos
positivos -pues todo punto de la superficie del saber pertenece
al menos a una ciencia positiva- y por procedimientos
connaturales con los saberes que ya por su cuenta consisten en
esa profundización, o sea, las ciencias. Dicho de otro modo: lo
filosófico no es un campo temático-objetivo o material, sino
cierto nivel de cualquier saber temático, el nivel de
fundamentación y, unido dialécticamente con él, el de
generalización. Hay sin duda técnicas que, en su presentación
abstracta, son todavía hoy atribuibles preferentemente al
filósofo. Pero, según precisó Engels hace ya muchos decenios, y
según ha confirmado luego lo más esencial de la experiencia
neopositivista, se trata sólo de las técnicas de crítica del
conocimiento, o sea, la lógica y la epistemología, técnicas en
sustancia formales. Si el pensamiento filosófico quiere ser más
que elaboración de técnicas formales -e incluso sin querer ser
más que eso pero de un modo eficaz- tiene que buscar su
propio nivel a través de la concreción de las ciencias positivas.
224
amenaza) -> la amenaza nuclear no es convincente para la URSS.
Mito 3: El despliegue de SS 20 no altera el equilibrio, ni es
particularmente amenazante.
Mito 3 (cont). Los Pershing sólo marginalmente aumentan las
posibilidades americanas de First Strike.
Perspectivas: Es más probable un estallido convencional.
Se hace ilusiones sobre las declaraciones del no primer uso.
225