El Beso de La Noche

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El beso de la noche*

Pablo Montoya
Panamericana, Bogot, 2010, 144 p.

Christian Benavides Martnez


christianbmit@gmail.com
Universidad de Antioquia
Recibido (15.02.2017) Aprobado (22.03.2017)
doi: 10.17533/udea.elc.n41a16

El beso de la noche es una coleccin de diez cuentos que obedece, ms


que a una estructura premeditada, a tres hilos argumentales que confluyen a lo
largo de estas narraciones, formando as un nodo en el que se interconectan,
y posibilitan esta seleccin. En el primero de ellos podemos ubicar Las mu-
jeres de Aspasio (pp. 7-17), El salto (pp. 19-31) y El beso de la noche
(pp. 33-42). Estas narraciones se ven apabulladas por pulsiones que se tornan
mucho ms profundas ante la angustia de la muerte y, por lo mismo, empujan
a sus protagonistas al anonimato y a desapariciones sbitas. La necrofilia, la
hidrofilia, el onanismo, el complejo de Edipo y el suicidio se constituyen como
las representaciones de la presencia de lo sublime en medio de la desolacin,
de la pureza habitando lo ptrido (pp. 15-16), tal como lo declara el narrador
de Las mujeres de Aspasio. El segundo incluye a Las formas del silencio
(pp. 43-53) e Insectos (pp. 55-65). La fijacin y el pnico por lo sonoro nos
remiten a los estudios en conservatorio y la formacin en letras del autor, pues
los personajes de dichos cuentos sostienen relaciones directas con la msica
y la literatura que estn marcadas por la privacin obligada o inconsciente
de las mismas. Y, por ltimo, el grupo conformado por los cuentos Toms
(pp. 67-82), El muerto (pp. 83-97), El encargo (pp. 99-106), Figura con
paisaje (pp. 107-122) y La doble herida (pp. 123-142). Aqu, la violencia
en la cual se ve inmerso Medelln deriva en que sus personajes deambulen
en torno a la imposibilidad de la reconciliacin con la ciudad que habitan.

Cmo citar esta resea: Benavides Martnez, C. (2017). Resea del libro El beso de la
noche, de P. Montoya Campuzano. Estudios de Literatura Colombiana 41, pp. 211-214.
DOI: 10.17533/udea.elc.n41a16

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Si bien pulsin, sonoridad y descomposicin social consiguen entre-


tejer los relatos de esta publicacin, es este ltimo aspecto el que se erige
como la dimensin en la que transcurren tales cuentos anmalos. La crisis
que precipita la descomposicin y disgregacin sociales se presenta como
el factor primordial que, ms que contextualizar, condiciona las vidas de los
personajes que cobran voz hombres sin excepcin y se hallan inmersos
en el universo imaginario del escritor. Por ello se ven forzados a la anomia, a
romper cualquier lazo que los una al mundo circundante y a ceder a los arre-
batos como forma de rechazo ante el desamparo. La descomposicin social
tambin se extiende hacia aquellos que pretenden distanciarse de ella con tal
de encontrar sosiego del extravo que consume a la humanidad. Sin importar
cuanta distancia pongan de por medio quienes huyen del incesante barullo de
Medelln considerada uno de los centros del infierno (p. 49) por el pro-
tagonista misfono de Las formas del silencio, les es imposible sentirse
a salvo. Incluso la omisin de mencin alguna respecto a la violencia, que se
constituye como fuga, como una muestra clara de indiferencia al respecto,
no implica garanta alguna que evite trastornos en el individuo.
En lo que respecta al ltimo conjunto de cuentos, los recursos estti-
cos estn subordinados a la caracterizacin del conflicto armado urbano y a
la plasmacin artstica de un mundo azotado por dicha problemtica. Aqu,
la descomposicin social es ms evidente que en los cuentos anteriores.
Medelln, de acuerdo con el padre de Adn, el protagonista de La doble
herida, se presenta como un grupo sociolgico preparado para que gru-
pos insurgentes, fuerzas armadas y polticos tradicionales (p. 131) lleven a
cabo la conformacin de un plan nacional, que tena en Medelln su centro
neurlgico, destinado a entronizar en el poder una nueva clase gobernante
de narcotraficantes y paramilitares de extrema derecha (p. 132) dedicada a
masacrar una corriente de izquierda que gozaba de cierta credibilidad entre las
personas una constante en la historia poltica colombiana. Este mrbido
proyecto requera de una degradacin social que sirviera de cortina de humo
para llevar a cabo su ejecucin. El caos propiciado por la racha de fatalidades
que acompa esta polarizacin no se escatima cuando leemos en El muerto
que los miles de asesinados y desaparecidos parecan brotar de la tierra. En el
deambular por esta pesadilla, nos topamos con clrigos que hacen de las misas
y el conflicto un negocio redondo, con policas sospechosos, reinsertos que
ocupan cargos de seguridad, traquetos dados al exceso, soldados corruptos y
los miles de fantasmas que dejaron los aos cruentos del narcotrfico. Nada

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se salva de ser corrodo. En tono anecdtico, Toms narra la historia de un


personaje que injustificadamente es tomado como preso poltico en aquella
poca que las guerrillas iniciaban con fuerza en Medelln y la arremetida de
la autoridad era brutal. En medio de este panorama desolador, cobra mayor
importancia la pesadumbre de su tradicional familia antioquea debido a
sus inclinaciones por la dramaturgia y la homosexualidad. As se exhibe la
crisis moral de aquella sociedad ptrida, indolente ante la violencia hacia el
otro, pero abrumada por la ignominia familiar denuncia en la que queda en
evidencia el papel fundamental que juegan las sociedades conservadoras al
tolerar este tipo de conflictos consuetudinarios. Tales prejuicios y apata
contrastan con La doble herida, un relato marcado por la intersexualidad
de Adn, su protagonista, quien creci rodeado de seres comprensivos pese
a estar insertos en esa misma sociedad en la que el caos se propagaba de
manera obscena, desmoronando todo valor a su paso. En aquel Medelln fa-
tdico que le escupa todo su desprecio, Adn viva suspendido en un arrojo
a la voluptuosidad, sin que ello le impidiera palpar la esencia del drama, de
la sevicia, de la ignorancia en las que reinaba la conminacin. Pese a todo,
no quera irse con el recuerdo de la brutalidad, sino con el de la sensualidad
(p. 132) cuando se aferr a la esperanza del exilio. En cambio, el narrador,
amigo de Toms, cansado de tanta violencia, decide marcharse por un tiempo
para estudiar msica y alejarse de la descomposicin social que empezaba
a devorarlo todo (p. 80). A su retorno, y a semejanza de muchos personajes
en estos cuentos, le resulta imposible reconciliarse con la ciudad. Al notar
todos sus problemas no escatima en injuriarla, pues en el fondo, ella segua
siendo la misma poblacin cruel y conservadora de siempre (p. 80). Mezcla
funesta y a la vez conveniente para que se implementara un proyecto poltico
de tal envergadura.
El conflicto armado urbano (violencia homicida) como consecuencia
del auge del narcotrfico en Medelln hace metstasis y termina esparcindose
hacia la periferia, hacia el campo. As lo podemos ver en Las mujeres de
Aspasio. La vivencia de la violencia que corroe a Antioquia deriva, en los
personajes de Montoya, en una combinacin de ternura y rabia con la que
contemplan la hermosura de la vida y la corrupcin de la muerte violenta.
All se observa cmo una vctima del conflicto, a causa de sus trastornos,
puede encontrar el refugio preciso para su soledad vertiginosa y su sensua-
lidad irresoluta en lugares propios para la intemperancia humana ante el
misterio de la muerte. Por su parte, el personaje principal de El encargo,

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en un gesto que demuestra la magnitud de ola criminal, se lamenta de que


las fosas comunes se hallen repletas y deba retirarse cada vez ms hacia las
reas rurales para cumplir su faena. A semejanza de El muerto, este relato
cuenta con la presencia de militares vinculados al narcotrfico, de habitantes
del campo cmplices e indolentes, de cadveres arrojados al ro. En Figura
con paisaje, por su parte, encontramos el relato de una familia desplazada
que se ve apabullada y corrompida por la violencia colectiva (econmica,
poltica y social) en Antioquia. De all surge Serna, un personaje poseedor
de cierta sensibilidad artstica que lo hace debatirse constantemente entre la
resiliencia y el doblegarse ante los determinantes sociales.
Cabe resaltar en este punto que entre los intersticios de los cuentos de
Montoya cobra preponderancia el papel secundario de las mujeres que son
apabulladas por el conflicto. Su carencia de voz propia se manifiesta como
otra de las tantas formas con las que la violencia marca sus vidas. El silencio
estremecedor que las envuelve refleja su exclusin y su abandono en una so-
ciedad patriarcal que agrava su vulnerabilidad y, a lo sumo, las presenta como
objeto de deseo y distraccin para sublimacin de la angustia masculina. As lo
podemos ver en los cuerpos sin vida en Las mujeres de Aspacio; las madres
en El beso de la noche y La doble herida; las esposas en Las formas del
silencio y El muerto; las hermanas en Toms y Figura con paisaje,
y en su ausencia en El salto, Insectos y El encargo. Es en este tipo de
personajes en quienes se evidencia la mxima expresin del ensaamiento
propio de la descomposicin social.
Para concluir, si bien la fijacin por el sonido de muchos de sus perso-
najes y las pulsiones a las que se entregan los mismos, como fuga disocia-
tiva de la realidad, se erigen como pivotes que cohesionan esta obra, tales
peculiaridades se presentan como temticas que se intensifican en medio de
la creciente racha de violencia homicida a raz del conflicto armado urbano
en Medelln, escenario y testigo de estos diez cuentos. La descomposicin
social logra entrelazar los distintos relatos para fortalecer esta coleccin, a
la vez que consigue que las ltimas narraciones se relacionen mucho ms
con las primeras, como si adems de las concurrencias aqu resaltadas, esta
obra obedeciera a la forma de un urboro, pues incita a la relectura del texto,
completando as el entramado de El beso de la noche.

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