Reflexiones Sobre El Buen Vivir

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DESARROLLO SUSTENTABLE 21/08/2010

Vida Consciente

Slo imaginando otros mundos, se Receta Alimento Estrella Ecovida

cambiar ste - Re exiones sobre el Buen Queso vegano de


garbanzos
Vivir Este queso vegano est
hecho con garbanzos y puedes
Por Alberto Acosta disfrutar de un tofu sin soja ya
sea porque quieras...
361.676 lecturas

E
l Buen Vivir (sumak kausay) tiene que ver con otra forma de vida, con una serie de derechos y garantas
sociales, econmicas y ambientales. Los principios orientadores del rgimen econmico deben Artculos relacionados
promover una relacin armoniosa entre los seres humanos individual y colectivamente, as como con
la Naturaleza. Lo que se busca es una convivencia sin miseria, sin discriminacin, con un mnimo de cosas La Minera y su grave
necesarias y sin tener a stas como la meta nal. El concepto del Buen Vivir no solo tiene un anclaje histrico impacto sobre los
en el mundo indgena, se sustenta tambin en algunos principios los cos universales: aristotlicos, Bosques y los Pueblos
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marxistas, ecologistas, feministas, cooperativistas, humanistas...

()Ya lo ves, seor Nicetas -dijo Baudolino-, cuando no era Impacto y Consecuencias
presa de las tentaciones de este mundo, dedicaba mis de las Represas
noches a imaginar otros mundos. Un poco con la ayuda del
61.489 lecturas
vino, y un poco con la de la miel verde. No hay nada mejor
que imaginar otros mundos para olvidar lo doloroso que es
La gestin sustentable de
el mundo en que vivimos. Por lo menos, as pensaba yo
proyectos ambientales
entonces. Todava no haba entendido que, imaginando
otros mundos, se acaba por cambiar tambin ste. 17.912 lecturas
(Humberto Eco)

El Buen Vivir, una oportunidad para el mundo.


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En muchas regiones del mundo, sobre todo en los pases andinos Bolivia y Ecuador, uno de los puntos
medulares del debate es el cuestionamiento al rgimen de desarrollo imperante. Y en ese contexto El racismo destruido en 1
minuto
aparecen diversas propuestas desde las mismas comunidades ancestrales, enriquecidas por las luchas de
resistencia de las ltimas dcadas, orientadas a cambiar el rumbo de la historia. 1:01
1.348 reproducciones

En la Asamblea Constituyente de Montecristi, uno de los puntos medulares del debate fue el
Cmo hacer que tu gato
cuestionamiento al rgimen de desarrollo imperante. La discusin avanz hacia propuestas que recogen
te quiera?
elementos planteados dentro y an fuera del pas. All, desde la visin de los marginados por la historia de
los ltimos 500 aos, se plante el Buen Vivir o Sumak Kausay (en kichwa) como una oportunidad para 10:47
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construir otra sociedad sustentada en una convivencia ciudadana en diversidad y armona con la Naturaleza
[1], a partir del reconocimiento de los valores culturales existentes en el pas y en el mundo. Con esta Kellogs est
declaracin, una Constitucin por primera toma un concepto de tradiciones indgenas como base para el envenenando a tus hijos:
ordenamiento y legitimacin de la vida poltica. Al asumir el Buen Vivir el sentido de un objetivo general La estafa de los cereales
5:06
hacia el cual se orienta la vida econmica, poltica, social y cultural, se empez a desmontar, el poder en el desayuno
478.034 reproducciones

colonial (David Cortez). Una concepcin que, adems, desnuda los errores y las limitaciones de las diversas
teoras del llamado desarrollo.
EcoPortal.net
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La pregunta que cabe en este punto es si ser posible y realista intentar un desarrollo diferente dentro del
capitalismo. Se entiende un desarrollo impulsado por la vigencia de los Derechos Humanos (polticos, Me gusta esta pgina Compartir
sociales, culturales, econmicos) y los Derechos de la Naturaleza, como base de una economa solidaria.
Seguir siendo acaso el desarrollo un fantasma que nos contine atormentando o una utopa que nos S el primero de tus amigos en indicar que te gusta esto.
oriente? Es ms, ser necesario superar el concepto de desarrollo y adentrarnos en una nueva poca, en la
del postdesarrollo?

La propuesta del Buen Vivir, que cuestiona el llamado desarrollo en tanto concepto holstico que supera el
economicismo y que atraviesa transversalmente toda la Constitucin ecuatoriana, fue motivo de diversas
interpretaciones en la Asamblea Constituyente y en la sociedad. Recordemos que prim el desconocimiento
e incluso el temor en ciertos sectores. Algunos asamblestas, contando con el eco perturbador de gran parte
AMBIENTE Y SOCIEDAD

de una prensa mediocre e interesada en el fracaso de la Constituyente, acostumbrados a verdades Ms de 125.000 ecologistas reciben nuestra
indiscutibles, clamaban por concreciones de nitivas. Para otros, el Buen Vivir, al que lo entendan publicacin cada semana.
ingenuamente como una despreocupada y hasta pasiva dolce vita, les resultaba inaceptable. No faltaron Suscrbete Gratis Ahora!
algunos, temerosos de perder sus privilegios, que no dudaron en anticipar que con el Buen Vivir se propona
el retorno a la poca de las cavernas. Inclusive algunos que alentaron con su voto este principio fundacional Ingresa tu e-mail Aqu SUSCRIBIRME
de la Constitucin de Montecristi, al parecer no tenan clara la trascendencia de esta decisin Y unos
Nmeros anteriores de AyS
cuantos, opuestos desde una izquierda autista, se aferraron a tradicionales conceptos de cambio, en
realidad huecos, carentes de trascendencia al no haber sido cristalizados en la prctica de las luchas
sociales. Lo ltimo Lo ms leido
En las comunidades indgenas tradicionalmente no exista la concepcin de un proceso lineal que establezca Cambio climtico podra
un estado anterior o posterior, tal como nos recuerda el indgena amaznico Carlos Viteri Gualinga. El ha desplazar a 1.000
confrontado los temas del llamado desarrollo con experiencias del Buen Vivir, recuperadas de experiencias millones de personas
para 2050 2/09
concretas de algunas comunidades amaznicas especialmente. No hay aquella visin de un estado de
subdesarrollo a ser superado. Y tampoco un estado de desarrollo a ser alcanzado. No existe, como en la
Hallan 381 nuevas
visin occidental, esta dicotoma que explica y diferencia gran parte de los procesos en marcha. Los pueblos
especies animales y
indgenas tampoco tenan la concepcin tradicional de pobreza asociada a la carencia de bienes materiales vegetales en el Amazonas
o de riqueza vinculada a su abundancia. El Buen Vivir aparece como una categora en la losofa de vida de 2/09
las sociedades indgenas ancestrales, que ha ido perdiendo terreno por efecto de las diversas prcticas y
mensajes de la modernidad occidental. Su aporte, sin embargo, sin llegar a una equivocada idealizacin del Cannabis medicinal.
modo de vida indgena, nos invita a asumir otros saberes y otras posibilidades. Buenos Aires ya tiene su
primer clnica
La visin andina, empero, no es la nica fuente de inspiracin para impulsar el Buen Vivir. Desde crculos de
la cultura occidental se levantan cada vez ms voces que podran estar de alguna manera en sintona con
esta visin indgena y viceversa. En el mundo se comprende, paulatinamente, la inviabilidad global del estilo
de vida dominante. Adems, el concepto del Buen Vivir no solo tiene un anclaje histrico en el mundo
DIRECTORIO DE ENLACES

indgena, se sustenta tambin en algunos principios los cos universales: aristotlicos, marxistas, Agricultura Naturaleza
ecologistas, feministas, cooperativistas, humanistas... Animales ONG's
Ciencias Salud
Frente a los devastadores efectos de los cambios climticos, se plantean transformaciones profundas para Contaminacin Turismo
que la humanidad pueda escapar de los graves riesgos ecolgicos y sociales en ciernes. El crecimiento Clima Vegetarianismo
material sin n podra culminar en un suicidio colectivo, tal como parece augurar el mayor recalentamiento Educacin Recomendados
de la atmsfera o el deterioro de la capa de ozono, la prdida de fuentes de agua dulce y creciente Energa Todas las categoras
contaminacin, la erosin de la biodiversidad agrcola y silvestre, la degradacin de suelos o la propia Gubernamentales

desaparicin de espacios de vida de las comunidades locales...

Para empezar el concepto mismo de crecimiento econmico debe ser reubicado en una dimensin
adecuada, tal como lo recomienda Amartya Sen, Premio Nobel de Economa. Crecimiento econmico no es
QUERS APOYARNOS? Enterte!

sinnimo de desarrollo. Por lo tanto, no es la nica va a la que debera darse necesariamente prioridad.
Incluso a escala global, la concepcin del crecimiento basado en inagotables recursos naturales y en un
mercado capaz de absorber todo lo producido, no ha conducido al desarrollo. Lo que se observa -como
seala Jos Mara Tortosa, uno de los mayores socilogos europeos-, es un mal desarrollo generalizado,
inclusive en los pases considerados como desarrollados.

Eso no es todo, a ms de no obtener el bienestar material, se estn afectando la seguridad, la libertad, la


identidad de los seres humanos. Ese maldesarrollo, generado desde arriba, sea desde los gobiernos
centrales y sus empresas transnacionales, o desde las lites dominantes a nivel nacional en los pases
empobrecidos, tan propio del sistema capitalista, implica entonces una situacin de complejidades mltiples
que no pueden ser explicadas a partir de versiones monocausales. Por ello est tambin en cuestin aquella
clasi cacin de pases desarrollados y subdesarrollados, tanto como el mismo concepto de desarrollo
tradicional. Y, por cierto, aquella lgica del progreso entendida como la acumulacin permanente de bienes
materiales.

En esta lnea de re exin, sobre todo desde la vertiente ambiental, podramos mencionar los reclamos de
cambio en la lgica del desarrollo, cada vez ms urgentes, de varios pensadores de gran vala, como fueron
o son an: Ernest Friedrich Schumacher, Nicholas Georgescu-Roegen, Ivn Illich, Arnes Naess, Herman Daly,
Vandana Shiva, Jos Manuel Naredo, Joan Martnez Alier, Roberto Guimaraes, Eduardo Gudynas, entre otros.
Sus cuestionamientos a las estrategias convencionales se nutren de una amplia gama de visiones,
experiencias y propuestas extradas de diversas partes del planeta, inclusive algunas desde la misma
civilizacin occidental. Son conscientes, por lo dems, de los lmites fsicos existentes. Sus argumentos
prioritarios son una invitacin a no caer en la trampa de un concepto de desarrollo sustentable o
capitalismo verde que no afecte la revalorizacin del capital. Tambin alertan sobre los riesgos de una
con anza desmedida en la ciencia, en la tcnica. En de nitiva, estos pensadores cuestionan la idea
tradicional del progreso material acumulativo e inde nido, y para superarlo proponen nuevas formas de
organizacin de la vida misma.

La bsqueda de estas nuevas formas de vida implica revitalizar la discusin poltica, ofuscada por la visin
economicista sobre los nes y los medios. Al endiosar la actividad econmica, particularmente al mercado,
se han abandonado muchos instrumentos no econmicos, indispensables para mejorar las condiciones de
vida. La resolucin de los problemas exige una aproximacin multidisciplinaria.

Buen Vivir para todos, no dolce vita para pocos

De ninguna manera es aceptable un estilo de vida cmoda para grupos reducidos de la poblacin del
planeta, mientras el resto, una gran mayora, sostiene los privilegios de aquel segmento privilegiado e
incluso opresor. Esta es la realidad del rgimen de desarrollo actual, una realidad propia del sistema
capitalista.

El capitalismo ha demostrado una gran capacidad productiva. Ha podido dar lugar a progresos tecnolgicos
sustanciales y sin precedentes. Ha conseguido incluso reducir la pobreza en varios pases. Sin embargo,
produce tambin procesos sociales desiguales entre los pases y dentro de ellos. S, se crea riqueza, pero
son demasiadas las personas que no participan de sus bene cios.

Aqu cobra renovado vigor la propuesta de Amartya Sen, para quien el poder de crear riqueza equivaldra
a la posibilidad de ampliacin de las capacidades del ser humano. No cuentan tanto las riquezas o sea las
cosas que las personas puedan producir durante sus vidas, sino lo que las cosas hacen por la vida de las
personas. Segn l, el desarrollo debe preocuparse de lo que la gente puede o no hacer, es decir si pueden
vivir ms, escapar de la morbilidad evitable, estar bien alimentados, ser capaces de leer, escribir,
comunicarse, participar en tareas literarias y cient cas, etc. En palabras de Marx, se trata de 'sustituir el
dominio de las circunstancias y el azar sobre los individuos, por el dominio de los individuos sobre el azar y
las circunstancias'.
Lo que se busca es una convivencia sin miseria, sin discriminacin, con un mnimo de cosas necesarias y sin
tener a stas como la meta nal. Esto conduce, por cierto, a una redistribucin de esas cosas acumuladas en
pocas manos. Esta es, a no dudarlo, una visin que nos ayuda para la construccin del Buen Vivir.

Por este motivo resulta inapropiado y altamente peligroso aplicar el paradigma del desarrollo al menos tal y
como es concebido en el mundo occidental. No slo que este paradigma no es sinnimo de bienestar para
la colectividad, sino que est poniendo en riesgo la vida misma de la humanidad. El Buen Vivir, entonces,
tiene una trascendencia mayor a la sola satisfaccin de necesidades y acceso a servicios y bienes. En este
contexto, desde la losofa del Buen Vivir se precisa cuestionar el tradicional concepto de desarrollo
sustentado en la visin clsica del progreso: La acumulacin permanente de bienes materiales no tiene
futuro. Desde esa perspectiva, al tan trillado desarrollo sustentable habra que aceptarlo a lo ms como una
etapa de trnsito hacia un paradigma distinto al capitalista, en el que seran intrnsecas las dimensiones de
equidad, libertad e igualdad, incluyendo por supuesto la sustentabilidad ambiental.

El desarrollo, mejor digmoslo un renovado concepto de desarrollo, visto desde esta perspectiva -planteada
por connotados tratadistas latinoamericanos Anbal Quijano, Manfred Max-Neef, Antonio Elizalde, Jrgen
Schuldt, Jos Lus Coraggio, entre otros- implica la expansin de las potencialidades individuales y colectivas,
las que hay que descubrir y fomentar. No hay que desarrollar a la persona, la persona tiene que
desarrollarse. Para lograrlo, como condicin fundamental, cualquier persona ha de tener las mismas
posibilidades de eleccin, aunque no tenga los mismos medios. El Estado corregir las de ciencias del
mercado y actuar como promotor del desarrollo, en los campos que sea necesario. Y si el desarrollo exige
la equidad y la igualdad, stas slo sern posibles con democracia -no un simple ritual electoral- y con
libertad de expresin, verdaderas garantas para la e ciencia econmica y el logro del Buen Vivir, en tanto
camino y en tanto objetivo.

El Buen Vivir, ms que una declaracin constitucional en Bolivia y Ecuador, se presenta, entonces, como una
oportunidad para construir colectivamente un nuevo rgimen de desarrollo, digmoslo ms claramente,
una nueva forma de vida. El Buen Vivir constituye un paso cualitativo importante al pasar del desarrollo
sustentable y sus mltiples sinnimos, a una visin diferente, mucho ms rica en contenidos y por cierto
ms compleja.

Su realidad, entonces, no se re eja simplemente en una sumatoria de artculos constitucionales en donde


se menciona el Buen Vivir. Inclusive es mucho ms que la posibilidad de introducir cambios estructurales a
partir del cumplimiento de los diferentes artculos constitucionales en donde se aborda expresamente o no
el Buen Vivir. Esta propuesta, siempre que sea asumida activamente por la sociedad, en tanto recepta las
propuestas de los pueblos y nacionalidades indgenas, as como de amplios segmentos de la poblacin,
puede proyectarse con fuerza en los debates de transformacin que se desarrollan en el mundo. Dicho en
otros trminos, la discusin sobre el Buen Vivir no puede circunscribirse a las realidades andinas.

El Buen Vivir, en de nitiva, tiene que ver con otra forma de vida, con una serie de derechos y garantas
sociales, econmicas y ambientales. Tambin est plasmado en los principios orientadores del rgimen
econmico, que se caracterizan por promover una relacin armoniosa entre los seres humanos individual y
colectivamente, as como con la Naturaleza. En esencia busca construir una economa solidaria, al tiempo
que se recuperan varias soberanas como concepto central de la vida poltica del pas y de la regin.

Igualmente, con esta propuesta del Buen Vivir, al cuestionar los tradicionales conceptos del llamado
desarrollo, se convoca a construir sistemas de indicadores propios. Estos nuevos indicadores constituyen
una gran oportunidad no slo para denunciar las limitaciones y falacias de los sistemas de indicadores
dominantes, que recrean permanentemente nuevas inequidades e incertidumbres, sino que, al discutir
metodologas para calcular de otra manera y con renovados contenidos otros ndices de otro desarrollo (es
decir, del Buen Vivir), se avanzar en el diseo de nuevas herramientas para intentar medir cun lejos o
cun cerca estamos de la construccin democrtica de sociedades democrticas y sustentables.

Con el Buen Vivir se pretende buscar opciones de vida digna y sustentable, que no representen la reedicin
caricaturizada del estilo de vida occidental y menos an sostener estructuras signadas por una masiva
inequidad social y ambiental. Mientras que, por otro lado, habr que incorporar criterios de su ciencia
antes que sostener la lgica de la e ciencia entendida como la acumulacin material cada vez ms
acelerada (frente a la cual se rinde la democracia, como reconoce certeramente Boaventura de Sousa
Santos).

Desde esa perspectiva, el Buen Vivir, en tanto nueva forma de vida en construccin y como parte inherente
de un Estado plurinacional, propone incluso una nueva arquitectura conceptual. Es decir, se requieren
conceptos, indicadores y herramientas propias, que permitan hacer realidad esa nueva forma de vida
equilibrada entre todos los individuos y las colectividades, con la sociedad y con la Naturaleza.

En general en todos los espacios del convivir humano se precisa desbrozar la maleza de trminos y
conceptos manoseados y desvirtuados de su real contenido. Con la consolidacin del capitalismo, cuando se
produjo el divorcio entre economa y Naturaleza, al ser humano, a la sociedad y a la misma Naturaleza se les
instrument como simples herramientas de produccin. Eso se replica en el mbito de las polticas sociales
en donde se habla de usuarios e incluso de clientes de las mismas, eliminando la caracterstica bsica sobre
la que deberan desarrollarse: la ciudadana, con derechos y deberes, en un contexto colectivo. La lista de
conceptos y palabras manipuladas es enorme. Eso nos conmina a recuperar incluso la soberana
conceptual, pues las palabras, para coincidir con el pensador uruguayo Gudynas, no pueden ser asumidas
como inofensivas.

La Naturaleza en el centro del debate

La acumulacin material -mecanicista e interminable de bienes-, apoltronada en el utilitarismo


antropocntrico sobre la Naturaleza- al decir de Gudynas-, no tiene futuro. Insistamos, los lmites de estilos
de vida sustentados en esta visin ideolgica del progreso clsico son cada vez ms notables y
preocupantes. Los recursos naturales no pueden ser vistos como una condicin para el crecimiento
econmico, como tampoco pueden ser un simple objeto de las polticas de desarrollo. Y por cierto no se
puede olvidar que lo humano se realiza (o debe realizarse) en comunidad; con y en funcin de otros seres
humanos, sin pretender dominar a la Naturaleza.

Esto nos conduce a aceptar que la Naturaleza, en tanto una construccin social, es decir trmino
conceptualizado por los seres humanos, debe ser reinterpretada y revisada ntegramente. Para empezar la
humanidad no est fuera de la Naturaleza.

La visin dominante, que pretende ver al ser humano por fuera de la Naturaleza, incluso al de nirla como
Naturaleza sin considerar a la humanidad como parte integral de la misma, abri la puerta para dominarla y
manipularla. Sir Francis Bacon (1561 - 1626), clebre lsofo renacentista, conminaba a que la ciencia
torture a la Naturaleza, como lo haca el Santo O cio de la Inquisicin con sus reos, para conseguir develar
el ltimo de sus secretos.

Siglos despus, Alejandro von Humboldt, en su histrico recorrido por tierras americanas, hace ms de
doscientos aos, se qued maravillado por la geografa, la ora y la fauna de la regin. Cuentan que vea a
sus habitantes como si fueran mendigos sentados sobre un saco de oro, re rindose a sus
inconmensurables riquezas naturales no aprovechadas.

El mensaje de Humboldt encontr una interpretacin prctica en el renombrado libro de David Ricardo
(1772 - 1823), Principios de Economa Poltica y Tributacin. All, l recomendaba que un pas deba
especializarse en la produccin de aquellos bienes con ventajas comparativas o relativas, y adquirir de otro
aquellos bienes en los que tuviese una desventaja comparativa. Segn l, Inglaterra, en su ejemplo, deba
especializarse en la produccin de telas y Portugal en vino Sobre esta base se construy la base
fundamental del comercio exterior, sin mencionar que se trataba de una imposicin imperial.

Esta divisin del trabajo aparece en el acuerdo de Methuen[2] rmado en Lisboa el 27 de diciembre de 1703
entre Portugal e Inglaterra. En dicho acuerdo se estableca que los portugueses compraran paos y
productos textiles a Inglaterra y, como contrapartida, los britnicos concederan trato de favor (exenciones
tributarias, menos aranceles portuarios...) a los vinos procedentes de Portugal. Los ingleses se aseguraron
para sus textiles, base de su naciente poderio industrial, el mercado de Portugal y sus colonias.

Conseguida la Independencia de Espaa los pases de Amrica Latina siguieron exportando recursos
naturales, es decir Naturaleza, pues esa haba sido la especializacin impuesta en la colonia. Y esta visin de
dominacin sobre la Naturaleza se mantiene vigente hasta hoy da en muchos sectores de la sociedad,
sobre todo a nivel gubernamental, inclusive en los considerados como regmenes progresistas de la regin.
El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, ante los racionamientos de energa elctrica provocados por el
prolongado estiaje y la ausencia de respuestas oportunas, considerndolos como el producto de una
adversidad ambiental, declar pblicamente en una de sus alocuciones sabatinas, que si la Naturaleza con
esta sequa se opone a la revolucin ciudadana, lucharemos y juntos la venceremos, tengan la seguridad (7
de noviembre 2009).

Incluso la ilusin del extractivismo, plasmado hace ms de dos siglos por Alejandro von Humboldt, est
vigente. El presidente Correa, en su informe a la nacin, el 15 de enero del ao 2009, para defender la Ley
de Minera us la misma metfora que el connotado naturalista y gegrafo alemn:

No daremos marcha atrs en la Ley de Minera, porque el desarrollo responsable de la minera es


fundamental para el progreso del pas. No podemos sentarnos como mendigos en el saco de oro. [3]

La Naturaleza fue y sigue transformada en recursos naturales e incluso en capital natural a ser explotado,
domado y controlado. Cuando, en realidad, la Naturaleza hasta podra existir sin seres humanos

Para empezar a enfrentar este aejo mensaje, sostenido en un divorcio profundo de la economa y la
Naturaleza, hay que rescatar las verdaderas dimensiones de la sustentabilidad. Esta exige una nueva tica
para organizar la vida misma. Se precisa reconocer los lmites fsicos del desarrollo convencional. Un paso
clave esta direccin, los objetivos econmicos deben estar subordinados a las leyes de funcionamiento de
los sistemas naturales, sin perder de vista el respeto a la dignidad humana y la mejora de la calidad de vida
de las personas. El crecimiento econmico es apenas un medio, no un n.

Estos planteamientos ubican con claridad por donde debera marchar la construccin de una nueva forma
de organizacin de la sociedad, si realmente sta pretende ser una opcin de vida, en tanto respeta la
Naturaleza. En la Constitucin ecuatoriana del ao 2008, al reconocer los Derechos de la Naturaleza y
sumarle el derecho a ser restaurada cuando ha sido destruida, se dio un paso sustantivo. Igualmente
trascendente fue la incorporacin del trmino Pacha Mama, como sinnimo de Naturaleza, en tanto
reconocimiento de plurinacionalidad e interculturalidad.

Estos Derechos de la Naturaleza fueron y son vistos an como un galimatas conceptual. A los
conservadores del derecho (defensores de los privilegios de las oligarquas?), en esencia incapaces de
entender los cambios en marcha, les resulta difcil comprender que el mundo est en movimiento
permanente. A lo largo de la historia legal, cada ampliacin de los derechos fue anteriormente impensable.

La emancipacin de los esclavos o la extensin de los derechos civiles a los afroamericanos, a las mujeres y
a los nios y nias fueron una vez rechazadas por las autoridades por ser consideradas como un absurdo.
Para abolir la esclavitud se requera que se reconozca el derecho de tener derechos y se requera tambin
un esfuerzo poltico para cambiar aquellas leyes que negaban esos derechos.

La liberacin de la Naturaleza de esta condicin de sujeto sin derechos o de simple objeto de propiedad,
exige un esfuerzo poltico que reconozca a la Naturaleza como sujeto de derechos. Este aspecto es
fundamental si aceptamos que, como a rmaba Arnes Naess, el padre de la ecologa profunda, todos los
seres vivos tienen el mismo valor. Esta lucha de liberacin es, ante todo, un esfuerzo poltico que empieza
por reconocer que el sistema capitalista destruye sus propias condiciones biofsicas de existencia.

Dotarle de Derechos a la Naturaleza signi ca, entonces, alentar polticamente su paso de objeto a sujeto,
como parte de un proceso centenario de ampliacin de los sujetos del derecho, como recordaba ya en 1988
Jrg Leimbacher, jurista suizo. Lo central de los Derechos de la Naturaleza, de acuerdo al mismo
Leimbacher, centra la atencin en el derecho a la existencia de los propios seres humanos. Un derecho
que ya fue recogido por Italo Calvino en el siglo XIX, como consecuencia de la Revolucin Francesa, cuando
el barn Cosimo Piovasco de Rond, conocido como el barn de los rboles, propuso un proyecto de
Constitucin para un ente estatal republicano con la Declaracin de los Derechos Humanos, de los derechos
de las mujeres, de los nios, de los animales domsticos y de los animales salvajes, incluyendo pjaros,
peces e insectos, as como plantas, sean stas rboles o legumbres y yerbas. [4]

La tarea, al decir de Roberto Guimaraes es organizar la economa preservando la integridad de los procesos
naturales, garantizando los ujos de energa y de materiales en la biosfera, sin dejar de preservar la
biodiversidad del planeta. Gudynas es claro al respecto, hay que transitar del actual antropocentrismo al
biocentrismo.

No ser fcil cristalizar estas transformaciones. Sobre todo en la medida que stas afectan los privilegios de
los crculos de poder nacionales y transnacionales, que harn lo imposible para tratar de detener este
proceso de cambios. Una situacin que, lamentablemente, tambin se nutre de algunas acciones y
decisiones del gobierno de Rafael Correa, quien alent con entusiasmo el proceso constituyente y la
rati cacin popular de la Constitucin de Montecristi. Su gobierno y su bloque parlamentario no inician an
la conformacin de un Estado plurinacional y con la aprobacin de algunas leyes, por ejemplo la ley de
minera o la ley de soberana alimentaria expedidas en el ao 2009, en una suerte de contrarevolucin legal,
atentan contra varios de los principios constitucionales.

Este con icto, aunque pueda sorprender a algunos, puede ser positivo
para la sociedad, en tanto convoca a la accin organizada de amplios
sectores de la misma. Aceptemos que los avances constitucionales
fueron logrados por la lucha de diversas organizaciones sociales y que no
son ddiva de ningn individuo. Entonces, como parte de la construccin
colectiva de un nuevo pacto de convivencia social y ambiental, es
necesario construir nuevos espacios de libertad y romper todos los
cercos que impiden su vigencia.

Por eso, en forma pionera a nivel mundial, en la nueva Constitucin se ha


establecido que la Naturaleza es sujeto de derechos. Esta de nicin
enfrenta la actual crisis civilizatoria, cuando ya se ve la imposibilidad de
continuar con el modelo industrialista y depredador basado en la lucha
de los humanos contra la Naturaleza. No va ms la identi cacin del
bienestar y la riqueza como acumulacin de bienes materiales, con las
consecuentes expectativas de crecimiento y consumo ilimitados. En este
sentido es necesario reconocer que los instrumentos disponibles para analizar estos asuntos ya no sirven.
Son instrumentos que naturalizan y convierten en inevitable lo existente. Son conocimientos de matriz
colonial y eurocntrica, que pretenden convencer de que este patrn civilizatorio es natural e inevitable,
como acertadamente a rma el venezolano Edgardo Lander.

Al reconocer a la Naturaleza como sujeto de derechos, en la bsqueda de ese necesario equilibrio entre la
Naturaleza y las necesidades y derechos de los seres humanos, enmarcados en el principio del Buen Vivir, se
supera la clsica versin constitucional. Y para lograrlo nada mejor que diferenciar los Derechos Humanos
de los Derechos de la Naturaleza, tal como lo plantea Gudynas.

En los Derechos Humanos el centro est puesto en la persona. Se trata de una visin antropocntrica. En los
derechos polticos y sociales, es decir de primera y segunda generacin, el Estado le reconoce a la
ciudadana esos derechos, como parte de una visin individualista e individualizadora de la ciudadana. En
los derechos econmicos, culturales y ambientales, conocidos como derechos de tercera generacin, se
incluye el derecho a que los seres humanos gocen de condiciones sociales equitativas y de un
medioambiente sano y no contaminado. Se procura evitar la pobreza y el deterioro ambiental que impacta
negativamente en la vida de las personas.

Los derechos de primera generacin se enmarcan en la visin clsica de la justicia: imparcialidad ante la ley,
garantas ciudadanas, etc. Para cristalizar los derechos econmicos y sociales se da paso a la justicia re-
distributiva o justicia social, orientada a resolver la pobreza. Los derechos de tercera generacin con guran,
adems, la justicia ambiental, que atiende sobre todo demandas de grupos pobres y marginados en defensa
de la calidad de sus condiciones de vida afectada por destrozos ambientales. En estos casos, cuando hay
daos ambientales, los seres humanos pueden ser indemnizados, reparados y/o compensados.

En los Derechos de la Naturaleza el centro est puesto en la Naturaleza. La Naturaleza vale por s misma,
independientemente de la utilidad o usos del ser humano, que forma parte de la Naturaleza. Esto es lo que
representa una visin biocntrica. Estos derechos no de enden una Naturaleza intocada, que nos lleve, por
ejemplo a dejar de tener cultivos, pesca o ganadera. Estos derechos de enden mantener los sistemas de
vida, los conjuntos de vida. Su atencin se ja en los ecosistemas, en las colectividades, no en los individuos.
Se puede comer carne, pescado y granos, por ejemplo, mientras me asegure que quedan ecosistemas
funcionando con sus especies nativas.

A los Derechos de la Naturaleza se los llama derechos ecolgicos para diferenciarlos de los derechos
ambientales de la opcin anterior. En la nueva Constitucin ecuatoriana -no as en la boliviana- estos
derechos aparecen en forma explcita como Derechos de la Naturaleza, as como tambin en tanto derechos
para proteger las especies amenazadas y las reas naturales o restaurar las reas degradadas.

En este campo, la justicia ecolgica pretende asegurar la persistencia y sobrevivencia de las especies y sus
ecosistemas, como conjuntos, como redes de vida. Esta justicia es independiente de la justicia ambiental. No
es de su incumbencia la indemnizacin a los humanos por el dao ambiental. Se expresa en la restauracin
de los ecosistemas afectados. En realidad se deben aplicar simultneamente las dos justicias: la ambiental
para las personas, y la ecolgica para la Naturaleza.
Siguiendo con las re exiones de Gudynas, los Derechos de la Naturaleza necesitan y la vez originan otro tipo
de de nicin de ciudadana, que se construye en lo social pero tambin en lo ambiental. Ese tipo de
ciudadanas son plurales, ya que dependen de las historias y de los ambientes, acogen criterios de justicia
ecolgica que superan la visin tradicional de justicia.[5]

De los Derechos de la Naturaleza se derivan decisiones trascendentales en la Constitucin ecuatoriana. Uno


clave tiene que ver con procesos de desmercantilizacin de la Naturaleza, como han sido la privatizacin del
agua o la introduccin de criterios mercantiles para comercializar los servicios ambientales.[6]

El agua, para mencionar un tema, es asumida como un derecho humano fundamental, que cierra la puerta
a su privatizacin; en concreto se reconoce el agua como patrimonio nacional estratgico de uso pblico,
dominio inalienable e imprescriptible del Estado, en tanto constituye un elemento vital para la Naturaleza y
para la existencia de los seres humanos; as la Constitucin plantea prelaciones en el uso del agua: consumo
humano, riego para la produccin de alimentos, caudal ecolgico y actividades productivas, en ese orden.

La soberana alimentaria, que incorpora la proteccin del suelo y el uso adecuado del agua, que representa
un ejercicio de proteccin a los millares de campesinos que viven de su trabajo, se transforma en eje
conductor de las polticas agrarias e incluso de recuperacin del verdadero patrimonio nacional: su
biodiversidad. Incluso se plasma aqu la necesidad de conseguir la soberana energtica, sin poner en riesgo
la soberana alimentaria o el equilibrio ecolgico.

En suma, est en juego el Buen Vivir, base del Estado plurinacional e intercultural, relacionado
estrechamente con los Derechos de la Naturaleza. Y estos derechos nos conminan a construir
democrticamente sociedades sustentables, a partir de ciudadanas plurales pensadas tambin desde lo
ambiental.

Hacia la construccin de una economa solidaria

El valor bsico de la economa, en un rgimen de Buen Vivir, es la solidaridad. Se busca una economa
distinta, una economa social y solidaria, diferente de aquella caracterizada por una supuesta libre
competencia, que anima al canibalismo econmico entre seres humanos y que alimenta la especulacin
nanciera. A partir de esa de nicin constitucional se aspira a construir relaciones de produccin, de
intercambio y de cooperacin que propicien la e ciencia y la calidad, sustentadas en la solidaridad. Se habla
de productividad y competitividad sistmicas, es decir medibles en avances de la colectividad y no slo de
individualidades sumadas muchas veces en forma arbitraria.

El ser humano, al ser el centro de la atencin, es el factor fundamental de la economa. Y en ese sentido,
rescatando la necesidad de fortalecer y digni car el trabajo, se proscribe cualquier forma de precarizacin
laboral, como la tercerizacin; incluso el incumplimiento de las normas laborales puede ser penalizado y
sancionado. Por otro lado se prohbe toda forma de persecucin a los comerciantes y los artesanos
informales.

El mercado por s solo no es la solucin, tampoco lo es el Estado. El subordinar el Estado al mercado,


conduce a subordinar la sociedad a las relaciones mercantiles y al egolatrismo individualista. Lejos de una
economa sobredeterminada por las relaciones mercantiles, se promueve una relacin dinmica y
constructiva entre mercado, Estado y sociedad, tal como lo plante Franz Hinkelammert. Se busca construir
una sociedad con mercado, para no tener una sociedad de mercado, es decir mercantilizada. No se quiere
una economa controlada por monopolistas y especuladores, como en la poca neoliberal. Tampoco se
promueve una visin estatista a ultranza de la economa.

El mercado, tanto como el Estado, requieren una reconceptualizacin poltica, que conduzca a regulaciones
adecuadas. El mercado es una relacin social sujeta a las necesidades de los individuos y las colectividades,
entendida como un espacio de intercambio de bienes y servicios en funcin de la sociedad y no slo del
capital. Es ms, el buen funcionamiento de los mercados, para los nes instrumentales que la sociedad les
asigna, exige que no sean completamente libres. Los mercados libres nunca han funcionado bien y han
acabado en catstrofes econmicas de distinta naturaleza. Sin un marco legal y social adecuado, los
mercados pueden ser totalmente inmorales, ine cientes, injustos y generadores del caos social, nos
recuerda el economista espaol Luis de Sebastin.

De ninguna manera se puede creer que todo el sistema econmico debe estar inmerso en la lgica
dominante de mercado, pues hay otras muchas relaciones que se inspiran en otros principios de indudable
importancia; por ejemplo, la solidaridad para el funcionamiento de la seguridad social o las prestaciones
sociales, pero tambin en otros mbitos como el de la alimentacin o vivienda. Similar re exin se podra
hacer para la provisin de educacin pblica, defensa, transporte pblico, servicios de banca central y otras
funciones que generan bienes pblicos que no se producen y regulan a travs de la oferta y la demanda. No
todos los actores de la economa, por lo dems, actan movidos por el lucro.

Por lo tanto, siguiendo el pensamiento del gran pensador norteamericano Karl Polanyi -el mercado es un
buen sirviente, pero un psimo amo-, al mercado hay que organizarlo y controlarlo, pero no asumirlo como
mecanismo de dominacin. El Estado deber, en de nitiva, ser ciudadanizado, mientras que el mercado
habr de ser civilizado, lo que, en ambos casos, implica una creciente participacin de la sociedad.[7]

Para enfrentar la gravedad de los problemas existentes en la economa hay que desarmar las visiones
simpli cadoras y compartamentalizadas. El xito o el fracaso no es solo una cuestin de recursos fsicos
sino que depende decisivamente de las capacidades de organizacin, participacin e innovacin de los
habitantes del pas. Existen sobradas razones para a rmar que un factor de estrangulamiento para asegurar
una vida mejor, en un mundo mejor, para todos y todas, radica en la ausencia de polticas e instituciones[8]
que permitan fortalecer e impulsar las capacidades humanas de cada una de las culturas existentes.

Est claro que no est en juego simplemente un proceso de acumulacin material. Se precisan respuestas
polticas que hagan posible un desarrollo impulsado por la vigencia de los derechos fundamentales
(Derechos Humanos en trminos amplios y Derechos de la Naturaleza), como base para una sociedad
solidaria, en el marco de instituciones que aseguren la vida.

Las equidades como base del Buen Vivir

Las equidades, tanto como la igualdad y la libertad, as como la justicia social (productiva y distributiva),
tanto como la ambiental estn en la base del Buen Vivir (sumak kausay). Las equidades, basadas en la
bsqueda de la igualdad sustantiva (Istvn Mszros), entonces, tendran que venir como resultado de un
proceso que reduzca dinmica y solidariamente las desigualdades e inequidades existentes.

Desde esta perspectiva, no simplemente se propicia la redistribucin por la redistribucin, sino que se
propone transformar a la equidad socioeconmica en un sostn del aparato productivo y en un revitalizador
cultural de la sociedad. Las desigualdades y inequidades, no lo olvidemos, terminan por conculcar los
derechos ciudadanos y por minar las bases de la democracia. Y esta limitacin agudiza, a su vez, las
inequidades y las desigualdades, en tanto stas asoman en la base de la violacin de los derechos.

Como se desprende de muchas experiencias histricas, ha sido necesario disponer de niveles de


distribucin de la renta y la riqueza nacionales mucho ms equitativos para propiciar incluso la constitucin
de mercados dinmicos, que ayuden a impulsar el crecimiento econmico; sin que con esto se est
asumiendo como un objetivo propiciar dicho crecimiento.

Para empezar el concepto mismo de crecimiento econmico debe ser reubicado en una dimensin
adecuada. Crecimiento econmico no es sinnimo de desarrollo. Valga traer a colacin la visin crtica del
crecimiento econmico que tiene Amartya Sen, Premio Nobel de Economa de 1997. Para reforzar la
necesidad de una visin ms amplia, superadora de los estrechos mrgenes cuantitativos del
economicismo, l a rma: que las limitaciones reales de la economa tradicional del desarrollo no
provinieron de los medios escogidos para alcanzar el crecimiento econmico, sino de un reconocimiento
insu ciente de que ese proceso no es ms que un medio para lograr otros nes. Esto no equivale a decir
que el crecimiento carece de importancia. Al contrario, la puede tener, y muy grande, pero si la tiene se
debe a que en el proceso de crecimiento se obtienen otros bene cios asociados a l. () No slo ocurre que
el crecimiento econmico es ms un medio que un n; tambin sucede que para ciertos nes importantes
no es un medio muy e ciente".

En este punto, a partir de los cuestionamiento realizados por Sen al crecimiento, cabra incluso recuperar
aquellas propuestas que propician el decrecimiento o del crecimiento estacionario, como las planteadas por
Enrique Le , Serge Latouche y otros tantos.[9] Son aleccionadoras las palabras de un partidario temprano
del crecimiento cero como John Stuart Mill (1848), quien seal: con rmo que no me gusta el ideal de vida
que de enden aquellos que creen que el estado normal de los seres humanos es una lucha incesante por
avanzar y que aplastar, dar codazos y pisar los talones a quien va delante, caractersticos del tipo de
sociedad actual, e incluso que constituyen el gnero de vida ms deseable para la especie humana... No veo
que haya motivo para congratularse de que personas que son ya ms ricas de lo que nadie necesita ser,
hayan doblado sus medios de consumir cosas que producen poco o ningn placer, excepto como
representativos de riqueza; slo en los pases atrasados del mundo es todava el aumento de produccin un
asunto importante; en los ms adelantados lo que se necesita desde el punto de vista econmico es una
mejor distribucin. (...) Entre tanto debe excusrsenos a los que no aceptamos esta etapa muy primitiva del
perfeccionamiento humano como el tipo de nitivo del mismo, por ser escpticos con respecto a la clase de
progreso econmico que excita las congratulaciones de los polticos ordinarios: el aumento puro y simple de
la produccin y de la acumulacin.

Adems, la experiencia nos muestra que no hay necesariamente una relacin unvoca entre crecimiento y
equidad, as como tampoco entre crecimiento y democracia. Un tema por dems oportuno y complejo.
Muchas veces se ha pretendido legitimar los comportamientos de las dictaduras como espacios polticos
propicios para acelerar el crecimiento econmico.

De todas maneras, an si slo desearamos potenciar el crecimiento econmico como eje del desarrollo, no
podemos aceptar aquel mensaje aparentemente cargado de lgica, que recomienda primero crear la
torta, antes de repartirla. Repartirla, sin poseerla, sera an ms grave, a rman los neoliberales, puesto
que, segn su visin, se estara distribuyendo pobreza. En lo econmico, se persigue garantizar una tasa de
rentabilidad mayor, que permita ahorrar lo su ciente para nanciar nuevas inversiones, las que luego
generaran un mayor producto que bene ciara a la sociedad en su conjunto, a travs de una mayor
cantidad de empleo y de ingresos.

Detrs de la fuerza aparente de esta teora del pastelero est toda una concepcin poltica de la
distribucin de la renta y de la riqueza, que ha viabilizado un sistema casi institucionalizado que impide la
distribucin, incluso en perodos de crecimiento econmico. El mayor crecimiento econmico, por lo dems,
no garantiza una redistribucin del excedente. Por el contrario, los que ms tienen son los que se disputan a
dentelladas el excedente, dejando en el mejor de los casos migajas para los grupos marginados.

Esta separacin entre produccin y distribucin secuencial, que ofrecen los pasteleros neoliberales, no es
dable en los procesos econmicos, que como tales estn inseparablemente inmersos dentro de la trama
social y ambiental. En stos no hay dicha secuencia temporal. En los sistemas de produccin no es posible
generar riqueza sin que se produzca alguna forma de distribucin de la misma, sea por la va de las
utilidades o de los salarios, de la renta o de las pensiones. Distribucin que a su vez incide en las decisiones
productivas. Lo que cuenta es cmo las condiciones de la produccin y la distribucin se potencian
recprocamente, no como pueden independizarse. Pero sobre todo, no es posible seguir manteniendo el
divorcio entre produccin y Naturaleza; sta tiene lmites que comienzan ser peligrosamente superados la
vida del ser humano en el planeta est en riesgo, ya no cabe la menor duda al respecto.

La reduccin sustantiva de la pobreza y la inequidad, el logro de crecientes grados de libertad y la vigencia


de los derechos ciudadanos pasaran, entonces, por una redistribucin a favor de los pobres y marginados,
en detrimento de la excesiva concentracin de la riqueza y el poder en pocas manos. Una opcin que no
implica propiciar la bsqueda de crecientes niveles de opulencia, para entonces provocar la redistribucin.
Por lo contrario hay que erradicar la pobreza y la opulencia, pues est ltima slo explica por la existencia
una masiva pobreza: all donde existen grandes patrimonios, hay tambin una gran desigualdad. Por un
individuo muy rico ha de haber quinientos pobres, y la opulencia de pocos supone la indigencia de muchos,
aseguraba el mismsimo Adam Smith en 1776.

La redistribucin no es una tarea fcil. Quienes todo tienen, quieren ms y no cedern fcilmente sus
privilegios. Por lo tanto se requiere una accin poltica sostenida y estratgica para construir tantos espacios
de poder contrahegemnico como sean necesarios. La conclusin es obvia, el Buen Vivir hay que construirlo
desde todos los mbitos estratgicos posibles, empezando por el nivel local, sin descuidar para nada el
global.

Sin una sociedad mucho ms igualitaria y equitativa es imposible que funcione a cabalidad la economa,
incluso el mercado, y se construya la democracia. Sin equidades, tampoco se podr corregir el actual rumbo
de destruccin ambiental. La inequidad y la desigualdad sistemticamente falsean y hasta frustran la propia
libertad de eleccin, sea en el campo econmico o an en el poltico. Por ello es preciso reformular las
relaciones de poder entre el Estado y los ciudadanos / las ciudadanas para que sean stos los autnticos
poseedores de la soberana; ciudadanos y ciudadanas en tanto individuos viviendo en comunidad, se
entiende.

A modo de conclusin

Si aceptamos que es necesaria una nueva tica, hay que incorporar elementos consustanciales a un
verdadero proceso de transformaciones radicales, como son la igualdad, las diversas equidades, la libertad y
la justicia social (productiva y distributiva), tanto como la ambiental, as como elementos morales, estticos y
espirituales. En otras palabras, los Derechos Humanos se complementan con los Derechos de la Naturaleza,
y viceversa, dentro de un esfuerzo de democratizacin permanente de la sociedad, a partir de la
construccin de ciudadanas slidas.

Todas las personas tienen por igual derecho a una vida digna, que asegure la salud, alimentacin y
nutricin, agua potable, vivienda, saneamiento ambiental, educacin, trabajo, empleo, descanso y ocio,
cultura fsica, vestido, seguridad social y otros servicios sociales necesarios. Todos estos derechos, para su
cumplimiento, exigirn ajustes en la distribucin de la riqueza y del ingreso, sin poner en riesgo el equilibro
ambiental.

Todo esto nos conduce a recuperar lo pblico, lo universal, lo gratuito, la diversidad, como elementos de
nuevas sociedades que buscan sistemticamente la libertad, la igualdad y la equidad, as como la
solidaridad en tanto elementos rectores del Buen Vivir.

Para lograrlo hay que abrir todos los espacios de dilogo posibles. La responsabilidad es grande y compleja.
Estamos ante el imperativo de construir democrticamente sociedades realmente democrticas, forti cadas
en valores de libertad, igualdad y responsabilidad, practicantes de sus obligaciones, incluyentes, equitativas,
justas y respetuosas de la vida. Sociedades en donde lo individual y lo colectivo coexistan en armona con la
Naturaleza, donde la racionalidad econmica se reconcilie con la tica y el sentido comn.
www.ecoportal.net

Alberto Acosta - Flacso Ecuador, Quito, Ecuador - Publicado por la UNAD de Colombia (Universidad Nacional
Abierta y a distancia) Revista Sustentabilidad - Abril 2010

Notas:

[1] En el Prembulo de la Constitucin del 2008 se proclama una nueva forma de convivencia ciudadana, en
diversidad y armona con la naturaleza, para alcanzar el buen vivir, el sumak kawsay.

[2] Al frente de las negociaciones estuvieron el embajador ingls John Methuen y Manuel Teles da Silva,
marqus de Alegrete, por Portugal.

[3] Algo similar expres el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales, ante la propuesta de
no ampliar la frontera petrolera en Bolivia. El respondi en forma enrgica, de qu, entonces, es que va a
vivir Bolivia, si algunas ONG dicen Amazonia sin petrleo (...) Estn diciendo, en tres palabras, que el pueblo
boliviano no tenga plata, que no haya regalas, pero tambin van diciendo que no haya el bono Juancito
Pinto, ni la Renta Dignidad, ni el bono Juana Azurduy.

[4] Traduccin del alemn realizada por el autor de este artculo. Ver el libro de Jrg Leimbacher; Die Rechte
del Natur (Los Derechos de la Naturaleza), Basilea y Frankfurt am Main, 1988. Hay que anotar que ste y
cada vez ms textos sobre esta materia llegan a manos del autor de estas lneas como consecuencia de la
expedicin de la Constitucin de Montecristi. Es ms, con varios especialistas en temas constitucionales, con
capacidad para abrir la mente y entender la trascendencia de estas propuestas, se est trabajando en lo
que, en un futuro no muy lejano, podra ser la Declaracin Universal de los Derechos de la Naturaleza.

[5] Gudynas denomina a estas ciudadanas como meta-ciudadanias ecolgicas.

[6] Los servicios ambientales no sern susceptibles de apropiacin; su produccin, prestacin, uso y
aprovechamiento sern regulados por el Estado, reza el artculo 74 de la Constitucin.

[7] Fernand Braudel, el gran historiador francs de los Annales, reconoci oportunamente que el capitalismo
no es un sinnimo de economa de mercado, por el contrario, le vea incluso como el anti-mercado, en
tanto los empresarios -con diversos grados de prcticas monopolistas- no se comportan como el
empresario tpico-ideal de la teora econmica convencional. Braudel entenda al capitalismo como el
visitante furtivo que entra por la noche y se roba algo, en este caso entr en la economa mediterrnea y se
apropi del mercado. En el mundo indgena, mucho antes de que lleguen los conquistadores, el mercado
estaba presente (y sigue presente), en tanto construccin social con prcticas de solidaridad y reciprocidad,
muy alejadas de lo que sera posteriormente la imposicin del capitalismo metropolitano.
[8] Conjunto de normas y reglas emanadas de la propia sociedad, que con guran el marco referencial de las
relaciones humanas.

[9] Aqu se podra rescatar otras visiones que enriquecen el debate, como las de convivialidad de Ivn Ilich,
o de la ecologa profunda de Arne Naes.

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