El Desarrollo Sostenible ¿Utopia o Realidad para Colombia
El Desarrollo Sostenible ¿Utopia o Realidad para Colombia
El Desarrollo Sostenible ¿Utopia o Realidad para Colombia
COLOMBIA?
Publicado en: Rodríguez Becerra, Manuel (Ed). La política ambiental del fin de siglo: Una
agenda para Colombia. Bogotá. CEREC. 1994. pp. 15-43
El desarrollo sostenible es un término que ha sido objeto de tan intenso manoseo, uso y
abuso, que su relevancia como concepción orientadora de nuestras sociedades bien
puede llegar a desaparecer. Igual se utiliza para justificar obras perjudiciales para los
recursos naturales, como para argüir en favor de las más genuinas campañas en pro
de su preservación. Es tema central de proyectos y de reuniones de los más variados
talantes: desde aquellos que parecen más dirigidos a propiciar el turismo ilustrado o a
justificar la existencia de alguna oscura burocracia nacional o internacional, hasta
aquellos que tratan de profundizar en la naturaleza de esta concepción e intentan
aterrizaría en nuestras duras realidades.
Pero, quizá, el mayor peligro no radica en que su interpretación se haga tan vaga que lo
lleve a desaparecer como concepto. El peor riesgo está en que el desarrollo sostenible se
instale como una concepción que sirva para enmascarar acciones perjudiciales para el
medio ambiente, o para construir un discurso retórico acerca de los "grandes avances" que
se registran a nivel local, nacional o planetario con el fin de curar las heridas sociales y
ambientales que nos afligen, cuando en realidad todo sigue igual.
Esta última no es una consideración tremendista. Porque resulta significativo ver cómo,
dos años después de la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, muchos gobiernos y
organizaciones internacionales publican extensos informes sobre desarrollo sostenible,
en los que intentan mostrar supuestos progresos en esta materia como indicadores del
grado de cumplimiento de los acuerdos firmados en esa conferencia. De una lectura
rápida se concluye fácilmente que casi todos los programas registrados obedecen a
una argucia de etiquetado, es decir, a un cuidadoso proceso de rebautizar con el mote
de desarrollo sostenible programas y proyectos que se realizaban antes de la Cumbre.
Semejante comportamiento no es tan extraño, si consideramos el ínfimo avance de los
países desarrollados en el cumplimiento de los acuerdos firmados en la Cumbre, que
conduce necesariamente a que los países en desarrollo tampoco los cumplan. Y las
burocracias, en particular las de orden internacional, parecen verse en la necesidad de
demostrar lo contrario. Tarea en la cual encuentran con frecuencia eco en las
burocracias nacionales y en ciertos grupos ecologistas, que parecen más interesados
en conservar el término de desarrollo sostenible que la propia naturaleza.
Además, el abuso del término ha sido facilitado, y en muchas ocasiones propiciado, por
la ambigüedad misma del concepto. Ya que si bien no es mayor que la de muchos
otros conceptos de amplio uso internacional, tales como "patrimonio de la humanidad"
—como concluyó el Foro sobre Derecho Ambiental Internacional (Inglaterra, 1993)—,
ha abierto la posibilidad de utilizarlo para los más variados fines, incluso para la
insostenibilidad.
Pero al reconocer las difíciles y borrascosas aguas en las cuales está navegando el
desarrollo sostenible, hay quienes abogamos por la revalorización del concepto, pues
podría llegar a tener una incuestionable utilidad y relevancia en nuestra lucha para
garantizar la supervivencia del planeta y el derecho de todos los ciudadanos a disfrutar
de una vida digna y de su correlativo, un ambiente sano.
Con todo, es fundamental recordar que las raíces más tempranas del desarrollo
sostenible se encuentran en la promoción del uso sostenible de los recursos naturales.
Así, por ejemplo, como resultado del conocido caso de las riquezas pesqueras de
1
COMISIÓN MUNDIAL DEL MEDIO AMBIENTE Y DESARROLLO. Nuestro Futuro Común. Bogotá, Alianza
Editorial Colombiana, Colegio Verde de Villa de Leiva, 1988.
2
David Hunter et al. Concepts and Principles of International Environmental Law: An Introduction. Geneva,
UNEP, 1994, p. 9.
Islandia, los Estados fueron obligados a cooperar en la conservación y uso sostenible
del patrimonio común de la humanidad ("the global commons"), incluyendo los seres
vivos de altamar. Muchos regímenes legales relacionados con la conservación de los
recursos marinos, la vida silvestre, la protección del patrimonio natural y cultural, la
protección de la Antártida y otros dirigidos a proteger recursos ambientales globales,
ponen en evidencia que su uso sostenible es un asunto de amplia aceptación
internacional.
Si bien existen múltiples definiciones del uso sostenible de los recursos naturales
renovables, es común que incorporen el concepto de equidad intergeneracional. Así, la
Convención de Biodiversidad firmada en Río de Janeiro en 1992, la cual entró en
vigencia en marzo de 1994, define como uso sostenible de los recursos biológicos "el
uso de los componentes de la diversidad biológica en una forma y a una tasa que no
conduzca al declive de los recursos biológicos en el largo plazo, y, por consiguiente,
que mantenga su potencial para satisfacer las necesidades y aspiraciones de las
generaciones presentes y futuras".
"Los recursos naturales no renovables del planeta deben ser empleados de tal forma que
se protejan contra el peligro de su agotamiento futuro y se asegure que sus beneficios
sean compartidos por toda la humanidad".
Otro ejemplo ilustrativo de este concepto es la determinación del amaño mínimo de las
áreas de conservación, tales como los parques naturales, con el fin de asegurar la
protección de determinados ecosistemas y la supervivencia de las especies de flora y
fauna que comprenden. En otras palabras, tenemos que responder al enorme reto de
investigar cuáles son los tamaños mínimos de las áreas de conservación para asegurar
la protección y uso sostenible de la biodiversidad. Es una tarea urgente, dado que no
contamos con los recursos para conservar todos y cada uno de los bosques que tiene
nuestro país, como ingenuamente lo predican algunos ecologistas y lo reclaman
algunos ciudadanos desinformados.
Tal popularidad ganó el término desarrollo sostenible que llegó a convertirse en uno de
los principales conceptos de los acuerdos de la Conferencia de las Naciones Unidas
sobre Medio Ambiente y Desarrollo que tuvo lugar en Río de Janeiro a mediados de
1992. De hecho, la Agenda 21 fue concebida como un programa de acción para el
desarrollo sostenible. Una visión oficial de los alcances del término se encuentra en los
principios 3 y 4 de la Declaración de Río:
- "Él derecho al desarrollo debe ejercerse en forma tal que responda equitativamente
a las necesidades ambientales y de desarrollo de las generaciones presentes y
futuras."
En síntesis, al señalar las dificultades de precisar qué es desarrollo sostenible, con las
ventajas y desventajas que ello implica, debemos entender que el término refleja una
ideología internacional, o una meta, o una tendencia del pensamiento, que ha
adquirido una amplia aceptación, constatable en dos niveles: por un lado, la mayor
parte de las sociedades aspira a mejorar sus niveles de vida, tanto para ellas mismas
como para sus futuras generaciones. Por otro, entiende que es necesario detener los
graves procesos de deterioro de los recursos naturales y del medio ambiente, restaurar
muchos de los daños infligidos y proteger y hacer buen uso de los recursos con que
aún contamos. Coinciden en que en la búsqueda de tales metas no es posible
mantener y extrapolar las actuales formas de desarrollo, de producción y de consumo.
Para poner en práctica la meta o ideología del desarrollo sostenible se requiere
reformar los marcos legales y los modelos económicos actuales, lo que plantea un
compromiso para la adopción, a largo plazo, de una aproximación hacia la planeación y
el desarrollo basado en la solidaridad internacional y local.
"La ligazón entre medio ambiente y desarrollo sostenible puede llegar a enmascarar
conflictos y no a resolverlos. Y puede llegar a representar un compromiso político
susceptible de diversas interpretaciones legales; también ofrece un medio útil pero
peligroso de permitir a la comunidad internacional, y también a las comunidades
nacionales, de crearse la ilusión de haber alcanzado un compromiso o una meta
sustancial"3.
UN CONCEPTO EN CONSTRUCCIÓN
Los elementos centrales del concepto de desarrollo sostenible podrían sintetizarse así:
3
Conclusiones, Foro Internacional sobre Derecho Ambiental, 1993.
del medio ambiente y del desarrollo socioeconómico.
- La idea según la cual el desarrollo sostenible no implica mermar el desarrollo
económico, sino al contrario: una economía próspera está en mejor capacidad de
generar los recursos requeridos para atender las necesidades básicas de la población.
Con frecuencia, la nueva inversión y el mejoramiento ambiental están correlacionados.
- El concepto de dar prioridades a las necesidades de las naciones y las poblaciones
pobres.
- El reconocimiento de que el desarrollo sostenible no significa que la preservación
de cada uno de los aspectos del medio ambiente deba ser garantizada a cualquier
costo. Más bien se trata de que todas las decisiones de la sociedad sean tomadas con
la debida consideración de su impacto ambiental.
- La proclamación de la solidaridad global ("global partnership") como condición
necesaria para alcanzar el desarrollo sostenible, idea que tiene su equivalente en el
país en la "solidaridad nacional". Esta solidaridad es de por sí una nueva ética
internacional y del Estado-nación.
A principios de los años 70, y por encargo del Club de Roma, un grupo de
investigadores de la Universidad de MIT publicó el libro The Limits to Growth (Los
límites del crecimiento)4.
El libro creó un enorme impacto en la opinión pública, tal como lo muestran las
primeras líneas de los principales diarios del mundo: "Un computador predice el futuro
y atemoriza", "Un estudio predice un desastre hacia el año 2100", "Científicos
advierten acerca de un desastre global”5.
La principal conclusión derivada del estudio fue reseñada así por sus propios autores:
4
Donella H. Meadows et. al. The Limits to Growth. New York: Universa Books, 1972.
5
Estos titulares son respectivamente del Star-Phoenix de Saskatoon (Canadá), del Plain Dealer de Cleveland
(USA), y del Mainichi Daily News de Tokio (Japón). Citado por los autores en su nuevo libro Beyond the
Limits.
incontrolable declive, tanto en la población como en la capacidad industrial"6.
El supuesto básico del libro es el de que el planeta sólo tiene capacidad de soportar
una cierta población. Al calcularla, los autores concluyeron que ésta no podría ser
mayor que la que entonces existía, debido a que la oferta de alimentos y de recursos
naturales no renovables se constituían en una gran limitación.
Veinte años después, los autores publicaron un nuevo libro en el cual afirman que sus
conclusiones eran acertadas, tal como lo revela su título, Beyond the Limits (Más allá
de los límites). "En 1971 —dicen—, advertimos que el uso humano de materiales y
energía llegaría a su límite físico en cuestión de décadas. En 1991, al cotejar la
información, el modelo computacional y nuestra propia experiencia, comprendimos que
a pesar de los avances tecnológicos, de la mayor conciencia y del fortalecimiento de
las políticas ambientales, muchos de los flujos de contaminación y el abuso de los
recursos habían crecido más allá de sus límites sustentables"7.
Si bien el nuevo libro no atrajo la atención del grueso público, el Club de Roma
continúa su labor, orientada a concientizar a los dirigentes mundiales sobre los peligros
que acechan. En nuestro medio, la tarea es realizada por el capítulo colombiano del
Club de Roma, encabezado por el ex presidente Belisario Betancur y el empresario
Pedro Gómez Barrero.
En este punto es necesario aclarar la diferencia entre los términos "los límites al
crecimiento" y "desarrollo sostenible". Esta radica en que la aproximación adoptada
por el Club de Roma es estática, mientras que la adoptada por la Comisión Brundtland
es dinámica. Para ilustrar esta diferencia, Ame Jernelov trae a cuento el siguiente
ejemplo histórico8:
"¿Cuántos habitantes podrían vivir con la tecnología de la edad de bronce y por cuánto
tiempo? Unos pocos millones de personas durante unos pocos miles de años. La
tecnología de la edad de bronce no era entonces sostenible, pero la edad de bronce lo
fue”.
"La acumulación de recursos materiales, tales como la mano de obra y los sistemas de
combustión de leña, y el desarrollo del know-how metalúrgico durante la edad de
bronce hicieron posible el salto hacia la edad de hierro. Esto dio lugar al acceso a una
base más amplia de materias primas."
Así pues, si se analizan los límites al desarrollo humano con una aproximación
dinámica, es decir, tomando en consideración el desarrollo tecnológico, se deduce que
6
Limits, p. 5.
7
Donella H. Meadows et al. Beyond the Limits. London, Earthscan Publications, 1992, p. xiv.
8
Arnejernelov. "The principle of sustainable development". En: environmental advisory council. On the
General Principles of Environment Protection. Estocolmo, Swedish Government Official Reports, 1994, 69, p.
14.
no se encuentran en la disponibilidad de los recursos naturales no renovables, ya que
existen enormes posibilidades de sustitución de ciertos materiales y metales.
Más bien, los problemas se encuentran hoy en las emisiones, como las de carbono, que
harán necesarias serias limitaciones antes de que la disponibilidad o el agotamiento de
los combustibles fósiles las impongan. Los mayores riesgos también se encuentran en
el mal uso de recursos naturales como el agua y los recursos biológicos, cuyo
despilfarro ya empezó a crear frenos al desarrollo.
De cualquier manera, la aproximación del Club de Roma tiene un gran valor, ya que al
aplicar este modelo estático para examinar la situación actual a la luz de las
tecnologías y estilos de vida vigentes, es posible determinar qué cambios en los
parámetros tendrían un mayor efecto.
Sin embargo, el proceso de agotamiento del patrimonio natural de los países del Sur
se vincula tanto a su condición de países en desarrollo como a su interdependencia del
mundo desarrollado. Así por ejemplo, la rápida deforestación de los bosques tropicales
se debe en gran parte al bajo valor que el mercado internacional le confiere a la
madera. Ello hace que los países cuyo desarrollo depende del aprovechamiento de este
recurso, se hayan visto en la necesidad de explotarlo con intensidad.
Pero, así mismo, la pobreza de amplios grupos de la población lleva a que, en países
como el nuestro, se presente el fenómeno de la deforestación para abrir tierras, no
siempre aptas para las labores agropecuarias, como estrategia de supervivencia.
Así, pues, el precio al consumidor final de nuestro producto bandera está subsidiado.
La taza de café que consume un alemán o un estadounidense lleva implícita una
contribución al daño ambiental de nuestra región cafetera. ¿Acaso existe alguna
alternativa? Se ha demostrado que el cultivo tradicional, el de sombrío, que
prácticamente eliminamos en aras de una mayor productividad, es sustantivamente
superior en términos ecológicos: evita la erosión y disminuye el uso de fertilizantes. Se
podría entonces retornar a este sistema o adoptar uno de similares características.
Pero, la única alternativa para hacerlo es aumentar el precio del producto, al cual se
deberían asociar también los costos inherentes a un cambio en la tecnología del
despulpe que impida la polución de las aguas o, alternativamente, la descontaminación
de las mismas al final del proceso, en caso de que su transformación no sea posible.
Pero el flujo de los bienes y servicios desde los países industrializados hacia los países
en desarrollo también indica la agudización de la crisis ambiental, ya que nuestros
países están importando un estilo de vida y unos patrones de consumo caracterizados
por su insostenibilidad en todo el mundo.
9
Ibíd. p.16.
Precisamente, una de las posiciones fundamentales del Grupo de los 77 (bloque de los
112 países en desarrollo) en el proceso de negociaciones anteriores a la Cumbre de la
Tierra fue la de reafirmar este tipo de relaciones entre medio ambiente y desarrollo,
reconocidas y subrayadas en diversos apartes de la resolución de convocatoria
expedida por la Asamblea de las Naciones Unidas en diciembre de 1989:
"La mayor causa del continuo deterioro del medio ambiente global son los modelos
insostenibles de producción y consumo, particularmente de los países industrializados"...
"La pobreza y la degradación del ambiente están íntimamente relacionadas y, en este
contexto, la protección ambiental en los países en desarrollo debe ser vista como parte
integral del proceso de desarrollo y no puede ser considerada aisladamente de él".
De hecho, la relación entre medio ambiente y desarrollo constituyó uno de las mayores
puntos de divergencia entre los países del Norte y tos del Sur en los debates de la
Cumbre, y, en consecuencia, uno de los mayores obstáculos para el avance de lo que
fue un lento, pesado y, con frecuencia, infructuoso proceso de negociaciones. Mientras
que el Norte intentó minimizar dicha relación, particularmente en las dos primeras
reuniones preparatorias —y en algunos casos pretendió pasarla por alto para convertir
las negociaciones en un asunto exclusivamente ambiental—, el Grupo de los 77
(Colombia incluida) mantuvo la posición de que los resultados de la Conferencia serían
relevantes en la medida en que los problemas del medio ambiente se trataran
conjuntamente con los problemas del desarrollo.
No es posible resolver los problemas ambientales más críticos —los cuales requieren
una urgente y decisiva acción simultánea global, regional y nacional— si no se supera
la pobreza absoluta en que vive más de la mitad de los habitantes de la Tierra y si no
se modifican los modelos de desarrollo y los estilos de vida imperantes en los países
industrializados, de conspicua imitación por los países en desarrollo.
El "global partnership" partía de los supuestos de que el medio ambiente y los recursos
naturales pueden ser conservados solamente bajo condiciones de desarrollo global
sostenible, y de que el modelo económico mundial vigente hace que el desarrollo
sostenible sea imposible10.
Para alcanzar semejante alianza global, los países industrializados y los países en
desarrollo debían adquirir un conjunto de compromisos diferenciados y
complementarios: el Norte, al reconocer que sus modelos Je desarrollo y sus estilos de
vida son los mayores causantes de los problemas ambientales más graves del planeta,
debía comprometerse a «formar esos modelos y sus patrones de consumo asociados,
en forma al que fuesen compatibles con la salud de Gaia. Por lo mismo, debían asumir
compromisos financieros y tecnológicos que reconozcan esa realidad y que tendrían
que traducirse en una transferencia de recursos nuevos y adicionales hacia los países
en desarrollo, así como en una transferencia de tecnologías, en forma concesional o
preferencial. Ello, con el fin de que los países del Sur pudieran llevar a cabo los
programas prioritarios acordados en Río para colocar estas sociedades en la senda del
desarrollo sostenible.
Los países ricos tampoco hicieron ningún compromiso concreto para aportar los
recursos nuevos y adicionales requeridos por los programas acordados. Tan sólo
manifestaron buenas intenciones, que en la práctica se traducirán en una dotación de
recursos al Global Environment Facility (Fondo Mundial para el Medio Ambiente), GEF,
organismo creado para financiar los programas convenidos en Río. Según los acuerdos
final mente alcanzados en marzo de 1994 (por 2.500.000.000 de dólares para tres
años), estarán muy lejos de lo establecido (75.000.000.000 de dólares i anuales).
En cuanto a la transferencia de tecnologías, aunque se acordó que se daría preferencia
a las ambientalmente sanas, dos años después de la Cumbre aún no se pone en
práctica.
Por otra parte, el "global partnership" exige también compromisos de los países del
Sur para alcanzar el desarrollo sostenible. Estos implican la realización de reformas
internas en diversas dimensiones, dirigidas i prioritariamente a desterrar la pobreza,
que, como se ha insistido, es causa y secuela del deterioro ambiental. También
implican crear estilos de vida, patrones de consumo y modelos de desarrollo diferentes
de los de los países industrializados.
10
Gareth Porter y Janeth Welsh Brown. Global Environmental Politics. San Francisco, West View Press,
1991, p. 148.
Pero es obvio que la instauración de un "global partnership" requiere como condición
necesaria el gran compromiso de los países industrializados, que, como se ha
reiterado, en la práctica no ha encontrado expresiones i concretas. En otras palabras,
mientras los industrializados no den una lección contundente, poco se puede esperar
de los países del Sur.
Por una parte, las economías de los países industrializados han pasado por situaciones
difíciles en los últimos años. Por otra, el derrumbe de las economías de los países de la
desaparecida Unión Soviética y de los países de Europa del Este ha determinado un
brusco viraje en las prioridades de la ayuda económica.
Pero mientras los países buscaron defender los intereses nacionales que consideraron
estratégicos, anteponiéndolos al interés global, también buscaron incesantemente los
campos para la cooperación, lo que podría interpretarse como una tendencia a cambiar
selectivamente el Acento de las relaciones internacionales en la administración del
conflicto, hacia la identificación y administración de las tareas comunes. Por ello,
resulta tan significativo constatar la aprobación por consenso (método de aprobación
de las decisiones de la Cumbre) de cinco documentos, que fueron firmados por casi
todos los 180 países participantes: 170, la Declaración de Río; 154, la Convención de
Cambio Climático; 156, la Convención de Biodiversidad, y 178, la Agenda 21.
11
Andrew Hurrel. "El Medio Ambiente y las Relaciones Internacionales, una Perspectiva Mundial". En:
ERNESTO GUHL, et al. Medio Ambiente y Relaciones Internacionales. Bogotá, Uniandes-Tercer Mundo, 1991,
p. 25.
tratados internacionales en materia ambiental, como se vio en la Conferencia de Río.
Nos referimos al sistema decisorio basado en el consenso, ya que, en últimas, los
acuerdos adoptados representan la posición del mínimo común denominador o un poco
por encima de él, como resultado del intercambio de posiciones. Y no necesariamente
el mínimo común denominador constituye la solución de los problemas globales sobre
medio ambiente y desarrollo. Es un sistema decisorio diseñado para condiciones del
pasado. Como también anota Hurrel,
"el manejo del medio ambiente demanda la coordinación de políticas sin precedentes.
Las formas de cooperación que surgieron históricamente entre los Estados estaban
relacionadas, en gran medida, con la elaboración de reglas mínimas de coexistencia,
creadas alrededor del reconocimiento mutuo de la soberanía, y, consecuentemente, con
la norma de la no intervención. La cooperación se construyó con base en los derechos de
los Estados a la independencia, la autonomía y la creación de ciertos entendimientos
mínimos, diseñados para limitar el grado de conflicto que se dio dentro de este sistema
pluralista y fragmentado".
Si bien se anota que este cuadro minimalista en algo se ha modificado como resultado
de fenómenos tales como la creciente interdependencia económica internacional, la
Cumbre señaló cómo esas transformaciones están lejos de proveer las condiciones
necesarias para alcanzar los acuerdos exigidos por los problemas de carácter global.
Por eso resulta erróneo decir que los modestos resultados de los documentos firmados
son exclusivamente el producto de la falta de clarividencia y de buena voluntad de los
países más poderosos de la Tierra.
¿En qué quedamos? Lo que predominará en los años futuros es la misma aproximación
hacia los problemas ambientales imperante en los últimos 20 años: las soluciones de
carácter incremental, que consisten en ir resolviendo los problemas en forma puntual.
Es algo así como la solución bombero: "vamos apagando incendios" a medida que el
fuego y el humo se vuelvan intolerables.
12
Ibíd., p.l45.
porque es obvio que ese tipo de desarrollo en el planeta sólo es posible mediante una
solidaridad internacional sin precedentes en la historia de la humanidad.
"existen dos relaciones que deben modelar cualquier teoría de justicia intergeneracional
en el contexto del medio ambiente: la relación con otras generaciones de nuestra propia
especie y la relación con el sistema natural del cual hacemos parte. La especie humana
está integralmente ligada con otras partes del sistema natural, y nosotros afectamos y
somos afectados por lo que ocurra en el sistema. Por sí solos, entre todas las criaturas
vivientes, estamos en capacidad de modelar significativamente nuestra relación con el
medio ambiente. Podemos utilizarlo sobre una base sostenible o podemos degradar la
calidad ambiental y agotar los recursos naturales. Como las criaturas vivientes con
mayor capacidad de modificar el medio ambiente, tenemos una enorme responsabilidad
en la conservación del planeta"13.
- Deterioro de los suelos y de los ecosistemas acuáticos, en forma tal que se tornan
incapaces de mantener la vida animal y vegetal.
Esta lógica del cazador ilustra también uno de los motores del conflicto entre las
generaciones presentes y futuras. Dicha lógica se exacerba cuando se convierte en
cuestión de supervivencia, como ocurre a la mayoría de habitantes de los países en
desarrollo, entre ellos Colombia.
El conflicto inherente a esta relación surge del hecho obvio de que muchas formas del
desarrollo económico hacen demandas sobre el medio ambiente, que usan muchos
recursos naturales cuya oferta es limitada y generan como subproductos la
contaminación y el desperdicio.
Este planteamiento coincide con la visión incorporada en los acuerdos de Río, que
supone que el desarrollo económico es correquisito del desarrollo sostenible. En efecto,
la Agenda 21 señala la necesidad de "promover y apoyar políticas nacionales e
internacionales que hicieran que el crecimiento económico y la protección del medio
ambiente se apoyen mutuamente".
14
"Report of the GATT secretariat to the second meeting of the Commission on Sustainable Development",
16-31, May 1994 (Draft).
15
JOHAN HOLMBERG et al, p. 12.
EL TAPÓN DEL DARIEN Y LAS VERSIONES DE SU DESARROLLO SOSTENIBLE
Para concluir estas reflexiones sobre el complejo itinerario del concepto de desarrollo
sostenible, quisiera ilustrar con un ejemplo la aseveración inicial sobre el manoseo, uso
y abuso del término, que pueden convertirlo en un comodín manipulable, según las
conveniencias del interlocutor. A guisa de ejemplo, y por su relevancia, traigo a cuenta
el de la intercomunicación entre Colombia y Panamá.
El mismo caso sirve para ilustrar la subvaloración que, tanto las entidades públicas
como privadas, suelen dar a las licencias ambientales. Con frecuencia, éstas son
consideradas como trámites inútiles y burocráticos que deben gestionarse ante las
autoridades estatales para iniciar una actividad, y no como el paso final de un proceso
crítico de planeación encaminado hacia el desarrollo sostenible. Son numerosos los
casos en que me he visto enfrentado a esta situación, primero como gerente del
INDERENA y posteriormente como ministro del Medio Ambiente.
"Criticable la actitud del director del INDERNA, Manuel Rodríguez, quien declaró al
periodista estadounidense Tom Quinn que, en relación con la apertura del Tapón del
Darién, 'antes que cualquier cosa, se requiere un estudio sobre impacto ambiental y eso
tomará un par de años'. Es una 'metida de guayos' de un alto funcionario del Gobierno,
en momentos en que, ese mismo periodista, nos estaba dando la gran noticia de que
Banco Mundial —en una decisión histórica— acababa de aprobar crédito por 100 millones
de dólares para esa vital carretera. ¿Tenemos fanático ambientalista en el INDERENA?".
Días después, en la misma columna, se afirmó que "la metida de pata era total", pues
no se entendía cómo al gerente del INDERENA se le ocurría la exótica idea de exigir
nuevos estudios y una licencia, cuando ya el asunto había sido estudiado hasta la
saciedad y se sabía que la carretera del Tapón del Darién —o aquélla que atraviesa los
parques nacionales de Catíos y del Darién en Colombia y Panamá, respectivamente—
en un proyecto factible.
Consideré útil aclarar todo este embrollo en comunicación que dirige al director de El
Mundo, en cuya introducción aclaré que no sólo no hábil sido aprobado un crédito a
Colombia para la construcción de la carretera sino que tampoco existía ninguna
solicitud sobre el particular del gobierno Nacional. La comunicación decía:
"Sea esta la oportunidad para hacer algunos comentarios, no sólo se nota en cuestión,
sino también acerca de mi posición como gerente INDERENA sobre la carretera del
Tapón del Darién. Posición que he expuesto ampliamente, tanto en la Comisión
Binacional Colombo-Panameña debatió el tema en Cartagena, como en dos reuniones
celebradas en Cancillería y convocadas por la ministra Noemí Sanín para discutir el
proyecto.
"Es del todo inusitado el intento de ese diario de descalificar una gestión por haber
señalado la necesidad de hacer un estudio de impacto ambiental como requisito para
construir la carretera del Tapón del Darién. Es necesario recordar aquí que para construir
una carretera, o cualquier otra obra pública, el Código de los Recursos Naturales exige
como requisa previo la expedición de una licencia ambiental por parte del INDERNEA o
de la autoridad competente.
"¿Qué se requiere para obtener una licencia ambiental? La ley determina como requisito
ineludible la presentación de un Estudio de Impacto Ambiental, que la entidad
responsable de la ejecución de la obra debe realizar a partir de unos términos de
referencia elaborados por el INDERENA. Con base en este estudio, el Instituto decide si
la obra es viable o no, y en caso de serlo, determina las medidas de prevención,
mitigación y restauración ambiental exigidas para realizarla. En síntesis, el estudio del
impacto ambiental y la licencia no son un 'requisito más' entre los muchos que exige la
administración pública para este tipo de obras; por el contrario, son piezas claves para la
protección de los recursos naturales renovables y del medio ambiente, tanto nacional
como internacionalmente. Sobre la obligatoriedad de este requisito para la ejecución de
toda obra pública se pronunció en buena hora el Consejo de Estado, cuando
recientemente declaró suspendido un contrato firmado por Ecopetrol, por no contar con
la licencia ambiental respectiva. Es necesario subrayar que apenas el pasado 22 de julio
de 1993, el Ministerio de Obras Públicas presentó la solicitud para la obtención de la
licencia ambiental para la construcción de la carretera del Tapón del Darién. De
conformidad con lo acordado con de Gobierno de Panamá, el INDERENA procederá a
elaborar los términos de referencia para adelantar el estudio de impacto, conjuntamente
con la autoridad ambiental de ese país. No puede ser de otra manera, pues se trata de
una obra que cruzaría y afectaría una zona biogeográfica compartida por los dos países.
"El estudio deberá incluir una evaluación de alternativas del trazado de la vía, además de
la ruta prevista por los ministerios de obras públicas de ambos países, ya que la obra
propuesta se ubica en una de las zonas más ricas del planeta en diversidad biológica y es
a la vez una región de alta vulnerabilidad ecológica, lo que exige identificar la ruta de
menor impacto ambiental.
"Como contribución económica para la realización del estudio de impacta ambiental que
deberán hacer los gobiernos de Panamá y Colombia, el presidente del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) prometió un crédito no reembolsable por 1.500.000
dólares. Para concretar tal oferta, loa dos gobiernos presentaron a principios de este mes
una solicitud formal| firmada por los cancilleres, los ministros de obras públicas y los
gerentes de las respectivas autoridades nacionales del ambiente.
"¿Pero acaso no se han hecho numerosos estudios sobre el particular, como para que el
INDERENA pueda dar una opinión, así sea inicial? Evidentemente, existen muchos
estudios, pero el más completo se elaboró hace 19 años, y desde entonces ha pasado
mucha agua por debajo del puente: las ciencias ambientales han avanzado en forma tal,
desde el punto de vista teórico y metodológico, que hacen obsoletos muchos de esos
estudios; la región ha sufrido procesos de colonización y depredación ambiental que
requieren ser evaluados; en el mundo se han desarrollado concepción muy diferentes en
relación con la conservación y el manejo ambiental los colombianos apenas comenzamos
a asimilar, y el país, represen por el presidente César Gavina, suscribió unas
convenciones y acuerdos internacionales en la Conferencia de Río de Janeiro de 1992, en
la cual Colombia tuvo una activa participación, que tienen consecuencias para la
carretera en cuestión.
"Precisamente, la carretera del Tapón del Darién se ubica en una de las regiones del
planeta con mayor diversidad biológica, el denominado Chocó Biogeográfico, que
comprende desde el Urabá antioqueño hasta la frontera con el Ecuador. A la vez, es
señalada internacionalmente como una de las doce zonas del globo cuya alta
biodiversidad está en mayor riesgo de desaparecer. Y se considera como área de alta
vulnerabilidad porque en ella se conjugan dos fenómenos: su gran fragilidad natural y
las inadecuadas intervenciones que en ella hemos estado haciendo los colombianos, tales
como los anárquicos procesos de colonización y explotación minera, los
aprovechamientos forestales no sustentables y la construcción desordenada de obras
públicas.
"Sobre este particular, quienes promueven el proyecto del Tapón del Darién han
afirmado que la meta es la de construir una 'carretera ecológica'. Porque ven en este
proyecto, y en las modalidades mediante las cuales podría llevarse a cabo, la mejor
estrategia para detener los crecientes procesos de depredación ambiental que se
registran en la región del Tapón del Darién. Es un enfoque por lo menos audaz y, por
ello, espero que los estudios de impacto ambiental se presenten con la debida amplitud y
detalle".
Unos días después, en entrevista con El Espectador, precisé las características que,
según mi entender, debería tener una carretera ecológica:
"Una carretera ecológica en una selva húmeda tropical como el Tapón del I Darién
supone, entonces, enormes inversiones para garantizar la conservación y el uso
sostenible de los recursos naturales renovables, tales que la construcción de la vía
misma puede llegar a ser un rubro menor del presupuesto. Quizá por esa razón existan
tan pocos ejemplos de obras de esta naturaleza en el mundo.
"En contraste, hay centenares de carreteras en medio de la selva que, si | bien eran
necesarias en muchos casos, condujeron a lamentables procesos de destrucción del
medio natural".
La del Tapón del Darién es una anécdota en torno a un proyecto crítico que sirve, no
sólo para mostrar la incomprensión que existe en nuestro medio sobre el significado de
la licencia ambiental como instrumento para propiciar el desarrollo sostenible, sino
también para ilustrar cómo este último término es hoy sometido a todo tipo de uso y
abuso.
CONCLUSIONES
Una gestión ambiental exitosa sólo será posible mediante el trabajo aunado del Estado
y de la comunidad, en su acepción más amplia, trabajo en el cual el Ministerio de
Medio Ambiente es un instrumento básico, pero que, como hemos reiterado, está lejos
de ser la panacea. Pues si bien el Ministerio es un actor fundamental, el desarrollo
sostenible es una meta de la sociedad en su conjunto.