C 520 16
C 520 16
C 520 16
PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD-Subprincipios/JUICIO DE
IGUALDAD-Incorporación del juicio de proporcionalidad, compuesto
por los subprincipios de idoneidad, necesidad y proporcionalidad en
sentido estricto
NACIONALIDAD COLOMBIANA-Jurisprudencia
constitucional/NACIONALIDAD-Contenido/NACIONALIDAD-
Derecho humano y constitucional
Magistrada Ponente:
MARÍA VICTORIA CALLE CORREA
SENTENCIA
I. ANTECEDENTES
DECRETA:
[…]
3. Privilegiando al mérito.
III. LA DEMANDA
dos razones: (i) porque establece un trato diferencial entre dos sujetos que por
justificación constitucional para ello; y (ii) porque los titulares del derecho a la
solo a los colombianos por nacimiento, sino que debe ser para todos los
colombianos, sin que sea admisible establecer distinciones entre estos, con
los nacionales colombianos gozan de los mismos derechos que los nacionales
En cuanto al juicio de igualdad y sus tres etapas de análisis, esto es, (i)
planos fáctico y jurídico existe un trato desigual entre iguales o igual entre
justificada, señalaron:
Constitucionalmente”3.
IV. INTERVENCIONES
1. Cancillería de la República
3 Folio 14 ibíd.
9
Sin embargo, solicita que si la Corte considera que no existe “tal excepción”
debe declarar la exequibilidad del numeral demandado, con base en el
principio de igualdad, solicitud que fundamenta en una cita de la sentencia C-
601 de 2015.
INTERVENCIONES EXTEMPORÁNEAS
El Jefe del Ministerio público, mediante concepto No. 6104 del 23 de mayo de
2016, solicitó a esta Corporación que se declare inexequible la expresión
demandada “de nacimiento” contenida en el numeral 1º del artículo 4º de la
Ley 1678 de 2013.
Para comenzar, la vista fiscal refiere que el artículo 96 Superior prevé que los
nacionales colombianos pueden serlo por nacimiento o por adopción, y
establece los lineamientos sobre quiénes podrán, con arreglo a la ley, obtener
la carta de naturalización. Luego, explica que la Ley 43 de 1993 establece el
procedimiento para el reconocimiento de la nacionalidad por adopción.
VI. CONSIDERACIONES
a. Competencia
La Sala considera que los dos cargos formulados cumplen con los requisitos
argumentativos recién mencionados. No existe obstáculo alguno para
comprender los argumentos de los accionantes y las premisas sobre las que
construyen su censura: una norma que establece una beca educativa para
colombianos de nacimiento, en su concepto, podría violar los derechos a la
igualdad y la educación de los colombianos por adopción.
13
Ello no hace irrelevantes los argumentos de los actores, sino que permite a la
Sala concentrar su estudio en un solo cargo. En efecto, el actor hace referencia
a la norma demandada parcialmente, con el ánimo de explicar que contiene
una medida destinada al fomento de la educación, en los niveles más altos de
la escala formal, pero plantea que el legislador incurrió en un trato desigual.
Dicho en términos esquemáticos, la discusión se centra la posible oposición
entre la disposición demandada y el artículo 13 Superior, sin perjuicio de que
la comprensión del problema exija entender adecuadamente la naturaleza y
alcance del derecho constitucional a la educación.
b. Problema jurídico
1.3. A su turno, los incisos segundo y tercero del artículo 13, ordenan a las
autoridades públicas adoptar medidas promocionales y dar un trato especial,
de carácter favorable, a las personas y grupos vulnerables o a los sujetos en
4 La jurisprudencia sobre el principio de igualdad es muy amplia. Es posible sostener, sin embargo, que
las herramientas jurídico conceptuales para evaluar una posible infracción al principio/derecho a la
igualdad se encuentra unificada desde las sentencias C-093 de 2001 (M.P. Alejandro Martínez Caballero)
y C-673 de 2001 (M.P. Manuel José Cepeda Espinosa), en las cuales la Corte incorporó el concepto del
test integrado de igualdad. Otras sentencias en las que se incorporaron paulatinamente los criterios de
evaluación de posibles violaciones al derecho a la igualdad son C-063 de 1997 (M.P. Alejandro Martínez
Caballero) y C-588/09 (M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo) sobre la igualdad de oportunidades en
el acceso a la función pública, C-372 de 2011 (M.P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub) sobre la aplicación
del principio de progresividad en el acceso a los mecanismos de protección judicial, T-703 de 2008 (M.P.
Manuel José Cepeda Espinosa) y T-110 de 2010 (M.P. María Victoria Calle Correa), (y especialmente en
el segundo de esos fallos) en las que se estudió la constitucionalidad de los cupos para minorías étnicas
en universidades públicas. En la sentencia C-714 de 2002 (M.P. Alfredo Beltrán Sierra), así como las
tempranas sentencias C-494 de 1992 (M.P. Ciro Angarita Barón) y C-040 de 1993 (M.P. Ciro Angarita
Barón).
5 (M.P. Juan Carlos Henao Pérez). Es importante precisar que la Sala toma como fundamento de la
exposición el fallo T-340 de 2010 porque en éste se efectuó un juicioso recorrido por la jurisprudencia
constitucional en materia de igualdad, y se llevó a cabo una importante incorporación de los criterios que
actualmente informan el tratamiento de los derechos de las personas con discapacidad en el marco del
DIDH. En el caso, la Sala Tercera estudió la acción presentada por un deportista invidente que participó
en los juegos paralímpicos nacionales de 2008 por el Departamento del Cesar y consideraba que la
decisión del ente territorial, en el sentido de prever un plan de estímulos económicos para los deportistas
que participaron en los juegos olímpicos nacionales y no hacerlo para los que intervinieron en los
paralímpicos, constituía un trato discriminatorio. En tal sentido, el caso no constituye un precedente
vinculante para la decisión del asunto bajo estudio de la Sala, pues los hechos son, en alguna medida,
disímiles a los del asunto bajo análisis, sino por tratarse de una sentencia con relevancia dogmática para
el análisis del problema jurídico. La regla derivada según la cual no brindar un trato especial a las
personas con discapacidad constituye una conducta discriminatoria, también ha sido planteada en las
sentencias T-207 de 1999 (M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz), T-1258 de 2008 (M.P. Mauricio González
Cuervo), T-010 de 2011 (M.P. María Victoria Calle Correa), entre otras, a las que se hará referencia en
fundamentos ulteriores de la decisión.
6 MP. María Victoria Calle Correa.
7 MP. Gloria Stella Ortiz Delgado.
8 Constitución Política, Artículo 13, inciso 1º: “Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley,
recibirán la misma protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y
oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua,
religión, opinión política o filosófica”.
16
1.5. Además, a partir del mandato moral de dar un trato igual a los iguales y
dar un trato desigual a las personas o situaciones diversas (y una de las
primeras definiciones utilizadas por la Corte para aproximarse al concepto de
9 Al respecto, expresó la Corte en la sentencia T-340 de 2010: ““39. El mismo precepto constitucional
establece en sus incisos 2º y 3º una dimensión promocional de la igualdad, destinada a superar las
desigualdades que, de hecho, enfrentan ciertos grupos tradicionalmente discriminados o marginados, o
las personas que, por diversos motivos, se encuentran en situación de vulnerabilidad o debilidad
manifiesta. Esta dimensión de la igualdad permite -y en determinados contextos obliga- al Estado a
adoptar medidas positivas en favor de esos colectivos o personas, que pueden consistir en una
compensación transitoria para lograr la igualdad de oportunidades, en la entrega de beneficios concretos,
o en cambios políticamente determinados en la distribución de recursos dentro de la sociedad. Si bien
cada una de esas medidas tiene sus especificidades, en su conjunto se agrupan dentro del concepto de
igualdad material, para denotar su diferencia con la igualdad formal y resaltar su estrecha relación con el
Estado Social de Derecho”. Ver también las sentencias SU-388 de 2005 (M.P. Clara Inés Vargas
Hernández), SU-389 de 2005 (M.P. Jaime Araújo Rentería); y C-371 de 2000 (M.P. Carlos Gaviria
Díaz).
Cfr. T-352 de 1997 (M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz), C-090 de 2001 (M.P. Carlos Gaviria Díaz).
“Por eso, la igualdad constitucionalmente protegida, de acuerdo con la sentencia C-040 de 1993 no
supone una paridad “mecánica o aritmética”. Las autoridades pueden, entonces, emitir regulaciones que
impliquen ciertas diferencias de trato, siempre que esas decisiones estén soportadas en una razón
suficiente, es decir, constitucionalmente legítima o admisible” C-340 de 10 (M.P. Juan Carlos Henao
Pérez), citando a la vez, los fallos T-422 de 1992 (M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz), T-530 de 1993 (M.P.
Alejandro Martínez Caballero), C-1043 de 2006 (M.P. Rodrigo Escobar Gil; S.V. Jaime Córdoba
Triviño, Manuel José Cepeda Espinosa), C-075 de 2007 (M.P. Rodrigo Escobar Gil. A.V. Jaime
Córdoba Triviño, Nilson Pinilla Pinilla, Rodrigo Escobar Gil, y Marco Gerardo Monroy Cabra. S.V.
Jaime Araújo Rentería).
17
10 Ver, por ejemplo, las sentencias C-221 de 1992 (M.P. Alejandro Martínez Caballero) y C-040 de
1993 (M.P. Ciro Angarita Barón).
11 T-340 de 2010. (M.P. Juan Carlos Henao Pérez).
12 Sobre el principio de proporcionalidad, de forma reciente, cfr. Sentencias C-616 de 2002 (M.P.
Manuel José Cepeda Espinosa), C-677 de 2004 (M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra), C-923 de 2005
(M.P. Jaime Córdoba Triviño), C-703 de 2010 (M.P. Gabriel Eduardo Mendoza Martelo).
13 Por tratarse de un tema ya decantado por la jurisprudencia constitucional no es necesario explicar
ampliamente el contenido de esos subprincipios. Basta, para efectos de esta decisión, señalar que los dos
primeros suponen un análisis de medios afines, en el que se estudia (i) si un medio es potencialmente
adecuado para satisfacer un fin legítimo perseguido por el órgano que adopta la medida, y (ii) si existen
medios alternativos que eviten la restricción de un principio o la hagan menos intensa; el tercero, a su
turno, se concentra en determinar si esa medida satisface tan ampliamente un principio constitucional
que se justifica una restricción (menor) de otro principio o fin constitucional. Ibídem. En las sentencias
C-093 de 2001 (M.P. Alejandro Martínez Caballero) y C-673 de 2001 (M.P. Manuel José Cepeda
Espinosa, la Corte consideró que al juicio de razonabilidad, tal como se ha planteado, podría
incorporarse una metodología desarrollada por la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, que
establece tres niveles de intensidad en el análisis de una medida legislativa o administrativa. La
intensidad del juicio, desde esa perspectiva, es directamente proporcional a la libertad de configuración
del órgano que adopta la medida, e inversamente proporcional a la relevancia constitucional de los
bienes en conflicto.
18
1.10. Las razones que resultan legítimas para adoptar tratos diferenciales
deben procurar, además, restringir en la menor medida posible, tanto el
derecho general a la igualdad, como los demás derechos y principios
constitucionales que puedan verse involucrados (afectados, intervenidos) en la
decisión. En tal sentido, las medidas deben ser proporcionales14.
1.11. Por esa razón, la Corte ha expresado que para que un trato diferenciado
sea constitucionalmente válido, debe tener un propósito constitucionalmente
legítimo, y debe ser proporcional, en el sentido de que no implique
afectaciones excesivas a otros propósitos constitucionalmente protegidos. La
proporcionalidad15 del medio se determina, entonces, mediante una evaluación
de su “idoneidad para obtener el fin (constitucionalmente legítimo de acuerdo
con el principio de razón suficiente); necesidad, en el sentido de que no
existan medios alternativos igualmente adecuados o idóneos para la
obtención del fin, pero menos restrictivos de los principios afectados; y
proporcionalidad en sentido estricto, esto es, que el fin que la efectividad del
fin que se persigue se alcance en una medida mayor a la afectación de los
principios que sufren restricción, y particularmente, del principio de
igualdad”16.
14 Ver, sobre el principio de proporcionalidad, las sentencias T-015 de 1994, C-022 de 1996, C, T-230
de 1994, C-584 de 1997, C-309 de 1997. T-916 de 2002.
15 Cfr. Sentencia C-022 de 1996. Sobre el alcance del principio de proporcionalidad como herramienta
hermenéutica, ver también los fallos T-015 de 1994, C-309 de 1997. C-475 de 1997, C-392 de 2002.
16 Ibíd. Cabe señalar que la Corte en algunos de sus primeros fallos estudiaba la razonabilidad de las
medidas dentro del subprincipio de idoneidad del juicio de proporcionalidad, mientras en otros, lo hacía
en pasos separados. En realidad, el examen tiene los mismos pasos sin importar si se separa la
19
1.15. A partir de los fallos C-093 de 2001 23 y C-673 de 200124, esta Corte
consideró la posibilidad de aprovechar las ventajas de cada uno de los test,
debido a que en el fondo confluyen herramientas hermenéuticas compatibles,
en tanto se estructuran a partir de un análisis de medios y fines alrededor de
las decisiones de los poderes públicos. Con ello, consideró este Tribunal que
se aprovecharía, entonces, el mayor poder analítico del juicio de
proporcionalidad, con el carácter diferencial del test de igualdad. Al respecto
dijo la Corte:
25 Ver por ejemplo las trascendentales sentencias T-595 de 2002 (MP Manuel José Cepeda Espinosa),
T-227 de 2003 (MP Eduardo Montealegre Lynett) T-859 y T-860 de 2003 (MP Eduardo Montealegre
Lynett); T-016 de 2007 (MP Humberto Antonio Sierra Porto), T-760 de 2006 (MP Manuel José Cepeda
Espinosa) y T-235 de 2012 (MP Luis Ernesto Vargas Silva), entre muchas otras.
26 MP Jorge Ignacio Pretelt Chaljub. SV María Victoria Calle Correa, SV Humberto Antonio Sierra
Porto.
22
27 MP Luis Ernesto Vargas Silva. AV Mauricio González Cuervo. AV Nilson Elías Pinilla Pinilla; SV
Humberto Antonio Sierra Porto. Por la brevedad de la exposición realizada en esta oportunidad, la Sala
transcribirá en lo que sigue diversos apartes de la sentencia, aclarando sin embargo, que en las tres
decisiones de la Sala Plena a las que se hace referencia la Sala Plena ha acogido idéntica posición
conceptual.
28 MP Gabriel Eduardo Mendoza Mendoza. AV Luis Ernesto Vargas Silva. AV. Alberto Rojas Ríos. AV
María Victoria Calle Correa. SP y AV Mauricio González Cuervo. SPV y AV Luis Guillermo Guerrero
Pérez.
29 El fallo en el que con más rigor acogió esta postura la Corporación es la sentencia SU-111 de 1997,
providencia en la que –en lo pertinente- se sostuvo: “11. La actualización concreta del Estado social de
derecho, corresponde a una exigencia que se impone constitucionalmente a los titulares de las distintas
funciones del Estado y que abarca un conjunto significativo de procesos sociales, políticos y jurídicos.
Un papel destacado, sin duda, se reserva a la ley. No se ve cómo pueda dejar de acudirse a ella para
organizar los servicios públicos, asumir las prestaciones a cargo del Estado, determinar las partidas
presupuestales necesarias para el efecto y, en fin, diseñar un plan ordenado que establezca prioridades
y recursos. La voluntad democrática, por lo visto, es la primera llamada a ejecutar y a concretar en los
hechos de la vida social y política la cláusula del Estado social, no como mera opción sino como
prescripción ineludible que se origina en la opción básica adoptada por el constituyente. Lo contrario,
esto es, extraer todas las consecuencias del Estado social de derecho, hasta el punto de su
individualización en forma de pretensiones determinadas en cabeza de una persona, por obra de la
simple mediación judicial, implicaría estimar en grado absoluto la densidad de la norma constitucional
y sobrecargar al juez de la causa.
No puede, por consiguiente, pretenderse, que de la cláusula del Estado social surjan directamente
derechos a prestaciones concretas a cargo del Estado, lo mismo que las obligaciones correlativas a
éstos. La individualización de los derechos sociales, económicos y culturales, no puede hacerse al
margen de la ley y de las posibilidades financieras del Estado. El legislador está sujeto a la obligación
de ejecutar el mandato social de la Constitución, para lo cual debe crear instituciones, procedimientos y
destinar prioritariamente a su concreción material los recursos del erario. A lo anterior se agrega la
necesidad y la conveniencia de que los miembros de la comunidad, gracias a sus derechos de
participación y fiscalización directas, intervengan en la gestión y control del aparato público al cual se
encomienda el papel de suministrar servicios y prestaciones”.
23
Así las cosas, como lo ha explicado este Tribunal, “ Las notas centrales de
esa perspectiva, en lo atinente a la división entre derechos fundamentales, de
una parte, y sociales, de la otra, son las siguientes: (i) los primeros
corresponden al Estado liberal clásico, cuya función esencial es la de
garantizar la seguridad pública, mientras los segundos obedecen a formas de
estado que asimilaron las luchas sociales y los enfoques intervencionistas de
la economía, reconociendo un ámbito de actuación estatal en la distribución
de recursos y previendo sistemas de seguridad social en torno al derecho al
trabajo; (ii) en consecuencia, los primeros se orientan a proteger un ámbito
individual de autonomía y se asocian al valor de la libertad, mientras los
segundos se dirigen a garantizar mínimos materiales de subsistencia y por
ese motivo se relacionan principalmente con la igualdad material. (iii) Esas
diferencias comportan a su vez una distinción en cuanto a la estructura de
cada grupo de derechos: los derechos fundamentales son de carácter
“negativo” o “de defensa”, pues su eficacia sólo exige del Estado
obligaciones de abstención. Los derechos sociales, en cambio,
son “positivos” o “prestacionales”, pues su goce requiere que el Estado
asuma obligaciones concernientes a la entrega de bienes y la prestación de
servicios públicos”34
En ese contexto, no parece adecuado suponer que el control debe ser distinto
para los derechos constitucionales fundamentales y para los derechos
constitucionales no-fundamentales pues, en principio, todos los derechos
constitucionales tienen naturaleza fundamental. En cambio, parece un criterio
más fértil para el desarrollo del test, distinguir entre las obligaciones de
aplicación inmediata, ligadas tanto de facetas positivas como negativas de los
derechos, y obligaciones de naturaleza progresiva, concediendo un mayor
margen al legislador para el desarrollo de las segundas.
32 En este orden de ideas, será fundamental todo derecho constitucional que funcionalmente esté
dirigido a lograr la dignidad humana y sea traducible en un derecho subjetivo. Es decir, en la medida en
que resulte necesario para lograr la libertad de elección de un plan de vida concreto y la posibilidad de
funcionar en sociedad y desarrollar un papel activo en ella. Tal necesidad no está determinada de manera
apriorística, sino que se define a partir de los consensos (dogmática del derecho constitucional)
existentes sobre la naturaleza funcionalmente necesaria de cierta prestación o abstención (traducibilidad
en derecho subjetivo), así como de las circunstancias particulares de cada caso (tópica).
33 Corte Constitucional, sentencia T-235/11.
34 Al respecto, ver sentencias T-595 de 2002 (MP. Manuel José Cepeda Espinosa), T-227 de 2003 (MP.
Eduardo Montealegre Lynett), T-859 de 2003 (MP. Eduardo Montealegre Lynett), T-016 de 2007 (MP.
Humberto Antonio Sierra Porto), T-760 de 2008 (MP. Manuel José Cepeda Espinosa), T-235 de 2011
(MP. Luis Ernesto Vargas Silva), T-428 de 2012 (MP. María Victoria Calle Correa de la que se extrae
este párrafo) y, especialmente, C-288 de 2012 (MP. Luis Ernesto Vargas Silva SV. Humberto Antonio
Sierra Porto. AV. Mauricio González Cuervo y Nilson Pinilla Pinilla).
25
47 En relación con la accesibilidad desde el punto de vista económico, cabe mencionar el inciso 4 del
artículo 67 de la Constitución, según el cual la educación debe ser gratuita en las instituciones del
Estado, sin perjuicio del cobro de derechos académicos a quienes puedan sufragarlos.
48 Al respecto, debe destacarse el inciso 5 del artículo 68 de la Constitución, de conformidad con el cual
los grupos étnicos tienen derecho a una educación que respete y desarrolle su identidad cultural. Así
mismo, el inciso 6 ibídem señala la obligación del Estado de brindar educación especializada a las
personas con algún tipo de discapacidad y a aquellos con capacidades excepcionales.
49 El inciso 5 del artículo 67 superior expresamente señala que el Estado debe garantizar a los menores
su permanencia en el sistema educativo.
50 Al respecto, el inciso 5 del artículo 67 de la Carta dispone que el Estado debe regular y ejercer la
suprema inspección y vigilancia de la educación, con el fin de velar por su calidad y la mejor formación
moral, intelectual y física de los educandos. Por su parte, el inciso 3° del artículo 68 ibídem establece
que la enseñanza debe estar a cargo de personas de reconocida idoneidad ética y pedagógica.
51 Defensoría Pública. Publicaciones. Serie DESC. “Sistema de seguimiento y evaluación de la política
pública educativa a la luz del derecho a la educación”. Bogotá, 2004. Para efectos expositivos, la Sala
estima adecuada la utilización de términos diversos para referirse a los componentes del derecho y las
obligaciones del Estado.
52 M.P. Humberto Antonio Sierra Porto.
53 Fundamentos 46 y 47 de la Observación General Nº 13 del Comité DESC.
29
59 Las reglas en la materia fueron recordadas en las recientes sentencias C-376 de 2010 (M.P. Luis
Ernesto Vargas Silva) y T-533 de 2009 (M.P. Humberto Antonio Sierra Porto).
60 Como puede verse, las personas entre los 5 y los 6 años se encuentran en dos de los grupos etarios.
Ello obedece a la regulación especial de la educación preescolar y no a una contradicción en la
exposición. En el cuerpo de la sentencia se explicará esa regulación.
61 Con el fin de mantener el carácter esquemático de la exposición se dejan de lado la educación
técnica, y el acceso de personas con discapacidad u otros grupos vulnerables, que resultan ajenos al
problema que se discute en este trámite.
31
62 Ver, por todas, la sentencia T-787 de 2006 (M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra).
63 Constitución Política, artículo 67. Sentencias T-323 de 1994 (M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz) y C-
376 de 2010 (M.P. Luis Ernesto Vargas Silva)
64 Esta conclusión se desprende del artículo 68 de la Constitución Política, la sentencia C-376 de 2010
(M.P. Luis Ernesto Vargas Silva, la Observación General No. 11 del Comité DESC, relativa a la
interpretación del artículo 13 del PIDESC).
65 Al respecto, cfr. la sentencia T-323 de 1994, fallo en que la Corte armonizó la interpretación del
artículo 67 constitucional con las derivadas del artículo 13 del PIDESC.
32
3.6. Resaltó, además, que el derecho tiene una dimensión positiva, que
consiste en que cada ser humano tenga una nacionalidad, y una negativa, que
se cifra en que las personas no sean privadas de esta, todo ello sin perjuicio de
la posibilidad de que cada estado, en ejercicio de su soberanía, decida
reconocerla a quien antes era extranjero, y en consecuencia, la persona tenga
más de una nacionalidad.
73 La doctrina ha identificado cuatro fuentes de este vínculo, la nacionalidad de los padres (vínculo de
sangre), el lugar de nacimiento (vínculo de suelo), la decisión (vínculo adoptivo). En tal sentido, puede
verse también la aclaración de voto del Magistrado Eduardo Montealegre Lynett a la sentencia C-951 de
2001.
36
no puede ser arbitraria, y señaló que los distintos estados suelen privilegiar
vínculos culturales, políticos o axiológicos:
3.10. Para terminar, el artículo 40, que consagra los derechos políticos
fundamentales, establece en cabeza del legislador la facultad de definir, en qué
casos, los colombianos que tengan doble nacionalidad. Es importante indicar
que según el tenor literal de esta excepción, esta cobija por igual a
colombianos por nacimiento y colombianos por adopción: “7. Acceder al
desempeño de funciones y cargos públicos, salvo los colombianos, por
nacimiento o por adopción, que tengan doble nacionalidad. La ley
reglamentará esta excepción y determinará los casos en los cuales deberá
aplicarse”.
límites para el acceso a los cargos públicos 75. La Constitución Política prevé
también la exigencia de ser nacional colombiano de nacimiento para el acceso
a un conjunto de altos cargos del Estado, como se indicará más adelante.
Indicó que, si bien la Ley 43 de 1993 prevé una serie de restricciones para
el desempeño de ciertos cargos por nacionales colombianos por adopción
que tengan doble nacionalidad, dicha ley no regula el acceso al desempeño
de funciones o cargos públicos de colombianos por nacimiento con doble
nacionalidad “en cuanto atañe a estar personas la ley no reglamenta nada
y, por lo tanto, no es posible sostener […] que en esta materia […] ya ha
quedado agotada la competencia del legislador”.
De acuerdo con el título de la Ley 1678 de 2013, esta normativa prevé (i) un
programa de becas, (ii) para estudios de posgrado (especializaciones,
45
Así las cosas, la beca tiene una población objetivo claramente definida, que se
encuentra en el nivel más alto de la escala educativa, se inspira en el principio
de mérito, toma en consideración la capacidad económica de los aspirantes, y
espera generar una distribución adecuada entre las diferentes áreas del
conocimiento; por su parte, los estudiantes se obligan a revertir el beneficio,
en labores educativas e investigativas, ligadas a centros educativos del país.
Aunque los factores descritos serán objeto de una regulación más detallada en
82 Ley 1678 de 2013, Artículo 1º. OBJETO. La presente ley tiene por objeto mejorar la investigación y
la calidad de la educación superior, garantizando el estudio de posgrados, para el 0.1% de los estudiantes
graduados por semestre de las Instituciones de Educación Superior públicas y privadas.
83 La ley habla de ‘requisitos mínimos’ debido a que prevé la existencia de una reglamentación ulterior,
por parte del Gobierno Nacional.
84 En el parágrafo de esta disposición se establecen unos requisitos adicionales, exigibles en caso de que
la persona desee obtener el beneficio para adelantar sus estudios en el exterior: PARÁGRAFO. En caso
de programas en el exterior que sean convalidables se requerirá, además de los requisitos anteriores:
el futuro, es claro que el requisito cuestionado hace parte de los mínimos que
vinculan al Gobierno Nacional, en el ejercicio de la potestad reglamentaria.
85 El evento contó con la asistencia de Se-Jung Oh, decano del College of Natural Sciences, Seoul
National University de Seúl, Corea; de Gabriel Burgos Mantilla, Viceministro de Educación Superior y
de Jorge Hernán Cárdenas, director de Oportunidad Estratégica y asesor de Colciencias, ambos
colombianos.
La situación de Colombia en materia de programas de doctorado y formación de investigadores, con
respecto a Latinoamérica, es preocupante. Si bien desde el año 2000 se ha producido un progreso en el tema,
los índices permanecen bajos. La idea es que se concentren esfuerzos, se sigan modelos de crecimiento, como
el caso de Corea, y se incentive a las personas a la ampliación de su formación académica.
Inicialmente, el académico Se-Jung Oh, narró la evolución de Corea desde los años sesenta, década
en la que el acceso a las investigaciones científicas era limitado y la economía se basaba en la industria
textil y agrícola. Los notables avances fueron el resultado de las acciones del Gobierno coreano, que
empezó a construir institutos y abrir fronteras en el campo de la investigación, eso sumado a la
promoción de doctorados, másteres y cursos.
“El crecimiento rápido de la economía coreana debe su éxito, principalmente, al Gobierno, los
sectores privados, los institutos de investigación y las universidades. Actores que, gracias a su
infraestructura apropiada para la ciencia y la tecnología, lograron innovar” aseguró el oriental.
El Viceministro Gabriel Burgos presentó estadísticas relacionadas con la implementación de
doctorados en nuestro país. En el 2007 el número de estos programas ascendió a 84, estando la mayoría
47
(24%) relacionados con ciencias sociales y humanas. Recientemente, se han abierto más posibilidades
para que las personas estudien o complementen sus estudios en el exterior, permitiendo un intercambio
cultural, favorable desde todos los puntos de vista, puesto que la persona amplía su visión académica y
social. Así mismo, muchas instituciones ofrecen becas o ayudas económicas, por ejemplo el año pasado
2.247 personas resultaron beneficiadas por créditos del Icetex.
Burgos afirmó también que es necesaria una política de apoyo para esas personas que hicieron o
están en proceso de hacer un doctorado, donde los principales actores universidades, Gobierno, empresas
y centros de investigación y desarrollo tecnológico- ofrezcan garantías. Es importante abrirles el camino
a través de empleos. En Colombia necesitamos doctores que trabajen.
Y es que para que cada vez más personas se unan a la idea de hacer un doctorado en Colombia, es
fundamental eliminar los prejuicios a la hora de conseguir trabajo, es decir, fomentar la idea de que una
vida académica rica en estudios es más importante que la palanca[1][1].
En ese sentido y según proyecciones hechas por Colciencias, el viceministro indicó que para el 2019
existirán 152 programas de doctorado en 29 universidades -hoy en día 22- y un total de 3.854 graduados.
Sin embargo, es importante que esos doctorados sean de alta calidad. Hay que empezar por establecer las
prioridades y recursos con los que se cuenta, analizar las experiencias de otros países, las cuales puedan
seguirse en nuestro país y ahí sí poder dimensionar la situación.
Con respecto a las características de los programas de doctorado y su sectorización, Jorge Hernán Cárdenas,
asesor de Colciencias, manifestó “que del total de programas de doctorado en Colombia, el 55% se encuentran
en universidades con acreditación de Alta Calidad”. Bogotá lidera la lista de las ciudades, ofreciendo un total
de ocho doctorados, le sigue Medellín con cuatro y Manizales con tres. Existe una posibilidad para destinar
recursos económicos a la promoción y realización de doctorados y es la vía legislativa, ganarse un espacio y
promover la idea en el Congreso de la República, la transferencia de ingresos corrientes de la Nación, vía
reforma constitucional y participación en el fondo resultante de las ventas de empresas privatizadas dijo
Cárdenas.
Los tres panelistas coincidieron en la importancia de aplicar las nuevas tecnologías en el campo de la
investigación y de los estudios complementarios. Con respecto a la diferencia entre un doctorado virtual
y uno presencial, Gabriel Burgos concluyó: “no hay diferencias entre uno y otro, considero que en lugar
de ser un obstáculo el hecho de que una persona no se traslade a un sitio particular de estudio, constituye
un facilitamiento para intercambiar ideas con otras culturas, es una oportunidad”.
“Lo que hace falta ahora es replicar los esfuerzos hechos por amplios sectores que buscan
incrementar el número de doctores e investigadores en Colombia, para esto es indispensable promover
globalmente la iniciativa. Las carencias en innovación de las empresas colombianas podrían ser parte del
pasado si se trabaja en la formación de personas hábiles y con visión”.
Gaceta del Congreso 690 de 2011, Proyecto de Ley 095 de 2011, Cámara.
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En ese contexto, surgen dos preguntas, cuál debe ser el nivel de control de las
decisiones legislativas y cuáles son las características que definen lo ‘igual’ y
lo ‘desigual’. La primera, que guía la actuación de la Sala, se resuelve en las
cargas de argumentación y justificación que debe asumir el legislador, el
demandante y este Tribunal, a través de los test de igualdad previamente
descritos. En cuanto a la segunda pregunta, la Corte ha indicado que
corresponde al operador evaluar la existencia de igualdades y diferencias
parciales entre sujetos y eventos, evaluar su relevancia jurídica en cada
contexto, y ponderar entre unas y otras para determinar si está ordenado un
trato igual o diferente (o uno similar, pero no idéntico, por ejemplo).
Para culminar este aparte, vale señalar que esta regla general de igualdad entre
nacionales se apoya en una consideración muy importante desde el punto de
vista constitucional: en un período histórico reciente, los derechos humanos se
consideraban normas éticas, sin fuerza normativa directa, debido a la
imposibilidad de hacerlos efectivos, por la ausencia de tribunales con
jurisdicción, y en defensa de la soberanía estatal. Las fronteras estatales dejan
de ser, progresivamente, barreras al goce efectivo de los derechos y, en ese
marco, toda calificación de los seres humanos que suponga una limitación al
goce de derechos, debe leerse de forma restrictiva.
87 Ver, la ya citada C-601 de 2015 (MP. Mauricio González Cuervo).
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Ahora bien, podría surgir la pregunta de si esta conclusión aplica frente a toda
medida legislativa o exclusivamente frente a aquellas en las que se encuentra
comprometido el goce efectivo de un derecho fundamental. En principio, el
derecho a la igualdad debe respetarse con independencia de si la medida
impone un derecho, un beneficio o una carga. Sin embargo, es claro que frente
a los derechos constitucionales, las diferencias son más sensibles, y deben
analizarse con mayor detenimiento. Por ese motivo, entra la Sala a verificar si
la decisión legislativa puede considerarse como una que incide en el ejercicio
y goce efectivo de un derecho, o si se trata de un beneficio, basado en la
voluntad estatal, no susceptible de exigencia judicial.
Las becas previstas en la ley 1678 de 2013 son posiciones jurídicas adscritas
al derecho fundamental a la educación, destinadas al desarrollo de facetas
progresivas del mismo.
En lo que tiene que ver con la educación superior, en principio, todos las
obligaciones estatales para asegurar el acceso a los distintos niveles que la
componen son de naturaleza progresiva y, a medida que se llega a las escalas
más altas de la educación, es un principio aceptado en los ámbitos interno e
internacional, el uso del mérito como criterio para la distribución de cupos y
recursos.
Sin embargo, una obligación progresiva es, ante todo, una obligación y no una
promesa o una afirmación retórica. El principio de progresividad tiene un
contenido normativo claramente definido por la jurisprudencia constitucional,
en la medida en que (i) cuestiona la inacción estatal, (ii) ordena dar pasos
adelante o la adopción de medidas constantes; (iii) prohíbe –prima facie– los
retrocesos, y (iv) exige que las medidas respeten el principio de igualdad y el
mandato de no discriminación.
En concepto de la Corte, las becas previstas en la Ley 1678 de 2013, sin lugar
a dudas, constituyen una medida destinada a la ampliación progresiva del
acceso a la educación de posgrados. Así lo indica el universo objetivo (1 de
cada 1000 estudiantes), el uso de los criterios de mérito y necesidad
económica, y la exposición de motivos, que aspira obtener beneficios cada vez
más amplios, de la ampliación del número de personas posgraduadas en el
país.
Conclusión
Así las cosas, para la Corte es claro que existen dos grupos susceptibles de ser
comparados en el análisis de igualdad, entre quienes la Constitución prodiga y
promueve un trato igualitario; y que el legislador estableció entre ellos una
diferencia, al crear una medida destinada a favorecer el ingreso a la educación
de posgrados.
La Corte observa, sin embargo, que esta medida no supera el primer paso del
test, con independencia de la gradación que se utilice. Esta decisión no pasa el
examen de razonabilidad, básicamente, porque el legislador no asumió carga
argumentativa alguna a favor de la distinción que estableció entre colombiano
y colombianas de nacimiento y nacionales por adopción, a pesar de que la
Constitución se orienta siempre hacia la igualdad entre ambos grupos.
Siendo así, la Sala concluye que el único motivo de diferenciación entre los
grupos fue, precisamente, su pertenencia al grupo, lo que no puede
considerarse un criterio válido de distinción, sino una discriminación abierta a
los colombianos que el país decidió adoptar, en ejercicio de su soberanía.
Dada la inexistencia de una motivación explícita o de una que de forma
objetiva pueda extraerse de la norma cuestionada para ubicar un criterio válido
para establecer una distinción entre los dos grupos en comparación, debe
concluirse que el criterio coincide con la pertenencia al grupo y, en virtud del
principio general de trato igual entre nacionales por adopción y de nacimiento,
ese no es por sí sólo un criterio válido, que por el contrario constituye una
discriminación, que se opone a la vigencia del artículo 13 Superior.
Con una metáfora sencilla, al dictar una medida como esta, el país actúa como
quien acoge en su seno familiar a una persona, para luego decirle que nunca
será realmente considerado un miembro de la familia.
VII. DECISIÓN
RESUELVE
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